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El arma secreta de las Islas del Hierro (Privado y propio)
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El arma secreta de las Islas del Hierro (Privado y propio)
Había tenido que ir a Nagga. Había mandado a sus hombres reparar la flota, reponer y recontruir las fortificaciones y reclutar hombres de nuevo entre sus islas. El ejercito del Hierro se había visto mermado, pero no tanto como pudiera parecer. Con todo lo que obtuvieron tras las ejecuiones de Sparr y Saltcliffe, las arcas aumentaron, la flota se restauró en parte, así como el ejercito. Aún así no era suficiente. No al menos para conseguir el dominio de los mares como así lo pretendía Harrald. Bjorn abogaba por un acercamiento mayor a los señores nobles. Y tenía razón, pero ya había bastantes Greyjoys para poder llevar a cabo ese fin. Victarion y Triston, sus hombres de confianza, estaban preparando tropas en cada uno de los lugares asignados. Harley, en su nuevo hogar, organizaba las defensas y preparaba a las tropas de las Escudo de Hierro. Shiera viajaba incansable junto con su hija para trazar nuevas alianzas y rutas comerciales. Todo se desarrollaba según lo previsto. Solo necesitaba que Antigua no se metiera de por medio en sus planes y todo sería coser y cantar. No le interesaba Antigua. Y al contrario de lo que creían sus hombres, no le interesaba en absoluto las tierras del continente. Algunos de sus hombres intentarían tomar esos pedazos de tierra, pero serían para ellos. El rey no había requerido tales uniones al reino. Si bien podían ser útiles, no formaban parte de la idéa de un imperio isleño que Harrald tenía en mente desde hacía mucho.
Si. Había mucha gente trabajando ya para preparar las invasiones, asaltos y defensas en la guerra que los mismos hombres del Hierro iban a organizar. Franmark de los Volmark, Askeladd de Marea Negra, Axell con sus ahogados, Zephyr en las Escudo de Hierro. Bjorn con los comandantes y demás.... ¿Pero qué hacía Harrald? ¿Qué ocupaba las noches que no compartía el lecho de su esposa? Eran pocas, pues la mujer más hermosa de mundo desprende una tentación irresistible, y ni siquiera el frio Harrald puede resistirse siempre. Pero al menos una noche po semana, y casi cada día, se pasaba horas en su biblioteca, o en su barco. Solos sus hombres, los tripulantes del Leviatán, sabían qué hacía.
Horas y horas, delante del Cuerno de Garandras. El cuerno, hecho con huesos y colmillos de un dragón Marino. Decía la leyenda que los primeros hombres, al llegar a las Islas del Hierro lo encontraron. El cuerpo del dragón llegó muerto a las orillas de Acantilado de Sal. Allí, llegaron también los cuerpos de cinco Krakens. Muertos igualmente. De las fauces de Garandras, que así llamaron a la gran bestia, sacaron los restos de muchos hombres, y el cuerno. Con inscripciones gravadas en un idioma muy antiguo. Shiera le contó que era el antiguo idioma de las Islas del Hierro. Aquel idioma olvidado del que nadie sabía poco más que algunas palabras o frases, y siempre habladas, no escritas. Pocos eran en las Islas que supieran escribir. No digamos ya una lengua antigua.
Según la Leyenda, el cuerno estaba hecho con los huesos y colmillos de un Dragón, pero al no saber de cual, se le atribuyó su origen al mismo Garandras, como un regalo de los antiguos dioses del mar a los hombres que osaron vivir en aquellas inhóspitas y sagradas tierras. Así fue como los primeros hombres dominaron los mares. Aquel cuerno tenía el poder de dominar a los Krakens. Aquello explicaba por que cinco krakens murieron al tiempo que Garandras. Seguramente quien lo controló mandó a aquellas bestias contra el Dragón marino, y éste a su vez, tras matar a los Krakens, devoró al hombre que poseía el cuerno.
El cuerno permaneció en las Islas durante un tiempo. Era entregado al elegido por el pueblo. El mismo modo de actuar que en las elecciones de Nagga. Puede que de ahí naciese la tradición de elegir un rey entre los capitanes. Se elegía a uno para que fuese su líder y al tiempo llevase el cuerno. Parecía bastante lógico pensar así. Una sociedad democrática que data de más de tres mil años de antigüedad. Harrald se sintió orgulloso de sus ancestros cuando descubrió aquello.
Todo así dispuesto, lo más natural era que el dueño del Cuerno fuese el mismo elegido tanto por unas elecciones en Nagga entre sus capitanes como por victoria en una guerra civil. Victarion tenía la espada de acero valyrio de la familia Drumm en su poder... pero ¿qué importaba una espada frente al poder que representaba el cuerno? ¿Qué fuerza en el mundo podría oponerse ahora a Harrald Greyjoy?
En realidad muchas. Aunque poseyera el cuerno, aún carecía de lo esencial con respecto al aspecto bélico de su utilidad. Le faltaba un Kraken. ¿Cómo los encontró Drumm? Las historias, rumores y mitos sitúan a los kraken lejos. En lo más profundo del mar Angosto. Por las Islas del Verano, Cerca de Essos en aguas muy profundas, o al Oeste. Muy al Oeste, donde la tierra se acaba y de donde es casi imposible regresar...
¿Cuantos más sacrificios le pediría el Ahogado a Harrald? Por el poder y la protección de su reino debería abandonarlo a su suerte ahora que estaba herido... ¿Dejar en manos de otros a su familia? No podía marcharse de manera tan simple. Cierto que tenía a Bjorn. Tambien a Keira y a Harley. Su casa tenía fuertes mentes que podían protegerlos de la adversidad en su ausencia... Pero no podía dejar a Shiera sola, ni a Thorey. La pequeña Thorey.
¿Pero qué debía hacer entonces? ¿Renunciar al poder que suponía el cuerno? Si llegara a controlarlo... nadie podría hacer frente a los descendientes de su casa nunca más en el Mar. Las Islas serían un bastión inexpugnable. Se alimentarían mitos y leyendas por doquier sobre los hombres del Hierro. Gente capaz de controlar los mares y a las bestias que en ellos habitan. Ni los Targaryen habrían alcanzado jamás tal fama, tal poder... tal inmortalidad. Los ataques de los hijos del hierro estarían siempre envueltos en misterio y materia para leyendas. Provenientes de unas islas mágicas, donde habitan monstruos y horribles criaturas, aquellos hombres, los hijos del Hierro habrían dominado el poder de los mismos dioses...
Debía ir. Debía buscar a aquellas bestias. Debía partir para poder controlarlas. Necesitaría un séquito. Shiera conocía mejor que nadie en las Islas el antiguo idioma de sus ancestros. Sin duda sería útil para descifrar los grabados del cuerno y como se usaba. Así como Fleance Myre. Había estado los últimos meses investigando a la criatura de Drumm y revisando la biblioteca de Pyke. Necesitaba guerreros. Pero no tantos como para dejar las Islas desprotegidas. Drumm solo tenía tres barcos cuando trajo al Kraken a las Islas. Él haría lo mismo. El tercer barco sería el de su primogénito, aunque fuera un bastardo. Harley les acompañaría. Seguramente insistiría en llevarse a su esposa con él. La nueva Myre.
No era una decisión fácil. Había tardado más de un mes en tomarla. Pero era lo que debía hacer. Cuando Shiera volviera, partirían al Oeste. Recorrerían el mundo si hacía falta. Pero encontrarían el modo de dominar a aquellas bestias. Tres galeones, y unos cuantos barcoluengos para la manutención y enviar mensajes. Con eso bastaría. Debía prepararlo todo... Iba a llevar tiempo.
¿Estaba haciendo lo correcto? Si salía mal, dejaría a las Islas sin cabeza. Otro ocuparía su puesto en una nueva elección, y quien sabe a donde llevaría eso a las Islas. Debía tener éxito. Y lo arriesgaría todo en esa jugada. La gloria no se alcanza sin derramar sangre. Shiera Greyjoy, Fleance Myre, Harley Pyke y Qusayra de Lys. Ellos les acompañarían. La pequeña Thorey se quedaría al cuidado de Keira. No arriesgaría su linaje.
Debía hacerlo. Abandonar su tierra, para volver a ella más duro, más fuerte, y así protegerla.
Era irónico que hacía unos meses se hubiera enfrentado a un hombre como su enemigo más mortífero por hacer casi exactamente lo mismo. El Ahogado sin duda, tiene un sentido del humor jodidamente irónico...
Si. Había mucha gente trabajando ya para preparar las invasiones, asaltos y defensas en la guerra que los mismos hombres del Hierro iban a organizar. Franmark de los Volmark, Askeladd de Marea Negra, Axell con sus ahogados, Zephyr en las Escudo de Hierro. Bjorn con los comandantes y demás.... ¿Pero qué hacía Harrald? ¿Qué ocupaba las noches que no compartía el lecho de su esposa? Eran pocas, pues la mujer más hermosa de mundo desprende una tentación irresistible, y ni siquiera el frio Harrald puede resistirse siempre. Pero al menos una noche po semana, y casi cada día, se pasaba horas en su biblioteca, o en su barco. Solos sus hombres, los tripulantes del Leviatán, sabían qué hacía.
Horas y horas, delante del Cuerno de Garandras. El cuerno, hecho con huesos y colmillos de un dragón Marino. Decía la leyenda que los primeros hombres, al llegar a las Islas del Hierro lo encontraron. El cuerpo del dragón llegó muerto a las orillas de Acantilado de Sal. Allí, llegaron también los cuerpos de cinco Krakens. Muertos igualmente. De las fauces de Garandras, que así llamaron a la gran bestia, sacaron los restos de muchos hombres, y el cuerno. Con inscripciones gravadas en un idioma muy antiguo. Shiera le contó que era el antiguo idioma de las Islas del Hierro. Aquel idioma olvidado del que nadie sabía poco más que algunas palabras o frases, y siempre habladas, no escritas. Pocos eran en las Islas que supieran escribir. No digamos ya una lengua antigua.
Según la Leyenda, el cuerno estaba hecho con los huesos y colmillos de un Dragón, pero al no saber de cual, se le atribuyó su origen al mismo Garandras, como un regalo de los antiguos dioses del mar a los hombres que osaron vivir en aquellas inhóspitas y sagradas tierras. Así fue como los primeros hombres dominaron los mares. Aquel cuerno tenía el poder de dominar a los Krakens. Aquello explicaba por que cinco krakens murieron al tiempo que Garandras. Seguramente quien lo controló mandó a aquellas bestias contra el Dragón marino, y éste a su vez, tras matar a los Krakens, devoró al hombre que poseía el cuerno.
El cuerno permaneció en las Islas durante un tiempo. Era entregado al elegido por el pueblo. El mismo modo de actuar que en las elecciones de Nagga. Puede que de ahí naciese la tradición de elegir un rey entre los capitanes. Se elegía a uno para que fuese su líder y al tiempo llevase el cuerno. Parecía bastante lógico pensar así. Una sociedad democrática que data de más de tres mil años de antigüedad. Harrald se sintió orgulloso de sus ancestros cuando descubrió aquello.
Todo así dispuesto, lo más natural era que el dueño del Cuerno fuese el mismo elegido tanto por unas elecciones en Nagga entre sus capitanes como por victoria en una guerra civil. Victarion tenía la espada de acero valyrio de la familia Drumm en su poder... pero ¿qué importaba una espada frente al poder que representaba el cuerno? ¿Qué fuerza en el mundo podría oponerse ahora a Harrald Greyjoy?
En realidad muchas. Aunque poseyera el cuerno, aún carecía de lo esencial con respecto al aspecto bélico de su utilidad. Le faltaba un Kraken. ¿Cómo los encontró Drumm? Las historias, rumores y mitos sitúan a los kraken lejos. En lo más profundo del mar Angosto. Por las Islas del Verano, Cerca de Essos en aguas muy profundas, o al Oeste. Muy al Oeste, donde la tierra se acaba y de donde es casi imposible regresar...
¿Cuantos más sacrificios le pediría el Ahogado a Harrald? Por el poder y la protección de su reino debería abandonarlo a su suerte ahora que estaba herido... ¿Dejar en manos de otros a su familia? No podía marcharse de manera tan simple. Cierto que tenía a Bjorn. Tambien a Keira y a Harley. Su casa tenía fuertes mentes que podían protegerlos de la adversidad en su ausencia... Pero no podía dejar a Shiera sola, ni a Thorey. La pequeña Thorey.
¿Pero qué debía hacer entonces? ¿Renunciar al poder que suponía el cuerno? Si llegara a controlarlo... nadie podría hacer frente a los descendientes de su casa nunca más en el Mar. Las Islas serían un bastión inexpugnable. Se alimentarían mitos y leyendas por doquier sobre los hombres del Hierro. Gente capaz de controlar los mares y a las bestias que en ellos habitan. Ni los Targaryen habrían alcanzado jamás tal fama, tal poder... tal inmortalidad. Los ataques de los hijos del hierro estarían siempre envueltos en misterio y materia para leyendas. Provenientes de unas islas mágicas, donde habitan monstruos y horribles criaturas, aquellos hombres, los hijos del Hierro habrían dominado el poder de los mismos dioses...
Debía ir. Debía buscar a aquellas bestias. Debía partir para poder controlarlas. Necesitaría un séquito. Shiera conocía mejor que nadie en las Islas el antiguo idioma de sus ancestros. Sin duda sería útil para descifrar los grabados del cuerno y como se usaba. Así como Fleance Myre. Había estado los últimos meses investigando a la criatura de Drumm y revisando la biblioteca de Pyke. Necesitaba guerreros. Pero no tantos como para dejar las Islas desprotegidas. Drumm solo tenía tres barcos cuando trajo al Kraken a las Islas. Él haría lo mismo. El tercer barco sería el de su primogénito, aunque fuera un bastardo. Harley les acompañaría. Seguramente insistiría en llevarse a su esposa con él. La nueva Myre.
No era una decisión fácil. Había tardado más de un mes en tomarla. Pero era lo que debía hacer. Cuando Shiera volviera, partirían al Oeste. Recorrerían el mundo si hacía falta. Pero encontrarían el modo de dominar a aquellas bestias. Tres galeones, y unos cuantos barcoluengos para la manutención y enviar mensajes. Con eso bastaría. Debía prepararlo todo... Iba a llevar tiempo.
¿Estaba haciendo lo correcto? Si salía mal, dejaría a las Islas sin cabeza. Otro ocuparía su puesto en una nueva elección, y quien sabe a donde llevaría eso a las Islas. Debía tener éxito. Y lo arriesgaría todo en esa jugada. La gloria no se alcanza sin derramar sangre. Shiera Greyjoy, Fleance Myre, Harley Pyke y Qusayra de Lys. Ellos les acompañarían. La pequeña Thorey se quedaría al cuidado de Keira. No arriesgaría su linaje.
Debía hacerlo. Abandonar su tierra, para volver a ella más duro, más fuerte, y así protegerla.
Era irónico que hacía unos meses se hubiera enfrentado a un hombre como su enemigo más mortífero por hacer casi exactamente lo mismo. El Ahogado sin duda, tiene un sentido del humor jodidamente irónico...
Harrald Greyjoy- Nobleza
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