Barco que llega a buen puerto [Keira Greyjoy]

por Leana Coldwater Lun Jul 30, 2012 6:49 am

Esa tarde había decidido ir a los muelles. Ya había recorrido gran parte de la ciudad por la mañana y le apetecía seguir haciéndolo. Ni uno solo de sus guardias se quedó con Sybell en sus aposentos. La chica era muy guapa, pero supuso que no les apetecería pasar tiempo a solas con ella, después de todo era una simple sirvienta. Le daba pena la pobre Sybell, estaba locamente enamorada de Bernarr y éste había decidido que la muchacha no le importaba en lo más mínimo.

Se dirigió rodeada de guardias, a lomos de Pimeys, hasta los muelles. Allí habían atracado diferentes barcos de diferentes familias, pero los que más le llamaban la atención eran los de los Greyjoy. Sabía que Lady Keira había venido a la fiesta del equinoccio, la había visto durante el banquete.

No le sorprendió descubrirla allí. Bajó del caballo y fue hasta donde se encontraba ella. Hizo una pequeña reverencia, a sabiendas de que Keira no apreciaría la perfección en su gesto, pues la había visto actuar. Debía sentirse orgullosa de ser toda una Hija del Hierro. Y no era ninguna ofensa. Alguien como Keira solo nacía una vez cada siglo. Si ella misma fuese considerada una digna Hija del Valle...

- Buenas tardes, Lady Keira. - No sabía si acertaba al llamarla Lady, pero se arriesgó un poco. La muchacha siempre podría corregirla si estaba equivocada. - Soy Leana Lynderly, de Bosque de Serpiente, en los Dedos. Es todo un placer para mí conoceros al fin. ¿Vigiláis vuestros barcos?

por Invitado Sáb Ago 11, 2012 5:29 am

La joven señora de las Islas de Hierro se había levantado con un cierto aburrimiento. Estar en un puerto tan civilizado como Antigua suponía vigilar a sus hombres, entre ellos al mas imprevisible, Jan, Caramorsa, que se dedicaba a revisar los cabos de las diferentes velas latinas de la embarcación. Los días en tierra se la antojaban tediosos.

O se moría de aburrimiento, encerrada en su camarote, o se dedicaba a recorrer las tabernas del puerto para comprobar que nadie de su tripulación se metiera en alguna bronca, por pequeña que fuera. Y en Antigua no quería llamar la atención, demasiado, ya que tenia localizados dos veleros que suministrarían vino y cereales para pasar parte del invierno próximo.

Todo estaba en su sitio, ningún incidente se le había comunicado, era el momento de hacer amigos, o aliados, sonrió ¿para qué? Si todos temían a la flota más poderosa y sanguinaria de la zona.

Descendió por la pasarela que llevaba a tierra, descender era un eufemismo, brincó, con la habilidad que dan los años, con la ligereza de una brisa marina, directa a encaminarse al mercado, necesitaba una serie de complementos para participar en los eventos de esas fiestas del Dominio.

La joven, perfectamente vestida como correspondía a una dama, se la acercó, con una sonrisa, Keira, demuestra que eres una princesa, digna hija del rey de la Corona de Madera, educada, nada de improperios. Sonrió a la joven que se le acercó, es un honor conoceros Lady Leana Lynderly,Tal vez esa joven la ayudara con sus compras, pues había liberado a las últimas mujeres que los piratas retenían, en esencia, las habían vendido a los burdeles del puerto

por Leana Coldwater Lun Ago 13, 2012 8:52 am

La miró a sus ojos oscuros. Era toda una mujer del hierro, nadie podía negar algo tan evidente. - ¡Oh! Por favor, por favor, llamadme Leana. - No era porque se sintiese más cómoda, era porque se había arriesgado a saludarla como a una Lady a sabiendas de que no sería el trato exacto que debía darle pero Keira no la había corregido. Cierto era que la familia Greyjoy estaba muy por encima de la suya, de simples vasallos, y no quería ofender a Keira con un trato inadecuado así que mejor era llamarla Lady que quitarle importancia a su familia.

- Os he visto bajar del barco con soltura. - le sonrió. - Yo jamás podría haber hecho algo similar. He viajado en barco varias veces, aunque supongo que no las suficientes. Siemprer me ha gustado, aunque también me gusta ir de un sitio a otro sobre animales tan fantásticos como éste. -le acarició el hocico a Pimeys que a su vez le acarició a ella la mano.

Se preguntaba a sí misma qué haría Keira en el puerto. Era evidente que bajaba de uno de sus barcos, seguramente de comprobar algo, de hablar con alguien o de atender asuntos allí. No le preguntaría eso. - ¿Venís mucho al puerto cuando os encontráis en tierras ajenas a las vuestras? - Ella misma no se separaría de las montañas si pudiese, pero siempre había sitios a los que viajar y sitios nuevos por conocer. Como el Dominio, un lugar por lo general llano, con pocas montañas como las del Valle para subir... Hacía veinte días que había salido de su tierra y la echaba de menos como si hiciese años. Supuso que a Keira le pasaría lo mismo con el mar.

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