A través del espejo {Maekar, Sofia...}

Rió ante los actos de Maekar con su tío, pues no le pareció que sobrepasase de un trato cordial y cercano entre dos caballeros que además de familiares eran también amigos. Sin embargo, su sonrisa se vio extinguida al percatarse de la actitud del Martell, y frunció el ceño ante aquella situación. Sofia había estado presente en muchos duelos a sangre, otros tantos a muerte, incluso algunos de ellos fueron por su persona, pero no le gustaba que entre dos caballeros de la misma familia de diese aquello. No en su presencia, y no cuando habían estado manteniendo una conversación de lo más distendida hasta entonces.

Miró con sorpresa a su amiga. Esperaba que ella, al conocer más a Olyvar, fuese la que tratase de disuadirlo de aquella intención, pero su ceño se frunció aún más cuando la oyó darle paso al Martell, apoyándolo ante aquello. Aprovechó las palabras de Maekar hacia su tio para acercarse un poco a Rose- ¿Adelante? ¿En serio? -dijo en un susurro para que solamente la pudiese oír ella, sorprendida ante las palabras de la rosa.

Miró después a los dos caballeros, y sosteniendo al hurón entre sus brazos se levantó para hacerse oír, dando un par de pasos en dirección hacia ambos.- Creo que no es lugar ni situación para poner algo así sobre la mesa, Ser -dijo con educación pero tremenda contundencia, manteniendo en sus labios la sonrisa que le habían enseñado a mostrar ante situaciones así- Nuestras damas -dijo señalando a las mujeres que las acompañaban a ella y a Rose- Son de total confianza, y más aún lo somos nosotras. Estoy convencida de que Maekar no trataba de desafiaros, ni de hacer resaltar su superioridad ante nadie, más aún cuando ambos sois familia y se que os respeta. -dejó que su sonrisa luciese aún más- Es más, creo que la única ofensa es la de quien rompe con la cordialidad de una charla entretenida entre amigos. -añadió, suspirando después.

La situación había comenzado a tensarse, el que Maekar intentara aligerar las cosas, Rose lo estaba viendo como un error, quizá era por su propia experiencia, pero una vez había prometido que ella no sería quién iniciase la guerra, y esto era así, un malentendido que se salió de control ante los ojos de alguien y ahora tendría que correr sangre por eso, escuchó las palabras de Sofia en ese instante, contestando con un ligero. -He pasado por esto... digamos que no es lo que se dice, sencillo de tratar.- se explicó, en realidad antes lo único que había hecho era darle permiso de retirarse, pero todo se había vuelto tan loco y confuso que no podía hacer más.

Asentía con confianza a las palabras de su amiga que siempre había sido una excelente conciliadora, como si la apoyase, sus manos pronto hicieron un gesto sutil para que todas sus damas salieran, confiaba en ellas tanto como en las de la leona, pero había cosas que tenían que discutirse a puerta cerrada. -Hemos convivido tanto tiempo antes, que las formalidades y la compostura que podría requerirse en una reunión oficial, fácilmente son olvidadas, supongo que le ha de pasar lo mismo con sus hermanos. Nosotros difícilmente llegamos a reunirnos y cuando sucede, es algo maravilloso, creímos que le gustaría formar parte de ese vinculo, Ser.- constató siguiendo la línea que la leona había dejado, quizá su voz tuviera algo más de apelación a aquel duelo. -pero si lo que busca es "salvaguardar" la imagen de Dorne, debería estar discutiendolo con el rey, no con su hijo que lo único que ha hecho es tomarle como un familiar cercano.- prosiguió levantandose de la silla, suspirando antes de acercarse al Martell, posando su mano sobre su brazo antes de hablar. -Por favor, Olyvar, no hagas esto, no en campo neutro.- suplicó viendolo a los ojos, había hecho lo mismo una vez anterior, pero es que esta vez no quería que Antigua se manchase, aquel duelo podría significar el punto de quiebre, y si proseguía, quizá nunca más volviera a ver a sus amigos como tales.

Se despidió del Martell con una sonrisa cuando todo estuvo olvidado, suspiró al verlo salir por la puerta, un lugar que pronto ocuparon de nuevo sus damas, el ambiente se volvió a destensar y como siempre, habían salido victoriosos de aquel encuentro. Rió ante las palabras del dragón, es que todo había sido tan loco. -Supongo que los gestos de familiaridad no son comunes entre los dornienses, no te preocupes, suele suceder.- contestó recordando la vez que ella misma había visto los ojos centellantes del Martell cuando se llevó por un momento a Nymeria. Si bien una cosa era clara, de nuevo había probado su lealtad, un ciclo que parecía nunca acabar.

Sonrió por aquel beso, asintiendo ante sus palabras como si no hubiera sido nada en realidad, pero había algo detrás. -Acabo de echarme un alacrán en la espalda, Maekar, así que espero que no vuelvas a cometer un gesto de esos que yo ahora tendré que ver que hago.- comentó bajando la mirada, sabía lo que iba a traerle haber defendido al Targaryen, no era solo que tuviera que defenderlo frente a su padre, pero ahora tendría que tener cuidado con sus palabras frente al sol, era una relación tirante la que mantenía con él, un poco más de la raya y podía traer consecuencias espantosas, y eso era algo que ella no quería, había prometido no ser la causa de una guerra e iba a cumplir su palabra.

Pese a decir todo aquello aparentando seguridad, Sofia siempre tenía miedo a que sus palabras fuesen rechazadas de algún modo, por lo que la calma invadió su cuerpo al escuchar cómo Rose finalmente reaccionaba, intentando apagar el fuego como ya había hecho ella. Le alegraba saber que podían contar con ella también ahora, como en otras tantas ocasiones, aunque por un momento había temido que no fuese así, que su amiga se iba a posicionar en contra del dragón y de la leona. Afortunadamente, no fue así.

No supo si fue por las palabras de Maekar, por las suyas o por las de Rose, pero le complació ver que Olyvar aceptaba las peticiones que le hacían. Suspiró al verle marcharse, esperando que la próxima vez que se encontrasen la situación llevase un camino más distendido, como el que había llevado hasta entonces. Tomó asiento de nuevo y bebió de su taza para conseguir volver a su estado de calma habitual, el que no tardó en recobrar gracias al beso de Maekar en su mejilla.

- Debió ser un malentendido -dijo encogiéndose de hombros, volviendo al tema que trataban para no quedarse pensando en aquel beso- Yo tampoco creo haberlo entendido -comentó, explicando su apreciación de la escena- Tranquila, Rose. Seguro que no pasa a mayores. No tiene por qué salir de aquí, y tampoco creo que Ser Olyvar tenga intenciones de divulgarlo -dijo posando su mano sobre la de su amiga, como gesto de apoyo.

Dejó que el caballero tomase su mano con delicadeza, y le vio arrodillarse junto a ellas. Intentó contener una risa que luchaba por salir al escuchar a Maekar. Acostumbraba a escuchar a caballeros y nobles hacer ese tipo de juramentos, los cuales muchas veces resultaban ser completamente falsos. Y aunque estaba convencida de que las palabras de su amigo eran completamente sinceras y se sentía tremendamente complacida por ellas, le resultaba gracioso verle tan serio y comprometido con sus palabras. Aún así, solo dejó que una sonrisa adornase sus labios mientras le escuchaba- Comprendido -asintió repitiendo su última palabra para confirmar que había entendido todo lo dicho por el joven dragón.- Sabed que vuestras palabras son completamente correspondidas por esta dama, Ser -dijo ensalzando aquel tratamiento de caballero, tan acorde con la situación.

Después le siguió con la mirada mientras se ponía en pie de nuevo, y en cuanto su mano estuvo libre, Sofia cogió su taza de té y dio otro sorbo, aunque su rostro se contrajo involuntariamente al sentir que el líquido se había quedado ya frío. No le gustaba el té templado, por lo que cortó una uva del racimo y se la comió en un par de mordiquitos con el fin de quitarse el sabor de la bebida. Estaba en su tarea de separar aquella uva del resto de sus hermanas cuando escuchó la petición de Maekar, la cual recibió soltando una risita y alzando las cejas sorprendida.- ¿Un verdadero beso? ¿De ambas? Creo que es una petición demasiado atrevida -tosió un poco por culpa de la uva- Mis verdaderos besos -dijo repitiendo las palabras de su amigo- no los reciben caballeros que los coleccionen -bromeó apoyando su codo en la mesa, y miró al Targaryen con la mejilla apoyada sobre su mano.

Su mirada seguía baja, nadie entendía lo que sucedería luego de que la rosa hubiera tomado partido, no cuando las otras casas que le acompañaban estaban de la otra cara de la moneda. -No puedo estar tranquila cuando sé que un cambio de palabras traerá la cólera de mi familia, no es un secreto eso de que mi tía esté casada con Daemon Fuegoscuro, si a alguien se le ocurre decir que tomé parte del dragón...Me odiarán.- dejó caer con una sincera tristeza, nunca se había visto en aquella situación, tampoco le había afectado hasta aquel momento donde se dio cuenta de que ella no podía actuar en solitario, por una vez en la vida, la rosa había deseado estar sola y era cuando menos lo estaba, tenía a su familia a sus espaldas, detrás de cada una de sus palabras.

Dejó que aquella tristeza se desvaneciera al menos por un segundo para sonreirle a su amigo de toda la vida, acariciandole la mejilla con la mano que le había dejado libre, no era un gesto coqueto sino más bien familiar. -Comprendido.- aceptó con esa sonrisa tan suya, dejando que rastros de la niña que era salieran a relucir en ella. -Muchas gracias, Maekar... por todo.- musitó pues la verdad era que si una cosa era aquel Targaryen, era un muy buen caballero, y como tal, su petición había sido un beso. -Por muy compartida que pueda ser con Sofia, eso nunca sucederá, tendrías que escoger el que prefieras, no ambos, por que esos sí no suelo compartirlos, Ser.- zanjó con una sonrisa despreocupada mientras sus brazos se cruzaban sobre su pecho, había dado el título al final simplemente por bromear, si buen las formalidades no eran necesarias, a veces eran divertidas.

Una mezcla de risa y suspiro salió de los labios de Sofia al escuchar a su amigo hablarles de justicia, y recordó con añoranza lo tiempos a los que Maekar se refería, cuando los bandos aún no estaban claros y los Tyrell no rechazaban la idea de que su hija tuviese contacto con casas ahora enemigas. La leona habría dado cualquier cosa por volver a esos tiempos, cuando su inocencia aún estaba intacta y era incapaz ver el porqué de que su padre dejase de permitirle ver a Rose. Pero volvió al presente poco después, al sentir cómo el joven besaba de nuevo su mejilla, asumiendo que ya no sería como antes. Su amigo hablaba de justicia, ¿pero dónde estaba la justicia para ellas? Estaba segura que, de ser al contrario, los dos caballeros se habrían batido en duelo por un solo beso de una sola dama, y la idea de compartirla ni siquiera habría salido a la luz. ¿Por qué ellas sí tenían que hacerlo? No quiso que la situación se volviese tensa, así que prefirió guardarse sus pensamientos para sí y seguir como si nada.

- Como Rose ya ha dicho, hay cosas que no se pueden compartir -dijo- Hay caballeros que luchan por todo un reino y no piden besos a todas las damas a su regreso -agregó con una sonrisa burlona- Además, si de avergonzarse públicamente se trata, creo que este no es el lugar más indicado. ¿Quién nos ve? ¿Nuestras damas? -suspiró- Las calles de Antigua me parecen mejor opción... ¿No crees? -dijo sin pensarlo demasiado cuando el caballero acarició a su mascota, dejando que Maekar tomase sus palabras por donde gustase.

Si bien todos habían estado en otro momento de su historia personal, a aquel Targaryen nunca se le había quitado el espíritu de conquistador, el caballero de brillante armadura por el que la mayoría de las mujeres en Poniente matarían, y ahí estaba, pidiendoles un beso que seguramente no tendría la suerte de cosechar. La misma suerte que la rosa tendría al ocultar aquella reunión de su padre, ¿Por qué tenía que dejarle una vida tan difícil? Su familia se estaba jugando todo, justo como el dragón, lo cuál le dejaba solamente una explicación... Hombres. Tenían unos pensamientos tan distintos a los de una dama que era incluso divertido intentar adivinar que era lo que seguía en su lista. -¿Que nos libraras de bichos?...¿Disculpa? Tu alejaste a más de un caballero de mí, y no tengo memoria suficiente para contar los que alejaste de Sofia, y he de decir que no todos eran tan malos.- soltó dejando caer ese pique a su orgullo, era tan sencillo, tan normal estar así.

Sonrió al sentir aquel beso en su mejilla, rodando los ojos un tanto divertida ante aquel gesto. -Exacto, y como comprenderás, no somos cualquier tipo de damas, aunque dejemos las formas, existe un código femenino.- explicó con sencillez, era la verdad, nadie tenía el derecho de besar a quién besaba a su amiga, y eso aunque fuera el príncipe de Poniente, no lo cambiaría. -Creo que me avergonzaba más de llegar cubierta de barro por vuestra culpa que de ese incidente.- dijo con esa sonrisa suya bailandole en los labios, acomodandose el cabello con resolución, no daría su brazo a torcer, si en algo tenía práctica era diciendo que no a los caballeros que buscaban incluso más que un beso.

Rió acompañando así a su amigo, asintiendo a sus palabras en referencia a los caballeros. Entre Maekar y su hermano iban a hacer que terminase soltera y repudiada por su padre por no haber encontrado ningún marido. Bueno, quizás no. Tal vez eso fuese un poco exagerado, pero la desbordante mente de Sofia desvariaba hasta tales puntos, afortunadamente no lo suficiente como para que albergara algún tipo de temor o preocupación, al menos no de momento.

- ¿Planes malévolos? ¿Qué clase de damas seríamos? -respondió la menor de los Lannister en referencia a los cuchicheos, aunque no pudo evitar reír al terminar su pregunta, aunque recobró la compostura un segundo después- Que los Siete te den suerte y te protejan durante la carrera, y espero que nuestras prendas sean útiles ante el resto de competidores -le deseó- Cuchilla estará con nosotras animando -asintió con una sonrisa en los labios. Observó a Maekar salir después de despedirse de su mascota, y tosió inmediatamente después, intentando disimular la sonrisa casi absurda que se le había quedado intacta ante la visión del joven dragón. Acarició entonces al hurón y miró después a Rose- Parece ser que ya tenemos un compromiso para esta tarde -suspiró.

Al parecer si la galantería no hacía efecto, las amenazas tenían que hacerlo, rió cuando escuchó las palabras del dragón, asintiendo ante ellas con una diversión común entre ellos. -Le diré, si te llega un cuervo con instrucciones de pastelería, se la das a tu cocinero.- aceptó, tendría que recordar aquel deltalle para que el dragón comenzara a engordar un poco, no fuera que se enfermase, nadie querría eso. -Clarísimo.- dejó caer con soltura, si la gente no se quería enfermar, las damas no querían que les alejaran a los buenos caballeros, pero ya que.

Correspondió aquel beso en la mejilla pues era ya su despedida, entrecerrando los ojos al escuchar lo de los planes, tampoco era como si fuesen unas arpías que solo tramaban cosas. Al menos no siempre, y muchos de esos planes se basaban en paseos y cosas más normales que los grandes señores nunca comprenderían de las damas, eran tan diferentes los puntos de vista en tantas cosas. -Hasta luego, Maekar.- agregó luego de que Sofia le deseara algo más de suerte. Le observó irse, sin perderse la mirada de la joven leona a su lado. -Tu como quiera ya lo tenías, a mi no me engañas.- recriminó con una sonrisa mientras más té era servido en su taza, dio un sorbo, dejando que la taza escondiera su sonrisa pero no su mirada divertida.

Sofia había podido apreciar las miradas de su amiga durante todo el tiempo en que Maekar estuvo con ellas, en las que observaba a la leona como si no se le escapase ni uno solo de sus gestos, como si pudiese llegar a su alborotada cabecita y leer a la perfección todo lo que pasaba por ellas, pese a que Sofia intentaba mantener a raya esa habilidad de su amiga para no ponerse en evidencia. Por ese motivo, en cuanto él se fue y las dejó solas, la joven Lannister eligió un tema neutro, que no implicase nada personal y que hiciese a su amiga olvidar lo que había visto, pero al parecer, no lo consiguió.

Se echó más te en su taza ya vacía al comprobar que en la tetera se había mantenido caliente, y mientras tanto, trató de responder con evasivas- No se a que te refieres... -intentó mantenerse seria, pero una sonrisa se dibujó en sus labios sin que ella lo quisiese. Miró entonces a sus damas de compañía, a quienes había aburrido hasta la saciedad con historia sobre los caballeros que veía, esos con los que coincidía y que no volvía a ver pero que, claro está, para Sofia eran amores a primera vista, amores imposibles, por supuesto, lo que añadía a la historia un dramatismo que a ella le encantaba. Sin embargo, no les había comentado nada sobre Maekar, y no podía imaginar por qué, aunque suponía que el motivo era el mismo por el que continuaba negándoselo a su amiga.

Había cosas que no podían ocultarse, sonrisas que expresaban más que quién las esbozaba quería admitir y simplemente, palabras que no significaban nada cuando se dejaban salir, y eso Rose Tyrell lo sabía mejor que nadie al igual que aquella Lannister que ni a ella misma se podía engañar, no le culpaba, la verdad, pero si pretendía que la rosa le creyese, tendría que buscar algo más creíble que decirle. -¿No sabes? Ah, así que es espontáneo ver así a Maekar, sonreirle como si no hubiera mañana y pestañear con coquetería... mira, no sabía eso.- soltó con la habitual sencillez que la rosa manejaba al hablar de cosas asi, al menos no era alguien que se escudara detrás de palabras corteses cuando de eso se trataba, era bastante directa para ser ella.

Sonrió luego de aquello, posando una de sus manos en el hombro de su amiga, rodando los ojos como si intentara aligerar el ambiente. -Lo he sabido siempre, Sof, lo he visto cada vez que nos vemos en una misma ciudad, no puedes negarmelo, no a mi.- le dijo con una ligera risa, acomodandole una parte del cabello que se había desformado de lugar, al menos eso era cierto, Rose era tan cuidadosa con los detalles que se había dado cuenta de eso y más, pero por supuesto no se lo diría a menos que le preguntara, tampoco lo hablaría con nadie más si eso era lo que quería, la rosa sabía cerrar la boca cuando se le requería.

Estuvo a punto de negar tales acusaciones, si podían ser llamadas de ese modo, pero no lo hizo. ¿Para qué? Pese a que había intentado ocultar todo aquello que se removía en su interior cuando estaba en presencia de Maekar, era perfectamente consciente de que no lo había conseguido, y sabiendo que su amiga conseguía fijarse siempre en cada detalle, habría sido inútil negarlo frente a Rose y su poder de leer mentes, así que se limitó a suspirar y a dar un sorbo de su taza de té, de nuevo caliente, como a Sofia le gustaba.

Cuando la rosa le colocó un mechón de su cabello que se había rebelado al retirar el lazo que lo sujetaba, la leona se convirtió en un gatito inmune, y no pudo más que suspirar y mirar a su amiga- ¿Tan obvio es? -dijo con preocupación. No le preocupaba que su amiga se lo notase, pero sí si lo hacía su familia, o alguno de los hombres fieles a su padre. Miró entonces a sus damas de compañía, esperando tranquilamente junto a la puerta, aunque a una distancia tal que podían oírlo todo. Confiaba en ellas, pero no quería probar el efecto que podía tener su padre sobre aquellas mujeres si intentase sacarles información, así que hizo un gesto con la mano indicándoles que saliesen de la estancia, protegiéndolas así tanto a ellas como a sí misma.

Esperó hasta que estuvieron fuera y entonces soltó lo que llevaba tiempo aguantándose pese habérselo querido contar a su amiga en el mismo momento en el que sus pies pisaron aquella terraza- Ayer vino a verme -dijo con un suspiro, otro más, mientras acariciaba a Cuchilla- Cuando entré en mi habitación él estaba allí. Se escondió en alguna parte y me dio un susto de muerte -dejó escapar una risita nerviosa.

Dejó que la joven Lannister balanceara sus palabras por todo el tiempo que quisiera, que en realidad aquella observación no se la había dicho por curiosear que era lo que pasaba por su mente, sino para que si esperaba que nadie más se diese cuenta, pusiera un cuidado especial, era un código entre ellas, si no se podían ayudar abiertamente, en detalles así no les venía nada mal el consejo de una amiga, era por eso por lo cuál se había animado a decirle tales "acusaciones", por su bien, no por querer curiosear cualquier cosa que pudiera estar pasando, por mucho que la rosa adorara las historias así. Correspondió su mirada con una sonrisa suave, asintiendo con ligereza ante su pregunta. -Al menos para mi lo es, no sé si para los demás, pero yo que los conozco desde hace años, sé ese tipo de cosas.- contestó con una media sonrisa, como si quisiese no ser ella la que le llevara esas noticias, que como a la misma Rose, podían no gustarle demasiado a su padre.

Asintió ante la orden de la joven a su lado, dejó ir a sus propias damas que ya tenían una práctica enorme para cubrir las cosas que nadie debía saber, estarían seguras tras esas puertas, solamente las dos damas sabrían lo que se dijo ahí y sin dudas, ni ellas mismas lo compartirían si no era de su conveniencia. -Parece que no fue tan de muerte si sigues aquí, ¿O es que eres uno de los Otros?.- preguntó con diversión, intentando aligerarle el ánimo que por la manera en que acariciaba a Cuchilla, sus nervios debían estarle comiendo por dentro. -¿Y entonces?.- preguntó, dandole pie a que contase su historia si le parecía, sino podría decir otra cosa y Rose no volvería a tocar el tema, en eso ya nunca se sabía que era lo que esperaba la gente, por lo tanto solo le quedaba el preguntar sin afán alguno de conseguir información, la rosa no era así, no era una arpía que solamente buscara su bien, quería el de todos sin importar nada más, por lo tanto, en esa teoría de vida, sus amigos venían primero, siempre.

- ¿Lo dices por mi color? -bromeó Sofia cuando su amiga le habló de los espíritus de más allá del muro. No habría sido la primera vez que alguien la comparaba con éstos por la tonalidad de su piel, principalmente su hermano, cuando intentarla sacarla de quicio, consiguiéndolo en alguna que otra ocasión.- No puedes contarlo, Rose -se apresuró a decir, consciente de lo que podía ocurrir si su amiga tenía algún desliz y se le escapaba lo que le iba a contar- Tiene que quedar entre nosotras, al menos por ahora. -suspiró.

En cuanto vio a su amiga frente a ella quiso contarle todo lo ocurrido la noche anterior, pero ahora que tenía la oportunidad de hacerlo, sus palabras tropezaban entre ellas, siendo incapaz de elegir por cual empezar.- Fue durante la noche, antes de la cena -dijo, pensando que situar lo ocurrido de forma cronológica ayudaría a su amiga a situarse y a ella a reordenar las palabras siguientes. No quería parecer exaltada, y si soltaba de golpe todo lo que guardaba en su alborotada mente, no iba a parecer otra cosa más que eso.- Mis damas no estaban conmigo porque quería descansar antes de que me llamasen para la cena, así que les mandé que me dejasen sola, aunque terminé pasando todo ese tiempo con él -se limpió delicadamente los labios con una servilleta de algodón después de beber.

Quería contarlo paso por paso, pero a medida que se acercaba a lo ocurrido le iba pareciendo cada vez más difícil- ¿A ti también te han dicho siempre que el primer beso para una dama era mágico y especial? -preguntó con una sonrisa tímida. Llevaba tanto tiempo sin ver a su amiga que ni siquiera sabía si ella también lo había experimentado o no.

Rose era alguien de sonrisa fácil, le encantaba pues siempre que se veía al espejo, su mirada triste le ponía los nervios de punta, así que la broma de Sofia no hizo más que sacarle una risa, a veces era tan sencillo. -¿Por qué? ¿Le atiné?.- soltó como si estuviera sorprendida, era una buena actriz se podía decir, así que era un juego divertido que podían tener, era bueno de vez en cuando poder liberarse de todo eso que les exigían. -Soy la mejor guardiana de secretos en todo Poniente, Sof, no tienes por qué preocuparte.- aseguró con sinceridad, la verdad era que Rose nunca había contado un secreto, ni siquiera el más pequeño, era parte de su código de honor, el expandir los chismes y dar lugar a ellos no era su ocupación favorita, asi que nunca diría nada de aquello que se dijera detrás de esas dos puertas.

Esperó por la reconstrucción de los hechos pacientemente, dejando que ella acomodase sus ideas mientras la rosa iba haciendo un esquema general en su mente para así poder tener la oportunidad de entender mejor como era que todo había sucedido. Asintió cuando comenzó, asimiliando el hecho de que ella se encontraba sola y en su habitación cuando de la nada se encontró con Maekar, una sonrisa leve se le formo en los labios al ver el temblor de los de la leona cuando comenzaba a hablar, era algo realmente lindo lo que sucedía. Tomó una fresa de la bandeja que tenía enfrente y comenzo a morderla, más que nada para darle la seguridad a Sofia de que en ese momento no diría nada, al menos no hasta que le preguntó aquella cosa, dandole una pista de por donde iba todo. -Si, miles de veces, que sería un momento digno de canciones, pero si te confieso algo, para mi fue algo... distinto, por que me lo robaron.- contestó incluyendo una pequeña confidencia, como si quisiera decirle con eso que estaba bien, que confiara en ella tanto como la rosa lo hacía. -¿Por qué?.- preguntó finalmente, con inocencia un tanto fingida, no era como si sus palabras no le hubieran dado una tinta ya de por donde irían las cosas, pero necesitaba decirlo por que si volvía a verle frente a su padre, quizá al señor no le parecería una historia tierna. Si algo había aprendido la rosa era que saber aparentar en aquel mundo, lo era todo.

La leona alzó las cejas sorprendida al escuchar a su amiga confesarle que su primer beso había sido robado, y la miró sin la más mínima intención de ocultar su curiosidad- ¿Robado? ¿Tu primer beso fue robado? ¿Quién lo hizo? Y lo que es más importante: ¿Por qué yo no sabía nada? ¡Un primer beso es motivo suficiente para enviarle un cuervo a tu amiga! -dijo con más emoción que enfado por haber tenido que esperar hasta entonces para saberlo, pues al fin y al cabo, Rose había necesitado usar sus técnicas para hacer que Sofia finalmente confesase lo ocurrido, algo que aún no había hecho del todo.

Sabía que su amiga ya había adivinado lo ocurrido, y que solo la hacía contarle los detalles por el mero placer de escucharla. Rosa cruel. Pero en el fondo, Sofia se alegraba de poder contárselo a Rose, ¿a quién si no? Había pocas personas a las que pudiese confiar una bomba de tal magnitud, y quizás era ella la única que conocía al Targaryen tanto como Sofia.

- Pues cuando Maekar me besó sí me sentí así -dijo al fin con un suspiro, considerándose afortunada por haber vivido aquello- Me olvidé de todo, Rose. Podrían haber entrado en mi habitación y habernos descubierto y ni siquiera me habría dado cuenta. -dijo con una sonrisa sin apenas coger aire- Nunca pensé que fuese a ocurrir, no con él. Por los dioses, ¡es un príncipe! Seguro que cualquier joven de Poniente querría pasar el resto de sus días con él, pero sin embargo me eligió a mí -se le antojó una fresa al ver a su amiga comer una, así que ella hizo lo mismo, dándole después un mordisquito.

Si bien la rosa había esperado tal reacción, la cara de Sofia había sido digna de un retrato para reír luego, aunque ella no se había aguantado y algunas risas se le escaparon mientras asentía como si se le hubiera escapado contarle, encogiendose levemente de hombros cuando pudo recobrar la compostura para poder contarle. -Si, lo fue, hace como un año más o menos, estaba paseando en un laberinto que recién se estaba construyendo en Altojardín y hacía tiempo que un caballero me había estado persiguiendo, antes de eso había ganado una justa y me había nombrado la Reina del Amor y la Belleza, como te podrás imaginar, estaba pérdida en aquello. Se suponía que iba detrás de mi para sorprenderme, pero en ese momento que oí algo, me giré y... pasó. La verdad es que fue mejor de lo que las canciones dicen.- confesó con un ligero tono rosado surcándole las mejillas. -No quise enviarte el cuervo por que pensaba contartelo en persona, es más emocionante.- se excusó con una media sonrisa, pues aquella había sido la verdad, tenía tantas ganas de ver a la pequeña de los Lannister que había querido guardar las mejores cosas para charlar, y no dejarle el trabajo a los pajarracos esos.

Luego de aquello, las palabras parecieron fluir con mucha más ligereza de la joven a su lado, la verdad era que Sofia tenía una práctica espectacular para armar discursos, pero en aquella ocasión las cosas parecían habersele complicado, la rosa no sabía si era por nerviosismo o emoción o ambas juntas, pero aún así, su sonrisa ligera nunca le abandono. -Te entiendo, es algo difícil de explicar, el mundo se te pierde, lo sé.- aceptó asintiendo, estaba feliz por ella, Sof se merecía tener eso y más, aunque su padre, tal y como el de la rosa, la viese a veces como una moneda de intercambio de fuerzas, se merecía que los momentos más importantes de su vida fuesen con quién ella decidiera. -De Desembarco y todo Poniente, conozco a varias que matarían por estar en tus zapatos, pero, eres especial Sof, tenías que tener a alguien especial, no creerás que el gran Damon Lannister permitiría que su hijita tuviera malas compañías... exceptuandome, claro.- comentó soltando una risa finalmente, aquella amistad era la única que el Lannister podía llegar a odiar pero mantenía la boca cerrada por la paz, cosa que ambas damas utilizaban a su favor siempre que podían.

Sofia escuchó con atención todo lo que su amiga le contaba, tan emocionada como si estuviese viviendo la historia ella misma, observando tras uno de los setos de aquel laberinto en construcción- Pues no se por qué no escriben canciones sobre besos robados. Serían emocionantes -sentenció, como experta en éstas. Había canciones de todos tipos, pero las que las damas escuchaban no incluían ningún detalle que pudiese suponer cualquier falta a su honor, y más de una mente retorcida podría tomar un beso robado como un motivo para escandalizarse. El bardo que se atreviese a cantarla delante de una dama terminaría sin lengua.

Terminó volviendo al tema que no había conseguido sacarse de la cabeza desde la noche anterior, más relajada ahora que podía compartirlo con su amiga- No se con qué ojos vería el gran Damon Lannister esta situación -dijo repitiendo las palabras que Rose había usado para referirse a su padre- Lannister y Targaryen son casas amigas, pero no creo que la ambición de mi padre se vea complacida con casar a su hija con el hijo menor de Daeron Targaryen, abandonando cualquier opción al trono -suspiró preocupada- Aún me queda la esperanza de que el rey lo apruebe y consiga convencerle de algún modo, si no...

Cada vez tenía más asumida la idea de escaparse con Maekar, pero le costaba demasiado dejarlo todo atrás. Dudó si contárselo a Rose, pero finalmente decidió que no había motivo para ocultárselo- ¿Crees que yo tendría algún futuro en el campo? -pretendió decirlo con seriedad, pero al imaginarse en esa situación no pudo evitar reír.