A la sombra del faro de Antigua [Maekar}

Señora, Gwen llamó a la puerta de la salita que daba acceso a la habitación que Shiera ocupaba en la villa que había alquilado en la villa de Antigua. La joven estaba dando los últimos toques a su vestido, pues su intención era acercarse antes del banquete a ver a su maestro Pilgrim, Gwen, gracias por venir, ayúdame con los lazos del vestido, me voy a acercar a la ciudad, prepara el vestido rojo para el banquete de esta noche, y también el azul, no sé por cual decidirme.

Con diligencia fue atando los lazos del sencillo vestido, cuya simpleza sólo hacía patente la hermosura de la bastarda. Señora... venía a deciros que tenéis un invitado sorpresa, Shiera arrugó la naricita con un gesto de curiosidad reflejado en su rostro, no esperaba a nadie en esos momentos, pues no le habían comunicado que nadie de Desembarco acudiera al festival, una mirada inquisitiva acompañó al gesto de la joven.

Vuestro sobrino, Maekar, está a las puertas de la residencia, acompañado por una escolta de más de cincuenta hombres. Al final Gwen, creo que deberíamos haber alquilado media ciudad de Antigua. Se dirigió a su doncella, Gwen, el ala este está vacía, haz que la preparen para Maekar.

Con una sonrisa salió de la habitación, no sin advertir a su hermano que su sobrino estaba en la villa. Se acercó a su apuesto sobrino, Maekar, cariño, no sabría que vendrías ¿Cuándo has llegado? Le dio un par de besos en ambas mejillas, pellizcando una de ellas como cuando era un jovencito

Maekar, cariño, tu padre se va a disgustar, en extremo, y no quiero decirte la bronca que te puede echar tu tío, que vela por nuestra seguridad, más como un azor que como un cuervo, que dicen que es. Era evidente que su sobrino pequeño había crecido, ya no era el crío que se colaba en su biblioteca, demandando bocaditos de crema, emborronando pergaminos mientras aprendía a escribir, la bastarda no era tonta... tendría ganas de destacar como todo joven de familia distinguida. ¿que podría desear? Su mente se abrió de repente, ¡claro!, ¡la carrera de Antigua!.

Le miró preocupada, quería a esos niños, los había visto crecer. ¿No vienes...? calvó sus ojos en el chico, ¡claro que si! ¡La carrera!, ¡por los siete! Si eres un niño, bueno... has crecido mucho, eso si, pero no debes arriesgar tu vida en una competición tan estúpida.

Sabía que era un buen jinete habían cabalgado juntos muchas veces, sin embargo esa carrera era violenta, sucia, los caballeros en esa competición dejaban de serlo por unos momentos, codazos, patadas, golpes con la fusta, intentar derribar al adversario. Su mente no podía evitar pensar en ella, debería hablar con el Ríos, esa carrera era el lugar perfecto para cometer un atentado contra su sobrino, que claramente no había contemplado esa circunstancia. Pese a que no era el heredero directo de su padre, era miembro de la familia real, y el siguiente en el trono, una pieza a batir tanto por los Tyrell como los Stark, sin olvidar a la otra facción de la familia, los Fuegoscuros que estarían presentes en estas festividades.

Maekar, siéntate conmigo a tomar algo de comer y beber, que el camino ha sido largo y cotillea con tu tía un poco, ahora que no anda suelto el Consejero de Rumores ¿alguna damita ha robado el corazón de mi apuesto sobrino?, mientras hacia una seña a Gwen, ordena que traigan algo de comer, y, por favor, preguntale a mi hermano que si nos quier acompañar

Shiera alzó una ceja, decididamente su sobrino ya no era un niño, y tenía esa cara de un chico enamorado, esperaba que no fuera de una doncella o una cantinera, posadera, o lo que era peor, una prostituta avezada que le partiera el corazón. La Alta Bastarda sabía lo que pensaba, dado que a ella le había ocurrido lo mismo a su edad. Suplicó a los dioses que fuera una dama, que si se amaban, no se pudiera poner ningún obstáculo a su relación.

No tengo que decirte, Maekar, como es la situación de nuestro reino, la causa que esgrime nuestro hermano Fuergoscuro, pone en entredicho la posición de tu padre como señor de los dragones. Le miró con cariño, pues quería mucho a sus sobrinos. Cualquier desliz que tengas, con la persona más inapropiada, revertirá en una amenaza que podrán utilizar los enemigos de tu padre, contra él, su corona y sus derechos sucesorios.

Pasó una bandeja de pastelitos de crema de limón al muchacho. Sabes que tu padre me ha concedido el honor de ser la representante diplomática de su corona. No tomes lo que te voy a decir como una regañina sino una llamada al sentido común, ya no eres un niño, y el peso de la familia es una mochila complicada de llevar, tira de ti en función de tus movimientos, su carga hace que las cintas que la ajustan a tus hombros los dejen marcados, incluso los pueden dislocar.

La Bastarda acarició la mejilla del que para ella era un niño pese a que la sacaba la cabeza, Maekar, si la muchacha pertenece a una casa enemiga de notros, y alidada de tu tío, ¡ten cuidado!, no te acusen de forzarla, pero más cuidado has de tener si se trata de una casa amiga, si la ofendes a ella y a su familia, podemos pederla... y ten por seguro que se aproxima una guerra.

A pesar de que hacía tiempo se había prometido a sí mismo no volver a tocar un libro, Brynden ojeaba uno sobre sociedades y hermandades, encontrando una lectura interesante sobre los hombres sin rostro.
Su hermana lo avisó de que su sobrino Maekar estaba allí.
El bastardo hizo una mueca de fastidio, pero se demoró un instante para que su tía suavizara la situación, pues la reprimenda del consejero no sería un paseo por la orilla de la playa.
Cerró ligero volumen de golpe, se atavió la capa, a Hermana Oscura y salió como una exhalación hacia donde su hermana habría ido a recibir a su sobrino.
¿Qué cojones hará aquí este insensato? maldita sea, no solo tengo que velar por la seguridad de Shiera, ahora también por el hijo del rey, pensó algo ofuscado de camino.

Cuando salió los vio allí, charlando de manera distendida. Se detuvo un instante y eligió una de sus mejores caras, la cara sombría, la de gravedad, la que presagiaba que no iba a ser amigable. Aunque fuera el hijo del rey, era su sobrino y había cometido una locura yendo allí, tal y como estaban las cosas.
Casi sin ser advertido se plantó a espaldas del joven, siendo visto por su hermana:
-Que... -apretó los labios -grata no es la palabra... -fingió buscar algo en su mente -inesperada más bien, visita, Maekar -dijo secamente, aunque se podía vislumbrar un tono de preocupación en su voz -¿Sabe tu padre que estás aquí? -a pesar de que sabía de sobra la respuesta.

Entendió perfectamente a su sobrino, sabía lo que era no contar para nada, aunque a ella siempre le quedaba Lys, durante años había sido considerada un hermoso florero, insultando su inteligncia, y llamándola bruja. Sólo hacía unas semanas, cuando recibió el nombramiento de consejera, se había reconocido sus habilidades y conocimientos, con cariño acarició el cabello de su sobrino, Maekar, pese a lo que te digan, no es un plato de buen gusto. Su joven sobrino comenzaba a hacerse mayor y la inocencia de la adolescencia era sustituida por la constatación amarga de la realidad.

Sobrinito, nunca pienses que tu padre hace distinciones, en su amor, con ninguno de sus hijos, no anides en tu pecho rencor alguno contra tu hermano, no es su culpa ser el primogénito, su vida estará mas controlada que la tuya, era una cruda realidad que te golpea tras salir del mundo de felicidad de la niñez y la adolescencia, más cruel al pertenecer a la familia de más alto rango del continente, muchas veces pensarás estar desplazado por tu hermano, pero , al menos, tu no estas obligado a casarte por una alianza, tienes más margen de maniobra, al no ser que sea una opción que ponga en etredicho la la buena reputación de tu casa, no tendrás problemas.

No obstante, dijo dulcemente, se inclinó hacia el muchacho, dejemos que sea el gruñón de tu padre, el que se encargue de esto que yo le contrarrestaré como pueda, le guiño un ojo, divertida, las tías pequeñas, las maá guapas, jóvenes y divertidas no hacen esas cosas, anda, ahora dime como es esa jovencita de la que estas enamorado. ¿Necesitas ayuda? Su gesto se tornó serio y formal, pese a que no podía contener la risa. Sabes que soy la diplomática de la familia, Bryn no tiene tacto, impone demasiado, y tu padre... para que hablar de tu padre, puedo intentar establecer contacto con su familia, arrugando su naricita, y lo que es más importante, convencer a tu estirado padre, y, lo más dificil, a tu protocolario tío, Brynden. Miró a su hermano, y le guiñò el ojo, coqueta, agradeciendo su presencia, ya te echaba de meonos, mi señor hermano, íbamos a termianr con todos los pastelitos,, desplazando la badeja y ofreciendole uno con su mano, intentando, tranquilizar el ambiente.

Brynden alzó una ceja con escepticismo y no la bajó hasta que su sobrino no hubo concluido. Pero en el momento en el que el bastardo iba a abrir la boca, Shiera suavizó su talante, pero aún así no amedrentó su carácter frío y estricto:
-El protocolo es necesario, Shiera -dijo secamente -Una veces es una sarta de memeces sin sentido cuyo fin es adornar las cosas, pero otras, como es este caso, sirven para mantener la seguridad de la familia real -miró a su sobrino -en la cual, por si aún no lo habías notado, Maekar, estás incluido.

Se sentó al lado de Shiera, dejando enfrente al hijo del rey.
-Por mí os los podéis comer todos, no tengo hambre -dijo con frialdad. Miró a su hermana: -No me mires así, Shiera, en los tiempos que corren no hay lugar para pusilánimes, ni para niños alocados que huyen de sus casas. Se necesita mano dura, ya se lo dije a nuestro hermano. -como si su sobrino no estuviera allí.

¿Iba a disculparse por su mal genio? Todos los allí presentes sabían que no, al menos delante de su sobrino. Brynden, lejos de maltratar a su sobrino, quería que entendiera la gravedad de la situación. Quizás nunca llegara a reinar, pues no era el primogénito, pero sí llegar a ser un caballero, y si estaba en las manos de Brynden, ser un general. Por esa razón debía imponer la dureza que hacía falta para moldear ese temperamento y pulir esos modales.
Se echó hacia delante y miró a su sobrino a los ojos:
-Maekar, no sé si entiendes la gravedad de lo que has hecho -con brusquedad -No sé si eres conocedor de la situación en la que pronto estará sumido -sino lo está casi ya -el reino. Tu padre se esfuerza para mantener a nuestros enemigos a raya, y a ti no se te ocurre nada mejor que escaparte de casa y darle carne fresca a ese descerebrado de Daemon Fuegoscuro -el fuego aún danzaba en su mirada -Maekar, este mundo puede prescindir de bastardos como yo, pero siempre tiene que haber Targaryen que estén dispuestos a mantener el orden y la paz, y procurar ser los mejores.

Suavizó su tono, pues su hermana no tardaría en reprochárselo y miró a su sobrino con una mezcla de cansancio y decepción:
-Ahora dime, sin intención de atosigarte más ¿qué haces aquí?