Tu me rascas la espalda y yo te rasco la tuya. (Aerys Targaryen)

¿Cuanto tiempo hacía que no estaba en Rocadragón?, la verdad es que no tanto. Ademas la ultima vez que había estado no me había llevado un mal recuerdo de allí. Había sido durante el tiempo que había tenido que estar haciendo de guardaespaldas, de una de las hermanas, según creo recordar, del que se acababa de auto-proclamar Rey de esa isla.

Mientras era llevado por los pasillos de la fortaleza, hasta la que habían dicho era la sala del trono. Todo eso me parecía solo una mera sombra de lo que había llegado a ser, en el pasado mas reciente. Puede que muchos hubieran ganado y unos pocos hubieran perdido, pero los que mas habían perdido eran los que lo habían tenido todo y ahora no les quedaba nada, bueno algo si... una roca en medio del mar. Y a eso le llamaban reino...

Me imaginaba lo que me iba a pedir cuando me había llegado la carta. Pero yo había sido claro, con lo que quería. La Casa Velaryon había sufrido demasiado y era el momento de que ahora que lo mas necesitaba era estar con la única persona que estaba lejos, si eso lo tenía que hacer por medio de las armas, aunque no quería hacerlo lo haría. Por amor se hacían locuras ¿no?.

Fui llevado finalmente hasta "Su Majestad Aerys", aunque no me arrodille ante su presencia. De momento no era mi Rey y al haber sido el quien me había hecho llamar, esperaba saber que quería de él y si eso me iba a servir, para conseguir lo que quería. Se que no iba a conseguir todo lo que quería, pero también se que no iba hacer que el tuviera lo que deseara de mi, a un precio pequeño.

No había tenido que esperar mucho y eso era de agradecer, no había venido a perder el tiempo, sobretodo teniendo que atender cosas personales.

No se si en verdad el "recién nombrado Rey" le placía tanto como decía en verme o no, pero lo que yo sabía era que había venido a buscar unas cosas y el quería unas cosas de mi, todo dependía de lo que estuviera dispuesto a ceder por mi, para saber ocurrirá o que no. Cuando me ofreció el catalejo, no tuve que escuchar sus explicaciones, durante el tiempo que había estado en las Compañías Libres, antes de mi regreso a Poniente, había visto alguno de esos aparatos, aunque si intentaba agasajarme con ese presente me parecía algo pobre. Sin duda la Casa Targaryen ya no es lo que era.

Guarde el presente que me había dado y observe al "Rey de Rocadragón" no había tardado en ir al grano, pero no diciendo lo que quería de mi, sino lo que yo iba a querer de él. -Esperaba poder contaros, "mis motivos personales" cuando supiera porque se me ha hecho llamar a Rocadragón. Tengo curiosidad por saber que es lo que queréis de mi... y supongo que de la Casa Velaryon.-No le iba a contar mi vida, espero que antes saber si iba a tratar con una persona de confianza, luego si podía ser verdaderamente un Lord y al final si verdaderamente merecía la pena, seguir a un Rey.-Aunque antes de que me lo contéis. Esperaba que la hospitalidad de la Casa Targaryen no se hubiera visto disminuida en proporción "como en otras cosas". La ultima vez que hable con un Targaryen, que fue con vuestra madre, me ofreció un buena copa de vino, espero que no sea un problema para vos, ofrecerme lo mismo.-Comento con simpleza, pero con educación.

Era todo un espectáculo ver a un Rey agasajar a alguien, porque lo necesitaba. Pero tampoco iba a dejar que me viera como un hombre débil y mucho menos por no querer tomar una copa de vino, la cual en cuanto estuvo llena, la acabe de un trago. Dejando que el se explicara a lo referente, de que me hubiera hecho llamar.

No me equivocaba con lo que pensaba que iba a ser el motivo por el cual me había hecho llamar. Puede que los Targaryen ya no fuera los señores de todo Poniente, pero la locura no se había ido con su perdida de poder.-Creo que se os olvida una cosa, al intentar volver a hacer la hazaña de vuestro ancestro Aegon el Conquistador. Y es que el tenía dragones, pero esos seres ya están extintos.-La ambición desmedida era mala consejera.-Si queréis un consejo, olvidaros de conquistar los Siete Reinos, sino conseguís dragones. Mientras no tengáis eso, yo me centraría en tomar un Reino. Luego que vuestros descendientes se encarguen de ir tomando el resto. Y tal vez tras unas cuantas generaciones, Poniente vuelva a ser lo que una vez fue para nosotros.-Había visto demasiadas locuras, para poder aguantar ni una mas. Si ese "chico" quería algo de mi, tendría que darse cuenta de que los sueños imposibles, mas que nunca ahora, son imposibles.

-Si controláis vuestra ambición y vuestros objetivos se pueden poner en acuerdo con los míos, tal vez vos tengáis lo que queréis de mi y yo, lo mio, por mi parte.-No era mi Rey y por ello, no lo iba a tratar aún como tal, si quería algo deberíamos hablar bajo los mismos términos.

Primero tomar un territorio... de eso no me cabía ninguna duda, pero estoy seguro de que iba a ser primero uno y luego otro. El podía decir lo que quisiera, sabía que tenía a un hombre movido por la ambición y eso en parte aunque era atractivo, no me gustaba.

-No creo que sean solo un par de septones borrachos, los que se interponen entre vos y ellos. Varias Casas les apoyan y si son tan débiles como decís habrá otras Reyes que quieran hacerse con esos territorios.-Aún así no le quitaba la razón con respecto a que si se hacía debería hacerse con discreción.

Espere a ver que me quería decir, con que los dragones no estaban extintos. Y al mostrarme el huevo de dragón, no me sentía verdaderamente impresionado. Los rumores de los huevos había estado presentes desde antes de la extinción de los dragones, diciendo que aún se encontraban entre las ruinas de la antigua Valyria. -¿Un huevo?.-Pregunto con escepticismo.-Un huevo no es un dragón. Y hay muchos que dicen que tienen uno y han intentado que eclosione y no lo han conseguido, eso no cambia nada de vuestra situación actual. Pero aunque lo consiguierais, un dragón necesita tiempo para crecer y si alguien se entera de que lo tenéis tendréis a vuestros enemigos a las puertas antes de lo que pensáis.-No estaba hablando, con quién pensaba. Parecía que tenía mas dragones en la cabeza, de lo que pensaba, el mismo.

-Pero apartando a un lado ideas fantasiosas de dragones. Si vaís a recuperar las Tierras de la Corona. Y queréis que os ayude, quiero que todo aquello que conquisten mis tropas o ayude a conquistar, se vea reflejado en una ampliación de territorio de la Casa Velaryon. Ademas de otras cosas...-Ya era suficiente de hablar de cosas que no iban a llevar a ningún lado. Yo si que quería cosas reales y factibles y necesitaba saber si iban a ser aceptadas.

Ya empezaba el tira y afloja de las negociaciones y empezaba a ver por donde iba a poder ir y por donde no. Chasquee la lengua a modo de marcar el disgusto que en cierto modo me daba su negativa, aunque no dije nada mas. Dejando la cosa como aceptada al menos de momento.

-No cederé ninguno de mis soldados de forma definitiva ni abierta en su totalidad. Ya nos enseño la anterior guerra, que si no hay cierta independencia, la derrota de uno, es la derrota de todos. Y eso no voy a dejar que vuelva a ocurrir.-En eso hable de forma tajante.-Si queréis que mis tropas os sigan convencerme a mi, pero no penséis que os seguiré si creo que lo que vais a hacer, es una locura.-Eso lo iba a tener que aceptar si o si, sino no iba a haber acuerdo posible, para hablar a continuación. Y la frialdad de mi mirada lo expresaba con claridad.

Lo siguiente me dejo bastante sorprendido, ¿acaso Aerys no sabía que no tenía hermanos y que mis primas hacía tiempo que habían muerto?, era el único descendientes de la Casa Velaryon, salvo mis hijos de Aimeé, aunque eso era algo totalmente secreto. Y mucho menos tenía ganas de contárselo a alguien a quien no conocía. Puse mala cara, pero no dije nada, esperando que se percatara de su error.

La otra sorpresa también fue interesante y puede que en otro tiempo me hubiera visto muy tentado de aceptarlo, al igual que lo hubiera hecho mi tío, pero ya estoy seguro de que el hubiera aceptado sin dudarlo, pero ahora las cosas habían cambiado y ahora había otra mujer que ocupaba totalmente mi corazón.-Tengo deseos de casarme, pero no con quien vos pensáis. Si os interesa os ofrezco algo. Cuando conquistes, lo que fueron las Tierras de la Corona, tendréis que tomar las tierra de los Hogss, que ahora pertenecen a los Ríos, quiero que esa Casa, me dejéis conquistarla de forma personal y privada, os cederé esas tierras, si quereís, no es eso lo que me interesa. Solo que hagáis efectivo y legal el enlace entre Aimeé Hoggs y yo.-No dije mas, pues no iba a dar explicaciones de porque ella y no otra mujer, el podía hacerse las ideas que quisiera, pero no le iba a contar nada mas sobre Aimeé. Era eso lo que venía a buscar, siendo todo lo demás humo para no desvelar mis "motivos personales", aunque ya había conseguido mucho mas de lo que esperaba, si conseguía claro esta eso que buscaba sobre Aimeé.

Ahora era mejor estar escuchando y no decir nada. En verdad solo me interesaba saber, cual era su opinión sobre el matrimonio entre mi persona y Aimeé. Si aceptaba y en lo demás usaba la cabeza, puede que pudiera contar conmigo. Finalmente salio a relucir la respuesta que esperaba, si el llegaba a ser Rey, yo podría casarme con Aimeé, algo que llevaba esperando desde hace ya demasiado tiempo.

No dije, ni hice nada mientras el hablaba, igual que si me encontrara ante una pared y no ante alguien que si aceptaba sería mi superior.-No se puede tener tratos con traidores y nos lo fueron por apoyar a los Fuegoscuro y otros por declararse independientes, cuando tendrían que ser los que estarían hincando la rodilla, ante vos. Recordad eso, cuando los hayáis conquistado o pidan vuestro perdón, pues en verdad lo único que pedirán es por salvar sus vidas.- El tiempo de la palabra había acabado hacía ya demasiado, cuando los bandos entre los Fuegoscuro y los Targaryen se habían definido. Si de verdad quería ser un Rey Dragón, tendría que hacer como antaño: a Fuego y Sangre.

-Ahora si me disculpa tengo muchas cosas en las que pensar, recibirá mi respuesta por cuervo pronto, mientras acepte todo lo que hemos hablado aquí. Mandemelo en un cuervo firmado. Y después llegara mi respuesta, que no veo porque no a de ser... negativa.-Dicho esto, hice una pequeña reverencia y me gire sobre mis talones, para salir de Rocadragón y ir a Marderiva, al parecer la guerra no había terminado, solo se había tomado un respiro.

FDR: Cierra tu el rol, Tyberius no va a tener mas que decir.

Aerys había jugado todas sus bazas. La oferta que le hacía al señor de Marcaderiva era, cuanto menos, jugosa. Por ello confiaba en que apoyara su cruzada, era quizá la casa más necesaria en su empresa.
-Sabed, lord Velaryon, que confío en vos para guiarme a través de este mundo. Necesito un buen mentor en política y guerra, y creo que vos podéis ser ese hombre, es ese otro de los motivos de mi llamamiento. Por ello me he rendido ante vuestra oferta, a parte de porque no se negociar, -dijo Aerys riéndose de si mismo por su incapacidad en ciertos menesteres, -pero por ello esperaba poder rodearme de hombres buenos para enfrentarme al mundo que me rodea.
El rey no pensaba que esto sirviera de nada, pero tenía que decirlo.
-Recibiréis pronto mi cuervo, y espero contar con vuestra respuesta, sincera y bien meditada.
Por cierto, había pensado en una forma de conquistar las tierras sin llamar mucho la atención, os la enviaré también con el cuervo.
Cuando se estaba marchando, se acercó a él, le estrechó la mano y le dijo.
-Buen viaje, compadre, o espero poder decir sin errar... amigo.
Entonces el Lord de los Velaryon se marchó. Su galera zarpó de la isla del dragón y se dirigió a Marcaderiva. La noche ya caía y Aerys se dirigió de nuevo a sus aposentos, no había salido perfecto, pero tampoco había salido sumamente mal.

Offrol: terminado. Por favor, responde al rol antes del 10-julio, porque estaré ausente y necesito tener claro todo antes de ese día. gracias.