Una reunion privada tomando una copa de vino dorniense. (William Dayne, Vasallos de Martell)

Helena regresaba de su último viaje de Essos con las bodegas de sus tres naves cargadas de mercancías exóticas, entre ellas el escaso estaño que era utilizado para las hermosas piezas de bronce, matizadas de esa pátina verdosa que el paso del tiempo las dotaba de exquisita belleza, bronce que ya no se usaba en las armas, al ser superado por le hierro, pero siempre podría dar lugar a una daga o espada de prestigio, ancestral y única, una hermosa arma de parada.

Entre las mercancías que traía de su visita al gran continente, portaba dos pequeños objetos que ella consideró dignos de los esponsales de su príncipe, y la noble que tenía sangre de dragones. La joven dorniense era conocida por su gusto, fuera de lo habitual, heredado de su difunta madre Lady Morrigen, sin embargo en el pergamino, en el cual llevaba trabajando desde que conoció la noticia del enlace, estaba el regalo que consideraba digno de Maron, el hombre que hacia cuatro años la consoló por la muerte de su familia, el que consideraba su hermano mayor, esperaba que su prometida fuera su amiga, también

Tras hablar con el Arryn y el Stark volvió a su magnifica nave capitana, el Aes Sedai, se dio un baño y se despojó de las ropas de marinera, hacía meses que no vestía como una dama, tras el baño, Samash, su diligente doncella la ayudó a vestirse, la menuda y delicada dorniense, sonrió, las sedas que portaba de colores amarillo pálido, su cabellera caía hasta su cintura, enlazada con cintas del mismo color, la hacían una delicada yinn del desierto. Acostumbrada a ropas sencillas, que se ajustaban a su esplendida figura, sonrió, y se encogió de hombros, Samash, siempre te superas al vestirme, y colocarme perfectamente las túnicas, que emitían un suave ¡fru!, ¡fru!, fru!, ¡fru! al ritmo sutil de su andar.
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En su camino a Lanza echó un vistazo a los jardines que el Martel había ordenado construir para la princesa de norte, sonrió levemente, estaba segura que lo que traía le encantaría, daría color a esos espacios que a ella se le antojaban demasiado ruidosos, pues sus fuentes de Tor eran apenas un murmullo de quietud, una preciosa obra de ingeniería de su difunto padre. Su halcón sobrevoló los jardines, frustrado, no encontrando una paloma que llevase a la boca, se posó en el hombro de la señora de Tor, no te preocupes, pequeña, ya sé que estás hastiada de la carne de gaviota, te prometo que haremos una cacería cuando terminemos de hablar con Maron. mientras acarició su plumaje, y ella emitía un gruñido de aceptación.

Paró su yegua caoba a la entrada de Lanza, Lady Helena Jordayne pide ser recibida por el Príncipe Martell, decirle a mi señor, que he regresado de Esos con noticias halagüeñas.

Mientras era conducida a las estancias donde se encontraba el señor de Dorne, iba sonriendo, con toda seguridad los presentes que traía para la próxima boda serían del agrado de su señor, y amigo de infancia, más bien, protector de una niña que quedó huérfana por el ataque brutal a su familia.

Mi señor, dijo con una leve reverencia, mientas, sonrió a William Dayne, otro de sus amigos de infancia

Helena sonrió a su " hermano mayor" que la achuchó con fuerza, ¡me echabais de menos!, según parece, eso quiere decir que en Lanza la vida se ha tornado aburrida, ¡pues ya he llegado yo! se terminaron los tediosos días sin trastadas, le guiñó un ojo divertida, ambos deberíais haber tenido una hermana pequeña, os habéis vuelto muy serios, y eso no lo puedo consentir.

Se sirvió una copa de agua, al parecer os casáis, ¿cómo habéis conseguido que una mujer os aguante, querido príncipe? Bromeó la dorniene, me han dicho que habéis diseñado un jardín para ella, he de dar mi aprobación, seguro que las fuentes serán ruidosas y no producirán sosiego. Os he traído un regalo para ese jardín, unas semillas exóticas para que adornen sus parterres, mirto, azahar, galán de noche para que su fino aroma arrulle tus sueños, y los de vuestra futura esposa, que espero que me presentéis. De mis correrías por Essos y algunas islas, os traigo una colección de párajos exóticos, entre ellos uno de un plumaje precioso que llaman pavo real. Es uno de mis regalos de boda.

La joven señora de Tor tornó triste su mirada. No quiero agriar las celebraciones de vuestra boda, pero tengo un alarmante cuervo de vuestro hermano pequeño, en el que me pide tropas, para luchar contra un denominado Rey Buitre, ¿quién es? Sabéis que tengo una pequeña flotilla de barcos de guerra, pues la mayoría de mis navíos son mercantes, os daré la mitad, unos diez o doce, si os parece bien se los enviare a Oly, así como mis soldados de arena, habéis de decirme cuantos necesitáis.

Helena sonrió, divertida, mostrando un pergamino que había llevado, eso me lleva a mi regalo de bodas, desplegó el pergamino, donde estaba el diseño de un precioso barco. No es tan grande como el Aes Sedai, pensaba que fuera un barco de recreo, pero mandaré que en mis astilleros se realicen una serie de modificaciones, y llevara defensas, es rápido, con el mismo timón ligero de mi nave capitana, y es para los dos. Aunque para vuestra princesa traigo una chuchería, le mostró unas piedras talladas, rojo sangre, procedente de Oriente, se las había comprado a un mercader, tendréis que engarzarlas, si lo hubiera hecho yo, serían demasiado sencillas para el gusto de un miembro de la familia real.

Mis queridos y alegres señores, canturreo divertida, una vieja tonadilla


Sonrió a su primo lejano, ¿me invitas a tu casa?,, abrió los ojos como platos con una media sonrisa, no tengo mucho que hacer tras la boda, ya que vuestro espíritu protector me impedirá, con toda seguridad, que esté en primera línea de batalla, suspiró con cara de no haber roto un plato, con un pequeño mohin displicente, mis muy amados ancianitos, está claro que necesitaréis una visión femenina, o vuestros campamentos serán un verdadero desastre, si asi lo disponeis. Iré a tu casa a ver que vinos tienes, y mis barcos los distribuirán por medio Poniente, irguió su precioso rostro, y susurró a su primo, con un tanto por ciento que acordemos, que debo hacer una huchita para mi dote… si consigo encontrar un marido que me guste.

Bebió un poco de té, despacio, mirando a dos de los hombres que más quería, pues formaban parte de su niñez, la habían protegido, la consolaron ante la muerte de sus familiares. Pero no podía dejar que la tristeza la asolara, y menos en unos días tan felices para su mejor amigo…

Querido príncipe... ¿travesuras?, no sabes que es eso… es evidente que no tienes la menor idea de hacerlas, necesitabas un genio inspirador, básicamente, yo, eres demasiado serio, y más desde que llevas una casa, has perdido mucho de tu encanto, le dijo con sorna, pero sin ninguna malicia, como una hermana pequeña a un hermano que ha asumido las funciones de un heredero, como le sucedía a ella, con su casa, donde sus jardines estaban callados.

Mis tropas están a vuestro lado, príncipe, tengo un cuervo de vuestro hermano, y compañero de trastadas,usando un lenguaje más formal y recordó como las organizaban en Lanza, cuando ambos se juntaban, como lo que no se le ocurría a uno, lo pensaba el otro. Y cuando, tu quieras, Will, partiré a vuestras tierras, cuando organice las huestes que mandare a Oly.