Dulce mañana [Lucas Coldwater, Livia Tyrell & Garlan Tyrell]

Era aquel fabuloso despertar el que deseaba para sí misma a diario. Sabía que estando con Lucas lo obtendría así que acordaron ir a visitar a Lord Garlan y Lady Livia. Leana estuvo presente cuando la noche anterior Lord Garlan invitó a su amado a acudir a su despacho cuando quisiese, y es lo que pensaban hacer.

Sybell apareció en la estancia justo en el momento en el que ambos se levantaban de la cama, dispuestos a salir de ella. Los encontró desnudos, risueños, mirándose con cara de enamorados. Cerró la puerta tan rápido que más que oír que se cerraba, Leana notó el aire al salir por su empuje precipitadamente.

- ¡Sybell! - las dos se sonrojaron.

- Mi... mi... mi se... señora.

No sabía qué decirle, ni cómo actuar. Había deducido ya que Sybell hablaría de más. Sabía que contaría a todos lo que había visto. Sus guardias se enterarían, enviarían un cuervo a su padre y, antes de que pudiesen hacer nada para solucionarlo, tendrían una guerra en sus tierras. Su padre no preguntaría a Lord Coldwater si le importaba el amor de su hijo hacia ella, o el de ella hacia su hijo. Su padre ni siquiera se preguntaría a sí mismo si aquello suponía realmente una amenaza para sus tierras. Bien era cierto que no tenía hijos varones, pero podía ceder todas sus tierras a Mina en lugar de a Leana al morir... Y Leana sería feliz de tener siempre a su hermana cerca de ella.

- Prepárame un baño. Esta mañana no es diferente a las demás.

- Sí, mi señora - la chica agachó la cabeza y se dispuso a salir de la estancia.

- Sybell - la sirvienta de Leana se volvió de nuevo hacia ella, aunque no la miró, seguía con la vista en el suelo. - No quiero oír una sola palabra de lo que has visto en boca de nadie. Ni siquiera en la tuya. Yo me encargaré de anunciar lo que haya que anunciar. Y trae la ropa de Ser Lucas.

Nada más salir Sybell por la puerta, Leana se volvió hacia Lucas.

- ¡Dioses! Nunca había hecho eso antes... Nunca había tenido que callar a nadie así. Me siento mal, Lucas.

Esperó un abrazo, una caricia, unas palabras, algo que la reconfortase, y luego recogió poco a poco la ropa que Lucas llevaba puesta la noche anterior. Se la tendió para que la colocase sobre la gran cama y, mientras lo hacía, Sybell regresó con un gran cubo de agua caliente y la ropa de Lucas dentro de un hatillo que llevaba rodeando su cintura. Observó el cubo de agua. Necesitaría mucha agua fría para enfriarla, pues parecía hervir dentro del él.

Una vez le preparó el baño, se metió y se dejó enjabonar por la joven. Se secó, se vistió escogiendo de entre todos sus vestido uno con el azul de los Coldwater y se peinó, colocando en su pelo un pasador con forma de flor con el rojo y el blanco que le faltaban al vestido. Si mostraba sus propios colores podía parecer que no quería unirse realmente a Lucas, que la había forzado y que la obligaba a casarse con él... Era mejor llevar sus colores.

- Creo que es hora de marchar. - le dijo a Lucas. Se colocó a su lado y puso su mano en el codo de él, como había hecho la noche anterior. Así pasaron entre sus guardias boquiabiertos. Era evidente que en la noche anterior había estallado su amor de forma maravillosa.

Se había colocado semioculta por Lucas, sujeta a su brazo con una mano y la otra entrelazada a los dedos de él. Se sentía vulnerable ante los ojos del Lord de aquellas tierras y de su señora esposa. Y esperaba con ansiedad su respuesta, que parecía ser más afirmativa que negativa. Garlan todavía podía cambiar de parecer y dejar a Lucas y a Leana sumidos en una gran tristeza. Esperaba que no ocurriese.

Tener pensamientos negativos en momentos tan importantes era propio de ella. Se asustaba y su rostro mostraba el miedo y los nervios. Su voz se apagaba, incapaz de decir nada. Y suspiraba con frecuencia, más de la habitual.

Miró al suelo durante un largo minuto en el que esperó a que Lucas respondiese a la pregunta de Lord Tyrell. Sentía las miradas del matrimonio sobre su coronilla, que ardía bajo el pensamiento de que jamás podría volver a levantar la cabeza y mirarlos más de frente. - Pronto, mi señor. Hoy mismo. - Se sonrojó, no levantó la cabeza, había sentido el movimiento de Lucas a su lado, probablemente asustado por las palabras de Leana. Todo era muy precipitado. Se obligó a levantar la vista, miró a los ojos a Garlan y su sonrojó pasó del rosa al rojo intenso. La sangre bombeaba en sus mejillas, tensa y nerviosa. - Quiero decir... Llevamos mucho tiempo separados por la rivalidad entre nuestras familias. No nos importa lo que ocurra cuando se enteren, pero ahora queremos estar juntos. Y cuanto más tiempo podamos estarlo, mejor.

Suspiró y volvió de nuevo la vista al suelo. Le había costado hablar. Quizás hubiera sido mejor ir a hablar con los Tyrell con una o dos copas de vino en el cuerpo... O tres. Llevar el estómago vacío a una situación como aquella hacía que sintiese náuseas y no quería vomitar el contenido (fuera lo que fuese) de su estómago frente a todos.