Me alegra tenerte por aquí (Faolain Fowler)

Me había costado una barbaridad coger el sueño aquella noche, y cuando al fin me acogió en sus brazos, entraba y salía de él casi cada hora. Me inquietaba estar lejos de su hogar, y aunque sabía que estando Faeryn y Dorian al frente de todo no había por que preocuparse, eran competentes y lo había dejado todo bien atado antes de partir...pero no era solo eso lo que me inquietaba. La reunión me había generado dolor de cabeza y aún estaba por determinar que pensar de todo aquello. No íbamos a la guerra pero íbamos a enfrentarnos a unos tipos desconocidos que vendrían por mar. Todo aquello parecía una broma de mal gusto, y mi paciencia no era precisamente una cuerda muy larga. Cuando al fin me quedé dormida más de dos horas seguidas, me levanté temprano, pues era una costumbre muy arraigada en mi. Suspiré, me sentía incómoda, y aunque una noche de mal sueño no me haría daño, seguía sintiendo un ligero dolor de cabeza y cierta tensión en los hombros, seguramente producto de una mala postura.

Me lavé la cara con agua bien fría para despejarme y me vestí para bajar a desayunar. Aunque tenía la mente tan ocupada en diversos asuntos, sobre el futuro, sobre la reunión, que no me apetecía mucho comer. Me vestí con mi típico atuendo de amazona, pantalones de un tone ocre, camisa blanca y encima un corpiño azul con el emblema de mi casa bordado en el lado izquierdo con hilo de plata y azul índigo para el halcón encapuchado. Además llevaba un par de pulseras de oro que tintineaban ligeramente con cada uno de mis movimientos. También llevaba un par de finas cadenas del mismo noble metal al cuello, una con una uña de halcón a modo de colgante y la otra, más larga, se perdía bajo mi escote. Un aleteo y un movimiento sombrío me distrajeron mientras me cepillaba el pelo. Giré la cabeza. Había sido Llamaviva, que al parecer estaba inquieto. Sin embargo, Garra rápida, estaba tan tranquilo sobre su percha, muy erguido, haciendo gala de su imponente y regio porte. Cada vez que lo miraba, recordaba con toda claridad las últimas palabras de mi hermana, aquella promesa que juré cumplir.

Me acerqué a las aves y acaricié suavemente el plumaje de Llamaviva. Después subiría para darles de comer y eso mismo les murmuré. Poco después salí de la habitación y bajé a comer. Cuando irrumpí en la estancia me paré de sopetón al ver el despliegue que habían preparado ese día. Enarqué una ceja y me acerqué lentamente hasta sentarme en la silla. Paseé la mirada por los multicolores manjares. Habían puesto de todo, incluso había pasteles de miel y limón recién hechos por el olor que desprendían. No sabía bien por que decantarme, todo tenía un aspecto estupendo, pero al mismo tiempo, mi suspicacia tan firmemente arraigada me hizo fruncir el ceño ligeramente. ¿De quién había venido aquella iniciativa y por qué?.

Entonces, noté como se me erizaban los pelos de la nuca como cuando sentía una presencia cuando creía estar en peligro o patrullando. Me sobresalté un poco al escuchar la voz de la princesa Sarella y me giré para mirarla. Me fui a levantar, por eso de la etiqueta, pero antes me dió un abrazo que me pilló un poco por sorpresa, así que respondí con cierta torpeza. No estaba muy acostumbrada a las muestras de cariño más allá de las que me daba mi hermana o mi prima.

-Buenos días Princesa. Es un placer veros. Os agradezco el desayuno- comenté con tono tranquilo y fluido.

Me tranquilizó enormemente comprobar que no llevaba a ninguna a ninguna de sus mascotas, aunque desde que había desarrollado una fuerte aprensión a los venenos, sentía cierta incomodidad al estar con ella, con o sin serpientes. Sin embargo me alegraba de verla. Miré mi propia copa mientras la escuchaba y miré las jarras para ver que me ponía yo. Al final me decanté por coger un bol lleno de granos de granada y empecé a comérmelos lentamente, con la paranoia eterna sobre los venenos en un recondito lugar de mi mente. Seguía con toda la mierda de la reunión en la cabeza. Todos aquellos Lores, Yronwood, era mucho más seguro echarse unas risas con la peste que confiar en él ni nimiamente. De todos los que se habían presentado, era sin duda del que menos me fiaba. Los Fowler siempre habíamos recelado y siempre recelaríamos de esa Casa y Maron debería tenerles bajo estricto control, aquel tipo era la clase de individuo que se aliaría con los extranjeros para quitar a lo Martell de en medio y poner él su culo en el trono. Si eso pasaba...tendría que empezar a plantearme muchas cosa, con la taimada paciencia vengativa que me caracterizaba y que muy pocos conocían. Por suerte, siempre me había mantenido al margen, lejos de ellos, y nunca revelaba mis intenciones hasta el último momento...puede que fuera explosiva, pero estúpida, no revelaría nada antes de tiempo.

-Claro Princesa. Hace ya años desde nuestro último encuentro- carraspeé- Faeryn está al mando de las patrullas fronterizas. La viene bien coger experiencia- "y más con lo que se nos viene ahora encima". Esbocé una media sonrisa divertida ante la mención del matrimonio- Para nada, tendría que ser un hombre más que sobresaliente para que yo aceptara una oferta de ese calibre. Y que la unión me diera muchas ventajas...Todavía estoy esperando a un dorniense hecho y derecho que pueda ser de interés- comenté ampliando un poco mi sonrisa ante su guiño- ¿Con quien os han intentado casar?- comenté con cierta extrañeza- Estando como están las cosas no creo que haya muchos extranjeros dispuestos a casarse con un Dorniense. La guerra siempre es un quebradero de cabeza. Algunos Lores quieren recuperar las marcas a como de lugar, sin pensar en los momentos adecuados- Lord Gargalen era el único con dos dedos de frente que lo había mencionado. mi gesto se volvió más udro y se ensombreció- Y princesa...si queréis mi opinión, no os fiéis mucho de los Yronwood...- concluí, no era el mejor tipo de tema de conversación, pero lo dije muy seria y mirándola a los ojos. En tiempos de odio, las personas que nunca han sido de fiar se convierten en serpientes dispuestas a esperar un momento de debilidad, y eso lo sabía muy bien, por eso yo

Fruncí el ceño cuando empezó a enumerar las cualidades de cierto caballero dorniense e intuía a quien se refería. No tenía interés en casarme, al menos no de momento y Maron estaba demasiado...enamorado de su esposa muerta y ofuscado con Daemon Fuegoscuro por lo que había percibido, por no mencionar que no me hacía gracia que mi descendencia estuviera por detrás de una semidragon, y de nadie en general. No odiaba a los Targaryen, pero tampoco les iba a hacer la ola ni haría una fiesta en su honor. Apreté ligeramente los labios cuando se acercó a mi, parecía decidida a emparejarme con su hermano, y me temía que tendríamos aquella charla en el futuro...varias veces.

-El Principe y yo somos muy diferentes. Tendríamos unos encontronazos muy bruscos.- no seriamos precisamente lo que se dice, una familia bien avenida- Además, por lo que he podido notar, sigue enamorado del recuerdo de su esposa...-las cosas como eran aunque no mencioné lo de Daemon, ella lo sabría mejor que yo.- Bueno,...como vos gustéis- me daba la impresión de que Sarella insistiría un poco más en algún momento para que dejara de ser un sueño. Me llevé otra cucharada a la boca- Mmmm, conozco a Lord Caron...-comenté esbozando una pequeña sonrisa ante su mueca de disgusto- No es el hombre más atractivo del mundo- teniendo en cuenta que yo me regía por el ideal de belleza dorniense- Pero sabe lo que se hace, y no hay muchos hombres así, ni siquiera en Dorne. Y su poder militar es bastante notable, hasta para tratarse de un vasallo- no alcanzaba a entender del todo el porque se había desechado la idea de la boda. - Bueno, con un poco de suerte acaba siendo más conveniente que os caséis con un hombre dorniense decente.

Si se quería recuperar las Marcas, tal y como habían cacareado en la reunión, no había mejor alianza posible. Y que quisiera separarse de los Baratheon, no eran noticias frescas, al menos para mi era algo de esperar.

- No, no nos han atacado- dije mientras le arrancaba la miga a una hogaza de pan recien hecho, volviendo a mi tono serio y fluido- Pero...no me fío. Bueno, Ya sabe que los Fowler y los Yronwood, nunca nos hemos llevado demasiado bien.- yo había crecido con la imagen de los ceños fruncidos y las palabras de profunda desconfianza y desagrado en boca de mis familiares hacia tal familia, por lo que no era raro que pensase así- Ya sabéis que los Yronwood se opusieron a Nymeria y la Casa Martell en los inicios, y los Fowler os apoyamos desde el principio...Desde ese día digamos que no nos fiamos los unos de los otros debido a nuestra... clara oposición de posturas. Se que ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero los roces se siguen produciendo, y yo pondría la mano en el fuego por que las intenciones de los Yronwood son oscuras y dañinas para los Martell...que siempre lo han sido y siempre lo serán- lo que había observado durante la reunión y mi marcada desconfianza natural hacia cualquiera mínimamente sospechoso, no hacían más que reforzar mis reservas hacia los Yronwood, que ya tenían muchas papeletas de desprecio dentro dentro de mi familia, aunque yo evitara los roces deliberadamente. Aunque los Yronwood solo eran uno más, una gota mas en todo el mar de desconfianza en el que navegaba-Yo los tendría vigilados...-me metí un trozo de pan en la boca y la miré con gran determinación- Tienen el título de Sangre regia, eso a más de uno se le puede subir a la cabeza- en mi opinión, si no habían hecho nada hasta el momento era por que ninguna casa o muy pocas aceptarian tal alzamiento, lo Martell eran respetados- Y las guerras siempre generan cierta incertidumbre, desequilibrio y tensión....que son oportunidades muy golosas.

Me preocupaban muchas cosas, y los Yronwood solían encajar en esa listas, ademas de estar en los primeros puestos de mi desconfianza por motivos ya explicados.

-Quizá este exagerando Princesa. No tengo ni una sola prueba de lo que digo, hasta ahora no he descubierto nada que delate una traición por su parte o semejante- "quizá hasta este siendo paranoica" pensé- Pero creo que es mi deber advertiros si creo que algo no va bien...y si luego no pasa nada pues mejor. Mujer prevenida vale por dos.

Me metí otro bocado de pan en la boca. Si me preocupaba especialmente por los Yrowood, no era solo porque los detestara, si también por que dominaban uno de los Pasos de acceso a Dorne. Y en lo más profundo de mi ser, no me desagradaba la idea de librarme de su sombra. También me preocupaba que los Manwoody fueran tan a lo suyo, y fueran tan exaltados, por no mencionar que algunos eran unos pusilánimes gobernantes manipulados por otros como si tal cosa. Menudo panorama.

Exhale un breve suspiro y se removí un tanto exasperada en el asiento. No lo entendía, no buscaba favores ni reconocimiento para mi ni para mi casa, solo advertía. Quiza fuera un poco paranoica, pero desde el violento asesinato de mi madre y la muerte de Feral, creía tener sobrados motivos para ser tan suspicaz, y más aún con aquellos que tenían un buen puñado de oscuros antecedentes y encima tenían problemas con mi familia desde hace tiempo. Yo sabía mejor que muchos lo desgraciados que eran. Pero claro, eso era mi propia desconfianza, mis propios motivos, que nadie más que yo había sufrido en propia piel, estaba convencida de que frente a los Martell, los Yronwood eran intachables, no eran tontos. Apreté la miga hasta hacer una bolita con ella. Sarella no compartía mi asquerosa desconfianza a todo bicho viviente que supusiera una amenaza, sobretodo para mi familia. Miré de reojo durante un instante la mano que puso encima de la mía y volví a mirarla a la cara.

-No tengo pruebas de nada, no sé nada, solo sospecho.- y no podía aventurarme a decir que podrían hacer esto y aquello precisamente por eso, por que no tenía ninguan prueba, solo mi suspicacia y resquemor hacia ellos, y por que las posibilidades eran muy variadas- Yo siempre sospecho y solo advierto en momentos críticos como esta preguerra, siempre el momentos ideal para intentar jugarsela a alguien, y a mi tampoco me gustan las malditas intrigas, pero al resto les encantan. Ni los Yronwood, ni ninguna otra casa ha hecho nada raro. Pero eso no quiere decir nada, simplemente que no son idiotas, si quieren hacer algo, esperaran el momento adecuado. Yo simplemente os insto a que esteis vigilantes. Incluidas las casas que han guardado silencio o se han plegado sin decir nada a la tendencia general durante la reunión.- "Todos tenemos más enemigos de los que creemos tener" bien podía ser por miedo, por que eran idiotas o por que ocultaban algo- Por ejemplo Vaith, que es un pelele en manos del Maestre y este no fue. otro que es un peligro andante- gruñí y di unos golpecitos con la uña sobre la mesa y fruncí el ceño.

Si Vaith no me preocupaba tanto era simplemente era simplemente por que no tenía una historia familiar de repulsión y desconfianza hacia su familia...y no lo tenía tan cerca.

-Cualquiera incapaz de llevar sus propias tierras es un peligro- murmure molesta. Aquella reunión había sido un quebradero de cabeza de salir peor de lo que entras y todo es aún más desconfianza y más confusión. Así que me fiaría de los que me había venido fiando hasta el momento por probados motivos y lo justo, osea, mi familia y poco más."Putos Yronwood, maldito inútil de Vaith, malditos borregos en general y malditos exaltados marqueños" pensé al recordar al viejo Manboody llamando a la conquista de las Marcas, al repelente de Richard comiendo dátiles como si la cosa no fuera con el y los gestos con la cabeza de tantos otros. Estaba empezando a irritarme de nuevo- En fin...-dije con mi típico gesto duro y con el ceño ligeramente fruncido- Asco de guerra, ya podían matarse entre ellos y dejarnos en paz- no añadí que era Maron el que nos había metido en todo el problema, o más que él, sus padres, al casar a Myriah, una decisión que no aprobó absolutamente nadie de mi familia y yo me incluía, y seguía pareciéndome totalmente errónea, pero eso me lo guardaría para mi.- Bueno, ya no tengo nada más que decir.- "y quizá no tenía que haber dicho nada, quizá solo piense que soy exageradamente suspicaz y que solo quiero quitarme a lo Yronwood de en medio, y que todo me molesta y que sospecho de todo el mundo", en cierto modo era así, incluso yo a veces los pensaba, pero de querer solo mi propio beneficio me buscaría las vueltas por mi cuenta. También era cierto que era mejor desconfiar que mirar para otro lado o pensar que todo va bien...aplicando esa filosofía mis tierras habían llegado a ser un lugar seguro y eficiente, y mi familia permanecía a salvo de intrigas y conspiraciones...de momento, y si para eso tenía que crearme fama de paranoica, pues bienvenida sea.

No era la primera vez que mi familia advertía a los Martell sobre sus vecinos de Sendahueso, pero como tampoco estos últimos habían sido tan idiotas como para hacer nada contra la casa reinante que secundase claramente nuestras advertencias...eso si, entre nosotros habíamos tenido nuestros conflictos y no precisamente encubiertos muchos de ellos. En fin, que cada palo aguantase su vela, yo ya había hecho lo que tenía que hacer, seguiría sin fiarme de quien no se merecía tal cosa, y velando por mi familia y aliados como había hecho siempre. La seguridad directa de los Martell dependía de ellos y de sus casas más cercanas. Yo me lavaba las manos en ese asunto. Y si al final no pasaba nada y quedaba como una loca antisocial y desconfiada pues mejor, pero yo seguiría sin fiarme de ellos y eso le inculcaría mi heredero. Y siempre estaría atenta a cualquier movimiento, como había estado mi madre y hermano en su día, yo defendería mis tierras contra lo que fuera, vinira de dentro o de fuera.

-Me alegra que tengaís una buena seguridad Princesa, y espero que sea suficiente por lo que pueda pasar, estamos al borde de la guerra, y en guerra nada es seguro- comenté mientras tomaba un sorbo de zumo que me acababa de servir. Fruncí ligeramente el ceño cuando mentó a las serpientes..."bichejos purulentos"- Ya...bueno, ¿qué piensa hacer esta mañana Princesa?. Aún esperan unos cuantos días de paz antes de que todo estalle, ¿piensa hacer algo en especial?.

Enarqué una ceja "¿mente fría?", yo podía ser más fría que el propio Norte. Así era cuando segaba una vida que suponía una amenaza para mi o los mios, y cuando la ira se templaba y deseaba resarcirme era si cabe más gélida y cruel. Repartir muerte era solo una de mis funciones, mi deber cuando se terciaba, y no huía de mis propias responsabilidades. Había torturado a hombres sin pestañear, y seguiría haciéndolo las veces que hiciera falta... aunque claro, no aireaba esta clase de detalles escabrosos delante de mis amistades. A veces era bueno aparentar ser un poca más...dentro de la normalidad. "No, desde luego cuando te enfadas, fría y calculadora no estás", había presenciado en alguna ocasión alguno de sus arrebatos y desde luego ese no era su fuerte.

Ya era hora de dar carpetazo al apartado sospechas, a fin de cuentas a esas alturas nada podía hacerse, como sucede con las sospechas sin pruebas...no tenía que haber dicho nada, siempre había manejado esa clase de cosas por mi cuenta y riesgo y hasta el momento no me había ido mal. Fruncí ligeramente el ceño. Si había oído que había nuevos Targaryen en el mundo...No era nada que a mi pudiera interesarme demasiado ni emocionarme, pero claro, a Sarella si, era su familia a fin de cuentas. Dejé escapar un largo suspiro. Si fuera mi familia marcharía con ellos a la guerra, pero claro, ella no era una guerrera, seguramente sería trasladada con los niños a donde tocara. La puse una mano sobre el hombro y lo presioné levemente, a mi no se me daba bien consolar a la gente y no aspiraba a un gesto más adecuado, seguro me quedaría torpe.

-No os preocupeis Princesa...Muchas cosas tendrían que salir mal para que un miembro de la familia Real pierda la vida en la guerra fácilmente.- no podía decirle nada más, sería mentirle, y obviamente en la guerra era mucho más fácil morir que en cualquier otro lado- Créame, los líderes son casi más un engorro, a veces, que una ayuda por que requieren muchas defensas y claro...son hombres que no estas usando para atacar.- lo dije con palabras simples, sin mucha jerga guerrera, para que me entendiera. No era el mejor consuelo del mundo, pero al menos era completamente verídico- Dudo que acerquen a sus hijos varones demasiado al frente de batalla. No pueden permitirse quedarse sin herederos.- atajé y la solté el hombro- Todo irá bien- "...o todo lo bien que podría ir".

Usé mi tono más amistoso y conciliador, que no es que se acoplase demasiado a esas definiciones, pero al menos hacía el intento. La verdad es que al repasar mis palabras, no la encontré demasiado empáticas o delicadas, aunque realmente podía sentir su miedo e incertidumbre, no era capaz de expresarlo con palabras. Entonces irrumpió un nuevo Martell en el Salón. Yo seguía un tanto tensa e incómoda, así que cuando de repente me soltó aquella cascada de sugerencias sobre como defender el Paso se me agudizó el martilleo que sentía en la cabeza. A veces me hacía gracia que aquel chiquillo que apenas había estado en la frontera mostrara tanta seguridad en sus palabras. Pero supuse que era lo que uno tenía que hacer cuando pertenece a la casa dirigente. Sin embargo, yo sabía bastante bien como proteger mis tierras, lo había hecho durante años.

-Bueno Príncipe...-dije mirándole tranquilamente, con mi infinito gesto impertérrito y no demasiado amigable- No creo que sea necesario montar algo tan complejo...el Paso es relativamente fácil de defender. Lo que sugiere requeriría mucho tiempo y costes elevados para lo que luego realmente haría. Nuestra mejor baza es Lord Caron al otro lado de la Frontera y yo tengo buenas relaciones con esa familia, a parte del odio visceral que sentimos ambos hacía cualquiera que ose tocar lo nuestro . Así que no teneis nada de que preocuparos en lo concerniente al Paso del Príncipe. En cuanto llegué al Dominio del Cielo endureceré aún más las medidas. prefiero dejar las medidas que sugeris para otras situaciones que lo ameriten

Cuando volví a mirar a Sarella y me extrañé al ver su gesto y las miradas esquivas que dedicaba a su hermano..."En fin, no creo que eso sea asunto mio". Ya no tenía más hambre, en realidad llevaba un buen rato jugueteando con la comida, como manifestaba la miga del pan manoseada. Guardé silencio y me dediqué a hacer como que no percibía que había algo raro en el comportamiento de Sarella y dibujé con el dedo en contorno de la boca de la copa que tenía delante.