Mis pequeños (Lyanna Arryn y Marcus Arryn)

Mandó llamar a sus hijos, quería hablar con ellos pues hacía tiempo que no estaban juntos.

Lo había preparado todo para que pudiese además de un pequeño tentempié. Quería que le pusieran al corriente de sus actividades y de lo que planeaban y también él tenía que contarles lo que iba a ser su futuro, todos debía conformar lo mejor apra la familia y para el Valle... sobretodo en aquellos tiempos de descontrol.

Cuando estaban juntos recordaba en demasia a su primera esposa, se había casado con ella precipitadamente pero la había amado como a nadie, la dió aquellas dos bendiciones que hicieron que su vida cambiase pero ahora no era momento de pensar en aquello, ahora debía pensar en el presente en la situación que se avecinaba y en que ellos no estuviesen mezclados con todo el caos que pronto los cubriría.

Dos guardias aguardaban en la puerta esperando para anunciar la llegada de sus hijos... pronto llegarían.

Recibió el mensaje de su padre cuando volvió de los baños. Se coloco un jubón de seda color crema, con bordados celestes en los puños, se ato los calzones y se dirigió a ver su señor padre.

Atravesó los pasillos y salas de Lanza del Sol, con ese color terrosos que tanto detestaba, el calor era intenso y se pegaba la piel. Comenzó a juguetear con el puño de su daga engalanada con pequeños zafiros, sumido en sus pensamientos, por supuesto Lanza del Sol era un total y absoluto hervidero, el hecho de dar hospedaje a prácticamente todos los nobles de los Siete Reinos tenía al servicio fuera de si. Se aparto para dejar pasar a cuatro pinches que acarreaban un jabalí , dirigidos por un rechoncho cocinero. El cocinero le agradeció que le cediera el paso y reanudo su extraña marcha. Se pregunto que altanero noble podría pedir un jabalí entero para sus aposentos, negó con la cabeza y siguió su camino.

Finalmente alcanzo las estancias de su padre, conocía a los soldados de guardia, los saludo animosamente y espero a que lo anunciaran. Cuando le dieron permiso Marcus cruzo el umbral.

Como había estado haciendo desde que llego a las tierras de Dorne, se había estado bañando, tratando de refrescarse, le calor que tenia era a lo que no estaba acostumbrada.

Aunque tardo un poco en arreglarse, pero con un poco de ayuda logro poderse vestir adecuadamente para poder ir a ver a su padre, estaba algo emocionada, ya que quería tener noticias del Valle.

Se había vestido con un vestido largo, de mangas cortas, dejando ver apenas parte de sus hombros, su cabellera uniéndola con un listón de seda de color verde, del mismo color que el vestido. Salió de su habitación, rumbo a la de su padre, deteniéndose un instante por el jardín y cortando algunas flores, junto unas cuantas, las suficientes para hacer un ramo lo suficientemente vistoso.

La gente iba y venía, todos tratando de hacer sus deberes lo mejor posible, pero con el tema de la boda, parecía que todos siempre andaban corriendo y apurados, por fortuna ya sabía por dónde andar para no toparse con la servidumbre que andaba algo apurada con las cosas. Llego a la puerta de su padre con las flores en mano, los guardias escoltas de su padre la saludaron la dejaron pasar, cuando entro vio a su hermano que ya estaba en la habitación.

-me da gusto que estes ya aquí, tenemos que hablar, espero verte después de que hablemos con nuestro padre, hay algunos temas que me gustaría compartir contigo-

Le comento mientras dejaba las flores en una mesa y luego se dispuso a abrazar y darle un beso a su hermano.

Cuando sus hijos entraron y se acomodaron se intercambiaron bonitas palabras para saludarse y recordar el tiempo perdido en aquellas semanas.

En el Valle todo seguía igual y era lo que les hizo saber, la tranquilidad imperaba aunque ahora en la cabeza del Lord habían despertado sombras de incertudumbre por la boda que habían llevado a cabo los ahora Coldwater.

- Hacia tiempo que no nos reuniamos los tres. - dijo sonriéndoles viendo la buena relación que mantenían los hermanos - El tiempo pasa y ya son 22 días de vuestro nombre, sois un hombre y una mujer que pronto tendrás que tomar su propio camino y estos eventos son los que labran el destino. Como bien hablamos con nuestros vasallos la guerra se acerca hijos mios... las espadas se alzaran y la sangre bañará nuestras tierras. -

Miró a su hijo y posteriormente a su hija - Sabeis, que deberé tomar decisiones que benefien al Valle. Y espero que me apoyéis en todo lo que decida... - las decisiones serían duras y peligrosas y seguramente en ellas estarían inscritos los nombres de sus hijos ¿aguantarían cualquier cosa en nombre de los Siete y en el del Valle?

Marcus abrazo con fuerza a su hermana melliza, y le dijo:

-Por supuesto hermanita, podemos dar un paseo luego. Le guiño un ojo y se volvió a sentar.

Escucho las palabras de su padre y respondió en consecuencia, al fin y cabo seria algún día señor del Valle:

-Es cierto padre ya no somos niños, y por tanto actuaremos como mejor podamos para favorecer al Valle. No dudes padre, son nuestros vasallos y les haremos entrar en razón, y si las palabras no son suficiente, aunque espero que lo sean. Comprenderán porque los Arryn gobernamos el Valle. Marcus fijo la vista en su padre, siempre sereno, como lo era el gracias a sus enseñanzas, no necesitaba nunca alzar la voz.-Padre creo que puedo hablar por mi hermana cuando digo que nuestro apoyo lo tendréis siempre.

El joven Arryn lo tenia claro, los Halcones cazan en solitario, pero forman familias. Sabia que su padre podía pedirle que se casara con una noble para reforzar su posición, lo sabia aunque intentaba no pensar en ello, sobre todo por sus sentimientos hacia las mujeres. Pero no seria Marcus quien hiciera caer a los Arryn, si su padre necesitaba que se desposara lo haría.

Vio a su padre acercarse, dejo las flores y se aproximo a él dándole un beso y un fuerte abrazo, lo acompaño hasta que se sentó, mientras lo escuchaba. Sin duda se notaba la preocupación que tenía tanto por la tensión entre las casas del reino, como por la posible guerra que se podría presentar.

La preocupación del bienestar del Valle era visible y siempre lo era para el señor de esas tierras.

-algo de lo que siempre podrás estar seguro es que tendrás aparte de nuestro cariño, nuestro apoyo-

Eso era algo más que evidente, aun cuando llevo a otra mujer a su lecho, ellos le apoyaron, aunque en el fondo ella reservaba su negativa ante ese hecho, pero era su padre y por lo tanto tenía que obedecer.

-¿cómo ves la situación con los grandes señores del reino, has platicado con alguno de ellos?- le pregunto mientras se acomodaba en su asiento.

Habian algunas otras cosas que le quería preguntar, pero era mejor esperar el momento.

La situacion con la boda de Lucas y Leana, podría traer algun conflicto en el valle, aunque podría ameritar cierta a tención.

Otra cosa de las que nos sabia es que si su medio hermano también habia venido con él o se habia quedado en el valle, ya que no lo habia visto por el lugar.

Le satisfacia tener unos hijos tan obedientes y dedicados a su padre y familia. Eran los valores que les había inculcado desde que nacieron... no era tan importante el honor como el bienestar de los tuyos. Los Tully sabían bien como iba el juego "Familia, Deber, Honor"... esos eran los valores que todo gran señor deberían tener.

- Me alegra saber que cuento con vosotros para cualquier cosa, porque puede que los sacrificios sean grandes. Necesitaré vuestro don de la palabra y la espada. - Y aún más pero tampoco quería asustar a sus hijos, puede que los sacrificios fuesen grandes pero... el Nido de Águilas era inexpugnable, allí estarían a salvo.

Miró a su hija ante la pregunta - Sólo he podido hablar con el Principe Maron y parece que sólo busca mis espadas para la causa del Rey sin nada que ofrecerme ¿para que querríamos espadas de arena en el Valle? es absurdo... - Realmente el joven creyó que los Arryn podían temer a los Stark... los huargos jamás pasarían por el Valle, si lo que querían era derrocar a los Targaryen no perderían tiempo ni tropas en atacar el Nido. - Conseguí con el un trato comercial sin necesidad de poner vidas de por medio, tarea fácil. .

- El Rey no ha tenido a bien recibirme aún y no se encuentran más lores en la ciudad para poder parlamentar... Tengo intención de partir hacia Altojardín una vez termine la boda, quiero saber que es lo que me tiene que contar Lord Garlan, mi viejo amigo. -

Jugueteaba con una aceituna, uno de esos productos que se podían encontrar en el sur... era redonda y al Lord le hacia gracia la manera extraña que describía al hacerla rodar - Los Siete me han hablado... me han dicho que pronto apareceran quienes tomen vuestra mano. - Les miraba a los ojos directamente, sobretodo a su joven hija pues las hembras solían temer este momento más que los varones. - Pero me han hecho saber que serán personas justas, un hombre y una mujer de bien que satisfarán vuestras necesidades y deseos. -

Esperó las respuestas de sus vástagos... estaban bien aleccionados pero el vuelco del corazon provocaba en ocasiones reacciones innecesarias.

El joven heredero escucho en silencio a su padre, bajo la mirada y reflexiono sobre lo dicho. Lo del príncipe Maron era una tontería, quien ofrecía una alianza y no daba nada a cambio, menuda estupidez. Puede que el dorniense fuera buen guerrero, pero carecía de mentalidad política. Y a decir verdad, en este momento era mas importante ser un señor y actuar como tal, que ser un guerrero. Al fin y al cabo esta guerra no la ganarían las espadas, lo harían las alianzas, sino Daemon Fuegoscuro ya seria Rey, no Daeron.

La cuestión era, ¿que ofrecería Lord Tyrell en nombre de Daemon? Al fin y al cabo esto es el Juego de Tronos y los Tyrell no eran estúpidos.

Marcus se fijo en la aceituna con la que jugaba su padre, claro que su padre se había movido, los matrimonios eran potentes alianzas. Su señor padre los miro a ambos, pero se detuvo un momento mas en su hermana, eso no le gusto, en quien estaría pensando...

-Entendemos nuestras responsabilidades padre, pero me pregunto si los Siete han tenido a bien ilustrar a esos señores con un nombre y un rostro, padre. Me interesaría saber en quien pensáis. Le dijo con voz calmada. Y tomo un poco de agua, a la espera de la respuesta.

La noticia la dejo inmóvil por un momento, en lo que su hermano hablo, sabía que algún día tendría que casarse pero no era algo en que hubiera estado pensando constantemente, o algo que se aproximara tan pronto.

Cuando su hermano dio su comentario, sintió una gran curiosidad por lo que respondería su padre. Sintió como un balde de agua fría le hubiera caído encima.

Por su mente pasaron varias ideas, de las cuales trato de no prestar tanta atención, solo a lo que le comentaría su padre, pero no pudo preguntarse como seria la persona que su padre tendría en mente, de que casa seria, como seria, tendría suerte de que en verdad se pudiera enamorar de esa persona.

Pero prefirió esperar y no hacerse ideas vagas en su mente.

El silencio de su hija denotó su preocupación, la conocia lo suficiente para saber que aquello provocaría su falta de sueño pero era necesario qeu se fuesen concienciando... no quería que la noticia de su boda les cayese como un rayo fulminante - Por extraño que parezca a vuestra edad aún no he recibido ninguna ofrenda de hembra por ti. - dijo refiriéndose a su hijo - Eres un joven formidable y heredero de la mejor de las tierras de los ándalos. Pero estoy seguro que pronto vendrás hasta mi puerta para ofrecerme dotes tremendas por tu mano y tu silla. -

Miró a su hija con una mirada paterna, tranquilizadora... que evocaba a la paz - En cuanto a ti mi pequeña... no tengo claro a quien debería ofrecerte, eres digna de ser la próxima reina pero aún no te he escuchado. ¿Qué esperas del futuro hija mia? -

Nada. De momento nada, eso lo relajo en parte, pero se mantuvo tenso ante la respuesta de su hermana. Su amada hermana, esperaba ansioso sus palabras.

En cuanto a él, estaba seguro de que no tardarían mucho en llegar las propuestas. Sabía que había muchas casas con opciones para ello:
Los Stark tenían a Lady Sarah; los Tully a Lisa o Silvia; dudaba de que los Baratheon propusiesen algo con Lady Jenna y por supuesto los Tyrell con Lady Rose, intentando asegurar su intervención en el conflicto.

Creía que su padre pensaba en las grandes Casas, mas que en sus vasallos, no podía descartarlo. Pero dado la inestabilidad actual, era mas seguro que se haría con las grandes casas. De todas las que le llamaban mas la atención eran sin duda Lisa Tully, decían que era una perfecta dama; y Sarah Stark, se decía que era una joven rebelde y muy hermosa, ¿como sería realmente?

Marcus volvió a la conversación, diciéndose que era mejor no divagar y analizar todo con los hechos.

Ella se quedo callada un instante, miro a su padre y luego a su hermano, sabía que como dama de su casa tenía un compromiso importante con los suyos, pero sobre todo con el valle, fuera cual fuera su destino sabia que lo que dijera su padre seria por el bien de los suyos, y no quedaría otra opción más que acatarla.

Se levanto de donde estaba sentada camino hasta una de las ventanas y volteo a ver a su padre.

-para serte franca, es algo que no había pensado, y no tendría objeción para aceptar al hombre que mejor dispongas- dijo algo apenada – en estos tiempos difíciles, se tiene que tener en cuenta muchas cosas, y si un matrimonio es darle la paz a los nuestros, con gusto seré esa llave que abra esa posibilidad-

En el fondo, una tormenta de sentimientos exploto, aunque supo aguantar las apariencias, no era momento para ser egoísta, y por algún capricho de ella misma tenía que tomar su responsabilidad con los suyos.

Marcus prendió los ojos de los de su melliza. Su hermanita, su otra parte. En lo que a él respectaba eran parte de un todo, dos caras de una misma moneda. Casi podía notar sus sentimientos encontrados, le dolía como si fuera el mismo.

Había contestado lo que se esperaba de una mujer de su posición, pero su mellizo sabía que debía sentir algo mas. Seguramente en sus sueños pensaba en desposar a un hombre que realmente la amara, pero también el amor podía ser traicionero. De manera que amar mucho se podía convertir en algo peligroso, si el otro no te amaba. Suspiro y lanzo una mirada a su padre, sabia que no podía evitarlo en algún momento ambos debían desposarse, pero no evitaba la desazón.

Marcus se levanto y se acerco a su hermana, que se había vuelto a girar para mirar por la ventana. Cuando llego a su altura la tomo por la cintura y dejo que ella apoyara su peso sobre el.

-Tranquila Lya, si quieres puedo asustar a los que no te parezcan guapos. Le sonrió con cariño, y le apretó la cadera con fuerza dándole su apoyo a la persona que había venido junto a él al mundo, a la otra parte de su alma.

Era la respuesta que quería escuchar y la protección de su hermano hizo que se sintiese orgulloso de ambos. Los Siete pedían sacrificios por el pueblo y si eran de este tipo no sería costoso de cumplir siempre que su familia lo apoyase.

- Me alegra escuchar esas palabras hija mía. - dijo esgrimiendo una sonrisa - Te aseguro que lo que decida será por tu bien. -

Ahora que sabía que podía contar con sus dos hijos y que no les diesen problemas podía seguir hablando de la actualidad de Poniente - Aunque los Siete no han tenido a bien que tome una decisión sobre el futuro de la Casa Arryn en Poniente, he pensado proponer algo a ambos Reyes una nueva forma de gobierno, un gobierno como el de antaño donde siete sean las cabezas que gobiernen, y dejemos que los dioses los guíen. - Quería saber que opinaba su sangre de todo esto, era algo que llevaba tiempo mascullando pero ¿de verdad alguno de los dos Reyes lo tomaría en serio? seguramente no, pero no perdía nada por intentarlo.

Se abrazo a su hermano cuando sintió sus manos en su cadera, sintió el apoyo de su hermano. Sabía que siempre podría contar con él.

Las palabras de su padre, le dieron cierta tranquilidad pero aun así, no estaba del todo contenta, pero no tenía otra opción más que obedecer y esperar a que los dioses fueran buenos y le mandaran un esposo que fuera compatible con ella.

Después de escuchar a su padre, la idea que pretendía presentar no era mala a su forma de pensar, pero solo tocando los hilos adecuados podría resultar, esos hilos podrían ser a quienes rodeaban al rey, pero la codicia de los mismos podría ser una barrera para el acuerdo.

-¿cómo pretendes proponerles ese acuerdo, sabiendo que cada uno desea todo el poder para sí mismos?- le pregunto a su padre sin dejar de apoyarse en su hermano.

La idea de su padre era bastante interesante, en lo que a Marcus respectaba. De modo que todas las casas serian iguales, tal y como lo eran los Siete. La idea le parecía complicada de ejecutar, pero la actual situación provocaba que pudiera al menos intentarse.

Acaricio la cadera de su hermana melliza con suavidad, y pequeños movimientos. Alzo la mirada y busco con sus ojos azules los de su padre.

-Mi hermana tiene razón, la codicia mueve los corazones de la capital y el Reino. Los señores no cumplen con sus deberes, y los reyes menos. Miro el suave bordado del vestido de su hermana, y volvió a hablar. -Quizás nosotros estaríamos a la altura, pero otros señores podrían hundir sus dominios y pueblo. Y la gente de Poniente, no lo merece.

Era posible que tuviera el corazón bondadoso, pero no hay honor tan alto, como que el pueblo te ame. Los Arryn habían ganado ese privilegio, otros señores no. Si la consecución de las ideas de su padre se hacia realidad, podría producirse desplazamientos del pueblo en busca de mayor protección por parte de sus señores.

Pero ciertamente la idea le atraía profundamente, miro a su señor padre a la espera de la respuesta a su hermana. Quien sabia si estaban asistiendo a un nuevo régimen de gobierno.

La manera en que su hijo protegía a su hermana era de lo más enternecedora pero le preocupaba que pudiese ocurrir cuando se separasen. Sin duda mientras ambos viviesen las Casas donde residiesen serían hermanas.

- Es complicado proponer algo así a cualquiera, pero no tengo miedo. Sólo un necio lo tendría por hablar en nombre de los Siete, por exponer las soluciones a los problemas que surgen hoy por la codicia y la avaricia. -

Cogió la oliva con al que jugueteaba si se la metió dentro de la boca para degustarla. El sabor era agradable, no la había probado antes y sin duda era uno de los bocados con los que debería partir al norte, pero ¿cómo se conservaba? sería mejor pensarlo más tarde

- Directamente parlamentare con Lord Garlan y con el Rey. Espero poder cruzar mi camino también con Daemon Fuegoscuro, lo trataré directamente con cada uno y que entre todos podamos dar con la solución... si aceptaran la paz estaría a un paso. -

Tras dar un sorbo de agua escuchó a sus hijos y comenzó a jugar con otra oliva, le había parecido de lo más divertido - Por otro lado, ¿qué os ha parecido la acción de los ahora Coldwater? pidiendo que los dioses los unieran ante los ojos de los hombres. - sería interesante tratar este asunto con sus hijo, para saber las opiniones de los jóvenes.

Del comportamiento de los Coldwater, no tenía mucho que decir al respecto, por una parte los apoyaba, y más sabiendo sus motivos, que a pesar de la diferencia de sus padres ellos estaban dispuestos a correr las consecuencias de su amor, que era la fuerza que los movía.

Y más ahora que sabía que su amor traía un fruto a este mundo, pese a quien le pese, sabía que no siguieron los protocolos que normalmente las buenas costumbres dictaban. Pero por supuesto que no las iban a seguir, no se atreverían a recibir un no como respuesta a su amor.

En el fondo ella estaba feliz por su amiga y sentía un poco de envidia de la buena, ya que el amor había llegado a toca la puerta de su mejor amiga.

Miro a su padre, sonriendo y sin alejarse de su hermano –Creo que fue algo hermoso que su unión fuera en presencia de los dioses, creo que su bendición los llevara a buen camino y será lleno de mucho amor-

Abrazo fuerte a su hermano que no se había despegado de ella.

Marcus sonrió a su hermana y devolvió su abrazo apretándola contra su fuerte pecho. Le dio un ligero beso en la frente mientras la miraba a los ojos y después le dio un golpecito en la nariz. Cuando puso su cara de indignación Marcus soltó una carcajada de esas que su hermana adoraba.

Se volvió hacia su padre y contesto:

-La verdad es que deberían haber haber solicitado permiso a Lord Lynderly, y en caso de no concedérselo haber acudido a ti padre. Se habrían evitado los problemas, porque no creo que Lynderly se tome a bien la ofensa. Miro a su padre. -Aunque es hermoso que hayan encontrado una persona que les ame.

Marcus observo el rostro de su señor padre, y recordó a su madre Lady Arryn, con su sonrisa y sus caricias que tanto gustaban a Marcus. La vio junto a Athys dándole un beso en la mejilla y sonriendo ante el comentario de su esposo, como tantas veces había presenciado durante su infancia.

Y se dijo a si mismo que si los Coldwater habían encontrado algo como aquello, los Siete los habían bendecido. Deseó tener la misma suerte que su padre.

A veces se preguntaba si llevarían bien el momento en el que se separaran, estaban tan unidos que casi parecía un crimen que llegase el momento en que se debieran unir en matrimonio con gentes dispares y quizá de lugares tan remotos...

- Hermosas son las palabras hija mia y sin duda que eligieran el camino de los Siete para unirse fue lo acertado. - La sonrió pero todos sabían que detrás de aquello había un pero. - Pero como bien dice Marcus no fue correcto su manera de actuar... según las normas que rigen a los caballeros hay que solicitar la mano de la esposa al padre de esta, y esto puede provocarnos más de un quebradero de cabeza. Esperemos que todo quede en nada, pero deberemos estar atentos y para esto os necesito. - Bebió un trago de vino y dejó reposar de nuevo la copa - Vosotros seréis los primeros en llegar al Valle, y deberéis analizar la situación. -

Y allí estaban sus hijos, su heredero y su pequeña princesa... ellos era el futuro del Valle, ellos eran quienes recibirían su legado y sobre los que tenía plena responsabilidad... eran sus niños.