La Rebelión De Los Fuegoscuro
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Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

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Trama Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Dom Sep 09, 2012 3:15 pm

El viaje se había tornado algo largo, Baelor se encontraba algo cansado y ansioso. Una mezcla de varios sentimientos, era raro. Le había mandado un cuervo a Lady Rose Tyrell, los cuales sus damas le entregaron, sin decir nada. Baelor estaba informado que casas iban a ir a la boda. Se había enterado de que iría al casamiento, así que aprovecho la situación para poder verla. La casa Tyrell estaba con los Fuegoscuro, pero Baelor no tenía ningún resentimiento por esto, no estaba molesto con Rose. La conocía bien y además, esos asuntos eran todos de política y demás… Que si le importaban, pero cuando iba a verla a ella, pareciera como si todo eso quedara de lado. El Poniente se volvía a unir, todas las casas eran aliadas de todas y nadie se odiaba. O bueno, al menos eso le parecía a él, pues no le importaba quien los viera, ni quien supiera que se iba a ver con ella… Pero era un príncipe, y se tenía que comportar... Pero era muy cercano a Rose y no la pensaba dejar por una disputa como esa.

En cuando el barco tocó puerto, se las ingenió para salir primero de este, sin que muchos los vieran, algunos solo saludaron, los guardias lo vieron y lo siguieron para protegerlo, pero Baelor se negó… Poniendo de escusa de que no era necesario, pues estábamos en las tierras de aliados, ir con una escolta así sería mal visto, como un símbolo de desconfianza. Esto convenció a los guardias. El sol caía lentamente, tal vez por eso se preocupaban, la noche se acercaba, pero a Baelor esto no le preocupaba. Le preocupaba llegar tarde al lugar donde había quedado acordado en el cuervo que le mandó a Rose.
Su caballo ya estaba en el puerto, no era muy conocido en Dorne, así que no iba a ser fácil identificarlo. Se ocultó del resto de la tripulación, solo para dejar su capa y cualquier símbolo de nobleza y de que pertenecía a la casa Targaryen, así nadie lo reconocía cuando galopaba, y se puso una capa de color marrón oscuro, con una capucha. Desde ese lugar se subió a su caballo, que solo llevaba una montura común, lo único que resaltaba de este era su gran cabello. Y desde ahí galopó hasta el lugar donde dijo encontrarse con Rose.

Galopó entre la gente, sin molestar a nadie, hasta llegar a un lugar un tanto alejado de la zona céntrica del lugar, pero tampoco era muy peligroso, no era una zona humilde pero, aunque era alejado, no estaba descuidado ni desprotegido. Era casi como una zona de comercio que con el caer de la noche, en el crepúsculo, la gente empezaba a iluminar aquellos puestos de comercio con sus propias luces, unas velas, antorchas, así no dejaban de ofrecer sus productos. Desde frutas exóticas, hasta joyas y demás.
El caballo empezó a caminar tranquilamente, mientras el príncipe miraba hacia todos lados. Le recordaba mucho a su madre, le recordaba cuando era pequeño, venía con ella aquí y compraban cosas, miraban… La gente le regalaba cosas a la Reina y Príncipe del Poniente, pero hoy era uno más, hoy era un plebeyo, no un príncipe… Y la verdad que eso lo hacía sentir mucho más liberado. Nada de responsabilidades, nada de preocupaciones. Solo él… él y Rose. A quien esperaba.

Se bajó la capucha, esperaba no ser reconocido, y dejó el caballo amarrado a un pequeño tronco. Les dio varios dragones de oro a unos chicos para que lo cuiden. Estos se encantaron, pues eran dragones de oro, pero ese caballo valía mucho más que esos dragones, era un fiel amigo y se merecía ser cuidado. Estos, amablemente, aceptaron cuidarlo y alimentarlo bien, mientras el príncipe caminaba por aquel lugar.
Sus pies lo guiaban por los puestos, viendo que ofrecía cada uno, oyendo sus cantos y gritos para que la gente se acercara y viera sus productos. Se decidió detenerse en uno, para comprar una pequeña rosa, frágil, suave y hermosa. Pensó que sería un bello regalo.
Aunque su travesía por aquellos pequeños mercados era agradable, sus pies se detuvieron, aunque su corazón se desbocó, al ver el cabello rubio y las mejillas suavemente enrojecidas de Lady Rose a lo lejos. Sonrió al ver que sus miradas se cruzaron y sus pies reaccionaron de nuevo para caminar lentamente hacia donde ella se encontraba, sin perderla de vista… No, ya no, había sido tanto que no la veía, se podría decir que la extrañaba de sobremanera. Siempre apreciaba mucho su compañía.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Dom Sep 09, 2012 7:41 pm


Había llegado hace algunos unos días en barco pues era mucho más corto el trayecto e incluso, un tanto más seguro y pacífico si tomábamos en cuenta el hecho de que la rosa adoraba el mar, por extraño que aquello pudiera parecer. Su comitiva por eso se había visto reducida más no completamente, la flota entera de los Tyrell no se había dado cita en el muelle pero si algunos galeones que le acompañaban a ella y a unas cuantas casas del Dominio más. Le habían proporcionado algunas habitaciones que ella amablemente denegó, alegando que prefería vigilar de cerca de su compañía que alejarse completamente. Así fue como llegó a instalarse en una de las posadas más finas de toda la ciudad, pero donde no había que hacer caso a las instrucciones de los Martell de los que su padre tanto parecía desconfiar.

Aquella tarde era como cualquier otra, había estado antes en el puerto para la llegada de los Targaryen y el propio Príncipe de Dorne, esperando ver caras conocidas, sonrió al darse cuenta que estaba en lo correcto y segundos después se alejó del lugar, ya luego se encontraría con los demás y ahí entrarían las rondas de saludos y sorpresas al encontrarse reunidos de nuevo. Era consciente que del otro lado del reino su hermano y su padre estaban enzarzados en un lío con el Rey Buitre pero intentó no darle largas a aquel asunto, mientras pensaba en eso una de sus damas le llevó una nota. La leyó rápidamente y sonrió ante el contenido que ésta revelaba, por fin, luego de varios años, aquello volvía a ser posible.

Se atavió con un vestido color turquesa, un tono más claro que el de sus ojos, con apliques en dorado y una capucha grisácea, que se cerraba con un broche marcado con la rosa de los Tyrell, le cubría del frío que parecía moverse en las tardes casi noches desérticas de Lanza del Sol. Se acercó a pasos decididos a los mercados, platicando con cualquiera que se atreviese a dirigirle la palabra, de hecho, se había sentado en uno de los bancos a contarle una historia a unas pequeñas niñas que le habían preguntado sobre ella misma cuando lo vio. Terminó su historia y se despidió con amabilidad de las niñas antes de seguir su camino hacia la persona que le había llamado a aquel lugar tan distinto. Si bien la rosa había esperado que le invitara a pasear unos días después de su llegada, aquel gesto inmediato le había sorprendido de sobremanera. Sonrió en el momento en que estuvo frente a él, abrazándole sin pensarlo como cualquiera lo haría ante un amigo que no ha visto en años. -¡Baelor!.- musitó sin hacer mucho escándalo pues a ninguno de los dos les divertiría el que la gente comenzase a acercarse para pedirle cosas al Príncipe de los Seis, casi Siete, Reinos.

Luego de haberle dejado ir, su sonrisa parecía incluso más viva que antes, no siempre se lograba encontrar con él, ambos tenían tantas cosas que parecían cruzarse día a día hasta que pasaban meses enteros o incluso, estaciones antes de que cruzaran palabra, aunque los cuervos entre ambos solían ser bastante frecuentes, a escondidas, pero frecuentes al fin. -¡Te he extrañado! ¿Dónde te habías metido que me tenías tan abandonada?.- preguntó con sencillez como quién pregunta en la calle “¿Cuánto cuestan este par de manzanas?”, era un arte que la rosa sabía llevar con perfección pues así era ella, nada podía atravesarse en su personalidad ligera y amable con cualquiera que se mostrase amable con ella, por supuesto.


Última edición por Rose N. Tyrell el Lun Sep 10, 2012 7:59 pm, editado 1 vez
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Lun Sep 10, 2012 6:00 pm

La reacción de lady Rose le había hecho soltar una gran sonrisa, aún mayor de aquella sonrisa de alegría que tenía por ver una cara conocida de hacía tanto tiempo. Respondió el abrazo sin dudarlo, apretándola con alegría no muy fuerte, pues era una dama, pero si con calidez. - ¡Rose! – Respondió, cuando la tenía en sus brazos. Luego la dejó ir, dejando sus manos un momento en su cintura en lo que la soltaba para poder mirarla de arriba abajo, estaba igual de bella y el vestido le lucía bien, comparado con las prendas que llevaba Baelor, ella se veía esplendida, pues el príncipe no llevaba mucha ropa de tela fina, sino algo más común, para confundirse un poco mejor con su disfraz. Aquel que solo llevaba para poder estar tranquilo con Rose en lo que pasean.

Le dedicó una sonrisa más ante el comentario aquel. La verdad era que hacía mucho que no se veían, eran pocas las veces que se podían cruzar, más en tiempos turbios como los eran los de ahora. – El sentimiento es mutuo, Rose. También te he extrañado – Respondió aun con su sonrisa. – Mi lady, no la he abandonado. Solo eh estado ocupado, pero te puedo asegurar que no te he olvidado, Rose. – Respondió, tal vez no con su tono formal, pues con ella tenía más confianza de lo que tenía con pocas personas, pues eran viejos amigos y fueron muy cercanos, siempre le agradó la compañía de Rose.

Se paró a un lado luego de eso y posicionó su brazo a un lado, dejando un pequeño hueco en él, para que Rose pudiera posar su mano ahí. - ¿Me permite? – Ahora sí, sonó un tanto más cordial. Esperó a que Rose se posicionara a su lado, así podían recorrer el bello lugar. - ¡Oh! Casi lo olvido. – llevó su mano al cinturón que llevaba y tomó la rosa que le había comprado, una bella rosa con un bello aroma. Llevó su mano serenamente hasta que quede casi en frente de Rose. – Para ti. – Agregó con una sonrisa. – Aunque sigue sin ser la flor más bella del lugar. – Dijo con una pequeña risa al final, concluyendo, esperando a que Rose tomara aquella flor que le había regalado el príncipe, como una muestra de cordialidad, de aprecio.
Los espectáculos del lugar, aquellos pequeños actos callejeros, se estaban haciendo presentes conforme llegaba la noche, el lugar se animaba mucho, esa era una de las razones por la que decidió traer a Rose a ese lugar, días así no eran fáciles de olvidar, y como era especial cada que se encontraba con ella, porque eran pocas las veces, el príncipe siempre trataba de hacerla sentir de la mejor manera, de que sonriera.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Lun Sep 10, 2012 7:58 pm


No se suponía que la rosa se divirtiera en aquel viaje, ni siquiera era algo planeado, su función en aquel lugar era otra completamente y ella lo sabía más que bien pero no podía dejar de lado todo para concentrarse en lo que le habían encomendado. Se mordía los labios constantemente por eso, de hecho se podían notar vestigios de su nerviosismo anterior si se le miraba con detenimiento. Intentó sonreír y la verdad fue que aquello le vino de mil maravillas, era tan simple para ella volver a sus cánones que no necesito demasiado tiempo para aquello. Escuchó el bullicio que se formó alrededor de los jóvenes pero dejó aquel tema fuera de su mente al menos por el momento, no quería concentrarse en nada más que en saludar a uno de sus mejores amigos, sabía que en cualquier lado reconocerían la rosa que portaba en el cuello y que todo el mundo conocía o al menos había escuchado hablar del heredero al Trono de los Seis Reinos así que no pudo hacer más que suspirar y seguir su conversación fuera de aquello. Esperó la inspección habitual que todo el mundo solía hacerle después de años, posando con diversión hasta que aquello terminó. -Si ibas a usar la ropa de tus guardias, al menos hubieras escogido la que no le falta un botón.- señaló en aquel momento, picándole en el hueco que se abría por la falta de éste.

Había cosas que nunca cambiaban, la manera en que su mirada parecía siempre estar alegre e incluso, si te fijabas bien, concentrada en algo que la rosa nunca podría entender o también la manera en que su cabello se acomodaba luego de un día de viento, eran detalles quizá, pero no habían cambiado nunca desde que tenía la memoria suficiente para recordar a Baelor Targaryen. -No lo parece, no recibí ni una sola carta en el festival de la Primavera.- recriminó con soltura, solía guardar las formas en todo momento pero a veces, con él especialmente, se podía dejar ir y simplemente decir lo primero que se le viniese a la mente. -Demasiado ocupado para escribir unas simples palabras por lo que veo, pero claro, una dama tiene que soportar que el príncipe le haga tales desaires.- se quejó con dramatismo, tomando su papel perfectamente, era una verdadera actriz si a aquellos detalles iban, quizá nunca le recriminaría eso a alguien como él, pero cuando se metía en su papel de dama afligida, nada podía atravesarse en su camino, era como un mantra que seguía para conseguir lo que se proponía día a día.

Observó algo incrédula el gesto que hacía pero no le dio importancia más allá de lo que merecía, cruzó su brazo con el suyo sin protestar palabra alguna pues tampoco era la gran cosa, sería solo un paseo. -Por supuesto, caballero.- contestó con la voz más regia y formal que pudo emular, que para sus estándares, a cualquiera le sonaría perfecto. No pudo evitar alzar una ceja al ver lo que hacía pero incluso en ese momento se quedó callada, esperando y analizando como solía hacer la mayoría del tiempo. -Gracias, ¡Que lindo detalle!.- musitó al ver al flor que le entregaba, sonriendo como pocas veces lo hacía, sonrojandose incluso un poco sin razón alguna o quizá, con razones más allá de lo que ella misma podía pensar. -¿Hay alguna otra?.- preguntó con una inocencia fingida que de no haberse reído habría sido la fachada perfecta. Tomó la rosa con la mano que tenía libre y la olió una sola vez, le recordaba a su casa, a su hogar.

Una sonrisa permanente parecía adueñarse de los labios de la rosa, era tan sencillo encontrarse con un viejo amigo que le parecía fantástico. Caminaba a su lado, viendo como los faroles de la ciudad comenzaban a encenderse poco a poco mientras el atardecer iba cayendo sobre ésta. -¿Cómo estuvo el viaje? ¿Tuvieron problemas?.- inquirió con sencillez mientras veían como muchos actos comenzaban a tomar lugar en las calles . Se detuvo un segundo solamente para comprar unas cuantas uvas de una anciana que había pasado y le había dado algo de lástima verle, las tomó e iba comiendo una a una como cualquier aperitivo, era una manía que tenía. -¿Quieres?- ofreció con una sonrisa, siguiendo el paso que el dragón llevaba lo cual no era nada difícil si tenían en cuenta que cada que se veían intentaban alargar los momentos lo más posible.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Mar Sep 11, 2012 7:26 pm

Una pequeña risa se presentó en los labios de Baelor cuando Rose señaló lo de la ropa de sus guardias, aquel botón que faltaba. – Oh, son las cosas que hace uno cuando esta apurado, que tiene que llegar al encuentro de una dama que lo espera. – Sonrío de lado una vez que terminó y retiró suavemente la mano de Rose, con una mueca divertida. – Me dan cosquillas. – Admitió, luego de soltar una pequeña risa más, también divertido. Eran esas cosas que hacía que la pasara bien con aquella dama, las risas que salían del príncipe no eran como las habituales, eran como más… Espontaneas, honestas y de verdad provocaba que sonriera sin tener que hacerlo por amabilidad.

Torció un poco la boca, algo apenado, al oír lo que le dijo, aunque no era del todo cierto, le había mandado un cuervo con una carta… Al parecer no llegó a las manos correctas. Se lo había entregado a un maestre que no aceptaba tanto la relación entre Baelor y Rose, incluso entre Maekar y Rose, de ser amigos. Tal vez no la había enviado. Eso hizo que Baelor frunciera un poco el seño, pero sin dejar que Rose se diera cuenta de su disgusto, no quería mal entendidos. – Lo siento, Rose. Ha sido mi error y de verdad estoy apenado. – Mintió, pues le había enviado una carta que nunca llegó, pero no quería armar líos por eso, tampoco quería mentirle a Rose, eso no era bien visto, ni justo, no se sentía bien haciendo eso. – No tiene porque soportarme, una dama como usted me puede pedir que me retire ahora mismo, si es lo que desea. – Ahora seguía aquel drama, sabía que Rose era buena en eso, la conocía mucho como para que se le escapara, así que siguió un momento más, de una forma divertida si, él no era el mejor melodramático del reino, eso era seguro.

Dejo que la señorita tome su brazo para seguir el camino por el lugar, sonriendo ante su reacción al ver su regalo, mordiendo su labio sutilmente al ver como sus mejillas se sonrojaban, ese tono resaltaba con su piel blanca y sus cabellos rubios. – Podría nombrar una ahora mismo, con nombre y apellido. – Agregó a su comentario, sonriendo alegre al ver que su obsequio le había gustado, para luego seguir sus pasos por el bello lugar, que cada vez se alegraba más y más.
Su mirada se desvió un poco de Rose, para poder ver todo el lugar, le traía varios recuerdos, unos tan bellos, cuando todo era más tranquilo, cuando un príncipe y una señorita podían pasear y disfrutar de la noche que se acercaba sin que nadie dijera una palabra en contra de ello. Pero míralo ahora, ocultando su identidad para que nadie les dijera nada… Aunque los rumores eran lo que menos le importaban, no quería que esos rumores lleguen a malas bocas y que Rose tenga algún problema. Aunque su pregunta lo sacó de esos pensamientos e hizo que su mirada volviera a ella, con una sonrisa. - ¿Eh? – Preguntó, si, tal vez algo desubicada la pregunta. – Oh, pues nada que deba preocupar, Rose. Fue un viaje tranquilo. – Se incorporó a responder rápidamente, para que no notara esa distracción y lograra hacerle alguna pregunta, no era el momento de preocupaciones, era el momento de relajarse y pasarla bien con una vieja y muy buena amiga. - ¿Tu viaje como estuvo, Rose? – Preguntó con simpleza, para seguir la conversación, aunque claro que le interesaba oír la respuesta.

Vio el gesto que tuvo con aquella anciana. Siempre tenía esos detalles, esos detalles que hacían que a Rose Tyrell no se le pudiera odiar, de ninguna manera. – Me encantaría. – Respondió ante su pregunta, estirando su mano que tenía libre para abrirla en frente de ella, así podía depositar ahí la rica fruta. – Por lo que veo no has estado hace mucho, Rose. El sol de Dorne no ha dañado tu bella piel… Eso o eres inmune a esos rayos. – Agregó, como una observación, un halago, casi… Quien sabe porque lo había dicho, había cosas que no necesitaban explicación, se representaban solas y por eso mismo, se podían interpretar según quien lo mire…
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Mar Sep 11, 2012 9:04 pm


El bullicio que les engullía parecía ahogar cualquier cosa fuera de su esfera pero no logró sofocar las risas que aquel gesto por el botón faltante había suscitado en ambos. Si bien la rosa tenía una risa preciosa, no solía hacer gala de ella más que cuando de verdad lo sentía, no era una hipócrita como muchas otras que reirían ante la frase más sencilla para agradar, quizá ahí radicaba su imagen cristalina ante todo, así como no se reía por todo, tampoco se enojaba. –Tal cosa me has dicho.- musitó con simpleza, alzando una ceja con una actitud misteriosa mientras movía los dedos como si se preparasen para atacarle. Pronto dejó aquel tema de lado, no le convenía poner a reír a Baelor en aquel instante, no cuando todos seguramente le verían como un loco y a ella, como la dama más extraña que pisó Dorne, si de por sí sus símbolos no eran precisamente bien recibidos, menos sus costumbres y actitudes fuera de contexto.

Observó la forma en la que sus labios se torcieron en el momento en que mencionó su olvido, bajando la mirada por unos instantes como si no le reprochase nada, era claro que entre ellos gran comunicación nunca podría existir, ni siquiera cuando habían sido niños habían podido intercambiarse correspondencia sin que alguien se inmiscuyera en sus asuntos, ahora, con todo lo que sucedía era casi imposible y en cierta manera, le entendía. –Supongo que no hay problema, solo es que esperaba que algún recado me llegase al menos con Maekar, pero lo entiendo, Baelor, no debes preocuparte.- contestó la rosa, sosteniendo su mirada un segundo para que pudiese ver la verdad de sus palabras. -¿Y perderme de la compañía del Príncipe? Creo que si lo hiciera, varias moscas le rondarían, ser, técnicamente solo ofrezco ayuda a la Corona.- soltó con sorna, señalando con la mirada algunas jóvenes que al pasar se le quedaban viendo a la joven pareja de amigos e incluso se atrevían a expresarse en contra de la Rosa del Dominio, que muy segura de sus encantos e imagen, no dejó que los comentarios le afectasen en lo más mínimo, con todo y todo, seguían muy por debajo de su escalón. -¿Nombre y apellido?.... ¿Conociste a la indicada acaso, Baelor Targaryen, y encima osaste dejarme sin conocimiento alguno hasta ahora?.- recriminó entre dientes, dándole un ligero golpe en el costado, solamente como si quisiese marcar su enojo contra él por ocultarle tal detalle ¿O es que acaso eran celos?, si es que lo había hecho, claro.

Se mordió los labios con diversión, siguiendo su camino pues era claro que aún no era tiempo, y en su fuero interno, la rosa esperaba que los Siete les concedieran un poco más de tiempo, sabía que aquella no sería la última vez que le viese pero eso no quitaba que esperase que el tiempo fuera eterno al menos para ella. –Me alegra que así haya sido, el mío por el contrario tuvo algunos percances, las aguas estaban algo… agitadas así que no fue un viaje precisamente tranquilo, aunado al hecho de que la piratería parece ser la nueva moneda en los mares, por suerte no llegamos a encontrarnos con ningún galeón pero eso no quita que estuviese preocupada en el trayecto.- contó como si nada pues en realidad era como platicarle a cualquiera de sus amigos más cercanos su viaje y su vida en aquel barco por quince largos días.

Luego de haber comprado su racimo de uvas y comenzar a comerlas de una a una, escuchó la respuesta del dragón. Volteó a ver su mano y negó con la cabeza. -¿Qué tu mamá no te dijo que no se come con las manos sucias? Llevabas las riendas de tu caballo hace rato, va en contra de mis principios dejarte comer así.- contestó simplemente, mordiéndose los labios antes de que una idea se le ocurriese. Tomó una de las uvas y la acercó a sus labios para ayudarle con aquello que de otro modo, no conseguiría. –Pobre de ti si me muerdes, dragón.- expuso la rosa antes de escuchar el comentario sobre su piel. –Nunca en la vida he logrado broncearme, asi que creo que soy inmune.- constató con una ligera sonrisa, sin dejar pasar el detalle que había acompañado a esa frase, cosa que le hizo sonreír incluso más.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Miér Sep 12, 2012 11:33 am

La reacción casi maliciosa y divertida de Rose le había hecho tomar una pose defensiva, subiendo sus brazos ante la postura de “ataque de cosquillas” que había tomado la dama. – No se te ocurra… - Dijo como una advertencia divertida, pues estaba a punto de soltar una risa por solo oírla. Aunque aquello se detuvo… Pero por un momento, nada de los que estaban alrededor importaron, solo ellos y su juego, sus risas, que interesante se hacía todo cuando había un vacio en el que dos personas estaban nada más y podían hacer locuras que hacían ya desde que eran pequeños.

Su recuerdo de porque no le había mandado con Maekar le había hecho morder su labio un poco más apenado, esa idea sí que no se le había ocurrido al joven dragón, enviar la carta con su hermano, aunque para cuando él llegó a Desembarco desde Rocadragón, Maekar ya se había marchado hacia Antigua. – Lo siento mi lady, no tengo escusa por lo que hice, solo pido mis disculpas. – Dijo apenado, desde el fondo de su alma, podría olvidarse de cualquier otra carta, de cualquier otra cosa que se le cruzara por la cabeza, pero no de Rose, igual esa carta se la podría entregar luego. Aun la llevaba consigo, pero estaba en el barco, bajaría con sus cosas. – Si he de ser sincero, Rose, prefiero tu compañía mil veces a la de cualquiera que esté observándonos ahora mismo. – Dijo con una sonrisa honesta, con la verdad marcada en sus palabras, pues no era una mentira aquello la compañía de Rose, como se había dicho, siempre era del mayor agrado para el príncipe.
Giró la cabeza un momento para ver a las damas que miraban el paseo de la pareja de amigos, algunas miraban con recelo, otras con algo de desprecio, ahora se estaba dando cuenta que, a pesar de llevar la ropa de uno de sus guardias, no era irreconocible, pero al menos no estaban sobre ellos haciendo preguntas y demás. Rió bajo por las declaraciones de Rose y ese pequeño golpe por el comentario aquel. – No es eso, no es eso, Rose. – Se detuvo para que no haya mal entendidos. – Estoy hablando de la rosa más bella que esta en este momento aquí. Si quieres, luego te digo su nombre. – Aseguró, con una sonrisa, algo nervioso. Pues sí, era un halago dirigido a Rose, algo indirecto tal vez, pero no se pudo detener ante el hecho del regalo de la rosa que hizo hace un momento.

Torció un poco los labios mientras sus pasos seguían con los de Rose, sincronizados, algo preocupado por lo que había dicho Rose. – Si, es preocupante, pero por suerte por donde fue nuestra embarcación estuvo tranquilo. – Agregó, aún algo preocupado por Rose. – Si lo prefieres, puedes partir en el barco con nosotros e ir hasta Altojardin desde Desembarco. – Aventuró a decir, como si nada, olvidando algún problema que podría dar eso, ¿Rose Tyrell en un barco con los Targaryen partiendo hacia Desembarco? … ¿Cómo se vería eso? Claro, el príncipe no lo pensó así, no pensó en eso primero, lo primero en lo que pensó fue la prioridad por la seguridad de Rose. Claro que era su decisión. – Si es que no hay ningún problema con eso. – Agregó, esperando una respuesta de Rose, la verdad es que se sentía mucho más cómodo si podía viajar así.

Rió bajo al oír la clase de modales que le había dado la señorita. – Tienes razón, Rose, no he podido limpiarme. – Entonces vio aquello que iba a hacer Rose, tomó una uva y la acercó a los labios del príncipe. Este se mordió los labios por eso y mantuvo la mirada en ella hasta que luego miró la uva en sus delicados dedos. – Prometo no morderla, rosa. – Agregó a su comentario, con una sonrisa divertida, antes de acercar sus labios a la uva y tomarla suavemente, atrapándola y, junto con esta, sus labios que rozaron un poco los dedos de la señorita. – Su tono de piel le sienta perfecto. – Agregó, tratando de no hablar con la boca llena, pues también no era de educación. Entonces sonrió, luego de tragar la pequeña uva. – Deliciosa. – Comentó sin más, viendo a Rose con una sonrisa de lado.
Los pasos de ambos los habían llevado hacia un pequeño grupo de gente que se había amontonado en lo que parecía ser una atracción. - ¡Acérquese, usted señorita, usted caballero! ¡Venid a ver el gran espectáculo de espadas y fuego, lo mejor de Lanza del Sol! – Anunciaba uno de los hombres que estaban a punto de iniciar una presentación de aquello que decía. – Ven, esto será interesante. – Le dijo a Rose, pues el príncipe lo había visto antes y era verdad que eran muy buenos. Empezó a caminar con Rose aún de su brazo, ahora sosteniéndola un poco más firme así no se perdían entre la gente, caminando para poder llegar a una de las primeras filas de personas que estaban paradas, para poder apreciar aquello.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Miér Sep 12, 2012 6:34 pm


Dejó pasar aquellas intenciones que tenía de molestarle, de hacerle reír pues no querían llamar más la atención de lo que ya lo hacían, quizá era su actitud claramente extranjera o algún otro detalle que se les había escapado lo que les delataba, pero eso no quitaba el hecho de que la rosa no quisiese resaltar más de lo que ya lo hacía, si bien le gustaba el reconocimiento público, no llegaba a tal extremo. Escuchó sus disculpas ante el tema de la carta que nunca había llegado a sus manos y asintió con la cabeza, no quería hablar más del tema de hecho, le ponía triste el hecho de tener que dejar de lado muchas cosas del pasado por un derecho al trono del cuál nadie estaba seguro.

El siguiente tema que entró en su conversación le hizo sonreír, quizá era por vanidad, quizá por egocentrismo o simplemente por gusto, nunca nadie podría saber aquello. -¿Aunque se trate de la mismísima hermana del Príncipe de Dorne?.- preguntó divertida, intentando ver la verdad en sus palabras mediante sus acciones aunque fuese bien conocido que el Targaryen no mentía. -¡Por supuesto que debe ser eso! ¡Mal amigo!.- le recriminó entre risas a sabiendas que nunca podría hacerle eso a la rosa, haciendo gala de su máxima expresión de gusto para hacer sentir mal a quienes le habían mirado con desprecio, si, una rosa también tenía forma de encajar sus espinas. –Esta bien, me lo dices luego.- aceptó con una media sonrisa, mordiéndose los labios ante el halago.

Su comentario le hizo recordar sus días en el mar, aunque era una amante de las olas y el sonido de éste, no podía negar que se había asustado de sobremanera la primera vez que pisó la cubierta, recordando el trágico evento en Antigua que supuestamente, le había costado a una de sus mejores amigas la vida, asi que en consecuencia, el viaje no le había parecido lo tranquilo que a sus acompañantes si. – Me alegra, la primavera parece hacer florecer también la piratería y no solo las flores.- confió con esa media sonrisa que hace un rato había tenido. –Si hago eso, a mi llegada es más fácil que me cuelguen a que me reciban entre abrazos, Baelor, ya lo sabes, no es algo oculto.- susurró bajando la mirada con un miedo palpable, no quería evocar el odio de su padre, tenía miedo de que cualquiera de sus actos le pareciese mal, sencillamente no estaba en ella ser así.

A la rosa no le quedó más remedio que rodar los ojos ante su respuesta pues era claro que no lo había podido hacer, aquello estaba de más por lo que la rosa se rió sin más, es que le era tan fácil tener ese carácter con sus amigos. Cuando le ofreció la uva no pensó en como se vería aquello, pero más tarde se dio cuenta y le apenó en cierta manera, aquello era algo que no era propio de amigos, no cuando las calles podían estar llenas de cualquier tipo de informante. –Bien hecho, dragón, ya vas aprendiendo.- contestó con su tono habitual, escondiendo la pena que unos segundos antes se había suscitado en su mente. –Gracias, ser.- aceptó con esa sonrisa que usaba en las cortes, aquella que atraía a cualquiera como mosca y era puramente cortés. –Suelo comprarle a quienes más lo necesitan pues son quienes mejor cuidan sus cosechas.- soltó como si nada, era la verdad, conocía el trabajo del campo y a la gente, le era fácil reconocer entre un vendedor que lo hacía por obtener monedas para las casas de placer y quién buscaba mantener a su familia, quizá era cierto eso que decían del sexto sentido.

Se dio cuenta del cambio en la manera en que la guiaba, ahora, mientras la gente parecía aparecer de ningún lado en especial se aferró un poco a él, dejando que la llevase hasta la primera fila donde el espectáculo pronto tendría lugar, se mordió los labios con un claro interés mientras veía los preparativos de todo. -¿De que se trata, eh?.- preguntó entre dientes, acercándose a su oído para que solo él le escuchase a través de todo el ruido que emitían los ciudadanos de aquel lugar, apoyándose un poco contra él, preparada para que el espectáculo tomase lugar mientras no implicara ningún tipo de títere, que en ese caso, rogaría incluso para conseguir alejarse.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Miér Sep 12, 2012 9:37 pm

Se rió suavemente al oír la pregunta de Rose, la cual negó con la cabeza con una sonrisa. – Ni aunque fuera ella en persona. – Respondió con una sonrisa sincera, pues era la verdad, también aventuró a besar su frente, al borde de su cabello, que él era un poco más alto y podía llegar hasta ahí en la posición en la que estaban… Ahora porque lo hizo pues, solo los 7 lo sabrán.
Rió una vez más al oír que seguía insistiendo, alzando una ceja y negando un poco más. – Claro que no es eso, Rose. Si no podría jurar que serías la primera en enterarte. - ¿Sonaría tan literal eso? Pues, bueno, que cada uno saque sus conjeturas. Asintió una vez por eso. – Espero que me lo recuerdes, ya sabes cómo soy con la memoria a veces. – Agregó, pues si, no era de los mejores recordando, y se puede quedar claro con lo de recién, lo de la carta.

Su expresión fue más o menos la misma que puso cuando le contó lo de su viaje, de preocupación y ahora agregada algo de desilusión, pues era verdad, si iba a Desembarco podría pasar eso luego, era muy complicado y lo frustraba el no poder estar con ella como antes… Sin que mucho importe, más que su amistad. – No es justo… - Musitó con un suspiro, mordiéndose los labios. – Déjame mandar al menos un par de naves más para que te escolten, al menos hasta que llegues a aguas tranquilas. – Murmuró, viéndola, pues si, estaba preocupado por su seguridad… No quería que nada le hiciera daño.

Sonrió al sentir que aquello había sido un poco más fuera del “protocolo” de solo amigos, mordió su labio suavemente por eso, al oír la risa de Rose. – Eres muy conocedora de eso, no me sorprende por tu procedencia. – Dijo amable, con una sonrisa, pues era la verdad, el Dominio estaba muy centrado en eso, no solo las flores más bellas crecían ahí, su tierra es perfecta para el cultivo, tan suave y fértil.
Sus pasos al final terminaron frente a los acróbatas aquellos, un grupo de estos pidió espacio y apartó un poco más a la multitud, junto con ellos a Baelor y a Rose, solo haciéndolos un poco para atrás, aunque no soltó a Rose de su brazo por nada. – Pues, es una danza con fuego, espadas y lanzas. La hacen en representación de la unión Targaryen-Martell. Como la de mi padre y mi madre. – Explicó, con un susurro en el oído de Rose, en respuesta, de la misma forma que lo había hecho ella, pues había mucha gente.

En el lugar habían unas alfombras acomodadas en el suelo y un par de jarrones con fuego sostenidos con una especie de trípode de metal, donde estaban guardadas unas espadas, seguro estaban muy, muy calientes, excepto el mango. - ¿Solo un Targaryen sería capaz de tomar esas espadas, no? ¡Pues! ¡Ajá! – Grito uno de los acróbatas mientras tomaba dos de las espadas que estaban con fuego en su filo, mientras que su mango estaba al rojo vivo y largaba humo al contacto con la mano del tipo, toda la gente estaba sorprendida por la hazaña del hombre. – Es falso, tiene unos guantes humedecidos. Son casi del mismo color de la piel. Algunos dicen que hasta puede ser la mano de otra persona y le sacaron la piel para hacer ese guante. – Le murmuró a Rose para que entienda que no era más que un truco, aunque todo el mundo estaba sorprendido, creían tener un Targaryen frente a ellos, o peor, alguien que no necesitaba ser Targaryen para no quemarse, pero era parte de la actuación.
Otro de los acróbatas tomo un par de espadas sin fuego y sin calentar, mientras que otro tomó una lanza. - Las armas representan a las casas, mientras que la espada sin fuego representaban los rebeldes. – Explicó una vez más, pues eso no se iba diciendo, tal vez se deducía, pero el príncipe estaba tan concentrado en ver y en no soltar a Rose que ese tipo de cosas solo se le salían de su boca. Entonces, luego, los actores estaban ya posicionados, casi listos para empezar, entonces se empezó a escuchar la música de fondo, unos tambores dramáticos, seguidos por unas cuerdas que daban suspenso al inicio.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Jue Sep 13, 2012 7:30 pm


Una sonrisa parecía llegar a sus labios cada vez que el príncipe le expresaba algo, era algo natural, que ni siquiera aunque lo intentase lo podría evitar. –Eso dices ahora, Baelor.- soltó aún sin perder esa batalla, apoyándose contra su costado en el momento en que le besó la frente, era un gesto que había movido algo en su estómago, ¿Mariposas? La verdad era que la rosa esperaba no llenarse de aquella “plaga” por ningún motivo pero como siempre había dicho… solo los Siete sabían lo que le deparaba a cada uno. Siguió presionándole con aquel tema, quizá por diversión, nadie podía saberlo, ni siquiera la propia Rose. –Eso espero, me merezco ser la primera.- advirtió mordiéndose los labios con suavidad, ¿Desde cuando le pedía cosas como esas a él?. –Si no te lo recuerdo, es por que yo misma lo dejé pasar.- aceptó con sencillez pues incluso a ella las cosas se le podían escapar, o al menos, incluso ella podría fingir que se le habían escapado.

Bajó su mirada, apoyándose todavía en su costado, no podía tener la idea de irse en un barco con los Targaryen, no cuando era seguro que le odiaran por eso, cosa que ni de chiste podría soportar. -¿Quién dijo que la vida lo era?.- preguntó con ese mismo tono ahogado que el príncipe tenía, ¿Pensaban lo mismo?. –No es lo más seguro, no puedo permitirlo, lo siento, la compañía Tyrell me respalda, no debo tener problema en ese caso.- intentó razonar, mordiéndose los labios, alzando su preciosa mirada azulada hacia la del dragón, perdiéndose un minuto en aquello como si así quisiera hacerle entender por lo que estaba pasando . –Odio esto.- comentó por lo bajo, no era algo que debía decir, nadie esperaba que lo dijese, simplemente era su opinión más sincera, aquello que estaba por venir le aterrorizaba mientras que en su fuero interno sabía que a los hombres les gustaría mostrar su valentía.

Se encogió de hombros ante la observación de su amigo, sonriendo de nuevo pues era era su vida entera, conocer las formas y todo lo que debía saberse de la etiqueta de Poniente. Desde que era una niña toda su educación se había basado en ser perfecta, incluso su caminar era impecable, cuando se detuvieron se quedó a su lado, si bien no era una mujer asustadiza, sabía perfectamente bien que no le convenía estar sola la mayoría del tiempo . –Que interesante.- respondió entre dientes, intentando que solo él entendiese lo que le decía pues la verdad era que solo quería hablar con él. Observaba con atención, como embelesada , la manera en que colocaban todo en el suelo, escuchó la pregunta y no buscó una respuesta, no se necesitaba ser un erudito para saber aquello, era una ilusión seguramente y de hecho, la confirmación de sus teorías llegó en el momento en que Baelor le habló de nuevo. -¿Quieres decir que le cortaron las manos a alguien?.- preguntó entre dientes con los ojos un tanto más abiertos, le aterrorizaba la barbarie de la que los dornienses eran capaces.

Escuchó con atención la explicación que le ofrecía, mordiéndose los labios ante la idea que se formó en su mente. –Que conveniente.- musitó algo molesta, sabía a qué se refería, podía sentir la mirada de algunos sobre ella y no le quedó más que mantener la cabeza en alto y no dejarse decaer por nada ni nadie. El sonido de los tambores le hizo acercarse un poco más a su amigo, se recargó contra su hombro, dispuesta a ver el espectáculo sin tomárselo personal aunque para la fama que tenían en aquellas tierras, era prácticamente imposible. Su manía le llevó a seguir comiendo de sus uvas que aún seguían sin terminarse, concentrándose plenamente en lo que pasaba frente a sus ojos, ofreciéndole de vez en cuando alguna uva a su acompañante, justo como antes.

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Mensaje por Baelor Targaryen Dom Sep 16, 2012 3:40 pm

El príncipe negó con la cabeza cuando ella se negó a llevar la guardia de alguno de los barcos de los Targaryen. – Rose, enserio… No quiero que nada te pase en ese viaje, déjame al menos que te escolten hasta aguas tranquilas. – insistió a la señorita, su seguridad era importante para él… Ella era muy importante para él. Entonces sus miradas se cruzaron y las palabras se detuvieron por un momento, los labios del príncipe no reaccionaban, solo sus ojos, para moverlos apenas centímetros, que si no estuvieras mirándolo fijamente no te darías cuenta… Los movía… ¿Buscando algo? Pues, perdiéndose, como pocas veces había pasado. Hasta que la suave voz de Rose lo volvió a la realidad, la cual hizo que se mordiera el labio. – También lo odio… - Admitió desviando la mirada, tal vez como una escusa, para no quedar como un tonto por haberse quedado así viéndola, tal vez no era apropiado, tal vez a Rose le parecía incomodo… Tantas cosas le pasaban por la cabeza… Tantas cosas y la mayoría relacionadas con ella.

Se quedó observando la actuación aquella, viendo como hacían bailes y juegos con las espadas y lanzas. – No… Quise decir, es un rumor. No creo que sea cierto, seguro es el cuero de algún animal. – Trato de aclararle a Rose, no eran así de barbaros, claro que era un rumor y no todos los rumores eran ciertos, menos para Baelor, que era de los que menos le agradaban ese tipo de cosas.
El príncipe noto un poco de incomodidad en Rose, sabía que se podía relacionar con los hechos actuales aquella danza, y de seguro no era lo más cómodo para Rose, menos rodeados de las personas aquellas, que los observaban, algo que tampoco agradaba mucho a Baelor. – Ven, Rose, tengo algo más que mostrarte… Ahora que bajo el sol. – Le habló a su oído nuevamente, ahora un poco más cerca que estaba el sonido de los tambores y la música en sí.

El dragón se atrevió a guiarla por entre la multitud, casi sin la aprobación de ella. Una sonrisa de confianza tal vez anime a la rosa para que lo siguiera, pero a decir verdad, esas sonrisas se salían solas, cada que el príncipe giraba a verla, una sonrisa se dibujaba en sus labios.
Una vez que salieron, caminaron una vez más por las calles aquellas, pero esta vez a un paso un tanto más acelerado, pues quería ser el primero en llegar, siempre iba más personas, bueno en principal iban parejas. Entonces llegaron. Era un bello lugar, sencillo, pero hermoso. Una fuente que parecía brillar con la claridad del agua de un celeste que iluminaba la vista y daba un ambiente que no necesitaba alumbrarse con fuego, solo estaba la fuente aquella, pocos podían explicar de dónde provenía tal luz, pues pocos la veían, no venia mucha gente, como se dijo, solo unas pocas parejas, pero parecía que hoy solo estarían Baelor y Rose. – Ven, el agua parece acariciar tu mano cuando la tocas. – Le murmuró a Rose luego de que dejara que contemple el lugar, entonces tomó su mano y se adelanto unos pasos, para llevarla una vez más, pues estaba emocionado porque conociera aquel lugar. Se lo había enseñado su madre, quien conocía cada rincón de Lanza y ese era uno de sus favoritos… Esperaba que a Rose también le gustara.
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Mensaje por Rose Tyrell Dom Sep 16, 2012 4:16 pm


-¿Es una orden?- preguntó antes que nada, no protestó simplemente preguntó. ¿Por qué no podía dejar de verle? No era lo correcto y ella lo sabía, la palabra de su padre era inapelable y lo tenía bien en claro, en el momento en que el precio por la mano de la rosa estuviese pactado no habría marcha atrás, intentaba no pensar en eso, no recordar si le habían comunicado aquello o no, simplemente se limitaba al presente, el futuro ya poco le importaba. –Supongo que no me queda más que aceptar las órdenes de la Corona si es que lo son, no protestaré si es por mi seguridad.- comentó vencida finalmente, ya tendría que encontrar razones suficientes para comunicarle aquello a su padre. Sostuvo su mirada, pensó en acercarse al ver sus labios pero no pudo hacerlo, ¿Por qué? Por que simplemente aquello no era posible, era su mejor amiga, nada la sacaría de ese lugar. Bajó la mirada segundos después como si intentase encontrar algo en el piso que fuera distinto, algo que le retuviera de volver a verle. –Asi son las cosas.- sentenció con una voz claramente vencida, decaída por la situación. ¿Pero cuál situación? ¿La que le consumía internamente o la que consumiría a los Siete Reinos en una lucha? Eso solo los Siete lo sabían.

El espectáculo no precisamente cautivó su atención en un buen sentido, le daba miedo que aquello se transformase en una cacería donde ella seguramente sería la presa, era lo más sencillo, eliminar a la hija del Tyrell para tenerlo bajo los lineamientos, no era un secreto y tampoco era fácil para la rosa mantener su lugar entre la gente que ella intentaba conocer, a veces había cosas que sencillamente no eran posibles. Volvió de sus pensamientos en el momento en que el príncipe le habló, era algo que siempre le sucedía. –Cualquier rumor tiene su verdad y su mentira, Baelor.- contestó con una voz ahogada, incluso algo asustadiza, ¿Sería verdad lo que decían de ella? ¿Qué llegaría el momento en que se rompería?. Se mordió los labios al sentirle cerca pero intentó disimularlo lo más posible, asintiendo con sencillez, alejándose de aquel lugar tan pronto como le fuese posible, aquel espectáculo si bien era precioso, también creaba cierta incertidumbre en ella.

Bajaba la mirada para ver por donde iba, sonriéndole al dragón cada vez que lo descubría mirándola o incluso, sonriendo. A pesar de todo, todavía no le dejaba ir, seguía sus pasos con cuidado pero nunca soltó su brazo, quizá era por que tanto él como su hermano parecían tener un efecto tranquilizador en ella, todos podrían decir que los dragones parecían tener fuego en la sangre pero era su calor lo que calmaba a la rosa cada que se encontraba en aquellos dilemas. No protestó cuando cambió de rumbo, no sabía a donde le llevaría pero con Baelor no tenía por qué temer, después de tantos años, había aprendido a confiar en él sin duda alguna. Vio ante ella una fuente, cristalina y apacible que reflejaba la luz de la luna que comenzaba a ser visible en el cielo nocturno. Se acercó y vio su faz reflejada, simplemente sonrió. –Es realmente lindo, Baelor, pero ¿Por qué me haz traído aquí?.- preguntó algo distraída, haciendo caso ante su propuesta, tocando el agua que si bien no era fresca como la del Dominio, parecía ser más que una caricia, como la seda que solía caer por su piel, tan suave y tan cálida.


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Mensaje por Baelor Targaryen Lun Sep 17, 2012 6:11 pm

Tomó sus manos junto a las de él, viéndola a los ojos de frente. – Te lo estoy pidiendo… - Murmuró, viéndola a los ojos, dando a saber que no era un capricho del príncipe, que no era porque solo quería. Era porque le preocupaba de verdad. – Rose… Solo, quiero que sepas que no son órdenes. No es un capricho… Enserio velo por tu seguridad. – Comentó, mordiéndose el labio, buscando la mirada de Rose, para que vea en sus ojos la verdad, él sabía que ella tenía ese don, no era fácil engañarla, y menos alguien como el príncipe que se conocían hace mucho. Luego bajó su mirada un poco, solo para no volver a eso de incomodarla con su mirada fija, pues buscaba algo más en sus ojos de lo que buscaba cualquier otra persona que la mirara así… ¿Qué buscaba? Quién sabe.
El príncipe no era muy adepto a eso de los chismes, no era algo que le enorgullezca o le gustara, algunos eran importantes, si, pero otros eran puras mentiras. – Si, aunque no aplica en la mayoría de los casos, mi lady. – Agregó el príncipe, pues la verdad habían chismes que no eran más que inventos viles para arruinar la imagen de algunas personas, lo peor era que muchos lo creían.

Una vez pudo ver la reacción de la señorita, una gran sonrisa se presentó en los labios del dragón, estaba esperando ver ese rostro cuando viera aquella fuente. Dejó que se acerque y la invitó a sentarse en el borde de la fuente, que estaba completamente limpio, ni mojado. Él se sentó a su lado, viendo el agua y tocándola también. Luego se encogió un poco de hombros al oír su pregunta. – Pues, no he compartido esto con nadie, mi madre me dijo que no lo hiciera. Pero quería hacerlo contigo, Rose… - Murmuró algo apenado lo del final, desviando la mirada del agua para ponerla en sus ojos, siguiendo el movimiento de su mano, que sin querer toca la de ella, lo cual hizo que la moviera, algo apenado. No era de comportarse así el príncipe, ¿Qué era lo que tenía? Pues, parece que él no sabía esa respuesta.

Acercó su mano para poder sentir la mejilla de Rose, haciéndole un caricia y luego moviéndola por esta hasta llegar al cabello de la rosa, poniendo un mechón detrás de su oreja, un mechón rebelde. Sonriéndole. – Quería compartirlo con alguien especial… - Terminó admitiendo, viéndola aún, con la mirada firme en su rostro, luego la dirigió a al agua, donde estaba la mano de ella. - ¿Y qué te parece? – Preguntó, observando la fuente iluminada por la luna, el lugar que estaban ellos dos solos, la cálida brisa de Lanza del Sol que revoloteaba sus cabellos… Ellos dos juntos, después de tanto, ¿Había algo que podría arruinar aquello?
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Mensaje por Rose Tyrell Lun Sep 17, 2012 7:38 pm

Aquello era algo totalmente inaudito para la rosa, nunca había pasado por aquello, no con Baelor con quien solía mantener su distancia la mayoría del tiempo ¿Sería cierto que Dorne cambiaba las cosas? Todo el mundo hablaba de como el clima de Dorne parecía alterar todo, incluso la sangre de quienes vivían ahí, ¿Tendrían razón? Rose simplemente se mordió los labios al no encontrar respuesta alguna y bajó la mirada hacia sus manos. -Esta bien, como tu quieras, solamente que vas a tener que ayudarme a encontrar algo que decirle a mi padre, dudo que le agrade la idea de que un barco que ondea en alto otro estandarte que no sea el nuestro, me acompañe a casa.- respondió con una sencillez que parecía sacada de uno de aquellos libros que nadie parecía leer. Le vio por unos instantes antes de apartar la mirada, soltando sus manos con un leve sonrojo en las mejillas que bien podría haber pasado como un ligero golpe de calor, cosa bastante común en aquellas tierras. Cuando comenzaron a hablar de aquello que la gente contaba, la rosa sonrió un tanto divertida, conocía todos y cada uno de los rumores en las cortes e incluso en el pueblo, incluso sabía que la hija del panadero le había regalado su honor al hijo del maestro en armas del castillo de los Tyrell, a veces le parecía tan divertido y otras, tan hipócrita saber todas esas cosas de otras fuentes, su visión de aquello parecía cambiar constantemente. -Cuando le preguntas a un niño, seguramente no aplica, pero preguntale a un anciano y es casi seguro que te dirá la verdad como él la sabe.- dejó caer a sabiendas que los chismes eran algo que molestaba realmente a aquel dragón, era un intento vil por picarle, algo que solamente se atrevía a hacer con él, Sofía y Maekar.

Saliendo de aquel espectáculo, la sonrisa de la Tyrell comenzó a fluir tan bien como antes, parecía estar más segura e incluso los colores de la puesta de sol parecían sentarle de maravilla, al menos eso pudo observar al ver su reflejo contra el agua cristalina de aquella fuente. Atendió a la idea de Baelor de sentarse en una de las orillas, lo hizo cruzándose de piernas un momento después, concentrada aún en el contacto del agua contra su piel, en la manera en que su reflejo cambiaba cada que la movía y como volvía a la normalidad después ¿Todo sería así? ¿Cambiaría para después volver a la normalidad?. -Desobedecer a la reina es un castigo bastante penado, Príncipe.- le recordó con una sonrisa burlona, recordando todas las veces en su infancia en las que las ordenes parecían ser simplemente recomendaciones, quizá dijo aquello de una manera divertida pero eso no le salvó de percatarse de sus palabras, ¿Tan especial le consideraba?. Lo vio a los ojos como antes y sonrió, una pequeña pero dulce sonrisa que daba la verdad a aquel momento. Sintió como su mano le acariciaba la mejilla, cerró los ojos un segundo y después los abrió, mordiendose los labios sin pensarlo en el momento en que acomodó su cabello, unas gotas le resbalaban por la piel, rodó los ojos con inocencia, aquello se lo cobraría y eso era seguro. -¿Asi que soy especial, eh?.- preguntó con esa diversión de antes, aún un tanto reacia a admitir en su fuero interno lo que era tan claro para sus ojos.

Pasó un segundo antes de que pudiese formular la respuesta que el Targaryen le pedía, en algún momento entre todo aquello se había perdido, había ido a un lugar en donde podía pensar, donde estaba sola aunque eso no siempre fuese de su agrado, sonrió al salir de esa ensoñacion en la que se encontraba y miró a su alrededor como si lo analizara para dar una mejor respuesta, quizá era por eso, quizá era solo para percatarse de que en aquel momento estaban solos. -Si tuviera que describirlo, no encontraría palabras, es un lugar precioso, me gusta la tranquilidad que parece emanar aunque no su ubicación, vamos, si fuese a contarle a mi madre que encontré un mini paraíso en Dorne me haría coser la boca por tal infamia.- murmuró como si fuese el mayor secreto del mundo, sacando la mano del agua, trazándole unos bigotes de agua al Príncipe, junto con unos lentes que dejaban un ligero rastro contra su piel. Sonrió convencida de su trabajo al momento en que se encogió de hombros. -Eso te pasa por mojarme a mi, si hubiera traído el carísimo rubor de Asshai que he comprado, te habría hecho trizas.- soltó con una ligera risilla, nadie nunca se daría cuenta que aquello había sido solo un truco inocente por otra razón totalmente distinta.
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Mensaje por Baelor Targaryen Sáb Sep 22, 2012 8:13 pm

El príncipe sonrió satisfecho al oír que pudo desdoblar las intensiones de Rose y poder convencerla de aquello que le insistía tanto. – Le mandaré un cuervo a lord Tyrell, teníamos una buena relación cuando era un niño… Y si es necesario, navegaré contigo para asegurarme personalmente que llegues sana y salva hasta Altojardin. Mientras tanto, te ganaste un guardaespaldas mientras estés en Dorne. – Contestó el príncipe, antes de poder notar el leve sonrojo de Rose, algo que había hecho que mordiera su labio sutilmente. Conocía lo bastante bien a Rose como para distinguir de un sonrojo, al calor del lugar e incluso a algún rubor que se ponía de vez en cuando en sus mejillas. Pero no había agregado nada sobre eso, pues que lograra hacer eso, era algo que podía decirse que podría lograr que hasta el dragón llegara a ese sonrojo. – Pero lo que un anciano hace no es llevar chismerío, un anciano reparte sabiduría. – Agregó y rió bajo luego de que se dio cuenta que la intensión de Rose era picarlo, siempre lograba hacer que Baelor tuviera una respuesta de nuevo, o sea, que se vea obligado a explicar algo, sin dejarlo en el aire, era algo que el príncipe nunca podía dejar de hacer… Sus palabras salían solas.

Las sonrisas iban ya venían mientras la rosa y el dragón estaban sentados uno a al lado del otro, observando el agua y luego entre ellos. Las ondas de la fuente se movían conforme las manos de ambos jugaban con el borde del agua, pero enseguida el agua se volvía calma y tranquila, hacía olvidar todo lo que estaba pasando. Bueno, ya con estar con Rose calmaba al príncipe, olvidaba todo, se distraía del mundo. – Creo que mi madre me perdonará si se trata de ti. – Rió junto con la sonrisa burlona. Esas sonrisas eran las que hacían pensar que Rose estaba tramando algo, era extraño, el príncipe siempre las reconocía justo antes de que Rose le fuera a decir o hacer algo para picarlo. Eran cosas que tenían de la infancia, cuando jugaban juntos, con su hermano y lady Rose. Aunque ahora no era tanto así. Una vez más las sonrisas iban y venían entre ambos, parecía que no se podía evitar. – Lo eres. – Afirmó el príncipe con una sonrisa divertida, pero sincera, mientras ayudaba a secarse esa gota que sin intensiones de eso llegó hasta la mejilla de Rose.

Dejó que la señorita se tomara su tiempo para responderle, mientras seguía con la mirada en ella y luego en alguno de los detalles del lugar, como siguiendo a donde ella miraba, para ver qué era lo que veía, esperaba una buena respuesta, pues de verdad era un lugar poco visitado, pero muy hermoso a la vez. Una vez se dio cuenta de que su “inspección” acabó se quedó mirándola, oyendo su respuesta, sonriendo por eso. – Lady Tyrell creo que estaría un poco celosa. Pero Altojardin es hermoso. – Sonrío. – Pero puede ser nuestro secreto. – Agregó sonriéndole, viéndola, diría que con una sonrisa de… ¿Tonto? Hasta que pudo sentir las manos mojadas en su rostro, riendo por eso, sintiendo las marcas que le hace. – Te ves mejor al natural. – Agregó con una sonrisa divertida mientras se limpiaba suavemente el agua del rostro con la mangua de aquella prenda que no era de las más elegantes de sus guardias, bueno al menos no tenía olor feo.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Sáb Sep 22, 2012 9:07 pm

La sonrisa que aquel Targaryen en especial le dedicó no hizo más que hacer crecer la suya propia al haberse dado por vencida, rodó los ojos ante su victoria y se cruzó de brazos como si estuviese molesta por aquello aunque su sonrisa desmentía cualquiera de esas cosas. –Supongo que me encantará conocer la respuesta de mi padre, recuerda que no está en Altojardín, asi tarda menos que desde ahorita estoy muriendo por ver que dirá ante la osadía del pequeño Baelor.- musitó viéndole a los ojos con esa actitud retadora, divertida que solo él podía sacar de ella, si bien era la misma dama dulce y centrada, aquellos tintes de diversión solo hacían que las cosas cambiasen e incluso ella podía notarlo. –Intenta explicarle eso al padre del herrero de Altojardín que es más chismoso que mis propias damas, y eso no es precisamente poco.- comentó alzando una ceja como si nada, ambos podían jugar aquel juego, usar sus palabras para algo más que vanalidades climáticas.

Se acomodó un poco mejor lo que hizo que quedara justo a un lado del dragón, se mordió el labio sin una razón especial y sonrió al tenerle cerca, la noche desértica parecía traer el frío consigo y en cierta manera se alegraba de tenerlo cerca. Baelor siempre parecía emanar algo cálido, algo que la rosa en aquellos momentos parecía agradecer más que nada. -¿Lo crees? Yo voto por que te regañaría de cualquier modo, no es como si yo fuese tu salvoconducto, es más, a veces dudo que les parezca bien que sea tu amiga, dragón.- comentó riéndose de cualquier manera, a veces le era tan sencillo sonreír y otras parecía pesarle pero el caso era que con aquel caballero nada parecía ser más sencillo. Cada una de las cosas que ella decía parecía tener un significado para él y eso era algo que simplemente le encantaba, detalle del cuál se había dado cuenta mucho tiempo atrás pero nunca pareció remarcar hasta ahora. –Tu también lo eres.- se aventuró a decir con una sonrisa tan dulce que podría remover hasta el corazón más duro o al menos eso le habían dicho, bajó la mirada en el momento en que le tocó la mejilla, grabando aquel ligero roce a fuego sobre su piel.

Escuchó las palabras pero no pudo hilarlas en aquel momento, con disimulo había visto la manera en que sus labios articulaban aquello hasta que cayó en cuenta de que necesitaba responder, era algo que no le pasaba tan seguido como todos parecían creer, le hacía sentirse perdida así que no pasó mucho antes de que encontrase las palabras de nuevo. –Lo es, de verdad, tendrías que ir alguna vez, hace mucho que tu real presencia no es admirada por las doncellas del Dominio.-soltó con una media sonrisa, no era un secreto que allá por donde Baelor Targaryen y su hermano pasasen levantaban una revuelta de suspiros que desde niñas habían divertido a Sofia y a ella, imitando sus caminares propios de caballeros, burlándose a sus espaldas. –Me parece una propuesta interesante, nada de ir a contarle a tu madre tampoco.- aceptó mordiéndose los labios, la verdad era que en aquel momento la reina era lo último que había pasado por su mente, en sentido de confidencia que aquello había tomado le parecía mucho más interesante. -¿Según quién?.- preguntó alzando una ceja, sacando uno de sus pañuelos para quitarle el agua que había dejado sobre su cara, sonriendo cuando todo estuvo como antes. Viéndole a los ojos, perdiéndose en su mirada por unos segundos como otras veces le había sucedido, dándose cuenta de que a pesar de que sus ojos no eran tan claros como los de su hermano, conservaban el tinte violáceo que caracterizaba a la línea Targaryen y que incluso, le hacían mucho más interesante, a su parecer. ¿Qué rayos estaba pasando y en qué estaba pensando Rose Tyrell? Lo último era lo único que podía responder, no pensaba en nada, todo acuerdo e imagen que tendría que dar se le había olvidado por completo.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Lun Sep 24, 2012 12:24 pm

El príncipe rio bajo al oír la respuesta de Rose, al ver como ponía esa pose de molesta, sabía que a ella no le gustaba para nada perder en una “discusión”, aunque sea una como esa. – Creo que estará algo sorprendido y desconcertado… O eso creo, solo espero que no reaccione mandándome un cuervo con una nota gigante… Donde sus palabras no serían precisamente de aprecio. – Ríe una vez más al imaginar eso, mordiéndose el labio y mirando a Rose. – Solo quiero lo mejor para su hija. – Termina admitiendo, crimsona los ojos un momento. En estos momentos estaba teniendo mucho esa manía. Luego soltando una risa por lo del herrero, bueno, era verdad… - Una excepción no rompe la regla, bella Rosa. – Aunque estaba claro que no era una sola excepción, habían muchos hombres chismosos, así como lo habían mujeres y de todo tipo. Cuando lo empiezas a ver como lo ve el príncipe, hay chismosos hasta en los pequeños niños, si algo era lo que detestaba el príncipe, era la difamación por medio de la mentira y palabras absurdas. Por eso casi nunca estaba al tanto de las noticias y el “chismerío” o de lo que se hablaba en el Poniente.

Pudo notar el príncipe como ella se acomoda un poco más hacia él, buscando calor, supuso, pues la noche se estaba haciendo fría y molesta. El príncipe sin decir una palabra, deshizo el nudo de la capa que llevaba, no era muy elegante, pero si era abrigada y de una tela muy cálida, entonces la dejó caer suavemente en los hombros de la señorita, mordiéndose el labio suavemente. – No es de la mejor tela del Poniente, que digamos, pero si es abrigado. – Agregó como un comentario divertido luego de dejar que se caliente con eso un poco, pero sin alejarse de ella, estando a su lado, es más, acercándose un poco más.
Terminó sonriendo de lado y negando con la cabeza a lo que decía la joven rosa del Dominio. – No estaría seguro, mi lady, ella la apreciaba cuando niños. Le gustaba vernos a mí y a Maekar tan feliz contigo, Sofi y Dany. – Terminó y rió suavemente con ella, la risa de Rose siempre le había parecido contagiosa, pero no por jocosa o por algún motivo extraño… Era porque de verdad le contagiaba esa sonrisa, esa risa, que era sincera, o al menos así lo veía al príncipe. Terminó mordiendo su labio una vez más al oír la confesión de la rosa más bella, sin saber que decirle, sin saber que responderle, solo siguió con sus caricias un momento más, perdido una vez más en su mirada. ¿Qué tenía esa mirada que lo atrapaba? Creo que ya lo pregunté varias veces… Aún no encuentro una respuesta lógica, porque la lógica no tiene cabida en asuntos del corazón.

Soltó una pequeña risa nuevamente al oír aquello sobre las doncellas. – Pues, no iría para que mi “real presencia” sea admirada por doncellas. O bueno, tal vez si le sacas el plural a la palabra, concuerde más. - ¿Qué fue eso, Príncipe? ¿Acaso estaba enviando una indirecta más? – De verdad hace mucho que no visito ese hermoso lugar, me encantaría ir… Pero ya sabes cómo son las cosas ahora… - Terminó con una mueca un tanto de disgusto. El príncipe siempre fue admirador de la belleza de Altojardin y ahora, por problemas de política y demás, no podía visitarlo, al menos sin armar revuelo. Aunque tal vez podría ayudar en algo la carta que le mandaría al Lord Tyrell. Aunque no podía pasar mucho tiempo con esa mueca, gracias a Rose, que le volvía a robar una sonrisa. – Será solo secreto de nosotros, de nadie más. – Volvió a marcar el príncipe, viendo con esa sonrisa segura a la señorita.
Dejó que la rosa secara su rostro con su delicadeza que tenía siempre para tratarlo, su pañuelo pasaba por el rostro del príncipe, pero en ese momento deseaba que el pañuelo no sea un obstáculo, por ese momento deseo que los dedos suaves de la joven rosa acariciaran su rostro. Lo que logró que cuando sacara la mano, el príncipe tomará su mano casi al instante, para detenerla, quedando su mano entre la de él, entre ellos dos mientras se perdía en la mirada de Rose. Sus labios no podían formular una palabra, el príncipe Baelor, conocido por sus grandes palabras, ahora no tenía movimiento en sus labios para responderle a la mujer que tenía en frente. – Según yo… - Solo alcanzó a murmurar mientras sus ojos no se desviaban de la mirada azul y profunda de Rose. Su cuerpo no respondía, su mano no soltaba la de ella, no la quería soltar, pero a la vez sabía que debía hacerlo… Pues no era prudente, tal vez a Rose la pondría incomoda. Pero eso fue lo último que pensó… De hecho, su cabeza era un mar de pensamientos, nada era claro muy claro y a la vez todo pasaba por ahí. Era difícil saber lo que pensaba el príncipe en ese momento… Aunque algo era seguro, esos pensamientos no le importaron, ni el lugar, ni nada de lo que pasaba en el Poniente… Solo le importaba una persona en ese momento, y la tenía a unos centímetros de él.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Lun Sep 24, 2012 1:33 pm

No era difícil que Baelor lograse sacar más que una sonrisa de la rosa del Dominio, siempre que tenían tiempo todo parecía ser más natural que respirar, a pesar de tener ambos una rígida estructura social y aún más que eso, ciertos protocolos que seguir, todo parecía olvidárseles cuando lograban encontrar algunos minutos para platicar sin que los guardias de ambos comenzasen a molestar. –Dudo que quiera alejarte si es lo único que quieres.- ofreció con una ligera sonrisa a pesar de saber que quizá estuviera en un error ¿Qué tanto habían cambiado las cosas con su padre? En realidad no lo sabía y algo le decía que tampoco quería averiguarlo. –No es solo una, no me hagas sacar la cuenta de toda la gente que conozco que hace lo mismo, si en Poniente tu eres el raro que no disfruta de un buen chisme.- comentó picándole el hombro como si se lo recriminase aunque la verdad era otra, en cierto modo era por eso que se sentía más segura con Baelor, pues sabía que él nunca prestaría oídos a los dimes y diretes que se suscitaban alrededor de la rosa y su familia.

Sonrió al sentir lo que hacía, en aquel menester no podía tener queja alguna, era todo un caballero y Rose lo agradecía, se encogió de hombros para acomodarse más entre aquella tela que le cubría los hombros, viéndolo a los ojos como si eso pudiese expresar su gratitud ante el gesto. –No necesito la mejor tela de Poniente, tu sabes que eso es lo último en mi lista, lo malo es que no combina.- soltó como si fuera una de esas damas apretadas de corte que no pueden hacer más que quejarse de la calidad y los sirvientes que le rodean. En ese momento se dio cuenta de algo pero no dijo nada. –Cuando eran los valientes caballeros en aquel gran mundo.- recordó con una sonrisa dulce, algo de nostalgia mezclada en su tono por los recuerdos que nunca volverían, los ideales perdidos y los momentos vividos. Supo que había hablado de más en segundos anteriores pero no le importó ni mucho menos, cerró los ojos un momento con el afán de sentir la caricia sobre su mejilla con mayor atención, antes de volverle a ver, aquel no era un silencio incómodo sino algo que ambos parecían agradecer. ¿Para qué querían palabras cuando todo estaba dicho con sus acciones?.

Rodó los ojos al escuchar su risa, aquello era modestia pura y todos lo sabían, aún así eso no quitaba que fuese un gran detalle. –No se puede quitar el plural, es lo más real, Baelor. ¡Hasta la hija del panadero me ha pedido que le cuente sobre ti!.- musitó como si no se hubiese dado cuenta de lo que él había hecho, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas apresurarse a surgir, intentando por todos los medios reprimirlo y que no quedase vestigio alguno de eso. –No creo que sea una buena idea, es como si yo intentase ir a Desembarco.- expresó mordiéndose los labios ante la mueca que el príncipe portaba, a ambos les disgustaba aquello y aún más que todo, a Rose le disgustaba que el Targaryen estuviese molesto. –Cuento con eso.- confió con una sonrisa que marcaba el inicio de todas sus confidencias, siempre eran las cosas así y ninguno de los dos parecía tener objeción alguna contra aquello, había secretos que cualquiera guardaba pero otros que solo ciertas personas tenían, entre esos se encontraba él.


Luego de limpiarle aquellas líneas que había dejado con el agua sobre su piel, una sonrisa cálida se adueño de los labios de la joven dama, dejándola caer seguidamente hasta su regazo, donde no permaneció por mucho tiempo antes de que el dragón la atrapase entre la suya, por algún motivo que la rosa no pensaba decir, no la retiró, ni siquiera pensó en hacerlo. Por un instante no quería dejarle ir y su mirada junto aquella sonrisa dulzona daban la verdad a eso que parecía rondarle en la cabeza. Intentó responderle aquello pero se quedó sin palabras, hacía mucho tiempo ya que había esperado que él justamente le dijese eso, no supo que contestar así que simplemente se mordió los labios ligeramente ruborizada, bajando la mirada antes de volver a verle, había pasado su mirada por sus labios en espera de que dijese algo más cosa que claramente podría haberse malinterpretado pero en ese preciso instante no se dio cuenta. ¿Qué era lo que le pasaba? Sin duda era algo que no podía explicar ni aunque tuviese el libro más grande de Poniente frente a ella, nunca encontraría las palabras para aquello.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Mar Sep 25, 2012 2:34 pm

Las sonrisas seguían siendo aquel pago por las palabras, iban y venían entre ambos jóvenes. Era algo fuera del protocolo de todo, era algo fuera de lo elegante y lo formal, de lo necesario para la política, no era nada de esas sonrisas falsas y mentirosas, eran sonrisas de verdad, que a Baelor solo pocas personas le podían sacar verdaderamente, Rose era la principal. – Entonces, espero recibir una respuesta positiva. – Admitió, pues era la verdad, aunque el viaje no se trataba del todo para poder ver el paisaje… Vamos, ¿iría al lugar donde vive Rose Tyrell y no se pasaría el día con ella? Creo que nadie es tan tonto… - Bueno, entonces ¿la excepción a la regla soy yo? “El único del Poniente que no disfruta del chismerío”… Creo que es mejor que “Baelor Lanzarota” – Terminó haciendo como un movimiento de sus manos, presentando el “nuevo apodo”, en broma, claro, riendo un poco más marcado con eso, esperando haber podido robarle una risa a Rose. Para el príncipe una risa así de la joven rosa era un regalo digno de ser apreciado.

Sonrío al ver como Rose se acomodaba en la prenda que le había entregado, así no permanecía con frio, riendo bajo por su comentario. – Mi lady, cualquier cosa que lleve usted puesta, se le verá hermosa… Pues su belleza natural opaca hasta el vestido más bello de todo el Poniente. – Se atrevió a decir, con una sonrisa, desviando la mirada un tanto apenado luego de eso… ¿Baelor el valiente? ¿Dónde quedó su apodo, príncipe?. Terminó observando de nuevo los bellos ojos de Rose antes de dedicarle una sonrisa por aquello que decía. – Y ustedes nuestras damas que no tenían miedo a ensuciarse con nosotros cuando éramos los caballeros. Aplicaba bien la frase de “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”… - Sonrió y acaricio la mejilla de Rose, al recordar eso, esa nostalgia que daban esos recuerdos. – Y en su caso sería “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer… Haciéndole caras y gestos” – Bromeó de nuevo, lo cual rompió el silencio, recordando como Rose y las chicas imitaban el caminar de él y su hermano cuando pasaban por las calles de Altojardin o de Desembarco, en burla, como si ellos no se dieran cuenta, lo cual no decía nada pues, era divertido al final de cuentas.

Se mordió el labio levantando levemente la ceja cuando Rose le reclamó aquello. - ¿Eso suena a celos, Rose? – Reprochó el príncipe, más que nada para ver si admitía aquello. No estaba seguro él tampoco, pero hasta su pregunta hizo que se mordiera los labios y la reacción de Rose, su leve sonrojo hizo que sonriera en lo que se mordía los labios. – Tú puedes ir… - Murmuró, mordiéndose el labio junto con ella, viéndola. – No dejaría que nadie te toque… Antes que atraviese mi espada y mi armadura... - Continuó con esa voz baja, no era por ocultar nada, era porque estaba cerca de Rose… Tan cerca que no lo había notado. Terminó sonriendo… Que a estas alturas ya no sabía por qué, si era por la cercanía, si era porque el comentario le robaba la sonrisa, si era porque le nacía de la nada sonreír cada que aquella bella rosa le sonreía.

Las manos de los dos estaban juntas… El príncipe no tenía intensiones de soltar a la joven rosa, no quería alejarse de ella, recordaba que tenía frio, ¿Sería una escusa para abrazarla al menos?... Dios, Baelor ¿Qué estás pensando?... Pues, no pensaba en eso a decir verdad, no pensaba que tal vez Rose lo podría terminar arrojando al agua por atreverse a abrazarla de esa manera… No era que no conociera a la joven rosa, pero en momentos así, se ponía a pensar cualquier cosa, su mente era un mar, como se dijo, y los pensamientos fluían, iban y venían como olas y cada uno era distinto… Pero, como las olas y el mar, los pensamientos estaban relacionados… Los Pensamientos eran las olas, el mar era Rose. Y era una buena referencia, ahora mismo sus ojos azules como el agua de la lagua esa, reflejaban el color marrón oscuro y nada llamativo de los ojos el príncipe. Seguía cada movimiento que hacían los ojos de la señorita… Aunque en un momento se pusieron a concentrar la mirada en su rostro, sus curvas perfectas, su delicada nariz… Sus llamativos labios. Terminó mordiéndose el labio al pensar en esto último… Y casi sin pensar en hacerlo, sin mandar la orden a su cuerpo, acaricio la mano de Rose con su pulgar, mientras movía su torso, dejándolo caer lenta y tímidamente hacia Rose, muy despacio, como esperando una respuesta hacia eso… Ahora sí, ahora era cuando la mente el príncipe Baelor estaba completamente en blanco, pues ya no tenía cabida en este juego… Ahora sus pensamientos venían de alguna parte de su pecho…
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Mar Sep 25, 2012 3:49 pm

Con un leve asentimiento, Rose Tyrell zanjó aquel tema, la verdad era que si él esperaba una respuesta positiva, ella lo deseaba incluso más, había tenido tiempo suficiente de pensar y nada le había encajado, ella no quería ser quién se suponía que sería en el futuro pero no podía decir nada sobre aquello. Bajó la mirada unos segundos como parte de la sonrisa que le debía al príncipe y luego volvió a pagarle con la misma moneda con la que parecían comerciar aquel par de amigos. –Por supuesto, es algo especial, cualquiera podría romper una lanza.- comentó como si nada, la verdad era que nunca había tomado una de aquellas dichosas lanzas entre sus manos, y mucho menos había logrado romperla, eso era lógica pura. Soltó unas cuantas risas sin poder evitarlo, eran algo sarcásticas pero nada que pudiese romper aquella imagen real de la rosa, así era ella y no había marcha atrás, era un ligero compilado de virtudes y errores acumulados que formaban una personalidad quizá como muchas soñarían y otras despreciarían. –Escuchate, Baelor, practicando para hacer sonrojar a cualquiera que se detenga.- recriminó con una sonrisa de complicidad, picándole por aquel halago que su mirada azulada y sus mejillas sonrojadas habían dado por bastante bueno. ¿Desde cuando la rosa prestaba más atención a sus halagos que a los de cualquier otro?.

Sin dejar que su suave sonrisa decayese, Rose le escuchó, trayendo a su memoria todos esos momentos que habían pasado juntos cuando eran niños y nada parecía poder romper sus burbujas e incluso, momentos no tan atrás cuando conseguía escaparse de vez en cuando para visitar al mayor de los Targaryen, donde había jurado alguna vez nunca dejarse guiar por los rumores que estuvieran detrás de cada uno, que en aquel mundo, las apariencias engañaban y mataban. –Si no hubiéramos estado ahí para burlarnos, ustedes seguirían creyéndose los dueños invencibles del universo, alguien tenía que devolverlos a la realidad, deberías agradecernos en vez de criticarnos. – bromeó con él, guardando aquel momento también en el baúl más privado de su inconsciente, pues todo parecía ser perfecto, desde la manera en que acariciaba su mejilla hasta los recuerdos que ambos tenían. Cuando le preguntó por sus celos, la rosa automáticamente entrecerró los ojos. –No, suena a: “No es precisamente divertido contarle a alguien sobre ti” – contestó simplemente, mostrando su cara más cortés y desinteresada aunque en su interior hubiera agregado “No cuando te parte en dos que suspiren por eso”. Lo siguiente no era que le tomase por sorpresa, sino que nunca pensó sentirse así al escucharlo, era algo distinto, tanto que ni ella misma sabía como era posible. -¿De verdad lo harías?.- preguntó con un ligero quiebre en la voz, ¿Ilusión?, quién sabe, pero aquel gesto había terminado de convencerle, después de tanto tiempo no podía estar equivocada.

De cualquier forma, no podía dejarle ir aún, su mano parecía estar atrapada entre las suyas y una sonrisa un tanto soñadora era la que esbozaban sus labios. Aquella dama estaba ocupando el lugar que muchas otras soñarían e incluso, alguna ocuparía en un futuro y si bien lo había pensado, nunca lo había creído posible ni mucho menos. Siempre había tenido en claro que en el momento en que el deber le llamase, el dragón no dudaría en dar todo por Poniente pero justo en aquel instante, donde sus labios parecían sonreírle solo a ella y su mirada oscura, con aquel tinte violáceo que tanto le había llamado la atención desde siempre, la veía con aquella mezcla de confusión y cálidez que parecía desarmarle ante cualquier otra cosa. No había lugar alguno en el que ella desease estar más que ahí, era algo nuevo pero nunca había tenido miedo al conocimiento, por lo tanto al sentir aquella caricia, se acercó un poco más, sin perder de vista su mirada aunque tenía que aceptar que un par de veces vio sus labios, entreabriendo los propios como si esperase decir algo para llenar aquel vacío o por otro lado, ocuparlos…
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Baelor Targaryen Vie Sep 28, 2012 2:22 pm

El príncipe sonrió ante el asentimiento de la rosa, dejando el tema, esperaba por todos los medios poder cometer lo que prometió, quería por sobre todas las cosas su seguridad… A ella en sí. Pero la sonrisa no duró mucho, ya que se cambió a risa cuando comentó aquello de las lanzas. - ¿Segura? Entonces… ¿Por qué no veo a toda la gente que lleve ese apodo?... Richard Lanzarrota, Gerard Lanzarrota… Rose Lanzarrota. – Terminó de decir con aires de presentación de cada uno de los nombres, que sonaban raros y el del final aún más, el nombre de Rose con el apodo del Dragón. Aunque la verdad, no sonaba tan mal.
Terminó negando con la cabeza por lo siguiente que decía, aguantando una pequeña risa entre sus dientes. – Rose Tyrell, no le puedo decir un halago sin que me devuelva un reproche. – Reclamó el príncipe terminando con una sonrisa divertida por aquella forma en que lo picaba, y sabía que la rosa no lo decía enserio por aquella sonrisa y sus mejilla sonrojadas decían más que sus palabras, o bueno, su cuerpo contradecía lo que sus palabras marcaron. – Además… Eso es algo que no se le puede decir a cuanta dama se cruce. – Agregó el dragón como si nada, queriéndole dar a entender que era especial aquellas palabras que le había dicho. ¿Desde cuándo el príncipe se dedicaba a halagar tanto a Rose? Pues, parece que esta noche es más especial, después de todo.

Las bromas se seguían haciendo presentes en la conversación, pero parecía que la situación lo ameritaba. Su cercanía, que apenas el príncipe notaba, era un motivo para él para apenarse un poco, porque habían cosas que si le hacían recordar que estaba apenas sentado al lado de la rosa, dándole su calor con un medio abrazo, con el calor de su cuerpo así no pasaba frio, entonces, las risas, las bromas, tapaban un poco eso… pero ¿Hasta cuándo?. – Si, es verdad… Es verdad… Pero podrían no haberlo disfrutado tanto. – Reclamó como una broma más el príncipe. Para luego ver como la señorita fruncía el seño por lo que había dicho, tratando de imitarla, pero mal, pues él no podía fruncir el seño así en ese momento. – Ow, ¿Tan feo es hablar de mí, mi lady? – Pregunto haciéndose el apenado, el triste y pobrecito. Pero enseguida cambio la cara pues no quería actuar de esa forma, soltando una pequeña risa por su mala actuación, porque era verdad, no era de los mejores haciendo ese tipo de cosas.

Entonces pudo ver la cara de “sorpresa”, o bueno era un cambio en su rostro, parecía aquello, entonces el príncipe asintió por su pregunta con una sonrisa segura y que le de tranquilidad a Rose, que le de confianza. – De veras, sea quien sea… - Agregó para dejarla aun más segura... Y el príncipe si lo decía de esa forma, era la verdad, era conocido como un hombre de palabras y esperaba que Rose no olvidara eso.
Baelor se mordió los labios al sentir que Rose no se molestaba por esa cercanía, por eso que tomaba su mano. No la quería soltar, no la quería lejos, y eso era casi lo más cerca que el príncipe podía… Pero no se quería detener ahí. Entonces el príncipe siguió ese camino que su propio cuerpo hacía hacia el cuerpo de Rose, siguió aquellos movimientos que los hacía casi inconsciente, pero a la vez, con el consentimiento de todo su cuerpo. Movía sus dedos suavemente sobre la mano que tenía sostenida las manos de la bella dama, haciéndole una suave caricia, hasta que, de un momento a otro llegó tan cerca del rostro de la rosa que sus narices de rozaron, lo que hizo que se estremeciera un poco, apenas las puntas de ambos se llegaban a tocar, ahí el príncipe se detuvo… Un momento. Sus ojos se comenzaban a cerrar suavemente al sentir la respiración de Rose tan cerca de su rostro, entonces, con sus labios casi temblando, alcanzó a pronunciar el nombre de ella. – Rose… - Murmuró suavemente, mordiendo su labio luego… Entonces, tomó fuerzas, demostró que su valentía no estaba solo en las justas o los campos de batallas, en las reuniones o en las respuestas… Tenía el valor de mirar a la mujer que tenía en frente, dedicarle una sonrisa algo nerviosa y luego acercarse del todo… Hasta que los labios de Rose y Baelor se juntaron en un beso suave, algo tímido si se quiere decir, pero a la vez seguro. El príncipe se quedó un momento así, un beso que juntó los labios de ambos, hasta que se separó un poco… Apenas un poco, luego de ese beso, sus labios aún se rosaban con los de ella, ¿Qué había hecho el príncipe? Vamos, eso lo vimos todos… Al fin se atrevió a demostrarle a la bella flor del Dominio lo que sentía por ella. – Rose… - Repitió. – Yo… Yo… - Trato de explicarse por su conducta, aún no sabía cómo Rose iba a reaccionar con eso… Pero de todas formas, una sonrisa se presentó en los labios del príncipe, emocionado por aquello. Se atrevió un poco más y soltó suavemente, con una sola mano, la mano de Rose, que tenía atrapada aún con la otra, para llevarla hasta el pliegue del vestido, donde estaba su cintura y posó su mano izquierda ahí, mientras la veía a los ojos, mientras no quería alejarse de ella, mientras podía sentir como su estómago se retorcía, de buena forma, sus labios temblaban y los mordía solo para sentir el sabor que había podido guardar de los labios de ella, con su corazón acelerado a mil, esperando una respuesta de ella… Una cachetada, una sonrisa, un abrazo… Un beso más… Lo que sea, mientras venga de ella y sea sincero… Pero lo que más quería, por sobre todo eso, era a Rose Tyrell… Y ahora le había quedado más claro que nunca.
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Trama Re: Una rosa en el desierto {Rose N. Tyrell}

Mensaje por Rose Tyrell Vie Sep 28, 2012 6:29 pm

Los apodos eran algo que Rose Tyrell sabía llevar bastante bien, tenía mil y un nombres por los cuales solían decirle y nunca se molestaba por alguno nuevo por más feo que éste pudiese ser, en su carácter nunca se iba a encontrar ser de esa manera, era caprichosa, pero tampoco hacía desastre y medio por unas cuantas palabras. –Por que no a todos se nos escucharía bonito, se escucha mejor con tu nombre que con el mío, por ejemplo…- argumentó con una sonrisa, haciendo rápidamente una imagen mental de cómo se escucharía su propio nombre con el apellido del dragón, una sonrisa se posó en sus labios ante aquello, era una niñería pero le había resultado divertido, cosa que con otro no parecía así. Aún asi, las risas iban y venían sin problemas, se podía afirmar con seguridad que la rosa no se encontraba mejor en ningún otro lado, si bien sus amistades eran más de lo que ella podía pedir, con Baelor era algo especial, tanto que llegaba a sonrojarse y perder el piso en la misma ocasión. –Nunca, asi aprendes algunos mejores, eso me lo pudo haber dicho hasta el escudero de mi hermano.- alegó con una sonrisa divertida, todo en un afán de molestarle, jugando podría decirse.–Pues no, no conoces a todo el mundo, no llegas y le dices algo así a la señora que va cruzando la calle, sé sensato, Baelor.- musitó entre risas como si aquello fuese la verdad absoluta, aunque claro, había detalles que nunca podían dejarse pasar y si bien, la rosa no se refería a ellos, los guardaba poco a poco.

Mientras su corazón guardaba aquel momento como parecía pasarle siempre, escuchó lo que le decía sobre el pasado y una risa sincera se abrió paso entre sus labios. –Era imposible no hacerlo, es que, ¡Ni podían cargar la armadura!.- soltó entre risas, recargándose sin pensarlo contra el hombro del Targaryen, alejándose luego como si nada hubiese pasado o al menos eso intentó, pues algunas otras veces le había servido de apoyo, pero nunca habían estado en aquella posición, ese día era algo distinto. –Por supuesto, no hay nada que contar, ¿No era que todo sería un secreto?.- preguntó alzando una ceja, la verdad era que nunca habían quedado en eso, pero por egoísmo prefería guardarse las cosas antes de que alguien más llegase a malentenderlas o incluso, divulgarlas, nada podía interferir entre las cosas que la rosa apreciaba, y aquellas reuniones e incluso, cualquier cosa que supiese del príncipe entraba totalmente en la categoría. En el momento en el que le aseguró que la protegería, su sonrisa lo dijo todo, le estaba agradecida y se notaba en la calidez con la que le veía y en la facilidad que tenía para sentirse segura a su lado. –Gracias.- musitó en respuesta sin poder hacer mucho más que verle a los ojos, esperando que viera la verdad.

Aquella cercanía no parecía molestarle a la Tyrell, lo veía con seguridad aunque por dentro los nervios le estuviesen comiendo el estómago, devolvía esas suaves caricias sobre su mano con la naturalidad que ella misma se confería, veía ambas manos juntas y sonreía pues aún no podía alzar la mirada para verle directamente, no podía volver a perderse en ese color tan suyo, tan misterioso y adictivo para la rosa. Lo sintió acercarse y no hizo nada ante aquello, su cuerpo parecía responder por si mismo, el primer contacto con su piel le hizo recorrer un escalofrío por la columna, pero el que mencionara su nombre mientras se encontraban así, le perdió totalmente. Tanto que no hubo respuesta alguna de su parte ante aquello, aunque en el momento en que se acercó luego de esa sonrisa nerviosa, no dudó en responderle con suavidad aquel beso. Dejó que sus labios respondieran por si mismos, se amoldaban a los suyos con una precisión que parecía irreal pues a pesar de que él tuviese las cicatrices propias de entrenamientos y demás, parecían ejercer una suavidad y calidez única. –Shhh- musitó contra sus labios, dejando que uno solo de sus dedos se interpusiera entre ellos pues si no lo hacía, había cosas que ella no intentaría detener. –No digas nada ahora.- expresó antes de dejar sus labios libres de nuevo para llenarlos solo con un delicado beso, tan corto y tan suave como una caricia seguida de una sonrisa que no podía compararse a ninguna otra que la Rosa del Dominio hubiese dado nunca.
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