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Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
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Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Había esperado hasta el día siguiente para intentar hablar con su hermano y la rosa, después de aquello al menos la mujer tendrían que ir a ver a su amiga, Sofia estaba como loca por hablar con ella, sobre todo después de lo que habían ocurrido en los últimos meses y más aun estando en estado de buena esperanza, seguramente quisiera tratar asuntos de mujeres, sinceramente esperaba que su amiga se quedara un largo tiempo en Lanza, sabiendo lo bien que le haría a Sofia la presencia de esta a su lado después de todo aquello, él estaba allí pero las mujeres a veces necesitaban a sus amigas para tratar temas y temores que el mismo no entendía por mucho que se esforzara.
Llamo suavemente a la habitación de su hermano, aun sentía ganas de destrozarle la cara, pero había sentido aquello mismo más de una, dos y tres veces a lo largo de su vida, era lógico y normal, pues sus personalidades eran visceralmente distinta y si bien se sentía ligeramente dolido por su abandono casi absoluto en todo lo que había pasado, entendía sus obligaciones y que el carácter de su hermano fuera de aquella manera. Espero pacientemente unos segundos antes de entrar, si su hermano tenía la libertad de asaltar su habitación cuando quería el tenía la misma, y bueno Baelor aún no estaba casado así que podría interrumpirlo sin faltar el respeto a nadie, cosa distinta seria si este entraba ahora a la suya, entonces si le daría un buen puñetazo.
Baelor, es tiempo de que hablemos tu y yo de todo lo que ha pasado, hace casi medio año que no sé nada de ti desgraciado…- Observo la habitación con el ceño fruncido acostumbrándose a la deslumbrante luz que este solía ofrecer fijándose en cada detalle de esta.
Llamo suavemente a la habitación de su hermano, aun sentía ganas de destrozarle la cara, pero había sentido aquello mismo más de una, dos y tres veces a lo largo de su vida, era lógico y normal, pues sus personalidades eran visceralmente distinta y si bien se sentía ligeramente dolido por su abandono casi absoluto en todo lo que había pasado, entendía sus obligaciones y que el carácter de su hermano fuera de aquella manera. Espero pacientemente unos segundos antes de entrar, si su hermano tenía la libertad de asaltar su habitación cuando quería el tenía la misma, y bueno Baelor aún no estaba casado así que podría interrumpirlo sin faltar el respeto a nadie, cosa distinta seria si este entraba ahora a la suya, entonces si le daría un buen puñetazo.
Baelor, es tiempo de que hablemos tu y yo de todo lo que ha pasado, hace casi medio año que no sé nada de ti desgraciado…- Observo la habitación con el ceño fruncido acostumbrándose a la deslumbrante luz que este solía ofrecer fijándose en cada detalle de esta.
Maekar Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Luego del entierro de Dany, Baelor no quería hacer más que relajarse, su tío Maron le había dado una habitación, siempre con esa amabilidad que lo caracterizaba. Ahora que tenía su habitación se puso a acomodar todo lo que había traído y sacarse pesos de encima, al menos por el tiempo que estuviera en lanza y tuviera que volver, al fin, a Desembarco del Rey. Sus papeles, cartas, mapas, ropas, armadura y armas. Y ahora al fin podría usar su ropa ligera para poder estar fresco, que en Lanza siempre hacía ese gran calor, pero le gustaba.
La primera en llegar fue Rose, tocó la puerta de su habitación y la dejó pasar, dándole un beso suave cuando ya estaba dentro, luego la charla se tornó de donde sería el lugar más seguro para que ella pudiera refugiarse de la guerra que se avecinaba.
Más aquella charla fue interrumpida por unos toquidos en la puerta, que no llegó a responder o a abrir la puerta que ya para cuando quiso saber, su hermano ya estaba dentro de la habitación. Sus palabras fueron casi al instante de cuando entró, tanto que seguro que ni se dio cuenta que estaba Rose al lado del príncipe. Baelor cerró los ojos un momento y suspiró, sabía que la charla se tenía que dar y si no era Maekar, sería él quien fuera a hablarle y disculparse con su hermano, aunque lo más seguro era que le daría un golpe. – Hermano… - Solo murmuró mientras se acercaba, mirando a Rose para que con esa mirada entendiera que le disculpara que tenía que aclarar aquello, seguro ella entendería aquella señal. – Maekar, perdón por no haber podido aclarar esto en el momento del entierro de Dany, apenas llegué tenía un nudo en la garganta y la pena no me dejaba ser cariñoso con nadie. – Se explicó en lo que se acercaba hasta quedar frente a su hermano. Cerró la puerta tras de él para poder hablar y dejó que Rose se quedara, que para Baelor no era problema aquello, para Maekar él elegiría sus palabras. – Ah sido mucho tiempo y los he extrañado a todos, me disculpo por no mandar cuervos, por no avisarles donde estaba, por no decirles que los extrañaba. – Siguió. – Los septones dicen que tenemos que amar a nuestros hermanos, sangre de nuestra sangre, pero va más allá de lo que digan ellos. Y he fallado en ese punto… Así que te pido que me perdones. – Terminó al final, casi ni lo dejó hablar, soltó cada palabra una detrás de la otra, como si las tuviera atascadas desde el día que los vio por primera vez y ahora se soltaban todas juntas y apretadas. – Puedes preguntarme lo que desees. – Al final agregó, por si alguna era su duda de su paradero, de cualquier cosa, era su hermano y no le mentiría, era un caballero y la verdad era su estandarte.
La primera en llegar fue Rose, tocó la puerta de su habitación y la dejó pasar, dándole un beso suave cuando ya estaba dentro, luego la charla se tornó de donde sería el lugar más seguro para que ella pudiera refugiarse de la guerra que se avecinaba.
Más aquella charla fue interrumpida por unos toquidos en la puerta, que no llegó a responder o a abrir la puerta que ya para cuando quiso saber, su hermano ya estaba dentro de la habitación. Sus palabras fueron casi al instante de cuando entró, tanto que seguro que ni se dio cuenta que estaba Rose al lado del príncipe. Baelor cerró los ojos un momento y suspiró, sabía que la charla se tenía que dar y si no era Maekar, sería él quien fuera a hablarle y disculparse con su hermano, aunque lo más seguro era que le daría un golpe. – Hermano… - Solo murmuró mientras se acercaba, mirando a Rose para que con esa mirada entendiera que le disculpara que tenía que aclarar aquello, seguro ella entendería aquella señal. – Maekar, perdón por no haber podido aclarar esto en el momento del entierro de Dany, apenas llegué tenía un nudo en la garganta y la pena no me dejaba ser cariñoso con nadie. – Se explicó en lo que se acercaba hasta quedar frente a su hermano. Cerró la puerta tras de él para poder hablar y dejó que Rose se quedara, que para Baelor no era problema aquello, para Maekar él elegiría sus palabras. – Ah sido mucho tiempo y los he extrañado a todos, me disculpo por no mandar cuervos, por no avisarles donde estaba, por no decirles que los extrañaba. – Siguió. – Los septones dicen que tenemos que amar a nuestros hermanos, sangre de nuestra sangre, pero va más allá de lo que digan ellos. Y he fallado en ese punto… Así que te pido que me perdones. – Terminó al final, casi ni lo dejó hablar, soltó cada palabra una detrás de la otra, como si las tuviera atascadas desde el día que los vio por primera vez y ahora se soltaban todas juntas y apretadas. – Puedes preguntarme lo que desees. – Al final agregó, por si alguna era su duda de su paradero, de cualquier cosa, era su hermano y no le mentiría, era un caballero y la verdad era su estandarte.
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
El día anterior había sido largo, una procesión interminable de personas, lágrimas y sonrisas oscuras surcaban los rostros de los presentes en aquel funeral que sin duda había reunido a las personas más cercanas a la Princesa Martell. Por unos cortos instantes, Rose pudo darse cuenta de lo tedioso que era aquello, de lo duro que debía ser para el Príncipe de Dorne llorar a su esposa cuando todo el mundo requería atención, aunque fuese solo su propia hija quien clamaba por una mirada de su padre. Había despertado aquella mañana con la intención de planear su regreso, solo había viajado a Dorne para despedirse pues aquel lugar no era el suyo a los ojos de nadie, y cualquier provocación caería la inminente guerra que ella no estaba dispuesta a iniciar, era una Tyrell, aquellas tierras del sol y la arena nunca serían para ella, así que ni bien tardó en arreglarse cuando fue a hablar con Baelor que posiblemente ya estaría inmerso entre mapas y cartas con el afán de olvidar el dolor. Entró sin armar un gran escandalo, le correspondió aquel beso de saludo y luego de una larga discusión, como pocas de las que habían tenido que afrontar y minutos de contemplación a los mapas donde las capitales de cada reino parecían ser la única opción…–Bastión.- sugirió Rose ante lo que supondría que ella quedase protegida, una vez que lo había dicho, la idea parecía más real y tangible que nunca.
Aquello fue algo que Baelor no llegó a debatirle gracias a la entrada como torbellino del príncipe, de Maekar, sonrió a medias ante su elección de palabras y se recargó contra el marco de la ventana, dando un paso hacia atrás para eso, aquella era una danza de dragones donde las espinas de la rosa no hacían falta pues había otras más que tomaban su lugar. Al ver la mirada que Baelor le dedicaba, Rose sonrió con confianza, asintiendo ante la petición que el Targaryen parecía hacerle. Escuchó con atención, viendo la mirada de Maekar tornarse incluso más furiosa en instantes, mientras que en otros parecía entrar en razón. ¿Estaba ciego o solamente no quería ver? A pesar de sentir que era un error, Rose no le dijo nada a su amigo, se quedó callada como si fuera otra pieza más del lugar, su tiempo de recriminarle cosas al heredero de los Seis Reinos había terminado hacía un mes quizá, en un lugar en el Valle. Sin decir nada, la rosa se apresuró a cerrar los mapas que antes habían estado viendo, quitando pertinentemente las marcas que habían estado ahí pues aquella decisión era solo entre los dos jóvenes, Rose era una sombra en aquel lugar donde parecía ser una batalla. Luego de que aquella tarea estuvo lista y la mesa despejada, sirvió tres copas de vino con sumo cuidado, esperando con ello relajar el ambiente un poco pues parecía ser que iría para largo, Maekar parecía tener mil cosas que recriminar, pero no podía ver sus propios errores. –Toma esto…y dialoga, no ataques al cuello- le dijo a cada uno de los dragones a su vez, ambos eran guerreros, y ella era la única que había librado toda su vida batallas como aquella, asi que eso fue lo que les aconsejó al entregarles una copa que los calmaría, no era su precioso dorado del Rejo, pero había aprendido con el tiempo a apreciar las costumbres dornienses.
Aquello fue algo que Baelor no llegó a debatirle gracias a la entrada como torbellino del príncipe, de Maekar, sonrió a medias ante su elección de palabras y se recargó contra el marco de la ventana, dando un paso hacia atrás para eso, aquella era una danza de dragones donde las espinas de la rosa no hacían falta pues había otras más que tomaban su lugar. Al ver la mirada que Baelor le dedicaba, Rose sonrió con confianza, asintiendo ante la petición que el Targaryen parecía hacerle. Escuchó con atención, viendo la mirada de Maekar tornarse incluso más furiosa en instantes, mientras que en otros parecía entrar en razón. ¿Estaba ciego o solamente no quería ver? A pesar de sentir que era un error, Rose no le dijo nada a su amigo, se quedó callada como si fuera otra pieza más del lugar, su tiempo de recriminarle cosas al heredero de los Seis Reinos había terminado hacía un mes quizá, en un lugar en el Valle. Sin decir nada, la rosa se apresuró a cerrar los mapas que antes habían estado viendo, quitando pertinentemente las marcas que habían estado ahí pues aquella decisión era solo entre los dos jóvenes, Rose era una sombra en aquel lugar donde parecía ser una batalla. Luego de que aquella tarea estuvo lista y la mesa despejada, sirvió tres copas de vino con sumo cuidado, esperando con ello relajar el ambiente un poco pues parecía ser que iría para largo, Maekar parecía tener mil cosas que recriminar, pero no podía ver sus propios errores. –Toma esto…y dialoga, no ataques al cuello- le dijo a cada uno de los dragones a su vez, ambos eran guerreros, y ella era la única que había librado toda su vida batallas como aquella, asi que eso fue lo que les aconsejó al entregarles una copa que los calmaría, no era su precioso dorado del Rejo, pero había aprendido con el tiempo a apreciar las costumbres dornienses.
Rose Tyrell- Nobleza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Le dio un ligero golpe en el hombro a su hermano con el suyo propio al pasar por su lado camino a saludar a Rose, tomándola por la cintura y dando una ligera vuelta con ella agarrada y alzada del suelo de esta forma antes de depositar un sonoro beso en su mejilla sonriendo abiertamente. – No sabes lo que me alegro de verte rosita, Sofia te ha necesitado durante todo este tiempo, y más que te va a necesitar cuando nazca el pequeño dragón, espero que puedas quedarte un tiempo para echarle una mano…- Sonrió de nuevo y la deposito finalmente en el suelo tomando un asiento y dejándose caer completamente en el frotándose un poco los ojos, pues seguía cansado las noches no eran buenas, Sofia se despertaba a cada momento y su hijo decidía moverse como si de un dragón dentro de su dama se tratara, algo le hacía pensar que quizás no fuera solo un pequeño el que naciera, o la cuenta de bultos que aparecían en el vientre de su esposa no auguraba nada bueno.
No te preocupes Rose hace tiempo que no ataco al cuello de verdad… - Miro a su hermano y luego a la rosa, frunciendo ligeramente el ceño, bueno, no diría que era sorprendente, o que le extrañaba algo se había imaginado y algo había escuchado de su hermano cuando era pequeño y solo le importaba sostener una espada en la mano, si ella era la mujer que había decidido él lo apoyaría, al menos en aquellos tiempo la tenía a su lado y con los suyos, y eso era simplemente impresionante, y debería haberle costado. – Han pasado muchas cosas, y no es que yo te haya necesitado, saber que no lo hago y me puedo por mí mismo, pero padre ha estado pasándolo muy mal y te ha necesitado…Baelor eres el heredero, yo no sé hacer según qué cosas, padre te necesita a ti a su lado no a mi…..- Soltó un suspiro, lo que más le había molestado quizás había sido eso, como hijo menor nunca tendría nada, y por tanto no quería tener ninguna responsabilidad añadida, le molestaba verse en situaciones que no sabía manejar, por ser el menor, mientras su hermano estaba fuera haciendo que sabía que, por que encima no daba señales de vida.
Antes que nada, cuéntame que es lo que has hecho, no me cuentan nada, al menos no demasiado…y a estas alturas estar desinformado es lo peor que puede pasar…¿Has estado cerca de Occidente? Necesito saber cómo están las cosas por allí, aunque Sofia sea mi esposa, no hemos tenido noticias de su hermano, ni de su familia, y aunque Sofia no quiera admitirlo le preocupa mucho…que sabes de eso… - Lo miro tomando la copa y empezando a beberla hasta el fondo con la garganta seca, atacando luego una de las frutas que había por allí para llenarse el estómago y que el vino no le subiera rápidamente a la cabeza como solía ocurrirle.
No te preocupes Rose hace tiempo que no ataco al cuello de verdad… - Miro a su hermano y luego a la rosa, frunciendo ligeramente el ceño, bueno, no diría que era sorprendente, o que le extrañaba algo se había imaginado y algo había escuchado de su hermano cuando era pequeño y solo le importaba sostener una espada en la mano, si ella era la mujer que había decidido él lo apoyaría, al menos en aquellos tiempo la tenía a su lado y con los suyos, y eso era simplemente impresionante, y debería haberle costado. – Han pasado muchas cosas, y no es que yo te haya necesitado, saber que no lo hago y me puedo por mí mismo, pero padre ha estado pasándolo muy mal y te ha necesitado…Baelor eres el heredero, yo no sé hacer según qué cosas, padre te necesita a ti a su lado no a mi…..- Soltó un suspiro, lo que más le había molestado quizás había sido eso, como hijo menor nunca tendría nada, y por tanto no quería tener ninguna responsabilidad añadida, le molestaba verse en situaciones que no sabía manejar, por ser el menor, mientras su hermano estaba fuera haciendo que sabía que, por que encima no daba señales de vida.
Antes que nada, cuéntame que es lo que has hecho, no me cuentan nada, al menos no demasiado…y a estas alturas estar desinformado es lo peor que puede pasar…¿Has estado cerca de Occidente? Necesito saber cómo están las cosas por allí, aunque Sofia sea mi esposa, no hemos tenido noticias de su hermano, ni de su familia, y aunque Sofia no quiera admitirlo le preocupa mucho…que sabes de eso… - Lo miro tomando la copa y empezando a beberla hasta el fondo con la garganta seca, atacando luego una de las frutas que había por allí para llenarse el estómago y que el vino no le subiera rápidamente a la cabeza como solía ocurrirle.
Maekar Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Baelor terminó tomando la copa que Rose le ofrecía y dejando paso a su hermano, pese a que lo pasó a golpear, sonriendo divertido al ver como Maekar la levantaba por la cintura a Rose. Bebió un poco de aquella copa y se sintió un tanto más aliviado, más relajado cuando aquellas tensiones del porqué no estaba con ellos las tenía explicar una por una a su hermano.
Asintió con un rostro que no denotaba precisamente felicidad, ante lo que decía Maekar de su padre, Baelor en parte había estado fuera para apoyarlo, pero no había podido obtener mucho, al menos no de Nathan Baratheon y de Tybolt apenas una confirmación. – Lo sé, pero he estado ausente en parte por él. He hablando con Tybolt Lannister y ya se le ha entregado a el anterior lord Velaryon, supongo que para estas alturas ya debe de estar muerto. Eso seguro pondrá a Occidente más de nuestro lado, padre ha hecho bien, pese a que era la vida de un hombre, ese hombre le ha arrebatado la vida al lord y padre de un amigo. – Terminó de explicar Baelor, aún no rebelaba aquello también que se había traído desde el Tridente, una prometida, que no era cualquiera, sino Rose Tyrell.
Miró a Rose y le entregó la copa a medio tomar, sonriéndole. Dejó que Maekar se ponga cómodo y él se quedó parado junto a su prometida. – He estado en Occidente, si. Como te dije, Tybolt volvía a salvo a Roca Casterly como nuevo lord cuando nuestros caminos se separaron, luego no sé que ha sido de él, pero te digo que seguro se ocupó de lord Velaryon. He hablado con él y demás, luego tendré que mandarle un cuervo. – Comentó al final, tomando una manzana y dando un mordisco. – Que Sofía se quede tranquila, además de que está embarazada no debe andar preocupándose por esas cosas, le puede hacer mal a mis sobrinos. – Comentó al final con una sonrisa un tanto más alegre y familiar. – Espero que a uno le pongas Baelor. – Rió suavemente justo un momento antes de morder la manzana, luego acercó su mano a la de Rose y jugó con el anillo que tenía, el anillo con el dragón. Ya era hora de que se lo contara a su familia, y podía empezar con su hermano. – Además, mi encuentro con Rose fue más grato de lo que pensé. – Agregó, dejando la manzana en su escritorio, parada de los lados que no había mordido. – Ya que tú ya estás casado, yo no me quería quedar atrás. – Comentó de broma, era más que obvio que no le había pedido la mano a Rose por aquello. – Saluda a mi prometida, Maekar. Creo que ya la conoces bien, Rose Tyrell, futura Rose Targaryen Princesa de Rocadragón. – Terminó de decir Baelor, soltando un gran suspiro de alivio que al fin pudo contarle a alguno de su familia, no había encontrado el momento aún, no había podido llamar a una reunión con todos los problemas que estaban surgiendo y todas las complicaciones, empezar con Maekar creía que era lo ideal, después de todo era su hermano y él lo conocía desde que había abierto los ojos hace dieciocho años.
Asintió con un rostro que no denotaba precisamente felicidad, ante lo que decía Maekar de su padre, Baelor en parte había estado fuera para apoyarlo, pero no había podido obtener mucho, al menos no de Nathan Baratheon y de Tybolt apenas una confirmación. – Lo sé, pero he estado ausente en parte por él. He hablando con Tybolt Lannister y ya se le ha entregado a el anterior lord Velaryon, supongo que para estas alturas ya debe de estar muerto. Eso seguro pondrá a Occidente más de nuestro lado, padre ha hecho bien, pese a que era la vida de un hombre, ese hombre le ha arrebatado la vida al lord y padre de un amigo. – Terminó de explicar Baelor, aún no rebelaba aquello también que se había traído desde el Tridente, una prometida, que no era cualquiera, sino Rose Tyrell.
Miró a Rose y le entregó la copa a medio tomar, sonriéndole. Dejó que Maekar se ponga cómodo y él se quedó parado junto a su prometida. – He estado en Occidente, si. Como te dije, Tybolt volvía a salvo a Roca Casterly como nuevo lord cuando nuestros caminos se separaron, luego no sé que ha sido de él, pero te digo que seguro se ocupó de lord Velaryon. He hablado con él y demás, luego tendré que mandarle un cuervo. – Comentó al final, tomando una manzana y dando un mordisco. – Que Sofía se quede tranquila, además de que está embarazada no debe andar preocupándose por esas cosas, le puede hacer mal a mis sobrinos. – Comentó al final con una sonrisa un tanto más alegre y familiar. – Espero que a uno le pongas Baelor. – Rió suavemente justo un momento antes de morder la manzana, luego acercó su mano a la de Rose y jugó con el anillo que tenía, el anillo con el dragón. Ya era hora de que se lo contara a su familia, y podía empezar con su hermano. – Además, mi encuentro con Rose fue más grato de lo que pensé. – Agregó, dejando la manzana en su escritorio, parada de los lados que no había mordido. – Ya que tú ya estás casado, yo no me quería quedar atrás. – Comentó de broma, era más que obvio que no le había pedido la mano a Rose por aquello. – Saluda a mi prometida, Maekar. Creo que ya la conoces bien, Rose Tyrell, futura Rose Targaryen Princesa de Rocadragón. – Terminó de decir Baelor, soltando un gran suspiro de alivio que al fin pudo contarle a alguno de su familia, no había encontrado el momento aún, no había podido llamar a una reunión con todos los problemas que estaban surgiendo y todas las complicaciones, empezar con Maekar creía que era lo ideal, después de todo era su hermano y él lo conocía desde que había abierto los ojos hace dieciocho años.
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Una risa sincera fue lo que brotó de los labios de la rosa en el momento en que Maekar la hizo girar de aquella forma, le picó el hombro en cuando la bajó, pues él sabía lo extraño que era aquello para Rose antes de finalmente dejarlo acomodarse pues a pesar de la vivacidad que tenía, las ojeras bajo sus ojos eran algo alarmante incluso para sus estándares. –Y yo la he extrañado a ella, tu sabes como es esto, no es fácil para mi salir y esas cosas… Sería lindo ayudar, pero dudo que me quede, la arena y el sol no son lugares para una rosa, prefiero las tierras pasando las Marcas.- contestó con una mínima sonrisa, aquello era algo que todos decían, e incluso los propios habitantes de Lanza podrían corroborarlo, se cruzó de brazos para después encogerse de hombros, por mucho que le gustaría pasar tiempo con Sofia, las cosas ahora eran distintas, ya no era la joven Lannister con la que solía pasar horas platicando, ahora tendría a alguien dependiendo de ella y el matrimonio seguramente debía haberla cambiado en algo como a todas las mujeres a las que se les prohibía ir a los cantos de la Doncella, ninguna de las dos podría aparentar que era lo mismo, pues ni siquiera con Maekar las cosas eran iguales por mucho que Rose hubiese tratado de que fuese así.
Sonrió ante la respuesta del joven dragón, al menos él le haría caso, mientras que de Baelor no podía esperar menos, pero las mismas reglas aplicaban a uno y a otro. Tomó la copa de éste último y la puso en la mesa, tomando en su lugar la última que había dejado, la de ella, dándole un sorbo antes de tomar su lugar a la derecha de su prometido, se recargó contra él un segundo, sin dejar que aquello obstruyera ningún tipo de conversación con Maekar, en un afán de mostrar su apoyo pero no inmiscuirse tanto en eso, pues eso era algo entre ellos. –Todos necesitamos a nuestra familia, Mae, nunca digas lo contrario pues un día puedes morderte la lengua.- aconsejó la rosa, era algo que alguna de sus Septas le había dicho alguna vez, la triste realidad del mundo, no se era totalmente libre ni totalmente huérfano en esas familias donde la sangre no podía perderse ni por error. Con paciencia escuchó el recuento de los hechos, algo que probablemente había repasado con Baelor antes pero no incluyó detalles pues supo que si él no los había dado, entonces no eran necesarios, daba sorbos de aquel vino dulce con tranquilidad pues a comparación de el menor de los Targaryen, la rosa parecía querer medirse a toda costa. –Poniente en estos momentos es un caos, y es normal que el cabeza hueca de Tybolt haya olvidado una carta, pero ella puede estar segura de que su familia esta bien y dando los pasos correctos a los ojos de quien es ahora su guía.- confió Rose con una sonrisa suave, aún le era extraño que su mayor enemigo en la infancia fuese ahora el señor de Occidente y de sus mejores amigos, la vida sí que daba vueltas.
La vida daba tantas vueltas como el anillo en su dedo mientras el príncipe jugaba con él, le sonrió con complicidad, y le dedicó una mirada reservada solo para ellos cuando tomó su mano, intentando que el príncipe se sintiese mejor, cosa que pareció funcionar. -¡Oye!.- le recriminó por lo bajo, frunciendo el ceño ante la broma, sin soportarlo por mucho tiempo pues poco después escuchó a Baelor Targaryen expresar por primera vez aquel título que ostentaría, era algo extraño, pero iba a tener que acostumbrarse asi que sonrió con sencillez, lo cuál no era precisamente fácil dadas las circunstancias y con aquella sonrisa, esperó lo que Maekar tuviese por decir sobre aquello, que sinceramente la rosa esperaba que fuese bueno pues ya tenía bastante con la mitad del mundo en contra.
Sonrió ante la respuesta del joven dragón, al menos él le haría caso, mientras que de Baelor no podía esperar menos, pero las mismas reglas aplicaban a uno y a otro. Tomó la copa de éste último y la puso en la mesa, tomando en su lugar la última que había dejado, la de ella, dándole un sorbo antes de tomar su lugar a la derecha de su prometido, se recargó contra él un segundo, sin dejar que aquello obstruyera ningún tipo de conversación con Maekar, en un afán de mostrar su apoyo pero no inmiscuirse tanto en eso, pues eso era algo entre ellos. –Todos necesitamos a nuestra familia, Mae, nunca digas lo contrario pues un día puedes morderte la lengua.- aconsejó la rosa, era algo que alguna de sus Septas le había dicho alguna vez, la triste realidad del mundo, no se era totalmente libre ni totalmente huérfano en esas familias donde la sangre no podía perderse ni por error. Con paciencia escuchó el recuento de los hechos, algo que probablemente había repasado con Baelor antes pero no incluyó detalles pues supo que si él no los había dado, entonces no eran necesarios, daba sorbos de aquel vino dulce con tranquilidad pues a comparación de el menor de los Targaryen, la rosa parecía querer medirse a toda costa. –Poniente en estos momentos es un caos, y es normal que el cabeza hueca de Tybolt haya olvidado una carta, pero ella puede estar segura de que su familia esta bien y dando los pasos correctos a los ojos de quien es ahora su guía.- confió Rose con una sonrisa suave, aún le era extraño que su mayor enemigo en la infancia fuese ahora el señor de Occidente y de sus mejores amigos, la vida sí que daba vueltas.
La vida daba tantas vueltas como el anillo en su dedo mientras el príncipe jugaba con él, le sonrió con complicidad, y le dedicó una mirada reservada solo para ellos cuando tomó su mano, intentando que el príncipe se sintiese mejor, cosa que pareció funcionar. -¡Oye!.- le recriminó por lo bajo, frunciendo el ceño ante la broma, sin soportarlo por mucho tiempo pues poco después escuchó a Baelor Targaryen expresar por primera vez aquel título que ostentaría, era algo extraño, pero iba a tener que acostumbrarse asi que sonrió con sencillez, lo cuál no era precisamente fácil dadas las circunstancias y con aquella sonrisa, esperó lo que Maekar tuviese por decir sobre aquello, que sinceramente la rosa esperaba que fuese bueno pues ya tenía bastante con la mitad del mundo en contra.
Rose Tyrell- Nobleza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Una vez le explicaron a Maekar como era la situación, respondido todo aquello que él quería oír, dejó a la pareja sola una vez más en la habitación, retirándose de esta y alejando sus pasos detrás de él cuando la puerta se cerró, de nuevo quedaron solos. Aún había un par de temas que tenía que hablar con su prometida, pero… Eso podía esperar, apenas si era pasado un poco la tarde, la cena había terminado no hacía muchas horas y aún tenían todo el día por delante, la habitación estaba fresca, por suerte, fuera el sol golpeaba la piel con intensidad y la blancura de la bella piel de Rose no se haría morena como la piel de Baelor al estar mucho expuesto, se pondría roja y escocería con más mínimo roce. Era normal que a esas horas el sol esté fuerte por sobre Dorne.
Pese a ese calor, las aves de los arboles del jardín cantaban suavemente. Baelor se acercó y tomó una manzana desde la bandeja donde su hermano había tomando antes las frutas que había comido y le dio un mordisco, el crujido de la manzana se oyó en la habitación y el jugo recorrió la comisura de los labios de Baelor. Miró a Rose y le sonrió, sabiendo que llevaba aquello en la cara, tal vez le parecería divertido. – Una bella tarde… Una rica manzana… Y una vista esplendida. – Creía dar a entender que la vista no se refería precisamente al patio que se veía por la ventana que estaba detrás de la silla de su escritorio. Para Baelor, ya una buena vista no era un llano lleno de flores, de pastos altos hasta las rodillas… Nada se podía comprar con ver a su amada desde la distancia donde estaba, desde esa distancia la luz daba por la espalda de ella y sus cabellos dorados brillaban a los bordes, su piel resaltaba los rasgos de su cuerpo, sus curvas y la belleza de su rostro no se opacaba por una sombra.
Se acercó a ella y tomó un trapo, para limpiarse un poco de aquella manzana, entonces la miró a los ojos un momento. Dejó la fruta en la mesa, a un lado de ellos y le sonrió a Rose. – Tal vez… Al final, Baelor el Soñador no es un mal apodo. – Dijo y sonrió divertido, antes de acercarse y darle un beso suave en sus labios, pues… Después de todo eran suyos, ¿No? Ella, cada parte de su ser… Así como Baelor se había entregado a Rose. Terminó sonriendo luego del beso y tomó nuevamente la copa de vino, solo para no desperdiciar aquella copa, aunque no dejó de mirar a Rose, luego le sonrió. – Creo que me querías decir algo, antes de que mi hermano llegara, ¿No, mi amor? – Terminó Baelor, dejando la copa, no había quedado mucho y la verdad no parecía ser un vino muy fuerte porque no sentía los efectos de este. Dejó de lado una vez más su trabajo, sus libros, mapas, cartas, solo para prestarle atención a ella, para ver qué era lo que le iba a anunciar. Se terminó apoyando en su escritorio mientras una sonrisa se le escapaba de los labios solo por mirarla, mientras esperaba.
Pese a ese calor, las aves de los arboles del jardín cantaban suavemente. Baelor se acercó y tomó una manzana desde la bandeja donde su hermano había tomando antes las frutas que había comido y le dio un mordisco, el crujido de la manzana se oyó en la habitación y el jugo recorrió la comisura de los labios de Baelor. Miró a Rose y le sonrió, sabiendo que llevaba aquello en la cara, tal vez le parecería divertido. – Una bella tarde… Una rica manzana… Y una vista esplendida. – Creía dar a entender que la vista no se refería precisamente al patio que se veía por la ventana que estaba detrás de la silla de su escritorio. Para Baelor, ya una buena vista no era un llano lleno de flores, de pastos altos hasta las rodillas… Nada se podía comprar con ver a su amada desde la distancia donde estaba, desde esa distancia la luz daba por la espalda de ella y sus cabellos dorados brillaban a los bordes, su piel resaltaba los rasgos de su cuerpo, sus curvas y la belleza de su rostro no se opacaba por una sombra.
Se acercó a ella y tomó un trapo, para limpiarse un poco de aquella manzana, entonces la miró a los ojos un momento. Dejó la fruta en la mesa, a un lado de ellos y le sonrió a Rose. – Tal vez… Al final, Baelor el Soñador no es un mal apodo. – Dijo y sonrió divertido, antes de acercarse y darle un beso suave en sus labios, pues… Después de todo eran suyos, ¿No? Ella, cada parte de su ser… Así como Baelor se había entregado a Rose. Terminó sonriendo luego del beso y tomó nuevamente la copa de vino, solo para no desperdiciar aquella copa, aunque no dejó de mirar a Rose, luego le sonrió. – Creo que me querías decir algo, antes de que mi hermano llegara, ¿No, mi amor? – Terminó Baelor, dejando la copa, no había quedado mucho y la verdad no parecía ser un vino muy fuerte porque no sentía los efectos de este. Dejó de lado una vez más su trabajo, sus libros, mapas, cartas, solo para prestarle atención a ella, para ver qué era lo que le iba a anunciar. Se terminó apoyando en su escritorio mientras una sonrisa se le escapaba de los labios solo por mirarla, mientras esperaba.
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Unas cuantas horas fueron necesarias para calmar las cosas entre los dos príncipes, las intervenciones de la rosa a pesar de haber sido relativamente pocas, parecían ser lo que había balanceado la temperatura del ambiente que en momentos se caldeaba hasta el punto en que la propia Rose llegaría a creer que sería una hoguera, si bien nunca había estado en esa situación, aquello pareció no molestarle en demasía, al menos sus dotes como diplomática le ayudaban en esos menesteres particulares donde parecía ser una guerra de voluntades y recuerdos largamente olvidados por ambas partes, después de todo, los meses no pasaban en vano y las trivialidades que la vida ponía en el camino de cada uno parecían ser lo más importante. Se despidió del menor de los hermanos con una sonrisa, lo abrazó cálidamente a pesar de que ella entendía que no la sentía tan cercana como lo había sido en Antigua, las cosas habían cambiado, pero de igual forma lo observó partir con la convicción de que aquella plática había sido algo productivo.
Después de que la puerta se cerrase a las espaldas del dragón, se quedaron solos de nuevo, la rosa sonrió con dulzura mientras veía lo que su prometido hacía, escuchó sus palabras y asintió, no podía hacer más pues sabía lo poco que le gustaba al príncipe que se le contradijese en eso precisamente. –Pareces un niño, Baelor.- le dijo en reprimenda por el jugo de la manzana que había llenado sus labios, negó un par de veces pero no hizo más que eso, dejó que se acercara luego de haberse limpiado los labios y rió ante el comentario que tantas veces antes había sido motivo de burla. –No lo es, pero no es lo que todos esperan de ti, quieren que actúes, no que sueñes con un mundo mejor.- le contestó antes de probar sus labios con una sonrisa igualmente divertida, maravillándose una y otra vez por el sabor dulce que estos tenían a pesar de que el vino estuviese presente en ellos. Escuchó su pregunta y asintió levemente, pero antes de poder decir cualquier cosa, caminó lejos de la ventana que le comenzaba a quemar la piel, tomó una copa con agua y la bebió sin decirle todavía nada, eran asuntos importantes.
Luego de aquella rutina, la rosa se sentó en una de las sillas que antes se habían estado usando, frente a ella había una mesilla baja donde colocó su copa con agua, cruzó las piernas y sonrió. –No estaría aquí si no hubiese hablado antes con mi padre.- le anunció, el preámbulo que se necesitaba para explicarle al príncipe lo que se necesitaba. –Y creo que tengo la opción que hará que la guerra no sea tan sangrienta como se preveía… -continuó. –Verás: He hablado con él, y para mi sorpresa, no se ha negado rotundamente a nuestro compromiso, pero quiere que tu padre o tu mismo hablen con él en persona o por carta, quiere asegurarse de que esto no es mentira ni un juego como yo misma podría llegar a creer si las cosas no se conciertan… No se ha negado, lo que habla de una posible unión… - comentó en seguida.- Él solo permitirá que la corona del Trono de Hierro recaiga en tu cabeza en unos años si a cambio a él le garantizan la propia, quiere la independencia del Dominio a cambio de su apoyo a tu causa... O mejor dicho, a cambio de mi mano-le explicó con seriedad, era algo delicado, pero tenía que ser tratado y aquel había sido el mejor momento ya que había una privacidad absoluta. –Un reino a cambio de la vida de miles, de tu felicidad y de tu propia familia, pues todas las familias se verán mermadas en esta guerra maldita de una forma u otra… Necesitas plantearlo en el consejo pues sé que esta no puede ser una decisión en solitario…- reconoció con sinceridad antes de añadir: -El Dominio sería independiente, si, pero con nuestra unión, ambas casas estarían ligadas por siempre... y la historia sería re-escrita... – y aquello era más de lo que muchos otros podían ofrecerle al Rey del Trono de Hierro.
Después de que la puerta se cerrase a las espaldas del dragón, se quedaron solos de nuevo, la rosa sonrió con dulzura mientras veía lo que su prometido hacía, escuchó sus palabras y asintió, no podía hacer más pues sabía lo poco que le gustaba al príncipe que se le contradijese en eso precisamente. –Pareces un niño, Baelor.- le dijo en reprimenda por el jugo de la manzana que había llenado sus labios, negó un par de veces pero no hizo más que eso, dejó que se acercara luego de haberse limpiado los labios y rió ante el comentario que tantas veces antes había sido motivo de burla. –No lo es, pero no es lo que todos esperan de ti, quieren que actúes, no que sueñes con un mundo mejor.- le contestó antes de probar sus labios con una sonrisa igualmente divertida, maravillándose una y otra vez por el sabor dulce que estos tenían a pesar de que el vino estuviese presente en ellos. Escuchó su pregunta y asintió levemente, pero antes de poder decir cualquier cosa, caminó lejos de la ventana que le comenzaba a quemar la piel, tomó una copa con agua y la bebió sin decirle todavía nada, eran asuntos importantes.
Luego de aquella rutina, la rosa se sentó en una de las sillas que antes se habían estado usando, frente a ella había una mesilla baja donde colocó su copa con agua, cruzó las piernas y sonrió. –No estaría aquí si no hubiese hablado antes con mi padre.- le anunció, el preámbulo que se necesitaba para explicarle al príncipe lo que se necesitaba. –Y creo que tengo la opción que hará que la guerra no sea tan sangrienta como se preveía… -continuó. –Verás: He hablado con él, y para mi sorpresa, no se ha negado rotundamente a nuestro compromiso, pero quiere que tu padre o tu mismo hablen con él en persona o por carta, quiere asegurarse de que esto no es mentira ni un juego como yo misma podría llegar a creer si las cosas no se conciertan… No se ha negado, lo que habla de una posible unión… - comentó en seguida.- Él solo permitirá que la corona del Trono de Hierro recaiga en tu cabeza en unos años si a cambio a él le garantizan la propia, quiere la independencia del Dominio a cambio de su apoyo a tu causa... O mejor dicho, a cambio de mi mano-le explicó con seriedad, era algo delicado, pero tenía que ser tratado y aquel había sido el mejor momento ya que había una privacidad absoluta. –Un reino a cambio de la vida de miles, de tu felicidad y de tu propia familia, pues todas las familias se verán mermadas en esta guerra maldita de una forma u otra… Necesitas plantearlo en el consejo pues sé que esta no puede ser una decisión en solitario…- reconoció con sinceridad antes de añadir: -El Dominio sería independiente, si, pero con nuestra unión, ambas casas estarían ligadas por siempre... y la historia sería re-escrita... – y aquello era más de lo que muchos otros podían ofrecerle al Rey del Trono de Hierro.
Rose Tyrell- Nobleza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Sonrió divertido cuando se burló de él, seguro era cierto, lo raro era que Baelor no acostumbraba hacer aquel tipo de cosas con nadie más que con Rose. Luego de sentir ese sabor dulce de sus labios, que no tenía ni que ver con la manzana ni con el vino, terminó sonriendo por lo que había dicho, asintiendo, levantando una mano para acariciar su mejilla suavemente. – Los grandes empiezan soñando… Y con el tiempo van luchando porque su sueño se haga realidad… Míranos, una vez soñé que ese dedo se adornado por un anillo que yo te regalara a ti... Y aquí estamos ahora. – Terminó mientras le sonreía con la calidez de siempre, a ella no le podía negar una sonrisa, de hecho siempre se le escapaban solas cuando la veía… Lo que sentía por ella era mucho y algunos lo resumían en una palabra.
Luego de la pregunta dejó que se pusiera cómoda, parecía que era algo más allá de algo que pudiera ser rutinario… Como si Garlan pidiera seguridad completa a Baelor por su hija, y que volvería. Sabía que había hablado con él y luego habían partido hacia la ciudad al final de Dorne para despedirse los dos de una buena amiga… Pero el camino había sido duro y ninguno de los dos pudo soltar muchas palabras, más que muestras de afecto y cariño, que Baelor se sentía indefenso ante el mundo cuando escuchó aquello, pocas veces había necesitado que alguien lo protegiera… Aquellas noches en el barco, era como un niño, necesitaba estar al lado de su amada, que lo abrace, dormir a su lado y no tuvo mucho tiempo para preguntar por su charla con su padre, ahora era el tiempo.
Una vez ella se acomodó en la mesa, Baelor se inclinó sobre el escritorio un poco más y cruzó las piernas, al igual que los brazos, mientras la observaba, el sol le daba a la espalda, pero a él no le quemaba, había pasado gran parte de su vida bajo ese sol y ya era como un día más.
Escuchó atentamente las palabras de Rose, pasando su mano por su mentón a veces, rascándolo, pensando, las proposiciones de Garlan no eran del todo desaliñadas, más habían un par de problemas, que al pensarlos Baelor cerraba los ojos unos segundos, aunque no dejaba de oír, la propuesta era perfecta. Una vez terminó, se paró de ese lugar, sin descruzar los brazos y caminó hasta la ventana, para ver hacia afuera, con un leve silencio, pensando en esas contras que tiene el plan, no por parte de Garlan, sino que a Daeron no le gustarían. Suspiró y se giró a ver a Rose, se acercó y se sentó frente a ella, apoyando sus codos sobre sus rodillas. – Rose, ese trato es perfecto. He estado tratando de buscar algo así desde hace mucho, una forma de pelear que le dé a mi padre la victoria sin tener que levantar una espada. La mejor forma de vencer, es venciendo sin derramar una gota de sangre. – Le dijo con una sonrisa en el rostro, la verdad que de todo aquello sonaba un gran trato, y que tenga la libertad de casarse con ella, era aún mejor. – Más… Daeron no querrá entregar un reino más… Si Garlan se va atrás, seguro que el Norte también, entonces ya no será el Reino del Norte, pero están las islas… Y no las podemos atacar, Shiera está ahí y entregar el Dominio le molestará a mi padre… - Contestó Baelor, ahora la sonrisa no era más que un rostro serio, igual que el de su amada. – Más nuestro casamiento traería paz al Poniente y al final de cuentas, Daeron tendría a Daemon para implantar justicia, que con él y con Garlan tranquilo… La Rebelión se termina… - Analizaba Baelor, trataba de rebuscar en su cabeza alguna forma que deje feliz a los dos lores, al rey y al lord. – Tal vez… ¿Garlan no estaría tranquilo sabiendo que su hija, de sangre Tyrell, dejará en la línea de sucesión un futuro Rey de sangre Tyrell y de sangre Targaryen? Eso le traería muchos beneficios al Dominio, a los Tyrell… A todos al final. – Estaba pensando de una forma más estratégica, algo que había anhelado de una forma más… Desde el corazón, casarse con Rose, tener una familia con ella.
Se paró y se terminó acercando a su amada, sentándose a su lado, teniendo que llevar la silla para ello y poder verla de lado, acercando una de sus manos y tomando la de ella. – Déjame hablar con mi padre, trataré de convencerlo. Si aún tengo tiempo, una vez que lo haya convencido, pactaré con Garlan en un punto medio, donde no estemos ni en las Tierras de la Corona, ni en el Domino… Así ambos, Garlan y Daeron, se quedarán tranquilos. Confió en la palabra de tu padre, es un buen hombre, pero Daeron no… Y no le gustará que su hijo vaya a donde el enemigo… - Levantó su mano junto con la de Rose y le dio un beso suave en ella. – Prometo que le insistiré hasta cuanto pueda, usaré todo lo que pueda porque este plan pueda salir adelante… La guerra es un asunto serio y terminarla en paz, le daría un gran prestigio a Daeron… Si se lo digo así, tal vez pueda inflar tanto su ego que hasta le podría decir que Garlan se arrodilló ante él y sus espadas… Ya sabes, Targaryen y el aire de todos por ser como Aegon. – Terminó bromeando suavemente, para cortar aquella tensión, apretó su mano suavemente y le sonrió a su amada solo para que esté tranquila, para darle seguridad y de que aquello lo haría, lo haría e intentaría todo por completar aquel sueño. Luego se quedó simplemente mirándola a los ojos, esperando seguir escuchando sus palabras.
Luego de la pregunta dejó que se pusiera cómoda, parecía que era algo más allá de algo que pudiera ser rutinario… Como si Garlan pidiera seguridad completa a Baelor por su hija, y que volvería. Sabía que había hablado con él y luego habían partido hacia la ciudad al final de Dorne para despedirse los dos de una buena amiga… Pero el camino había sido duro y ninguno de los dos pudo soltar muchas palabras, más que muestras de afecto y cariño, que Baelor se sentía indefenso ante el mundo cuando escuchó aquello, pocas veces había necesitado que alguien lo protegiera… Aquellas noches en el barco, era como un niño, necesitaba estar al lado de su amada, que lo abrace, dormir a su lado y no tuvo mucho tiempo para preguntar por su charla con su padre, ahora era el tiempo.
Una vez ella se acomodó en la mesa, Baelor se inclinó sobre el escritorio un poco más y cruzó las piernas, al igual que los brazos, mientras la observaba, el sol le daba a la espalda, pero a él no le quemaba, había pasado gran parte de su vida bajo ese sol y ya era como un día más.
Escuchó atentamente las palabras de Rose, pasando su mano por su mentón a veces, rascándolo, pensando, las proposiciones de Garlan no eran del todo desaliñadas, más habían un par de problemas, que al pensarlos Baelor cerraba los ojos unos segundos, aunque no dejaba de oír, la propuesta era perfecta. Una vez terminó, se paró de ese lugar, sin descruzar los brazos y caminó hasta la ventana, para ver hacia afuera, con un leve silencio, pensando en esas contras que tiene el plan, no por parte de Garlan, sino que a Daeron no le gustarían. Suspiró y se giró a ver a Rose, se acercó y se sentó frente a ella, apoyando sus codos sobre sus rodillas. – Rose, ese trato es perfecto. He estado tratando de buscar algo así desde hace mucho, una forma de pelear que le dé a mi padre la victoria sin tener que levantar una espada. La mejor forma de vencer, es venciendo sin derramar una gota de sangre. – Le dijo con una sonrisa en el rostro, la verdad que de todo aquello sonaba un gran trato, y que tenga la libertad de casarse con ella, era aún mejor. – Más… Daeron no querrá entregar un reino más… Si Garlan se va atrás, seguro que el Norte también, entonces ya no será el Reino del Norte, pero están las islas… Y no las podemos atacar, Shiera está ahí y entregar el Dominio le molestará a mi padre… - Contestó Baelor, ahora la sonrisa no era más que un rostro serio, igual que el de su amada. – Más nuestro casamiento traería paz al Poniente y al final de cuentas, Daeron tendría a Daemon para implantar justicia, que con él y con Garlan tranquilo… La Rebelión se termina… - Analizaba Baelor, trataba de rebuscar en su cabeza alguna forma que deje feliz a los dos lores, al rey y al lord. – Tal vez… ¿Garlan no estaría tranquilo sabiendo que su hija, de sangre Tyrell, dejará en la línea de sucesión un futuro Rey de sangre Tyrell y de sangre Targaryen? Eso le traería muchos beneficios al Dominio, a los Tyrell… A todos al final. – Estaba pensando de una forma más estratégica, algo que había anhelado de una forma más… Desde el corazón, casarse con Rose, tener una familia con ella.
Se paró y se terminó acercando a su amada, sentándose a su lado, teniendo que llevar la silla para ello y poder verla de lado, acercando una de sus manos y tomando la de ella. – Déjame hablar con mi padre, trataré de convencerlo. Si aún tengo tiempo, una vez que lo haya convencido, pactaré con Garlan en un punto medio, donde no estemos ni en las Tierras de la Corona, ni en el Domino… Así ambos, Garlan y Daeron, se quedarán tranquilos. Confió en la palabra de tu padre, es un buen hombre, pero Daeron no… Y no le gustará que su hijo vaya a donde el enemigo… - Levantó su mano junto con la de Rose y le dio un beso suave en ella. – Prometo que le insistiré hasta cuanto pueda, usaré todo lo que pueda porque este plan pueda salir adelante… La guerra es un asunto serio y terminarla en paz, le daría un gran prestigio a Daeron… Si se lo digo así, tal vez pueda inflar tanto su ego que hasta le podría decir que Garlan se arrodilló ante él y sus espadas… Ya sabes, Targaryen y el aire de todos por ser como Aegon. – Terminó bromeando suavemente, para cortar aquella tensión, apretó su mano suavemente y le sonrió a su amada solo para que esté tranquila, para darle seguridad y de que aquello lo haría, lo haría e intentaría todo por completar aquel sueño. Luego se quedó simplemente mirándola a los ojos, esperando seguir escuchando sus palabras.
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
La rosa era la única capaz de burlarse del príncipe de los ahora Seis Reinos sin ser enviada a cumplir un castigo peculiar, y eso parecía tener su ego por las nubes, era la única en la vida de Baelor Targaryen, y eso no era cualquier cosa, ella lo tenía bastante claro. Besó sus labios unas cuantas veces más antes de escucharlo, dejándolo ir pues el tema que pronto tratarían parecía comenzar ya a mover el ambiente. –Si, claro, un sueño, luego de unos años no te quejes, dragón.- le advirtió con una media sonrisa, ambos sabían que esa era una decisión de la que no se arrepentirían, ella había sido criada para ser una buena esposa y lo intentaría por todos los medios pues no era de las que dejaban que las cosas fueran solas sin rumbo alguno, aparte, si se amaban ¿Qué podía salir mal? La verdad era que lo único que parecía no salir bien precisamente por el tiempo en el que se encontraban inmersos era el hecho de que su padre aceptase aquel compromiso, mejor dicho que el mundo entero lo aceptase, pues los planes que habían hecho para los dos eran perfectos en un mundo irreal, a donde ninguno de los dos pertenecía realmente, y quizá, ninguno quisiese pertenecer realmente a el, lo mejor de la vida se encontraba en los detalles que la hacían única.
Durante su infancia, Rose había soñado con el paraíso, con ser feliz, pero aquello se había ido torciendo, las espinas se habían acumulado en aquella rosa y el rosal mismo parecía no ser tan perfecto como ella había esperado que fuese, el mundo parecía estar de cabeza, o al menos así había parecido durante las últimas semanas, antes de que encontrara aquella propuesta que podía cambiar muchas cosas, no solo para los jóvenes amantes sino también para Poniente entero, era un gran cambio, una carta que parecía haber aparecido por arte de magia, pero tan peligrosa como la propia guerra. –En realidad, las Islas nunca fueron del Trono de Hierro, Dorne tampoco, el Dominio sería el único y último reino, confío en el buen manejo diplomático de tu padre, podría hacer que funcionara si quisiera, por eso te lo digo así, esa es la condición, no sé que pase por la mente del consejo, pero si deciden algo, quiero que sea de verdad, tampoco permitiré que a mi padre se le juegue en falso, y que quede bien claro… la familia siempre es primero.- le dijo mordiéndose los labios después, claro que quería formar una familia con Baelor, pero mientras tanto, tenía que velar por la suya, pues sería de muy mal gusto que Daeron le jugase en contra como había hecho ya con Maron según los rumores que habían recorrido los caminos desde hacía unos meses. -¿Tu crees que una línea de sucesión es tan buen seguro?...Yo sinceramente no lo creo, dudo que esté de acuerdo con eso, por que de cualquier forma, la línea de sucesión de Daemon también es Tyrell, te recuerdo…- soltó, parecía ser que incluso en eso se complementaban bien, los detalles que escapaban a uno parecían no ser problema para el otro.
Con una sonrisa, la rosa tomó la mano de su prometido, acariciándole ahí con suavidad, un gesto que ya hacía por inercia. –En realidad, mi padre no se arrodillará ante nadie, Baelor, las rosas tienen espinas y palabras así no van a pasarlas, si el rey llega a mostrar una arrogancia tal que moleste a mi padre, se puede despedir de más que solo un amigo, lo conozco, y sé que esto no es un juego para nadie, pero mi padre es un hombre de honor, él cumplirá su palabra si te la da, pero la Corona no irá a buenos términos con él si se le ocurre a tu padre jugar con fuego…- musitó, sonriendo por el beso que el príncipe depositó sobre su mano y dejando que una risa escapara de su control, era extraño como aún podían bromear luego de haber platicado de algo tan serio, pero al menos las cosas estaban dichas y eran más claras que el agua, solo estaba en Baelor ser el diplomático que le habían enseñado a ser, sus cartas estaban abiertas ya, solo quedaba jugar con las mejores.
Durante su infancia, Rose había soñado con el paraíso, con ser feliz, pero aquello se había ido torciendo, las espinas se habían acumulado en aquella rosa y el rosal mismo parecía no ser tan perfecto como ella había esperado que fuese, el mundo parecía estar de cabeza, o al menos así había parecido durante las últimas semanas, antes de que encontrara aquella propuesta que podía cambiar muchas cosas, no solo para los jóvenes amantes sino también para Poniente entero, era un gran cambio, una carta que parecía haber aparecido por arte de magia, pero tan peligrosa como la propia guerra. –En realidad, las Islas nunca fueron del Trono de Hierro, Dorne tampoco, el Dominio sería el único y último reino, confío en el buen manejo diplomático de tu padre, podría hacer que funcionara si quisiera, por eso te lo digo así, esa es la condición, no sé que pase por la mente del consejo, pero si deciden algo, quiero que sea de verdad, tampoco permitiré que a mi padre se le juegue en falso, y que quede bien claro… la familia siempre es primero.- le dijo mordiéndose los labios después, claro que quería formar una familia con Baelor, pero mientras tanto, tenía que velar por la suya, pues sería de muy mal gusto que Daeron le jugase en contra como había hecho ya con Maron según los rumores que habían recorrido los caminos desde hacía unos meses. -¿Tu crees que una línea de sucesión es tan buen seguro?...Yo sinceramente no lo creo, dudo que esté de acuerdo con eso, por que de cualquier forma, la línea de sucesión de Daemon también es Tyrell, te recuerdo…- soltó, parecía ser que incluso en eso se complementaban bien, los detalles que escapaban a uno parecían no ser problema para el otro.
Con una sonrisa, la rosa tomó la mano de su prometido, acariciándole ahí con suavidad, un gesto que ya hacía por inercia. –En realidad, mi padre no se arrodillará ante nadie, Baelor, las rosas tienen espinas y palabras así no van a pasarlas, si el rey llega a mostrar una arrogancia tal que moleste a mi padre, se puede despedir de más que solo un amigo, lo conozco, y sé que esto no es un juego para nadie, pero mi padre es un hombre de honor, él cumplirá su palabra si te la da, pero la Corona no irá a buenos términos con él si se le ocurre a tu padre jugar con fuego…- musitó, sonriendo por el beso que el príncipe depositó sobre su mano y dejando que una risa escapara de su control, era extraño como aún podían bromear luego de haber platicado de algo tan serio, pero al menos las cosas estaban dichas y eran más claras que el agua, solo estaba en Baelor ser el diplomático que le habían enseñado a ser, sus cartas estaban abiertas ya, solo quedaba jugar con las mejores.
Rose Tyrell- Nobleza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
-Luego de unos años, no verás más que una sonrisa en mi rostro, rosa. – El hablarse en clave, dragón, rosa… El dragón y la rosa, el dragón que amaba a la rosa, la más bella del jardín. ¿Quién lo diría? Pero así él era más que feliz. Terminó besando una vez más sus labios, un beso más antes de lo que se tenía que venir, siempre buscaba esos huecos para poder robarle un beso, unos momentos que le robaba al mismo tiempo para poder detenerlo y estar con ella, vivir el momento a su lado… Estando los dos en los “bandos equivocados” nunca se está del todo seguro cuando alguno de los dos tendrá que partir y hasta cuándo la va a poder ver nuevamente… Eso le atormentaba, a veces solo deseaba tomarla de la cintura y huir en un barco hacia Rocadragón, donde aquella gran y formidable fortaleza los defienda a los dos de cualquiera que quisiera ir en su contra… Que últimamente, o bueno, siempre fueron muchos los que se negaban a su amor, pero no iba a dejarla ir así como así.
Baelor suspiró suavemente, quería creer que su padre entendería aquello. Baelor siendo rey aceptaría, era una oferta de paz segura, tranquilidad en el Poniente o al menos aquella rebelión que intentaba sofocar, sería sofocada al fin. -Si lo sé, y mi padre creo que tiene eso en claro y la verdad… Creo que no quiere dejarlo mucho así, al menos hablando con estos dos “reyes” de las islas y de Dorne. Pero un reino por el resto que puede obtener fácilmente, creo que va más allá de una gran gratitud… Y descuida, Rose, no le pasará nada a Garlan… Haré lo que pueda de mi parte porque así fuera y no seré yo quien te dé indicaciones que no son o a él para llevarlo a una muerte, no podía. – Le terminó confesando a su amada, al final era el padre de Rose, el padre de su prometida y si todo salía bien… El nieto de sus hijos. – Lo sé… Pero si hizo esta oferta, es porque su posición no debe de ser las mejores. Nosotros lo hemos pensado, ¿No? Pensábamos que tu padre no iba a aceptarlo y al final lo hizo, es una gran sorpresa… Tampoco quiero que salga en desventaja por esto, tu mano vale más que el Poniente entero, Rose, pero eso lo pienso yo… Al final de cuentas, para ellos es un trato… Pero tomaré en cuenta esto, trataré de convencer primero a mi padre, pues parece que Garlan está decidido. – Terminó al final Baelor, era un problema si alguno de los dos no aceptaba, ¿Qué sería de los dos amantes si sus padres no llegaban a un acuerdo? No quería ni pensarlo, pero haría lo imposible por permanecer a su lado.
Baelor asintió ante lo que dijo Rose, sabía que Garlan no aceptaría eso. – Lo sé, pero ya sabes cómo son los reyes, Rose, quieren que todo el mundo se arrodille frente a ellos, que teman de sus espadas. Sé que Garlan no lo hará y que si se insinúa algo de eso, se enfadará mucho… Al final son los dos iguales en ese sentido, uno se enfadará si el otro no se arrodilla y el otro se enfadará si el otro le anda diciendo a todo el mundo que se arrodilló. – De nuevo un cierto tono de broma le salió a Baelor, quería que Rose esté tranquila, eso era verdad, la quería ver sonreír y hacerla sentir segura, que a su lado, Baelor haría todo lo posible por protegerla, aunque muriera en el intento alguna vez. – Al menos hay que buscarles algunas cosas que tengan en común, si al final van a ser como parte de la familia. – Ahora sí, su tono era más optimista, aquello que le había dicho Rose era una gran opción para acabar una guerra y no solo para acabar la guerra… Sino para terminar siendo ellos dos el príncipe y la princesa, el futuro rey y la futura reina. Al final le sonrió una vez más a su amada y se acercó para besarle suavemente sus labios, separándose solo para verla unos segundos y murmurarle. – Todo va a estar bien, es lo que más espero. – Y cuando terminó volvió a cerrar sus labios en torno a los de ella, un beso más… ¿Por qué no? Era su prometida, su Rose, su amor y ahora veía ese futuro un poco más cerca de lo que esperaba, algo que lo emocionaba mucho más.
Baelor suspiró suavemente, quería creer que su padre entendería aquello. Baelor siendo rey aceptaría, era una oferta de paz segura, tranquilidad en el Poniente o al menos aquella rebelión que intentaba sofocar, sería sofocada al fin. -Si lo sé, y mi padre creo que tiene eso en claro y la verdad… Creo que no quiere dejarlo mucho así, al menos hablando con estos dos “reyes” de las islas y de Dorne. Pero un reino por el resto que puede obtener fácilmente, creo que va más allá de una gran gratitud… Y descuida, Rose, no le pasará nada a Garlan… Haré lo que pueda de mi parte porque así fuera y no seré yo quien te dé indicaciones que no son o a él para llevarlo a una muerte, no podía. – Le terminó confesando a su amada, al final era el padre de Rose, el padre de su prometida y si todo salía bien… El nieto de sus hijos. – Lo sé… Pero si hizo esta oferta, es porque su posición no debe de ser las mejores. Nosotros lo hemos pensado, ¿No? Pensábamos que tu padre no iba a aceptarlo y al final lo hizo, es una gran sorpresa… Tampoco quiero que salga en desventaja por esto, tu mano vale más que el Poniente entero, Rose, pero eso lo pienso yo… Al final de cuentas, para ellos es un trato… Pero tomaré en cuenta esto, trataré de convencer primero a mi padre, pues parece que Garlan está decidido. – Terminó al final Baelor, era un problema si alguno de los dos no aceptaba, ¿Qué sería de los dos amantes si sus padres no llegaban a un acuerdo? No quería ni pensarlo, pero haría lo imposible por permanecer a su lado.
Baelor asintió ante lo que dijo Rose, sabía que Garlan no aceptaría eso. – Lo sé, pero ya sabes cómo son los reyes, Rose, quieren que todo el mundo se arrodille frente a ellos, que teman de sus espadas. Sé que Garlan no lo hará y que si se insinúa algo de eso, se enfadará mucho… Al final son los dos iguales en ese sentido, uno se enfadará si el otro no se arrodilla y el otro se enfadará si el otro le anda diciendo a todo el mundo que se arrodilló. – De nuevo un cierto tono de broma le salió a Baelor, quería que Rose esté tranquila, eso era verdad, la quería ver sonreír y hacerla sentir segura, que a su lado, Baelor haría todo lo posible por protegerla, aunque muriera en el intento alguna vez. – Al menos hay que buscarles algunas cosas que tengan en común, si al final van a ser como parte de la familia. – Ahora sí, su tono era más optimista, aquello que le había dicho Rose era una gran opción para acabar una guerra y no solo para acabar la guerra… Sino para terminar siendo ellos dos el príncipe y la princesa, el futuro rey y la futura reina. Al final le sonrió una vez más a su amada y se acercó para besarle suavemente sus labios, separándose solo para verla unos segundos y murmurarle. – Todo va a estar bien, es lo que más espero. – Y cuando terminó volvió a cerrar sus labios en torno a los de ella, un beso más… ¿Por qué no? Era su prometida, su Rose, su amor y ahora veía ese futuro un poco más cerca de lo que esperaba, algo que lo emocionaba mucho más.
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
La situación general de los reinos no auguraba la paz inmediata, era claro para todos, pero aún así, la rosa intentaba ser positiva y aferrarse a cualquier cosa que ofreciese una esperanza, ella odiaba el ámbito político pero de alguna forma se había visto inmiscuida en eso, quizá debía haberlo pensado antes de enamorase del príncipe, pero en el corazón no se mandaba y a su parte consciente le tocaba solamente sufrir las consecuencias e intentar buscar los mejore caminos para sortearlas, quizá fuese bueno que un dedo mágico apuntara caminos que seguir, pero no, estaban solos en eso, los Siete no podían hacer nada por más que el destino fuese incierto para todos los que se entregaban a la fe. –Tendrán que pensarlo largamente, lo sé, solo quería que quedara claro que fuese cual fuese la respuesta, no quiero mentiras, sabes lo mucho que las odio y no podría soportar una de la corona en la que confío, las cosas directas se valoran mucho más con el tiempo. – advirtió por lo bajo, no le importaba lo que el rey rojo pensase, solo quería que fuese directo y que no jugara el juego de tronos que iba a terminar condenándolo, rogaba a los Siete por que él se pusiera en el lugar de su hijo, de su pueblo y decidiera lo mejor para todos, fuera cual fuera la respuesta.
Escuchó de nuevo las palabras de Baelor, notando ciertos cambios que parecían deslizarse, había un error ahí pero ella no era precisamente buena para descubrirlo, lo único que le importaba era entender su punto de vista. –Él no hizo la oferta, yo lo sugerí implícitamente cuando hablaba con él y parece ser que es lo único le agradaría lo suficiente, vi ahí una oportunidad. La verdad es que mi padre tiene todas las de ganar, si no fuera así, las cosas serían muy diferentes y los rumores corren…tu mismo oíste lo que se dice de tu padre, desde la Roca hasta Desembarco, de ahí a Dorne, es un tira y afloja del poder, la balanza esta en manos de los Dioses, este es solo un camino que no pensábamos que tendríamos pero que se ha abierto y quizá vale la pena considerarlo, y no lo veo desde el punto de vista idílico del amor perfecto que no es condenado, lo veo desde el punto de vista táctico, pero no necesitas que yo te lo explique, veo que ya lo tienes bien dominado…- contestó con sinceridad, acomodándose mejor en la silla mullida en la que estaba, posando uno de sus brazos en el descansabrazos para apoyarse un poco, intentando bloquear de su mente las ideas que no le hacían bien, en ese instante no debía nublarle el juicio el amor que le profesaba al dragón.
-Ahí se encuentra el trabajo básico de la diplomacia.- le dijo simplemente, no quería meterse en aquel tema, no quería saber como era realmente Daeron Targaryen y tampoco quería describir a su padre, eran regentes y sabían su trabajo, ahí terminaba el asunto. El tono bromista en que se lo dijo no terminó por hacer reír a la rosa, sonrió mínimamente pero igual lo hizo, le dolía la cabeza de solo pensar en todo eso, constantemente se recordaba que tendría que haber nacido como una ciudadana, la vida al menos tendría problemas un poco más básicos. –Supongo que si.- accedió Rose, acomodándose el cabello de oro, dejando que cayese a uno de sus lados justo antes de poder interceptar tus labios, asintiendo solamente ante lo que él le decía, si había algo en lo que coincidían era en eso, en la esperanza que compartían para el futuro, que a pesar de ser incierto podía ser lo suficientemente productivo como para cambiar la historia, de una forma o de otra.
Escuchó de nuevo las palabras de Baelor, notando ciertos cambios que parecían deslizarse, había un error ahí pero ella no era precisamente buena para descubrirlo, lo único que le importaba era entender su punto de vista. –Él no hizo la oferta, yo lo sugerí implícitamente cuando hablaba con él y parece ser que es lo único le agradaría lo suficiente, vi ahí una oportunidad. La verdad es que mi padre tiene todas las de ganar, si no fuera así, las cosas serían muy diferentes y los rumores corren…tu mismo oíste lo que se dice de tu padre, desde la Roca hasta Desembarco, de ahí a Dorne, es un tira y afloja del poder, la balanza esta en manos de los Dioses, este es solo un camino que no pensábamos que tendríamos pero que se ha abierto y quizá vale la pena considerarlo, y no lo veo desde el punto de vista idílico del amor perfecto que no es condenado, lo veo desde el punto de vista táctico, pero no necesitas que yo te lo explique, veo que ya lo tienes bien dominado…- contestó con sinceridad, acomodándose mejor en la silla mullida en la que estaba, posando uno de sus brazos en el descansabrazos para apoyarse un poco, intentando bloquear de su mente las ideas que no le hacían bien, en ese instante no debía nublarle el juicio el amor que le profesaba al dragón.
-Ahí se encuentra el trabajo básico de la diplomacia.- le dijo simplemente, no quería meterse en aquel tema, no quería saber como era realmente Daeron Targaryen y tampoco quería describir a su padre, eran regentes y sabían su trabajo, ahí terminaba el asunto. El tono bromista en que se lo dijo no terminó por hacer reír a la rosa, sonrió mínimamente pero igual lo hizo, le dolía la cabeza de solo pensar en todo eso, constantemente se recordaba que tendría que haber nacido como una ciudadana, la vida al menos tendría problemas un poco más básicos. –Supongo que si.- accedió Rose, acomodándose el cabello de oro, dejando que cayese a uno de sus lados justo antes de poder interceptar tus labios, asintiendo solamente ante lo que él le decía, si había algo en lo que coincidían era en eso, en la esperanza que compartían para el futuro, que a pesar de ser incierto podía ser lo suficientemente productivo como para cambiar la historia, de una forma o de otra.
Rose Tyrell- Nobleza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Suspiró suavemente y quería mantener una sonrisa para que su amada no esté preocupada, era un tema delicado, y no se podía tomar a la ligera, pero Baerlo esperaba que aquello lo convenciera a su padre, y por eso lo tomaba un poco más con tranquilidad, aunque por dentro lo ponía nervioso, si no pasaba… ¿Qué pasaría con los dos amantes? Eso era lo que más le importaba en aquel momento. – Sé que las odias, y sé que buscas lo mejor para tu familia y que Daemon no es del todo de tu agrado, lo sé… Por eso no te quiero decepcionar, no te voy a mentir, no seré yo y yo mismo me encargaré que todo sea de buena manera, nada de traiciones ni golpes por la espalda… Tiempo no es mucho el que tenemos, mi padre siente que todos vienen encima de él, no sé cuanto más tardará en preparar todo para una guerra. – Suspiró largamente, ¿Cuántas vidas? ¿Cuántos hombres morirían por una rebelión? Por un sillón de espadas fundidas… Incluso Baelor podía morir en aquella guerra, perdería por siempre su amor, junto con su vida, ya no la vería más a Rose… Le dolía mucho aquello, pero trataba de no pensarlo, de ser optimista.
Asintió ante sus palabras. – Lo sé, es que me sorprende que aceptara tan deprisa… La verdad es que los rumores no son buenos, los odio, no por lo que dicen, sino la naturaleza en sí de aquello… Tú sabes cuánto me desagradan… Pero al final, no todos son como yo y más de uno se creerá aquello, es verdad que mi padre está jugando muy fino y una guerra, si la ganamos, la ganaremos con muchas pérdidas… Tiene cierta ventaja mi padre por ser quien se sienta en el trono de hierro, pero hasta él podría ver que algo como esto no lo tiene que dejar pasar. Aunque también le sorprenderá a mi padre que Garlan le ofreciera aquello, espero que lo vea bien, de forma que se detenga de una vez todo este clima de tensiones y traiciones… - Terminó y suspiró suavemente, pasando su mano por el mentón, nuevamente. – Yo sé que es una gran estrategia militar, pero siempre tus palabras me refrescan y me guían, Rose… - Terminó de decir, sonriendo apenas de lado, aquel tema lo preocupaba tanto que no podía ni esbozar una gran sonrisa, al menos en ese punto de la conversación. – Serás una gran Reina. – Le confesó, aún sin soltar su mano, le daba seguridad… Le daba fuerza, le daba lo que necesitaba para seguir, no solo por el deber, no solo por la corona, por mucho más…
Asintió simplemente a lo que terminó de decir su amada y sonrió apenas ante la respuesta a su sonrisa, de igual manera, sabía que aquello le preocupaba, no era hora de opinar de alguna forma más jocosa, o algo por el estilo, pero Baelor la quería mantener en calma, eso que le decía le daba esperanzas y ella en si le daba fuerzas, era todo lo que necesitaba para enfrentar a la palabra de su padre y probar que era uno de los mejores planes que se podrían haber planteado en el consejo desde que empezó aquella rebelión.
Cuando se separó de sus labios, se quedó observándola, podía ver en su rostro el dolor que le causaba todo aquello, que conllevaba a una jaqueca segura, subió su mano a su mejilla y se puso de pie, tomando una de las manos de Rose para caminar por aquella sala un momento, hasta llegar a donde había un jarrón de agua fresca para beber y un jarrón de vino, le sonrió a Rose y le sirvió un poco para que tomara. – No estés preocupada. Estoy seguro que el consejo lo aprobará y mi padre también… - Le aseguró con una sonrisa, acercándola a él en un abrazo suave, pero que le dejaba la libertad para que bebiera con comodidad. Ahora la quería cerca, ahora era cuando necesitaba de toda la seguridad que ella le daba… El dragón era un heredero y era, para todos, fuerte y seguro… Pero ella, lo completaba en todo sentido y ese no era la excepción.
Asintió ante sus palabras. – Lo sé, es que me sorprende que aceptara tan deprisa… La verdad es que los rumores no son buenos, los odio, no por lo que dicen, sino la naturaleza en sí de aquello… Tú sabes cuánto me desagradan… Pero al final, no todos son como yo y más de uno se creerá aquello, es verdad que mi padre está jugando muy fino y una guerra, si la ganamos, la ganaremos con muchas pérdidas… Tiene cierta ventaja mi padre por ser quien se sienta en el trono de hierro, pero hasta él podría ver que algo como esto no lo tiene que dejar pasar. Aunque también le sorprenderá a mi padre que Garlan le ofreciera aquello, espero que lo vea bien, de forma que se detenga de una vez todo este clima de tensiones y traiciones… - Terminó y suspiró suavemente, pasando su mano por el mentón, nuevamente. – Yo sé que es una gran estrategia militar, pero siempre tus palabras me refrescan y me guían, Rose… - Terminó de decir, sonriendo apenas de lado, aquel tema lo preocupaba tanto que no podía ni esbozar una gran sonrisa, al menos en ese punto de la conversación. – Serás una gran Reina. – Le confesó, aún sin soltar su mano, le daba seguridad… Le daba fuerza, le daba lo que necesitaba para seguir, no solo por el deber, no solo por la corona, por mucho más…
Asintió simplemente a lo que terminó de decir su amada y sonrió apenas ante la respuesta a su sonrisa, de igual manera, sabía que aquello le preocupaba, no era hora de opinar de alguna forma más jocosa, o algo por el estilo, pero Baelor la quería mantener en calma, eso que le decía le daba esperanzas y ella en si le daba fuerzas, era todo lo que necesitaba para enfrentar a la palabra de su padre y probar que era uno de los mejores planes que se podrían haber planteado en el consejo desde que empezó aquella rebelión.
Cuando se separó de sus labios, se quedó observándola, podía ver en su rostro el dolor que le causaba todo aquello, que conllevaba a una jaqueca segura, subió su mano a su mejilla y se puso de pie, tomando una de las manos de Rose para caminar por aquella sala un momento, hasta llegar a donde había un jarrón de agua fresca para beber y un jarrón de vino, le sonrió a Rose y le sirvió un poco para que tomara. – No estés preocupada. Estoy seguro que el consejo lo aprobará y mi padre también… - Le aseguró con una sonrisa, acercándola a él en un abrazo suave, pero que le dejaba la libertad para que bebiera con comodidad. Ahora la quería cerca, ahora era cuando necesitaba de toda la seguridad que ella le daba… El dragón era un heredero y era, para todos, fuerte y seguro… Pero ella, lo completaba en todo sentido y ese no era la excepción.
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Evitó las preguntas que sabía que le dolerían, no pensó en la separación como algo que sería bastante plausible, intentó cerrar los ojos y concentrarse solamente en la meta de ese momento, la paz que quería lograr, pues su felicidad iba encadenada con ella, necesitaba tan desesperadamente de un punto de apoyo, de un anclaje, pues las cosas que estaban fuera de su centro parecían ser difuminadas por eventos que ella quería olvidar. Su situación anímica no era de las mejores y ella lo sabía, se había dado cuenta desde hacía unos días, la presión era demasiada y parecía tener efectos contradictorios en su salud, había algo que le parecía erróneo de tener que tratar aquellos temas cuando hacía solo unos días una princesa había muerto dándole el futuro a Dorne, ¿Cuántos más inocentes tendrían que perecer por el futuro? No quería ni siquiera imaginarse la posibilidad de que aquellos inocentes fuesen ellos, por más que su estado consciente le decía que era posible, su inconsciente no lo aceptaba y lo bloqueaba como la mejor de las murallas que había construido a su alrededor. Escuchaba las palabras de Baelor, era consciente de sus conjeturas pero la rosa no podía decir nada, aquel no era su mundo y tampoco tenía por qué decirle qué o cómo hacerlo, ella simplemente era la llave, quizá las cosas cambiasen luego, pero por aquel instante, ella no tenía derecho a ser más que un recordatorio, quizá luego sería su consciencia misma.
La verdad era que no le importaba en donde se había relajado el rey, si había sido cierto o no que su hermana había tenido que sufrir las consecuencias de la sangre valyria y la locura que decían, era característica de los Targaryen. Se mordio los labios sin decir nada más, pues no podía decirle a Baelor que ella misma tenía dudas sobre los andares de su padre, así como las tenía sobre Daemon, el único en quién de verdad confiaría alguna vez la corona era en el príncipe que estaba frente a ella, pues a él si lo conocía, podría poner las manos al fuego incluso por que él sería lo suficientemente bueno como para gobernar, aunque eso significara dejarla a ella de lado, cosa que si no fuera por el amor que le tenía, no le habría importado pues sería lo mejor para Poniente. Hacía mucho tiempo que la rosa se había olvidado de los títulos nobiliarios, si aceptaba que le dijesen “Lady Tyrell” era por que no podía cambiar eso, la mente de las personas a veces no era precisamente maleable, así que en cuanto le dijo aquello de ser reina, solamente sonrió, no había un brillo en su mirada que dijese que ella mataría por el puesto pues la verdad, no lo haría. –Yo creo que no es tiempo de hablar del futuro aún, tu madre es una gran Reina, y eso es lo que importa en el presente.- fueron sus palabras, sinceras como siempre.
Acto seguido, el príncipe guió a la dama por el lugar que parecía haber olvidado durante los últimos minutos y no precisamente a causa de lo que días antes había sucedido, simplemente se había desconectado en algún momento, cosa que cuando le sirvió aquella copa de agua se acabó. Bebió con avidez pero sin mostrarse sedienta, aquellos temas le eran un fastidio, lo único que ella quería era salir de aquel clima desértico, refugiarse en un bosque si era necesario y dormir hasta que todo hubiese acabado. Ella quería una tranquilidad a la que no podría acceder en mucho tiempo por lo que preveía. –No lo sé, es demasiado pero es la única salida limpia, todos los demás caminos llevan a la guerra de un modo o de otro, no estoy preocupada en sí, solamente intento resignarme.- musitó mordiéndose los labios, dejando que la acercara entre sus brazos aunque igualmente le concedía libertad. Recargó su cabeza contra su hombro y suspiró, aquel camino sería largo, pero confiaba en que tuviera un final.
La verdad era que no le importaba en donde se había relajado el rey, si había sido cierto o no que su hermana había tenido que sufrir las consecuencias de la sangre valyria y la locura que decían, era característica de los Targaryen. Se mordio los labios sin decir nada más, pues no podía decirle a Baelor que ella misma tenía dudas sobre los andares de su padre, así como las tenía sobre Daemon, el único en quién de verdad confiaría alguna vez la corona era en el príncipe que estaba frente a ella, pues a él si lo conocía, podría poner las manos al fuego incluso por que él sería lo suficientemente bueno como para gobernar, aunque eso significara dejarla a ella de lado, cosa que si no fuera por el amor que le tenía, no le habría importado pues sería lo mejor para Poniente. Hacía mucho tiempo que la rosa se había olvidado de los títulos nobiliarios, si aceptaba que le dijesen “Lady Tyrell” era por que no podía cambiar eso, la mente de las personas a veces no era precisamente maleable, así que en cuanto le dijo aquello de ser reina, solamente sonrió, no había un brillo en su mirada que dijese que ella mataría por el puesto pues la verdad, no lo haría. –Yo creo que no es tiempo de hablar del futuro aún, tu madre es una gran Reina, y eso es lo que importa en el presente.- fueron sus palabras, sinceras como siempre.
Acto seguido, el príncipe guió a la dama por el lugar que parecía haber olvidado durante los últimos minutos y no precisamente a causa de lo que días antes había sucedido, simplemente se había desconectado en algún momento, cosa que cuando le sirvió aquella copa de agua se acabó. Bebió con avidez pero sin mostrarse sedienta, aquellos temas le eran un fastidio, lo único que ella quería era salir de aquel clima desértico, refugiarse en un bosque si era necesario y dormir hasta que todo hubiese acabado. Ella quería una tranquilidad a la que no podría acceder en mucho tiempo por lo que preveía. –No lo sé, es demasiado pero es la única salida limpia, todos los demás caminos llevan a la guerra de un modo o de otro, no estoy preocupada en sí, solamente intento resignarme.- musitó mordiéndose los labios, dejando que la acercara entre sus brazos aunque igualmente le concedía libertad. Recargó su cabeza contra su hombro y suspiró, aquel camino sería largo, pero confiaba en que tuviera un final.
Rose Tyrell- Nobleza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Baelor la conocía, sabía que Rose no era la muchacha que soñaba con tener al príncipe que luego sería rey, no era la que le importaban los cargos… Príncipe de los siete reinos, heredero del trono de hierro, príncipe de Rocadragón, caballero, Lanzarrota, Targaryen… Baelor. Todos los primeros podían estar descartados, sabía que para Rose él era Baelor, lo demás eran formalidades que les obligaban a seguir, a él como buen príncipe y a ella como buena dama, más entre ella y él había mucho más que esas formalidades, eso era más que claro, solo faltaba ver la mirada de ambos enamorados para captar el cambio entre un “Ser”, un “príncipe”, una “Lady” a ellos dos. – Lo es… Creo que sabes que le apodan “La Rosa del Desierto” ¿No es así? Parece que todos los Dragones necesitan una Rosa. – Preguntó Baelor, dejando el tema aparte y sonriendo suavemente luego de haber nombrado aquello, a Rose varios le decían la Rosa del Dominio, o la Rosa Dorada, no hacía falta explicar por qué, ¿Las rosas siempre tenían que acompañar a los dragones? Si se tuviera que responder aquello, Baelor diría que sí. Era un príncipe, era un regente, llevaba Rocadragón pero nada de eso le hacía sentir que su corazón se saliera de su pecho, como cuando tenía a aquella mujer de piel blanca, cabellos dorados y ojos como el cielo… Y ahora, entre los dos, el Dragón y la Rosa buscaban la paz para todo aquel que habitara el Poniente, o al menos ponerle fin a una rebelión.
Baelor asintió luego a las palabras de Rose y dejó que bebiera un poco de agua, el calor seguro tampoco le haría muy bien y refrescarse la mantendría sana en el Desierto, con todas estas tensiones, sumado a un poco de calor, podría ocurrir un desmayo en cualquier momento… Y eso era lo último que Baelor quería. Dejó que se acomode sobre su hombro, pero la mantuvo a su lado, cerca, como siempre que tiene la oportunidad. – Puede que todos los demás caminos lleven a la guerra… Pero son caminos pedregosos, con trabas y hasta hoyos… Lo que tu pactaste con tu padre y lo que yo le comentaré al mío, será un puente menos violento hasta aquella paz… - Murmuró Baelor, en lo que la tenía a su lado, abrazándola acariciaba su espalda suavemente, casi como un instinto, apenas moviendo sus dedos y trazando caminos que no tenían final. – Ahora está en él aceptar o no… Me gustaría tener el poder para llevarlo a cabo, pero por ahora no seré más que un intermediario, tal vez mi padre me escuche, tal vez escuche a su heredero… Aquel que tomará un reino en paz… O uno en cenizas… - Fuego y Sangre. Se giró un momento y se hizo un poco hacia atrás, para poder alcanzar a ver a los ojos a Rose, apoyando su frente sobre la de ella… En los ojos de Baelor se podrían ver algo de tristeza e intranquilidad, también algo de paz y quietud… Era un mar agitado, pero quería controlarlo, sabía que Rose lo leía mejor que cualquier libro, así que terminó haciendo una mueca que quería llegar a ser una bella sonrisa, pero se quedó en el camino. – En Bastión vas a estar más que protegida. Nathan Baratheon es un gran hombre, digan lo que digan, es un caballero y te defenderá de cualquier enemigo. – Agregó el príncipe, para poder sacar una charla un poco más desviada, para desviar las mentes y tranquilizar las aguas. – Eve, su esposa, está embarazada, no creo que falte mucho para que su hijo, o hija, venga al mundo… Le hará falta tu ayuda y tus habilidades para la medicina, estarás distraída y en un lugar seguro. Es una buena elección. – Baelor preferiría llevarla a Rocadragón y que esté segura ahí, su castellano y los soldados, más los muros, serían una gran protección, pero al final se sentiría apresada, aunque pudiera salir cuando ella quisiera, en Rocadragón no habían más que gárgolas y dragones de roca negra, era tenebroso por las noches y sombrío por el día… En Bastión al menos tendría con quien estar, Nathan tiene hermanas y una esposa, en Rocadragón solo hay soldados… Y al final, solo lo que el príncipe quería, era lo mejor para Rose, para su amada.
Baelor asintió luego a las palabras de Rose y dejó que bebiera un poco de agua, el calor seguro tampoco le haría muy bien y refrescarse la mantendría sana en el Desierto, con todas estas tensiones, sumado a un poco de calor, podría ocurrir un desmayo en cualquier momento… Y eso era lo último que Baelor quería. Dejó que se acomode sobre su hombro, pero la mantuvo a su lado, cerca, como siempre que tiene la oportunidad. – Puede que todos los demás caminos lleven a la guerra… Pero son caminos pedregosos, con trabas y hasta hoyos… Lo que tu pactaste con tu padre y lo que yo le comentaré al mío, será un puente menos violento hasta aquella paz… - Murmuró Baelor, en lo que la tenía a su lado, abrazándola acariciaba su espalda suavemente, casi como un instinto, apenas moviendo sus dedos y trazando caminos que no tenían final. – Ahora está en él aceptar o no… Me gustaría tener el poder para llevarlo a cabo, pero por ahora no seré más que un intermediario, tal vez mi padre me escuche, tal vez escuche a su heredero… Aquel que tomará un reino en paz… O uno en cenizas… - Fuego y Sangre. Se giró un momento y se hizo un poco hacia atrás, para poder alcanzar a ver a los ojos a Rose, apoyando su frente sobre la de ella… En los ojos de Baelor se podrían ver algo de tristeza e intranquilidad, también algo de paz y quietud… Era un mar agitado, pero quería controlarlo, sabía que Rose lo leía mejor que cualquier libro, así que terminó haciendo una mueca que quería llegar a ser una bella sonrisa, pero se quedó en el camino. – En Bastión vas a estar más que protegida. Nathan Baratheon es un gran hombre, digan lo que digan, es un caballero y te defenderá de cualquier enemigo. – Agregó el príncipe, para poder sacar una charla un poco más desviada, para desviar las mentes y tranquilizar las aguas. – Eve, su esposa, está embarazada, no creo que falte mucho para que su hijo, o hija, venga al mundo… Le hará falta tu ayuda y tus habilidades para la medicina, estarás distraída y en un lugar seguro. Es una buena elección. – Baelor preferiría llevarla a Rocadragón y que esté segura ahí, su castellano y los soldados, más los muros, serían una gran protección, pero al final se sentiría apresada, aunque pudiera salir cuando ella quisiera, en Rocadragón no habían más que gárgolas y dragones de roca negra, era tenebroso por las noches y sombrío por el día… En Bastión al menos tendría con quien estar, Nathan tiene hermanas y una esposa, en Rocadragón solo hay soldados… Y al final, solo lo que el príncipe quería, era lo mejor para Rose, para su amada.
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
Una mínima sonrisa apareció en sus labios en cuanto el príncipe le preguntó si conocía el apodo que le habían dado a su madre, por supuesto que ella lo sabía, no era como si cosas así se escaparan tan fácilmente de las cortes de Altojardín donde todo era sobre la imagen que se daba y el buscar lo mejor, no había nada fuera de su conocimiento en aquel aspecto, pero por supuesto, no podía decirlo pues seguramente no le gustaría escuchar los demás calificativos que se le daban a su familia fuera de la Fortaleza Roja, y Altojardín no era el mejor lugar para aprender de ellos. –Quién sabe si todos se sepan cuidar de las espinas…- musitó muy bajo, en su familia todas eran rosas y los reyes tenían que cuidarse de sus espinas, no había más realidad que aquella. Era un tema escabroso que le llevaba escalofríos al cuerpo, un problema que no parecía poder controlar, ella era solo una rosa que no planeaba nada más que ser feliz pero el destino se seguía empeñando en ponerle trabas a su vida como si de eso dependiesen los demás, era algo difícil que tenía que aceptar, su felicidad nunca valdría lo suficiente como para ser valorada encima de la de algún otro señor, ella era solo la hija de Garlan Tyrell y quizá siempre tendría un puesto secundario que llenar con orgullo.
Parecía ser que aquellos dos jóvenes cargaban un gran peso sobre sus hombros, pues pasos en falso podían hacer que muchas cosas se desmoronaran en un momento, los pasos de plomo no existían para los nobles, todo era un juego de ajedrez donde los reyes eran los últimos en moverse mientras los peones atacaban y las torres eran derrumbadas. –Parece ser que todos quieren que corran ríos de sangre, son caballeros Baelor, he visto yo misma lo que es que los golpes sean más fácil para resolver las cosas que las palabras… albergo esperanza, pero no puedo confiarme ciegamente en lo que sucederá, soy una mujer más que se va a tener que resignar a los designios de otros…- dejó claro sin segundas intenciones, estaba ya cansada de Dorne, el calor y la arena parecían ejercer una presión sobre ella que solo la hacían querer ir a su hogar y dormir hasta que todo se hubiese acabado, la plática anterior con Maekar no había sido sencilla, la propuesta de la rosa y el hablar de una paz hipotética no eran lo suyo en esos momentos donde su cabeza parecía que iba a estallar en cualquier momento, pero igualmente, se quedó.
-No sé si confiar en él, pero no importa en realidad.- aclaró sin más, si el Desconocido tocaba a su puerta sería con o sin la intervención de los Baratheon a quienes no les convenía desafiar a Garlan con una amenaza a su familia, y ella los ayudaría, no estaba ahí para nada más que para ayudar así que confiaba en su seguridad y eso era lo que transmitía, en realidad. –Es la única que tengo, no voy a estar en Altojardín que será el centro de todo si algo comienza, Dorne no es para mí por mucho que Maekar me haya dicho que me quede y Valerie Baratheon me ha pedido mi ayuda así que, será Bastión para mi mientras los señores juegan a tener poder.- le dijo, encogiéndose de hombros como otras veces había hecho, acomodando su cabello con un lazo que acomodó sus rizos que comenzaban a despeinarse un poco gracias a la brisa que entraba por la ventana de aquella habitación, bebiendo un poco de agua en un amago de refrescarse, ese era el por que de que las rosas no crecieran en Dorne, el clima era demasiado extremoso, casi como las medidas que se tenían que tomar en tiempos de guerra.
Parecía ser que aquellos dos jóvenes cargaban un gran peso sobre sus hombros, pues pasos en falso podían hacer que muchas cosas se desmoronaran en un momento, los pasos de plomo no existían para los nobles, todo era un juego de ajedrez donde los reyes eran los últimos en moverse mientras los peones atacaban y las torres eran derrumbadas. –Parece ser que todos quieren que corran ríos de sangre, son caballeros Baelor, he visto yo misma lo que es que los golpes sean más fácil para resolver las cosas que las palabras… albergo esperanza, pero no puedo confiarme ciegamente en lo que sucederá, soy una mujer más que se va a tener que resignar a los designios de otros…- dejó claro sin segundas intenciones, estaba ya cansada de Dorne, el calor y la arena parecían ejercer una presión sobre ella que solo la hacían querer ir a su hogar y dormir hasta que todo se hubiese acabado, la plática anterior con Maekar no había sido sencilla, la propuesta de la rosa y el hablar de una paz hipotética no eran lo suyo en esos momentos donde su cabeza parecía que iba a estallar en cualquier momento, pero igualmente, se quedó.
-No sé si confiar en él, pero no importa en realidad.- aclaró sin más, si el Desconocido tocaba a su puerta sería con o sin la intervención de los Baratheon a quienes no les convenía desafiar a Garlan con una amenaza a su familia, y ella los ayudaría, no estaba ahí para nada más que para ayudar así que confiaba en su seguridad y eso era lo que transmitía, en realidad. –Es la única que tengo, no voy a estar en Altojardín que será el centro de todo si algo comienza, Dorne no es para mí por mucho que Maekar me haya dicho que me quede y Valerie Baratheon me ha pedido mi ayuda así que, será Bastión para mi mientras los señores juegan a tener poder.- le dijo, encogiéndose de hombros como otras veces había hecho, acomodando su cabello con un lazo que acomodó sus rizos que comenzaban a despeinarse un poco gracias a la brisa que entraba por la ventana de aquella habitación, bebiendo un poco de agua en un amago de refrescarse, ese era el por que de que las rosas no crecieran en Dorne, el clima era demasiado extremoso, casi como las medidas que se tenían que tomar en tiempos de guerra.
Rose Tyrell- Nobleza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
El príncipe le terminó sonriendo por lo que dijo, aunque le traía recuerdos eso de las espinas, como la vez en la posada de la encrucijada, ahí era la primera vez que de verdad habían sentido las espinas de Rose y no era su intensión que volviera a pasar. – Tal vez no siempre, pero esas espinas pueden ser buenas para corregir a los dragones, al final de cuentas. – Agregó al comentario de Rose aún sonriéndole un poco, de lado, aquello le había tomado por sorpresa, pero en parte le gustaba, Rose tenía un nuevo carácter, más fuerte y desafiante que antes, pero sin salirse de cómo era ella, una dama… Y aquello le encantaba, porque era firme y lista, siendo también delicada y respetuosa. Por eso en parte sentía que no tenía que cuidarla, se podía cuidar más que sola a veces, pero en momentos de guerra, una espada valía más que una frase y ella no sabía usar muy bien lo primero, tal vez un arma más pequeña y otros elementos, pero era su amor, su futura esposa y no dejaría que nadie le hiciera nada aunque le costara su vida.
Terminó asintiendo a lo que decía, al final si era la verdad… Las hostilidades iban más allá de todo lo que podría llevar a la paz por medios de palabras, como se dice, la diplomacia terminó, es hora de las espadas. – Todos se vieron manchados y parece que su orgullo puede más que una buena causa… Al final el fin justificará los medios y una batalla se librará… Las personas pasan más tiempo levantando muros, que construyendo puentes… - Una triste realidad que se estaba viviendo, lo peor era que Baelor tendría que comandar a aquellos soldados, ya lo sabía, pues era el heredero y no pasaba desapercibido como general y como caballero, por lo que tendría que mandar hombres a morir y a matar. – Eso es tan injusto… Tienes tanto para decir y para aportar, Rose… Si te conocieran más, si vieran que frente a ellos no hay solo una dama que está ahí para ser cortes y servicial… Eres mucho más que eso. – Era otra verdad, era injusto que palabras tan bien formadas y acomodadas solo sean tomadas en cuenta por unos pocos y que pasaran de la promesa de cumplir al hecho y no solo una promesa vacía o una mentira solo porque era una dama, que “Ella no entendería” Baelor sabía que si, y entendía mejor que muchos lores de todo Poniente, incluso reyes que se fueron repartiendo.
-Te ofrecería Rocadragón, pero estarías sola ahí… Mi hermana, mi madre y mis hermanos, están o en Lanza o en Desembarco. En Rocadragón solo hay soldados y un par de familias, no es mucho… En Bastión estarás segura, es una gran fortaleza… Además que si, están Valerie y las demás hermanas de Nathan. – Agregó el príncipe… Notaba que su amada no se sentía de la mejor forma, eso lo sabía, así que se separó un momento y abrió la puerta para que entre un poco más de brisa, ya que la charla, lo más importante al menos que solo podían saber aquellos dos en ese momento, había pasado y estar encerrado así no era bueno. - ¿Quieres ir al balcón, Rose? – Preguntó cuando volvía con ella. El balcón de la habitación era un lugar bello, tenía plantas y daba a un árbol que era gigante, cubría todo el balcón con su sombra, todo el día y habían un par de flores y demás ahí, tal vez se sentiría más cómoda. Una vez se acercó a ella hasta como estaban recién, tomó sus manos y las juntó con las de entremedio de los dos, la mirada de Baelor era un poco cansada, pues en las noches le estaba costando dormir, pero aquel tema lo tenía un poco preocupado también lo que daba como resultado esos ojos, aún así, una sonrisa no se podía desdibujar de los labios del príncipe cuando la veía a Rose…
Terminó asintiendo a lo que decía, al final si era la verdad… Las hostilidades iban más allá de todo lo que podría llevar a la paz por medios de palabras, como se dice, la diplomacia terminó, es hora de las espadas. – Todos se vieron manchados y parece que su orgullo puede más que una buena causa… Al final el fin justificará los medios y una batalla se librará… Las personas pasan más tiempo levantando muros, que construyendo puentes… - Una triste realidad que se estaba viviendo, lo peor era que Baelor tendría que comandar a aquellos soldados, ya lo sabía, pues era el heredero y no pasaba desapercibido como general y como caballero, por lo que tendría que mandar hombres a morir y a matar. – Eso es tan injusto… Tienes tanto para decir y para aportar, Rose… Si te conocieran más, si vieran que frente a ellos no hay solo una dama que está ahí para ser cortes y servicial… Eres mucho más que eso. – Era otra verdad, era injusto que palabras tan bien formadas y acomodadas solo sean tomadas en cuenta por unos pocos y que pasaran de la promesa de cumplir al hecho y no solo una promesa vacía o una mentira solo porque era una dama, que “Ella no entendería” Baelor sabía que si, y entendía mejor que muchos lores de todo Poniente, incluso reyes que se fueron repartiendo.
-Te ofrecería Rocadragón, pero estarías sola ahí… Mi hermana, mi madre y mis hermanos, están o en Lanza o en Desembarco. En Rocadragón solo hay soldados y un par de familias, no es mucho… En Bastión estarás segura, es una gran fortaleza… Además que si, están Valerie y las demás hermanas de Nathan. – Agregó el príncipe… Notaba que su amada no se sentía de la mejor forma, eso lo sabía, así que se separó un momento y abrió la puerta para que entre un poco más de brisa, ya que la charla, lo más importante al menos que solo podían saber aquellos dos en ese momento, había pasado y estar encerrado así no era bueno. - ¿Quieres ir al balcón, Rose? – Preguntó cuando volvía con ella. El balcón de la habitación era un lugar bello, tenía plantas y daba a un árbol que era gigante, cubría todo el balcón con su sombra, todo el día y habían un par de flores y demás ahí, tal vez se sentiría más cómoda. Una vez se acercó a ella hasta como estaban recién, tomó sus manos y las juntó con las de entremedio de los dos, la mirada de Baelor era un poco cansada, pues en las noches le estaba costando dormir, pero aquel tema lo tenía un poco preocupado también lo que daba como resultado esos ojos, aún así, una sonrisa no se podía desdibujar de los labios del príncipe cuando la veía a Rose…
Baelor Targaryen- Realeza
Re: Entre rosas y Dragones. ( Baelor y Rose.)
El tiempo transcurría lento, como si al platicar con el príncipe, las cosas se ralentizaran hasta que ella misma podía sin problemas descifrar los mensajes ocultos detrás de las cosas que había creído olvidadas, parpadeó un par de veces, dio un sorbo a su copa con agua y negó con la cabeza, no era injusto, así era la sociedad y ella había aprendido a respetarla, las normas y convenciones sociales eran algo en lo que con el tiempo se había especializado pues eran lo correcto para una dama de noble cuna como solían decirle sus Septas a todas horas del día. Quizá no le pareciese bien no poder expresarse con la soltura con la que le habría gustado, pero nadie tenía la culpa de eso más que los cánones que les habían establecido desde el principio. Incluso desde niños a los hombres los habían formado para la guerra, las prácticas en los patios no eran simples juegos con los cuales podían sentirse caballeros, sino preparaciones que siempre se habían hecho para cuando la guerra azotara las puertas del destino, el temor hacia perder parecía ser latente en todo Poniente, y mientras a ella le habían inculcado sobre diplomacia y buenos modales, los hombres se armaban y esperaban vivir a través de aquel proceso de cambio.
Era un tema vertiginoso, que de haberlo dicho, no habrían terminado de discutirlo como muchas otras conversaciones que habían tenido en el pasado sobre la sociedad y la actualidad. Escuchó su propuesta y una sonrisa se acomodó en sus labios. –Incluso aunque lo ofrecieras, no iría, por mucho que aprecie a tu madre, a tu hermana y a Sof, no me corresponde estar ahí, para tu familia soy parte del enemigo, lo he visto en sus miradas, el hecho de que esté aquí no representa nada para nadie por que los actos de mi padre son mucho más importantes, y yo no puedo arriesgarme de esa manera, no puedo ser yo quien pisotee a mi propia familia pues a la tuya tampoco le he hecho nada.- explicó con una tranquilidad que parecía ser sacada de las historias más importantes que los libros contenían, ella sabía lo que otros pensaban de ella, no era tonta y había aprendido a ser muy observadora, ahí radicaba su mayor argumento para irse de Dorne en donde a pesar de que le dijesen que era “bienvenida”, no parecía ser así a primera vista, cosa que tampoco sucedería en Rocadragón y mucho menos en Desembarco donde ir sería como dañar a su padre por darle gusto a un rey que seguramente la menospreciaría por ser quien era, cuando por encima de todo, era una dama y la habían criado bien.
La pregunta del príncipe le cayó como si de perlas se tratase. –Vamos.- contestó tomando su mano, dejando que fuera él quien la guiase a aquel lugar que parecía ser mucho más fresco que las habitaciones anteriores. Con su otra mano se revisó la frente, en busca de fiebre, no se sentía del todo bien y su tez por lo que pudo ver en el reflejo de la ventana tampoco era la de siempre, esos viajes por altamar siempre tenían efectos secundarios en ella. Al llegar se permitió reparar un poco más en el aspecto de Baelor y se mordió los labios, tenía ojeras y parecía cansado. Acarició su mejilla con su mano libre que parecía estar más fría de lo común a pesar de que ella en sí parecía tener fiebre. -¿Por qué no has dormido, eh?.- le preguntó con dulzura, no era un regaño, estaba preocupada por él, dentro de todo aún era la rosa con un gran sentido social que no permitía que nadie estuviese realmente mal, no entraba en su decálogo ético.
Era un tema vertiginoso, que de haberlo dicho, no habrían terminado de discutirlo como muchas otras conversaciones que habían tenido en el pasado sobre la sociedad y la actualidad. Escuchó su propuesta y una sonrisa se acomodó en sus labios. –Incluso aunque lo ofrecieras, no iría, por mucho que aprecie a tu madre, a tu hermana y a Sof, no me corresponde estar ahí, para tu familia soy parte del enemigo, lo he visto en sus miradas, el hecho de que esté aquí no representa nada para nadie por que los actos de mi padre son mucho más importantes, y yo no puedo arriesgarme de esa manera, no puedo ser yo quien pisotee a mi propia familia pues a la tuya tampoco le he hecho nada.- explicó con una tranquilidad que parecía ser sacada de las historias más importantes que los libros contenían, ella sabía lo que otros pensaban de ella, no era tonta y había aprendido a ser muy observadora, ahí radicaba su mayor argumento para irse de Dorne en donde a pesar de que le dijesen que era “bienvenida”, no parecía ser así a primera vista, cosa que tampoco sucedería en Rocadragón y mucho menos en Desembarco donde ir sería como dañar a su padre por darle gusto a un rey que seguramente la menospreciaría por ser quien era, cuando por encima de todo, era una dama y la habían criado bien.
La pregunta del príncipe le cayó como si de perlas se tratase. –Vamos.- contestó tomando su mano, dejando que fuera él quien la guiase a aquel lugar que parecía ser mucho más fresco que las habitaciones anteriores. Con su otra mano se revisó la frente, en busca de fiebre, no se sentía del todo bien y su tez por lo que pudo ver en el reflejo de la ventana tampoco era la de siempre, esos viajes por altamar siempre tenían efectos secundarios en ella. Al llegar se permitió reparar un poco más en el aspecto de Baelor y se mordió los labios, tenía ojeras y parecía cansado. Acarició su mejilla con su mano libre que parecía estar más fría de lo común a pesar de que ella en sí parecía tener fiebre. -¿Por qué no has dormido, eh?.- le preguntó con dulzura, no era un regaño, estaba preocupada por él, dentro de todo aún era la rosa con un gran sentido social que no permitía que nadie estuviese realmente mal, no entraba en su decálogo ético.
Rose Tyrell- Nobleza
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