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Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
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Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Apoyada en la barandilla de la cubierta, esperando el amanecer, la reina, entre las brumas, observó el faro de Antigua, con su rítmico giro, iluminando los arrecifes, el camino hacia el puerto, hacia..., desde..., su gesto se volvió melancólico, la última vez que estuvo en Antigua todo fue felicidad. Antigua ocupaba el segundo lugar entre sus ciudades, después de Lys.
La etapa de estudios en la ciudad fue uno de los mejores momentos de su vida, sin preocupaciones, siendo una más entre los estudiantes, alguno que otro se fijaba en su mirada bicolor, o la tiraba los tejos, elogiando su hermosura, su cabello platino. Sin embargo ella estaba inmersa en la búsqueda de conocimiento, pasaba horas escuchando a los maestres, horas en las bibliotecas, en un rincón, junto a un ventanal desde donde solía observar el faro, incluso conocía perfectamente la duración de cada giro, la intensidad de cada momento..., apoyada, recordó los días felices, las travesuras, el robo de su primera botella de vino de Rejo, la excitación de la aventura, el placer de la lectura, el deseo de aprender, la Shiera de Antigua, junto con la Shiera amiga de Keira y señora de Greyjoy era la más auténtica.
Sus divagaciones la llevaron al año anterior, cuando todo era diferente, aunque la guerra se mascaba en el ambiente, fue una reunión alegre, con pequeñas tiranteces, en ese festival se encontró con Key después de cinco años, se habían divertido, contando las aventuras corridas, mientras ella se tiraba a su sobrino Aemon, ya fallecido en esa inútil guerra, ella había cedido a una pasión insana, que vista de lejos había tenido más sinsabores que alegrías, se había cortado una relación de años, nada sabía de él, lo peor, es que no la importaba en absoluto, asunto que la producía una profunda tristeza, había sido su hermano más amado, después el más odiado, ahora un pozo de vacía inferencia.
¡Qué días tan felices los pasados!, una sonrisa delicada iluminó su rostro al recordar a Maekar, su pequeño sobrino, es horrible morir a los dieciocho años, recordaba cuando le comentó que estaba enamorado, que intercediese para concertar su matrimonio, ¡tan enamorados ambos! y ahora uno muertos, sus hijos y esposa sin paradero conocido, ¿qué habría sido de esas criaturas?
Estaba algo mareada, como siempre que navegaba más de un día, era el colmo para una reina de los piratas, que daba vueltas sobre sí misma, nada más poner un pie en un barco, aunque para ser precisos, ya aguantaba al menos dos días
Reunió a sus acompañantes en el camarote, - los asuntos que trataremos en la ciudad, son muy importantes, necesitamos la neutralidad de los señores de Antigua, para que favorezca a nuestros intereses, Svenar es un buen amigo, un hombre en el que se puede confiar, su posición se tambaleará si el Dominio se une con los venados y la arena, que estarán a ver que cae para sacar tajada
Hizo un pequeño mohín a Kei, - en esta entrevista debes ser la princesa de hierro, no eres estúpida, ni venal, o no debes padecerlo, en Antigua se valora la inteligencia, y a ti te sobra, más de lo que tú puedes pensar, te formaste bien, esta es una corte rancia, protocolaria, aprecian las maneras. Le comentó que nada de cuero, que lamentaba que tuvieran ambas que vestir de chicas, que entre los baúles que traía con su ropa, había incluido vestidos para ambas – lo mismo te digo a ti, no queremos que nos vean como los salvajes que piensan que somos, tu misión es otra, comprobar lo que nos ha dicho Olyvar Martell, que mis sobrinos y mi familia están en Dorne, especialmente los hijos de Maekar, que era un hombre de hierro, acogido por el Ahogado, nosotros no abandonamos a los nuestros. En el puerto se conoce, se habla, se dice..., puede que haya dornieses de las marcas en Antigua… necesito tus oídos…
Unos minutos después, perfecta, vestida de verde, con la bajoveste en amarillo suave, se reunió con las mujeres, -¡jovencitas!, estáis preciosas, ¡Kei, no tires del vestido!, estás guapísima, tú también Milah, no arrugues el gesto, somos la representación diplomática de un rey, un poco especial, pero rey. Se cubrió con una capa de lino para protegerse del sol, con un kraken bordado en negro, acompañada por su león, por Kei, Milah y Drass, y su escolta personal de diez hombres, su querido amigo estaba esperándolos en el puesto, era increíble, los años no pasaban por él.
-Svenar, sonrió a su compañero de trastadas adolescentes, - sigues siendo uno de los hombres más atractivos del Continente, con la excepción de mi esposo, y es un isleño, un afectuoso beso en la mejilla fue su saludo, - ¿cuándo conoceré a tu hijo? Mi niña es muy pequeña para viajar, pero estaría encantada de que fuerais mis huéspedes. Te presento a la princesa Keira Greyjoy, mi amiga, y a Milah Valenciano, y Drass mis guardaespaldas, naturalmente Kalael, has de tener a salvo tus pastelitos de limón, es un ladrón más avezado..., le guiñó un ojo, para recordarle sus razzias de adquisición de vino de Rejo, -ya sabes a quien me refiero.
La etapa de estudios en la ciudad fue uno de los mejores momentos de su vida, sin preocupaciones, siendo una más entre los estudiantes, alguno que otro se fijaba en su mirada bicolor, o la tiraba los tejos, elogiando su hermosura, su cabello platino. Sin embargo ella estaba inmersa en la búsqueda de conocimiento, pasaba horas escuchando a los maestres, horas en las bibliotecas, en un rincón, junto a un ventanal desde donde solía observar el faro, incluso conocía perfectamente la duración de cada giro, la intensidad de cada momento..., apoyada, recordó los días felices, las travesuras, el robo de su primera botella de vino de Rejo, la excitación de la aventura, el placer de la lectura, el deseo de aprender, la Shiera de Antigua, junto con la Shiera amiga de Keira y señora de Greyjoy era la más auténtica.
Sus divagaciones la llevaron al año anterior, cuando todo era diferente, aunque la guerra se mascaba en el ambiente, fue una reunión alegre, con pequeñas tiranteces, en ese festival se encontró con Key después de cinco años, se habían divertido, contando las aventuras corridas, mientras ella se tiraba a su sobrino Aemon, ya fallecido en esa inútil guerra, ella había cedido a una pasión insana, que vista de lejos había tenido más sinsabores que alegrías, se había cortado una relación de años, nada sabía de él, lo peor, es que no la importaba en absoluto, asunto que la producía una profunda tristeza, había sido su hermano más amado, después el más odiado, ahora un pozo de vacía inferencia.
¡Qué días tan felices los pasados!, una sonrisa delicada iluminó su rostro al recordar a Maekar, su pequeño sobrino, es horrible morir a los dieciocho años, recordaba cuando le comentó que estaba enamorado, que intercediese para concertar su matrimonio, ¡tan enamorados ambos! y ahora uno muertos, sus hijos y esposa sin paradero conocido, ¿qué habría sido de esas criaturas?
Estaba algo mareada, como siempre que navegaba más de un día, era el colmo para una reina de los piratas, que daba vueltas sobre sí misma, nada más poner un pie en un barco, aunque para ser precisos, ya aguantaba al menos dos días
Reunió a sus acompañantes en el camarote, - los asuntos que trataremos en la ciudad, son muy importantes, necesitamos la neutralidad de los señores de Antigua, para que favorezca a nuestros intereses, Svenar es un buen amigo, un hombre en el que se puede confiar, su posición se tambaleará si el Dominio se une con los venados y la arena, que estarán a ver que cae para sacar tajada
Hizo un pequeño mohín a Kei, - en esta entrevista debes ser la princesa de hierro, no eres estúpida, ni venal, o no debes padecerlo, en Antigua se valora la inteligencia, y a ti te sobra, más de lo que tú puedes pensar, te formaste bien, esta es una corte rancia, protocolaria, aprecian las maneras. Le comentó que nada de cuero, que lamentaba que tuvieran ambas que vestir de chicas, que entre los baúles que traía con su ropa, había incluido vestidos para ambas – lo mismo te digo a ti, no queremos que nos vean como los salvajes que piensan que somos, tu misión es otra, comprobar lo que nos ha dicho Olyvar Martell, que mis sobrinos y mi familia están en Dorne, especialmente los hijos de Maekar, que era un hombre de hierro, acogido por el Ahogado, nosotros no abandonamos a los nuestros. En el puerto se conoce, se habla, se dice..., puede que haya dornieses de las marcas en Antigua… necesito tus oídos…
Unos minutos después, perfecta, vestida de verde, con la bajoveste en amarillo suave, se reunió con las mujeres, -¡jovencitas!, estáis preciosas, ¡Kei, no tires del vestido!, estás guapísima, tú también Milah, no arrugues el gesto, somos la representación diplomática de un rey, un poco especial, pero rey. Se cubrió con una capa de lino para protegerse del sol, con un kraken bordado en negro, acompañada por su león, por Kei, Milah y Drass, y su escolta personal de diez hombres, su querido amigo estaba esperándolos en el puesto, era increíble, los años no pasaban por él.
-Svenar, sonrió a su compañero de trastadas adolescentes, - sigues siendo uno de los hombres más atractivos del Continente, con la excepción de mi esposo, y es un isleño, un afectuoso beso en la mejilla fue su saludo, - ¿cuándo conoceré a tu hijo? Mi niña es muy pequeña para viajar, pero estaría encantada de que fuerais mis huéspedes. Te presento a la princesa Keira Greyjoy, mi amiga, y a Milah Valenciano, y Drass mis guardaespaldas, naturalmente Kalael, has de tener a salvo tus pastelitos de limón, es un ladrón más avezado..., le guiñó un ojo, para recordarle sus razzias de adquisición de vino de Rejo, -ya sabes a quien me refiero.
Shiera Greyjoy- Nobleza
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
No recordaba la última vez que Antigua tenía la expectativa de recibir tanta gente en ella. Siempre había mercaderes que iban y venían de la Ciudad, siempre había una personalidad con la cual charlar y enterarse de lo que pasaba tanto en las calles como en las afueras. Muchas veces, la mas vieja de las ciudades de Poniente se transformaba en un mundo aparte para sus habitantes, siendo el mejor y el peor lugar para vivir al mismo tiempo. Personalmente me sentía honrado de pertenecer y proteger éste enclave del saber, el Faro de la cultura. Antaño, los Antiguos hombres que conformaban la familia de mis Ancestros que pudieron fundar la ciudad, se habían transformado en reyes tras hacerlo... hoy, tras mileños de depender de los Gardener primero y luego de los Tyrell, Antigua se volvía a alzar orgullosa y fuerte, lejos de los yugos de cualquiera que quisiera imponer... y, además, no había sido tocada por la guerra, por lo que su población estaba más tranquila y mejor posicionada.
Como fuera, en las próximas semanas las personalidades importantes que tocaban el suelo de la urbe se multiplicarían, empezando por una vieja amiga y famosa mujer: Shiera Seastar, ahora Greyjoy por casamiento. No entendí nunca la movida política de su hermano a la hora de casarla con Harrald Greyjoy, ya que al final no le sirvió de absolutamente nada. Los Greyjoy se liberaron e hicieron de las suyas, tomando las Islas Escudo y atacando el Rejo. No era como si éso en particular me importara, porque Garlan Tyrell se lo había buscado, siendo negligente con sus vasallos y descuidando su retaguardia, pero nada les impedía a los piratas de espíritu salvaje el atacar Antigua... todavía estaban a tiempo de hecho. Por ésas razones era que veía importante hablar con Shiera y razonar sobre el futuro de nuestras dos Casas.
Estaba parado en el muelle de Isla Batalla, vestido como de costumbre: camisa de lino gris, jubón un poco más oscuro de cuero, un pantalón más resistente y botas haciendo juego. Lo único que remarcaba mi rango era el broche con el signo de mi casa que sostenía una capa blanca en su lugar. No era alguien que gustara de la ostentación, y Shiera lo sabía. Observando el atardecer en el horizonte de la Bahía del Sonido Susurrante, escuchando los marineros gritar ordenes entre ellos, oliendo la sal del mar y sintiendo el agradable calor del Sol de primavera. La ciudad bullía en la actividad de la gente que volvía a sus respectivos hogares en búsqueda de una comida y sus horas de sueño. Yo mismo andaba corto con mis horas de cama, atendiendo los asuntos del Principado en persona. Por fin, el barco que llevaba a mi amiga de la infancia se hizo lo suficientemente grande como para divisarla a ella y a sus acompañantes. Yo estaba surcado por dos hileras de veinte Caballeros de la Torre, que conformaban mi guardia personal envueltos en sus grises armaduras de placas con cascos en forma de Faros. A mi derecha estaba el Maestre Marteras, y a mi izquierda Ser Robben Olrych, Comandante de la Guardia de Antigua. Llamé al último para que se acercara y le susurré la orden de que los soldados no perdieran de vista a ninguno de los tripulantes de ése barco... ni siquiera a las mujeres, asignándoles guardias rotativos a todo momento como escolta.
Cuando la nave terminó de atracar y sus tripulantes comenzaron a descender, ví a Shiera acompañada por su famoso felino blanco, una mujer con rasgos un poco más duros y una acompañante que parecía mucho más exótica. Enarqué una ceja, mi rostro apenas cambiando a una sonrisa de bienvenida, saliendo al encuentro de las mujeres. No me fue indiferente el hecho de sus guardias, aunque me pareció una medida entendible. La abracé afectuosamente, pero de forma delicada, cuidando las maneras cuando me saludó tan alegre y ronreí. "Shiera Seastar... perdón, Greyjoy." me corregí de inmediato, todavía acostumbrándome a verla como una mujer de hierro, cosa que me costaba. "Gracias, Milady. Tu sigues siendo la mujer mas bella de Poniente... luego de mi esposa, claro está. Aunque de seguro eres la mujer mas bella en las Islas." bromee levemente, como para que ella sola me escuchara. Después de todo, no reconocer su belleza sería una sandez, cosa que había hecho en la juventud mas tierna, antes de perder a mi familia y conocer a Enery. Luego fui introducido a Keira Greyjoy y a la extraña Milah Valenciano, junto al guardaespaldas de Shiera. "Lady Greyjoy, un placer conoceros... espero que vuestra estadía sea... fructífera." afirmé escuetamente de forma educada. Deslicé mi atención a la mujer de extraño apellido. "Milady..." incliné la cabeza levemente, y ante el guardia de Shiera, sólo atiné a afirmar con educación. "Mis hombres... Gran Maestre Marteras, del Principado de Antigua, y Ser Robben Olrych, Comandante de la Guardia de la Ciudad..." presenté señalándolos respectivamente. Ambos saludaron con soltura, Marteras recordaba Shiera de sus épocas como aprendiz.
Hice un gesto para comenzar a marchar hacia la Torre, rodeando la base de la enormemente colosal construcción. Le tendí el brazo a Shiera y comencé a caminar, seguido por los guardias que se pegaron de inmediato a los movimientos de todos los presentes. "Mi vástago descansando Shiera, y espero que en algún momento, nuestros niños puedan compartir una amistad similar a la de sus padres..." afirmé sinceramente, mi vista en los ojos bicolores de la mujer. Riéndome luego por su broma sobre las cosas que hacíamos de jóvenes. Intenté mantener a las otras damas partícipes de la conversación, hasta que un grupo de criadas vinieron a atenderlas en sus necesidades... aunque sabía que ninguna de ellas necesitaba ayuda para nada. Eran mujeres de hierro, capaces de valerse por ellas mismas, pero había que guardar los modales. "Tuvimos nuestros momentos de bandalismo, es verdad. Todavía recuerdo a los pobres aprendices Odar y Anton intentando encontrar la comida y el vino que dos adolescentes habían decidido un mejor destino para su uso..." exclamé divertido. "Nunca ví un maestre tan desesperado por algo..."
Una vez dentro del Faro, entramos a la Antesala del Gran Salón, en el primer piso de la Torre. Describir la enormidad y exquisitez arquitectónica de sus paredes ya había dejado de ser algo cotidiano. Para mí, ver su estructura era normal. "Ahora, si gustáis, puedo hacer que os lleven a sus habitaciones respectivas para que descanséis... los criados ya están llevando sus pertenencias allí y tienen instrucciones de proporcionar todo lo que necesitan... pero si lo prefieren, puedo invitarlas a una copa en mi estudio. Quizás queréis hablar de algo antes de la cena..." dije ésto mirando especialmente a Shiera, la que enarbolaba la bandera de la diplomacia con las Islas. Era momento de saber qué juego jugaba la mujer y su esposo y si se podía confiar en ellos. En la Shiera de antaño no habría dudado, pero hoy no sabía que tipo de mujer era, y éso era lo que debía averiguar.
Como fuera, en las próximas semanas las personalidades importantes que tocaban el suelo de la urbe se multiplicarían, empezando por una vieja amiga y famosa mujer: Shiera Seastar, ahora Greyjoy por casamiento. No entendí nunca la movida política de su hermano a la hora de casarla con Harrald Greyjoy, ya que al final no le sirvió de absolutamente nada. Los Greyjoy se liberaron e hicieron de las suyas, tomando las Islas Escudo y atacando el Rejo. No era como si éso en particular me importara, porque Garlan Tyrell se lo había buscado, siendo negligente con sus vasallos y descuidando su retaguardia, pero nada les impedía a los piratas de espíritu salvaje el atacar Antigua... todavía estaban a tiempo de hecho. Por ésas razones era que veía importante hablar con Shiera y razonar sobre el futuro de nuestras dos Casas.
Estaba parado en el muelle de Isla Batalla, vestido como de costumbre: camisa de lino gris, jubón un poco más oscuro de cuero, un pantalón más resistente y botas haciendo juego. Lo único que remarcaba mi rango era el broche con el signo de mi casa que sostenía una capa blanca en su lugar. No era alguien que gustara de la ostentación, y Shiera lo sabía. Observando el atardecer en el horizonte de la Bahía del Sonido Susurrante, escuchando los marineros gritar ordenes entre ellos, oliendo la sal del mar y sintiendo el agradable calor del Sol de primavera. La ciudad bullía en la actividad de la gente que volvía a sus respectivos hogares en búsqueda de una comida y sus horas de sueño. Yo mismo andaba corto con mis horas de cama, atendiendo los asuntos del Principado en persona. Por fin, el barco que llevaba a mi amiga de la infancia se hizo lo suficientemente grande como para divisarla a ella y a sus acompañantes. Yo estaba surcado por dos hileras de veinte Caballeros de la Torre, que conformaban mi guardia personal envueltos en sus grises armaduras de placas con cascos en forma de Faros. A mi derecha estaba el Maestre Marteras, y a mi izquierda Ser Robben Olrych, Comandante de la Guardia de Antigua. Llamé al último para que se acercara y le susurré la orden de que los soldados no perdieran de vista a ninguno de los tripulantes de ése barco... ni siquiera a las mujeres, asignándoles guardias rotativos a todo momento como escolta.
Cuando la nave terminó de atracar y sus tripulantes comenzaron a descender, ví a Shiera acompañada por su famoso felino blanco, una mujer con rasgos un poco más duros y una acompañante que parecía mucho más exótica. Enarqué una ceja, mi rostro apenas cambiando a una sonrisa de bienvenida, saliendo al encuentro de las mujeres. No me fue indiferente el hecho de sus guardias, aunque me pareció una medida entendible. La abracé afectuosamente, pero de forma delicada, cuidando las maneras cuando me saludó tan alegre y ronreí. "Shiera Seastar... perdón, Greyjoy." me corregí de inmediato, todavía acostumbrándome a verla como una mujer de hierro, cosa que me costaba. "Gracias, Milady. Tu sigues siendo la mujer mas bella de Poniente... luego de mi esposa, claro está. Aunque de seguro eres la mujer mas bella en las Islas." bromee levemente, como para que ella sola me escuchara. Después de todo, no reconocer su belleza sería una sandez, cosa que había hecho en la juventud mas tierna, antes de perder a mi familia y conocer a Enery. Luego fui introducido a Keira Greyjoy y a la extraña Milah Valenciano, junto al guardaespaldas de Shiera. "Lady Greyjoy, un placer conoceros... espero que vuestra estadía sea... fructífera." afirmé escuetamente de forma educada. Deslicé mi atención a la mujer de extraño apellido. "Milady..." incliné la cabeza levemente, y ante el guardia de Shiera, sólo atiné a afirmar con educación. "Mis hombres... Gran Maestre Marteras, del Principado de Antigua, y Ser Robben Olrych, Comandante de la Guardia de la Ciudad..." presenté señalándolos respectivamente. Ambos saludaron con soltura, Marteras recordaba Shiera de sus épocas como aprendiz.
Hice un gesto para comenzar a marchar hacia la Torre, rodeando la base de la enormemente colosal construcción. Le tendí el brazo a Shiera y comencé a caminar, seguido por los guardias que se pegaron de inmediato a los movimientos de todos los presentes. "Mi vástago descansando Shiera, y espero que en algún momento, nuestros niños puedan compartir una amistad similar a la de sus padres..." afirmé sinceramente, mi vista en los ojos bicolores de la mujer. Riéndome luego por su broma sobre las cosas que hacíamos de jóvenes. Intenté mantener a las otras damas partícipes de la conversación, hasta que un grupo de criadas vinieron a atenderlas en sus necesidades... aunque sabía que ninguna de ellas necesitaba ayuda para nada. Eran mujeres de hierro, capaces de valerse por ellas mismas, pero había que guardar los modales. "Tuvimos nuestros momentos de bandalismo, es verdad. Todavía recuerdo a los pobres aprendices Odar y Anton intentando encontrar la comida y el vino que dos adolescentes habían decidido un mejor destino para su uso..." exclamé divertido. "Nunca ví un maestre tan desesperado por algo..."
Una vez dentro del Faro, entramos a la Antesala del Gran Salón, en el primer piso de la Torre. Describir la enormidad y exquisitez arquitectónica de sus paredes ya había dejado de ser algo cotidiano. Para mí, ver su estructura era normal. "Ahora, si gustáis, puedo hacer que os lleven a sus habitaciones respectivas para que descanséis... los criados ya están llevando sus pertenencias allí y tienen instrucciones de proporcionar todo lo que necesitan... pero si lo prefieren, puedo invitarlas a una copa en mi estudio. Quizás queréis hablar de algo antes de la cena..." dije ésto mirando especialmente a Shiera, la que enarbolaba la bandera de la diplomacia con las Islas. Era momento de saber qué juego jugaba la mujer y su esposo y si se podía confiar en ellos. En la Shiera de antaño no habría dudado, pero hoy no sabía que tipo de mujer era, y éso era lo que debía averiguar.
Svenar Hightower
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
El faro de Antigua. Parecía que había sida hace mil años. En algún momento ella soñó con apoderarse de Antigua. Deseó conquistarla, someterla, llamarla suya. Era un reto al nivel de sus ansias de gloria. Una acción que la haría ganarse el respeto de su pueblo, la fama entre los hombres del hierro y el orgullo de su padre. Pero todos esos sueños y fantasías fueron antes del Drum. Mucho antes del Kraken y de Dorne. Luego ella tuvo que irse a hacer de niñera de los Martell y todo cambió. Y allí estaban. Las vueltas que da la vida. O como dice la Kraken " La guerra y la política hacen extraños compañeros de cama". Ahora Dorne podía declararles la guerra y ella se dirigía en misión diplomática a Antigua. Si bien era cierto que antes el enclave era sólo unos vasallos de los Tyrell a los cuales no tenía demasiado aprecio. Ahora en cambio era un reino que como ellos habían logrado la independencia y eso le despertaba ciertas simpatías y algo de respeto.
Shiera les había reunido en su camarote. Le parecía bien repasar la estrategia aunque para Keira estaba clara. Shiera era amiga del Hightower y mucho más acostumbrada a sus maneras. Ella prefería mantenerse en un segundo plano y dejar a la bastarda que llevase el peso de la seguro aburrida y tediosa conversación. Lo que Keira no sabía era que la estrategia de Shiera era disfrazarla a ella de mesa camilla. - ¿Pero estás beoda? ¡Ni lo sueñes! Antes voy en pelotas. - discutieron, refunfuñó juró, maldijo y hasta lanzó un zapato por la escotilla. Pero entre Shiera, Gwen y el maldito Kalael que la hizo tropezar consiguieron plantarle un vestido. Keira se veía ridícula pero no quería volver a reiniciar la discusión. además en ese momento el señor de Antigua llegaba a la altura del navío para darles la bienvenida.
Dejó que Shiera saliera delante de ella. Recogió su corpiño de cuero y se lo colocó encima del vestido intentando refrenar el escote pues siendo como era un vestido de Shiera a ella le faltaba relleno y caía desbocado. cambió los zapatos por sus habituales botas y se colocó sus armas al cinto. No tenía tiempo para cambiarse del todo, pero al menos se sentía más ella. Dejó que la bastarda hiciera las presentaciones. El tal Svenar era un hombre joven, más de lo que esperaba. Saludó a Shiera con la habitual galantería empalagosa y superficial de los continentales. Keira estuvo a punto de bufar. Esperaba que no se pasaran todo el día hablando de la belleza de su mujer o vomitaría hasta la primera papilla. - Igualmente - contestó escuetamente.
La Kraken memorizó los nombres de los demás hombres y estudió sus rostros. Nunca se sabe cuando alguien o algo puede resultar útil. Se dirigieron hacia la torre. Keira estudió la construcción a medida que se acercaban. Inconscientemente analizaba los datos que su ojo experto consideraba importantes. Numero de guardias, puertas, estado de las murallas... Todo lo que le contara la verdadera situación del nuevo reino de Antigua. Si querían contar con ellos como aliados tenían que saber con qué fuerzas contaban. Al llegar al interior del faro se dirigieron al primer piso. Svenar les ofreció retirarse a descansar pero ellas no habían venido allí a eso. El Hightower sólo tenía ojos para Shiera pero ella no era mujer que gustase de callar. - Aceptaremos esa copa de vino.
Shiera les había reunido en su camarote. Le parecía bien repasar la estrategia aunque para Keira estaba clara. Shiera era amiga del Hightower y mucho más acostumbrada a sus maneras. Ella prefería mantenerse en un segundo plano y dejar a la bastarda que llevase el peso de la seguro aburrida y tediosa conversación. Lo que Keira no sabía era que la estrategia de Shiera era disfrazarla a ella de mesa camilla. - ¿Pero estás beoda? ¡Ni lo sueñes! Antes voy en pelotas. - discutieron, refunfuñó juró, maldijo y hasta lanzó un zapato por la escotilla. Pero entre Shiera, Gwen y el maldito Kalael que la hizo tropezar consiguieron plantarle un vestido. Keira se veía ridícula pero no quería volver a reiniciar la discusión. además en ese momento el señor de Antigua llegaba a la altura del navío para darles la bienvenida.
Dejó que Shiera saliera delante de ella. Recogió su corpiño de cuero y se lo colocó encima del vestido intentando refrenar el escote pues siendo como era un vestido de Shiera a ella le faltaba relleno y caía desbocado. cambió los zapatos por sus habituales botas y se colocó sus armas al cinto. No tenía tiempo para cambiarse del todo, pero al menos se sentía más ella. Dejó que la bastarda hiciera las presentaciones. El tal Svenar era un hombre joven, más de lo que esperaba. Saludó a Shiera con la habitual galantería empalagosa y superficial de los continentales. Keira estuvo a punto de bufar. Esperaba que no se pasaran todo el día hablando de la belleza de su mujer o vomitaría hasta la primera papilla. - Igualmente - contestó escuetamente.
La Kraken memorizó los nombres de los demás hombres y estudió sus rostros. Nunca se sabe cuando alguien o algo puede resultar útil. Se dirigieron hacia la torre. Keira estudió la construcción a medida que se acercaban. Inconscientemente analizaba los datos que su ojo experto consideraba importantes. Numero de guardias, puertas, estado de las murallas... Todo lo que le contara la verdadera situación del nuevo reino de Antigua. Si querían contar con ellos como aliados tenían que saber con qué fuerzas contaban. Al llegar al interior del faro se dirigieron al primer piso. Svenar les ofreció retirarse a descansar pero ellas no habían venido allí a eso. El Hightower sólo tenía ojos para Shiera pero ella no era mujer que gustase de callar. - Aceptaremos esa copa de vino.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Como siempre estaba completamente abrumada y mas por los gustos de Shiera, no tenia idea de absolutamente nada, y menos de como usar un vestido largo, estaba completamente atada y envuelta en seda y lino algo completamente extraño para ella, era una mujer de mar y de poca finura como ella, sus disfrutes tenían poco que ver con los altos cargos y los aristócratas y familias de alta calumnia.. ella era una mujer demasiado simple para esas cosas y con poco tacto, desde que Gwen prácticamente la había secuestrado, bañado en perfume y puesto esa cortina(el vestido), se sentía sofocada, mandando le mensajes de auxilio a la reina, que esta ignoro y disfruto complemente, luego los reunió para explicarles el motivo que estaban ahí, por supuesto, igual ella por el momento seguía como dama de compania, ya que la parte divertido se la había cedido a Keira, ella no estaba muy contenta que digamos, suspiro mientras toqueteaba la tela y hacia muecas, era horrible.
"-¡jovencitas!, estáis preciosas, ¡Kei, no tires del vestido!, estás guapísima, tú también Milah, no arrugues el gesto, somos la representación diplomática de un rey, un poco especial, pero rey."las reto la reina, y ella hizo un doble gesto de horror...
-Shiera, querida, tu eres la diplomática yo soy una pirata, esto es horrible.. maten me ahora... - lamentaba mientras acompañaba a la reina y a los otros a la bienvenida, enfrentarse con un enorme y furioso monstruo marino era mucho mas divertido que usar seda, era un hecho definitivo...
Luego que bajaran, fueron presentadas a la persona que al parecer era un viejo conocido de la reina, ella realmente no sabia quien era y tampoco le interesaba, y mas que al momento de la presentación de ella, la empezaron a mirar raro el caballero y sus acompañantes, como si fuera un bicho raro, se debía que sus rasgos particulares de su madre, no eran del poniente, después de todo sus padres luego de casarse se había instalado ahí, pero por una extraña razón todos tenían esa reacción tonta y sin sentido...Aunque su amado Ulises no fue el caso, como lo extrañaba, suspiro y le respondió el saludo asintiendo y arqueando la ceja porque seguía mirándola extraño y ahora no eran sus rasgos sino su apellido, cada vez mas esa gente la miraba mas raro y eso le molestaba..
Mientras caminaban a aquel faro, el trataba de integrarlas a la conversación que tenia con la reina, ella sonreía falsamente y arqueaba la ceja, ya que aquellos la trataban como una dama, pobre si supieran donde tenia escondida su hermosa daga no pensarían lo mismo... Más tarde Shiera seguramente la retaría por ser tan poco cortes...
Apoyándose en Keira, acepto también la copa de vino, no se alejaría de Shiera por nada, no iba a permitir que algo le pasara mas allá de que fuera una visita diplomática, ella no confiaba en nadie, y menos en alguien o algunos de aquel extraño lugar siempre preparada...
"-¡jovencitas!, estáis preciosas, ¡Kei, no tires del vestido!, estás guapísima, tú también Milah, no arrugues el gesto, somos la representación diplomática de un rey, un poco especial, pero rey."las reto la reina, y ella hizo un doble gesto de horror...
-Shiera, querida, tu eres la diplomática yo soy una pirata, esto es horrible.. maten me ahora... - lamentaba mientras acompañaba a la reina y a los otros a la bienvenida, enfrentarse con un enorme y furioso monstruo marino era mucho mas divertido que usar seda, era un hecho definitivo...
Luego que bajaran, fueron presentadas a la persona que al parecer era un viejo conocido de la reina, ella realmente no sabia quien era y tampoco le interesaba, y mas que al momento de la presentación de ella, la empezaron a mirar raro el caballero y sus acompañantes, como si fuera un bicho raro, se debía que sus rasgos particulares de su madre, no eran del poniente, después de todo sus padres luego de casarse se había instalado ahí, pero por una extraña razón todos tenían esa reacción tonta y sin sentido...Aunque su amado Ulises no fue el caso, como lo extrañaba, suspiro y le respondió el saludo asintiendo y arqueando la ceja porque seguía mirándola extraño y ahora no eran sus rasgos sino su apellido, cada vez mas esa gente la miraba mas raro y eso le molestaba..
Mientras caminaban a aquel faro, el trataba de integrarlas a la conversación que tenia con la reina, ella sonreía falsamente y arqueaba la ceja, ya que aquellos la trataban como una dama, pobre si supieran donde tenia escondida su hermosa daga no pensarían lo mismo... Más tarde Shiera seguramente la retaría por ser tan poco cortes...
Apoyándose en Keira, acepto también la copa de vino, no se alejaría de Shiera por nada, no iba a permitir que algo le pasara mas allá de que fuera una visita diplomática, ella no confiaba en nadie, y menos en alguien o algunos de aquel extraño lugar siempre preparada...
Milah Valenciano- Ciudadano
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
¡Vaya dos patas para un banco!, pensó por un segundo, divertida, al ver lo incomodas que estaban con esos preciosos vestidos, que ella se había tomado la molestia de encargar, ellas no se daban cuenta de lo guapas que se veían, estaba segura que las miradas de admiración que levantaban, eran interpretadas por ambas como ser observadas como bichos raros. No podía esperar menos de Keira, cuando la vio, había modificado esa preciosa túnica de seda salvaje con esos peculiares accesorios suyos, su corsé de cuero, y las botas, pese a lo que ambas creyeran y los complementos que había añadido, eran unas mujeres muy atractivas, cosa que no conseguía inculcar en esas mentes cabezonas. No tenía más remedio que resignarse, ¡quién podía meter en cintura a esas dos damas piratas!
Con la copa de vino en la mano Millah comenzó a ejercer su trabajo de guardaespaldas con Drass, que no estaba de muy buen humor, le habían plantado una copa de vino, cuando él quería una jarra de cerveza, llamó a dos de sus hombres, no sin antes dar instrucciones a Millah, acompañado por los sirvientes, se dirigió a inspeccionar los aposentos asignados, y controlar el equipaje, excepto unos paquetes que dejaron en una mesa. Kalael, parecía, que de repente, había recuperado los buenos modales, se limitó a poner ojitos a las otras damas, por si le caía algo, ya que su esposo no estaba para darle chucherías por la espalda, seguro que pensaría que regresaba de nuevo a un lugar tan aburrido como Desembargo, lo expresó mediante un bostezo, dejando caer su cabezota entre sus patas delanteras.
Aceptó la copa de vino con una leve inclinación de cabeza, hacia tiempo que no bebía dorado, tampoco era una fanática de ese vino, le gustaba más la sidra con miel de las islas, y siguiendo viejas costumbres, despistar el cuerno o la copa de cerveza de su marido, -el dorado, haciendo un leve mohín, - sigue siendo exquisito, sin embargo, has de reconocer, que su sabor era mejor en nuestra adolescencia, cuando se "adquiría" en las bodegas de la Torre de los Maestres, un gesto travieso iluminó su rostro, cómplice como en tiempos pasados, -¡lástima que hayamos crecido! ¿Te imaginas si Lord...?, una cosa, ¿eres rey?, bueno dos reyes, muy serios, haciendo una incursión nocturna en la torre, para robar, ¡ejem!, "adquirir" vino para la cena, ¡qué aburrido es crecer!
Buscó con la mirada a la esposa de Svenar, pero no la localizó, había traído unos pequeños presentes, un leve gesto fue suficiente, la doncella se acercó, seguida de dos hombres que portaban unos paquetes, le pasó, primero, uno rectangular, envuelto en una pieza de seda, con el kraken dorado bordado, - esto es para ti, para tu biblioteca particular, es una historia de la Fortaleza Negra y los ancestros de los Greyjoy, en los meses que llevo en Pike, he logrado traducir el texto a la lengua común, y ordenado a mis ayudantes que la iluminen, estoy orgullosa de ella, fuera de Pike, no existe una copia de esta calidad, pues traigo una para los maestres para su estudio, sin esta particularidad, las otras dos están en las islas, una para mi biblioteca privada y otra, es un regalo para mi esposo, que todavía no ha visto, de hecho la tenía en el barco, para entregársela a la vuelta, en la escala que haría en las Escudos.
Gwen le entregó un segundo y tercer paquete, el primero de ambos, contenía una pequeña caja, tallada en hueso de morsa, - hace algún tiempo mande hacer dos joyas parecidas, para un familiar, y para un amigo muy especial. Sancionaba la amistad entre su casa, Lannister, y la mía, Greyjoy, uniendo un kraken y un león, era el símbolo de una alianza, con la promesa de protección mutua.
Abrió la caja, en su interior descansaba una placa, grabada, un kraken protegía la ciudad del faro del ataque de una armada de navíos con el emblema de la rosa, - es una propuesta de alianza, que te comentaré en privado, como la que hace unos meses acordamos con Tybolt, que supongo te comunicaría antes de fallecer, yo en esos momentos no podía viajar, pues mi embarazo lo impedía.
La segunda caja contenía otra pequeña placa, un león, en oro blanco, protegía a un bebé, - es una promesa personal, para tu estirpe, se nublaron sus ojos por un segundo, - me vincula como la promesa realizada a Tybolt, a través de mi sobrino, con los hijos de su hermana, asunto que deseo tratar contigo, como amigo que eras de él, y amigo mío, temo por esos niños.
Una caja de mayor tamaño terminaba los presentes de la Reina para con su amigo, una docena de animalitos descansaban en su interior, de formas redondeadas, de madera pulida, sin esquirlas, - resulta que uno de los escoltas especiales de mi hija, con la nada despreciable edad de ocho días del nombre, es un maestro tallando madera, le encargué estos animalitos para tu bebé, espero que juegue mucho con ellos, tras este vino, me gustaría tener una conversación privada, a la que si lo ves necesario asistirá la princesa, pues Millah quiere comprar algunas cosas en el puerto.
Con la copa de vino en la mano Millah comenzó a ejercer su trabajo de guardaespaldas con Drass, que no estaba de muy buen humor, le habían plantado una copa de vino, cuando él quería una jarra de cerveza, llamó a dos de sus hombres, no sin antes dar instrucciones a Millah, acompañado por los sirvientes, se dirigió a inspeccionar los aposentos asignados, y controlar el equipaje, excepto unos paquetes que dejaron en una mesa. Kalael, parecía, que de repente, había recuperado los buenos modales, se limitó a poner ojitos a las otras damas, por si le caía algo, ya que su esposo no estaba para darle chucherías por la espalda, seguro que pensaría que regresaba de nuevo a un lugar tan aburrido como Desembargo, lo expresó mediante un bostezo, dejando caer su cabezota entre sus patas delanteras.
Aceptó la copa de vino con una leve inclinación de cabeza, hacia tiempo que no bebía dorado, tampoco era una fanática de ese vino, le gustaba más la sidra con miel de las islas, y siguiendo viejas costumbres, despistar el cuerno o la copa de cerveza de su marido, -el dorado, haciendo un leve mohín, - sigue siendo exquisito, sin embargo, has de reconocer, que su sabor era mejor en nuestra adolescencia, cuando se "adquiría" en las bodegas de la Torre de los Maestres, un gesto travieso iluminó su rostro, cómplice como en tiempos pasados, -¡lástima que hayamos crecido! ¿Te imaginas si Lord...?, una cosa, ¿eres rey?, bueno dos reyes, muy serios, haciendo una incursión nocturna en la torre, para robar, ¡ejem!, "adquirir" vino para la cena, ¡qué aburrido es crecer!
Buscó con la mirada a la esposa de Svenar, pero no la localizó, había traído unos pequeños presentes, un leve gesto fue suficiente, la doncella se acercó, seguida de dos hombres que portaban unos paquetes, le pasó, primero, uno rectangular, envuelto en una pieza de seda, con el kraken dorado bordado, - esto es para ti, para tu biblioteca particular, es una historia de la Fortaleza Negra y los ancestros de los Greyjoy, en los meses que llevo en Pike, he logrado traducir el texto a la lengua común, y ordenado a mis ayudantes que la iluminen, estoy orgullosa de ella, fuera de Pike, no existe una copia de esta calidad, pues traigo una para los maestres para su estudio, sin esta particularidad, las otras dos están en las islas, una para mi biblioteca privada y otra, es un regalo para mi esposo, que todavía no ha visto, de hecho la tenía en el barco, para entregársela a la vuelta, en la escala que haría en las Escudos.
Gwen le entregó un segundo y tercer paquete, el primero de ambos, contenía una pequeña caja, tallada en hueso de morsa, - hace algún tiempo mande hacer dos joyas parecidas, para un familiar, y para un amigo muy especial. Sancionaba la amistad entre su casa, Lannister, y la mía, Greyjoy, uniendo un kraken y un león, era el símbolo de una alianza, con la promesa de protección mutua.
Abrió la caja, en su interior descansaba una placa, grabada, un kraken protegía la ciudad del faro del ataque de una armada de navíos con el emblema de la rosa, - es una propuesta de alianza, que te comentaré en privado, como la que hace unos meses acordamos con Tybolt, que supongo te comunicaría antes de fallecer, yo en esos momentos no podía viajar, pues mi embarazo lo impedía.
La segunda caja contenía otra pequeña placa, un león, en oro blanco, protegía a un bebé, - es una promesa personal, para tu estirpe, se nublaron sus ojos por un segundo, - me vincula como la promesa realizada a Tybolt, a través de mi sobrino, con los hijos de su hermana, asunto que deseo tratar contigo, como amigo que eras de él, y amigo mío, temo por esos niños.
Una caja de mayor tamaño terminaba los presentes de la Reina para con su amigo, una docena de animalitos descansaban en su interior, de formas redondeadas, de madera pulida, sin esquirlas, - resulta que uno de los escoltas especiales de mi hija, con la nada despreciable edad de ocho días del nombre, es un maestro tallando madera, le encargué estos animalitos para tu bebé, espero que juegue mucho con ellos, tras este vino, me gustaría tener una conversación privada, a la que si lo ves necesario asistirá la princesa, pues Millah quiere comprar algunas cosas en el puerto.
Shiera Greyjoy- Nobleza
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Al parecer, todas las damas estaban de acuerdo con encontrarse conmigo en el estudio antes de la cena, lejos de las miradas indiscretas y de los oídos curiosos. Asentí, aprobando la decisión y lideré el camino a mi estudio personal, ubicado en uno de los últimos pisos del Faro. Yo generalmente usaba las escaleras, pero comprendía que no todos tenían el mismo estado físico como para hacerlo, así que les ofrecí a las mujeres que probaran el sistema de poleas y plataformas que, accionado por una decena de hombres, permitía el ascenso de forma más rápida y sin esfuerzo... sólo para los hombres que hacían girar los mecanismos con sus músculos, pero como el sistema solo se usaba en ocasiones especiales, no era ninguna tortura. De hecho, implementar los elevadores había sido idea de uno de los Archimaestres, el cual lo vio en construcción en algún lado de Myr, y propuso hacerlo en la Torre. Fue una inversión mas que acertada.
Una vez dentro del Estudio, me senté de mi lado del escritorio, dejando a mi espalda el ventanal que daba al Mar del Ocaso. La habitación era de forma circular, amplia pero escasamente adornada. Uno que otro estandarte Hightower y algunas esculturas era lo poco que se podía ver en cuanto a decoración, pero sí abundaban las bibliotecas y los papeles aquí y allá. Por supuesto, había asiento para los invitados y había una chimenea, pero el estar en primavera hacía que ésta última cayera en desuso. Antes de sentarme, serví las copas de la estantería de los vinos y licores y me dispuse a escuchar a Shiera, que era la que tenía mayor cantidad de cosas para decir... y la pieza más importante en éste tablero, como el de Sitrang o el de Cyvasse que yo mismo poseía en ésta estancia, ubicado contra los ventanales occidentales.
Sonreí. "Todo tiene mejor sabor de joven... es una lástima que se pierda ese gusto cuando se crece..." asentí, pero enarqué una ceja cuando no supo como referirse a mi título. "Supongo que me olvidé de mandar cuervos con las Noticias... Antigua es un Principado y yo... el Príncipe, por mucho que no me agrade el título. En la antigüedad, mis antepasados también gobernaron con multitud de títulos y los habitantes y ciudadanos ilustres de la ciudad consideraron que era el mejor cargo para ocupar..." me encogí de hombros. Poco me importaban los títulos cuando se trataba de una charla amena. Tomé el libro que me ofrecía y abrí los ojos como si viera una maravilla. Era un hombre de pocos gestos, pero cuando se trataba de libros, alguno que otro se me escapaba... "La historia del Dragón y la Piedra... impresionante. Siempre busqué uno de éstos en los archivos de la Ciudadela y ninguno en buen estado o traducido... os agradezco Milady..." Pero no me dio tiempo a agradecer, pues me había traído más obsequios. Una joya... para alguien especial. Así era. Tybolt había sido alguien especial para ser tan joven... aún hoy recordaba que solo contaba con 20 días del nombre cuando murió a las puertas de Altojardín... siempre me había parecido de mayor edad.
Tomé la placa en gesto solemne, mirándola detenidamente y luego a la mujer de ojos bicolores, dejando que hablara y que me presentara los juguetes para Diana. Ésos últimos me parecieron un gesto tierno, sobre todo viniendo de una mente y habilidad tan jóvenes. "De vuelta, agradezco el gesto Shiera, de verdad. La muerte de Tybolt fue algo trágico e inesperado... y pensar que su padre murió en situaciones similares..." recordaba los hechos como si hubiera sido ayer. Ante la insistencia de mi amiga de una charla a solas, despaché a Ser Robben, al Maestre Marteras y a los guardias, dejando sólo a dos en la puerta de entrada del estudio, pero del lado de afuera. Si la tal Milah, deseaba retirarse, pues que lo hiciera. Era libre de ir a donde le plazca. Aún así, asigné una pequeña escolta para la mujer. Quedamos Shiera, La Princesa Keira y yo en la habitación.
"Ahora hablemos... Shiera, hiciste mención a los hijos de Maekar, los cuales son tu sangre y sangre de Tybolt al mismo tiempo, según tengo entendido, por parte de Sophia, su hermana... Tienes idea de donde se encuentran? O es por éso que has venido a Antigua?" pregunte, de verdad interesado. Esos niños serían competidores por el trono Targaryen... "En cuanto a la Alianza con las Islas. Nada me complacería más, mi amiga. Yo no compito por las Tierras que los Isleños quereis, el Rejo es mi enemigo también y los Tyrell son... gente muy equivocada según mi punto de vista, pero no voy a negar que son fuertes e influentes. El Principado no sobrevivirá sin aliados y es por eso que tiendo la mano a cualquiera dispuesto a querer mi amistad... aún así, entiendo tus buenas intenciones, pero que me garantiza que no mordereis dicha mano? En tí sé que puedo confiar, pero no conozco a Harrald Greyjoy y, sin ofender a ninguna de ustedes, los Isleños no teneis buena reputación justamente..." dije, completamente sincero. Yo de verdad quería la alianza, pero necesitaba seguridades o, por lo menos, pruebas de que no sería un paso en falso. Tomé de mi copa y entrecrucé los dedos de mis manos. "Si una amistad se diera entre las Islas y la Torre, tendréis por seguro que no nos interpondremos en vuestro camino ni a vuestras naves, abriremos rutas comerciales con las Islas y prestaremos ayuda militar cuando sea necesario. El Principado recompensa a sus amigos bien..." dije, dirigiéndome a un cajón, abriéndolo y sacando dos objetos. Para Shiera había hecho confeccionar un libro en el cual se nombraban todas las "Viejas maneras", encuadernado en cuero negro y con un kraken dorado con ojos bicolores. "Soy pésimo para los regalos, pero creo que ésto lo apreciarás más que una joya..." dije, pasando a la Princesa, a quien le tendí un lente Myrense. Era un catalejo de lentes ajustables que permitía ver mucho más lejos y, gracias a estar templado de una forma particular, el mismo impedía que el Sol molestara al usuario. "Sé que sois una persona más práctica que otra cosa, Keira Greyjoy, por éso es que no os regalo con algo que no vayais a usar..." añadí con una media sonrisa. Ahora sí, esperando la propuesta de alianza.
Una vez dentro del Estudio, me senté de mi lado del escritorio, dejando a mi espalda el ventanal que daba al Mar del Ocaso. La habitación era de forma circular, amplia pero escasamente adornada. Uno que otro estandarte Hightower y algunas esculturas era lo poco que se podía ver en cuanto a decoración, pero sí abundaban las bibliotecas y los papeles aquí y allá. Por supuesto, había asiento para los invitados y había una chimenea, pero el estar en primavera hacía que ésta última cayera en desuso. Antes de sentarme, serví las copas de la estantería de los vinos y licores y me dispuse a escuchar a Shiera, que era la que tenía mayor cantidad de cosas para decir... y la pieza más importante en éste tablero, como el de Sitrang o el de Cyvasse que yo mismo poseía en ésta estancia, ubicado contra los ventanales occidentales.
Sonreí. "Todo tiene mejor sabor de joven... es una lástima que se pierda ese gusto cuando se crece..." asentí, pero enarqué una ceja cuando no supo como referirse a mi título. "Supongo que me olvidé de mandar cuervos con las Noticias... Antigua es un Principado y yo... el Príncipe, por mucho que no me agrade el título. En la antigüedad, mis antepasados también gobernaron con multitud de títulos y los habitantes y ciudadanos ilustres de la ciudad consideraron que era el mejor cargo para ocupar..." me encogí de hombros. Poco me importaban los títulos cuando se trataba de una charla amena. Tomé el libro que me ofrecía y abrí los ojos como si viera una maravilla. Era un hombre de pocos gestos, pero cuando se trataba de libros, alguno que otro se me escapaba... "La historia del Dragón y la Piedra... impresionante. Siempre busqué uno de éstos en los archivos de la Ciudadela y ninguno en buen estado o traducido... os agradezco Milady..." Pero no me dio tiempo a agradecer, pues me había traído más obsequios. Una joya... para alguien especial. Así era. Tybolt había sido alguien especial para ser tan joven... aún hoy recordaba que solo contaba con 20 días del nombre cuando murió a las puertas de Altojardín... siempre me había parecido de mayor edad.
Tomé la placa en gesto solemne, mirándola detenidamente y luego a la mujer de ojos bicolores, dejando que hablara y que me presentara los juguetes para Diana. Ésos últimos me parecieron un gesto tierno, sobre todo viniendo de una mente y habilidad tan jóvenes. "De vuelta, agradezco el gesto Shiera, de verdad. La muerte de Tybolt fue algo trágico e inesperado... y pensar que su padre murió en situaciones similares..." recordaba los hechos como si hubiera sido ayer. Ante la insistencia de mi amiga de una charla a solas, despaché a Ser Robben, al Maestre Marteras y a los guardias, dejando sólo a dos en la puerta de entrada del estudio, pero del lado de afuera. Si la tal Milah, deseaba retirarse, pues que lo hiciera. Era libre de ir a donde le plazca. Aún así, asigné una pequeña escolta para la mujer. Quedamos Shiera, La Princesa Keira y yo en la habitación.
"Ahora hablemos... Shiera, hiciste mención a los hijos de Maekar, los cuales son tu sangre y sangre de Tybolt al mismo tiempo, según tengo entendido, por parte de Sophia, su hermana... Tienes idea de donde se encuentran? O es por éso que has venido a Antigua?" pregunte, de verdad interesado. Esos niños serían competidores por el trono Targaryen... "En cuanto a la Alianza con las Islas. Nada me complacería más, mi amiga. Yo no compito por las Tierras que los Isleños quereis, el Rejo es mi enemigo también y los Tyrell son... gente muy equivocada según mi punto de vista, pero no voy a negar que son fuertes e influentes. El Principado no sobrevivirá sin aliados y es por eso que tiendo la mano a cualquiera dispuesto a querer mi amistad... aún así, entiendo tus buenas intenciones, pero que me garantiza que no mordereis dicha mano? En tí sé que puedo confiar, pero no conozco a Harrald Greyjoy y, sin ofender a ninguna de ustedes, los Isleños no teneis buena reputación justamente..." dije, completamente sincero. Yo de verdad quería la alianza, pero necesitaba seguridades o, por lo menos, pruebas de que no sería un paso en falso. Tomé de mi copa y entrecrucé los dedos de mis manos. "Si una amistad se diera entre las Islas y la Torre, tendréis por seguro que no nos interpondremos en vuestro camino ni a vuestras naves, abriremos rutas comerciales con las Islas y prestaremos ayuda militar cuando sea necesario. El Principado recompensa a sus amigos bien..." dije, dirigiéndome a un cajón, abriéndolo y sacando dos objetos. Para Shiera había hecho confeccionar un libro en el cual se nombraban todas las "Viejas maneras", encuadernado en cuero negro y con un kraken dorado con ojos bicolores. "Soy pésimo para los regalos, pero creo que ésto lo apreciarás más que una joya..." dije, pasando a la Princesa, a quien le tendí un lente Myrense. Era un catalejo de lentes ajustables que permitía ver mucho más lejos y, gracias a estar templado de una forma particular, el mismo impedía que el Sol molestara al usuario. "Sé que sois una persona más práctica que otra cosa, Keira Greyjoy, por éso es que no os regalo con algo que no vayais a usar..." añadí con una media sonrisa. Ahora sí, esperando la propuesta de alianza.
Svenar Hightower
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Keira aceptó la copa de vino que le ofrecieron. Nunca decía que no a esa clase de ofrecimientos. El dorado del rejo era suave para su gusto, demasiado, pero prefería algo así para tratar ciertos asuntos. Algo que le mantuviera la mente clara y despejada. Shiera y Svenar se sentaron alrededor de la mesa de la biblioteca. Ella prefirió permanecer de pie. De todas formas no sabía como demonios sentarse con una falda, se enredaba en los tobillos a cada paso y no podría rempantingarse y abrirse de piernas a placer como lo hacía con sus pantalones. Shiera parloteaba sobre su adolescencia con el continental y de las travesuras que hacían. Keira sonrió para sus adentros. Que diferente eran sus recuerdos. Los de ellos entre libros y maestres. Los suyos lidiando con tormentas en el mar de hierro, saqueando aldeas y viendo violar a desgraciadas desde que tuvo uso de razón para saber como sostener una espada o atar un cabo.
Llegó el momento de los regalos. Shiera siempre pensaba en esa clase de detalles. Encontraba algo especial, valioso y diferente para cada persona. Ella seguía sin darle importancia a esas cortesías. Los hombres del Hierro no se hacían regalos. Si alguien quería algo pagaba por ello el precio del hierro. El libro sobre la historia de su casa llamó su atención. Shiera no se lo había contado. Miró por encima del hombro de la bastarda para echarle una ojeada. Cuando volvieran a Pyke le pediría leer uno de esos ejemplares.
Shiera introdujo hábilmente el tema de sus sobrinos. Estaba empeñada en encontrar a esos niños y en llevarlos a las Islas, y cuando se le mete algo entre ceja y ceja a la bastarda... Keira desde luego apostaría por ella. La Kraken la ayudaría a recuperar los en lo que de ella dependiera aunque no tenía tan claro su valía. Sospechaba que la importancia era más sentimental que estratégica, pero de todos modos lo haría por su amiga. Svenar al parecer tenía menos idea que ellas sobre su paradero.
Por fin dejaron los temas banales y se centraron en lo que habían venido a tratar, una alianza. Svenar habló primero y parecía abierto a la idea. Ambos sabían que se necesitaban y que como suele decirse el enemigo de mi enemigo bien puede ser mi amigo. Keira escuchaba con suma atención cada palabra del señor de Antigua. Parecía sensato y realista, eso le gustó. Sabía de lo inestable de su posición y del peligro que representa los Tyrell para su principado. Pero entonces fue más allá a un terreno pantanoso. Siempre la misma mierda sobre los Isleños, estaba harta. Que ella supiera eran los únicos que habían acudido a fondo perdido a ayudar a otro reino en una guerra en la que nada ganaban ni perdían. Y encima habían sido ellos los traicionados. Bufó y dejó la copa de vino sobre la mesa. Respiró hondo y habló ccon alma y mesura- Príncipe Svenar no deberíais hacer caso de habladurías. Sin ir más lejos Antigua goza de una favorable fama de hospitalidad, pero insultáis y de ponéis en duda la palabra de vuestros invitados. Al parecer ambas famas son erróneas, la vuestra y la nuestra.
- ¿Y que clase de reputación tenemos los hombres del Hierro?. Que somos implacables con nuestros enemigos, que somos intratables en el mar. Violentos, aguerridos, valientes, invencibles. Que tomamos lo que nos pertenece por derecho pagando el precio del Hierro y que preferimos la muerte a la derrota. ¿Es eso a lo que os referís? Pues meditad un momento Svenar y contestadme, de príncipe a princesa. A un reino así, ¿querríais tenerlo como aliado o como enemigo?. Haceros esa pregunta y tendréis vuestra respuesta.
No fue brusca ni pretendía sonar amenazante. Solo hablaba con sinceridad y con la pasión que sentía por el hierro. La oferta de Svenar era la habitual en estos casos, un acuerdo de cooperación mutua. Era lo que esperaba y a por lo que habían venido. Se relajó y permitió que Shiera hiciera los honores de detallar la oferta de las Islas. Al fin y al cabo, ellos disfrutaban más de la conversación mutua.
Llegó el momento de los regalos. Shiera siempre pensaba en esa clase de detalles. Encontraba algo especial, valioso y diferente para cada persona. Ella seguía sin darle importancia a esas cortesías. Los hombres del Hierro no se hacían regalos. Si alguien quería algo pagaba por ello el precio del hierro. El libro sobre la historia de su casa llamó su atención. Shiera no se lo había contado. Miró por encima del hombro de la bastarda para echarle una ojeada. Cuando volvieran a Pyke le pediría leer uno de esos ejemplares.
Shiera introdujo hábilmente el tema de sus sobrinos. Estaba empeñada en encontrar a esos niños y en llevarlos a las Islas, y cuando se le mete algo entre ceja y ceja a la bastarda... Keira desde luego apostaría por ella. La Kraken la ayudaría a recuperar los en lo que de ella dependiera aunque no tenía tan claro su valía. Sospechaba que la importancia era más sentimental que estratégica, pero de todos modos lo haría por su amiga. Svenar al parecer tenía menos idea que ellas sobre su paradero.
Por fin dejaron los temas banales y se centraron en lo que habían venido a tratar, una alianza. Svenar habló primero y parecía abierto a la idea. Ambos sabían que se necesitaban y que como suele decirse el enemigo de mi enemigo bien puede ser mi amigo. Keira escuchaba con suma atención cada palabra del señor de Antigua. Parecía sensato y realista, eso le gustó. Sabía de lo inestable de su posición y del peligro que representa los Tyrell para su principado. Pero entonces fue más allá a un terreno pantanoso. Siempre la misma mierda sobre los Isleños, estaba harta. Que ella supiera eran los únicos que habían acudido a fondo perdido a ayudar a otro reino en una guerra en la que nada ganaban ni perdían. Y encima habían sido ellos los traicionados. Bufó y dejó la copa de vino sobre la mesa. Respiró hondo y habló ccon alma y mesura- Príncipe Svenar no deberíais hacer caso de habladurías. Sin ir más lejos Antigua goza de una favorable fama de hospitalidad, pero insultáis y de ponéis en duda la palabra de vuestros invitados. Al parecer ambas famas son erróneas, la vuestra y la nuestra.
- ¿Y que clase de reputación tenemos los hombres del Hierro?. Que somos implacables con nuestros enemigos, que somos intratables en el mar. Violentos, aguerridos, valientes, invencibles. Que tomamos lo que nos pertenece por derecho pagando el precio del Hierro y que preferimos la muerte a la derrota. ¿Es eso a lo que os referís? Pues meditad un momento Svenar y contestadme, de príncipe a princesa. A un reino así, ¿querríais tenerlo como aliado o como enemigo?. Haceros esa pregunta y tendréis vuestra respuesta.
No fue brusca ni pretendía sonar amenazante. Solo hablaba con sinceridad y con la pasión que sentía por el hierro. La oferta de Svenar era la habitual en estos casos, un acuerdo de cooperación mutua. Era lo que esperaba y a por lo que habían venido. Se relajó y permitió que Shiera hiciera los honores de detallar la oferta de las Islas. Al fin y al cabo, ellos disfrutaban más de la conversación mutua.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Ella apenas entro a la habitación y tomo su copa de vino, junto con el capitán, el cual estaba renegando porque era vino y no cerveza, aunque ella lo comprendía al 100%, se pusieron a caminar por esa habitación observando que no allá ningún intruso o que la reina estuviera en peligro, luego que ella y el capitán se unieran calmado por la seguridad de la reina y haber tomado su trago, Shiera, Svenar y Keira se entablaron en una conversación, ella y el capitn pasaron a segundo bando, el capitan se instaló al lado de la mesita donde estaba en vino y ella al lado de un ventanal donde otros guardias del dueño de casa la miraban raro, si ella por ser una mujer de hierro era raro y mas por sus facciones y su apellido y ellos no lo dejaban de demostrar que era rara.. encima mas con la falda esa..
Apenas escuchó a la reina decir que ella necesitaba ir al puerto, sonrió feliz.. libertad absoluta lejos de las maneras y los vestidos largos, mientras el "le daba" el permiso, ella saco su daga y acuchillo el vestido haciéndole dos tajos al costado para mejor movimientos, con dicho accion, Shiera le mando una mirada alarmante y llena de angustia.. ella usaba vestidos largos y cerrados, Milah NO!
-Grandioso! una niñera lo ultimo que me faltaba - fumo ella mientras se dirigía a la salida de aquel lugar con la "compania indeseada" para poder llegar al puerto de la ciudad para hacer lo que ella había venido hacer ... después de todo estaba ahí por ese motivo...
Apenas escuchó a la reina decir que ella necesitaba ir al puerto, sonrió feliz.. libertad absoluta lejos de las maneras y los vestidos largos, mientras el "le daba" el permiso, ella saco su daga y acuchillo el vestido haciéndole dos tajos al costado para mejor movimientos, con dicho accion, Shiera le mando una mirada alarmante y llena de angustia.. ella usaba vestidos largos y cerrados, Milah NO!
-Grandioso! una niñera lo ultimo que me faltaba - fumo ella mientras se dirigía a la salida de aquel lugar con la "compania indeseada" para poder llegar al puerto de la ciudad para hacer lo que ella había venido hacer ... después de todo estaba ahí por ese motivo...
Milah Valenciano- Ciudadano
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Keira era así, puro nervio y pura pasión, no podía evitar emocionarse al hablar de su gente, de sus islas, la sinceridad era uno de sus defectos, pero su mayor virtud, pues demostraba su nobleza y ser alguien sin dobleces, la amiga que cualquiera querría tener, pues sabes que nunca te fallaría. Era la persona en la que confiaba a ciegas, tanto o más que en su esposo, era más que evidente que se podía oler su señorío a varias millas de distancia.
Cuando se hubieron quedado solos, la reina se sentó y tomó la palabra, - así que príncipe, pues Antigua merece ser un reino, pero ya sabes lo que me importan a mí los títulos, solo son pura razón social, lo que interesa es la valía de la persona, y tu eres amigo mío desde, bueno no pongamos edades, que luego dicen que conservo mi juventud bañándome en sangre de jovencitas, y que hice un pacto con un antiguo dios ancestral, le guiñó un ojo divertida, desde que se conocían siempre bromeaba con los odiosos rumores.
- Existen varios asuntos que quiero tratar, Svenar, sobre todo tras los sucesos acaecidos en los últimos meses, en los cuales hemos perdido familiares, amigos, vasallos, civiles, campesinos y muchos jóvenes, de una generación que prometía grandes hazañas y se han perdido en la acción humana más absurda y sin sentido, el pasado se ha desdibujado, no podemos recuperarlo, y debemos comenzar a diseñar el futuro.
Todo su mundo se había transformado, se estaba comenzando a establecer un staus quo diferente, había que empezar a tomar posturas definitivas, el equilibrio de fuerzas era desigual, y los que golpean primero lo hacen dos veces, monarcas, príncipes, lores, solo eran denominaciones en un papel, o un simple murmullo, deberían afianzarse.
-Mi señor, firmó un pacto no escrito con Lord Damon Lannister, que perdió la vida en mis brazos, fui la última persona que vieron sus ojos, fui la que se los cerró, yo me encargué que sus despojos no fueran violentados y que tuviera los honores que los Siete destinan a sus fieles, como también guardé su sello para que llegara a manos de su hijo, pese a que todos estaban como urracas para quedarse con él. Ella había comunicado a Tybolt los sucesos que desembocaron en la muerte de su padre, como habían pactado una alianza en un encuentro secreto en Fuerte de la Desolación.
-La cuestión es que tras este intervalo de tiempo, todos nos estamos preparando para continuar, nadie admite que quiera guerra, pero lo acaecido hace unos meses se ha cerrado en falso.
Le comentó sus preocupaciones, incidiendo en su experiencia como diplomática y analista de ciertas cuestiones, después de la guerra, era más que lógico que el Dominio, Tormentas, y como quería Garlan, el norte se uniera con un matrimonio. Le expuso que había intentado que Rose se casara con Baelor, para evitar una guerra y salvaguardar a sus sobrinos, pero Garlan se había negado. No tenía ni idea de donde se encontraba su sobrino, lo último que había conocido era que sería enviado al muro, había tratado de intervenir, pero se encontró con una postura prepotente de su hermano, sabía de su amor por Rose, pero no conocía nada más, Shiera fue desgranado poco a poco la información. Solo Keira sabía lo que había sufrido por su familia en esos meses, en parte por el abandono de muchos, y por no poder proteger a otros.
Tomó la mano de su amigo, -mírame a los ojos, nos conocemos desde hace muchos años. Los hombres de Hierro, no desean Antigua, somos isleños, yo ahora también, pese a que odio a muerte navegar, solo queremos tu neutralidad si atacamos Rejo, sé que son enemigos tuyos, se aliaran con el Dominio, y harán pinza contra ti. Desde la isla controlaremos el ataque del Dominio por mar, no has de preocuparte. Reforzaremos la costa, tienes a gente en Las Escudo si necesitas ayuda. Comerciaremos, ningún barco Greyjoy asaltará a los tuyos, y si lo ves necesario solicita escolta, el acero fluirá para que puedas hacer armas, como esperamos tus bienes en Pike.
Esa era su propuesta oficial, la que deseaba su esposo, pero estaba la personal, la que ella quería, esperaba poder decírsela sin que sus sentimientos se reflejaran en su rostro, sobre todo el temor por esos bebés.
Cuando se hubieron quedado solos, la reina se sentó y tomó la palabra, - así que príncipe, pues Antigua merece ser un reino, pero ya sabes lo que me importan a mí los títulos, solo son pura razón social, lo que interesa es la valía de la persona, y tu eres amigo mío desde, bueno no pongamos edades, que luego dicen que conservo mi juventud bañándome en sangre de jovencitas, y que hice un pacto con un antiguo dios ancestral, le guiñó un ojo divertida, desde que se conocían siempre bromeaba con los odiosos rumores.
- Existen varios asuntos que quiero tratar, Svenar, sobre todo tras los sucesos acaecidos en los últimos meses, en los cuales hemos perdido familiares, amigos, vasallos, civiles, campesinos y muchos jóvenes, de una generación que prometía grandes hazañas y se han perdido en la acción humana más absurda y sin sentido, el pasado se ha desdibujado, no podemos recuperarlo, y debemos comenzar a diseñar el futuro.
Todo su mundo se había transformado, se estaba comenzando a establecer un staus quo diferente, había que empezar a tomar posturas definitivas, el equilibrio de fuerzas era desigual, y los que golpean primero lo hacen dos veces, monarcas, príncipes, lores, solo eran denominaciones en un papel, o un simple murmullo, deberían afianzarse.
-Mi señor, firmó un pacto no escrito con Lord Damon Lannister, que perdió la vida en mis brazos, fui la última persona que vieron sus ojos, fui la que se los cerró, yo me encargué que sus despojos no fueran violentados y que tuviera los honores que los Siete destinan a sus fieles, como también guardé su sello para que llegara a manos de su hijo, pese a que todos estaban como urracas para quedarse con él. Ella había comunicado a Tybolt los sucesos que desembocaron en la muerte de su padre, como habían pactado una alianza en un encuentro secreto en Fuerte de la Desolación.
-La cuestión es que tras este intervalo de tiempo, todos nos estamos preparando para continuar, nadie admite que quiera guerra, pero lo acaecido hace unos meses se ha cerrado en falso.
Le comentó sus preocupaciones, incidiendo en su experiencia como diplomática y analista de ciertas cuestiones, después de la guerra, era más que lógico que el Dominio, Tormentas, y como quería Garlan, el norte se uniera con un matrimonio. Le expuso que había intentado que Rose se casara con Baelor, para evitar una guerra y salvaguardar a sus sobrinos, pero Garlan se había negado. No tenía ni idea de donde se encontraba su sobrino, lo último que había conocido era que sería enviado al muro, había tratado de intervenir, pero se encontró con una postura prepotente de su hermano, sabía de su amor por Rose, pero no conocía nada más, Shiera fue desgranado poco a poco la información. Solo Keira sabía lo que había sufrido por su familia en esos meses, en parte por el abandono de muchos, y por no poder proteger a otros.
Tomó la mano de su amigo, -mírame a los ojos, nos conocemos desde hace muchos años. Los hombres de Hierro, no desean Antigua, somos isleños, yo ahora también, pese a que odio a muerte navegar, solo queremos tu neutralidad si atacamos Rejo, sé que son enemigos tuyos, se aliaran con el Dominio, y harán pinza contra ti. Desde la isla controlaremos el ataque del Dominio por mar, no has de preocuparte. Reforzaremos la costa, tienes a gente en Las Escudo si necesitas ayuda. Comerciaremos, ningún barco Greyjoy asaltará a los tuyos, y si lo ves necesario solicita escolta, el acero fluirá para que puedas hacer armas, como esperamos tus bienes en Pike.
Esa era su propuesta oficial, la que deseaba su esposo, pero estaba la personal, la que ella quería, esperaba poder decírsela sin que sus sentimientos se reflejaran en su rostro, sobre todo el temor por esos bebés.
Shiera Greyjoy- Nobleza
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
La Princesa Keira decidió hacer uso de su tan mentada pasión por la defensa de los suyos. No me sorprendí, de hecho admiraba su fervor, pero en las charlas diplomáticas era mejor dejar que los sentimientos no se mostraran. La escuché sin interrumpirla ni mostrar enojo, pues no lo estaba. Ella tenía un punto después de todo, pero las leyendas se forjaban a partir del acero de la realidad. Mi palma diestra descansaba sobre mi boca en gesto de indagación. Luego, me dispuse a hablar. "Princesa, amais a vuestro pueblo por lo que puedo ver... por lo tanto sabrá lo que es buscar lo mejor para el mismo. Ésa es mi situación. No me puede culpar por ser precavido... nunca negué la valía de los Hombres de Hierro, simplemente tomo mis decisiones con cuidado, nada más." respondí, para luego agregar. "En cuanto a la fama de los Isleños, bien saben, y no me lo pueden negar, que el precio de hierro que ustedes pagan por lo que toman no siempre es el precio por el que se venden los continentales. Allí es donde se encuentra la discordancia y, por estrecha relación, la desconfianza... No hay campesino, pescador, tabernero, o noble que no diga lo mismo en el continente. Las famas se crean a partir de realidades..." expliqué, abriéndome paso para mi declaración final respecto al tema. "Antigua no os ha insultado, y Shiera podría decirle lo mismo, un insulto habría sido no ser sincero con vosotras... es un insulto exponer las dudas de frente? Porque aquí en el Faro no lo es..." concluí tranquilamente, mirando a mi amiga, que parecía ansiosa por hablar.
El nuevo futuro... así era. Shiera tenía razón con respecto a éso, porque yo mismo lo había pregonado. Un nuevo régimen y nuevas reglas de juego se cernían sobre el tablero. No había dragones, ni negros ni rojos, que gobernaran, lamiéndose las heridas lejos en vaya a saber el Desconocido donde. Los regentes ascendían y descendían, y las notas de la nueva canción eran improvisadas por el músico del destino. "No... la guerra no ha terminado. Sólo ha comenzado... la verdadera partida está poniéndose en marcha, y los jugadores deben prepararse para no perder piezas antes de darse cuenta de que lo hicieron..." reflexioné, mas para mi mismo que para las presentes. Me levanté de la silla y fui a mirar directamente el ventanal que daba al Mar del Ocaso.
Escuché las noticias con respecto a Garlan y a sus planes. Los tres nuevos reinos, el Norte, el Dominio y las Tormentas, uniéndose mediante matrimonios. Los rumores sobre el exilio de Baelor la Norte no eran desconocidos, pero escucharlos nuevamente no hicieron otra cosa que amargar la cuestión. Mi gesto adusto no cambió, sólo mis ojos se agravaron levemente. Sentí mi mano ser tomada por las de Shiera y la miré de reojo, escuchándola. Tras meditarlo unos segundos más, le palmee afectuosa mente los dedos y asentí. "De acuerdo Milady, acordamos... Las Islas y el Faro colaborarán. El Rejo es vuestro y las rutas de comercio de Antigua se abren para los hombres de hierro. No interferiremos con vuestros planes, siempre y cuando no interferais en los nuestros. No levantaremos en armas contra vosotros, a menos que ustedes lo hagais contra nosotros, pero dadas las circunstancias, dudo que así sea." sonreí. Siempre era mejor hacer un amigo que un enemigo. El tiempo diría que tan valiosas eran las promesas y juramentos para los Isleños.
Miré los ojos bicolores de Shiera. Algo más parecía turbarla. "Pero éso no era lo único que querías pedirme... verdad Shiera?" pregunté de forma perceptiva.
El nuevo futuro... así era. Shiera tenía razón con respecto a éso, porque yo mismo lo había pregonado. Un nuevo régimen y nuevas reglas de juego se cernían sobre el tablero. No había dragones, ni negros ni rojos, que gobernaran, lamiéndose las heridas lejos en vaya a saber el Desconocido donde. Los regentes ascendían y descendían, y las notas de la nueva canción eran improvisadas por el músico del destino. "No... la guerra no ha terminado. Sólo ha comenzado... la verdadera partida está poniéndose en marcha, y los jugadores deben prepararse para no perder piezas antes de darse cuenta de que lo hicieron..." reflexioné, mas para mi mismo que para las presentes. Me levanté de la silla y fui a mirar directamente el ventanal que daba al Mar del Ocaso.
Escuché las noticias con respecto a Garlan y a sus planes. Los tres nuevos reinos, el Norte, el Dominio y las Tormentas, uniéndose mediante matrimonios. Los rumores sobre el exilio de Baelor la Norte no eran desconocidos, pero escucharlos nuevamente no hicieron otra cosa que amargar la cuestión. Mi gesto adusto no cambió, sólo mis ojos se agravaron levemente. Sentí mi mano ser tomada por las de Shiera y la miré de reojo, escuchándola. Tras meditarlo unos segundos más, le palmee afectuosa mente los dedos y asentí. "De acuerdo Milady, acordamos... Las Islas y el Faro colaborarán. El Rejo es vuestro y las rutas de comercio de Antigua se abren para los hombres de hierro. No interferiremos con vuestros planes, siempre y cuando no interferais en los nuestros. No levantaremos en armas contra vosotros, a menos que ustedes lo hagais contra nosotros, pero dadas las circunstancias, dudo que así sea." sonreí. Siempre era mejor hacer un amigo que un enemigo. El tiempo diría que tan valiosas eran las promesas y juramentos para los Isleños.
Miré los ojos bicolores de Shiera. Algo más parecía turbarla. "Pero éso no era lo único que querías pedirme... verdad Shiera?" pregunté de forma perceptiva.
Svenar Hightower
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
La kraken escuchó la palabrería del príncipe de Antigua. - Chorradas. Criticar al fuerte es el único recurso de los débiles. Seguro que las ovejas también miran con malos ojos al lobo - bromeó. - ¿Acaso es nuestra culpa su debilidad?. Esos taberneros, pescadores y campesinos pueden empuñar sus armas contra nosotros del mismo modo. Todo hombre del hierro acepta el desafío de la muerte con honor y coraje. - Le molestó que incluyera a Shiera para apoyar su defensa. - Mi señor yo me basto y me sobro para juzgar lo que es una ofensa y lo que no. La sinceridad me gusta y la valoro mucho cuando es necesaria y lleva a algún puerto. No me ofende que lo digáis, me ofende que lo penséis. Dudar de nuestra palabra cuando os ofrecemos una alianza sincera es llamarnos traidores y eso, mi señor, no era necesario ni nos va a llevar a ningún sitio halagüeño. Además sólo estoy siendo sincera como proclamáis, al deciros que no volváis a hablar de nuestra fama si queréis contar con mi aprecio. - La kraken sonrió para suavizar la conversación. Sabía que el asunto dorniense estaba influyendo en su malestar tanto o más que el comentario del Hightower.
- De todos modos demos el asunto por zanjado y ocupémonos de lo que nos trae a vuestra casa.- al fin y al cabo no tenía sentido seguir discutiendo tecnicismos. - Os agradezco el regalo Svenar, haré buen uso de él.
Keira dejó que Shiera y Svenar hablaran. Prefería hacerse pasar por una simple espectadora aunque esa no fuera la realidad. Sólo intervendría si había algo que no le gustara o en lo que no estuviera dispuesta a transigir. De todos modos esperaba no tener que hacerlo. La amistad entre ellos era antigua y sincera y ambos parecían dispuestos a entenderse. además por mucho que Svenar disimulase, él necesitaba a los hombres del hierro tanto o más que ellos a Antigua. Podía hacerse de rogar todo lo que quisiera, pero ambos sabían que acabaría aceptando. Por eso Keira no entendía toda esa palabrería. - "En fin, cosas de los continentales" - suspiró para si misma mientras se dedicaba a observar el regalo del Hightower y a mirar por la ventana a través de él.
Shiera le explicó con extraordinaria claridad la situación y los probables movimientos y alianzas de los enemigos. Ellas habían hablado muchas veces sobre ello. Nada había seguro, como no lo hay nunca en la guerra. pero la lógica y las tripas les decían que eso era lo peor que les podía pasar. una triple alianza a la que Olyvar había incluido a Dorne. Quien sabe si por salvar su pellejo o porque tenía parte de verdad. Los reinos no tardarían en posicionarse y trazar nuevos planes. Un reino desgarrado y maltrecho como este era el campo de cultivo perfecto para buitres y chacales. Pronto pelearían como perros por llevarse el pedazo más grande de todos aquellos despojos.
Shiera expuso la propuesta. Alianza comercial y militar. Sencillo y directo. Antigua aceptó y keira asintió satisfecha. Se dirigió a Svenar y le tendió la mano. - Os doy mi palabra, junto con la de mi reina.
- De todos modos demos el asunto por zanjado y ocupémonos de lo que nos trae a vuestra casa.- al fin y al cabo no tenía sentido seguir discutiendo tecnicismos. - Os agradezco el regalo Svenar, haré buen uso de él.
Keira dejó que Shiera y Svenar hablaran. Prefería hacerse pasar por una simple espectadora aunque esa no fuera la realidad. Sólo intervendría si había algo que no le gustara o en lo que no estuviera dispuesta a transigir. De todos modos esperaba no tener que hacerlo. La amistad entre ellos era antigua y sincera y ambos parecían dispuestos a entenderse. además por mucho que Svenar disimulase, él necesitaba a los hombres del hierro tanto o más que ellos a Antigua. Podía hacerse de rogar todo lo que quisiera, pero ambos sabían que acabaría aceptando. Por eso Keira no entendía toda esa palabrería. - "En fin, cosas de los continentales" - suspiró para si misma mientras se dedicaba a observar el regalo del Hightower y a mirar por la ventana a través de él.
Shiera le explicó con extraordinaria claridad la situación y los probables movimientos y alianzas de los enemigos. Ellas habían hablado muchas veces sobre ello. Nada había seguro, como no lo hay nunca en la guerra. pero la lógica y las tripas les decían que eso era lo peor que les podía pasar. una triple alianza a la que Olyvar había incluido a Dorne. Quien sabe si por salvar su pellejo o porque tenía parte de verdad. Los reinos no tardarían en posicionarse y trazar nuevos planes. Un reino desgarrado y maltrecho como este era el campo de cultivo perfecto para buitres y chacales. Pronto pelearían como perros por llevarse el pedazo más grande de todos aquellos despojos.
Shiera expuso la propuesta. Alianza comercial y militar. Sencillo y directo. Antigua aceptó y keira asintió satisfecha. Se dirigió a Svenar y le tendió la mano. - Os doy mi palabra, junto con la de mi reina.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Eran tan amigos, habían compartido muchas cosas, que no podía engañarle, aunque lo hubiera querido. –Svenar, los hijos de Maekar, son amados por mí, por dos partes, la que más me toca, son hijos de mi sobrino Maekar, sabes que tanto Baelor y Maekar eran muy amados, eran…, la voz de la reina se quebró, era muy doloroso para ella, nadie como el señor de Antigua comprendería que el interés por esos niños no era político, sino personal.
Maekar había sido pupilo de Harrald, y se había convertido en un hombre de hierro, pese a su juventud los piratas le respetaban y le admitían como uno de los suyos. –No deseo que esos niños sufran malas experiencias, como tampoco mi cuñada y la única sobrina que me queda, no es condición indispensable que vengan a Pike, pero sí que no planifiquen un futuro para la niña que la condene a ser una septa y a su hermano un hombre sin importancia, cuando por sus venas corre sangre de reyes.
Le comentó que la espora de su hermano le había enviado un cuervo desde Lanza, era las últimas noticias conocidas sobre esa parte de la familia, como el cuervo de Maekar que afirmaba que seguían en Dorne, ignoraba su actual paradero, - Millah está en el puerto lanzado un anzuelo a ver si alguien sabe donde puedan estar. Espero que el odio de Marón hacia los Targaryen, sea menor que el amor a su familia, pues son nietos de su hermana, pero son pequeños, frágiles y molestos para todos, para los Lannister por ser los herederos de Tybolt, para los Fuegoscuros por ser Targaryen y para Dorne por ser los nieto de su princesa, que en estas circunstancias podría hacer valer sus derechos dinásticos, pese a haber abdicado en Maron, Debemos salñvar a todos, a los niños a mi familia, y a Sopphia.
Ya le quedaba poca familia, muchos habían muerto, y cada rumor que la llegaba la angustiaba, pues no sabía si portarían noticias de muerte. – si se quedan en Antigua, sé que serán educados como merecen, y si vienen a Pike, igual.
La tristeza se reflejaba en sus ojos de diferente color, no quiso seguir hablando del tema que tanto daño la producía, sonrió forzando una alegría que no sentía en ese momento.
Arrugó la naricilla en su gesto habitual, el que mantenía desde la niñez, -también tengo que pedirte otra cosa más prosaica, unos cuervos amaestrados, para poder comunicarme con el culo inquieto de mi esposo y mi amiga, la princesa, que cuando menos cuenta me doy desaparece, y otro para Bjorn, mi cuñado, que ejerce habitualmente de castellano de Pike, cuando Keira y mi esposo, o, en este caso, yo misma, estamos fuera de las islas.
Sólo faltaba cerrar las rutas comerciales, establecer los acuerdos y la parte más aburrida y prosaica de la vista se había zanjado, le comunicó que quería consultar unos libros de la biblioteca de su maestro, así como comprar otros en sus libreros habituales, y algunos regalos para su familia.
Se acercó, guiñando divertida un ojo a Svenar, bromista como siempre. – La última vez que estuve en Antigua, en nombre de mi hermano, el rey, di una cena para los presentes, creo que la villa que alquiló Brynden está libre. Como reina de los hombres del hierro, y una vez recuperada mi figura tras el parto, sonrió coqueta, -sería un honor ofrecer una cena a tu familia, y a los nobles y gentes que estén en Antigua, antes de partir de vuelta a mi casa, aceró su cara a la de Svenar para susurrarle, alto que lo oyera Keira.
- Es una excusa, para que esta hermosa joven eclipse a los habitantes de este principado con su belleza, se separó dichosa, mirando a Keira, y pensando. ¿Cuándo aceptaría que era muy hermosa?
Maekar había sido pupilo de Harrald, y se había convertido en un hombre de hierro, pese a su juventud los piratas le respetaban y le admitían como uno de los suyos. –No deseo que esos niños sufran malas experiencias, como tampoco mi cuñada y la única sobrina que me queda, no es condición indispensable que vengan a Pike, pero sí que no planifiquen un futuro para la niña que la condene a ser una septa y a su hermano un hombre sin importancia, cuando por sus venas corre sangre de reyes.
Le comentó que la espora de su hermano le había enviado un cuervo desde Lanza, era las últimas noticias conocidas sobre esa parte de la familia, como el cuervo de Maekar que afirmaba que seguían en Dorne, ignoraba su actual paradero, - Millah está en el puerto lanzado un anzuelo a ver si alguien sabe donde puedan estar. Espero que el odio de Marón hacia los Targaryen, sea menor que el amor a su familia, pues son nietos de su hermana, pero son pequeños, frágiles y molestos para todos, para los Lannister por ser los herederos de Tybolt, para los Fuegoscuros por ser Targaryen y para Dorne por ser los nieto de su princesa, que en estas circunstancias podría hacer valer sus derechos dinásticos, pese a haber abdicado en Maron, Debemos salñvar a todos, a los niños a mi familia, y a Sopphia.
Ya le quedaba poca familia, muchos habían muerto, y cada rumor que la llegaba la angustiaba, pues no sabía si portarían noticias de muerte. – si se quedan en Antigua, sé que serán educados como merecen, y si vienen a Pike, igual.
La tristeza se reflejaba en sus ojos de diferente color, no quiso seguir hablando del tema que tanto daño la producía, sonrió forzando una alegría que no sentía en ese momento.
Arrugó la naricilla en su gesto habitual, el que mantenía desde la niñez, -también tengo que pedirte otra cosa más prosaica, unos cuervos amaestrados, para poder comunicarme con el culo inquieto de mi esposo y mi amiga, la princesa, que cuando menos cuenta me doy desaparece, y otro para Bjorn, mi cuñado, que ejerce habitualmente de castellano de Pike, cuando Keira y mi esposo, o, en este caso, yo misma, estamos fuera de las islas.
Sólo faltaba cerrar las rutas comerciales, establecer los acuerdos y la parte más aburrida y prosaica de la vista se había zanjado, le comunicó que quería consultar unos libros de la biblioteca de su maestro, así como comprar otros en sus libreros habituales, y algunos regalos para su familia.
Se acercó, guiñando divertida un ojo a Svenar, bromista como siempre. – La última vez que estuve en Antigua, en nombre de mi hermano, el rey, di una cena para los presentes, creo que la villa que alquiló Brynden está libre. Como reina de los hombres del hierro, y una vez recuperada mi figura tras el parto, sonrió coqueta, -sería un honor ofrecer una cena a tu familia, y a los nobles y gentes que estén en Antigua, antes de partir de vuelta a mi casa, aceró su cara a la de Svenar para susurrarle, alto que lo oyera Keira.
- Es una excusa, para que esta hermosa joven eclipse a los habitantes de este principado con su belleza, se separó dichosa, mirando a Keira, y pensando. ¿Cuándo aceptaría que era muy hermosa?
Shiera Greyjoy- Nobleza
Re: Encuentros, recuerdos, días de vino y rosas, ahora de faros y kraken [Keira, Millah, Svenar... y gente presente en Antigua]
Era oficial, la kraken o no escuchaba o era exageradamente testaruda. Oí su argumento entre leves asentimientos y decidí no prestar mayor importancia. No se podía plantar sobre tierra salada, y eso me estaba demostrando, ya que jamás había dicho que la gente los criticara a los hombres de hierro, sino que les tenían miedo, y con razón. Y dudar de un ofrecimiento de alianza por parte de los hombres de hierro era algo que cualquiera se plantearía, si era medianamente sensato…. Esa gente no se aliaba… esa gente no sembraba. En fin… si a la primera y a la segunda no entendía mi punto de vista, era inútil seguir intentando. Asentí y decidí pasar a otro tema, agradeciendo que los temas diplomáticos no los manejaba la Princesa de Hierro.
Llegó el punto en que Shiera no pudo esconder mas el terror que sentía hacia lo que le pudiera pasar a los hijos de Maekar, por tanto, sus sobrinos segundos. Las criaturas tenían excelentes reclamos sobre varios títulos, incluyendo el Trono de Hierro y, por lo tanto, tendrían infinidad de enemigos. Eran niños y estaban indefensos, así que era comprensible la actitud de mi amiga. Le acaricié el mentón castamente para tranquilizarla. ”No te preocupes, Mi Lady, no creo que los niños estén bajo ningún peligro inminente. Maron es un líder… de escaso criterio, diría yo, pero no es tonto. Sabe que los críos le sirven más vivos que muertos, y yo te ayudaré a encontrarlos dentro de mi alcance…” dictaminé, para luego cerrar las rutas comerciales, intercambiando el Hierro de las Islas, por los bienes de Antigua.
Me apoyé sobre el escritorio, anotando en un pergamino el recordatorio para darle los cuervos a Shiera, con los que se comunicaría con sus familiares, pero que no se diferenciaban particularmente de otros cuervos mensajeros. En cuanto a lo que quisiera hacer en Antigua, ya fuera buscar libros, comprarlos o ir a por obsequios, no se lo podía negar. Nada que no atentara contra la seguridad de la ciudad era negado a los visitantes de la misma.
La siguiente propuesta me llamó la atención. Shiera siempre había sido coqueta y juguetona, por eso su actitud hacia mí, y sus gestos, que yo devolvía con amables sonrisas, pensando que en el pasado siempre había sido peor, sobre todo esos momentos en los que no nos separábamos. Pero la propuesta en sí era realizar una cena para los habitantes distinguidos de Antigua para hacer sociales, celebrar la alianza y presentar a … Keira? A la sociedad. Enarqué una ceja de manera imperceptible y abrí los brazos de forma divertida. ”¿Por qué no? No podría negarme a un evento tan pintoresco. Pero deberá ser a comienzos del mes entrante… eventos tan importantes como ésta reunión se darán en Antigua mañana” concluí, ofreciendo a las invitadas que hicieran como les placiera, y que contaban con los recursos de la Casa para organizar el banquete.
Llegó el punto en que Shiera no pudo esconder mas el terror que sentía hacia lo que le pudiera pasar a los hijos de Maekar, por tanto, sus sobrinos segundos. Las criaturas tenían excelentes reclamos sobre varios títulos, incluyendo el Trono de Hierro y, por lo tanto, tendrían infinidad de enemigos. Eran niños y estaban indefensos, así que era comprensible la actitud de mi amiga. Le acaricié el mentón castamente para tranquilizarla. ”No te preocupes, Mi Lady, no creo que los niños estén bajo ningún peligro inminente. Maron es un líder… de escaso criterio, diría yo, pero no es tonto. Sabe que los críos le sirven más vivos que muertos, y yo te ayudaré a encontrarlos dentro de mi alcance…” dictaminé, para luego cerrar las rutas comerciales, intercambiando el Hierro de las Islas, por los bienes de Antigua.
Me apoyé sobre el escritorio, anotando en un pergamino el recordatorio para darle los cuervos a Shiera, con los que se comunicaría con sus familiares, pero que no se diferenciaban particularmente de otros cuervos mensajeros. En cuanto a lo que quisiera hacer en Antigua, ya fuera buscar libros, comprarlos o ir a por obsequios, no se lo podía negar. Nada que no atentara contra la seguridad de la ciudad era negado a los visitantes de la misma.
La siguiente propuesta me llamó la atención. Shiera siempre había sido coqueta y juguetona, por eso su actitud hacia mí, y sus gestos, que yo devolvía con amables sonrisas, pensando que en el pasado siempre había sido peor, sobre todo esos momentos en los que no nos separábamos. Pero la propuesta en sí era realizar una cena para los habitantes distinguidos de Antigua para hacer sociales, celebrar la alianza y presentar a … Keira? A la sociedad. Enarqué una ceja de manera imperceptible y abrí los brazos de forma divertida. ”¿Por qué no? No podría negarme a un evento tan pintoresco. Pero deberá ser a comienzos del mes entrante… eventos tan importantes como ésta reunión se darán en Antigua mañana” concluí, ofreciendo a las invitadas que hicieran como les placiera, y que contaban con los recursos de la Casa para organizar el banquete.
Svenar Hightower
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