Trama II: Emisario de Dragones.

La noche había caído ya hacía tiempo, la verdad. Se había reunido con el Blackwood, luego con el Martell y finalmente con el Dondarrion. Y se sentía cansado, mucho. Sin embargo aquello no hacía que el día terminase aún, ni mucho menos. Apenas había tenido tiempo para conocer la disposición del emisario de los Dragones, y necesitaba saber de él más a fondo que las palabras corteses que había escuchado de su boca.

Por eso se encontraba ahora en la habitación que había adoptado como suya, no muy grande pero con una chimenea que crepitaba por las llamas junto a los troncos. Se había puesto más cómodo, olvidando cota de malla y quedando dispuesto con camisa y pantalones de algodón. Ahora se encontraba sentado en un sillón, enfrentado a otro, y bebía una última copa de vino antes de dormir.

Había hecho llamar al Blackwood para que se dirigiese hasta allí para hacerle saber de sus intenciones. Al fin y al cabo si tenía a ese hombre bajo su mando debía saber de él, de sus objetivos y de todo aquello que fuese necesario para contar con él...o no.

Mance no se había dormido tras despedirse del Baratheon que debía de tener algo importante que hacer, intercambió unas palabras con Olyvar y le invitaron a dirigirse a los que iban a ser sus aposentos. Al menos temporalmente. No parecían incómodos aunque tras las lujosas estancias en Desemabrco aquello le parecía poca cosa. Pero a fin de cuentas era un soldado y en aquellos momentos la comodidad era secundaria. Se preparó rápidamente y acudió a la habitación donde debía esperarle el Venado.

Seguramente sería una reunión breve, quizás querría consultarle algo sobre las guarniciones que tenía o sobre Refugio Estival.

Llamó a la puerta y una vez hubo recibido respuesta entró en la habitación.

Me habéis llamado Ser Orson, ¿En qué puedo serviros?


Se quedó en pie esperando la respuesta, no tenía tanta confianza con aquél hombre como para coger asiento sin ser invitado a ello. Debía ser educado y cordial si quería ganarse su confianza, y para resolver aquello cuanto antes, lo necesitaría.

Llevó sus dedos hasta su entrecejo y se lo pellizcó mientras que con la otra mano le indicaba que sentase al hombre.

- Es extraño ver a las fuerzas de los Targaryen en nuestras tierras.- Abrió los ojos y los dirigió al hombre frente a si. Tenía una copa de vino en la mesita de al lado por si lo deseaba.- Aunque las acepte de buen gusto es extraño, y encima ver a un Blackwood por aquí.- Porque que fuese un Lord si que le resultaría extraño a Orson. Un Señor debe estar donde su Señorio, y no lejos. Eso lo tenía muy claro hasta él.

- ¿De cuántas tropas disponéis? ¿Cuáles son vuestras órdenes directas del Príncipe o el Rey?- Quería contar con el número exacto.- ¿Ya les han dado cobijo en la aldea Ser Blackwood?- Su ceño se arrugó entonces al recordar algo. En Antigua un hombre de esa familia había caído al pavimento y había resultado herido.- ¿Quién de vuestra familia resultó herido en Antigua? Ha sido una falta de educación no preguntar por su estado antes de cualquier otra cosa.- Pero él no era precisamente el mejor en cuanto a modales se trataba.

Es extraño pero no hay mucho que explicar. Los Targaryen quieren demostraros que no se desentienden de los problemas de sus aliados. Una rebelión en su reino sea en las tierras que sea les incumbe, y quieren ayudaros a sofocarla como gesto de buena fé. Y respecto a mi familia… Soy espada jurada del príncipe Maekar, y él no ha podido acudir en persona porque se encuentra en la boda de sus tíos Lady Daenerys Targaryen y Maron Martell. Por lo que me envió a mí y hasta que esto no termine no puedo regresar a mis tierras.


Tomó asiento y la copa que había junto a él para darle un pequeño trago.


Bajo las órdenes del Príncipe Maekar, 125 hombres de armas, 25 caballeros y 50 arqueros. No están en la aldea, sólo traje a los caballeros y 25 hombres de armas que ya están acomodados. El resto de hombres esperan órdenes en Refugio Estival.


Torció el gesto ante la mención de Antigua, quizás el Ser lo había hecho adrede, pero Mance quiso restarle importancia, ya estaba plenamente recuperado.


Fui yo el que sufrió el accidente, no ha habido falta de educación ninguna, estoy perfectamente recuperado del desafortunado incidente, no tiene mayor importancia.

- ¿Espada jurada?- Sus dos cejas se alzaron ante aquello.- Un título de gran prestigio, no lo dudo, Ser.- No había tono de jactancia, ni mucho menos. Simplemente observaba como su igual se ponía en muy buena posición si acaso ese Príncipe llegase al trono, o aunque ni lo hiciese. Seguramente contar con el apoyo de un Targaryen debía de abrir muchas puertas...aunque antes tuviese que comerse la mierda de dirigirse a las Marcas para combatir a ese tipo que amenazaba sus tierras.

Se sorprendió en verdad de que fuese él quien hubiese tenido el accidente en Antigua. No, sinceramente los Blackwood no era una casa que reconociese por mucho, exceptuando que de allí provenía Cuervo de Sangre.

- Pues parecéis en forma.- Si no fuese porque Orson hablaba con un rostro serio, quizás alguno hubiese pensado que se estaba cachondeando de aquel hombre.- ¿Qué heridas tuvisteis? Porque tuvo que ser fuerte, por supuesto. Caer de un caballo en una carrera...Tsk!- Torció el gesto antes de incorporarse un poco, para observar a donde le dijese.- Me dijeron que llevavais una buena carrera antes de todo lo ocurrido. Una lástima, el premio es jugoso.

Así es, en verdad todo ha sido muy precipitado, no es que nos conozcamos de hace mucho tiempo. Pero nos hemos convertido en muy buenos amigos, y jamás encontrará a alguien mas leal que yo.

Y era verdad, para el Blackwood su palabra era su bien mas preciado. Su familia no era una de las grandes ni mucho menos, y él era un enamorado de la caballería, a la vieja usanza. Consideraba que un hombre que daba su palabra jamás podía incumplirla. El Honor ademas de formar parte de su lema, era algo más importante que la propia vida de Mance.

La pierna fracturada y varias costillas, con los cuidados de Shiera y reposo me recuperé pronto, y gracias a los maestres por supuesto. Fue un golpe duro, el pavimento de Antigua no es muy cómodo para amortiguar caídas.

Rió mientras daba otro sorbo de la copa que le había ofrecido.

En efecto, quizás con algo de suerte habría ganado, de todos modos no era por la cuantía del premio por lo que quería ganar. Él quería ganar para ir consiguiendo un nombre, pero había más maneras de hacerlo.

Y bien, ... ahora estoy bajo su mando, por lo que le serviré con la misma lealtad y diligencia que lo hago con Maekar. Y al igual que en su día le ofrecí a él, ¿Preferís que obedezca sin opinar, o quizás queráis también mi consejo?

- Un Consejo, Blackwood.- Le dirigió la mirada con sinceridad y seriedad.- No pregonéis vuestra lealtad si no queréis que duden de ella.- Era algo que había aprendido del Señor de la Lanza del Sol. Aquel que tiene una cualidad y la conoce nunca debe darla a saber, sino, simplemente, mostrarla. No ponía en duda que ese hombre fuese leal, ni mucho menos, simplemente era un consejo que alguien más sabio le había dado en su momento.

- ¿Seastar?- Alzó su ceja izquierda al reconocer ese nombre, el de la Alta Bastarda. Decían que era hermosa como pocas y que sus pasos le hacían ser alguien especial, deseable y una de las mujeres más atractivas de Poniente. Y había estado en Antigua y el ni tan siquiera la había observado...Bufó por eso y por su mala suerte.- Sea como sea, me alegro de que os encontréis en buen estado y ahora os encontréis aquí, junto a mi. MDeberéis agradecer al Príncipe por su ayuda por mi si quizás no diese con él.

Escuchó las últimas palabras del hombre y asintió.- Actuareis como el general de vuestras tropas, sin embargo seré vuestro superior, al menos hasta que llegue mi hermano aquí. Si tenéis dudas sobre las órdenes, si queréis proponer algo, sabed que no es frente a las tropas el lugar idóneo para ello. Os escucharé, pero cumpliréis mis órdenes u os iréis de aquí.- Se encogió de hombros.- Si entendéis y compartir esto estoy seguro de que conseguiremos terminar con el problema del autoproclamado Rey Buitre.

Era un buen consejo, y Mance estaba de acuerdo, no lo olvidaría.


Me considero una persona humilde mi señor, para algo de lo que puedo presumir… pero no lo olvidaré, os lo demostraré que me es más sencillo.


Agradecer al Príncipe por su ayuda, seguramente no hiciese falta, Maekar sabía que los Baratheon eran gente cordial y educada, y que estaría agradecidos, por eso mismo le mandó a él en persona y no a uno de sus soldados. Sabía que los venados sabrían apreciar tal gesto.


Descuidad, cuando le vea se lo transmitiré.


Escuchó las primeras palabras de verdadera autoridad del Baratheon, parecía un buen general y las normas e indicaciones que le había dado no dejaban lugar a dudas.


Ante todo soy un soldado, jamás cuestiono a un superior delante de sus hombres o de los míos, le quitaría autoridad y soy consciente de ello. Sólo hablaré y os aconsejaré cuando lo crea conveniente y en privado. En público me limitaré a obedecer órdenes.


Guardó silencio unos instantes meditando.



Y hablando de órdenes, ¿Tenéis alguna orden para mí y mis hombres? ¿O permaneceremos aquí hasta que las haya?


Cambiando de tema a uno mas trivial tras escuchar a Ser Orson, para tomar algo más de confianza.


¿Estuvisteis en Antigua Ser? No os ví en la cena ni las celebraciones previas a la carrera.