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Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
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Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Aburrido era el estado que mejor definía el estado de la Greyjoy, mientras abandonaba los salones de los Tyrell, la joven que había liberado en el puerto de Antigua se había vengado de ella, haciendo que no pudiera respirar en esa trampa que constituía ese maldito vestido, ¡por las entrañas de una ballena! ¡Esto era una verdadera maldición! ¿Cómo coño esas focas se embutían en semejante líos de cintas? ¿Respirarían?, esta claro que ella no podía hacerlo con comodidad, se ahogaba en esos salones.
Imitando el paso de una deliciosa dama, cosa que estaba muy lejos de parecer, como hacía cinco años que había aprendido luneto a Lady Shiera, con la cual no había hablado, dado que se había retirado pronto, acompañada por el Cuervo, eran una pareja letal, unida... dos mentes demasiado inteligentes para su gusto, la bastarda había sido una de las pocas personas que había sido cariñosa con ella.
Buscó refugio en una de las escalinatas que descendían a la playa, la medialuna se reflejaba en las aguas de Antigua. Parecía una balsa tranquila, encerrada, al mirarlas, su serena aparencia la hizo, por un segundo, pensar que le habría gustado ser una de esas damas que danzaban en el salón, cuya máxima preocupación era cazar a un rico heredero, con el cual continuar esa vida lasa, sin altibajos. ¡Sirena, no digas tonterías!, con toda seguridad morías en segundos o mejor, terminarías con la mitad de los vasallos de tu esposo.
En el fondo era una mujer afortunada, con libertad de hacer lo que la viniera en gana, ¿Qué pensaría su padre si le diera un nieto bastardo? Ciertamente no había pensado en tal circunstancia. ¿Sería tan liberal con ella?, posiblemente le cortaría la cabeza al padre y se la echaría a los tiburones, o lo mismo se comía su corazón, por su valentía al tomar a su hija sin su permiso.
Se arremangó el vestido hasta las caderas, dejó las delicadas zapatillas en uno de los peldaños de la escalera, indecisa, si acercarse a la línea de costa, un leve ruido se escuchó a su espalda, instintivamente buscó su daga entre las enaguas de su vestido, pero recordó que no iba armada. Una risa burlona se percibió a su espalda. Se giró reconociéndole al alzar su mirada, había crecido, … pero mucho, juraría que tenía la misma estatura de su padre, imponente como el Fuegoscuro, ella lo distinguía de su hermano gemelo, pese a que la mayoría no lo hacía, pero no todas habían compartido travesuras en Desembarco, escuchó su risa, esperando un cometario del tipo. ¡qué piernas más bonitas!, ¡pensé que bajo las faldas escondías una cola de sirena! O ¿no sabes que eres demasiado hermosa para esconderte, el salón ha quedado oscurecido sin tu presencia?, sin embargo dijo un simple…
Imitando el paso de una deliciosa dama, cosa que estaba muy lejos de parecer, como hacía cinco años que había aprendido luneto a Lady Shiera, con la cual no había hablado, dado que se había retirado pronto, acompañada por el Cuervo, eran una pareja letal, unida... dos mentes demasiado inteligentes para su gusto, la bastarda había sido una de las pocas personas que había sido cariñosa con ella.
Buscó refugio en una de las escalinatas que descendían a la playa, la medialuna se reflejaba en las aguas de Antigua. Parecía una balsa tranquila, encerrada, al mirarlas, su serena aparencia la hizo, por un segundo, pensar que le habría gustado ser una de esas damas que danzaban en el salón, cuya máxima preocupación era cazar a un rico heredero, con el cual continuar esa vida lasa, sin altibajos. ¡Sirena, no digas tonterías!, con toda seguridad morías en segundos o mejor, terminarías con la mitad de los vasallos de tu esposo.
En el fondo era una mujer afortunada, con libertad de hacer lo que la viniera en gana, ¿Qué pensaría su padre si le diera un nieto bastardo? Ciertamente no había pensado en tal circunstancia. ¿Sería tan liberal con ella?, posiblemente le cortaría la cabeza al padre y se la echaría a los tiburones, o lo mismo se comía su corazón, por su valentía al tomar a su hija sin su permiso.
Se arremangó el vestido hasta las caderas, dejó las delicadas zapatillas en uno de los peldaños de la escalera, indecisa, si acercarse a la línea de costa, un leve ruido se escuchó a su espalda, instintivamente buscó su daga entre las enaguas de su vestido, pero recordó que no iba armada. Una risa burlona se percibió a su espalda. Se giró reconociéndole al alzar su mirada, había crecido, … pero mucho, juraría que tenía la misma estatura de su padre, imponente como el Fuegoscuro, ella lo distinguía de su hermano gemelo, pese a que la mayoría no lo hacía, pero no todas habían compartido travesuras en Desembarco, escuchó su risa, esperando un cometario del tipo. ¡qué piernas más bonitas!, ¡pensé que bajo las faldas escondías una cola de sirena! O ¿no sabes que eres demasiado hermosa para esconderte, el salón ha quedado oscurecido sin tu presencia?, sin embargo dijo un simple…
Última edición por Keira Greyjoy el Miér Sep 12, 2012 12:40 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
No me gustaban las fiestas, no me agradaban en lo absoluto, pues me parecían tediosas y sumamente aburridas, no tenia nada que hacer allí, no había batalla ni enfrentamiento, mi hermano Aegon si disfrutaba de aquellos espectáculos, pues le permitía buscar conquistas de ocasión, yo sin embargo no estaba interesado en tener relaciones mas allá del pleno sensual, del disfrute del momento, pero nada mas, no solo porque mi ambición era ganar gloria y batallas, sino porque jamás había logrado olvidar a aquella chica que había conocido, aquella cuya sonrisa robo mi corazón en aquellos tiempos, Keira…
Susurre su nombre sin poder evitarlo, jamás había podido olvidarla, pero trataba de no pensar en ella, lo había prometido hacia tiempo, Salí de la fiesta rumbo a la dulce brisa, levante mi rostro hacia la noche y sonreí sin poder evitarlo pensando en ella, cuando los Siete me sonrieron, quizás era nuestro destino, pues mire a lo lejos y vi a aquella chica, a la única, la que jamás había podido olvidar, Keira Greyjoy, había cambiado mucho, era ya una mujer, se veía a través de su vestido, entallado, que revelaba su figura sensual, la chica que algún día había encendido mi corazón estaba allí, a unos pasos, mire como levantaba su enagua y se descalzaba, sonreí travieso al mirar sus piernas sensuales, delgadas, torneadas, era una joven perfecta.
Alguna vez había jurado a la Madre jamás buscarla, jamás perseguirla, pero si ella se cruzaba en mi camino, si los Siete nos ponían uno frente a la otra, aun si ella estuviera con novio, aun si estuviera prometida o aunque estuviera casada, la retendría, la enamoraría y la haría quemarse en el incendio que me hervía la sangre desde que la conocí, así que me acerque a ella y desenfundando mi espada la coloque en su espalda –lady Keira, sois mi prisionera y jamás os dejare ir
Susurre su nombre sin poder evitarlo, jamás había podido olvidarla, pero trataba de no pensar en ella, lo había prometido hacia tiempo, Salí de la fiesta rumbo a la dulce brisa, levante mi rostro hacia la noche y sonreí sin poder evitarlo pensando en ella, cuando los Siete me sonrieron, quizás era nuestro destino, pues mire a lo lejos y vi a aquella chica, a la única, la que jamás había podido olvidar, Keira Greyjoy, había cambiado mucho, era ya una mujer, se veía a través de su vestido, entallado, que revelaba su figura sensual, la chica que algún día había encendido mi corazón estaba allí, a unos pasos, mire como levantaba su enagua y se descalzaba, sonreí travieso al mirar sus piernas sensuales, delgadas, torneadas, era una joven perfecta.
Alguna vez había jurado a la Madre jamás buscarla, jamás perseguirla, pero si ella se cruzaba en mi camino, si los Siete nos ponían uno frente a la otra, aun si ella estuviera con novio, aun si estuviera prometida o aunque estuviera casada, la retendría, la enamoraría y la haría quemarse en el incendio que me hervía la sangre desde que la conocí, así que me acerque a ella y desenfundando mi espada la coloque en su espalda –lady Keira, sois mi prisionera y jamás os dejare ir
Invitado- Invitado
Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
¡Maldita sea! Dijo para sí la pirata, como había sido tan tonta, menos mal que no estaban sus hombres para verlo, se reirían semanas enteras, como podía haber sido tan descuidada. Respiró despacio, escuchó la voz, era alguien que la conocía, pero ella no le identificaba, era la voz profunda de un hombre, pero no era demasiado mayor.
Keira, organízate, sintió la espada en su espalda, pero no tuvo miedo, no la iba a matar, ¿la quería secuestrar?, ese hombre era un iluso, mas que iluso un imprudente, su padre le destriparía, cogería la punta de sus intestinos y le ataría al palo de mesana, para dejarlo morir lentamente.
La muchacha ni se inmutó, no se dio la vuelta, -¿estás seguro de lo que estás diciendo?, estás a tiempo de salir corriendo a esconderte en las faldas de tu madre, intentaba ser comedida, para evitar que si ira, que crecía por momentos ofuscara su estrategia para escapar y dar una paliza a ese ser imprudente que conociendo su nombre, su procedencia y a su familia, era tan idota, por no decir que era más simple que un pingüino, un capullo que con menos seso que un mosquito.
-Puedes dar gracias que me coges de buen humor, y que no pienso manchar este bonito vestido de tu sangre, así te doy una oportunidad, dijo agachándose a por sus zapatillas, - voy a coger mis zapatos, despacio, y cuando me incorpore, más te vale que hayas desaparecido, o no podrás estar con una puta florecita de El Dominio durante semanas, tomaré tus huevos y los colgaré del puto bauprés y se balancearán hasta que se lo coman los peces voladores, flexionó las rodillas despacio, a la vez que cogía sus zapatillas, con rapidez, tomó un puñado de arena para intentar tirárselo a los ojos, - pedazo de cabrón, quién te crees que eres?, le arrojó un puñado de arena, mientras le atestaba un revés en estómago, - ¡hijo de la puta doncella a la que se folla el Dios Ahogado!…, el puñetazo la había dolido, la hizo perder el equilibrio de la fuerza… , - ¡maldito cabrón! ¡hijo de zorra dorniense! , en su desequilibrio arrastró al joven, rodando por la arena de la playa, -¡quita de encima! ¡Pesas como una morsa! Y… hueles a florecitas de pitiminí… le miró a los ojos mientras caía encima de ella, cuando tenía preparada una patada... que le dejaría sin poder joder a una prostituta de los muelles,- ¡vas a secuestrar a la puta de tu…! le reconoció, ¡maldita sea! ¡Mierda! Aemón ¿estás loco? Deja de hacer bromas, y quítate de encima, lagartija idiota.
Keira, organízate, sintió la espada en su espalda, pero no tuvo miedo, no la iba a matar, ¿la quería secuestrar?, ese hombre era un iluso, mas que iluso un imprudente, su padre le destriparía, cogería la punta de sus intestinos y le ataría al palo de mesana, para dejarlo morir lentamente.
La muchacha ni se inmutó, no se dio la vuelta, -¿estás seguro de lo que estás diciendo?, estás a tiempo de salir corriendo a esconderte en las faldas de tu madre, intentaba ser comedida, para evitar que si ira, que crecía por momentos ofuscara su estrategia para escapar y dar una paliza a ese ser imprudente que conociendo su nombre, su procedencia y a su familia, era tan idota, por no decir que era más simple que un pingüino, un capullo que con menos seso que un mosquito.
-Puedes dar gracias que me coges de buen humor, y que no pienso manchar este bonito vestido de tu sangre, así te doy una oportunidad, dijo agachándose a por sus zapatillas, - voy a coger mis zapatos, despacio, y cuando me incorpore, más te vale que hayas desaparecido, o no podrás estar con una puta florecita de El Dominio durante semanas, tomaré tus huevos y los colgaré del puto bauprés y se balancearán hasta que se lo coman los peces voladores, flexionó las rodillas despacio, a la vez que cogía sus zapatillas, con rapidez, tomó un puñado de arena para intentar tirárselo a los ojos, - pedazo de cabrón, quién te crees que eres?, le arrojó un puñado de arena, mientras le atestaba un revés en estómago, - ¡hijo de la puta doncella a la que se folla el Dios Ahogado!…, el puñetazo la había dolido, la hizo perder el equilibrio de la fuerza… , - ¡maldito cabrón! ¡hijo de zorra dorniense! , en su desequilibrio arrastró al joven, rodando por la arena de la playa, -¡quita de encima! ¡Pesas como una morsa! Y… hueles a florecitas de pitiminí… le miró a los ojos mientras caía encima de ella, cuando tenía preparada una patada... que le dejaría sin poder joder a una prostituta de los muelles,- ¡vas a secuestrar a la puta de tu…! le reconoció, ¡maldita sea! ¡Mierda! Aemón ¿estás loco? Deja de hacer bromas, y quítate de encima, lagartija idiota.
Invitado- Invitado
Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Estaba orgullosos de por fin haber podido vencer a keira Greyjoy, de niños esa era nuestra mejor diversión, retarnos el uno al otro, probarnos que éramos mejores que el otro, siempre con retos de fuerza y habilidad, sin embargo su ferocidad y su gran orgullo aunado al hecho que ella era mayor que yo me hacia casi imposible acorralarla, ahora sin embargo el tiempo había pasado y aquí estábamos ambos, por caprichos de los dioses, ella detrás de mi y yo sosteniendo un acero en su espalda, en aquella espalda que estaba seguro pronto besaría sin el estorbo de la piel, la amenaza que me hizo de su padre me divirtió mucho, pues tenia doble fortuna dado que al parecer no había reconocido mi voz, otro punto a mi favor, así podría mantener mi actuación de secuestrador borde –mi señora, se quien es tu padre y me da gusto, quizás después el me pueda prestar uno de los buques de tu familia para poder follar a gusto-
Quizás no debía haber dicho eso, sabia del temperamento de Keira, sin embargo su actitud me desconcertó, lo único que hizo es amenazarme con castigarme con un vocabulario que había olvidado en palabras de una dama, pero que me hizo reír, al tiempo que se agachaba y se colocaba sus zapatos, invitándome a imaginar sus glúteos, era perverso, lo sabia, pero no había para mi nada mejor que estar con Keira, jugando este juego que solo La Madre sabría a donde nos llevaría
Sin embargo tengo que decir que no esperaba su siguiente acción. Había olvidado la ferocidad natural de Keira y me descuide, baje un poco mi acero y en un segundo me arrojo arena a la cara distrayéndome un segundo al tiempo que me golpeaba fuertemente en el abdomen, tengo que reconocer que su golpe me dolió aun mas de lo que esperaba y me hizo perder el equilibro, en su ira me hizo caer encima de ella y rodamos por la playa tres o cuatro veces forcejeando, ella estaba muy enojada, tanto como cuando éramos un par de críos, sin embargo por fin nos detuvimos, conmigo sobre de ella.
Por fin pude mirar sus rostro directamente, el fuego de su mirada y el olor que emanaba de su cuerpo, era tan perfecta, salvaje, pero perfecta para mi, sin embargo allí se acabo el engaño, ella me reconoció y me saludo con bellísimas palabras –Keira por fin reconociste a tu amigo de la infancia, tengo que decir que no esperaba escuchar de tus labios palabras tan divertidas, dignas de una pirata salvaje. Le sonreí travieso al continuar –sin embargo debo decir que me encantan las criaturas salvajes- era culpa de ella, ella había me había tirado y ahora mi recompensa era sentir el calor de su cuerpo debajo de mi, algo que pronto sentiría pero sin el estorbo de su ropa –te lo repito Keira, eres mi prisionera y no te dejare ir, puedes tratar de grabarlo en tu cabeza, porque no cambiare de opinión- le dije retándola con la mirada
Quizás no debía haber dicho eso, sabia del temperamento de Keira, sin embargo su actitud me desconcertó, lo único que hizo es amenazarme con castigarme con un vocabulario que había olvidado en palabras de una dama, pero que me hizo reír, al tiempo que se agachaba y se colocaba sus zapatos, invitándome a imaginar sus glúteos, era perverso, lo sabia, pero no había para mi nada mejor que estar con Keira, jugando este juego que solo La Madre sabría a donde nos llevaría
Sin embargo tengo que decir que no esperaba su siguiente acción. Había olvidado la ferocidad natural de Keira y me descuide, baje un poco mi acero y en un segundo me arrojo arena a la cara distrayéndome un segundo al tiempo que me golpeaba fuertemente en el abdomen, tengo que reconocer que su golpe me dolió aun mas de lo que esperaba y me hizo perder el equilibro, en su ira me hizo caer encima de ella y rodamos por la playa tres o cuatro veces forcejeando, ella estaba muy enojada, tanto como cuando éramos un par de críos, sin embargo por fin nos detuvimos, conmigo sobre de ella.
Por fin pude mirar sus rostro directamente, el fuego de su mirada y el olor que emanaba de su cuerpo, era tan perfecta, salvaje, pero perfecta para mi, sin embargo allí se acabo el engaño, ella me reconoció y me saludo con bellísimas palabras –Keira por fin reconociste a tu amigo de la infancia, tengo que decir que no esperaba escuchar de tus labios palabras tan divertidas, dignas de una pirata salvaje. Le sonreí travieso al continuar –sin embargo debo decir que me encantan las criaturas salvajes- era culpa de ella, ella había me había tirado y ahora mi recompensa era sentir el calor de su cuerpo debajo de mi, algo que pronto sentiría pero sin el estorbo de su ropa –te lo repito Keira, eres mi prisionera y no te dejare ir, puedes tratar de grabarlo en tu cabeza, porque no cambiare de opinión- le dije retándola con la mirada
Invitado- Invitado
Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Keira tenía el corazón amurallado hasta el techo, y como decía el poeta, ni se la podía ni hacer una cenefa a besos, que hiciera caer poco a poco cada pequeño sillar, permitiendo que saliera a flote esa sensibilidad que escondía en lo más profundo de su ser, años sin permitirse un gesto de debilidad que la hiciera parecer humana, sólo aceptó serlo durante un breve periodo de tiempo.
En apenas unos instantes se trasladó a esos días, la época más feliz de su vida, donde no tenía que demostrar a cada segundo que era una fría pirata, que podía dirigir a sus hombres y gobernar su barco sin tener que ser una marimacho, y de esa forma superar el handicap de ser mujer en un mundo gobernado por hombres violentos, ser más dura que el más duro, ser más insensible, que el peor de ellos, haciendo de tripas corazón mientras miraba las más temibles atrocidades, y no mover ni una pestaña, y todavía la consideraban una especie de mascota, la niña pequeña del Lord más violento que habían tenido los piratas en décadas, aunque respetaban su inteligencia, no dejaban de considerarla un desastre con la espada, aunque ninguna mujer se podía considerar mucho mejor que ella, pero no era lo suficientemente buena para ellos.
Una leve mueca que semejaba a una sonrisa que iluminó su rostro, que reflejó la preciosa joven que era – mientras no abriera la boca,- Aemon, por ser quien eres te libras de una patada en las ingles, básicamente, en los cojones que te dejaría inservible bastantes semanas – tras un nuevo intento de desplazarse unos centímetros, con poco éxito, gruñó desde su posición, en desventaja, ¡manda huevos! ¡Quítate de encima! Tienes el peso de una morsa, por si no te has dado cuenta, has crecido demasiado, ¡me estás aplastando! Y no me gusta sentir la arena en la espalda y incrustándose en mi pelo – esa maldita piel de finura excesiva heredada de su madre, que ocultaba con camisas para no quemarse con el salitre y el sol, ¡cojonuda herencia la de su madre!, ¡si ella no pensaba ser una dulce rosa de salón!... una carcajada surgió de su garganta, rompiendo el silencio de la playa, “ te lo repito Keira, eres mi prisionera y no te dejare ir, puedes tratar de grabarlo en tu cabeza, porque no cambiare de opinión", ¡canijo! ¿Secuestrarme?, límpiate, primero los mocos de la nariz, te recuerdo, enano, que eres un nene de corte, y yo una pirata terrible, ¿no lo recuerdas?, pero la mirada de sus ojos no parecía tener un atisbo de guasa, como hacía cinco años, le tenía pegado a sus faldas, ya con las ideas muy claras, como en Desembarco. Bajo su cuerpo, se dijo a si misma que ese crío había crecido, era de un tamaño tan imponente como el bastardo FuegoOscuro, y una cosa que no se podía negar a si misma, muy atractivo, extremadamente atractivo.
Déjate de secuestros, no podrías ni sostenerme en tus brazos, retaco, - eso era una verdadera falsa afirmación, no era un bebé, sino más alto, más fuerte y más pesado que la joven, sus intentos de moverse bajo el chico seguían sin tener ningún éxito, la escena vista desde lejos, sus movimientos, llamaban a equivoco, era una danza que no pensaba ejercer en una oscura playa de Antigua, déjate de gilipolleces, levántate, bebamos en una taberna, si papaíto te deja, mojemos el gaznate con uno de esos vinos que tanta fama tienen, el lagarto seguía sin moverse… ella emitió un gruñido de impaciencia…
En apenas unos instantes se trasladó a esos días, la época más feliz de su vida, donde no tenía que demostrar a cada segundo que era una fría pirata, que podía dirigir a sus hombres y gobernar su barco sin tener que ser una marimacho, y de esa forma superar el handicap de ser mujer en un mundo gobernado por hombres violentos, ser más dura que el más duro, ser más insensible, que el peor de ellos, haciendo de tripas corazón mientras miraba las más temibles atrocidades, y no mover ni una pestaña, y todavía la consideraban una especie de mascota, la niña pequeña del Lord más violento que habían tenido los piratas en décadas, aunque respetaban su inteligencia, no dejaban de considerarla un desastre con la espada, aunque ninguna mujer se podía considerar mucho mejor que ella, pero no era lo suficientemente buena para ellos.
Una leve mueca que semejaba a una sonrisa que iluminó su rostro, que reflejó la preciosa joven que era – mientras no abriera la boca,- Aemon, por ser quien eres te libras de una patada en las ingles, básicamente, en los cojones que te dejaría inservible bastantes semanas – tras un nuevo intento de desplazarse unos centímetros, con poco éxito, gruñó desde su posición, en desventaja, ¡manda huevos! ¡Quítate de encima! Tienes el peso de una morsa, por si no te has dado cuenta, has crecido demasiado, ¡me estás aplastando! Y no me gusta sentir la arena en la espalda y incrustándose en mi pelo – esa maldita piel de finura excesiva heredada de su madre, que ocultaba con camisas para no quemarse con el salitre y el sol, ¡cojonuda herencia la de su madre!, ¡si ella no pensaba ser una dulce rosa de salón!... una carcajada surgió de su garganta, rompiendo el silencio de la playa, “ te lo repito Keira, eres mi prisionera y no te dejare ir, puedes tratar de grabarlo en tu cabeza, porque no cambiare de opinión", ¡canijo! ¿Secuestrarme?, límpiate, primero los mocos de la nariz, te recuerdo, enano, que eres un nene de corte, y yo una pirata terrible, ¿no lo recuerdas?, pero la mirada de sus ojos no parecía tener un atisbo de guasa, como hacía cinco años, le tenía pegado a sus faldas, ya con las ideas muy claras, como en Desembarco. Bajo su cuerpo, se dijo a si misma que ese crío había crecido, era de un tamaño tan imponente como el bastardo FuegoOscuro, y una cosa que no se podía negar a si misma, muy atractivo, extremadamente atractivo.
Déjate de secuestros, no podrías ni sostenerme en tus brazos, retaco, - eso era una verdadera falsa afirmación, no era un bebé, sino más alto, más fuerte y más pesado que la joven, sus intentos de moverse bajo el chico seguían sin tener ningún éxito, la escena vista desde lejos, sus movimientos, llamaban a equivoco, era una danza que no pensaba ejercer en una oscura playa de Antigua, déjate de gilipolleces, levántate, bebamos en una taberna, si papaíto te deja, mojemos el gaznate con uno de esos vinos que tanta fama tienen, el lagarto seguía sin moverse… ella emitió un gruñido de impaciencia…
Invitado- Invitado
Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Por un momento parecía sentir que veía la escena desde afuera, como si Keira y yo fuéramos actores de una representación ajena a mi, desde hacia cinco años que la había visto por ultima vez me había prometido no buscarla, pero si ella venia a mi, la haría mía, sin importarme nada ni nadie, esa promesa me la había hecho hacia años y ahora al tenerla debajo de mi, mirando sus ojos la recordé de nuevo, la haría mía y no solo su cuerpo, sino me las arreglaría para que su corazón latiera con la misma fuerza con la que latía el mío, sonreí ante sus primeras palabras, divertido, recordando su fiereza, su fama de chica ruda y fuerte pero deseaba provocarla aun más, quería que sacara su fuego, aquel fuego que admiraba desde pequeño y que me encendía a mi –mi querida Keira, creo que estos años no han hecho sino refinar aun mas tu exquisito carácter-
Sonreí de nuevo ante su referencia sobre el hecho que mi peso la oprimía por completo, era verdad, por alguna razón extraña había terminado sobre el cuerpo de Keira, pero la realidad era que no tenia ni la mas mínima intención de apartarme de ella, pues disfrutaba mucho del calor y de la sensación de tener a la fiera pirata debajo de mi –Keira a diferencia tuya puedo decir que esta posición me resulta muy cómoda, así que si me lo permites me quedare aquí, al menos un poco mas de tiempo, además yo no soy el único que ha crecido, te deje como una pequeña cangreja y ahora eres una sirena-
Me recordó mi edad, el hecho que era menor que ella, eso era verdad, sin embargo distaba mucho de ser un crio, en nuestro mundo debías madurar rápidamente o morías bajo el peso de las intrigas y de los peligros, si Keira pensaba que seguía siendo el mismo crio que hacia cinco años miraba su pelo extasiado estaba un poco confundida, es verdad que quizás ella jamás se dio cuanta que su pequeño compañero de juegos deseaba besarla, pero ahora era muy diferente, ahora era una mujer y yo un hombre, un hombre que la quería y que la deseaba sin poder evitarlo – Déjame que os diga algo temible pirata, que sobre ti, sin siquiera pelear te tengo entre mis brazos y ya no son los brazos de un crio, sino del heredero de Daemon, el hombre que será rey del Poniente.
Mi miraba debió de confundirla un poco pues ya no era la mirada de un niño, sino de un joven fiero que la miraba ya no solo con cariño, sino con deseo y pasión, sonreí ante sus palabras sobre que ambos podríamos beber algo de vino, la realidad era que deseaba hacer algo con ella, pero no era precisamente ir a beber a una taberna, sino poder probar con mis labios los suyos y acariciar con mis manos su cuerpo, que se antojaba para mi como algo mas codiciado aun que el trono de hierro, deseaba llevarla un poco mas al limite –Keira, hare un trato contigo- dije tomando sus manos y subiéndolas por arriba de su rostro con algo de fuerza, lo suficiente para moverla pero sin lastimarla –voy a besarte y después de eso podremos ir a beber todo lo que quieras, siempre que me des de beber de tus labios- dije mirándola con fuego en la mirada al tiempo que le sonreía arrogante.
Sonreí de nuevo ante su referencia sobre el hecho que mi peso la oprimía por completo, era verdad, por alguna razón extraña había terminado sobre el cuerpo de Keira, pero la realidad era que no tenia ni la mas mínima intención de apartarme de ella, pues disfrutaba mucho del calor y de la sensación de tener a la fiera pirata debajo de mi –Keira a diferencia tuya puedo decir que esta posición me resulta muy cómoda, así que si me lo permites me quedare aquí, al menos un poco mas de tiempo, además yo no soy el único que ha crecido, te deje como una pequeña cangreja y ahora eres una sirena-
Me recordó mi edad, el hecho que era menor que ella, eso era verdad, sin embargo distaba mucho de ser un crio, en nuestro mundo debías madurar rápidamente o morías bajo el peso de las intrigas y de los peligros, si Keira pensaba que seguía siendo el mismo crio que hacia cinco años miraba su pelo extasiado estaba un poco confundida, es verdad que quizás ella jamás se dio cuanta que su pequeño compañero de juegos deseaba besarla, pero ahora era muy diferente, ahora era una mujer y yo un hombre, un hombre que la quería y que la deseaba sin poder evitarlo – Déjame que os diga algo temible pirata, que sobre ti, sin siquiera pelear te tengo entre mis brazos y ya no son los brazos de un crio, sino del heredero de Daemon, el hombre que será rey del Poniente.
Mi miraba debió de confundirla un poco pues ya no era la mirada de un niño, sino de un joven fiero que la miraba ya no solo con cariño, sino con deseo y pasión, sonreí ante sus palabras sobre que ambos podríamos beber algo de vino, la realidad era que deseaba hacer algo con ella, pero no era precisamente ir a beber a una taberna, sino poder probar con mis labios los suyos y acariciar con mis manos su cuerpo, que se antojaba para mi como algo mas codiciado aun que el trono de hierro, deseaba llevarla un poco mas al limite –Keira, hare un trato contigo- dije tomando sus manos y subiéndolas por arriba de su rostro con algo de fuerza, lo suficiente para moverla pero sin lastimarla –voy a besarte y después de eso podremos ir a beber todo lo que quieras, siempre que me des de beber de tus labios- dije mirándola con fuego en la mirada al tiempo que le sonreía arrogante.
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Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
-¡MALDITO RETACO DE LAGARTO CON PRETENSIONES!, ¿Cómo se te ocurre aprisionarme bajo tu cuerpo?
La media luna apenas iluminaba la playa, pero la claridad del faro, pese a encontrarse, ambos, en una zona de claroscuros. Con cierta incertidumbre, más bien, con incredulidad escuchó las palabras del joven caballero. Sacudió la cabeza negando tal circunstancia, el crío que ella había conocido, se encontraba encima de ella, ya no la tiraba del cabello, no corría tras ella, no era el compañero de juegos que ella recordaba, no el muchacho que la acompaño ese día a pescar tiburones luna. Ahora tenía ideas muy claras. Recordó esos meses de estancia en Desembarco, ¡cómo no se había dado cuenta! Su afirmación era cierta. Estaba desprevenida, pues le reconoció, si hubiera sido un asesino estaría muerta, en cambio ese lagarto, al cual no podía llamar mocoso, que a los catorce años ya era más alto que ella, le decía que era un hombre.
Giró la cabeza con suspicacia, - estás loco, Aemon, ¿Cómo se te puede ocurrir esa absurda idea. Mírate a ti mismo, eres un elegante caballero, ¡no me digas que quieres tener a una deslenguada pirata, en tus brazos!-
Se revolvió, podía sentir su respiración en su cabello, y la presión más decidida de su cuerpo. Pero no fue la única sorpresa de ese momento, comprobó la firmeza de sus actos, su decisión inamovible. Su respiración se agitó, cuando con estupor, la paralizó, osaba cogerla por las muñecas, sólo necesitaba una sola mano, y las alzó sobre su cabeza, con la misma facilidad que se podía hacer con una niña. Teniendo en cuenta que su cuerpo era menudo comparado con el del lagarto, la ira afloró a sus mejillas, roja, en una mezcla de rubor absurdo y cólera contenida, -olvidaré que has dicho semejante necedad, ¡no vas a probar mis labios! ¿Quién crees que eres?, le miró alucinada ante la proposición.
-¡cómo te atrevas!-,[/color] clavó sus ojos color miel en el hombre que la aprisionaba, su padre se reiría a carcajadas si se enteraba que la habían sorprendido en esas circunstancias, ¡no te deberías fiar de los continentales!, - voy a dejar de lado lo que me has dicho Aemon, por la amistad que te profeso, le observó, -te vas a levantar de encima de mí, y nos vamos cada uno por nuestro lado, porque si te atreves a tocarme, jodida lagartija, no vas a tener agujero donde esconderte. Emitiendo un gruñido comenzó a revolverse bajo su captor, en un intento de deshacerse del peso extra, frustrada, no pudo nada más que sentirse más aprisionada, haciéndose algo de daño en las muñecas. ¡Maldita sea, Aemon FuegoOscuro!, somos amigos, no se besa a los amigos, de la forma que tu deseas. Iracunda, frunció la cara en un gesto de irritación, ya no contenida, buscado el espacio para arrearle un par de patadas, gruñó iracunda, lanzó un mordisco al aire. -¡No se te ocurra!, no vas a beber de mis labios, no has crecido suficiente, pese a tu tamaño, se engañó a sí misma, pese a lo vivido, a lo visto, ella no podía competir con una fina seducción. Según se aproximaba más a su rostro, con una clara decisión, que no tenía vuelta atrás, -no—no te atrevas, Aem…
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Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Le sonreí a Keira ante sus palabras, me divertía mirarla molesta, ansiosa, sabia que no podría de ninguna forma moverme, seguiría sobre ella el tiempo que lo deseara, no podría negar que eso me causaba un gran placer, tenerla debajo de mi, mirando con intensidad sus ojos era algo que no podría ni describir con palabras –no se me ocurre Keira, pero aquí estamos, quizás era el destino que quiso que ambos estuviéramos aquí-
La mire divertido, sus palabras eran las mismas de hace cinco años, negaba ser una dama, negaba tener la piel mas tersa que hubiera visto en mi vida, negaba tener un rostro perfecto, como cincelado por un dios, negaba ser una de las mujeres mas bellas del Poniente, con un cuerpo que seguramente era blanco, como la porcelana y terso como las mas finas telas, así era ella, lo entendía se suponía que debía ser una fiera pirata y seguramente lo era, pero a la vez era una joven fina, preciosa y que seguramente era romántica a su manera, la mire con cariño –Keira, yo preferiría estar a tu lado, diez, cien, mil veces antes de estar con alguna de aquellas damas del poniente que tienen una escoba metida en el culo, tu eres alguien diferente y por eso eres tan especial- esa era la verdad, Keira era real, era sincera y la quería a ella.
Sabia que tomar sus brazos y apresaros por sobre ella era una idea que podría muy bien desatar su ira, pero sin embargo su reacción no fue tan violenta como podría haber imagino, pensé que podría fácilmente patearme con sus piernas o comenzar a gritar desesperadamente y así podría decir que había intentado ultrajarla, sin embargo no lo hizo, trato de razonar conmigo, mencionando la amistad que nos unía, era verdad, la quería como amiga, así la había conocido, como a mi amiga, pero no solo como eso, quería que fuera mi compañera, mi amiga, pero a la vez que fuera mi chica, mi mujer y también mi amante –siento decirte que no puedo ni deseo levantarme Keira, por la amistad que tenemos te informo que te voy a besar, de otra forma simplemente lo haría sin avisarte-
Parecía que por unos momentos el tiempo se había detenido, no tenia conciencia de lo que sucedía a mi alrededor, podría haber comenzado una batalla y no lo habría detectado, la realidad era que había deseado tener en mis brazos a Keira durante años enteros y ahora que la tenia para mi, no iba a dejarla ir, aunque me enfrentara a su padre o a cualquier otro hombre, no la dejaría ir, escuche sus palabras, era verdad, los amigos no se besan, nosotros éramos amigos, pero note algo en su mirada, un brillo especial, el mismo que seguramente ella miraba en mis ojos, así que acercándome un poco mas a sus labios le susurre –es verdad que los amigos no se besan, nosotros somos amigos, pero yo no solo quiero ser tu amigo, Keira, deseo serlo todo de ti-
Escuche sus palabras, absorto en el movimiento de sus labios, en los gestos de su rostro perfecto, pero ya solo alcance a decirle –desde el día que te conocí deseaba hacer esto keira, así que no me pidas que me detenga porque no lo hare- la mire intensamente acercándome lentamente a sus labios, todo parecía ir en cámara lenta, en unos microsegundos y justo antes de cerrar mis ojos mire a ella cerrando los suyos y ya no supe mas, mis labios rozaron los suyos por primera ves lentamente, casi como en un susurro, disfrutando de un sabor mas delicioso que todo lo que había probado, dulce, embriagador, al sentir sus labios con los míos supe que ella seria mi esposa.
La mire divertido, sus palabras eran las mismas de hace cinco años, negaba ser una dama, negaba tener la piel mas tersa que hubiera visto en mi vida, negaba tener un rostro perfecto, como cincelado por un dios, negaba ser una de las mujeres mas bellas del Poniente, con un cuerpo que seguramente era blanco, como la porcelana y terso como las mas finas telas, así era ella, lo entendía se suponía que debía ser una fiera pirata y seguramente lo era, pero a la vez era una joven fina, preciosa y que seguramente era romántica a su manera, la mire con cariño –Keira, yo preferiría estar a tu lado, diez, cien, mil veces antes de estar con alguna de aquellas damas del poniente que tienen una escoba metida en el culo, tu eres alguien diferente y por eso eres tan especial- esa era la verdad, Keira era real, era sincera y la quería a ella.
Sabia que tomar sus brazos y apresaros por sobre ella era una idea que podría muy bien desatar su ira, pero sin embargo su reacción no fue tan violenta como podría haber imagino, pensé que podría fácilmente patearme con sus piernas o comenzar a gritar desesperadamente y así podría decir que había intentado ultrajarla, sin embargo no lo hizo, trato de razonar conmigo, mencionando la amistad que nos unía, era verdad, la quería como amiga, así la había conocido, como a mi amiga, pero no solo como eso, quería que fuera mi compañera, mi amiga, pero a la vez que fuera mi chica, mi mujer y también mi amante –siento decirte que no puedo ni deseo levantarme Keira, por la amistad que tenemos te informo que te voy a besar, de otra forma simplemente lo haría sin avisarte-
Parecía que por unos momentos el tiempo se había detenido, no tenia conciencia de lo que sucedía a mi alrededor, podría haber comenzado una batalla y no lo habría detectado, la realidad era que había deseado tener en mis brazos a Keira durante años enteros y ahora que la tenia para mi, no iba a dejarla ir, aunque me enfrentara a su padre o a cualquier otro hombre, no la dejaría ir, escuche sus palabras, era verdad, los amigos no se besan, nosotros éramos amigos, pero note algo en su mirada, un brillo especial, el mismo que seguramente ella miraba en mis ojos, así que acercándome un poco mas a sus labios le susurre –es verdad que los amigos no se besan, nosotros somos amigos, pero yo no solo quiero ser tu amigo, Keira, deseo serlo todo de ti-
Escuche sus palabras, absorto en el movimiento de sus labios, en los gestos de su rostro perfecto, pero ya solo alcance a decirle –desde el día que te conocí deseaba hacer esto keira, así que no me pidas que me detenga porque no lo hare- la mire intensamente acercándome lentamente a sus labios, todo parecía ir en cámara lenta, en unos microsegundos y justo antes de cerrar mis ojos mire a ella cerrando los suyos y ya no supe mas, mis labios rozaron los suyos por primera ves lentamente, casi como en un susurro, disfrutando de un sabor mas delicioso que todo lo que había probado, dulce, embriagador, al sentir sus labios con los míos supe que ella seria mi esposa.
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Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
¡Lo había hecho! Ese maldito mocoso la había besado, ¿cómo se le había podido ocurrir?, le mataría, o más bien le haría trocitos para luego usarlo de cebo de tiburones, mejor dicho, lo arrojaría vivo al mar. No pudo volver la cabeza para evitarlo, no seas idiota, Keira, querías que te besara, por eso no lo has evitado, para nada, se contestó, no creí que ese crió se atreviese, ¿de dónde habrá sacado las agallas? Por suerte en el descuido del beso la había soltado, no se había alejado ni un centímetro más de lo necesario, lo justo para soltarle una sonora bofetada en esa cara de entupido lagarto prepotente.
-¿Qué te has creído? Vuelve a hacer algo parecido y lo siguiente que probarás no son mis labios sino mis dientes, que te arrancarán de cuajo, esa puta sonrisa de bobalicón, estás a tiempo de remendarlo, deja de aplastarme, levántate de una jodida vez, había pedido la facilidad de palabra, su acerada lengua estaba superada por la indignación, por las ganas de hacerle picadillo. Sus ojos lanzaban chispas, pataleó bajo el pesado cuerpo.
Aemon FuegoOscuro, lagarto mentecato, comemierda, - le abofeteó de nuevo, tienes nada de tiempo, para desaparecer, y da gracias a que eres un amigo de infancia, sino en este momento tendrías clavada una daga en lo más profundo de tus entrañas. Lástima que no se hubiera traído ninguna, aunque en su fuero interno tenía la absurda convención que no le haría nada, al fin era el único que se había atrevido a besarla, y le había gustado. Sin embargo ella no podía dejar salir esa parte de mujer, ese temor, las pesadillas que desde niña la asediaban, cuando en la soledad de sus habitaciones escuchaba los gritos de las mujeres, o veía las marcas en la piel de su madre, en lo que ella denominaba el acto de amor de su padre. Como tuvo que cubrirse se una fina capa de indiferencia, ante la violencia de sus hombres. Como, hacia años, se había prometido que ningún hombre tocaría su piel.
Volovió la fría capitana de los Greyjoy, ¡maldita sea, Aemon! – su cara era de indiferente insensibilidad, dominando sus instintos, ¡de una puta vez, quítate de encima!
-¿Qué te has creído? Vuelve a hacer algo parecido y lo siguiente que probarás no son mis labios sino mis dientes, que te arrancarán de cuajo, esa puta sonrisa de bobalicón, estás a tiempo de remendarlo, deja de aplastarme, levántate de una jodida vez, había pedido la facilidad de palabra, su acerada lengua estaba superada por la indignación, por las ganas de hacerle picadillo. Sus ojos lanzaban chispas, pataleó bajo el pesado cuerpo.
Aemon FuegoOscuro, lagarto mentecato, comemierda, - le abofeteó de nuevo, tienes nada de tiempo, para desaparecer, y da gracias a que eres un amigo de infancia, sino en este momento tendrías clavada una daga en lo más profundo de tus entrañas. Lástima que no se hubiera traído ninguna, aunque en su fuero interno tenía la absurda convención que no le haría nada, al fin era el único que se había atrevido a besarla, y le había gustado. Sin embargo ella no podía dejar salir esa parte de mujer, ese temor, las pesadillas que desde niña la asediaban, cuando en la soledad de sus habitaciones escuchaba los gritos de las mujeres, o veía las marcas en la piel de su madre, en lo que ella denominaba el acto de amor de su padre. Como tuvo que cubrirse se una fina capa de indiferencia, ante la violencia de sus hombres. Como, hacia años, se había prometido que ningún hombre tocaría su piel.
Volovió la fría capitana de los Greyjoy, ¡maldita sea, Aemon! – su cara era de indiferente insensibilidad, dominando sus instintos, ¡de una puta vez, quítate de encima!
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Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Por fin lo había logrado, después de mas de cinco años había logrado probar por un segundo los labios de Keira Greyjoy, meses, años soñando por la noches cuando apenas era un crio como sabrían los labios de mi pirata y por fin los había catado, eran embriagadores, aun cuando no me hubiera respondido, la sola sensación de sus labios me hacia comprender que jamás podría dejarla ir, que haría lo que fuera necesario para lograr que ella fuera mía, por completo, me descuide por un segundo y a cambio recibí una sonora cachetada de parte de ella, lo acepte como un justo castigo que apenas se comparaba con su sabor, disfrute de sus palabras, enojadas, molestas, pero creí percibir que también eran ansiosas, quizás hasta nerviosas, le sonreí divertido, con el primer triunfo que tenia sobre ella –Keira, yo estaría completamente feliz de poder probar tus labios y juntarlos con los míos, así como la lengua de la que salen todas tus palabras-
Entendia que recibiría un castigo por haberle dicho eso, era una provocación, un riesgo calculado y asumido por mi para provocar mas el fuego que tanto me gustaba en ella, sonreí al escuchar sus nuevas palabras airadas, molestas, pero al menos me daba a entender que seguía siendo mi amiga, de allí a ser mía, solo habría que dar un paso, un paso que daría con audacia, pues sabia que aunque me costara trabajo y cientos de golpes, lograría en el proceso hacer que ella se quemara en la lava que ambos lográbamos provocar, la mire provocador –debes de saber que tendrías que matarme antes de que dejara de desear besarte lady Greyjoy pero justo antes de clavar la daga, te entregarías a mi, solo así aceptaría la muerte feliz- Sus gestos eran de pura rabia, de furia y molestia, pero a la vez, algo, quizás una vana esperanza me decía en mi interior que ella había sentido el beso.
Sin embargo lograba contenerse, por apenas unos segundos me había mostrado una faceta mas femenina de si misma, pero regresaba la fría chica de hierro, lo podría entender, su padre era un hombre temido, tanto o mas que el mío, por lo que ella había heredado ese temple de acero, pero a la vez estaba seguro que debajo de todo su carácter había una flor, fiera, fogosa si, pero a la vez delicada y dulce, así que le sonreí ante sus amenazas, debía de odiar mi gesto, yo mismo no me soportaría si me viera desde fuera –Me retirare de vos mi lady Keira, lo prometo, pero antes de hacerlo hare algo que deseo mas que el trono de Hierro- le dije tomando de nuevo sus manos y llevándolas a la misma posición de hace unos instantes, pero esta vez me acerque mas a ella, dejando caer un poco mas mi peso, haciendo forzosamente que nuestros cuerpos se rosaran y sin apenas meditarlo un segundo bese de nuevo sus labios, sentí como los cerraba, pero no me detuve quería disfrutar un poco mas, solo un poco mas de ella, de su sabor, de su dulzura oculta, de ella, sabiendo que antes que tarde Keira seria mía para toda la vida.
Entendia que recibiría un castigo por haberle dicho eso, era una provocación, un riesgo calculado y asumido por mi para provocar mas el fuego que tanto me gustaba en ella, sonreí al escuchar sus nuevas palabras airadas, molestas, pero al menos me daba a entender que seguía siendo mi amiga, de allí a ser mía, solo habría que dar un paso, un paso que daría con audacia, pues sabia que aunque me costara trabajo y cientos de golpes, lograría en el proceso hacer que ella se quemara en la lava que ambos lográbamos provocar, la mire provocador –debes de saber que tendrías que matarme antes de que dejara de desear besarte lady Greyjoy pero justo antes de clavar la daga, te entregarías a mi, solo así aceptaría la muerte feliz- Sus gestos eran de pura rabia, de furia y molestia, pero a la vez, algo, quizás una vana esperanza me decía en mi interior que ella había sentido el beso.
Sin embargo lograba contenerse, por apenas unos segundos me había mostrado una faceta mas femenina de si misma, pero regresaba la fría chica de hierro, lo podría entender, su padre era un hombre temido, tanto o mas que el mío, por lo que ella había heredado ese temple de acero, pero a la vez estaba seguro que debajo de todo su carácter había una flor, fiera, fogosa si, pero a la vez delicada y dulce, así que le sonreí ante sus amenazas, debía de odiar mi gesto, yo mismo no me soportaría si me viera desde fuera –Me retirare de vos mi lady Keira, lo prometo, pero antes de hacerlo hare algo que deseo mas que el trono de Hierro- le dije tomando de nuevo sus manos y llevándolas a la misma posición de hace unos instantes, pero esta vez me acerque mas a ella, dejando caer un poco mas mi peso, haciendo forzosamente que nuestros cuerpos se rosaran y sin apenas meditarlo un segundo bese de nuevo sus labios, sentí como los cerraba, pero no me detuve quería disfrutar un poco mas, solo un poco mas de ella, de su sabor, de su dulzura oculta, de ella, sabiendo que antes que tarde Keira seria mía para toda la vida.
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Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Lo había vuelto a hacer otra vez, otra vez la había besado, para poner la guinda al pastel, la sujetó de nuevo las manos pegándose a su cuerpo, todavía más, si eso fuera posible, el dragoncito jugaba con fuego y se iba a quemar con esa llama, como un lagartijo novato que lo expulsa y se achicharra a sí mismo. Keira prestó atención a la superioridad que ponía en práctica del joven FuegoOscuro, su ímpetu le hacia curvar sus labios con una sonrisa. Si fuera otra clase de mujer accedería a sus demandas, pues era un joven bien parecido, con un leve gesto de romanticismo que le hacía, verdad, muy atractivo. Pero su mente, la impedida enamorarse, el miedo a caer en la dinámica de su madre, la aterrorizaba, pues no entendía la atención de un hombre que no causara daño.
Clavó en su mirada sus ojos de color miel en los azules del dragón para poder mirarle a la cara, sin saber, en principio que escondían, lo que vio la hizo estremecerse, al go en su mirada la convenció que su disposición era firme, su ánimo no se torcería ante la adversidad, y su decisión no cambiaría. No deseabas hacerle daño, era un nexo romántico con uno de los momentos más felices de su vida, del cual no deseaba desvincularse, y al cual se agarraba en sus momentos de desesperación.
-Aemón, no sigas con estas acciones, no deseo que hagas algo que de lo cual te tengas que arrepentir durante años, no podía dar crédito a que estas palabras salieran de la rebelde hija del Lord de los piratas, la que con un gesto podía ordenar que varios marineros fueran arrojados por la borda, condenar a muerte a sus enemigos. Keira se encontraba aplastada contra la arena, con las manos por encima de su cabeza, siendo besuqueada por un retaco que todavía estaba vivo.
-Olvidaré esto, por la amistad que te profeso, me estoy llenando el cabello de arena, y me haces daño con tu peso, levántate, ya me has besado, mientras no lo comentes con nadie, seguirás vivo y yo no se lo diré a nadie, sonrió con un guiño, intentando convencerle por las buenas, - prometo que no te machacaré el cráneo, ni colgaré tus pelotas del trinquete, ni me haré unas botas nuevas con tu pellejo. Era lo más suave que podía decir. Aemón mañana junto a una buena copa de vino nos reiremos de esta tontería como cuado le robábamos los dulces a tu primo Maekar
Clavó en su mirada sus ojos de color miel en los azules del dragón para poder mirarle a la cara, sin saber, en principio que escondían, lo que vio la hizo estremecerse, al go en su mirada la convenció que su disposición era firme, su ánimo no se torcería ante la adversidad, y su decisión no cambiaría. No deseabas hacerle daño, era un nexo romántico con uno de los momentos más felices de su vida, del cual no deseaba desvincularse, y al cual se agarraba en sus momentos de desesperación.
-Aemón, no sigas con estas acciones, no deseo que hagas algo que de lo cual te tengas que arrepentir durante años, no podía dar crédito a que estas palabras salieran de la rebelde hija del Lord de los piratas, la que con un gesto podía ordenar que varios marineros fueran arrojados por la borda, condenar a muerte a sus enemigos. Keira se encontraba aplastada contra la arena, con las manos por encima de su cabeza, siendo besuqueada por un retaco que todavía estaba vivo.
-Olvidaré esto, por la amistad que te profeso, me estoy llenando el cabello de arena, y me haces daño con tu peso, levántate, ya me has besado, mientras no lo comentes con nadie, seguirás vivo y yo no se lo diré a nadie, sonrió con un guiño, intentando convencerle por las buenas, - prometo que no te machacaré el cráneo, ni colgaré tus pelotas del trinquete, ni me haré unas botas nuevas con tu pellejo. Era lo más suave que podía decir. Aemón mañana junto a una buena copa de vino nos reiremos de esta tontería como cuado le robábamos los dulces a tu primo Maekar
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Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
Disfrute intensamente de sus labios, esta vez fue ligeramente diferente y lo goze enormemente, por fin sentí un ligero asentimiento de ella, sentí como por unas fracciones de segundo, por unos instantes ella entre movía sus labios con los míos, solo fueron unos segundos, quizás aun menos porque no era consiente del tiempo ni ne nada mas alla de su sabor y su dulzura, solo por esos breves instantes era consiente de mis labios y los suyos, de ella y de mi, de Keira y Aemon y de nada mas, estaba determinado a hacerla mía, no solo su cuerpo, no solo que fuera mi esposa, sino que ella sintiera por mi el mismo fuego volcánico que sentía por ella, que se quemara cada vez que me mirara como yo lo hacia por ella desde hacia años, me aparte apenas unos centímetros de ella y la mire a los ojos escuchando sus palabras ligeramente entrecortadas por su respiración que era acelerada sin poder evitarlo, y sonriendo le dije sin bajar la intensidad de mi mirada ni un ápice –me arrepiento mas bien de no haber probado tus labios antes Keira Greyjoy, pues no hay nada mas dulce que ellos en el Poniente-
Deseaba seguir besándola hasta desnudarla, tenia la ilusión que me respondería, vana esperanza al principio pero que se había acrecentado por su cuerpo, por su respiración y por el brillo de sus ojos, sabia que quizas podriamos hacerlo alli mismo, sobre la playa de antigua, sin embargo debía ser prudente, si iba demasiado lejos podría en verdad enfurecerla y acabar con mi deseo de hacerla mía en cuerpo y alma, así que me separe un poco mas para escuchar sus palabras, apenas termino estaba dispuesto a besarla de nuevo, pero en esos instantes un brillo de una magnifica idea cruzo por mis ojos, ya tenia un plan, apenas esbozado pero que estaba seguro me entregaría su corazón o me llevaría a la muerte, pero que vida importaba mas allá de ella, probarla era ser adicto a ella, era tan hermosa, tan bella, que apenas podría pensar con cordura, pero con todas mis fuerzas me incorpore poco a poco acostándome a su lado y sonriéndole –te puedo jurar que no fue mi intención lastimarte si te aplaste como tu dices Keira, pero te puedo decir que con la arena te ves preciosa-
Escuche sus siguientes palabras, que debieron sonarme a un dulce verso, pues solo sonreí mirando a las estrellas, pensando en si la locura que estaba tramando me llevaría a conquistarla o a la muerte, pero estaba dispuesto a arriesgarme, ella lo valía, valía toda la vida, era maravillosa, la quería, estaba enamorado de ella desde los 13 años y si jugarme la vida era la puesta, lo haría sin dudarlo, la tome de la mano y sonriendo le dije mirándola intensamente –eres libre de irte Keira, al menos por esta noche te dejare ir, pero jamás olvides esto- le susurre acercándome de nuevo a sus labios, pero sin besarla –que esta noche no es el final de nada, sino apenas el principio, jamás pienses que lo olvidare, ni me lo pidas porque no puedo- le dije sonriéndole como cuando éramos críos y dejándola que se incorporara al tiempo que susurraba muy quedadamente mirando como se apartaba de mi –te quiero Keira Greyjoy y te hare mi esposa-
Deseaba seguir besándola hasta desnudarla, tenia la ilusión que me respondería, vana esperanza al principio pero que se había acrecentado por su cuerpo, por su respiración y por el brillo de sus ojos, sabia que quizas podriamos hacerlo alli mismo, sobre la playa de antigua, sin embargo debía ser prudente, si iba demasiado lejos podría en verdad enfurecerla y acabar con mi deseo de hacerla mía en cuerpo y alma, así que me separe un poco mas para escuchar sus palabras, apenas termino estaba dispuesto a besarla de nuevo, pero en esos instantes un brillo de una magnifica idea cruzo por mis ojos, ya tenia un plan, apenas esbozado pero que estaba seguro me entregaría su corazón o me llevaría a la muerte, pero que vida importaba mas allá de ella, probarla era ser adicto a ella, era tan hermosa, tan bella, que apenas podría pensar con cordura, pero con todas mis fuerzas me incorpore poco a poco acostándome a su lado y sonriéndole –te puedo jurar que no fue mi intención lastimarte si te aplaste como tu dices Keira, pero te puedo decir que con la arena te ves preciosa-
Escuche sus siguientes palabras, que debieron sonarme a un dulce verso, pues solo sonreí mirando a las estrellas, pensando en si la locura que estaba tramando me llevaría a conquistarla o a la muerte, pero estaba dispuesto a arriesgarme, ella lo valía, valía toda la vida, era maravillosa, la quería, estaba enamorado de ella desde los 13 años y si jugarme la vida era la puesta, lo haría sin dudarlo, la tome de la mano y sonriendo le dije mirándola intensamente –eres libre de irte Keira, al menos por esta noche te dejare ir, pero jamás olvides esto- le susurre acercándome de nuevo a sus labios, pero sin besarla –que esta noche no es el final de nada, sino apenas el principio, jamás pienses que lo olvidare, ni me lo pidas porque no puedo- le dije sonriéndole como cuando éramos críos y dejándola que se incorporara al tiempo que susurraba muy quedadamente mirando como se apartaba de mi –te quiero Keira Greyjoy y te hare mi esposa-
- Spoiler:
- al terminar el post de Keira, se puede cerrar el tema
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Re: Los dragones buscan sirenas de hierro [Aemon FuegoOscuro] DI-II, S II, M II
No sabía si se alegraba o simplemente, era reticente a sentir el contacto del cuerpo de ese hombre sobre ella, cuando la dio la mano para ayudarla a levantarse, pero no la alejó de el, sino que repitió que la deseaba, nada la alejaría de él. La pirata se quedó sin habla, no sabía reaccionar a semejante declaración de su amigo de infancia.
Muchas noches en la soledad de su camarote, cuando navegaba y escuchaba los gritos de los prisioneros o las mujeres violadas, se escondía bajo sus almohadas, como de niña al escuchar los gemidos de su madre y para tranquilizarse volaba a ese pasado que compartió con el en Desembarco. Debía reconocer que las relaciones hombre-mujer no eran su fuerte, tenía que plantarse muchas cosas que hacían mella en su joven existencia. Aemon, somos amigos, te debo mi vida, y mi integridad física, por eso, - y estaba mintiendo, olvidare que me has besado,- para nada iba a olvidar el primer beso de su vida, pero no iba a decirle a ese jovencito que la dura pirata, era una doncella a sus años.
No escuchó sus últimas palabras, ni su decidida idea de hacerla su esposa, por lo cual dio por zanjada esa conversación, sonrió a su amigo. Olvidaré ese deseo tuyo de probar mis labios, espero que no digas nada a nadie, recuerda que de niño te decía que sería la pirata más temible de los siete mares, y tu mi segundo de abordo, no vas a ir besuqueando a tu capitana, ¡qué diría Caramorsa!, te partiría en dos - le señalo en el jubón con el índice, borrón y cuenta nueva. Acompañame a esa taberna, y mañana será otro día.
Pero se alejó y la pirata, sin escuchar sus últimas palabras ascendió por las escaleras para dirigirse a dormir al los aposentos que tenía designados en Antigua, nadie la observó en las sombras, pero una furtiva lágrima se deslizó por su delicada mejilla, no había amor en esos besos, sino un deseo antiguo que había sido realizado. Se la restregó con la manga, alzó la barbilla y se perdió, entre las sombras. Si hubiera escuchado esas palabras, no se habría sentido tan infeliz.
Muchas noches en la soledad de su camarote, cuando navegaba y escuchaba los gritos de los prisioneros o las mujeres violadas, se escondía bajo sus almohadas, como de niña al escuchar los gemidos de su madre y para tranquilizarse volaba a ese pasado que compartió con el en Desembarco. Debía reconocer que las relaciones hombre-mujer no eran su fuerte, tenía que plantarse muchas cosas que hacían mella en su joven existencia. Aemon, somos amigos, te debo mi vida, y mi integridad física, por eso, - y estaba mintiendo, olvidare que me has besado,- para nada iba a olvidar el primer beso de su vida, pero no iba a decirle a ese jovencito que la dura pirata, era una doncella a sus años.
No escuchó sus últimas palabras, ni su decidida idea de hacerla su esposa, por lo cual dio por zanjada esa conversación, sonrió a su amigo. Olvidaré ese deseo tuyo de probar mis labios, espero que no digas nada a nadie, recuerda que de niño te decía que sería la pirata más temible de los siete mares, y tu mi segundo de abordo, no vas a ir besuqueando a tu capitana, ¡qué diría Caramorsa!, te partiría en dos - le señalo en el jubón con el índice, borrón y cuenta nueva. Acompañame a esa taberna, y mañana será otro día.
Pero se alejó y la pirata, sin escuchar sus últimas palabras ascendió por las escaleras para dirigirse a dormir al los aposentos que tenía designados en Antigua, nadie la observó en las sombras, pero una furtiva lágrima se deslizó por su delicada mejilla, no había amor en esos besos, sino un deseo antiguo que había sido realizado. Se la restregó con la manga, alzó la barbilla y se perdió, entre las sombras. Si hubiera escuchado esas palabras, no se habría sentido tan infeliz.
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- Se da por cerrado este post
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