Prácticas nocturnas [Maron Martell] (+18)

Si, pero no hablaba de provocar, porque de que eso se te da bien, ya me he dado cuenta.

A ella cada vez parecía gustarle más la situación, todo lo contrario que a Maron, que cada vez le costaba más controlarla. Pero a fin de cuentas había sido el quién le había incitado a ello. Ahora realmente no podía quejarse. Notaba el calor que irradiaba su cuerpo, muy próximo al de él, su piel tersa iluminada con la luna, los reflejos plateados que pintaba en su cabello y ojos... Quería entrar en ella.

Su mano volvió a iniciar el calvario que el dorniense confiaba en no tener que volver a pasar. Pero Faeryn tenía otros planes. No hizo ningún ademán de tratar de soltar el agarre del joven príncipe, por lo que Maron seguía con su pelo agarrado en un apretón que no iba a soltar fácilmente.

Tuvo que morderse la lengua cuando la Fowler le preguntó. Y un vuelco al corazón con el siguiente roce hizo que Maron simplemente estallase.

Estoy un poco harto ya del juego.

Concluyó mientras le daba la vuelta rápidamente, soltando su pelo y agarrando con una mano su cadera y con otra su hombro,y en una embestida limpia que quizás no fue demasiado "delicada" entró en ella apoyándola contra la columna que ya conocían ambos bastante bien. Un leve gruñido escapó de la garganta del hombre al sentir el calor interior de su cuerpo, y su humedad. Quizás quería seguir jugando, pero tenía las mismas ganas que él de que aquello sucediese. Sólo que Faeryn podía aguantar la presión.

Su mano subió del hombro a su barbilla haciendo que se girase para mirarle mientras Maron empezaba a moverse con rapidez y efusividad. Lo necesitaba. Su respiración acompañada de un leve jadeo fue tiñendo la escena.

No pude más que agarrarme con fuerza a aquella columna, única testigo de lo que estaba sucediendo a aquellas horas de la noche. La embestida fue tal que mantener mis brazos firmes para no golpearme con la columna, pero lejos de molestarme no hizo otra cosa que aumentar mi excitación y provocar que dejase escapar un gruñido de placer mezclado con un gemido. Resultaría un sonido algo extraño, pero estaba incluso mordiéndome el labio para no gritar demasiado dado que no quería llamar la atención de nadie.

Giré la cabeza para mirar a Maron con una amplia sonrisa dibujada en los labios cuando éste me incitó a ello colocando su mano en mi barbilla.
Aunque no lo admitiese necesitaba tanto como él aquello, necesitaba de una vez sentirle dentro.

-Este juego me gusta más....- comenté entre jadeos y risas, dedicándole además una sonrisa pícara. Era mi forma de decirle que me gustaba, más de lo que podría imaginarse y que quería más.

Mientras me sostenía aún en la columna con una mano, la otra fue hacia la mano que tenía Maron aún en mi barbilla, tomándola y dirigiéndola hacia mi pecho, le insté así a que me acariciase al tiempo que me embestía una y otra vez. Aquello aumentaría mi placer, que era lo que pretendía, pero seguramente aumentaría también el suyo o, al menos, lograría excitarle más y provocarle de nuevo de alguna manera.

Al principio pensó que quizás había sido demasiado brusco, pero a Faeryn aquello, lejos de desagradarle. Le gustó. No tenía que tener miramientos con ella.

Se movía rápido, con ansia, después de contenerse ahora quería disfrutar.

A mi también me gusta más este juego...

Su mano le guió al pecho de la fémina. Gustosamente aceptó la invitación y acarició desde el vientre hasta el seno aquel cuerpo atlético mientras mordía su cuello desde la espalda. Apretó pero sin demasiada fuerza, tampoco quería hacerla daño, sólo un leve dolor, ese dulzón que todos conocen.

Dedicó más atención a sus pezones, los cuales acarició con suavidad, como rozándolos sin querer, mientras su cadera se movía ahora más lento, pronunciando más los movimientos al tiempo que jadeaba recuperando el aliento.

Subió la mano hasta su cuello apretando con cierta fuerza, pero ni si quiera molestaba a Faeryn para respirar, simplemente era con más fuerza de la normal. Tiró de ella para entrar más profundamente y esta vez si, mordió su hombro con más fuerza, quizás demasiada. Se estaba dejando llevar por el placer y la excitación, aquella mujer le provocaba y estaba siendo muy complaciente con él, cosa que le gustaba sobremanera.

Por ahora seguía marcando el ritmo, y guiándola, no sabía cuanto tiempo seguiría siendo sumisa, pero mientras durase. Lo disfrutaría.

Con cada embestida del príncipe mis gemidos eran más y más profundos, más y más incontrolables y cada vez más altos. Eché la cabeza atrás, casi apoyándola en el pecho de Maron cuando sentí su mano en mi cuello, apretando un poco. El roce de sus dientes en mi piel unido al roce en mi pecho no hacía más que acentuar mi placer. Nunca antes me habia encontrado con un hombre así. Todos, de un modo u otro, acababan o bien dejándose llevar por mí o bien buscando el modo de terminar cuánto antes. Pero Maron parecía disfrutar al verme doblegada, en cierta manera, a él. Parecía querer demostrarme con esa leve violencia que usaba con sus mordiscos, sus fuertes embestidas y su agarre más fuerte de lo normal, que era el quien controlaba la situación, que el era más fuerte que yo. Sin duda alguna lo era, y que los dioses se apiadasen de mí, pero ese hombre volvía loca y nadie podría imaginar nunca cuanto me gustaba sentir que no podia hacer otra cosa que sumirme a su voluntad. Me excitaba como nada sentir su fuerza, ese leve punto sádico que me mostraba.
Me preguntaba si siempre sería asi o era sólo que llevaba demasiado tiempo sin una mujer.

Dejé escapar leve grito cuando sentí aquel mordisco más fuerte que los demás mientras el príncipe tiraba de mí y entraba en mi interior con más fuerza. Aquella mezcla de suave dolor con intenso placer era tan explosiva como diferente. Seguido del grito, sin hacerse esperar, un largo y profundo gemido que no pude controlar escapó de mi garganta. En un principio estaba decidida a no dejarle oír mi placer, pero no podia soportarlo más y di rienda suelta a esos sonidos que caracterizan a un placer intenso, justamente el que yo estaba sintiendo.

Ya empezaba a notar que me faltaba muy poco para rendirme a la total voluntad del Príncipe dorniense, tenía que hacer algo, rápido. Con la respiración jadeante busqué la mirada de Maron, me aclaré la garganta, ronca por el placer, e hice un esfuerzo por sonreír con picardía.

-Quiero estar encima de ti - Me mordi el labio esperando su respuesta. Era increíble que pareciese que le estaba pidiendo permiso, yo nunca habia hecho algo así, pero tal y como me tenía aprisionada y dado que no podia negar que me encantaba sentirme asi, con él, no pude hacer otra cosa. Ayudándome de la columna empujé con mi cuerpo el de Maron con la intención de llevarlo hasta un banco de piedra que había tras nosotros.

Faeryn no habló, no se quejó aunque emitía ciertos ruidos que llegaron a parecer que realmente le molestaba aquello. Pero lejos de detenerse, o de pronunciar palabra alguna. Obediente se dejaba hacer y no parecía ser un problema para ella, mucho menos para el Príncipe.

Levemente fue aflojando su mano aunque no el ritmo de sus movimientos, debía recuperar el aliento pero no conseguía aminorar. Todo lo contrarío, cada vez se aceleraba más.

Estaban haciendo ruido, él no contenía los bufidos ni gemidos, y ella menos. Pero ya poco importaba, si alguien no se había dado cuenta de lo que estaba sucediendo era porque no quería. Porque ni uno ni otro disimularon más. El grito que escapó de la garganta de la bella mujer lo desconcertó por un momento, pero no podía hacer nada, no era capaz de contenerse. Por lo que no se detuvo.

Faeryn sacaba su lado más salvaje, un lado que llevaba tiempo oculto, ninguna dama lo habría aceptado, ninguna normal. Pero ella era distinta, con ella no tenía que fingir ser un estirado señor de la nobleza, simplemente tenía que ser Maron. Hacía un largo rato que no se preocupaba de lo que pensase, se había abandonado al placer. Ya habría tiempo de pensarlo después.

Fue entonces cuando por fin dijo algo. Algo que arrancó una sonrisa a Maron.

Demuéstrame cuanto lo quieres.

Le empujó para llevarlo hacia un banco próximo a ellos. Y el Martell no se resistió, quería ver como se movía, quedarse quieto dejando que ella marcase el ritmo y limitándose sólo a disfrutar. Caminó de espaldas hasta toparse con el banco. Ella le dió un leve empujón con una mano para hacerlo sentarse, Maron le cogió por la cintura atrayéndole hacía si, y sujetando sus nalgas la dejó que actuase.

Para mi sorpresa, Maron se dejó hacer cuando comencé a empujarlo, casi esperaba que se resistiese, tal y como se estaban dando los acontecimientos. Pero, después de todo, parecía que aún continuábamos jugando de alguna manera y que el príncipe se estaba divirtiendo con ese tira y afloja, con ese mando alternativo que llevábamos desde hacía ya un buen rato.

Me giré para quedar cara a cara justo cuando, con sus palabras, me incitaba a demostrarle cuanto deseaba ser yo la que estuviese encima del hombre. Una amplia sonrisa apareció en mis labios y tuve que reprimir una carcajada de diversión. Coloqué una mano en su pecho y continué empujándolo hasta que el príncipe se topó con el banco de piedra. Con un último empujón lo hice sentarse, entonces sentí sus manos rodeando mi cintura y atrayéndome hacia su cuerpo, en ese momento tomé su rostro con ambas manos y puse mis labios sobre los de Maron para comenzar un ardiente beso, pasional y profundo. Un momento después, sentí sus manos en mi trasero y justo entonces fue cuando coloqué una pierna a cada lado de él sobre el banco, colocándome de rodillas y al mismo tiempo sentada sobre él.

Dejé una mano en su hombro, acariciándolo casi inconscientemente, mientras tanto la otra bajaba en una lenta caricia por su torso hasta llegar a su entrepierna de modo que pudiese volver a tenerlo dentro. Una vez que lo tuve dentro de mí de nuevo comencé a moverme, dando leves botes sobre él, de forma lenta, rozando mi cuerpo con el suyo, ésto no había hecho más que empezar.

El beso decía más que sus palabras, y su sonrisa indicaba que le estaba gustando. Ya eran dos. Quería ver como actuaba Faeryn, cómo se movía, aunque por como habían transcurrido los momentos anteriores, se hacía una idea.

Con una mano a la vez que le besaba, le guió de nuevo a su interior, y comenzó a moverse. Estaban muy pegados por lo que su pecho y muslos rozaban constantemente con el cuerpo del príncipe. Lo cual acrecentaba su excitación.

Maron permanecía inmóvil, dejando que ella marcase el ritmo, pero Faeryn había decidido volver a sacarle de sus casillas, o eso parecía. Y se movía demasiado lento, desesperante. Por lo que no pudo soportarlo demasiado tiempo, la Fowler debió notarlo y aceleró clavándole levemente las uñas en la espalda. El Martell hizo como si no lo notase. Y sin quererlo, comenzó a acompañar con la cadera los movimientos de su amante.

A pesar de que la noche dorniense era fría, ambos estaban sudando, pero lejos de desagradar al sureño aquello le atraía aún más. Miró a los ojos a Faeryn a la vez que se terminaba de recostar en el banco y empezaba a moverse bajo ella, con movimientos secos y fuertes, dejando escapar un bufido de vez en cuando, en los momentos en que el placer se acentuaba. Estaba intentando no aumentar demasiado el ritmo porque si no, la diversión se acabaría, estaba muy excitado.

No pude mantener por mucho más tiempo el ritmo pausado con el que había comenzado, noté que a Maron empezaba a crispársele los nervios de nuevo aunque se mantenía inmóvil debajo de mí. Al acelerar el ritmo no pude evitar clavar mis uñas en la espalda del príncipe dado el placer que sentía, acompañando ése acto con, por supuesto, mis gemidos, cada vez a más alta voz.

Poco después sentí que el Martell acompañaba mis movimientos con sus caderas, ayudándome a moverme. Ambos, uno con la mirada clavada en la del otro, nos movíamos al compás creando una extraña melodía de suspiros, gemidos y jadeos. Nuestros cuerpos se rozaban una y otra vez y el placentero esfuerzo que nos ocupaba nos hacía sudar, dando un brillo a nuestra piel.

Finalmente el príncipe, sin salir de mi interior, se tumbó en el banco dejándome a mí aún encima, con una pierna estirada hacia el suelo para mantener el equilibrio y la otra aún arrodillada en el banco. Cuando antes el movimiento era lento pero continuo, ahora eran fuertes, provocando un sonido seco cada vez que nuestros muslos chocaban unos con otros. Aquello me excitó aún más, el hecho de que entrase en mí una y otra vez con aquel movimiento violento me excitaba hasta el límite de que si seguíamos así acabaría antes de lo que me gustaría.
Intentaba mantenerme con la espalda recta, ligeramente arqueada, de modo que el roce fuese lo menor posible para aguantar más tiempo. Ahora era su pecho lo que arañaba una y otra vez, de vez en cuando una mano iba hasta su hombro y lo apretaba, clavando las uñas en él.

Faeryn había optado por dejar su espalda, ahora cubierta por el banco, y se limitaba a arañarle el pecho mientras seguía, con movimientos bruscos encima suyo. Había cometido un gravísimo error. Maron ya no podía parar.

Al principio aceleró el ritmo bajo de la bella mujer, observando sus facciones iluminadas por la luna y las perlas de sudor que brillaban por el reflejo. Fue entonces más consciente de sus gemidos y del placer que ambos sentían.

La Fowler le cautivaba con su mirada, y Maron se dejó llevar.

Sostuvo con una mano sus nalgas y con la otra ascendió acariciando sus senos, siguiendo por su cuello hasta volver a sujetar su rostro para que le mirase de nuevo a los ojos. Apretó la mandíbula a la vez que aumentaba sus movimientos cada vez con más fuerza y rapidez.

Tiró de su barbilla para acercarse a ella y le dió un leve mordisco en su labio inferior, a la vez que profería una especie de gruñido. Sintió un estallido de placer a la vez que derramaba su semilla en su interior, para a continuación darle un apasionado beso mientras recuperaba el aliento y le liberaba de la prisión de su mano, recostándose en el banco dejando que la brisa nocturna le aliviase.

No había caído en la cuenta de lo que aquello suponía... No había sido capaz de pensar en ello.

Había llegado a un punto en el que apenas era consciente de los movimientos de ninguno de los dos. Por inercia continuaba moviendome sobre el príncipe con cierta violencia que no hacía más que acrecentar mi placer y excitación.

Estaba tan concentrada en el placer que sentía y en los gemidos y gruñidos de ambos que no vi sus manos moverse por mi cuerpo hasta que ya las tuve encima. Una en mi trasero y la otra acariciando mi pecho.
Aquello fue más de lo que pude soportar. Aquella caricia hizo que estallase por dentro. Profiriendo un salvaje grito, que Maron acalló con un beso, llegué al clímax apenas segundos antes de que el dorniense derramase su semilla en mi interior.

Cuando los últimos espasmos se hubieron calmado y sólo quedó la respiración agitada, me incorporé aún sentada sobre el príncipe. Una sonrisa de satisfacción que no podía evitar asomaba en mis labios. Debería haber pensado en las consecuencias, que no eran pocas, de lo que acababa de pasar, pero no podía hacer eso, aún tenía la mente nublada y ese tema carecía aún de importancia.
Me limité a mirarle durante un momento, hasta que una suave brisa me recordó que estaba desnuda, cosa que parecía haber olvidado. - Voy a buscar mi ropa