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Trama VI: Un Rey sin máscara.
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Mance Blackwood
Valar Morghulis
6 participantes
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Trama VI: Un Rey sin máscara.
El campamento de los Baratheon en la aldea de Frosburgo ahora era mayor que antes. Con el tiempo transcurrido se había podido alzar una empalizada alrededor de la aldea, con dos puertas bien diferenciadas y dos torres a su lado para la defensa. Fuera de ahí se extendían tiendas de hombres de los ejércitos Targaryen. Juntos sobrepasaban las dos centenas, pero eran los soldados Dondarrion los que habían llegado hace poco y constituían una parte igual o mayor a todos ellos.
Los hombres habían sido enviados a los vados para asegurar sus pasos. El puente estaba siendo custodiado por los hombres de los Baratheon mientras que los otros dos vados, río arriba, estaban asegurados por hombres de Dondarrion.
Hacía apenas unos días que se habían recibido noticias esperanzadoras. Al parecer en la aldea de Gamoburgo, más al oeste, los hombres de Lord Arthur habían sido capaces de repeler un ataque de los hombres del Rey Buitre, y más aún, se habían hecho con un hombre que portaba un casco con el símbolo de aquella rebelión. Fue por eso que la llegada a la aldea produjo tanto revuelo y muchos se acercaron hacia los jinetes que se dirigían a la empalizada. Muchos hacían predicciones sobre quien era el que se encontraba allí, con el rostro tapado totalmente, sin que nadie pudiese observarlo. La verdad es que no recibieron respuesta ninguna, sino que simplemente se dejó pasar a los soldados del rayo.
El edificio que se había tomado para los aposentos y las reuniones tenía apenas tres plantas, pero estaba hecho en madera y piedra, y era resistente al paso de los años. Era allí donde esperaba Lord Baratheon la llegada de el heredero de Bastión de Tormentas y Lord Blackwood, los cuales habían dirigido su camino a las costas del este en partida de reconocimiento, y también a la familia Dondarrion, la cual volvía de Refugio Negro tras los leves incidentes producidos allí.
Era momento de observar el rostro del Rey Buitre.
Los hombres habían sido enviados a los vados para asegurar sus pasos. El puente estaba siendo custodiado por los hombres de los Baratheon mientras que los otros dos vados, río arriba, estaban asegurados por hombres de Dondarrion.
Hacía apenas unos días que se habían recibido noticias esperanzadoras. Al parecer en la aldea de Gamoburgo, más al oeste, los hombres de Lord Arthur habían sido capaces de repeler un ataque de los hombres del Rey Buitre, y más aún, se habían hecho con un hombre que portaba un casco con el símbolo de aquella rebelión. Fue por eso que la llegada a la aldea produjo tanto revuelo y muchos se acercaron hacia los jinetes que se dirigían a la empalizada. Muchos hacían predicciones sobre quien era el que se encontraba allí, con el rostro tapado totalmente, sin que nadie pudiese observarlo. La verdad es que no recibieron respuesta ninguna, sino que simplemente se dejó pasar a los soldados del rayo.
El edificio que se había tomado para los aposentos y las reuniones tenía apenas tres plantas, pero estaba hecho en madera y piedra, y era resistente al paso de los años. Era allí donde esperaba Lord Baratheon la llegada de el heredero de Bastión de Tormentas y Lord Blackwood, los cuales habían dirigido su camino a las costas del este en partida de reconocimiento, y también a la familia Dondarrion, la cual volvía de Refugio Negro tras los leves incidentes producidos allí.
Era momento de observar el rostro del Rey Buitre.
Valar Morghulis- Admin
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Hacía poco les había llegado un emisario con una noticia que provocó la partida de Ser Orson y Mance en dirección a Frosburgo, habían capturado a un prisionero del Rey Buitre. Aquello podía serles de auténtica ayuda por lo que Orson decidió partir de inmediato de regreso para interrogar al hombre capturado y son sacarle toda la información que pudiese.
Llevaban unas semanas en la costa Este patruyando, vigilando cada palmo de terreno en busca de aquellas escurridizas sabandijas, dando palos de ciego. Quizás aquello sería el punto de inflexión.
No habían dormido, cabalgando durante horas seguidos por hombres igual de cansados que ellos mismos, guardando la formación prevenidos en caso de un poco probable ataque a la caravana de soldados. Pero la urgencia de los hechos lo requería.
Llegaron casi al anochecer, Mance por su parte mandó a sus hombres acampar con el resto y descansar hasta nuevas órdenes, la seguridad corría a cargo de los Baratheon y los hombres de Dondarrion, por lo que sus hombres exhaustos podrían tomarse un respiro. Él en cambio era otro cantar.
Siguiendo de cerca al venado entró en la estancia donde ya los esperaba Lord Baratheon con el prisionero todavia con el rostro tapado. Mance no dijo palabra, esperó a que Ser Orson hablase y en un segundo plano hacía cavilaciones sobre las preguntas que querría o aconsejaría hacer a aquel hombre.
Llevaban unas semanas en la costa Este patruyando, vigilando cada palmo de terreno en busca de aquellas escurridizas sabandijas, dando palos de ciego. Quizás aquello sería el punto de inflexión.
No habían dormido, cabalgando durante horas seguidos por hombres igual de cansados que ellos mismos, guardando la formación prevenidos en caso de un poco probable ataque a la caravana de soldados. Pero la urgencia de los hechos lo requería.
Llegaron casi al anochecer, Mance por su parte mandó a sus hombres acampar con el resto y descansar hasta nuevas órdenes, la seguridad corría a cargo de los Baratheon y los hombres de Dondarrion, por lo que sus hombres exhaustos podrían tomarse un respiro. Él en cambio era otro cantar.
Siguiendo de cerca al venado entró en la estancia donde ya los esperaba Lord Baratheon con el prisionero todavia con el rostro tapado. Mance no dijo palabra, esperó a que Ser Orson hablase y en un segundo plano hacía cavilaciones sobre las preguntas que querría o aconsejaría hacer a aquel hombre.
Mance Blackwood- Casa vasalla
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
El camino había sido cansado, agotador, pero con ello habían conseguido eliminar cualquier sospecha de hombres en el lado este, en la costa. Sus hombres habían actuado explorando todas aquellas tierras de Fosburgo al este, hasta las orillas del Mar de Dorne, aunque aquello les había supuesto una fatiga considerable debido a que tuvieron que dormir en campamentos y tiendas.
Había estrechado algunos lazos con el Blackwood, observando que era un hombre capaz y que seguía las órdenes sin apenas cuestionárselas. Claro que también era cierto que ninguna iba más allá de las patrullas de exploradores o vigías.
La noticia de la toma del hombre al que muchos llamaban Rey Buitre hizo que Orson diese la orden inmediata de cabalgar hacia el lugar que había tomado como puesto de mando. Por suerte solo caballeros viajaban con él por lo que pudo encontrarse allí pronto, aún cargando con unas ojeras que demostraban el cansancio que le invadía.
Las tropas de los Dondarrion parecían un mar alrededor de la isla fortificada que era la aldea y en la cual entraron sus hombres. Su hermano había llegado, lo sabía, y por eso se dirigió al edificio mayor de la aldea, donde se encontraban los aposentos de los generales. Un guardia de los Baratheon les llevó hasta la sala que él hubiese utilizado para reunirse con el Martell hacía tiempo. Allí esperaría, junto a Mance, la llegada de Dondarrion y Nathan, y la del llamado Rey Buitre, claro.
Había estrechado algunos lazos con el Blackwood, observando que era un hombre capaz y que seguía las órdenes sin apenas cuestionárselas. Claro que también era cierto que ninguna iba más allá de las patrullas de exploradores o vigías.
La noticia de la toma del hombre al que muchos llamaban Rey Buitre hizo que Orson diese la orden inmediata de cabalgar hacia el lugar que había tomado como puesto de mando. Por suerte solo caballeros viajaban con él por lo que pudo encontrarse allí pronto, aún cargando con unas ojeras que demostraban el cansancio que le invadía.
Las tropas de los Dondarrion parecían un mar alrededor de la isla fortificada que era la aldea y en la cual entraron sus hombres. Su hermano había llegado, lo sabía, y por eso se dirigió al edificio mayor de la aldea, donde se encontraban los aposentos de los generales. Un guardia de los Baratheon les llevó hasta la sala que él hubiese utilizado para reunirse con el Martell hacía tiempo. Allí esperaría, junto a Mance, la llegada de Dondarrion y Nathan, y la del llamado Rey Buitre, claro.
Orson Baratheon.- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
- Quiero Arqueros alrededor de la fortaleza, custodiando y guardias en las puertas, que nadie salga de este lugar sin que yo lo sepa- Nathan impartía las instrucciones necesarias a sus hombres mientras se encontraba junto a sus comandantes analizando la situación en los mapas.
Aquello se había escapado de las manos, en un comienzo parecía que no iba a ser más que perseguir a un bandido en busca de problemas, pero ahora era prácticamente una guerra y estaba dañando a sus tierras al igual que lo hacen las guerras, sus deseos eran volver a bastión de tormentas, pero no lo haría hasta que eso estuviera solucionado y listo. Y como si fuera poco estaba el asunto de los Dondarrion, que habían captura a un presunto rey cuervo, pero a un costo bastante alto, y pronto sería necesario atender los asuntos de economía con ellos, era conocido que su fortuna no era de las más grandes, y tampoco que consideraban a Nathan precisamente su amigo, pero aún así eran vasallos de bastión de tormenta y era su deber prestarles ayuda una vez que todo eso hubiera terminado.
-Almeric, cuando tengas noticias de Theon y dorne hazme saber... por ahora quiero algunos hombres patruyen los alrededores del lugar, designa a algunos, ve con los Targaryen en mi nombre, que marchen en escuadrones dos arqueros y dos espadas, si divisan cualquier cosa extraña flecha de fuego hacía el norte, es la señal- De laguna forma se sentía preocupado, las voces decían que ese hombre había sido atrapado, pero nada le calzaba, ni siquiera el hecho de aquel hombre tan importante para los rebeldes se dejara cazar tan fácil, por ahora se limitaría a evitar caer en una trampa, haciendo que esto fuera lo menos notorio posible.
- Por cierto, que las espadas que cuidan la entrada, traigan a mi hermano ante mi en cuanto llegue... y prepara un grupo para el interrogatorio- En varios aspectos Nathan por ahora se dedicaba a dar instrucciones, y es que en su posición no sólo era un soldado, muchas cosas pasaban por sus manos, y debía intentar ponerse en todos los frentes.
Uno de sus caballeros permanecía dentro de la habitación custodiándolo a él mientras dos aguardaban en la puerta, aquello no era idea de Nathan precisamente, pero sus espadas juramentadas habían insistido en que aquello era lo mejor por ahora, así que de ese modo y analizando los mapas y las posibles situaciones que se podían dar, fue que Nathan se mantuvo esperando la llegada de su hermano, su aliado Targaryen, y el momento de interrogar a aquel hombre.
Aquello se había escapado de las manos, en un comienzo parecía que no iba a ser más que perseguir a un bandido en busca de problemas, pero ahora era prácticamente una guerra y estaba dañando a sus tierras al igual que lo hacen las guerras, sus deseos eran volver a bastión de tormentas, pero no lo haría hasta que eso estuviera solucionado y listo. Y como si fuera poco estaba el asunto de los Dondarrion, que habían captura a un presunto rey cuervo, pero a un costo bastante alto, y pronto sería necesario atender los asuntos de economía con ellos, era conocido que su fortuna no era de las más grandes, y tampoco que consideraban a Nathan precisamente su amigo, pero aún así eran vasallos de bastión de tormenta y era su deber prestarles ayuda una vez que todo eso hubiera terminado.
-Almeric, cuando tengas noticias de Theon y dorne hazme saber... por ahora quiero algunos hombres patruyen los alrededores del lugar, designa a algunos, ve con los Targaryen en mi nombre, que marchen en escuadrones dos arqueros y dos espadas, si divisan cualquier cosa extraña flecha de fuego hacía el norte, es la señal- De laguna forma se sentía preocupado, las voces decían que ese hombre había sido atrapado, pero nada le calzaba, ni siquiera el hecho de aquel hombre tan importante para los rebeldes se dejara cazar tan fácil, por ahora se limitaría a evitar caer en una trampa, haciendo que esto fuera lo menos notorio posible.
- Por cierto, que las espadas que cuidan la entrada, traigan a mi hermano ante mi en cuanto llegue... y prepara un grupo para el interrogatorio- En varios aspectos Nathan por ahora se dedicaba a dar instrucciones, y es que en su posición no sólo era un soldado, muchas cosas pasaban por sus manos, y debía intentar ponerse en todos los frentes.
Uno de sus caballeros permanecía dentro de la habitación custodiándolo a él mientras dos aguardaban en la puerta, aquello no era idea de Nathan precisamente, pero sus espadas juramentadas habían insistido en que aquello era lo mejor por ahora, así que de ese modo y analizando los mapas y las posibles situaciones que se podían dar, fue que Nathan se mantuvo esperando la llegada de su hermano, su aliado Targaryen, y el momento de interrogar a aquel hombre.
Nathan Baratheon- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Llegó a la estancia, preparada para aquel al que habían tomado prisionero, pero se encontraba vacía de los hombres que esperaba ver. Fue entonces un guardia el que le dijo donde podría encontrar a su hermano Nathan, el cual le esperaba. Dirigió la vista a Mance y le hizo saber que se uniera a él para ir hasta Lord Baratheon.
Dos espadas guardaban la puerta, pero ambos conocían al hombre que se dirigía con rapidez hacia la estancia en la que entró sin tan siquiera llamar. Reconoció la figura de su hermano y un atisbo de sonrisa se apareció en sus labios antes de acortar la distancia y abrazarlo por apenas unos segundos. Era cierto que quizás no era el más cariñoso de los hermanos, pero ese saludo se daba siempre con ellos.
Se retiró entonces un par de pasos.
- Os presento a Mance Blackwood, Nathan. Él fue el enviado por el Príncipe Maekar con sus tropas y me ha ayudado a despejar el este de cualquiera que fuese sospechoso.- Asintió señalando al hombre con su rostro.- Y podemos asegurar que aquel territorio está en paz.- Su ceño se arrugó entonces.- Nos llegaron noticias sobre el Rey Buitre. ¿Lo tenéis?
Dos espadas guardaban la puerta, pero ambos conocían al hombre que se dirigía con rapidez hacia la estancia en la que entró sin tan siquiera llamar. Reconoció la figura de su hermano y un atisbo de sonrisa se apareció en sus labios antes de acortar la distancia y abrazarlo por apenas unos segundos. Era cierto que quizás no era el más cariñoso de los hermanos, pero ese saludo se daba siempre con ellos.
Se retiró entonces un par de pasos.
- Os presento a Mance Blackwood, Nathan. Él fue el enviado por el Príncipe Maekar con sus tropas y me ha ayudado a despejar el este de cualquiera que fuese sospechoso.- Asintió señalando al hombre con su rostro.- Y podemos asegurar que aquel territorio está en paz.- Su ceño se arrugó entonces.- Nos llegaron noticias sobre el Rey Buitre. ¿Lo tenéis?
Orson Baratheon.- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Siguió al Baratheon, y se extrañó, no más que Ser Orson al encontrarla vacía, pero sus incognitas se despejaron pronto cuando un guardia les indicó el verdadero lugar de la reunión.
Se secó el sudor con la manga de la camisa fina que llevaba para estar por aquel lugar, Las Marcas no eran espcialmente calurosas, pero acostumbrado como estaba a las tierras de Los Ríos, mucho más frescas, aquello era insoportable.
Entraron entonces donde los demas integrantes de la reunión aguardaban. Y Ser Orson le presentó ante quién parecía ser Lord Nathan Baratheon. El señor de las Tierras de las Tormentas.
Soy Ser Mance Blackwood de Árbol de Cuervos, a su servicio.
Hizo una reverencia y aguardó prudente y en silencio a que el acontecimiento se desarrollase, sin dejar de observar al hombre encapuchado, que era el objeto de aquel encuentro.
Se secó el sudor con la manga de la camisa fina que llevaba para estar por aquel lugar, Las Marcas no eran espcialmente calurosas, pero acostumbrado como estaba a las tierras de Los Ríos, mucho más frescas, aquello era insoportable.
Entraron entonces donde los demas integrantes de la reunión aguardaban. Y Ser Orson le presentó ante quién parecía ser Lord Nathan Baratheon. El señor de las Tierras de las Tormentas.
Soy Ser Mance Blackwood de Árbol de Cuervos, a su servicio.
Hizo una reverencia y aguardó prudente y en silencio a que el acontecimiento se desarrollase, sin dejar de observar al hombre encapuchado, que era el objeto de aquel encuentro.
Última edición por Mance Blackwood el Miér Oct 10, 2012 4:20 pm, editado 1 vez
Mance Blackwood- Casa vasalla
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Había seguido todo el camino a su señor y si bien agotada no era la palabra correcta para describir como se sentía en aquel momento sabia que no era momento ni mucho menos de ponerse a dormir en cualquier esquina en cualquier otro momento habría ella mismo cepillado y tratado el corcel de su caballero, se habría asegurado que tenia comida caliente esperándole y seguramente también un baño para cuando terminara la cena, así como unas estancias debidamente caldeadas para su persona, pero parecía que tenia sobrada prisa por llegar a donde se supusiera que debían dirigirse, sabia que habían dado o al menos, en impresión, eso parecía con ese tal Rey Buitre.
Así que cuando vio a su caballero partir raudo hacia una de las habitaciones corrió hacia la cocina para traerle un buen trozo de queso y pan, así como algo de frutas, y al menos cinco copas con una jarra de vino fuerte y duro, seguramente aquella noche no dormirían mucho y lo mejor era tener el estomago lleno y la garganta caliente para todo lo que podía dar de si la reunión que parecerían tener, aunque no sabría si la dejarían estar tan presente como ella pensaba. Toco delicadamente la puerta, lo tan delicado que puede tocarse con la punta del pie, y agradeció a uno de los guardias cuando le dejo pasar antes de observar todo aquello acercándose a una de las mesas mas vacías que pudo dar a primera vista en la estancia, dejando las copas y la bandeja con la comida, antes de mirar a su caballero, y al Lord Baratheon, por que había entrado deprisa y corriendo y se le habían olvidado todas las formas, sin duda, lo de no dormir no era lo suyo.
Disculpad mis formas, mis señores, pero pensé que ha sido un viaje largo y todos querríais tomar algo de comida y bebida mientras habláis largo y tendido de lo ocurrido en las Marcas, perdonad si me he sobrepasado en mis suposiciones…. – Se mordió ligeramente el labio fijándose primero en Lord Baratheon y luego en Ser Orson.
Así que cuando vio a su caballero partir raudo hacia una de las habitaciones corrió hacia la cocina para traerle un buen trozo de queso y pan, así como algo de frutas, y al menos cinco copas con una jarra de vino fuerte y duro, seguramente aquella noche no dormirían mucho y lo mejor era tener el estomago lleno y la garganta caliente para todo lo que podía dar de si la reunión que parecerían tener, aunque no sabría si la dejarían estar tan presente como ella pensaba. Toco delicadamente la puerta, lo tan delicado que puede tocarse con la punta del pie, y agradeció a uno de los guardias cuando le dejo pasar antes de observar todo aquello acercándose a una de las mesas mas vacías que pudo dar a primera vista en la estancia, dejando las copas y la bandeja con la comida, antes de mirar a su caballero, y al Lord Baratheon, por que había entrado deprisa y corriendo y se le habían olvidado todas las formas, sin duda, lo de no dormir no era lo suyo.
Disculpad mis formas, mis señores, pero pensé que ha sido un viaje largo y todos querríais tomar algo de comida y bebida mientras habláis largo y tendido de lo ocurrido en las Marcas, perdonad si me he sobrepasado en mis suposiciones…. – Se mordió ligeramente el labio fijándose primero en Lord Baratheon y luego en Ser Orson.
Arstan Selmy- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Finalmente habían traído a aquel hombre ante él, atado con las manos a su espalda y una cuerda que no permitía a sus pies distanciarse más que un par de centímetros que con suerte le permitían caminar. Nathan había dispuesto un conjunto de medidas para evitar problemas en aquel interrogatorio, no quería sorpresas y aún le creaba muchas dudas la simpleza con la que el hombre había sido capturado. Su hermano aún no llegaba, así como tampoco lo hacían el resto de las personas que estarían en ese lugar, pero la seguridad ya se desplegaba. Hombres de bastión y algunos Targaryen rodeaban la improvisada fortaleza, hombres de confianza dentro de la sala en que interrogarían. Todo dispuesto, era notorio que Nathan no quería sorpresas.
Custodiado y encapuchado Nathan se encontraba acompañado de aquel auto proclamado rey, el joven ciervo no podía negar que por momentos sentía deseos de tomar su espada y atravesarlo, así terminaría todo eso, odiaba a esa clase de revoltosos en sus tierras, pero debía contenerse, él mismo pensaba que aquello podía no ser más que una artimaña… debía contenerse y por suerte no debió esperar mucho más para que su hermano se hiciera presente en el lugar, con él y su acompañante presente sería más fácil resistir sus impulsos.
-Orson, hermano- Se puso de pie para salur a su hermano como siempre lo hacía, era cierto, no eran los hermanos más afectuosos y apegados de poniente, sin embargo su relación no era mala como la de otros hermanos y en siempre se habían saludado de aquel modo -Ser Blackwood, mucho gusto en conocerlo, tenía curiosidad por saber a quien había enviado el Principe Maekar, lamento que las condiciones en que nos conocimos no fueran las mejores… Tomad asiento, debemos esperar un poco más, deben llegar algunas personas más-.
Hizo un pequeña pausa cuando entro el pequeño escudero, lo conocía bien puesto que había sido él mismo quien había enviado a aquel joven… curioso… a por su hermano al dominio en la fiesta recién pasada, notoriamente el chico busco su mirada, y Nathan en realidad sólo realizo un pequeño gesto de aprobación, no sería estricto puesto que seguramente estaba tan cansado como todos… y además correspondía a su hermano lo relacionado con él. Esperaba que Orson lo hiciera descansar un poco, probablemente las horas que seguían serían aún más duras y la verdad es que aquel escudero no parecía ser el más duro de todos.
-Decidme caballeros ¿Cómo se encuentra todo? Espero les haya sido simple trabajar en conjunto-
Custodiado y encapuchado Nathan se encontraba acompañado de aquel auto proclamado rey, el joven ciervo no podía negar que por momentos sentía deseos de tomar su espada y atravesarlo, así terminaría todo eso, odiaba a esa clase de revoltosos en sus tierras, pero debía contenerse, él mismo pensaba que aquello podía no ser más que una artimaña… debía contenerse y por suerte no debió esperar mucho más para que su hermano se hiciera presente en el lugar, con él y su acompañante presente sería más fácil resistir sus impulsos.
-Orson, hermano- Se puso de pie para salur a su hermano como siempre lo hacía, era cierto, no eran los hermanos más afectuosos y apegados de poniente, sin embargo su relación no era mala como la de otros hermanos y en siempre se habían saludado de aquel modo -Ser Blackwood, mucho gusto en conocerlo, tenía curiosidad por saber a quien había enviado el Principe Maekar, lamento que las condiciones en que nos conocimos no fueran las mejores… Tomad asiento, debemos esperar un poco más, deben llegar algunas personas más-.
Hizo un pequeña pausa cuando entro el pequeño escudero, lo conocía bien puesto que había sido él mismo quien había enviado a aquel joven… curioso… a por su hermano al dominio en la fiesta recién pasada, notoriamente el chico busco su mirada, y Nathan en realidad sólo realizo un pequeño gesto de aprobación, no sería estricto puesto que seguramente estaba tan cansado como todos… y además correspondía a su hermano lo relacionado con él. Esperaba que Orson lo hiciera descansar un poco, probablemente las horas que seguían serían aún más duras y la verdad es que aquel escudero no parecía ser el más duro de todos.
-Decidme caballeros ¿Cómo se encuentra todo? Espero les haya sido simple trabajar en conjunto-
Nathan Baratheon- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
El campamento ardía con los rumores y habladurías que había suscitado la noticia de la captura del supuesto Rey Buitre. Hombres con distintos blasones en sus armaduras hablaban y caminaban de un lado para otro, convirtiendo una anécdota sin ninguna seguridad ni conclusión en un triunfo para los caballeros que habían aunado sus fuerzas para liberar a la población de Las Marcas de la tiranía de aquel esporádico líder que había surgido de quién sabía dónde. Claudia caminaban con rapidez en dirección a la tienda de los Baratheon, sintiendo que el corazón golpeaba con fuerza su pecho ante la incertidumbre y las posibilidades que se abrían en cuanto a ese Rey Buitre. Sus hombres eran los que lo habían capturado y sus hombres eran prácticamente los que dominaban aquel campamento, sobrepasando en número a las tropas Baratheon y Targaryen. La joven mostraba un rostro pálido y cansado y bajo sus ojos verdes se perfilaban violáceas ojeras; la cabalgada desde Refugio Negro, donde las cosas parecían haberse calmado, había sido inesperada e intensa y Claudia apenas había dormido ni comido. Aún así y a su llegada al lugar, la bullente actividad del campamento la había absorbido por completo y ni siquiera se había planteado el tratar de descansar.
Con pasos rápidos, se aproximó al edificio de madera y piedra que había sido designado como cuartel general de los Baratheon, ardiendo en deseos de contemplar por fin a los Baratheon cara a cara. Antes de entrar en la estancia, procuró retirar algo del polvo que cubría su blasón con la palma de la mano, sin preocuparse sin embargo del barro que cubría sus botas y del desorden de sus cabellos azabache. Al entrar allí se cercioró de que no había sido ni mucho menos la primera en llegar, y tras distinguir los haces de trigo del Selmy y el árbol y los cuervos del Blackwood, Claudia fijó la mirada en los blasones de los venados, levantando la mirada hacia sus dos señores y no pudiendo disimular un gesto de sorpresa al reparar en el rostro de Orson Baratheon. Recordó los sucesos en Roble Viejo de hacía un año y apretó los puños, los cuales por suerte quedaban parcialmente ocultos por la manga de cuero de su jubón, sintiéndose burlada e impotente para llevar a cabo una venganza en ese mismo momento. Procurando no fijar demasiado la vista en el falso cartógrafo, quien parecía haber madurado en el último año, desvió los ojos hacia Nathan Baratheon, al cual no veía desde hacía mucho tiempo e igualmente acusaba en su rostro las preocupaciones de los últimos años. – Lamento la tardanza, mis señores – dijo con voz neutra, procurando que sus ojos no volvieran una y otra vez a Orson – Mi padre ha sido avisado de esta reunión, imagino que en breve debería estar aquí -.
La mirada de la mujer, tras posarse una vez más en cada uno de los hombres que estaban allí, se posó finalmente en el hombre encapuchado que se mantenía inusitadamente silencioso teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba. Claudia se acercó al prisionero hasta que pudo escuchar su agitada respiración bajo la tela que cubría su rostro. Los soldados que lo custodiaban portaban el rayo púrpura así que no hicieron ademán de alejar al preso de la mujer sino que permanecieron en sus puestos. – No clama piedad ni pide negociar – comentó con aire distraído mientras volvía a alejarse, recuperando su posición inicial junto a Mance y a Arstan aunque esta vez situándose más cerca de los Baratheon, mirando de soslayo a Orson y recordando aquella noche tormentosa en la posada de Roble Viejo.
Con pasos rápidos, se aproximó al edificio de madera y piedra que había sido designado como cuartel general de los Baratheon, ardiendo en deseos de contemplar por fin a los Baratheon cara a cara. Antes de entrar en la estancia, procuró retirar algo del polvo que cubría su blasón con la palma de la mano, sin preocuparse sin embargo del barro que cubría sus botas y del desorden de sus cabellos azabache. Al entrar allí se cercioró de que no había sido ni mucho menos la primera en llegar, y tras distinguir los haces de trigo del Selmy y el árbol y los cuervos del Blackwood, Claudia fijó la mirada en los blasones de los venados, levantando la mirada hacia sus dos señores y no pudiendo disimular un gesto de sorpresa al reparar en el rostro de Orson Baratheon. Recordó los sucesos en Roble Viejo de hacía un año y apretó los puños, los cuales por suerte quedaban parcialmente ocultos por la manga de cuero de su jubón, sintiéndose burlada e impotente para llevar a cabo una venganza en ese mismo momento. Procurando no fijar demasiado la vista en el falso cartógrafo, quien parecía haber madurado en el último año, desvió los ojos hacia Nathan Baratheon, al cual no veía desde hacía mucho tiempo e igualmente acusaba en su rostro las preocupaciones de los últimos años. – Lamento la tardanza, mis señores – dijo con voz neutra, procurando que sus ojos no volvieran una y otra vez a Orson – Mi padre ha sido avisado de esta reunión, imagino que en breve debería estar aquí -.
La mirada de la mujer, tras posarse una vez más en cada uno de los hombres que estaban allí, se posó finalmente en el hombre encapuchado que se mantenía inusitadamente silencioso teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba. Claudia se acercó al prisionero hasta que pudo escuchar su agitada respiración bajo la tela que cubría su rostro. Los soldados que lo custodiaban portaban el rayo púrpura así que no hicieron ademán de alejar al preso de la mujer sino que permanecieron en sus puestos. – No clama piedad ni pide negociar – comentó con aire distraído mientras volvía a alejarse, recuperando su posición inicial junto a Mance y a Arstan aunque esta vez situándose más cerca de los Baratheon, mirando de soslayo a Orson y recordando aquella noche tormentosa en la posada de Roble Viejo.
Claudia Dondarrion- Casa vasalla
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
- ¿Clamar? ¿A ti?- la voz se dejó escuchar por primera vez. Era ruda, ronca, la de un hombre con una vida a medio gastar y con una experiencia, seguramente, superior a cualquiera de los que allí se encontraban.- Si quieres escuchar a alguien gritar puedo conseguir que tu lo hagas...y no necesitaré arma alguna.- La risa se apreció entonces, y con ella el movimiento de la tela que lo ocultaba, la cual fue quitada por uno de los hombres, que se dispuso a golpearle en el rostro, haciendo que éste se volviese.- Au...
Era el rostro de un soldado, nadie podía dudarlo. Tendría sobre treinta y pocos años pero se conservaba fresco, lozano. Llevaba una barba tupida, pero ordenada y cuidada. Sus brazos eran fuertes, musculosos y la camisa, entreabierta, dejaba observar un pecho trabajado, seguramente, por algún tipo de oficio como herrero o labrador. O quizás era un guerrero.
- Vamos vamos...con tranquilidad, u os cansaréis muy rápido. No, no pienso decir donde esta él...- Y con una sonrisa dirigió una mirada a la mujer, la cual le atraía mucho más que el resto de hombres que allí se encontraba.- ¡He escuchado a todos vuestros hombres, creyendo que yo mismo era el Rey Buitre! ¿Qué creíais, que iba a atacar una aldea?- No, el no era tan simple como aquel que tenían sentado en la silla, atado y bien guardado.- Os lo aviso a todos, no os diré una palabra, y mientras intentéis sacarme alguna os atacarán, arrasarán vuestros campos, o esos que creéis vuestros.- Notó el sabor a sangre en su boca debido al golpe anterior.
- No sois el dueño de estas tierras Baratheon, y mucho menos tu, niña del Rayo. Esta tierra pertenece a quien la labra, no a quien se cree señor mientras se toca la polla en su trono de piedra.- Y aquello lo dijo con una simpleza, con una seguridad...que podía dar hasta miedo.
Era el rostro de un soldado, nadie podía dudarlo. Tendría sobre treinta y pocos años pero se conservaba fresco, lozano. Llevaba una barba tupida, pero ordenada y cuidada. Sus brazos eran fuertes, musculosos y la camisa, entreabierta, dejaba observar un pecho trabajado, seguramente, por algún tipo de oficio como herrero o labrador. O quizás era un guerrero.
- Vamos vamos...con tranquilidad, u os cansaréis muy rápido. No, no pienso decir donde esta él...- Y con una sonrisa dirigió una mirada a la mujer, la cual le atraía mucho más que el resto de hombres que allí se encontraba.- ¡He escuchado a todos vuestros hombres, creyendo que yo mismo era el Rey Buitre! ¿Qué creíais, que iba a atacar una aldea?- No, el no era tan simple como aquel que tenían sentado en la silla, atado y bien guardado.- Os lo aviso a todos, no os diré una palabra, y mientras intentéis sacarme alguna os atacarán, arrasarán vuestros campos, o esos que creéis vuestros.- Notó el sabor a sangre en su boca debido al golpe anterior.
- No sois el dueño de estas tierras Baratheon, y mucho menos tu, niña del Rayo. Esta tierra pertenece a quien la labra, no a quien se cree señor mientras se toca la polla en su trono de piedra.- Y aquello lo dijo con una simpleza, con una seguridad...que podía dar hasta miedo.
Valar Morghulis- Admin
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
La noticia llegó rápidamente de manos de uno de los mensajeros de su pequeña, tardó segundos en vestirse con su gran armadura negra y ceñirse Estallido a la cintura. El aire frío le golpeó el rostro cuando salió de la tienda, la noticia era magnífica, sus hombres habían capturado al supuesto Rey Buitre, o eso se afirmaba desde el campamento Baratheon. La verdad estaba distorsionada por las miles te teorías que circulaban entre los soldados. Pues estos siempre parecían inventarse una historia algo mejor que aquel que se la había narrado. Según algunos era un hombre gigante, según otros vestía como un rey, incluso había escuchado palabras sobre que tenía cabeza de Buitre. Tonterías de gran calibre que pronto quedarían desmentidas. Subió a Argilac con la ayuda de su escudero, por los Siete si estaba haciéndose viejo a marchas forzadas. Espoleó sin compasión al equino, no pretendía llegar tarde a esa reunión, aunque sabía que ya lo hacía. Algunos de sus hombres le saludaban al pasar, el campamento Baratheon solo estaba a unos cientos de metros del suyo, sus hombres, la mayoría de ellos, se habían desperdigado por todas las Marcas, ordenadamente y protegiendo los pasos y las aldeas más importantes. Si realmente todo se había acabado, cientos de esposas, hijos y madres recibirían con los brazos abiertos a sus parientes.
Entró con prisa al austero edificio que habían preparado los Baratheon como cuartel general, algunos guardias venados lo miraron con un mal disimulado desprecio. Muchos, seguramente, habrían luchado contra sus hombres años atrás. Algunas heridas aún estaban abiertas, y algunas otras pocas, supuraban. Lo entendía perfectamente, la suya era terrible y seguía lastrandole con un olor nauseabundo y con una ira terrible. Sus dos hermanos habían muerto contra un ejercito bajo el mando de un niñato Baratheon. Con el ceño fruncido entró en la sala, pero nadie se percató de su llegada porque un hombre, maniatado y de rodillas vociferaba como si en un bar se tratase. Reconoció los blasones, y algunas caras. Ambos Baratheon, niñato y Lord, un Blackwood que se había hecho famoso por representar a los dragones, el trigo de los Selmy y tres brillantes rayos Dondarrion, los dos hombres que sujetaban al cautivo y su preciosa pequeña, con el pelo revuelto y las botas llenas de barro. Para variar. Sonrió desde el fondo de la escena encantado con lo que veía, era una mujer de armas tomar, la mejor de las herederas.
Pero su sonrisa se congeló en su boca, sus puños se tensaron y uno de los guardias que sujetaba al preso pareció temblar cuando vio en el marco de la puerta la figura de Arthur Dondarrion. Avanzó por la sala, sin prestar atención a sus miembros. No le había molestado las amenazas, ni ese tono bravucón de pirata en una taberna, tampoco sus desfachateces sobre el señorío de esas tierras, lo que le había vuelto iracundo habían sido las palabras dirigidas a su hija, a su pequeña Claudia, eso si que no iba a permitirlo. Apartó con una mano a uno de los Baratheon y avanzó como un rayo hacía ese hombre cargando su puño derecho contra su mandíbula. La cara del preso fue de absoluta sorpresa, hasta que el guantelete de metal impactó contra su cara. Un gemido, sangre y varios dientes saltaron de la boca de aquel hombre tras el golpetazo. Los guardias lo mantuvieron levantado mientras su señor cogía con una de sus enormes manos (pues aún y con su edad, era el más grande y alto en la sala) el cuello de aquel bastardo. Apretó hasta que su cara se puso morada y lo empujó contra el suelo, consiguiendo otro gemido y varias bocanadas para recuperar el aire. - No serás ese imbécil del Rey Buitre, pero te juro que te haré cantar como los jilgueros, y como vuelvas a hablarle así a mi hija te cortaré la polla y te la meteré en la boca hasta que te ahoges, ESO TAMBIÉN SABEMOS HACERLO LOS SEÑORES, MALDITO BASTARDO! -gritó a apenas unos centímetros de su cara. Se irguió todo él, y ordeno a sus hombres que lo levantaran y lo mantuvieran callado.
-Mis señores, este cabrón es mío, me dirá hasta la última polla que chupó la puta de su madre.- Su voz era seca, ronca, y profundamente grave, sin opción casi a debate, y su mano instantáneamente se posó en el pomo de Estallido.
Entró con prisa al austero edificio que habían preparado los Baratheon como cuartel general, algunos guardias venados lo miraron con un mal disimulado desprecio. Muchos, seguramente, habrían luchado contra sus hombres años atrás. Algunas heridas aún estaban abiertas, y algunas otras pocas, supuraban. Lo entendía perfectamente, la suya era terrible y seguía lastrandole con un olor nauseabundo y con una ira terrible. Sus dos hermanos habían muerto contra un ejercito bajo el mando de un niñato Baratheon. Con el ceño fruncido entró en la sala, pero nadie se percató de su llegada porque un hombre, maniatado y de rodillas vociferaba como si en un bar se tratase. Reconoció los blasones, y algunas caras. Ambos Baratheon, niñato y Lord, un Blackwood que se había hecho famoso por representar a los dragones, el trigo de los Selmy y tres brillantes rayos Dondarrion, los dos hombres que sujetaban al cautivo y su preciosa pequeña, con el pelo revuelto y las botas llenas de barro. Para variar. Sonrió desde el fondo de la escena encantado con lo que veía, era una mujer de armas tomar, la mejor de las herederas.
Pero su sonrisa se congeló en su boca, sus puños se tensaron y uno de los guardias que sujetaba al preso pareció temblar cuando vio en el marco de la puerta la figura de Arthur Dondarrion. Avanzó por la sala, sin prestar atención a sus miembros. No le había molestado las amenazas, ni ese tono bravucón de pirata en una taberna, tampoco sus desfachateces sobre el señorío de esas tierras, lo que le había vuelto iracundo habían sido las palabras dirigidas a su hija, a su pequeña Claudia, eso si que no iba a permitirlo. Apartó con una mano a uno de los Baratheon y avanzó como un rayo hacía ese hombre cargando su puño derecho contra su mandíbula. La cara del preso fue de absoluta sorpresa, hasta que el guantelete de metal impactó contra su cara. Un gemido, sangre y varios dientes saltaron de la boca de aquel hombre tras el golpetazo. Los guardias lo mantuvieron levantado mientras su señor cogía con una de sus enormes manos (pues aún y con su edad, era el más grande y alto en la sala) el cuello de aquel bastardo. Apretó hasta que su cara se puso morada y lo empujó contra el suelo, consiguiendo otro gemido y varias bocanadas para recuperar el aire. - No serás ese imbécil del Rey Buitre, pero te juro que te haré cantar como los jilgueros, y como vuelvas a hablarle así a mi hija te cortaré la polla y te la meteré en la boca hasta que te ahoges, ESO TAMBIÉN SABEMOS HACERLO LOS SEÑORES, MALDITO BASTARDO! -gritó a apenas unos centímetros de su cara. Se irguió todo él, y ordeno a sus hombres que lo levantaran y lo mantuvieran callado.
-Mis señores, este cabrón es mío, me dirá hasta la última polla que chupó la puta de su madre.- Su voz era seca, ronca, y profundamente grave, sin opción casi a debate, y su mano instantáneamente se posó en el pomo de Estallido.
Invitado- Invitado
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Cuando la puerta se abrió el pequeño de los Baratheon dirigió su mirada hacia allí, esperando ver al Señor de Refugio Negro, pero no a su hija. Al observar a la mujer no pudo más que quedar prendado en ella, sintiendo un tanto de nerviosismo por lo que podría llegar a responder en aquella situación. Aunque no había mentido en nada de lo dicho hacía ya más de un año, era cierto que nunca le había nombrado a que casa pertenecía. Y lo hizo, simplemente, por la seguridad, la suya propia en aquel tiempo.
Tan absorto estuvo que se percató de que todo aquello había comenzado cuando el Señor de Refugio Negro pasó a su lado, profiriéndole un leve empellón que le hizo dar un paso hasta equilibrarse. Ahora venía el momento en el que parecía querer mostrar cual larga era su polla cuando ésta se le había vuelto atrás en la Batalla en la que Orson hubiese ganado a las tropas marqueñas. Nunca había tenido la opción de conocer a Arthur Dondarrion, aunque en verdad le había tomado en estima ya que, gracias a él, se habían salvado multitud de vidas al dar media vuelta a sus ejércitos.
Mostraba que había sido un hombre fuerte, un guerrero, y eso era cuestión de saber observarlo en sus movimientos, en su anatomía y en el golpe que le había propinado al listillo ese. Y aún después de ese empujón, no pudo reprimir una sonrisa ante las palabras de Arthur. Pero cuando se volvió hacia ellos fue él quien primero habló.
- Y nosotros nos enteraremos de ello, Dondarrion.- Asintió. Quizás ese hombre deliraba al tratar de retener al prisionero solo para él. Los Baratheon habían llegado allí antes que él mismo, y Orson fue el primero en poner pie en aquellas tierras regadas por los ataques de esos hombres. No se iría de allí sin respuestas.
Tan absorto estuvo que se percató de que todo aquello había comenzado cuando el Señor de Refugio Negro pasó a su lado, profiriéndole un leve empellón que le hizo dar un paso hasta equilibrarse. Ahora venía el momento en el que parecía querer mostrar cual larga era su polla cuando ésta se le había vuelto atrás en la Batalla en la que Orson hubiese ganado a las tropas marqueñas. Nunca había tenido la opción de conocer a Arthur Dondarrion, aunque en verdad le había tomado en estima ya que, gracias a él, se habían salvado multitud de vidas al dar media vuelta a sus ejércitos.
Mostraba que había sido un hombre fuerte, un guerrero, y eso era cuestión de saber observarlo en sus movimientos, en su anatomía y en el golpe que le había propinado al listillo ese. Y aún después de ese empujón, no pudo reprimir una sonrisa ante las palabras de Arthur. Pero cuando se volvió hacia ellos fue él quien primero habló.
- Y nosotros nos enteraremos de ello, Dondarrion.- Asintió. Quizás ese hombre deliraba al tratar de retener al prisionero solo para él. Los Baratheon habían llegado allí antes que él mismo, y Orson fue el primero en poner pie en aquellas tierras regadas por los ataques de esos hombres. No se iría de allí sin respuestas.
Orson Baratheon.- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Era curioso ver cómo aquel prisionero era arrogante aún en la situación en que se encontraba. Ya que por muy valiente que fuese, era bien sabido los métodos que se usaban para persuadir de ese tipo de actitudes y la verdad, el ribereño no creía que a nadie le agradase sufrir.
Cuando aquel hombre entró en la estancia con cara de pocos amigos, Mance pudo escuchar los cuchicheos. Sabía de todo lo sucedido por aquellas tierras años atrás, por lo que supuso que las cosas estaban candentes todavía. Pero el golpe que le dio a Orson al pasar a su lado hizo que reaccionase. Se colocó a su lado con la mano sobre la empuñadura. Estaba a sus órdenes y si aquel Dondarrion hacía alguna locura, Mance actuaría.
Parecía que quería quedarse con el prisionero, pero Orson no tenía intención de dejárselo tan fácilmente, así que Mance decidió callar y observar desde su diestra dispuesto a responder de cualquiera fuera la forma en que derivase aquella reunión que se volvía tensa por momentos.
Cuando aquel hombre entró en la estancia con cara de pocos amigos, Mance pudo escuchar los cuchicheos. Sabía de todo lo sucedido por aquellas tierras años atrás, por lo que supuso que las cosas estaban candentes todavía. Pero el golpe que le dio a Orson al pasar a su lado hizo que reaccionase. Se colocó a su lado con la mano sobre la empuñadura. Estaba a sus órdenes y si aquel Dondarrion hacía alguna locura, Mance actuaría.
Parecía que quería quedarse con el prisionero, pero Orson no tenía intención de dejárselo tan fácilmente, así que Mance decidió callar y observar desde su diestra dispuesto a responder de cualquiera fuera la forma en que derivase aquella reunión que se volvía tensa por momentos.
Mance Blackwood- Casa vasalla
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
-¿Podríamos dejar de comportarnos como críos señores?- Nathan se había mantenido sentado en su silla hasta ese momento, a él no le provocaba nada escuchar a ese hombre expresarse de esa manera de hecho eso era lo que esperaba que pasara, pero la actitud de Dondarrion los hacía ver a todos como unos niños jugando a la guerra ¿Qué esperaba Dondarrion? Que aquello hombre tuviera palabras afecto hacia su hija, que le dijera que él era el rey buitre y les diera la información, a Nathan de verdad le costaba entender como aquel hombre de experiencia, se mostraba inexperto en aquellas cosas. De hecho si no estaba demasiado equivocado, la misma Claudia no debía estar muy ofendida por las palabras del Buitre.
El regente de bastión sólo dedico una mirada Blackwood, al verlo dispuesto a actuar, no era una mirada de reproche ni mucho menos, de hecho le llenaba de satisfacción saber que el joven estaba dispuesto a hacer lo que debía, pero si lo miro para detener cualquier acción que pudiera llevar eso a peor, las cosas aún estaban bajo control y no debían salir de ese margen -Vos lo atrapaste Lord, sin embargo este es un asunto que incumbe a toda la tierra de la tormenta, incluso a otros pueblos de poniente… soltadlo, Los muertos no hablan, y poco me importa saber cuál fue la última polla que chupo su madre, sé que no fue la mía y con eso me basta- La voz de Nathan denotaba su autoridad y su tranquilidad, él no necesitaba gritar en esos momentos, menos a aquel hombre, ese supuesto buitre no tenía nada que hacer, podía morir en cualquier momento, no había necesidad de desgastarse con él.
Un simple gesto de Nathan hizo que de pronto a la sala ingresaran 7 guardias de los Baratheon, quienes fueron hasta hace unos minutos presunto Rey buitre y se apostaron junto a los guardias del refugio. Todo mientras Nathan mantenía su distancia sin dejar de observar al hombre -¿Desidme, porque he de creerte que no eres el Rey Buitre? No me has demostrado serlo, pero tampoco me has demostrado que no lo seas, pero eso poco me importa, lo que me importa es otra clase de información- Nathan dio unos pasos en la improvisada sala hasta posicionarse junto a su hermano y el encargado de las tropas Targaryen -Supongo que crees que te amenazare de muerte, pero no tengo intenciones de hacerlo… de hecho como viste, yo soy el único que puede mantenerte con vida- Nathan aún mantenía ese tono tranquilo en sus palabras, ese tono que tiene el hombre que sabe que está al dominio de la situación, que comprende que es él quien no tiene que dejarse llevar por sus emociones. -Pero si quieres saber, no tengo intenciones de matarte, pero tienes información que me interesa mucho, y la voy a conseguir…-.
El hombre era prisionero hace ya varios días, si las cosas eran como imaginaba el hombre poco y nada había comido durante esos días, fue por eso mismo que Nathan se desplazo una vez más por la sala hasta llegar a una mesa de donde tomo dos frutas rojas como la sangre -¿Tienes hambre? Yo sí, además este clima me da mucha sed- Nathan cogió una de las frutas y la tiro al suelo, justo entre las rodillas del hombre, a un lugar donde atado de manos y con sus pies unidos, simplemente no podía llegar, pero la fruta estaba ahí -Como te dije no tengo intenciones de matarte, pero si no me ayudas, te mostrarte que hay cosas mucho peores que la muerte, cosas que te harán desear morir, y cada vez que sientas que la vida te abandona… haré que te traigan de regreso… pero no te matare, porque mientras lo hago por todo poniente buscare a tu familia ¿Por qué tienes una familia verdad? Una esposa, un hijo, quizás una hija… como disfrutarían eso los soldados, una madre, un padre, quizás un hermano o una hermana, ellos si morirán y lo mejor de todo es que tu seguirás vivo, si a tu estado le podemos llamar vida claro- Cuando menciono aquellas palabras pudo ver en los ojos del hombre un brillo de enojo, un malestar, lo suficiente como para saber que en realidad algún familiar había. Lleno de satisfacción por su logro Nathan dio una mordida a la fruta y luego se la arrojo a su hermano -¿Quieres probar Orson, esta deliciosa- continuaba Nathan jugando con el deseo, el hambre y las necesidades de ese hombre mientras daba uno pasos más hacía él.
-¿Pero podemos evitar todo ese mal rato? Todo depende de ti, dime lo que quiero escuchar, y yo te liberare… claro, eso no antes de que te disculpes con la señorita Dondarrion… ¿Qué me dices?-. Todo hombre tenía su precio, su vida, su familia, riquezas que no poseía, podían ser un buen precio, al menos si era un simple campesino, quizás no si era un soldado y las rechazaría tajantemente si era el Rey Buitre, fuera cual fuera su respuesta podría obtener resultados… y en el peor de los casos, siempre podía regresarle a Dondarrion a su prisionero y que hiciera con él lo que mejor le pareciera.
El regente de bastión sólo dedico una mirada Blackwood, al verlo dispuesto a actuar, no era una mirada de reproche ni mucho menos, de hecho le llenaba de satisfacción saber que el joven estaba dispuesto a hacer lo que debía, pero si lo miro para detener cualquier acción que pudiera llevar eso a peor, las cosas aún estaban bajo control y no debían salir de ese margen -Vos lo atrapaste Lord, sin embargo este es un asunto que incumbe a toda la tierra de la tormenta, incluso a otros pueblos de poniente… soltadlo, Los muertos no hablan, y poco me importa saber cuál fue la última polla que chupo su madre, sé que no fue la mía y con eso me basta- La voz de Nathan denotaba su autoridad y su tranquilidad, él no necesitaba gritar en esos momentos, menos a aquel hombre, ese supuesto buitre no tenía nada que hacer, podía morir en cualquier momento, no había necesidad de desgastarse con él.
Un simple gesto de Nathan hizo que de pronto a la sala ingresaran 7 guardias de los Baratheon, quienes fueron hasta hace unos minutos presunto Rey buitre y se apostaron junto a los guardias del refugio. Todo mientras Nathan mantenía su distancia sin dejar de observar al hombre -¿Desidme, porque he de creerte que no eres el Rey Buitre? No me has demostrado serlo, pero tampoco me has demostrado que no lo seas, pero eso poco me importa, lo que me importa es otra clase de información- Nathan dio unos pasos en la improvisada sala hasta posicionarse junto a su hermano y el encargado de las tropas Targaryen -Supongo que crees que te amenazare de muerte, pero no tengo intenciones de hacerlo… de hecho como viste, yo soy el único que puede mantenerte con vida- Nathan aún mantenía ese tono tranquilo en sus palabras, ese tono que tiene el hombre que sabe que está al dominio de la situación, que comprende que es él quien no tiene que dejarse llevar por sus emociones. -Pero si quieres saber, no tengo intenciones de matarte, pero tienes información que me interesa mucho, y la voy a conseguir…-.
El hombre era prisionero hace ya varios días, si las cosas eran como imaginaba el hombre poco y nada había comido durante esos días, fue por eso mismo que Nathan se desplazo una vez más por la sala hasta llegar a una mesa de donde tomo dos frutas rojas como la sangre -¿Tienes hambre? Yo sí, además este clima me da mucha sed- Nathan cogió una de las frutas y la tiro al suelo, justo entre las rodillas del hombre, a un lugar donde atado de manos y con sus pies unidos, simplemente no podía llegar, pero la fruta estaba ahí -Como te dije no tengo intenciones de matarte, pero si no me ayudas, te mostrarte que hay cosas mucho peores que la muerte, cosas que te harán desear morir, y cada vez que sientas que la vida te abandona… haré que te traigan de regreso… pero no te matare, porque mientras lo hago por todo poniente buscare a tu familia ¿Por qué tienes una familia verdad? Una esposa, un hijo, quizás una hija… como disfrutarían eso los soldados, una madre, un padre, quizás un hermano o una hermana, ellos si morirán y lo mejor de todo es que tu seguirás vivo, si a tu estado le podemos llamar vida claro- Cuando menciono aquellas palabras pudo ver en los ojos del hombre un brillo de enojo, un malestar, lo suficiente como para saber que en realidad algún familiar había. Lleno de satisfacción por su logro Nathan dio una mordida a la fruta y luego se la arrojo a su hermano -¿Quieres probar Orson, esta deliciosa- continuaba Nathan jugando con el deseo, el hambre y las necesidades de ese hombre mientras daba uno pasos más hacía él.
-¿Pero podemos evitar todo ese mal rato? Todo depende de ti, dime lo que quiero escuchar, y yo te liberare… claro, eso no antes de que te disculpes con la señorita Dondarrion… ¿Qué me dices?-. Todo hombre tenía su precio, su vida, su familia, riquezas que no poseía, podían ser un buen precio, al menos si era un simple campesino, quizás no si era un soldado y las rechazaría tajantemente si era el Rey Buitre, fuera cual fuera su respuesta podría obtener resultados… y en el peor de los casos, siempre podía regresarle a Dondarrion a su prisionero y que hiciera con él lo que mejor le pareciera.
Nathan Baratheon- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Había permanecido tranquila,, cansada en cierto sentido pero entera con la situación le había perecido extraño que todo hubiera sido tan fácil y hubieran conseguido capturar de forma tan rápida al Buitre, pero obviamente las cosas no iban a ser tan fáciles como parecían y claro esta parecía que al final el hombre allí sentado no era quienes todos pensaban que era o al menos eso decía. Cuando Lord Dondarrion entro de aquella forma se apartó un poco para quedarse relegada a un segundo plano, era un escudero y aquello era una reunión de personas influyentes e importante y su opinión no seria claramente escuchada, así que lo mejor era callar y aprender todo lo que pudiera de aquello.
Se mordió ligeramente el labio al ver la acción de Lord Nathan para con el prisionero, no creía que el intentarlo tentarle con comida por mucha hambre o sed que tuvieran fuera a servir de mucho, por las historias que había leído aquel tipo de hombres estaba mas halla de toda sensación de pesar, y solo se preocupaban por su misión, no hablaría por algo tan simple como una fruta a sus pies, ni por claro estaba unas amenazas vacías y carentes de sentido en aquel momento, por que, de verdad tenían a su familia?, lo dudaba mucho, solo esperaba que no empezaran con torturas demasiado sangrientas, por que no sabia si seria capaz de soportar como cortaban en cachitos a aquel hombre sin sentir algún pesar por su persona.
Decidió no pensar en ello y tomo la jarra de vino para escanciar un poco de este en las copas intentando mantener la mente ocupada en otra cosa, aunque no se aislara del todo en lo que allí ocurría, tenia que aprender, tenia que enseñarle todo aquello a su hermano cuando volviera.
Se mordió ligeramente el labio al ver la acción de Lord Nathan para con el prisionero, no creía que el intentarlo tentarle con comida por mucha hambre o sed que tuvieran fuera a servir de mucho, por las historias que había leído aquel tipo de hombres estaba mas halla de toda sensación de pesar, y solo se preocupaban por su misión, no hablaría por algo tan simple como una fruta a sus pies, ni por claro estaba unas amenazas vacías y carentes de sentido en aquel momento, por que, de verdad tenían a su familia?, lo dudaba mucho, solo esperaba que no empezaran con torturas demasiado sangrientas, por que no sabia si seria capaz de soportar como cortaban en cachitos a aquel hombre sin sentir algún pesar por su persona.
Decidió no pensar en ello y tomo la jarra de vino para escanciar un poco de este en las copas intentando mantener la mente ocupada en otra cosa, aunque no se aislara del todo en lo que allí ocurría, tenia que aprender, tenia que enseñarle todo aquello a su hermano cuando volviera.
Arstan Selmy- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
La osadía y el temple del hombre capturado a pesar de lo precaria de su situación no pudo menos que despertar el interés de Claudia, preguntándose si ella misma sería capaz de mantener tal arrojo y valor en circunstancias como aquellas. Esbozó una sonrisa divertida y también sorprendida mientras el hombre –quien mostraba un magnético atractivo a pesar del tiempo que había pasado cautivo y en pésimas condiciones- ponía sus condiciones ante los señores de la Tormenta. El aplomo con el que hablaba hizo que Claudia se plantease si realmente no era él el Rey Buitre o cuanto menos, alguien muy cercano a él, pero sus pesquisas se vieron interrumpidas cuando su rugiente padre irrumpió en la tienda, lanzando un empellón a Orson Baratheon en su camino antes de golpear al prisionero con su guantelete metálico. Los soldados dieron un paso atrás mientras el cautivo caía al suelo de rodillas gimiendo de dolor, manchándose de la sangre que brotaba de su boca mientras aguantaba con estoicismo la grave voz de Arthur en su rostro. Claudia dejó escapar una risotada, realmente no se había sentido ofendida en lo más mínimo por las palabras del atractivo prisionero pero siempre le habían divertido las groseras expresiones de los soldados en el campo de batalla y en eso, como en muchas otras cosas, su padre ganaba a todos los hombres que estaban en esa tienda. – Padre, yo misma le retorceré las pelotas si vuelve a hablarme así, no te preocupes – dijo la joven acercándose a él y posando su mano sobre la del su padre, la misma que se ceñía en torno a la empuñadura de Estallido.
La voz de Orson llamó la atención de Claudia pero evitó mirarle para no ser consumida por la furia y espetarle en ese instante el que la hubiese tenido engañada aquella noche. Su parte racional comprendía que el Baratheon se había limitado a protegerse pero el orgullo de la joven era mucho más fuerte que su lógica respecto a ese asunto. Nathan Baratheon se hizo cargo de la situación y Claudia le dirigió una mirada ceñuda cuando desautorizó a su padre ante el cautivo y también ante sus propios soldados. Cerró los puños con fuerza y para disimular su tensión, comenzó a dar pasos de un lado a otro, manteniéndose más cercana a Selmy y a Blackwood que a los Baratheon. Las palabras de Nathan la ponían nerviosa y hacían crecer su impaciencia, ¿cuánto tiempo tendrían que estar allí esperando a que aquel hombre quisiera hablar? No estaban ante alguien que se atemorizase fácilmente. – No serán necesarias las disculpas, mi señor – intervino finalmente la joven, cruzando la tienda con dos pasos y aproximándose a Nathan, mirándole fijamente con aquellos ojos verdes suyos tan inquisitivos – Que hable, que diga todo lo que sepa para que podamos volver a nuestros hogares y seguir con nuestras vidas – dijo con cierto hastío en la voz, bajando la mirada al cautivo que seguía arrodillado en el suelo tras el golpe que le había propinado su padre - Estamos perdiendo mucho tiempo, hombres y recursos por culpa de este bandido...
La voz de Orson llamó la atención de Claudia pero evitó mirarle para no ser consumida por la furia y espetarle en ese instante el que la hubiese tenido engañada aquella noche. Su parte racional comprendía que el Baratheon se había limitado a protegerse pero el orgullo de la joven era mucho más fuerte que su lógica respecto a ese asunto. Nathan Baratheon se hizo cargo de la situación y Claudia le dirigió una mirada ceñuda cuando desautorizó a su padre ante el cautivo y también ante sus propios soldados. Cerró los puños con fuerza y para disimular su tensión, comenzó a dar pasos de un lado a otro, manteniéndose más cercana a Selmy y a Blackwood que a los Baratheon. Las palabras de Nathan la ponían nerviosa y hacían crecer su impaciencia, ¿cuánto tiempo tendrían que estar allí esperando a que aquel hombre quisiera hablar? No estaban ante alguien que se atemorizase fácilmente. – No serán necesarias las disculpas, mi señor – intervino finalmente la joven, cruzando la tienda con dos pasos y aproximándose a Nathan, mirándole fijamente con aquellos ojos verdes suyos tan inquisitivos – Que hable, que diga todo lo que sepa para que podamos volver a nuestros hogares y seguir con nuestras vidas – dijo con cierto hastío en la voz, bajando la mirada al cautivo que seguía arrodillado en el suelo tras el golpe que le había propinado su padre - Estamos perdiendo mucho tiempo, hombres y recursos por culpa de este bandido...
Claudia Dondarrion- Casa vasalla
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
El golpe fue duro, tanto que notó la sangre en su boca. Salivó y escupió, dejando caer la flema que se había montado. El hombre esperó, paciente, a ver que ocurría allí mismo. Primero parecían estar en desacuerdo tanto los Baratheon como los Dondarrion. Aquello era buena, muy bueno. Y para más inri el que se hacía llamar Señor de las Tormentas hacía aquel alegato de hombre de paz rodeado de espadas.
- Casi que te prefiero a ti...- Se lo dijo al Dondarrion.- Y que sepas que todos sabemos dar un golpe como ese contra alguien que está inmovilizado, claro que si.- Rió con energía. La verdad es que si quería impresionarle de esa forma..poco lo conseguía. A él se le sorprendía en la lucha, pero en la de verdad y no aquella en la que ese hombre pegaba a un muñeco que quedaba dispuesto para él. Ni tampoco con gritos, por mucha voz ronca que tuviese.
- No sabéis si soy el Rey Buitre o no. Nunca lo visteis. Nunca supisteis quien es. No sabéis por tanto si lo soy yo...u otro de los hombres a los que capturasteis o matasteis.- Lo peor era que llevaba razón.- Y no, Baratheon, no os diré donde se encuentra él, ni ninguno de mis compañeros...- Compañeros, seguramente esa palabra no era ni conocida por Lord Dondarrion ni Lord Baratheon.- Así que podéis comenzar con todo aquello que deseéis hacer para intentar soltar mi lengua.- Con una sonrisa de suficiencia quedó allí, sentado.- La libertad da más fuerza que los grilletes y los golpes.- Y aquella respuesta...era una que no se había pronunciado en Poniente, nunca.
- Casi que te prefiero a ti...- Se lo dijo al Dondarrion.- Y que sepas que todos sabemos dar un golpe como ese contra alguien que está inmovilizado, claro que si.- Rió con energía. La verdad es que si quería impresionarle de esa forma..poco lo conseguía. A él se le sorprendía en la lucha, pero en la de verdad y no aquella en la que ese hombre pegaba a un muñeco que quedaba dispuesto para él. Ni tampoco con gritos, por mucha voz ronca que tuviese.
- No sabéis si soy el Rey Buitre o no. Nunca lo visteis. Nunca supisteis quien es. No sabéis por tanto si lo soy yo...u otro de los hombres a los que capturasteis o matasteis.- Lo peor era que llevaba razón.- Y no, Baratheon, no os diré donde se encuentra él, ni ninguno de mis compañeros...- Compañeros, seguramente esa palabra no era ni conocida por Lord Dondarrion ni Lord Baratheon.- Así que podéis comenzar con todo aquello que deseéis hacer para intentar soltar mi lengua.- Con una sonrisa de suficiencia quedó allí, sentado.- La libertad da más fuerza que los grilletes y los golpes.- Y aquella respuesta...era una que no se había pronunciado en Poniente, nunca.
Valar Morghulis- Admin
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Después de unos segundos Nathan había dirigido sus pasos hacía el mapa que se desplegaba sobre su escritorio, maldito lugar en el que se había desarrollado aquella situación, en si mismo combatir a un rival de las características del rey buitre ya era complejo, ya no parecían ser pequeñas guerrillas, arriesgarse a mover pequeños grupos de soldados podía significar perder más hombres de los necesarios, el ciervo sabía que necesitaban información, pero a la luz de las palabras de aquel hombre, ahora ya no sabía si su información sería útil… quizás después de ser torturado les diría algunas cosas ¿Pero quien aseguraba la veracidad de esas palabras? De hecho nadie aseguraba que sus “compañeros” como él los llamaba, estarían en el mismo lugar, quizás a él le gustaba pensar que sus “compañeros” confiarían en que el no diría nada cuando fuera capturado, pero era poco probable que fuera de ese modo… Incluso estaba la posibilidad de que aquel hombre luego de ser golpeado, los llevara directo a una trampa.
Estaba simplemente observando el mapa, sumido en sus pensamientos, cuando el hombre finalizo su discurso hablando de libertad, aquel termino tan manoseado, pero que quizás para las clases más bajas de la sociedad tenían mucho más sentido de las que tenían para él -¿Y de verdad vos o vuestro Rey buitre piensan que al final de este camino hay libertad? ¿Crees que esas familias a las que vosotros saqueasteis creen en vuestra libertad? Esas familias que hoy no saben de que vivirán durante los próximos meses ¿Es libertad lo que han dado vuestros hombres a las familias de los soldados muertos? No es confundáis, lo que vosotros ofrecéis no es libertad, arrastráis a gente a la miseria y vuestros seguidores a la muerte… y no sois más que títeres de alguien que guía sus propis ambiciones… pero claro, tú debes estar seguro de que no es así ¿Verdad? No, tú crees que peleas por el bien de todos, que tus líderes te son tan leales como tú a ellos… Pero no es así-.
Poco a poco en la medida que hablaba Nathan se había alejado de todos los presentas para quedar parado de forma exclusiva frente al rehén -¿Quieres Libertad?- de pronto el ciervo se había inclinado ligeramente para hablar al oído del prisionero, y aquella fuera una conversación exclusiva entre ellos dos -Espero que disfrutes tu libertad, mientras que tus “compañeros” sufren… porque te prometo que sufrirán… y sufrirán por tu culpa- Nathan se volvió a poner vertical, pero su miraba fría ya no mostraba sus ánimos tranquilos de minutos, ánimos que por cierto se terminaron por diluir en el viento cuando en un rápido movimiento Nathan desenfundo una daga de su cintura y corto el cuello del prisionero. -Ve hacía tu libertad-
Nathan no hizo ningún comentario más sobre él, simplemente camino hacía donde estaba el mapa una vez más, quizás en ese momento había matado al mismos rey buitre, pero él sabía que ese no era el final, tras este supuesto rey se había escondido algo más y tendría que Erradicarlo -Acercarse señores, vamos a terminar con esto aunque tengamos que mover cada roca de las marcas… esa basura no nos servía, quizás nos llevara a la perdición con él- los rasgos propios de su familia afloraban por primera vez en aquella reunión, estaba molesto y quería terminar con eso, y ahora sabía bien que el trabajo conjunto entre todos los presentes era lo que los sacaría airosos de esa situación, no información incierta de un hombre que usaba a la libertad como bandera, mientras oprimía la libertad de otros. -Vamos a comenzar a movernos desde este punto…- indico en el mapa un punto algo más al sur de donde se encontraban, lo hacía con fluidez ignorando como los últimos gemidos salían de la boca de ese hombre - y desde aquí que se supone, es donde atraparon a ese tipo, no podremos movernos en grupos pequeños, no quiero asesinatos en sería de nuestros guerreros, como dicen le paso a los Martell, tomaremos nuestras precauciones, nos tomaremos días si es necesario en movernos, pero erradicaremos a esa basura de nuestras marcas- Dio una mirada a los presentes, una mirada que demostraba que no estaba dispuesto a aceptar criticas por lo que acababa de hacer con aquel hombre, a final de cuentas lo habían traído frente a él para que decidiera, y ya había tomado su decisión, no confiar en un prisionero que aún tiene todos sus sentidos alerta, ya capturarían a otros y matarían a muchos más -¿Algo que decir… ustedes deberían tener más información que yo, sobre donde se le ha visto… aún podemos arrastrarlo hacia las marcas del dominio o la marca de los Martell, hasta que aprisionarlo contra estos ejércitos y terminar con ellos.- hizo una pequeña pausa para aclarar su voz, antes de pasar a comunicarles que había pacto con los dos pueblos vecinos, y por esta empresa, podrían los soldados de la tormenta moverse sin límites - Ahora podemos avanzar sin temer a los limites, hay acuerdos que respaldan los cruces fronterizos, con al finalidad de acabar con esta plaga de una vez por todas- Con estos pactos le quitarían al rey buitre su más grande ventaja, escapar a terrenos que los soldados no podían penetrar por los límites fronterizos.
Nathan Baratheon- Nobleza
Re: Trama VI: Un Rey sin máscara.
Ni el tremendo golpe que había recibido de parte de Lord Dondarrion ni tampoco el talante diplomático de Nathan Baratheon parecían conseguir que el prisionero perdiera su orgullo, mostrándose arrogante ante todos los que le observaban, desafiándoles a tratar de conseguir que hablara tras prometer que ni una sola palabra saldría de sus labios. Claudia enarcó las cejas algo divertida cuando le escuchó hablar de la libertad y sonrió convencida de que esa palabra formaba parte de los discursos que el Rey Buitre estaba usando para atraer a la gente a su causa. ¿Tan abandonadas habían estado las Marcas que sus gentes parecían haberse unido a los ejércitos del atrevido bandido? Los pensamientos de la joven volaron unos instantes a los habitantes de aquella región, hostigados por el Rey Buitre por un lado pero al mismo tiempo invitados a unirse a él en pro de vengarse de los supuestos tiranos, cuyos representantes o al menos la mayoría de ellos estaban reunidos en aquella tienda. Claudia tenía muy claro cómo solucionar esa situación de forma rápida, pero prefirió dejar a regañadientes que Lord Baratheon tomase el mando.
Con cierta impaciencia, la Dondarrion fijó su mirada en el señor de las Tierras de Tormenta, resoplando ante su continuo discurso que seguramente no resultaría convincente para el prisionero, pero no pudo esconder un gesto de sorpresa en el rostro cuando vio un reguero de sangre espesa ensuciando las ropas del encadenado. Mientras el cuerpo inerte del rehén ya inútil caía lentamente al suelo entre estertores -tal parecía que quería decir sus últimas palabras pero la sangre que no cesaba de brotar se lo impedía- la joven siguió con la mirada al venado, quien aproximándose a los mapas se dispuso a continuar debatiendo acerca de la estrategia a seguir. Claudia apretó las mandíbulas y cerró los puños, sintiendo que sus mejillas enrojecían de pura furia. - Yo tengo algo que decir - replicó cuando Nathan terminó de hablar, aunque apenas había escuchado lo que había dicho y no se dejó intimidar por la fría mirada de advertencia que el venado dirigió a los presentes - ¿Impedís que mi padre se haga cargo del prisionero que han hecho sus hombres porque queríais matarlo vos mismo? ¿Y vuestro anterior discurso, eso de “los muertos no hablan”? - tras una breve pausa, le dedicó al Lord una mirada despectiva que enfrió sus ojos verdes, desapasionándolos - Sólo pretendíais poner los cojones encima de la mesa ante quienes no os hace falta ponerlos. Ya que sois capaz de actuar sin tener en cuenta más opiniones, creo que mi presencia aquí está de más -. Claudia dio un pequeño golpe con los nudillos en la superficie de la mesa y girándose con soberbia y sin dirigir una sola mirada a nadie, ni siquiera a su padre, abandonó aquella reunión abriéndose paso a través de la cortina que cubría la entrada, apartándola con un enérgico manotazo.
Con cierta impaciencia, la Dondarrion fijó su mirada en el señor de las Tierras de Tormenta, resoplando ante su continuo discurso que seguramente no resultaría convincente para el prisionero, pero no pudo esconder un gesto de sorpresa en el rostro cuando vio un reguero de sangre espesa ensuciando las ropas del encadenado. Mientras el cuerpo inerte del rehén ya inútil caía lentamente al suelo entre estertores -tal parecía que quería decir sus últimas palabras pero la sangre que no cesaba de brotar se lo impedía- la joven siguió con la mirada al venado, quien aproximándose a los mapas se dispuso a continuar debatiendo acerca de la estrategia a seguir. Claudia apretó las mandíbulas y cerró los puños, sintiendo que sus mejillas enrojecían de pura furia. - Yo tengo algo que decir - replicó cuando Nathan terminó de hablar, aunque apenas había escuchado lo que había dicho y no se dejó intimidar por la fría mirada de advertencia que el venado dirigió a los presentes - ¿Impedís que mi padre se haga cargo del prisionero que han hecho sus hombres porque queríais matarlo vos mismo? ¿Y vuestro anterior discurso, eso de “los muertos no hablan”? - tras una breve pausa, le dedicó al Lord una mirada despectiva que enfrió sus ojos verdes, desapasionándolos - Sólo pretendíais poner los cojones encima de la mesa ante quienes no os hace falta ponerlos. Ya que sois capaz de actuar sin tener en cuenta más opiniones, creo que mi presencia aquí está de más -. Claudia dio un pequeño golpe con los nudillos en la superficie de la mesa y girándose con soberbia y sin dirigir una sola mirada a nadie, ni siquiera a su padre, abandonó aquella reunión abriéndose paso a través de la cortina que cubría la entrada, apartándola con un enérgico manotazo.
Claudia Dondarrion- Casa vasalla
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