De camino al espectáculo (Orson Baratheon)

Era un nuevo día y no menos agitado y divertido que el anterior o que el que vendría. antigua bullía de cosas que hacer y ese día había decidido ir a ver una obra teatra que se interpretaría para los grandes señores que allí se concentraban.

Caminaba con un jubón verde con costuras doradas y unos calzones del mismo colos con una bonitas botas negras, todo digno del Señor del Dominio. A su lado caminaban dos de sus Espadas... Ser Duxton acompañaba a su señora y ya los esperarían en la puerta, se había entretenido con ciertos deberes que no esperaba encontrarse pero lo cierto es que ser el Lord de Altojardín requería un tiempo mínimo al día para sus quehaceres.

Por el castillo la gente iba y venía, mercaderes, soldados, niños que corrían de un lado a otro félices.. no parecía haber tristeza entre aquellos muros, ni pobreza, ni alguien descontento con sus señores. Y con ese sentimiento de felicidad caminaba ligero, como si aquello fuese un peso con el que no tenía que cargar y con el que esperaba no cargar jamás, no querría ver nunca a su pueblo descontento.

Colocó sus guantes de piel curtida en sus manos, tapándolas. De esa forma nadie podría observar que sus nudillos estaban rojos y con marcas de golpes, aquellos que les había lanzado al Lannister en su habitación. Por lo demás sus ropas eran bastante tradicionales con camisa blanca y jubón de color amarillo con le venado en negro a la altura de su pecho, además de unos pantalones de color negro y botas de cuero del mismo color.

Jenna le había dicho donde llevaría a Stefan, a una función de teatro que se daría donde las grandes casas de los burgueses de la ciudad. Así que debería tomar un caballo si quería llegar a tiempo. Se dio prisa en bajar los escalones de la torre donde los Baratheon se habían dispuesto, la más al Sur de todas, con vista al mar de Antigua. Llegó abajo y salió de la torre, encontrando un sol que seguramente convertiría la función en un tiempo de calor que le haría sudar. Pero le había dicho a su hermana y a su sobrino que iría.

Dejó en todo momento a su derecha el gran Faro, la más alta y ancha de las torres que era el símbolo más importante de la ciudad y de los Hightower, y se encaminó hasta el patio en el que todos habían coincidido al comienzo de aquella celebración. Allí se encontraba otra figura, llamativa principalmente por sus colores, el verde y el dorado.

- ¿Esperáis a vuestro caballo Lord Tyrell?- Dio unos pasos hasta él y alzó la mano a un mozo, aquel que sabía se encargaba de Arthémis.

Estaba allí en el patio esperando a Flecha Blanca o más bien al mozo que decía entregárselo, debía ir al otro extremo de la ciudad y llegaba tarde... su mujer debía estar desesperándose, aunque eran ya tantas las ocasiones en las que llegaba tarde que la reprimenda ya le resultaba monótono.

Miraba por encima de los hombros de la gente cuando alguien preguntó incluyendo su nombre y al girarse pudo contemplar a un mozo aparente con un jubón amarillo Baratheon y ropas listas para montar.

Su aire de duda por quién sería se solventó rápidamente con esos ropajes sólo podía ser una persona y una sonrisa afloró en su rostro - Buenos días Ser Orson. - saludó haciendo un leve gesto de cortesía - Efectivamente, y por lo que veo no soy el único. - dijo con una mueca simpática en el rostro y señalando las ropas del Baratheon.

Tenía ganas de mantener una conversación con el Baratheon, de interesarse por como iban las cosas por el Bastión y muchas cosas más pero no tenía tiempo, apenas para unas simples palabras de concordia - ¿A dónde se dirige, Ser? - giraba la mirada para ver si su mozo llegaba pero parecía una misión imposible - Si me lo permite le recomiendo una obra que va a empezar en pocos minutos, yo me dirigía hacia allá. - se contesto a sí mismo sin darle tiempo al joven, si decidía acudir podrían ir juntos, sería un viaje interesante.

- Exactamente a donde he de dirigirme.- Sonriente, tomó las bridas de su caballo Arthémis, al cual regaló una caricia furtiva antes de alzarse sobre el estribo derecho y sentar en la silla.

- Aunque es tarde. No me gustaría importunar a quienes allí estuviesen. Supongo que no llegaremos a tiempo, mi Señor.- Era en ese preciso comentario que dejaba ver que aquello no era el plan perfecto para pasar su mañana, ni mucho menos. Orson no gustaba de lugares donde hubiese gran cantidad de gentes, y por eso mismo en el banquete del primer día fue uno de los primeros en huir de tal reunión. Entendía su papel, y por eso mismo simplemente cumplió con la función de dejar ver al Venado, pero marchó en cuanto pudo. Por eso encerrarse a ver una obra rodeado de gente no era el mejor plan, pero al menos en este caso nadie hablaba, excepto los intérpretes, y aquello era mejor que encontrarse en medio de un mar de conversaciones.

- Si sabéis como llegar preferiría que fueseis vos el que me guiase Lord Tyrell, no conozco Antigua de ninguna forma y me temo que si yo os guiase terminaríamos en alguna sidrería de las islas cercanas.- Palmeó el cuello de Arthémis a la vez que sonreía bajo el sol bajo el que estaba asediada la ciudad.

El joven llegaba con Flecha de Luz mientras Ser Baratheon afirmaba su asistencia a la obra, sería una grata compañía en tan corto trayecto.

Se subió al caballo de un movimiento grácil y digno de todo un señor y con maestría se lanzó una moneda de cobre al chico y se quedó mirando a Ser Orson con predisposición a marcharse con las manos sujetando las riendas - No os preocupeis Ser, estoy seguro de que esperaran a dos hombres de noble cuna como nosotros. - Le guiñó un ojo y agitó las riendas - Sígame. -.

El caballo comenzó a trotar hacia delante sin esperar al Baratheon pero no tardó en cogerle y comenzaron a cabalgar a la par - ¿Es su primera vez en Antigua, Ser? - no lo miraba, sería demasiado osado mirarlo mientras hablaba con su interlocutor, las gentes iban y venían y no quería causar ningún accidente.

- Tampoco pondré mucho impedimento en que empiece la obra, mi señor.- La verdad es que no era un enamorado de las obras teatrales, ni mucho menos. Prefería otras formas de pasar el rato como era el descubrir bosques y lagos, nadar en ellos y sentarse a que el sol le secase. En Dorne había gustado mucho de viajar a las distintas playas y calas de la costa, teniendo que dar paseos por entre zonas rocosas y de arboleda frondosa.

Arthémis dejó que el otro equino tomase la delantera, para seguirle apenas unos centímetros atrás.

- Nunca visité la ciudad, no.- Había viajado por Dorne, por las Tierras de las Tormentas...pero por ningún lugar más, aunque había visto Desembarco del Rey desde lejos, ya que no quiso entrar en ella. Si conocía la Selva y el Cabo de la Ira, las islas de Tarth y Estermont, e incluso había dirigido sus pasos hasta los Peldaños de Piedra, pero nada más.- Es grande en verdad, mayor a cualquiera que hubiese visto antes. Y según me dijeron existen en las islas de la desembocadura una sidrería...El Cálamo y el Pichel me dijeron. Al parecer allí se puede comer y beber con ganas. Me aconsejaron visitarla.- La verdad es que las calles empedradas, los puestos, los mercados...todo eso hacían de Antigua algo muy diferente a Lanza del Sol, la otra ciudad que había visitado, y donde todo parecía ser más compacto, seguramente buscando la sombra de los edificios ante el calor del ambiente.

Seguían a caballo charlando, en muchas ocasiones resultaba complicado por los transeuntes que iban de aquí para allá y que hacía que algunas palabras se perdiesen, pero se podía seguir la líneas generales de la conversación así que no era dificil poder contestar.

- Si no ha estado disfrutela Ser, esta ciudad es mágica. Única en todo Poniente. - Él si que había estado en muchas ciudades de los Siete Reinos, y era verdad, Antigua no era la capital de ninguno y seguramente para no serlo bien lo podría ser. Además era el punto de unión de todos los reinos pues de allí partían los Maestres que aconsejaban, curaban y morian al lado de sus señores en las distintas ciudades. - No le aconsejaron mal, El Cálamo y el Pinchel es posiblemente el lugar de mayor concentracion de gentes de dentro y de fuera del Dominio. Si quiere puedo acercarlo más tarde. - tuvo que esquivar un carro y escuchar un improperio desde luego dicho por alguien que no lo había reconocido, pero no paró ni dió media vuelta a su cabeza y continuó para llegar a ver la obra. - De joven era un buen cliente, pero mis ocupaciones hacen que no pueda visitarlo a menudo. -

Además había tenido algunos problemas cuando era joven, Garlan odiaba a los vandidos y allí por desgracia también se ocultaban de la luna y del Sol bajo jarras de hidromiél, cerveza, vino y demás alcohol que creían que los ocultaba de los ojos de la gente... aunque seguramente para el festejo habrían "limpiado" el local al igual que las calles.

- ¿Cuándo erais joven?- Planteó la pregunta en voz alta para que le escuchase por encima del barullo de las calles de Antigua. En Bastión de Tormentas él mismo podía sentirse totalmente incómodo, y allí apenas había congregación de gente como en aquella ciudad. Ahora mismo Orson deseaba encontrarse en mar abierto o quizás en un bosque en compañía de la nada, o galopando por las colinas cercanas a la ciudad, y no allí, esquivando la marea de gentes en Antigua.- ¿Cuándo el Señor del Dominio dejó de sentirse como tal?- Rió mientras corrigió a Arthémis para que no se topase con un par de niños que correteaban por la calle.

- ¿Cree...- Y no pudo terminar la frase al tragársele su voz la atmósfera de Antigua, así que esperó hasta que pudo posicionar a su caballo junto al del Señor del Dominio, pudiendo así, juntos, tener un carril más respetado por todos.- ¿Creéis que os echarían mucho de menos en esa obra, mi señor?- Alzó su ceja derecha mientras dirigía la vista a él.- Quizás pudiésemos hacer una visita a ese lugar. De todas formas tardaremos mucho tiempo en llegar a la otra punta de la ciudad si seguimos en este mar de gentes...

Una sonrisa y una ligera risotada afloró de sus labios cuando recibó aquel elogio, quizá dejó de sentirse joven en el momento en que su hijo podía sucederlo si el faltara o quizá antes... lo cierto es que ya no era aquel chicuelo sin preocupciones que era antes.

Vió como el Baratheon esquivó a un par de niños con soltura y se puso a su lado para poder "circular" de mejor modo. Después de escuchar sus palabras afloró en el una mueca, no era propio de Garlan aquello pero era el momento idóneo para unirse más a los Baratheon, para arrimarse a aquellos a los que necesitaba... aunque Orson no era la mejor baza en ese juego desde luego. Los que lo esperaban deberían perdonarlo. - Quizá no sea mala idea Ser. Sígame entonces, El CÁlamo y el Pinchel estan por esta dirección. - hizo girar a su caballo hacia la derecha, hacia una calle donde había menos tránsito y agitó las riendas para que su montura tomase mayor velocidad "debo enviar un mensajero para avisar a Livia" pensó mientras veía en la mirada de su mujer esa preocupación qeu sentía cuando se presenciaba la ausencia de su marido.

Sonrió abiertamente ante el cambio propuesto por Lord Tyrell. Sinceramente, el amontonamiento de la gente no le hacía ningún bien a Orson, y seguramente disfrutaría mucho más estando en la pradera bebiendo sidra sin muchas más preocupaciones. Ese era el despreocupado Baratheon, aquel que era capaz de utilizar la espada como una prolongación de su brazo, que era capaz de hacer caer hasta a tres hombres...pero que solo lo había hecho cuando le habían obligado y nunca por gozo suyo.

Y así, con el sol alto y la temperatura subiendo en Antigua, dirigieron su camino por las calles atestadas de gente hasta el sur, donde se encontraban las numerosas islas del delta del río. Cruzaron un puente de piedra, alto y grande para que pudiesen pasar por debajo los barcos, y por fin observaron el lugar a lo lejos. No había mucha gente debido a que en esa hora se estaban dando diversos acontecimientos por toda la ciudad, así que pudieron descabalgar y ceder sus caballos a uno de los hombres que con ellos viajaban.

Orson hizo el ademán de retirar sus guantes, pero recordó las marcas del golpe al Lannister, por lo que prefirió seguir manteniendolos. En cuanto una de las muchachas vio los jubones de la Rosa y el Venado dio un pequeño respingo y se encaminó hacia ellos. Les pidió que le siguiese, y les ofreció un lugar en lo alto de la colina, donde más brisa corría. Había una mesa que parecía dispuesta sobre el tronco de un árbol podado, al igual que los asientos, simples tocones de madera. Había farolillos colgados aquí y allá, dispuestos para la celebración.

- Sidra, por supuesto. Traed una botella, y algo para comer.- El Baratheon se atrevió a pedir antes que el Tyrell y la mujer, sonriente y de pechos abundantes, asintió antes de dar media vuelta y comenzar la bajada de la colina haciendo bailar su trasera con coquetería.- ¡Debería haber conocido antes este lugar Lord Tyrell!- Sonriente llevó sus dedos enguantados hasta los botones superiores del jubón y desabrochó un par para que el calor no se hiciera dueño de si mismo.

Cuando llegaron al local lo habían preparado todo para la festividad de la Primavera, lo cierto es que no estaba como lo recordaba aunque si que era cierto que los festejos modificaban su aspecto en ciertas ocasiones.

Ser Orson se le adelantó al pedir una botella de sidra y no tuvo más remedio que asentir a la petición antes de que la joven saliese disparada a por la bebida y la comida, había que satisfacer a los Tyrell y a los Baratheon, qué publicidad se le daría si no al lugar...

- No dudaba que pediría sidra Ser, de otro modo no sería lógico que hubiesemos acudido hasta este lugar. - Sonrió ante su comentario - No lo dudo, si lo hubieseis conocido antes os hubiesemos tenido que bautizar de nuevo como Ser Orson Tyrell. - le dió una palmadita en la espalda demostrando su buen humor, aunque mantenía la serenidad y la compostura.

- Y digame Ser Orson... ¿a qué dedica su tiempo cuando no acude a festividades como esta? - no sabía exactamente si era caballero en la alguna gran casa o si vivía de sus tierras, y quería hablar de cosas sin importancia con Orson en ese momento, quería olvidar por un momento los temas que le corrian por la mente a todas horas.

- ¡Oh! ¡Tan siquiera conozco el sabor de la sidra, Lord Tyrell!- Y era verdad. Desde que tenía posibilidad de beber solo había tomado vino dorniense debido a la total predilección de los Martell por éste sobre el vino del Rejo u otras regiones, y menos aún llegaba la sidra a aquel lugar donde el orgullo quedaba por encima del gusto de cualquiera. Y una vez llegado al Bastión, en sus continuos viajes, apenas podía tomar vino, aunque si encontraba cerveza hecha por los mismos aldeanos, así que se había acostumbrado más al sabor de la cebada que a cualquier otro.- Si no me gusta quizás os debáis beber la botella entera a mi salud.- Sonriente asintió ante su última pregunta.

- Tengo pocas obligaciones en Bastión de Tormentas.- En verdad Nathan las tenía todas, y a veces se culpaba por ello, pero él no deseaba tener que tomar decisiones después de haber sesgado vidas con su espada.- Tras la guerra en las Tierras de las Tormentas creí oportuno saber de como se encontraban todas las tierras de nuestros señores, por lo que me encuentro cartografiando ahora mismo todas las tierras al norte de Nido de Cuervos, casi terminando con ello. Seguramente dirija mi camino ahora a la Selva. Muy poco se sabe de ese lugar, apenas tenemos unos caminos en ella, quizás consiga hacer algo más por allí.

La mujer no tardó en aparecer con una botella de sidra y unos vasos grandes, anchos. Comenzó a escanciar con la habilidad propia de alguien que trabajase allí, pero eso no evitó que algunas gotas de la bebida cayesen en el suelo y en ella misma. La muchacha, sonriente, apostó ambos vasos en la mesa y agradeció a ambos hombres antes de volver a por algo de comer.

Garlan no pudo evitar echarse a reir, a nadie le dejaba indiferente el sabor de la sidra pues era algo que no se podía probar en aquella calidad más allá de Antigua. Había gente que adoraba ese elixir y otros que lo detestaban al ser una bebida ligera, nada que nublara la mente y el habla. - Espero que no sea así Ser, detesto beber sólo. - el buen humor reinaba en el ambiente y empezaba a atisbar un joven prometedor en aquel Baratheon.

- ¡Oh! - exclamó cuando supo a que se dedicaba Orson y las aventuras que debería vivir por aquellos lares, entrar en la selva debería ser de lo más emocionante - Parece muy entretenido su cometido, no más entretenido que el de un Lord sin duda, pero estoy seguro que es mucho menos tedioso... aún recuerdo cuando contaba con vuestra edad, - una leve risilla salió de sus labios - desde luego no pensaba en estar sentado todo el día en un trono. Por cierto, vuestro hermano Nathan se encuentra bien ¿verdad? me extrañó no verlo por aquí ¿va todo bien por Bastión de Tormentas?. - Aunque se mostraba preocupado o interesado lo cierto es que su habla era bastante distendida, no quería parecer que su interes fuese más allá de lo normal-

- Si. Claro que se encuentra bien. Gracias por preguntar por él, Lord Tyrell.- Tomó su propio vaso y bebió un sorbo, notando por primera vez el sabor de aquella bebida tan aclamada en la ciudad de Antigua.- Se lamenta de no poder venir aquí, es la verdad, pero últimamente se han sucedido algunas tormentas en el lugar, y ello ha conseguido que algunos de nuestros vasallos pidiesen ayuda con algunas construcciones y demás. Nathan quedó allí para asegurarse que todo fuese bien.- La verdad era que aún existía cierto resquemor en dejar la Tierra de las Tormentas sin ningún Baratheon desde la guerra cercana, apenas unos dos años antes.

- Solo ocurre eso, Lord Tyrell, pero nada por lo que preocuparse.- La mujer apareció con un revuelto de bacalao en una fuente que dejó en la mesa para ambos. Orson tomó un poco con un tenedor y se ayudó de un trozo de pan antes de llevarlo a la boca, para probarlo.- Antigua es una gran ciudad...nunca había visto tal cantidad de gentes en un mismo sitio.- Y aquello le fascinaba lo repudiaba de la misma forma.- ¿Es así Altojardín?- Sinceramente, tan solo había visitado las Tierras de las Tormentas y las de Dorne, por lo que todo lo que viera fuera de ellas sería totalmente desconocido para el Baratheon.

- Le agradezco a usted que sean buenas noticias las que salen de sus labios. - sonaba sincero, no de modo adulador - Su hermano me parece un buen hombre que ha luchado por su pueblo, le rezo a los dioses para que sepan guiarlo y le guarden un buen futuro. -

- Antigua es una ciudad muy importante, Ser. Aquí se forjan los Maestres, tiene un puerto muy importante y es un punto crucial para el comercio. Hay gentes de todo tipo durante todas las estaciones. - bebió un trago de su copa, era una bebida deliciosa, le hacia recordar tiempos mejores - Altojardín, también lo es. Procuro que las compañias y los bardos tengan un lugar entre nosotros y que el comercio fluya, no por barco peor nuestros mercados son inmensos y por ellos hay grandes compradores y vendedores. Pero siempre guardamos pequeños rincones íntimos. -

Levantó su copa y la levantó - ¿Le ha gustado la sidra? - suponía que comida como esa ya la podía haber probado en cualquier otro punto del sur.

- Todos rezamos por nuestros seres queridos.- Asintió.- Os agradezco que vos lo hagáis por mi hermano, Lord Tyrell.- Aunque entendía que aquellas palabras siempre eran dirigidas por protocolo, la verdad es que Garlan parecía ser más distendido frente al Baratheon. Escuchó atento sus palabras sobre Antigua. Si, la verdad es que parecía una ciudad bastante importante, y dudaba que Desembarco del Rey pudiese ser mayor en calles, en gentes, en poder...pero era la capital y el hogar del Trono de Hierro.

- Si, es bastante conocido por mis tierras todo aquello que se hace en Altojardín. En comparación con Bastión de Tormentas tenéis una vida social mucho más atractiva, no cabe duda, aunque supongo que las continuas lluvias y los vientos no ayudan mucho a que estemos acompañados de bardos y juglares que quieran cantar canciones.

Asintió al comentario sobre la sidra.- ¿Es aquí donde queda Fuegoscuro?- Una pregunta un tanto atrevida.- Lo conozco, aunque de poco. Lo vi una vez, es un gran hombre.- ¿Quién lo iba a negar?- Está casado con su hermana, pero me preguntaba si era aquí donde vivía o quizás junto a vos, allí en Altojardín.- Bebió la sidra de una vez. Aquella bebía parecía no tener mucho alcohol, por lo que se llenó otro vaso.

Inclinó la cabeza agradeciendo su agradecimiento, era un hombre que parecía tener un buen fondo.

- Sin duda Altojardín se encuentra en un lugar privilegiado, los dioses nos conceden grandes periodos de buen tiempo y además he procurado que la ciudad se haga a ello. Siempre he pensado que la cultura y el conocimiento es la base de la grandeza. - Se sentía orgulloso de que en sus tierras estuviese la cuna del conocimiento y de la cultura - Aunque siempre debe de venir reforzada por la seguridad y la fuerza. Pero Poniente no tiene porque distinguirse en tierras, si vuestro hermano necesita ayuda en estos temas estaré encantado de apoyarlo en todo lo que pueda. -

Le agradaba que le hubiese gustado la sidra y más aún porque era allí donde se fabricaba y no en ningún otro lugar - Daemon Fuegoscuro convive en Altojardín junto a mi hermana y mis sobrinos, pero no es el lugar que debiera ocupar... ya me entiende. - terminó la sidra de un trago y volvió a llenarse el vaso. ¿Qué diría Orson ahora? era amigo de Dorne, pero era un hombre de la Tormenta... lo más apropiedo en su boca sería una evasiba hacia otro tema dejando un regusto dulce en la boca del Tyrell, pero ¿lo sorprendería?

Escuchó las consideraciones sobre Altojardín y sobre la cultura y su importancia. Orson simplemente sabía que disfrutaba cuando escuchaba a un buen juglar tocar o cantar una canción, y que existían algunos libros que le gustaba leer algunas veces. En Dorne había adquirido tal gusto, además de los bailes que allí se solían dar todas las noches, cuando el sol se iba y simplemente los farolillos de colores iluminaban en penumbra toda la gran ciudad.

El otro tema era más espinoso, lo sabía, y por eso no se sorprendió demasiado de aquello que le dijo el Señor del Dominio. Ya sabía que era su cuñado, y que por tanto tenía que estar de acuerdo en su idea, una idea que se dejaba oír en susurros acerca de su legitimidad al trono. Con sinceridad, Orson no tenía una imagen dispuesta sobre ese conflicto, era algo que atañía únicamente a Nathan, pero si que tenía cierto agrado por el Príncipe de Dorne, y saber que se casaría con la hermana del Rey lo hacía ser más partícipe de éste, esperando que ninguna guerra se diese por ello.

- Un hombre ocupa el lugar que él mismo se fragua, Lord Tyrell.- Era una respuesta concisa, que no le dejaba en ningún lugar, ni a favor ni en contra. Esa era su opinión. Si acaso el Bastardo quería el trono debería ganarlo como todos, con sangre y sudor. Lo que si estaba claro era que Daemon Fuegoscuro era un Bastardo, y que él lo había asumido al apedillarse tal y no Targaryen.- Eso creo yo.- Asintió y dio un nuevo sorbo. En verdad estaba buena aquella sidra.

Le satisfajo lo que había dicho el venado y lo mostró en su rostro sonriente - Y que los dioses maldigan a quien no se gane su futuro. - alzó su copa recien llenada al aire para proponer un brindis - Ser brinde conmigo, ¡POR LA TORMENTA! - tomó un largo trago - ¡POR EL DOMINIO! - volvió a repetir la acción - ¡POR PONIENTE! - y lo remató. Muchos lo acompañaron aunque en quien tenía el mayor interés era en el bueno de Orson.

- Bueno Ser, ¿qué espera del futuro? - era una pregunta tan ambigua y más conociendo la situación actual... pero le interesaba lo qeu la gente pensaba y a qué aspiraban. Si se lo preguntasen a él... ansiaba dejar un buen legado a sus hijos.

Alzó el vaso al cielo, pero no participó de esa alegría que parecía embriagar al Señor del Dominio, sino que simplemente sonrió y observó a su alrededor a las gentes que seguían a su señor, dispuestos a defender su tierra, sin duda alguna.

- Espero que el futuro sea agradable, mi Señor, y que ahora que el Invierno se ha ido no sea esta una época de sangre, mi señor.- Asintió antes de beber de su vaso de sidra de una vez, vaciándolo. Aquella conversación parecía ir terminando ya, y de ella se llevaba el conocer a Lord Tyrell y llevarse una grata impresión de él. Claro que también se llevaba algo en claro, aquel hombre hablaba de guerra, de sangre, y él ya la había vivido en sus propias tierras y no deseaba volver a revivirlo de ninguna de las maneras.

- Como todos, Lord Tyrell. Al final todos deseamos la paz en nuestras tierras y ser recordados no por comenzar la guerra, sino por saber mantener la tranquilidad, aunque son esos hombres los que menos páginas tienen en cualquier libro de historia.- Le sonrió, tranquilo, y esperando a que aquella conversación terminase para dirigirse juntos hacia la obra, la cual debería estar a punto de terminar ya.

PD: Debemos ir cerrando, cierra tu

Comprendió que aquel hombre estaba más cerca de los Martell de lo que pensaba, pero no tenía problemas con ello. Brindó de todos modos y disfrutó de la bebida hasta que observo el Sol y comprendió que el tiempo había pasado.

- Los Maestres saben distinguir los justo de lo injusto para inmortalizarlo en papel y que así las generaciones venideras puedan distinguir lo bueno de lo malo. Lo justo de lo injusto. - se levantó y se colocó la ropa con las manos para poder andar lo más señorialmente posible - Que los Siete sepan guiarnos. -

- Creo que debemos partir Ser. La obra debe estar a punto de terminar y mi señora no me perdonará que no esté allí para recogerla. - le sonrió y con un gesto le invitó a caminar hacia sus monturas.

Cuando ya estaban montados comenzaron a cabalgar, esta vez sin prisas, tenían tiempo aunque no podían demorarse en otros actos - Espero que podemaos volver a vernos pronto. ¡Qué el Guerrero vele por usted Ser Orson! ¡Y que la vieja ilumine su camino! -