¿Asuntos de Estado o simplemente una plática? [Athys Arryn]

La mañana se le había antojado preciosa a la rosa pero algo calurosa, aquel día se había propuesto cumplir con el encargo de su padre, así que no tardó demasiado en enviarle una nota al señor del Valle, una simple pregunta estaba escrita en su perfecta caligrafía -Mi Señor, ¿Tenéis tiempo para recibirme?- y eso había sido todo, no colocó ninguna cosa de más pues sabía que los mensajeros podían leer sus escritos y no quería que su privacidad fuese invadida. Con una suave sonrisa seguida de un asentimiento escogió un vestido color marfil que se degradaba hacia un rosa fuerte, era delicado pero no algo que llevaría a un mercado, se veía lista para hablar con Athys Arryn y eso le agradaba, muchas veces confiaba en que su expresión no denunciara por lo que pasaba asi que esa última vez que se vio al espejo, deseo que los Siete escuchasen sus súplicas.

El camino no fue tan largo como lo había pensado en un inicio, las espadas juramentadas que su padre había asignado para su cuidado le seguían de cerca como si de una escolta se tratase mientras que la rosa sonreía a todo aquel que le dedicase una mínima sonrisa. Al llegar al lugar en el que se alojaba aquel Arryn, anunció su llegada con toda propiedad, esperando que le diesen el permiso de entrar para encontrarse con él. Cuando el guardia salió y asintió, Rose se dio cuenta de que era el momento que había estado esperando. Tomó entre sus manos los presentes que le habían encargado y ordenó que sus espadas se quedasen fuera, no habría problema alguno con aquel lord si nadie mostraba ni un apice de hostilidad.

En cuanto la puerta se abrió para ella, la rosa agradeció al guardia y se adentró en el despacho, suspirando quedamente en el momento en que la puerta se cerró. –Muy buenos días, mi señor.- saludó con sencillez, no había muestras de alguna cortesía fingida, nada en ella era asi. –Espero que los Siete nos sonrían hoy, y ante sus ojos dejo dos presentes que mi padre me ha encargado encarecidamente, espero que sean de su agrado.- musitó dejando frente a él aquellos libros que había pensado antes de salir de Altojardín, Maravillas y Señales y Portentos o las hojas de éste pues nadie podía tenerlo completo en aquel momento, ambos tenían un encuadernado admirable, e incluso algunas piedras preciosas se incrustaban en su cubierta, sin duda la rosa esperaba que a Lord Arryn le gustasen tanto esos libros como a ella misma.

Con la entrada de la Tyrell también se dieron cita sus peculiares perfumes, algo de jazmín y rosas mezclado hasta formar la más exquisita fragancia que Poniente tenía por ofrecer, no era raro que fuese así, simplemente al ser un perfume extraño, hasta ella parecía adorarlo. Al estar frente al lord luego de haber dejado los presentes, hizo una pequeña pero significativa reverencia, perfectamente ejecutada y tan sencilla como ella misma. Le sonrió en el momento en que le invitó a sentarse y utilizó el lugar frente a él, cruzando las piernas por instinto como siempre solía hacer, colocando sus manos sobre sus rodillas en un solo movimiento fluido. –Le he rezado a la Vieja para que me brinde de su sabiduría, reconozco que soy joven y puedo parecer inexperta, pero no es así.- aseguró con una mínima sonrisa, esperando que entendiese que la rosa se estaba esforzando por no parecer una niña en los zapatos de una embajadora.

–Lo son, ciertamente, esas hojas son parte de los tesoros que Altojardín tiene por ofrecer. Personalmente lo he escogido porque creo que nadie las valorará más que usted, me gustaría que lo conservase.- musitó con esa sonrisa suave que le caracterizaba, observando los tomos frente a ella, acariciando con unos dedos níveos la portada antes de dejarlo para su inspección. -Cuando todos creen que no hay nada por salvar, siempre hay una esperanza, mi lord.- expresó la rosa reflexivamente, tanto por el libro por el que hablaban como por la situación misma que se cernía sobre Poniente de una manera inminente. –Solo es cosa de fe.- terminó por decir antes de verle con sencillez, no era una persona que fingiese, de ninguna manera, Rose Tyrell era ella misma aunque le costase la cabeza.

Con una sonrisa, la rosa asintió a lo que el lord le decía, si algo era claro eso era que Rose todo lo hacía con el corazón, alguien alguna vez le había dicho: “Ama y haz lo que quieras, pues asi, todo lo harás con amor” y ese era su moto en la vida, nunca hacía nada en lo que no creyese y eso aplicaba básicamente para cualquier cosa. Cuando su mirada se posó sobre el libro, una nueva sonrisa de complicidad se posó en sus labios. –Hay algunas copias hechas por los maestres de Altojardín aunque por supuesto no son tan bellas como este original, y yo personalmente podría explicar algunos de sus pasajes a los miembros de la Casa Targaryen si lo requiriesen, lo que yo busco es que este libro no se quede en una gran biblioteca abandonado, sino que se tenga en estima, por lo tanto he pensado en usted. – contó bajando la mirada como si esperase algo que hubiera hecho mal, en parte había pensado en el Arryn por que las cosas que ahí se señalaban eran interesantes así como peligrosas de igual manera que el conocimiento mismo, y nunca habría un lugar más seguro que el Valle para guardar tal conocimiento.

Una de sus manos se colocó sobre su cabello para echarlo hacia atrás, su Septa siempre había dicho que tenerlo al frente era un símbolo de estar a la defensiva, en cambio, tenerlo hacia atrás demostraba apertura y animos de cooperar. –No lo he vivido, mi Lord, pero temo de los tiempos venideros, lo único que puedo hacer es confiar en que los Siete decidirán con sabiduría y nosotros tenemos que entender sus pasos para así posicionarnos en el mejor lugar.- expresó con soltura, sin demostrar aquel miedo que internamente le consumía al hablar de las guerras venideras. –Deseaba hablar con usted sobre un posible viaje a Altojardín, a mi padre le gustaría verle para tratar asuntos importantes para ambos reinos, así como también me gustaría saber qué piensa usted sobre todo este lío por venir, no pido su apoyo o rechazo, simplemente me gustaría saber su opinión y asi poder compartir la mía.- musitó con sencillez la Rosa que tantas veces había hablado de aquella forma, no le era fácil pero sabía que tenía que hacerlo, su sed de conocimiendo le hacía buscar poco a poco aquello.

Sus palabras eran suaves como si estuviesen tratando del clima y no de un libro que tenía el poder del conocimiento entre sus páginas, unas ligeras sonrisas parecían rodearle siempre, confiriendole un aire de confianza y serenidad propios de un jardín de rosas. -Ante todo viene la educación, personalmente creo que un pueblo y unos gobernantes ignorantes no pueden progresar, la educación es la base de todo y como tal, es imprescindible compartirla con aquellos que no la tienen sin importar quién sea, así sea el Rey mismo, el conocimiento es algo que no se le puede negar a nadie. - expresó con sencillez, creyendo firmemente en sus palabras pues ella misma lo había hecho ya muchas veces, se convertía en alumna y maestra cuando tenía que hacerlo. -Estoy segura de eso, mi Lord, todos los libros de historia que han pasado por mis manos, remarcan la imposibilidad de atacar el Valle, sus protecciones naturales son asombrosas, algún día si se me permite, me gustaría visitarlas por mi misma.- comentó, no era un secreto aquello de que el Valle era la fortaleza natural más grande de Poniente, al menos a los ojos de la Rosa y saber aceptar el valor del otro no le hacía menos.

-Dicen que no hay poder más grande que la fé y el amor... espero que sea cierto por que de esa manera, las armas no serán necesarias. Rezo diariamente por que el camino se abra ante nuestros ojos, un camino iluminado por la luz de los Siete y no por la oscuridad de quien sea que auspicie la guerra.- musitó con la misma cadencia suave, retomando el ritmo que el lord había dejado en la estancia, sintiendose cada vez mejor consigo misma y con su papel en todo aquello, si estaba en sus manos evitar cualquier tipo de desastre, lo haría, su pueblo se lo merecía. -El cambio es posible, solo hay que saber buscarlo, quienes están al frente necesitan abrirse a las exigencias de su pueblo, intentar dejar de lado los poderes terrenales pues al fin y al cabo, en el momento en el que el Desconocido nos llame a su lado, nada de eso se irá con nosotros. Quizá sea tiempo de que el pueblo esté primero en la lista de prioridades y no solamente un título, pues personalmente considero que un título en un regente que no hace nada por su gente, es un título vacío. - le comentó con toda la serenidad de la que fue capaz, intentando que viese su punto de vista, ofreciendo la opción de un cambio pero de qué tipo, eso se lo dejaría a él investigarlo, la rosa era un agente neutral y como tal, sus intenciones no eran más que el bienestar de la gente pues desde niña había entendido que un regente a quien no lo apoyaba su propio pueblo, estaba solo. -Dicen que un joven que no es idealista, no es joven y quizá... solo quizá tengan razón, pero verdaderamente espero que el cambio sea posible en cualquiera de las dos facciones que buscan ser la cabeza del poder, al menos de una estoy segura de que podrá ser posible.- soltó de última, sin decidirse ni ella misma quién era esa imagen del poder que podría llevar a un cambio, quizá para ella no era nisiquiera esa generación de líderes, o quizá... si.

No le parecía difícil seguir aquella plática con el Lord del Valle, la educación era un tema que ella tenía muy en claro, sus ideas eran claras en ese aspecto y no tenía problema en compartirlas de ninguna manera. -Quizá se tendría que empezar poco a poco, a final de cuentas, los grandes cambios los hacen pequeños detalles que se den en muchos lados. Entiendo que para el poder, el conocimiento es una desventaja, pero en cierta medida debería ser posible que los niños de ésta nueva generación supiesen leer y escribir como mínimo.- comentó con esa ligera sonrisa un tanto soñadora que se veía en sus labios cada que pensaba en ese sueño suyo de que la gente por fin supiera hacer más que hablar. -En mi futuro solo espero un lugar para poder ayudar a otros, pase lo que pase, mi meta en la vida es hacer un cambio, mi Lord.- contó bajando la mirada como si tuviese miedo de que aquello no fuese lo que le correspondía.

-Estaré encantada de asistir, Lyanna es una joven muy divertida, quizá pueda servirnos para ponernos al tanto de las cosas luego de Antigua.- soltó, asintiendo un par de veces cuando se convenció de aquello. Cuando le miró pudo ver en sus ojos la forma en la que parecía estar interesado en sus ideas, aunque de cierta manera, ella no concordase del todo con lo que el Arryn planteaba. -Los designios de los Siete serán aceptados, pero por muchos, no serán bienvenidos si la guerra surca nuestras tierras, a final de cuentas, muchos en el pueblo dicen que primero es comer que tener fé, es una triste realidad pero así es entre la comunidad.- comentó intentando que viese lo que el pueblo le hacía dicho miles de veces, para ellos tener un pedazo de pan en la mesa era más importante que rezar por que el día de mañana tuviesen más que eso, su mentalidad estaba concentrada en el día a día.

Entrelazó sus manos con suavidad, viendo sus dedos antes de concentrarse de nuevo en lo que le decía, ciertamente lo entendía pero no compartía en mucho esa solución, la cosa ahora era hacerle entender eso sin que hubiese problemas. -Personalmente, creo que ese sentimiento se cambia desde las bases, hay que cambiar el sistema con el que se educa a los nobles, por que sino, quienes tendrán el poder serán los mismos con otros nombres. El pueblo no quiere participar en la política, pero sí quiere una buena política y eso es en lo que nos tenemos que enfocar. Siempre habrá una cabeza de Estado, ésta tiene que enaltecer la enseñanza y la educación ante todo, quizá no podamos cambiar todo el sistema, pero si exigir mejoras...-dejó caer, haciendo relucir sus inquietudes políticas, ella no pensaba que vivir sin un rey fuese la solución, pero si que la base de todo era y siempre sería, la educación.

Le tomó por sorpresa y eso no podía negarlo, su mirada pareció ampliarse al mismo tiempo que su mano cubría su boca que marcaba una sorpresa en cada gesto, cuando pudo volver en sí, sonrió con suavidad y sencillez. -Sería una práctica interesante, Lord Arryn, pero antes tendría que decirle tal cosa a mi padre, he de suponer que en tiempos como éstos no soy tan libre de ir y venir como lo solía ser. Pero no cabe duda de que lo comentaré con él en la más pronta ocasión.- prometió un tanto emocionada, era sencillo para ella tratar con el pueblo, era por eso por lo que su imagen en Altojardín se había convertido en un emblema de su casa, quizá las decisiones de su tío no fuesen lo que el pueblo quería, pero seguían a esa familia por el cariño a la rosa, al menos algunos así le habían comentado.

-El problema es la falsa humildad, es lo que corroe a la sociedad, las premisas que se lanzan al aire a favor del bienestar de todos pero que terminan por solo repercutir en el de unos pocos, lo cuál, tristemente, en todas las regencias ha sucedido al menos una vez en el pasado. - comentó mordiendose los labios, pensando seriamente en los regentes que conocía, encajandolos con aquel modelo, encontrando similitudes y diferencias en cada uno de ellos, le era difícil no intentar ver las posturas de ambos reyes que se alzaban sobre Poniente, declarados o no, pero aún así se esforzó en no hacerlo por su propio bien, la política no le incumbía en lo más mínimo y tendría que aceptar los designios de los Siete sobre aquello sin ninguna queja.

-Quién tiene todo el poder, necesita ayuda, lo que importa es que esos que lo rodeen sean lo suficientemente capaces y abiertos a la opinión pública.- expresó con convicción, dejando la sutileza de sus palabras retumbar en la sala, ¿Qué tanto le importaría al Arryn ser parte de esas voces que pedían el bienestar de todos?. -No puedo hablar ni por uno ni por otro, mi Lord, por que no conozco a fondo a ninguno y estoy totalmente en contra de las difamaciones y los malentendidos, lo único que puedo asegurarle es que hay formas, y cuando ciertas voces se alzan en pos de algo, es imposible que la figura política se niegue a escucharlo, el chiste está en encontrar regentes que tengan los suficientes... pantalones como para pedir el bien del pueblo y no de sus bolsillos.- estableció finalmente, con esa sonrisa tan suya, dulce, encantadora pero nada ingenua, era bastante inocente pero ingenua no sería nunca.

Sopesó lo que le pedía el Lord con cuidado, si bien era una oportunidad para ayudar, no tenía ni la menor idea sobre cómo le recibiría el pueblo del Valle, habían crecido todos tan alejados que le daba miedo que le despreciasen por ser simplemente de otro lugar o en todo caso, por ser parte de los más favorecidos en aquel juego de tronos, sin embargo, luego de aclararse la mente, supo que no podía dejar que eso le ganase, quién quería ayudar tenía que luchar contra corriente. -No tendría problema alguno, mi Lord, sería bueno saber la opinión de mi padre sobre éste asunto en especial pues en estos tiempos, ambos sabemos lo difícil que es dejar ir a un miembro de la familia.- dijo pues sabía que aquello era cierto, en aquella temporada no podía actuar como a ella le gustase, bueno, nunca podría hacerlo de hecho y eso sus septas ya se lo habían repetido miles de veces.

-No lo he tomado a usted entre esos, Lord Arryn, he dicho que alguna vez en el pasado, es decir, en toda la historia del Valle tuvo que haber alguno que pensase en aumentar su fortuna, tanto como ha sucedido en el Dominio, en Dorne o en cualquier otra regencia, pero eso no quiere decir que en el presente las cosas sean así, me contradiría a mi misma si así fuese. Sé que existen regentes que son y viven por el pueblo, pero también sé que hay otros a los que el oro les pesa más que el hambre en su pueblo, por supuesto que lo considero dentro del primer grupo, no podría ser de otra manera, ¿O sí?- inquirió sin mostrarse atemorizada por haber cometido un error como quizá debería de estar en muchos casos, sostuvo su mirada, siendo clara y totalmente transparente, en la rosa no cabía ni un atisbo de interés así que esperaba que el Arryn entendiese eso más allá de las palabras.

-Es mi tío, si, pero eso no quiere decir que sea unida a él, como sucede en todas las familias. A pesar de eso, si, es un buen luchador, justo con su gente, a lo que he oído, alguien que imparte la justicia en el momento y no después, pero eso es solo lo que murmuran sus soldados, dentro de las pláticas políticas no sabría decir cuáles son sus intereses...-contestó con aquella misma seguridad, no había dicho nada que fuese usado en contra del Fuegoscuro y tampoco se había mostrado realmente a favor, era la persona más neutral de Poniente en aquel momento. -Yo creo que la forma de gobierno es correcta, se necesitan figuras representativas, quizá el consejo pudiese incluir a alguien de cada regencia pero eso es solo una idea mía, las metas son las que tienen que tener un ligero cambio o al menos, aplicarse más allá de Desembarco; pues de nada nos sirve tener leyes y reglas que protejan al pueblo cuando nadie más las aplica, no se trata de palabras, se trata de acciones en mejora del mundo, por que es un lugar muy grande para gobernarlo solo, para eso existe un consejo, para tener apoyos y contrapesos... la clave está en la comunicación y la disposición para ponerse de acuerdo y no tirarse obstáculos unos a otros...-