Serenata Nocturna Faeryn Fowler

Una solitaria figura se movóia bajo la atenta mirada de la luna por el patio, iba vestido como un soldado, con un peto de cuero endurecido sobre una camisa y portaba una capa que le ocultaba el rostro, por la parte trasera un par de bultos mostraban que iba armado. Nadie lo había detenido, puede que no lo vieran o puede que reconocieran su figura oculta y prefirieran dejarlo en paz.

Caminaba sin rumbo, sumido en los pensamientos, necesitaba dejar su mente en blanco y serenarse unos momentos, tenía que tener la mente despejada en los próximos días, con suerte no sería nada y su hermano regresaría triunfante en pocas fechas, pero tenía que pensar en lo peor y prepararse, y esta era una manera para que se le ocurrieran más ideas.

Olyvar vió un banco rodeado por el sonido de los grillos, un sonido que extrañamente le serenaba, decidió sentarse y escucharlos un rato. Una vez sentado dirigió su rostro hacía la luna y sonrió, realmente estaba gusto, la temperatura de la noche era sumamente agradable y le estaba llegando el fragante aroma de la dama de noche envolvía sus sentidos junto con el canto de los grillos. Olyvar sonrió y se llevó la mano a uno de sus bolsillos, allí tocó la suave forma de su flauta. Se la llevó a los labios y comenzó a tocar, con los ojos cerrados una sueva melodía improvisada. Hacía ya unos meses que no tocaba a gusto y lo echaba de menos, y esa era una buena noche para continuar.

Tocó una alegre canción burlesca que le habían enseñado en Antigua, aunque pronto pasó a otro tipo de canciones, una antigua canción de amor entre el Sol y la Luna, un amor imposible y decidió pasar a una canción que se entonaba a veces en los campamentos en la frontera, era sobre la carta que escribe un soldado a su amada en la previa de una batalla, en la que le cuenta cuanto lo quiere, que le gustaría estar con ella, pero que debe de protegerla, que en su pensamiento solo llevará su sonrisa, el sol reflejado en su pelo, el sabor de su piel tras bañarse en el mar y el calor del beso de despedida… una despedida que sería por desgracia definitiva, su amada viviría, él fue un héroe y… en ese momento abrió los ojos.

En un balcón del primer piso una joven lo contemplaba, no sabía el tiempo que llevaba escuchándola, se dio cuenta además de que tenía la capucha caída, se le había desplazado mientras tocaba. Olyvar sonrió e hizo una pequeña reverencia ante la mujer. Quisiera pediros disculpas si os he molestado mylady, no era mi intención Creía saber con quién estaba hablando.

Spoiler:

La cálida y agradable brisa nocturna acariciaba las cortinas de los aposentos que me habían sido designados en mi estancia en Lanza del sol haciéndolas bailar una extraña danza cuando se colaba por el ventanal.
Ya hacía al menos un par de horas que la cena había tocado a su fin y alrededor de media hora que me había puesto cómoda en mis aposentos. Me había quitado la ropa y puesto un liviano camisón, tan largo que incluso el dobladillo arrastraba por el suelo, de gasa de color azul oscuro. A la luz de una vela leía de nuevo, y por tercera vez, unos documentos que había traído desde Dominio del Cielo. Un viaje no era excusa para dejar de lado algunas responsabilidades, por poco que me gustasen.

El silencio de la noche únicamente era roto por el canto de los grillos de los jardines de la fortaleza de los Martell. En cierto modo era relajante, aunque también me hacía distraerme un poco cuando se hacían más fuertes.
De repente los grillos dejaron de cantar para dejar paso a otra melodía, mucho más agradable, sin duda. Al instante perdí el interés en los informes que había tratado de leer y puse toda mi atención en la melodía que el viento traía hasta mí.
Apenas un momento después, incapaz de resistirme más, me acerqué al ventanal y salí al balcón con la curiosidad de una niña pequeña. Una suave ráfaga de viento meció la liviana tela de mi camisón al igual que mi cabello suelto y trajo hasta mí el dulce aroma de la dama de noche, nadie sabía lo mucho que me gustaba ese aroma. El aroma de una flor nocturna, una flor que durante el día se cerraba, protegiéndose y únicamente durante la noche permitía que su aroma impregnase todo a su alrededor.

La melodía provenía de una figura que tocaba una flauta. Cuando cayó la capucha vi claramente a Olyvar Martell a pesar de la penumbra que inundaba el jardín. La luz de la luna era más que suficiente para distinguir sus rasgos. Lejos de querer que detuviese su música me apoyé en la balaustrada del balcón y puse mi mejilla sobre mi propia mano tratando de encontrar una postura mínimamente cómoda para oír la música que tocaba.
Poco después el príncipe cesó la música y alzó la mirada hacia mi posición. Al ver que realizaba una reverencia, hice lo propio y le respondí de igual forma, añadiendo además una leve sonrisa. - ¿No es muy tarde para esconderse en el jardín a tocar la flauta? - pregunté con cierto toque de diversión en la voz, haciéndole saber que no me había molestado en absoluto, de hecho tenía cierto talento con el instrumento y la música era hermosa.

La luz de la luna llena enmarcaba su bello rostro y daba la suficiente luminosidad para contemplar su bella figura realzada por la sueva prenda que lucía en estos momentos. El matiz divertido con el que me había contestado le había sugerido, o al menos así lo esperaba que no estaba molesta, y el hecho de realziarle una reverencia le había demostrado que le había reconocido.. Olyvar también le sonrió Tenéis razón, es un poco tarde, pero necesitaba despejar un poco la mente, vaciarla un poco de las preocupaciones y he decidido pasear un poco y… la brisa del mar, el olor de las flores, me ha hecho detenerme y he descubierto que llevaba la flauta, tal vez os gustaría alguna canción

Se llevó la flauta a los labios y comenzó a tocar una pequeña canción Guardián del Norte, escrita hace años para glosar el valor de los señores de Dominio del Cielo en la defensa de Dorne, quería demostrarle que la había reconocido como a una Fowler. ¿Cómo os encontráis?, con el ajetreo de los últimos días apenas he tenido tiempo para la vida palaciega y no os he podido atender como debería os presento mis más sinceras disculpas

Al menos se mostraba de acuerdo en que era demasiado tarde, si no estaba molesta era porque, de todos modos, aún no estaba durmiendo, pero ciertamente no eran horas para andar haciendo ruido bajo el balcón de nadie, por muy príncipe que fuese.

-Hay mejores modos de despejarse que tocando una flauta, príncipe, hay gente que quiere dormir. - Me encogí de hombros cuando supuso que quizá me gustaría oír alguna canción, acto seguido oí una melodía familiar, de Dominio del Cielo, sin duda sabía quién era yo. - Es una canción muy hermosa, ¿verdad?

-Estoy bien, no necesito que nadie me atienda, no os preocupéis por eso. Hay asuntos más importantes que atender que mantener distraída a una invitada. - Aseguré con una media sonrisa. Con el asunto de la guerra lo último que tendríamos que pensar era que yo estaba allí para pasar el rato, había llegado a Lanza del Sol con mi hermana para atender asuntos de gran importancia sobre la guerra, no era una visita de cortesía ni mucho menos. Y si aún estaba allí en Lanza era porque necesitaba ver a mi hermana hasta el último momento, de otro modo hacía ya mucho que habría vuelto a mi hogar, donde estaba realmente a gusto.

Olyvar torció el gesto por un leve instante, la reprimenda que le estaba soltando era merecida, aunque se contradecía un poco con su actitud anterior, si hubiera querido le habría podido parar en cualquier instante anterior, no esperar a que terminara Teneís razón Lady Fowler, no es hora para dar serenatas a la luz de la luna llena, aunque la noche sea agradable e incite más al paseo que al sueño, de todas maneras pensaba que os habían asignado otras habitaciones y que estas estaban desiertas, hace meses que no practico y….

Bueno parecía que la cosa estaba mejorando un poco, al menos esa canción la había animado, al igual que a una curiosa ráfaga de viento que también había acudido a oírle Si es hermosa, muchas veces la entonábamos en las hogueras de campamento en el desierto, tranquilos porque mientras exista un Fowler que nos guarde las puertas Dorne estará mucho más tranquilo, y aún más si conocieran a vuestra hermana o a vos, Faeryn, nadie puede escapar de la puntería de vuestras flechas, pero tenéis razón, la melodía al contrario que muchas otras canciones de guerra es dulce y se puede cantar con una flauta o simplemente cantarse con el acompañamientos de palmas siguiendo el ritmo Olyvar se volvió a llevar la flauta a la boca para empezar a entonar el estribillo, apenas unas notas hasta que lo dejó y comenzó a cantar mientras sus manos golpeaban su pierna siguiendo el ritmo, En Dominio del cielo, ni flores ni venados tienen poder, pues alzamos nuestro vuelo para vencer, guardianes de los pasos somos, leales, valientes, dornienses de pura cepa, alzamos nuestro vuelo para vencer, ayer hoy y siempre…

Cuando se disculpó por no atenderla salió la vena Fowler, era desde luego igual que su hermana, todo un carácter. Tenéis razón, no es momento para vida palaciega, ni para bailes ni para fiestas, aunque me parece que no ha habido demasiadas últimamente. Pero al menos debería de haberos visitaros, aunque sea por propio egoísmo, como experta arquera vuestros consejos me pueden venir muy bien para la defensa de Lanza, así que aunque no sean horas os pediría que me ayudéis en esto, aunque tal vez podamos hablarlo más adelante, no me gustaría perturbar ahora vuestros sueños Olyvar se llevó la flauta a los labios para arrancar unas alegres notas. Está claro que entre las Fowler solo su belleza puede ser comparada a la valentía. Esbozó una sonrisa dispuesto a irse, la situación era extraña, el abajo del balcón contemplando a la dama que le ofrecía un magnífico espectáculo.

-No os disculpéis, Príncipe Olyvar, sólo era una broma - Respondí con una media sonrisa divertida. Para ser el príncipe, alguien de rango superior al mío, se dejaba reñir con demasiada facilidad, no estaba acostumbrada a encontrarme con gente así. Aquellos que se dejaban avasallar por mí, aunque fuese mínimamente, siempre eran subordinados míos y éste no era ese caso.

No tenía por costumbre agradecer los cumplidos gratuitos, pero aquella noche estaba de buen humor. No me encontraba cansada y el día había resultado bastante tranquilo. - Gracias, pero todo se debe a la práctica - Dije aludiendo al halago de mi puntería. En silencio dejé que entonase la letra de la canción típica de mi hogar, una letra que yo ya conocía desde que tenía uso de razón. - Sin duda es muy hermosa. - suspiré sonriendo al recordar la primera vez que la oí, hacía ya tanto tiempo.

Asentí con la cabeza cuando dio la razón a mis palabras. - Desde luego que las visitas por cortesía sobran en éstos días, Príncipe. Mas si vuestro deseo es que yo os de algunos consejos sobre el uso del arco, no voy a negarme a ello. Estaré disponible para cuando vos tengáis tiempo para ello. - Aseguré. No había nada que me gustase más que el arco...bueno, sí lo había, un buen hombre dorniense, pero tras eso...el arco. Podía pasarme horas practicando con él.

Olyvar sonrió Podéis llamarme Olyvar, Lady Faeryn, y me disculpo si he tenido yo la culpa, malo sería ni no supiera ver mis errores y no tratara de solucionarlo, aunque en este caso solo fuera una broma. Olyvar alzó la mirada para contemplar la media sonrisa que estaba poniendo la mujer, estaba claro que no se sentía incomoda por su presencia.
La mujer acababa de darle las gracias por su comentario, eso le gustó Tenéis que practicar entonces mucho para tener tan buena puntería, aunque creo que se trata de algo más innato.
Al terminar la canción su rostro se iluminó aún más por una nueva sonrisa teneís razón es hermosa, aunque de Dominio del Cielo vienen otras cosas hermosas Olyvar alzó la mirada hacía el balcón donde estaba la mujer y empezó a entonar otra canción La señora de las cumbres, la canción de un soldado que se despide de su amada para ir a la guerra.

Olyvar asintió Para eso siempre tengo tiempo, me ayudará a comprender mejor a los arqueros, donde colocarlos en las batallas y sus necesidades, y esa es una cosa que un buen general siempre tiene que encontrar tiempo. Así que cuando quieras, por mí… incluso esta noche, hay luna llena y se ve bien los objetivos. Aunque tal vez tengáis otros planes….pero antes de hablar me gustaría regalaros esta flauta, ya que habéis sufrido mis pésimos intentos de arrancarles alguna nota. Olyvar se la llevó a la boca para morderla por la mitad, tomó impùlso y dio un salto hasta una rama de un jazminero con la que se impulsó con el pie para asirse a otra rama y propulsarse para apoyar el pie en la parte baja del balcón, dar un salto y caer sobre el balcón a un metro de la marqueña. Había realizado ese movimiento con la habilidad propia del que no lo hace por primera vez. Le tendió la flauta a la mujer tras limpiarla con su capa Está hecha con madera de limonero. Olyvar pudo ahora contemplar con tranquilidad el cuerpo de la mujer, apenas cubierto por la sueva tela azul del vestido que portaba. Por un momento se preguntó si había sido un buen movimiento el que acababa de hacer

Os llamaré por vuestro nombre cuando vos ceséis de dirigiros a mí por Lady, disto mucho de ser una. - Respondí sin perder la media sonrisa, no era lo decía con malicia, simplemente no me gustaba que me tratasen de lo que no era. No era ninguna Lady Ponienti, no era como ninguna otra dama y no me consideraba como tal.

No pude más que reir ligeramente al oír el cumplido proveniente del príncipe aludiendo la belleza de las Fowler. No sería la primera vez que oía semejante halago. - Gracias, de nuevo, príncipe. Los Martell también tenéis vuestro encanto, a vuestra manera. - bromeé.

Me encogí de hombros antes de responder a su siguiente comentario. Siempre tenía tiempo para conversar sobre tácticas de guerra o para dar consejos de arquero. - Mis planes de esta noche se limitan a dormir y descansar, Olyvar. - respondí, dirigiéndome a él por primera vez usando su nombre.
Lo miré sorprendida cuando trepó de una forma tan ágil por la planta que se enredaba hasta el balcón donde yo estaba. -Vaya, esto no lo esperaba, tenéis mucha agilidad. - Di algún que otro paso hacia atrás para dejarle espacio en el balcón, apoyando mi espalda en la pared tras de mí. - Os agradezco el gesto, Olyvar, pero no puedo aceptarlo, y si lo que pretendéis es ganarme de algún modo, no es con regalos el camino correcto. - Dije, bromeando, un poco, de nuevo.

Olyvar entrecerró un ojo y volvió a alzar la mirada hacía la mujer. No comprendía muy bien lo que quería decirle, que no se sentía como una dama o algo más personal…bueno ya se enteraría, siempre es bueno tener información. Como quieras Faeryn, seguiré tú deseo, además así es mejor, no tener que estar todo el tiempo con los títulos y demás, ¿no crees que es un poco incómodo a veces?

Olyvar pudo oír en la claridad de la noche serena, a pesar del leve rumor de fondo de las olas, la risa cantarina ante su comentario. Sólo digo la verdad…. ¿tenemos encanto a nuestra manera? ¿a qué manera?... Sentía verdadera curiosidad por la respuesta, aunque en la mayoría de los casos no fuera sincera, sin embargo algo le decía que en este caso lo sería, si había tenido los arrestos suficientes para decir que no era una dama, los tendría para decírselo a la cara.

Olyvar pudo oír perfectamente los planes dormir y descansar, bueno al menos no tendría que practicar esa noche con el arco y la frase era clara, pensaba irse a la cama pronto, aunque ¿se trataba de una sutil invitación?. Por si las moscas Decidió trepar al balcón y comprobarlo, era guapa y tenía buen cuerpo.

Una vez cayó sobre su balcón y se puso en pie escuchó el comentario Siempre trato de hacerlo, es bueno para el combate, y para otras cosas…. Olyvar frunció un poco el ceño cuando al tenderle la flauta Como quieras, y dime ¿cómo te podría ganar? Olyvar redujo la distancia que les separaba en un paso

Asentí, esbozando una leve sonrisa, complacida al ver que el príncipe accedía sin problemas a mi petición de tutearnos, al fin y al cabo no había nadie más y podíamos tomarnos la libertad de dejar a un lado las cortesías. - Sin duda alguna es incómodo, Olyvar. Prefiero, de lejos, el trato cercano. - respondí sin perder mi media sonrisa y aún apoyada en la balaustrada.

Me encogí de hombros antes de responder a su pregunta sobre mi comentario hacia su familia. - Bueno, por lo que os conozco a todos los Martell sois todos muy distintos entre vosotros. Sería difícil explicar el encanto que yo veo en cada uno de vosotros. - Respondí sin darle mucha importancia al tema.

Manteniendo mi espalda apoyada en la pared tras de mí y manteniendo cierta distancia con el príncipe oí la que parecía ser la pregunta estrella de la noche. - ¿Y qué es exactamente lo que quieres ganar de mí? - pregunté con un leve tono divertido. La tentación de marear un poco la perdiz era demasiado grande como para dejarlo pasar.

Desde luego que si eso era lo que quería se lo iba a dar, de todas maneras él prefería el trato cercano, sobre todo con las jóvenes bellas. Aunque en este caso la media sonrisa le hacía a Olyvar plantearse si se trataba de un segundo sentido con el que se había lanzado la frase.

Había obtenido una respuesta aunque no era la que esperaba, y no podía ahondar mucho más en el tema o podría parecer un poco presuntuoso. En ese caso tienes toda la razón Faeryn, cada uno tiene sus virtudes y sus defectos, y puede que para uno sean de una manera y para otros sean de otra Olyvar se encogió de hombros abandonando el tema.

La luz de la luna se reflejaba en su rostro dándole una apariencia deseable, de la misma manera que iluminaba su cuerpo de una manera que el ligero vestido no podía ocultar el voluptuoso cuerpo que tenía debajo. Ante la respuesta Olyvar sonrió y se acercó, estaba la mujer con la espalda en la pared y Olyvar apoyó una de sus manos en la pared por encima de la cabeza de ella. Poder oler de cerca tu perfume, perderme en la inmensidad de tus ojos… Poco a poco se fue acercando, …y besar tus labios Olyvar se inclinó sobre ella dispuesto a besarla, sus manos libres para responder con la mujer, tratar de contener una bofetada o bien aferrarse a ese magnífico cuerpo que tenía tan cercano.

El tema de la personalidad de cada uno de los hermanos Martell se me antojaba cada vez mas extraño, por suerte el Príncipe dejó estar el tema y rápidamente quedó en el olvido. La sinceridad era algo que me gustaba llevar como bandera, pero tampoco pretendía comparar un hermano con otro, fuesen quienes fuesen los dos hermanos a comparar. Lo que yo pensase de cada uno de ellos era mi opinión, sólo mía, y podía asegurar que tenia una idea muy clara de cada uno de ellos. Pero eso era cosa mía y era algo que no tenía porqué comentar con nadie.

Esperé la respuesta del príncipe sin quitarle el ojo de encima, bien por costumbre de mirar directamente a la persona que me acompaña, bien por desconfianza o quizá por la expectativa de su respuesta, la cual, por sus movimientos parecía que iba a ser prometedora.
Me quedé quieta mientras me respondía y lo veía acercarse cada vez más. Cuando más cerca estaba y cuando parecia que había acabado realicé ese movimiento al que llaman "cobra" y me alejé un poco de Olyvar.

- ¿Y que te hace pensar que voy a dejar que hagas todo eso asi como asi? - - Esto se ponía cada vez más divertido, al ffinal el viaje a Lanza del Sol no estaba resultando tan aburrido como había pensado.

Olyvar no se enfadó por la actitud que tomó Faeryn al alejarse súbitamente de él. No era la primera vez que se lo hacía, ni probablemente fuera la última, pero puede que solo formara parte de un juego, es más se echó a reír, y más con la respuesta que le había dado. Tenía carácter sin duda.
Olyvar esbozó una sonrisa a la luz de la luna Absolutamente nada, como nada me decía que iba a entonar una serenata a estas horas bajo tu balcón, o que salieras o que no te molestara esta música, o que la luna estuviera en todo su esplendor iluminando la leve capa de sal arrastrada por la brisa sobre la dama de noche, como nada me decía que no os asustara mi salto. O que estemos manteniendo esta conversación en lugar de vagar por el patio Olyvar se encogió de hombros y se apoyó sobre la balconada. Simplemente es una buena noche y pensé que…no estaría mal, aunque desde luego si me pides que me vaya, lo haré sin ningún problema, puede que con un poco de pesar por dejar de poder contemplarte, de ver tu rostro, de sentir como el aire juguetón, se une para acariciar tu cuerpo, pero me iré, al menos me llevaré un buen recuerdo de tu sonrisa mientras te cantaba, a menos que no te importe que me quede, Faeryn, tú decides, por mi parte sé lo que escogería, pero es tu decisión y suceda lo que suceda mañana volverás a verme por el castillo con una sonrisa. Olyvar inclinó levemente la cabeza mientras la contemplaba, esperando su respuesta.

Oí toda su respuesta a mi pregunta con atención. Me tranquilizaba saber que no se había enfadado por mi reacción, aunque poco me importase que se fuera a dormir esa noche con un mosqueo de mil demonios. No podía negar que era todo más fácil ese modo. De toda su respuesta me quede sobre todo con una parte en la mente.

- Si lo que quieres es pasear por el jardín no tenías más que decirlo. Si me das un momento que vista algo menos....más apropiado, te acompañaré en ese paseo.

Por sus siguientes palabras quede convencida de que efectivamente el Príncipe esperaba dormir acompañado aquella noche. Podían tacharne de muchas cosas, pero no era tan hija de puta como para liarme con un hermano y después con el otro. Asi que tenía que salir del paso.

-Quizá sea un buen lugar, pero no es un buen momento, Olyvar. No estoy aqui de visita de cortesía y si me tratais como una invitada es para no ofender, no porque lo sea. Con el tema de la guerra no es un buen momento para echar canas al aire, aún menos cuando mi hermana está a punto de ir al frente - "Y tu hermano también..." Pero esto no podía decírselo, nadie debia enterarse de lo que había pasado aquel dia. Esperaba que lo comprendiese, no le estaba rechazando, propiamente dicho, era cierto que el momento era el idóneo, ya lo habia olvidado una vez y no podía volver a pasar.

La jugada le había salido mal, le acababa de decir con mucha amabilidad que no, ahora solo tendría que replegarse y nada más aunque no le complaciera.
Como quieras, desde luego la noche es agradable y si te apetece pasear… aunque lamentaré el cambio de vestuario, ese os sienta de maravilla, realza más vuestra belleza si eso fuera posible
Olyvar hizo además de acompañarla adentro aunque se detuvo ante sus palabras, bueno la posibilidad de ver ese espectáculo de cambio de vestimenta se esfumaba también. Bueno si no quería pasar la noche con él, puede que tampoco fuera justo que montase el espectáculo.

Faeryn en Lanza jamás serás una invitada, eres una amiga y una aliada, esta es también tu casa, eso te lo puedo asegurar, tu presencia siempre es agradable, y no solo para la vista, necesitamos, necesito de tus consejos. Tienes razón, estamos en guerra, por eso tu habilidad con el arco será necesaria, lo mismo que la mía con la espada o la de mi hermano con los barcos. Entiendo tu preocupación, mis hermanos también partirán a la guerra y no si los volveré a ver con vida, en las guerras siempre existe esa posibilidad, pero tienes razón, no es momento para pensar en una aventura ahora. Puede que otro día…. O precisamente por eso era el momento, pero no insistiría más. Olyvar se dio la vuelta para que su rostro fuera iluminado por la luna, cerró los ojos y se llevó a los labios la flauta y empezó a entonar un par de notas sueltas.

Reí sin poder evitarlo al oír su halago sobre mis ropas. Sin duda alguna a ojos de un hombre me sentaba de maravilla, se trataba de un camisón que dejaba muy poco a la imaginación, pero no podía pasearme de esa guisa por un castillo ajeno.
Entré en mis aposentos y rebusqué entre mis ropas algo que fuese cómodo y rápido de vestir. Hallé un vestido que no tenía mucha diferencia con el camisón. Largo hasta el suelo, sin mangas y de un tono arena, la única diferencia con el camisón era que el vestido carecía de transparencias, en su lugar la tela se amoldaba a mi cuerpo, dejando bien visibles las curvas que poseía.
Al salir de nuevo al balcón miré al príncipe aun divertida por su opinión sobre mi ropa. - Me alegro que te guste mi ropa de dormir, espero que este vestido también sea de tu agrado, no me gustaría ver malas caras en un paseo con una noche tan bonita. - Palabrería pura y dura, para lo que a mi me importaba lo que pensasen los demás. Odiaba ser tan hipócrita, pero a veces no había más remedio.

Sus respuesta sobre mi estancia en Lanza del Sol me sonaron más a cliché del buen anfitrión que otra cosa. Pero como no podia saber si lo decía sinceramente o sólo pretendía quedar bien con su "invitada" dejé estar el tema. Del mismo modo que dejé pasar el tema de que algún dia llegase a pasar algo, no lo descartaba, por supuesto, pero en ese momento me sería imposible no comparar a un hermano, con el que ya habia estado, con otro. De nuevo pensé que no podía ser tan hija de puta, hablando claro. Bueno, como poder, podía, pero no quería.

-Bueno, ¿salimos por la puerta como la gente civilizada o quieres que juguemos a escaparnos por el balcón como niños? - mi sonrisa era amplia y divertida. Cualquiera de las dos opciones eran válidas por lo que a mi respectaba.