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El Faro ilumina el camino del León
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El Faro ilumina el camino del León
Lo primero en aparecer fue la luz, anaranjada, distante en la noche que cubría el Mar del Ocaso. El ruido del agua chocando contra la proa del barco, así como a babor y estribor, era incesante, y era casi lo único que se oía en la oscuridad casi absoluta. El caballero salió a cubierta, vestido con ropas de tela de gran calidad, y caminó hasta la proa al ver el resplandor a lo lejos. Se sujetó de la proa fuertemente con la mano derecha y se paró al borde del navío, mirando con los ojos entrecerrados, intentando ver lo que por tantos años había ansiado ver. La sonrisa ya casi había aflorado en sus labios.
Lo segundo que vio fue aquella estructura tan reconocida en todo Poniente y Essos. El Faro, castillo de los Hightower de Antigua, era incluso más alto que el muro. Desde pequeño, el heredero de Castamere había querido ver el legendario Faro, subir a la cima, y ver al mundo a sus pies... pero esas anhelaciones quedaron aplastadas bajo el puño cubierto de hierro de Lord Skar. Ya de adulto, su única aspiración a ver el Faro era la posibilidad de asediar Antigua al saber de la rebelión de Fuegoscuro y el Dominio. El Faro seguía surgiendo del oscuro horizonte, al punto de parecer interminable, y pronto se visualizó más luz, pero ésta del pueblo y de la Ciudadela.
Finalmente vio las murallas de la ciudad, coronadas por las cúpulas y altas torres de la Ciudadela, hogar de los maestres; la Garra Roja sonrió al ver el paisaje, y entonces se dio cuenta de que amanecía. La luz anaranjada salía tanto de las numerosas antorchas de la ciudad como del Faro y del horizonte mismo, precediendo al sol. Pronto, los somnolientos miembros de la tripulación de la Borracha Braavosi aparecieron en la cubierta y comenzaron a prepararse para la llegada al puerto de Antigua. No pasó mucho antes de que Robb estuviera bajando del barco, despidiéndose del capitán y llevándose sus pertenencias.
Pidió indicaciones a un ciudadano para encontrar un establo, y allí alquiló un caballo, el cual lo llevó hasta el Faro. Una vez en la puerta, sólo le hizo falta anunciarse para que lo dejaran pasar; por lo visto, Lord Hightower había avisado a los guardias de su llegada. Entró al castillo y desde el patio miró hacia arriba, al Faro. Desde ese ángulo, tan sólo a unos metros de él, no llegaba a ver la cima, pero se veía algo del fuego. Permaneció observando el castillo en su totalidad, mirando el Faro de Hightower con admiración, y deseó que ese fuera su castillo. Esperó así en el patio a que Lord Hightower lo recibiera.
Lo segundo que vio fue aquella estructura tan reconocida en todo Poniente y Essos. El Faro, castillo de los Hightower de Antigua, era incluso más alto que el muro. Desde pequeño, el heredero de Castamere había querido ver el legendario Faro, subir a la cima, y ver al mundo a sus pies... pero esas anhelaciones quedaron aplastadas bajo el puño cubierto de hierro de Lord Skar. Ya de adulto, su única aspiración a ver el Faro era la posibilidad de asediar Antigua al saber de la rebelión de Fuegoscuro y el Dominio. El Faro seguía surgiendo del oscuro horizonte, al punto de parecer interminable, y pronto se visualizó más luz, pero ésta del pueblo y de la Ciudadela.
Finalmente vio las murallas de la ciudad, coronadas por las cúpulas y altas torres de la Ciudadela, hogar de los maestres; la Garra Roja sonrió al ver el paisaje, y entonces se dio cuenta de que amanecía. La luz anaranjada salía tanto de las numerosas antorchas de la ciudad como del Faro y del horizonte mismo, precediendo al sol. Pronto, los somnolientos miembros de la tripulación de la Borracha Braavosi aparecieron en la cubierta y comenzaron a prepararse para la llegada al puerto de Antigua. No pasó mucho antes de que Robb estuviera bajando del barco, despidiéndose del capitán y llevándose sus pertenencias.
Pidió indicaciones a un ciudadano para encontrar un establo, y allí alquiló un caballo, el cual lo llevó hasta el Faro. Una vez en la puerta, sólo le hizo falta anunciarse para que lo dejaran pasar; por lo visto, Lord Hightower había avisado a los guardias de su llegada. Entró al castillo y desde el patio miró hacia arriba, al Faro. Desde ese ángulo, tan sólo a unos metros de él, no llegaba a ver la cima, pero se veía algo del fuego. Permaneció observando el castillo en su totalidad, mirando el Faro de Hightower con admiración, y deseó que ese fuera su castillo. Esperó así en el patio a que Lord Hightower lo recibiera.
Robb Reyne- Casa vasalla
Re: El Faro ilumina el camino del León
Hacía algunos días que había entrado en contacto con los Reyne de Castamere. El interés que había demostrado Lord Skar Reyne en los productos de Antigua había sido prometedor y, en consecuencia, había pedido a su hijo, Ser Robb Reyne, que me escribiera una misiva para avisarme que vendría a mi ciudad a establecer los tratados para una nueva ruta comercial. Por supuesto que yo había estado encantado y me había hecho un espacio en la agenda para recibir al joven caballero aún cuando los asuntos de la tensión político y social del Dominio estaban en su auge. Era siempre bienvenido hacer tratos comerciales, más cuando la escacez de recursos se volvía tan alarmante. Pero las ciudades como Antigua florecían en el comercio y más si producían materias primas tales como las carnes y los pescados.
Según me habían informado, la embarcación de Ser Robb llegaría ésta noche, por lo que había realizado todas mis tareas, que actualmente habían aumentado en cantidad y dedicación, y me había preparado todo como para darle una buena impresión al visitante. Yo no era de preocuparme mucho por las apariencias, pero cuando se trataba del comercio y de relaciones entre las casas era regla ser hospitalario. Así que allí estaba, bajando las escaleras de mi fortaleza con un papel entre mis manos que indicaba los registros de la cantidad de barcos que ingresaban y salían de mis puertos. Pronto debería hacer un bloqueo marítimo y registrar todos los barcos que entraban y salían de él para no llevarme sorpresas con el tiempo.
Un heraldo hizo sonar su trompeta en las afueras del palacio y pensé que nadie podía ser tan estúpido. En vez de anunciar la llegada de Ser Robb deberían haberlo dejado entrar al Faro y atenderlo como correspondía. Me heché heché la capa gris a un lado para caminar directo hacia el patio del Castillo, dándole la orden al Maestre Marteras que subiera hasta mi Estudio y preparara los papeles más importantes para la firma del tratado. A Evrett, el feo pero infinitamente capaz castellano de Antigua y del Faro, le pedí que avisara a las cocinas que el invitado había llegado y que le prepararan una de las habitaciones de los huéspedes importantes.
Aún así, yo sabía que no todos los huéspedes tenían los mismos gustos. Yo no era de cenar en los grandes salones ni en la sala del asiento de Antigua porque me parecía una exageración para que comieran sólo dos personas, por lo que cenaba en mi estudio o, cuando lo hacía con mi esposa, en una de las salas aledañas o secundarias. Como en éste caso no conocía a mi invitado, me dedicaría a conocerlo antes de proponerle cualquier tipo de cena o comodidad. Con éstos pensamientos, salí al patio a través de la Sala del Asiento de Antigua, bajé las escaleras que em conducían hacia el mismo y los guardias apostados allí se pusieron en firme. Miré el centro justo del empedrado y me encontré con un hombre joven con un caballo a su lado y que no traía escolta. Me llamó la atención ése detalle en particular.
Le sonreí afablemente y le hice una leve reverencia con mi cabeza. "Debo suponer que sois Ser Robb Reyne la Garra Roja? un placer conocer a otro hombre de la noble profesión de la caballería!" exclamé de buen humor. Los caballeros teníamos famas propias y, yo por lo menos, solía acordarme los mottes bien colocados de las personalidades destacadas dentro de la profesión. Posr supuesto que sabía que muchos caballeros no merecían el honor de ostentar el título de Ser, pero no creía que estuviera frente a uno. "Me sorprende que no haya traído escolta Ser Robb, aquí está entre amigos, pero igualmente, los tiempos que corren no son como para andar solo por Poniente por más buen caballero que uno sea..." dije escuetamente, pero con una media sonrisa en el rostro.
Señalé hacia la entrada al Faro, ofreciéndole entrar. "Por favor, no sé si está cansado por el viaje, pero a mí me parecen de verdad tediosas las travesías por barco, así que pasad, estaba por disponerme a cenar, aunque, si así lo desea puede ir a vuestras habitaciones y asearse. Podemos dejar la charla y la cena para otro momento." aseguré sinceramente, tanteando el terreno por el cual el caballero de Castamere andaba.
Según me habían informado, la embarcación de Ser Robb llegaría ésta noche, por lo que había realizado todas mis tareas, que actualmente habían aumentado en cantidad y dedicación, y me había preparado todo como para darle una buena impresión al visitante. Yo no era de preocuparme mucho por las apariencias, pero cuando se trataba del comercio y de relaciones entre las casas era regla ser hospitalario. Así que allí estaba, bajando las escaleras de mi fortaleza con un papel entre mis manos que indicaba los registros de la cantidad de barcos que ingresaban y salían de mis puertos. Pronto debería hacer un bloqueo marítimo y registrar todos los barcos que entraban y salían de él para no llevarme sorpresas con el tiempo.
Un heraldo hizo sonar su trompeta en las afueras del palacio y pensé que nadie podía ser tan estúpido. En vez de anunciar la llegada de Ser Robb deberían haberlo dejado entrar al Faro y atenderlo como correspondía. Me heché heché la capa gris a un lado para caminar directo hacia el patio del Castillo, dándole la orden al Maestre Marteras que subiera hasta mi Estudio y preparara los papeles más importantes para la firma del tratado. A Evrett, el feo pero infinitamente capaz castellano de Antigua y del Faro, le pedí que avisara a las cocinas que el invitado había llegado y que le prepararan una de las habitaciones de los huéspedes importantes.
Aún así, yo sabía que no todos los huéspedes tenían los mismos gustos. Yo no era de cenar en los grandes salones ni en la sala del asiento de Antigua porque me parecía una exageración para que comieran sólo dos personas, por lo que cenaba en mi estudio o, cuando lo hacía con mi esposa, en una de las salas aledañas o secundarias. Como en éste caso no conocía a mi invitado, me dedicaría a conocerlo antes de proponerle cualquier tipo de cena o comodidad. Con éstos pensamientos, salí al patio a través de la Sala del Asiento de Antigua, bajé las escaleras que em conducían hacia el mismo y los guardias apostados allí se pusieron en firme. Miré el centro justo del empedrado y me encontré con un hombre joven con un caballo a su lado y que no traía escolta. Me llamó la atención ése detalle en particular.
Le sonreí afablemente y le hice una leve reverencia con mi cabeza. "Debo suponer que sois Ser Robb Reyne la Garra Roja? un placer conocer a otro hombre de la noble profesión de la caballería!" exclamé de buen humor. Los caballeros teníamos famas propias y, yo por lo menos, solía acordarme los mottes bien colocados de las personalidades destacadas dentro de la profesión. Posr supuesto que sabía que muchos caballeros no merecían el honor de ostentar el título de Ser, pero no creía que estuviera frente a uno. "Me sorprende que no haya traído escolta Ser Robb, aquí está entre amigos, pero igualmente, los tiempos que corren no son como para andar solo por Poniente por más buen caballero que uno sea..." dije escuetamente, pero con una media sonrisa en el rostro.
Señalé hacia la entrada al Faro, ofreciéndole entrar. "Por favor, no sé si está cansado por el viaje, pero a mí me parecen de verdad tediosas las travesías por barco, así que pasad, estaba por disponerme a cenar, aunque, si así lo desea puede ir a vuestras habitaciones y asearse. Podemos dejar la charla y la cena para otro momento." aseguré sinceramente, tanteando el terreno por el cual el caballero de Castamere andaba.
Svenar Hightower
Re: El Faro ilumina el camino del León
El gran castillo de Antigua era merecedor de la fama que tenía en todo Poniente. Los soldados, ataviados con armaduras y ropas grises, llevaban los colores de la Casa Hightower y se veían fieros, sus espadas relucientes y bien cuidadas. Casi todos eran hombres de alrededor de treinta años, lo cual daba pie a la suposición de que eran curtidos y tenían temerarias habilidades de combate. Pero, ¿sería Lord Hightower tan temerario y majestuoso como esos soldados? Lo último que quería ver Robb era a un Lord escuálido y bajo, o con sobrepeso. Sería una gran decepción que Lord Svenar Hightower fuera un debilucho que no fuera digno ni de ser un bastardo.
Por suerte para Robb, no era así. Lord Hightower era alto, se veía poderoso y noble (después de todo, lo era), y además era hasta apuesto. Sonrió a Robb, inspirando confianza en el primer encuentro entre aquellos dos individuos. Por alguna razón, Robb se sintió cómodo en aquel lugar, como si estuviese completamente fuera de peligro. Le respondió con una reverencia más profunda, aquella que el Señor de Antigua merecía, y con una pequeña sonrisa en el rostro respondió a su anfitrión:
-Suponéis bien, mi Lord. Decís que es un placer conocerme a mí, pero es en verdad un honor y un privilegio encontrar buen recibimiento en vuestro majestuoso castillo, así como tener la oportunidad de hablar con vos-dijo mientras paseaba su mirada por aquel lugar una vez más, y al final volvía a mirar a Lord Svenar-. La verdad es que es más de mi agrado viajar solo, aún cuando conlleva algún riesgo. De todos modos, el viaje desde Castamere hasta Lannisport es muy corto, y el capitán del barco es amigo mío desde hace años. Y si vos quisieras tomarme prisionero, unos soldados no harían ninguna diferencia, excepto que ellos quedarían cautivos también, o más probablemente, muertos. Y no es mi estilo sacrificar a mis amigos y soldados en vano. Aunque por suerte, como habéis dico, estamos entre amigos.
-En verdad no me incomodan los viajes marítimos, y no quiero retrasar vuestra cena si estáis hambriento, pero el viaje ha sido de una semana y no me gustaría arruinar vuestra comida con mi olor a pies de campesino, así que aceptaré vuestra oferta, muchas gracias-respondió ante las últimas palabras de Lord Svenar Hightower. Parecía un hombre simpático y de buena fe, que evidentemente buscaba la comodidad del caballero, quien en su mente agradecía al buen Lord.
Fue guiado dentro del Faro, y Robb casi sentía que ya podía morir en paz. Subieron unos pisos hasta llegar a las habitaciones de Robb, donde unos criados le llevaron la tina llena de agua caliente y ropas limpias, mientras otro se llevaba las suyas con los colores de su Casa para lavárselas. Robb les agradeció con una ligera sonrisa y se aseó bien, pero lo más velozmente que pudo. Finalmente salió y le ofrecieron una toalla con la que se secó a si mismo, y luego aceptó las ropas que le ofrecieron. Se colocó una túnica roja con una camisa gris de seda debajo, los colores de su casa, con las cuales se sentía cómodo y fresco para comer. Se colocó unos calzones también grises y pidió a los criados que lo llevaran ante Lord Hightower.
-Bien, Lord Hightower, ahora que me encuentro limpio y hambriento, creo que tenemos que encargarnos de ciertos asuntos-dijo una vez que llegaron al lugar donde Lord Svenar Hightower se encontraba esperando a Robb, sentado en una mesa en una habitación bien iluminada por antorchas. Robb se sentó tras la invitación de Lord Svenar y observó la habitación, no muy grande y acogedora.
Por suerte para Robb, no era así. Lord Hightower era alto, se veía poderoso y noble (después de todo, lo era), y además era hasta apuesto. Sonrió a Robb, inspirando confianza en el primer encuentro entre aquellos dos individuos. Por alguna razón, Robb se sintió cómodo en aquel lugar, como si estuviese completamente fuera de peligro. Le respondió con una reverencia más profunda, aquella que el Señor de Antigua merecía, y con una pequeña sonrisa en el rostro respondió a su anfitrión:
-Suponéis bien, mi Lord. Decís que es un placer conocerme a mí, pero es en verdad un honor y un privilegio encontrar buen recibimiento en vuestro majestuoso castillo, así como tener la oportunidad de hablar con vos-dijo mientras paseaba su mirada por aquel lugar una vez más, y al final volvía a mirar a Lord Svenar-. La verdad es que es más de mi agrado viajar solo, aún cuando conlleva algún riesgo. De todos modos, el viaje desde Castamere hasta Lannisport es muy corto, y el capitán del barco es amigo mío desde hace años. Y si vos quisieras tomarme prisionero, unos soldados no harían ninguna diferencia, excepto que ellos quedarían cautivos también, o más probablemente, muertos. Y no es mi estilo sacrificar a mis amigos y soldados en vano. Aunque por suerte, como habéis dico, estamos entre amigos.
-En verdad no me incomodan los viajes marítimos, y no quiero retrasar vuestra cena si estáis hambriento, pero el viaje ha sido de una semana y no me gustaría arruinar vuestra comida con mi olor a pies de campesino, así que aceptaré vuestra oferta, muchas gracias-respondió ante las últimas palabras de Lord Svenar Hightower. Parecía un hombre simpático y de buena fe, que evidentemente buscaba la comodidad del caballero, quien en su mente agradecía al buen Lord.
Fue guiado dentro del Faro, y Robb casi sentía que ya podía morir en paz. Subieron unos pisos hasta llegar a las habitaciones de Robb, donde unos criados le llevaron la tina llena de agua caliente y ropas limpias, mientras otro se llevaba las suyas con los colores de su Casa para lavárselas. Robb les agradeció con una ligera sonrisa y se aseó bien, pero lo más velozmente que pudo. Finalmente salió y le ofrecieron una toalla con la que se secó a si mismo, y luego aceptó las ropas que le ofrecieron. Se colocó una túnica roja con una camisa gris de seda debajo, los colores de su casa, con las cuales se sentía cómodo y fresco para comer. Se colocó unos calzones también grises y pidió a los criados que lo llevaran ante Lord Hightower.
-Bien, Lord Hightower, ahora que me encuentro limpio y hambriento, creo que tenemos que encargarnos de ciertos asuntos-dijo una vez que llegaron al lugar donde Lord Svenar Hightower se encontraba esperando a Robb, sentado en una mesa en una habitación bien iluminada por antorchas. Robb se sentó tras la invitación de Lord Svenar y observó la habitación, no muy grande y acogedora.
Robb Reyne- Casa vasalla
Re: El Faro ilumina el camino del León
Por suerte para mí y para el porvenir de la noche, el caballero de Castamere era simpático y educado, lo que respondí con una inclinación de cabeza y palabras de reconocimiento. Por supuesto, su razonamiento acerca de como viajar y escoltarse no podía ser más preciso. Al fin y al cabo, en Antigua no había habido jamás durante mi Señorío un arresto de algún Señor, ya sea aliado mío o enemigo, rival o como fuera. En éste caso, no deseaba ningún mal a los Occidentales... sobre todo porque Tybolt Lannister era un amigo mío de hacía años. Luego de eso, caminamos hacia la entrada del Faro mientras que un mozo de cuadra tomaba el caballo del caballero y una criada se disponía a seguirlo y recoger sus escasas pertenencias. Como buen caballero, había viajado ligero.
Sonreí ante su muestra de humor. "Por favor, sabía que eso era posible. Mi apuro no es inmediato, aseaos y luego pedid a las criadas que le indiquen el camino a la sala donde cenaremos... no lo haremos en el Gran Salón por una cuestión de comodidad, pero os aseguro que así será mejor..." dije sin más, dejando que lo condujeran rumbo a su habitación para que se cambiara y quitara la mugre del viaje. Por mi cuenta, decidí ir directamente al comedor donde me dispondría a cenar con mi invitado, mi Maestre y mi Capitán de la Guardia, que eran dos de mis hombres de más confianza en todo el Dominio. Con los tiempos que corrían, había puesto todos los arqueros de la casa Hightower y 1500 hombres de armas vigilando día y noche en turnos intercalados la ciudad y sus fronteras. Había cerrado los límites marítimos con todas las embarcaciones mías y de mis banderizos... aproximadamente 66 barcos que registraban minuciosamente cualquier nave, sin excepción, que ingresara a Antigua para evitar sorpresas desagradables. Por supuesto, mis banderizos habían sido levantados en armas para evitar que Garlan Tyrell hiciera cualquier movimiento contra la Costa Occidental del Dominio, aunque no había conflicto bélico declarado.
Pero ahora no era momento de pensar en eso... sólo recordé dicha situación debido a la cantidad de guardias que había en los pasillos del Castillo, incluyendo los presentes en las puertas del comedor. Allí estaban el Maestre y el Caballero, con quienes intercambié palabras amables y alguna broma y nos dispusimos a esperar a Ser Robb. La chimenea crepitaba y los platos que se fueron sirviendo tenían excelente aspecto. Jabalí asado y especiado, verduras hervidas y fuertemente condimentadas, aves sazonadas y abundante vino y cerveza. No escatimaría en gastos con un invitado, aunque sabía que lo que sobrara se lo comerían los sirvientes o yo mismo llegado el caso.
Mientras que se servía la cena, llegó justo a tiempo mi invitado, a quien invité a sentarse de inmediato. "Me alegro que esté tanto limpio como hambriento Ser, espero no le moleste la presencia de dos de mis hombres de confianza y amigos de la familia, Ser Robben Olrych y el Maestre Marteras." Ser Robben apenas si sonrió e inclinó la cabeza pelada levemente y dio su formal saludo, contrastando con las amables palabras del más culto Maestre que se interesó por la casa Reyne, su Señor y sus tierras. Señalé la comida y nos dispusimos a cenar. "Tiene toda la razón Ser Robb, tenemos asuntos muy importantes que atender. Entiendo que vuestro padre, Lord Skar, tiene interés en realizar una ruta comercial entre Antigua y Castamere... cosa que yo veo de extremo interés tambien..." aseguré sinceramente. Estaba completamente seguro de que una alianza comercial sería muy beneficiosa para ambas partes. Yo estaba sentado en una de las cabeceras de la mesa mientras que, como invitado de honor, Ser Robb estaba sentado en la otra, el Maestre a mi izquierda y Ser Robben a mi derecha en la mesa rectangular. "Lo que no me dijo por cuervo es en qué productos de Antigua está interesado comerciar Vuestro Señor padre... si me pudiera esclarecer ése asunto el tratado se daría mucho más rápido..." sugerí sin mucha pompa. No era momento para andarse con rodeos. Tragué un pedazo de jabalí y tomé vino mientras que el Maestre se disponía a preguntarle al joven caballero si ésa era su primera visita a Antigua.
Sonreí ante su muestra de humor. "Por favor, sabía que eso era posible. Mi apuro no es inmediato, aseaos y luego pedid a las criadas que le indiquen el camino a la sala donde cenaremos... no lo haremos en el Gran Salón por una cuestión de comodidad, pero os aseguro que así será mejor..." dije sin más, dejando que lo condujeran rumbo a su habitación para que se cambiara y quitara la mugre del viaje. Por mi cuenta, decidí ir directamente al comedor donde me dispondría a cenar con mi invitado, mi Maestre y mi Capitán de la Guardia, que eran dos de mis hombres de más confianza en todo el Dominio. Con los tiempos que corrían, había puesto todos los arqueros de la casa Hightower y 1500 hombres de armas vigilando día y noche en turnos intercalados la ciudad y sus fronteras. Había cerrado los límites marítimos con todas las embarcaciones mías y de mis banderizos... aproximadamente 66 barcos que registraban minuciosamente cualquier nave, sin excepción, que ingresara a Antigua para evitar sorpresas desagradables. Por supuesto, mis banderizos habían sido levantados en armas para evitar que Garlan Tyrell hiciera cualquier movimiento contra la Costa Occidental del Dominio, aunque no había conflicto bélico declarado.
Pero ahora no era momento de pensar en eso... sólo recordé dicha situación debido a la cantidad de guardias que había en los pasillos del Castillo, incluyendo los presentes en las puertas del comedor. Allí estaban el Maestre y el Caballero, con quienes intercambié palabras amables y alguna broma y nos dispusimos a esperar a Ser Robb. La chimenea crepitaba y los platos que se fueron sirviendo tenían excelente aspecto. Jabalí asado y especiado, verduras hervidas y fuertemente condimentadas, aves sazonadas y abundante vino y cerveza. No escatimaría en gastos con un invitado, aunque sabía que lo que sobrara se lo comerían los sirvientes o yo mismo llegado el caso.
Mientras que se servía la cena, llegó justo a tiempo mi invitado, a quien invité a sentarse de inmediato. "Me alegro que esté tanto limpio como hambriento Ser, espero no le moleste la presencia de dos de mis hombres de confianza y amigos de la familia, Ser Robben Olrych y el Maestre Marteras." Ser Robben apenas si sonrió e inclinó la cabeza pelada levemente y dio su formal saludo, contrastando con las amables palabras del más culto Maestre que se interesó por la casa Reyne, su Señor y sus tierras. Señalé la comida y nos dispusimos a cenar. "Tiene toda la razón Ser Robb, tenemos asuntos muy importantes que atender. Entiendo que vuestro padre, Lord Skar, tiene interés en realizar una ruta comercial entre Antigua y Castamere... cosa que yo veo de extremo interés tambien..." aseguré sinceramente. Estaba completamente seguro de que una alianza comercial sería muy beneficiosa para ambas partes. Yo estaba sentado en una de las cabeceras de la mesa mientras que, como invitado de honor, Ser Robb estaba sentado en la otra, el Maestre a mi izquierda y Ser Robben a mi derecha en la mesa rectangular. "Lo que no me dijo por cuervo es en qué productos de Antigua está interesado comerciar Vuestro Señor padre... si me pudiera esclarecer ése asunto el tratado se daría mucho más rápido..." sugerí sin mucha pompa. No era momento para andarse con rodeos. Tragué un pedazo de jabalí y tomé vino mientras que el Maestre se disponía a preguntarle al joven caballero si ésa era su primera visita a Antigua.
Svenar Hightower
Re: El Faro ilumina el camino del León
El Faro rebosaba majestuosidad. Era un castillo de proporciones sin igual, bien cuidado, realmente hermoso y con pasillos espaciosos para caminar tranquilamente. Pero éstos ya habían quedado atrás del sendero de Robb, quien frente a Lord Svenar Hightower. La comida olía y se veía tan deliciosa que Robb se descubrió a si mismo mirándola y relamiéndose los labios. Observó y analizó a los acompañantes de Lord Hightower, uno era calvo y serio, y el maestre, en cambio, teía un rostro más afable y los ojos cargados de experiencia, conocimientos y comprensión. Robb saludó a ambos con amables palabras e inclinaciones de cabeza. Respondió con una sonrisa y educación al maestre sobre la situación de Lord Skar y de Castamere.
-Por supuesto que no me molesta la presencia de vuestros hombres-respondió el caballero-Bueno, exceptuando que ahora no podré atravesarte el corazón con mi cuchillo. Pero ya tendré otra oportunidad-bromeó, poniendo exagerada expresión de pesar. Él era así, educado pero siempre manteniendo el buen humor.
Se sirvió la comida a ambos nobles, y Robb pronto se vio masticando un buen trozo de pierna de jabalí. Escuchó las palabras de Lord Svenar mientras comía, saboreando cada trozo de la excelente carne de Antigua. Si en verdad era humano, hasta Skar se sorprendería del sabor de aquella carne. Tomó unos tragos largos de cerveza y continuó con la carne, mientras oía las palabras de Lord Svenar. Volvió a tomar un trago de cerveza para pasar la comida y hablar con más comodidad, respiró hondo, se limpió las manos en su servilleta. Luego carraspeó y tomó la palabra, mirando a los ojos de su anfitrión.
-Por supuesto, por supuesto. Siento no haber aclarado eso, mi Lord. Lord Reyne desea exportar carne y pescado de Antigua. Se dice que el ganado es excelente aquí, y lo estoy comprobando. Esta carne está tan buena que dudo que quede algo para exportar-añadió señalando el jabalí con el cuchillo y alzando una ceja-Así es, Maestre Marteras. Aunque desde pequeño he anhelado venir, nunca tuve la oportunidad. Hasta hoy, claro-se volvió hacia el Lord-. Ese es mi pie para proponer un brindis por Lord Hightower y su inminente unión comercial entre Castamere y Antigua. ¡Por la prosperidad!-dijo el caballero alzando su cuerno de cerveza con una sonrisa confianzuda en el rostro.
-En cambio por vuestra carne y pescado-continuó Robb, luego de terminarse el trozo de jabalí, servirse verduras y pato asado, comenzarlo y tomar más cerveza-, Lord Reyne puede aportaros grandes cantidades de oro sin labrar, para que vuestros más habilidosos herreros trabajen como vos gustéis. Las minas abundan sobremanera en Castamere, y la Casa Reyne es famosa más que nada por la cantidad de oro que posee... ¿Sabíais que la Casa de mi padre es actualmente la segunda más rica de Occidente? Después de la Casa Farman, claro... aunque Lady Farman es prima de mi padre y Reyne de nacimiento, así que técnicamente nos encontramos también en el primer puesto...-Robb continuó comiendo mientras miraba al plato para trocear la carne y luego a su anfitrión. Bebió más cerveza.
-Por supuesto que no me molesta la presencia de vuestros hombres-respondió el caballero-Bueno, exceptuando que ahora no podré atravesarte el corazón con mi cuchillo. Pero ya tendré otra oportunidad-bromeó, poniendo exagerada expresión de pesar. Él era así, educado pero siempre manteniendo el buen humor.
Se sirvió la comida a ambos nobles, y Robb pronto se vio masticando un buen trozo de pierna de jabalí. Escuchó las palabras de Lord Svenar mientras comía, saboreando cada trozo de la excelente carne de Antigua. Si en verdad era humano, hasta Skar se sorprendería del sabor de aquella carne. Tomó unos tragos largos de cerveza y continuó con la carne, mientras oía las palabras de Lord Svenar. Volvió a tomar un trago de cerveza para pasar la comida y hablar con más comodidad, respiró hondo, se limpió las manos en su servilleta. Luego carraspeó y tomó la palabra, mirando a los ojos de su anfitrión.
-Por supuesto, por supuesto. Siento no haber aclarado eso, mi Lord. Lord Reyne desea exportar carne y pescado de Antigua. Se dice que el ganado es excelente aquí, y lo estoy comprobando. Esta carne está tan buena que dudo que quede algo para exportar-añadió señalando el jabalí con el cuchillo y alzando una ceja-Así es, Maestre Marteras. Aunque desde pequeño he anhelado venir, nunca tuve la oportunidad. Hasta hoy, claro-se volvió hacia el Lord-. Ese es mi pie para proponer un brindis por Lord Hightower y su inminente unión comercial entre Castamere y Antigua. ¡Por la prosperidad!-dijo el caballero alzando su cuerno de cerveza con una sonrisa confianzuda en el rostro.
-En cambio por vuestra carne y pescado-continuó Robb, luego de terminarse el trozo de jabalí, servirse verduras y pato asado, comenzarlo y tomar más cerveza-, Lord Reyne puede aportaros grandes cantidades de oro sin labrar, para que vuestros más habilidosos herreros trabajen como vos gustéis. Las minas abundan sobremanera en Castamere, y la Casa Reyne es famosa más que nada por la cantidad de oro que posee... ¿Sabíais que la Casa de mi padre es actualmente la segunda más rica de Occidente? Después de la Casa Farman, claro... aunque Lady Farman es prima de mi padre y Reyne de nacimiento, así que técnicamente nos encontramos también en el primer puesto...-Robb continuó comiendo mientras miraba al plato para trocear la carne y luego a su anfitrión. Bebió más cerveza.
Última edición por Robb Reyne el Vie Mar 08, 2013 8:35 am, editado 2 veces
Robb Reyne- Casa vasalla
Re: El Faro ilumina el camino del León
Lo bueno de Ser Robb era que, notablemente, gozaba de tener un muy desarrollado buen humor. Obviamente, se decía que mientras más bienhumorada era una persona, peor era su ira en caso de desarrollarse, por lo que no querría encontrarme frente a frente con un Ser Robb Reyne enojado... no creía que le dijeran la "Garra Roja" por nada. Por suerte, no éra éste el caso y podía ver la cara más afable del vástago de Skar Reyne. Sonreí ante su comentario jocoso, junto con el maestre y una leve risa de Ser Robben, queestaba muy concentrado deborando una pata de ciervo. Comí con ganas y tranquilidad. Mi invitado había superado mis espactativas, siendo un hombre regio pero no estirado.
Escuché las palabras del caballero con respecto a lo que se pretendía intercambiar entre Antigua y Castamere... era de verdad una excelente noticia que estuvieran tan interesados en las carnes y los pescados de la Ciudad de los Hightower... "Intentamos que nuestras carnes sean las mejores del Dominio... yo no soy un adulador, pero hasta yo mismo me doy cuenta que la calidad de las mismas son muy buenas." dije, comiendo más verdura antes que se enfriara. Lo miré y alzé la copa sonriente junto con mis acompañantes. "Por la prosperidad!... y por favor Ser Robb, debería venir mas seguido a Antigua si tanto ha anhelado visitarla... obviamente que ahora son malos tiempos, pero quizás en un futuro." propuse, claramente refiriéndome a los difíciles tiempos que nos tocaban vivir.
Escuché su propuesta y asentí, el oro de los Reyne serviría para fundirlo y producir diferentes recursos para aumentar la fortuna, incluyendo la inyección de dinero en forma de dragones de oro a la casa Hightower. "Me parece excelente... creo que será mejor venderos por decimos de arroba (algo así como 1,5 kilos) tanto la carne como los pescados. Una vez tasados, me pagará el peso del producto en oro. Será justo para ambas partes y ambos obtenemos lo que deseamos..." exclamé de forma escueta. Una vez zanjado ése tema, se dispuso a hablar de la riqueza de su casa y la de sus familiares. "Si, escuché un dicho que decía que en Occidente la mitad de sus nobles eran parientes entre ellos... no sé que pensar de éso..." dije en broma, riendo ligeramente.
La cena concluyó en armonía y las criadas y criados se llevaron los platos y trajeron el postre que consistía en manzanas asadas y pasteles de distintos tipos. Le hice una ceña al Maestre Marteras, quien asintió y trajo de la antecámara los tratados que debían ser completados y firmados. Yo hice lo propio con el mío y el Maestre le tendió uno de los documentos a Ser Robb para que lo leyera, lo firmara y lo sellara. "Esperemos que ésto de inicio a una larga y prometedora relación de comercio, Ser." exclamé, sacándo un pastel de la bandeja.
Escuché las palabras del caballero con respecto a lo que se pretendía intercambiar entre Antigua y Castamere... era de verdad una excelente noticia que estuvieran tan interesados en las carnes y los pescados de la Ciudad de los Hightower... "Intentamos que nuestras carnes sean las mejores del Dominio... yo no soy un adulador, pero hasta yo mismo me doy cuenta que la calidad de las mismas son muy buenas." dije, comiendo más verdura antes que se enfriara. Lo miré y alzé la copa sonriente junto con mis acompañantes. "Por la prosperidad!... y por favor Ser Robb, debería venir mas seguido a Antigua si tanto ha anhelado visitarla... obviamente que ahora son malos tiempos, pero quizás en un futuro." propuse, claramente refiriéndome a los difíciles tiempos que nos tocaban vivir.
Escuché su propuesta y asentí, el oro de los Reyne serviría para fundirlo y producir diferentes recursos para aumentar la fortuna, incluyendo la inyección de dinero en forma de dragones de oro a la casa Hightower. "Me parece excelente... creo que será mejor venderos por decimos de arroba (algo así como 1,5 kilos) tanto la carne como los pescados. Una vez tasados, me pagará el peso del producto en oro. Será justo para ambas partes y ambos obtenemos lo que deseamos..." exclamé de forma escueta. Una vez zanjado ése tema, se dispuso a hablar de la riqueza de su casa y la de sus familiares. "Si, escuché un dicho que decía que en Occidente la mitad de sus nobles eran parientes entre ellos... no sé que pensar de éso..." dije en broma, riendo ligeramente.
La cena concluyó en armonía y las criadas y criados se llevaron los platos y trajeron el postre que consistía en manzanas asadas y pasteles de distintos tipos. Le hice una ceña al Maestre Marteras, quien asintió y trajo de la antecámara los tratados que debían ser completados y firmados. Yo hice lo propio con el mío y el Maestre le tendió uno de los documentos a Ser Robb para que lo leyera, lo firmara y lo sellara. "Esperemos que ésto de inicio a una larga y prometedora relación de comercio, Ser." exclamé, sacándo un pastel de la bandeja.
Svenar Hightower
Re: El Faro ilumina el camino del León
Mientras hablaba, Robb no paraba de comer. No hubo un instante en que su tenedor no tuviera un trozo de carne o de verdura ensartado en sus cuatro puntas, devorando todo como si no hubiese mañana. En Castamere, algunos de los guardias decían que lo que el resto de su familia no comía, pues comían lo suficiente para satisfacerse pero no hasta llenarse por completo, lo comía él. Y claro, bebía por toda su familia, multiplicado por dos. Más de una vez se había despertado Robb Reyne por la mañana con un dolor de cabeza de locos y una mujer desnuda al lado, y había costado algo más que un barril de cerveza. Por supuesto, no se iba a contener solo por estar ante un invitado. Comió y comió, sin cesar.
-No me sorprendería que algún lord occidental de una casa menor fuese en verdad un incestuoso. En Poniente no faltan los hijos de mil putas que merecen ser follados y meados por un lagarto-león con polla deforme e infecciones urinarias. No me sorprendería de algunos de ellos que se follasen a sus hermanas o a sus primas. Por supuesto que no hablo de mi familia, pero bien, os explicaré: resulta que Lord Rickard Reyne, mi bisabuelo, tuvo tres hijos, quienes tuvieron un hijo cada uno. Un hombre y dos mujeres... el primero mi padre, Lord Reyne. Una de las mujeres, Ariadne, es la madre de Lord Tybolt Lannister. Fue pupilo de vuestro padre, ¿verdad?-al momento de nombrar a Tybolt, Robb recordó ese detalle. Comió un bocado grande de pato asado y continuó-Auxanne Reyne se casó con Lord Roger Farman, que los Siete lo tengan en su gloria. El resto del árbol genealógico es muy largo, como veréis, como para contároslo ahora. Y, bueno... quizás me haya olvidado un poco. Somos una gran familia feliz y problemática-terminó con una pequeña sonrisa amable, y bebió más cerveza.
-Décimos de arroba... sí, me parece una buena idea.-dijo Robb luego de meditar unos segundos las palabras de Lord Svenar, tomando dos largos tragos de cerveza, y asentir lentamente con los ojos cerrados, sintiendo como la bebida bajaba por su garganta.-Espero que a mi padre le guste el trato, que sino, me odia por el resto de la eternidad. Pero es un hombre racional; no se quejará.
Pronto, las criadas trajeron bandejas con manzanas asadas cuyo olor volvía a vaciar el estómago de Robb. En otras bandejas llevaban pasteles de diferentes sabores. Robb no pudo evitar tomar uno de limón, agradecer a los Siete en su mente por tan suculenta cena, y morder un bocado grande de aquel manjar. El pastel de limón era su favorito, por mucho.
-No lo dudo, Lord Svenar. He de suponer que no nos tendremos que enfrentar en la inminente guerra, así que no veo porqué debería interrumpirse el comercio, una vez comenzado, claro-Robb leyó el documento que el maestre había llevado y, asintiendo y con el pastelillo aún en la mano izquierda, se dispuso a firmarlo con una pluma y un tintero que el maestre le había otorgado, para luego estampar el sello de la Casa Reyne-Espero que paguéis bien a vuestros cocineros-continuó el caballero mientras masticaba, tragaba y volvía comer otro bocado-, porque en verdad se merecen todo el oro de Occidente.
-No me sorprendería que algún lord occidental de una casa menor fuese en verdad un incestuoso. En Poniente no faltan los hijos de mil putas que merecen ser follados y meados por un lagarto-león con polla deforme e infecciones urinarias. No me sorprendería de algunos de ellos que se follasen a sus hermanas o a sus primas. Por supuesto que no hablo de mi familia, pero bien, os explicaré: resulta que Lord Rickard Reyne, mi bisabuelo, tuvo tres hijos, quienes tuvieron un hijo cada uno. Un hombre y dos mujeres... el primero mi padre, Lord Reyne. Una de las mujeres, Ariadne, es la madre de Lord Tybolt Lannister. Fue pupilo de vuestro padre, ¿verdad?-al momento de nombrar a Tybolt, Robb recordó ese detalle. Comió un bocado grande de pato asado y continuó-Auxanne Reyne se casó con Lord Roger Farman, que los Siete lo tengan en su gloria. El resto del árbol genealógico es muy largo, como veréis, como para contároslo ahora. Y, bueno... quizás me haya olvidado un poco. Somos una gran familia feliz y problemática-terminó con una pequeña sonrisa amable, y bebió más cerveza.
-Décimos de arroba... sí, me parece una buena idea.-dijo Robb luego de meditar unos segundos las palabras de Lord Svenar, tomando dos largos tragos de cerveza, y asentir lentamente con los ojos cerrados, sintiendo como la bebida bajaba por su garganta.-Espero que a mi padre le guste el trato, que sino, me odia por el resto de la eternidad. Pero es un hombre racional; no se quejará.
Pronto, las criadas trajeron bandejas con manzanas asadas cuyo olor volvía a vaciar el estómago de Robb. En otras bandejas llevaban pasteles de diferentes sabores. Robb no pudo evitar tomar uno de limón, agradecer a los Siete en su mente por tan suculenta cena, y morder un bocado grande de aquel manjar. El pastel de limón era su favorito, por mucho.
-No lo dudo, Lord Svenar. He de suponer que no nos tendremos que enfrentar en la inminente guerra, así que no veo porqué debería interrumpirse el comercio, una vez comenzado, claro-Robb leyó el documento que el maestre había llevado y, asintiendo y con el pastelillo aún en la mano izquierda, se dispuso a firmarlo con una pluma y un tintero que el maestre le había otorgado, para luego estampar el sello de la Casa Reyne-Espero que paguéis bien a vuestros cocineros-continuó el caballero mientras masticaba, tragaba y volvía comer otro bocado-, porque en verdad se merecen todo el oro de Occidente.
Robb Reyne- Casa vasalla
Re: El Faro ilumina el camino del León
Era ameno la conversación con alguien que sabía llevarla. En el caso de Ser Robb Reyne, ésto era de ésa forma. Sonreí con sus comentarios acerca de los parentescos entre los Lores de Occidente. Sabía que había muchos de ellos que estaban intrínsicamente relacionados por diferentes lazos de sangre. Obviamente que no caía en la credulidad de los campesinos y las leyendas urbanas de los ciudadanos que decían que en Occidente eran absolutamente todos parientes.... pero debía admitir que era bastante acertada la observación por lo que me contaba el Caballero de Occidente. "Si, por lo visto es una aflicción bastante... natural entre la nobleza seguir los caminos de los Targaryen... a veces más del que nos gustaría. Mis padres eran primos entre ellos, ambos Hightower, pero está claro que no es lo mismo..." afirmé, dándole un cierre al tema de las familias.
Cuando el Maestre Marteras mostró el documento del tratado, Reyne pareció estar conforme y esperaba que su padre también. Se daría cuenta que era un trato más que justo. Levanté mi copa en su honor una vez más y asentí entonces. Una vez estuvo todo listo, me dí cuenta que ésta no sería la última vez que viera al Caballero de Castamere. No creía que fuera mi enemigo a futuro, porque mi casa estaba en más que buenas amistades con los Lannister, y ahora también con los Reyne... pensaba que, de luchar en la guerra que se avecinaba, lucharíamos del mismo bando.
Excusándome con él y con mis hombres, aseguré que era tarde y que debía retirarme para ocuparme de otras cuestiones de la casa. "No se preocupe Ser Reyne, los cocineros están más que bien pagados... además, lo que no os comais vos o yo va directo a su buche" afirmé con seguridad y sarcasmo, dando por terminado el tema y la conversación, deseándole unas buenas noches al caballero.
Cuando el Maestre Marteras mostró el documento del tratado, Reyne pareció estar conforme y esperaba que su padre también. Se daría cuenta que era un trato más que justo. Levanté mi copa en su honor una vez más y asentí entonces. Una vez estuvo todo listo, me dí cuenta que ésta no sería la última vez que viera al Caballero de Castamere. No creía que fuera mi enemigo a futuro, porque mi casa estaba en más que buenas amistades con los Lannister, y ahora también con los Reyne... pensaba que, de luchar en la guerra que se avecinaba, lucharíamos del mismo bando.
Excusándome con él y con mis hombres, aseguré que era tarde y que debía retirarme para ocuparme de otras cuestiones de la casa. "No se preocupe Ser Reyne, los cocineros están más que bien pagados... además, lo que no os comais vos o yo va directo a su buche" afirmé con seguridad y sarcasmo, dando por terminado el tema y la conversación, deseándole unas buenas noches al caballero.
Svenar Hightower
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