Casting para Aelinor Targaryen

Nombre del Cannon Elegido: Aelinor Targaryen

¿Porque lo has elegido?: Como ya he dicho, me atrae la perspectiva de rolear un personaje con cierto rayón mental que le hace diferente al resto, además me gustó muchísimo la descripción de Aelinor desde que entré a este foro, por lo que al ver que la habían liberado no tuve que pensarlo mucho para intentar al menos hacer el casting Además es todo un reto rolear a un Targaryen, o al menos así lo veo yo.

Casting:
De todos los lugares en los que podría estar, el favorito de Aelinor era aquel: Rocadragón. Allí, lejos de la ajetreada corte en Desembarco, la joven podía prestar atención a sus pequeños, lejos de las distracciones que suponían las demás personas. ¿Por qué debía soportar su compañía si ellos la consideraban una loca? Loca, loca, Aelinor la loca, siempre lo decían y eso a ella la traía sin cuidado. Era más importante alimentar a los pequeños dragones que la acompañaban a donde fuese, pues algún día crecerían hasta ser inclusive más grandes que el gran Balerion, y sería en ese entonces en el que Aelinor, la loca, se vengase de aquellos que se habían vuelto en contra suya. Era un día fresco, en el que el salitre de mar llegaba a cada uno de los rincones del elaborado castillo gracias a la brisa proveniente desde el mar. El sol se encontraba en su cénit: Era el momento de alimentarles. Con delicadeza extendió sus blancas manos hasta alcanzar la campanilla sobre su escritorio y la hizo sonar, logrando que así una ágil doncella entrase a la habitación preguntándole qué necesitaba -Traedme carne de res fresca- ordenó con voz firme, en un tono que no admitía negativas. Tras un débil asentimiento y con un asomo de temor en la mirada, la sirviente se retiró para ejecutar la órden de Aelinor mientras esta se levantaba de su asiento.

Las brasas siempre ardían en las habitaciones de la Princesa Aelinor. Era bien sabido que los dragones preferían los ambientes cálidos, y ella le proporcionaba a los suyos el ambiente más cómodo posible. Además, ella misma solía sentirse mejor al encontrarse en una habitación unos cuantos grados más caliente que el exterior. Por sus venas corría la sangre del dragón, y aunque muchos la llamasen loca, eso nadie lo podía negar. Un suave suspiro salió de sus labios mientras ella se levantaba y tomaba el atizador con firmeza, reavivando así las brasas. Las necesitaría para alimentar a sus pequeños dragones, lo sabía. La joven escuchó pasos detrás de la pesada puerta de sus aposentos y justo en ese momento ella vió como los dragones se escondían debajo de la amplia cama que dominaba el dormitorio. Una sonrisa maternal se extendió por la cara de Aelinor, quien alzó la violácea mirada al escuchar los goznes de la puerta girar. Pronto se reveló la imagen de su hermano Baelor, logrando que su sonrisa se ensanchase aún más. La joven notó en su mirada algo de desconsuelo y reproche, cosas que decidió ignorar -Me dicen que has pedido más carne, Ali- dijo él, adentrándose en la habitación. Ella mantuvo su posición erguida, apenas sin amedrantarse o cambiarla -Así lo he hecho, hermano mío- respondió, sonriendo de nuevo como lo hace un padre que intenta explicar un asunto demasiado complejo a un hijo -No podéis pretender que los dragones vivan del aire, ¿verdad?- añadió, dándose media vuelta para avivar las brasas de nuevo.

Aelinor pudo claramente escuchar el suspiro de su hermano a sus espaldas. Comprendía que las personas fuera de su familia no creyesen lo que ella decía, per ahora se trataba de su hermano, y ni siquiera él le creía. El incómodo silencio se vió interrumpido por la súbita llegada de la carne de res, la cual la joven puso a cocinar en las brasas, retirándola cuando estaba a punto para los dragones. Después de alimentarlos le dejarían en paz hasta la noche, cuando de nuevo la buscasen a ella como a una madre para que les diese alimento, calor y cariño. Una vez tuvo la carne lista en un plato, la joven se dió media vuelta, encarando de nuevo a su hermano -Los dragones, ellos jamás han muerto, Baelor- dijo, con tal convicción que podía romper un corazón sin dificultad alguna. El heredero al Trono de Hierro sonrió de forma condescendiente -Entonces se están escondiendo muy bien- dijo con una sonrisa. Aelinor asintió, solemne, a sus palabras -Sí. A ellos no les gusta que todos les vean- añadió, dejando la humeante carne debajo de la cama. El mismo plato lo retiraría Baelor con sumo cuidado en la noche, procurando seguir la corriente a su hermana mientras su mente se perdía en visiones de criaturas que ya no existían, y que posiblemente jamás llegarían a hacerlo.