De vuelta al hogar (privado) (Sofia, Shiera; Brynden, Mance,Mors)

Al fin había llegado el el momento. La noche ya habia caído, y el cielo de la ciudad de antigua se tiñó de estrellas que parecían haber salido a despedirles. A Sofia se le había pedido discreción, y por ese motivo habia conseguido que sus únicos acompañantes fuesen sus doncellas y damas de compañía, y tres guardias que se encargaron de llevar el equipaje, tan solo lo esencial, pues lo demás sería enviado a Roca Casterly en cuanto el sol volviese a asomar por el este. No había ido en demasiadas ocasiones a Antigua, pero no recordaba haberla visto nunca tan llena de gente como en aquellos días, aunque eso no le suponía problema. En su grupo, las mujeres, incluída ella misma, llevaban ropa sencilla que las ayudase a no llamar la atención, mientras sus escoltas mantenían una distancia prudencial para que no pudiesen relacionarlos con ellas.

Caminaron con paso rápido hasta el puerto, donde les esperaba anclado un barco que les llevaría a Desembarco del Rey. En las calles continuaba el ambiente festivo, pero desde la carrera la tensión era palpable, y la leona había comenzado a sentirse insegura, así que se alegraba de poder marchar. Le disgustaba no haber podido despedirse de Lord Hightower personalmente para agradecerle el trato recibido por él y los suyos, pero esperaba que su hermano Tybolt lo hiciese por ella. Al llegar al muelle oteó los barcos que había atracados, buscando aquel de características similares al que Maekar había descrito. No tardó en encontrarlo, así que instó a sus damas a que la siguiesen. Todos cruzaron la pasarela y entraron en él, excepto Sofia. Viajar en barco siempre habia sido una tortura para ella, quien le tenía pavor a estar en altamar, al balanceo del barco y a las corrientes que provocaban aquello. Cerró los ojos con fuerza y suspiró profundamente, abriéndolos después para mirar de nuevo aquel inmenso cuerpo de madera que les llevaría a la capital. Pero ella no era una cobarde, así que un lento pero certero paso tras otro la llevaron finalmente a la cubierta, donde por fin encontró a su príncipe en compañia de su tía, a quienes saludó con la cortesía requerida, dejando a un lado sus miedos personales.

Brynden se encargaba de la seguridad del barco fletado para volver a Desembarco con su hermana, con su sobrino y con medio Poniente más.
Aunque el bastardo de los ríos era ducho en la mayoría de artes de la guerra, la mar se empeñaba en resistirse a ser dominada, aunque hubiera nacido en el Tridente y éste hubiera sido su hogar durante años.
Postrado como una estatua en la cubierta de babor, observaba a todos y cada uno de los tripulantes.
Lannister, Martell... solo me falta que suba un Tyrell... pensó en el instante en que le pareció ver a Garlan con su mandoble pendido del cincho, pero era un pescador de buena planta con un chuzo; en ese instante respiró tranquilo y su corazón volvió a su pecho.
Paseó por la cubierta, se fue hacia donde estaba su hermana, no habló demasiado, solo para maldecir aquel viaje, dio órdenes a sus Dientes de Cuervo, volvió a pasearse y se dirigió a su sobrino mientras hablaba con Mors Martell:
-Maekar, espero que seas consciente del reto que supone trasladar a toda esta gente a Desembarco sana y salva, no son campesinos... -la paranoia se apoderaba del bastardo. En ese instante miró al Martell: -En fin, espero que sepas dirigir este navío, porque la responsabilidad de un accidente caerá sobre el consejero del rey, es decir, un servidor.

Y sin mediar palabra se volvió a la cubierta y de ahí al camarote donde se alojaba su pariente. Escuchó la escena:
-Ya le traigo yo el vino -dijo, y en menos de dos minutos volvió con una botella de culo ancho cubierto de esparto y cuello largo. Sirvió dos copas y dejó una al Blackwood, mientras daba un sorbo a la otra -¿Cómo llevas eso? -preguntó -no estoy muy puesto en carreras, lo mío es el arco, ya lo sabes -una conversación tan circunstancial, podría derivar en algo más serio, por lo que intentaba medir sus palabras.

Si había algo que odiaba la Bastarda era moverse por el mar, más, una larga travesía que rodeara el continente, pero su hermano había sido tajante, si, le tocaba ir con toda esa colección de jovencitos, si o sí. Su yegua era de la misma opinión, nerviosa, pataleó, relinchó, estuvo a punto de morder a un palafrenero, el caso es que tuvo que tomar las riendas de su montura, ante la mirada divertida de su hermano que con toda seguridad sabía cuál de las dos “damas” tenía más miedo, y no era precisamente la de cuatro extremidades.

Subió a la cubierta, de reojo miró a la joven Lannister que por su aspecto tenia tanto o más miedo que ella. No le perdonaría a su hermano que se fueran por el agua, ¿Acaso ella era un dragón marino? Si fuera tal bicho sería plateado y elegante… y volaría, ¡no estaría encerrada en un cascarón de madera!.

Shiera se acercó al propietario del barco para… no sabía si agradecerle que les sacara de Antigua, que se había convertido un sitio peligroso para la familia real, o para regañarle, de algo qeu no tenía la menor culpa, ¡ella sabía quien la tenia...!, arrugó su naricita y le miró con una sonrisa, ¡ya veras Bryn! Conocía al hermano pequeño de su cuñada de alguna celebración familiar, pero no habían intercambiado muchas palabras, dado que la dama se pasaba muchas horas entre sus libros, y hacía poca vida social. Príncipe, supongo que mi familia, no os ha reconocido con toda la intensidad necesaria que nos proporciones transporte. Os agradezco de corazón que permitías que ocupemos vuestro barco, estoy segura de somos una molestia, se acercó un poco al joven, y que a vuestros hombres no les hará mucha gracia llevar a tanta mujeres abordo. Intentaré poner orden, y conseguir que no seamos una contrariedad para vos. Se alejó para dirigirse hacía su hermano saludando, con un gesto a los jóvenes enamorados.

Cuando iba directa a tener una conversación "amistosa" con su hermano, se vio sorprendida por la llegada de Lord Mance, antes de tener más de dos palabras con su hermano se acercó al hombre, tan amable que había conocido en el baile. Mi señor, me informaron de vuestro accidente en esa odiosa carrera donde participasteis con mi sobrino, os ruego, que me permitáis utilizar mis conocimientos de medicina para haceros más cómoda la travesía, si me permitís iré a veros cuando estéis instalado, se acercó susurrándole al oído, así, mi señor me ayudará también a pasar menos miedo, sonrió la señora.

La sonrisa que se curvaba en los labios cuando se acercaba a su hermano, no era precisamente de alegría infinita, le tomó del antebrazo, con suavidad, pero con una leve presión. Busca una excusa, para que no te parta a trocitos, en un ritual sangriento dedicado al Dios Ahogado u otro elemento marino… ¡en barco, Bryn!, sabes que me aterroriza el mar, le dijo con una voz cándida. Ve pensando cómo voy a pasar las noches en este cascarón…, le tiró de uno de los mechones, Consejero de Rumores, vas a tener que dar alguna explicación, de porque tu hermana se va a colar todas las noches en tu camarote o al revés, ya que creo que no seré bien recibida en el de lady Sofía, que tendrá otro visitante, mientras con disimulo le dio un mordisco en la oreja, nada sensual.