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La orden de los jinetes tiburón. (Axel y todo el que quiera)
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La orden de los jinetes tiburón. (Axel y todo el que quiera)
La mañana lucía gris y plomiza, caía leve lluvia y la isla se mostraba embarrada. Las rocas de la orilla resbalaban y las laderas de las colinas de Harlaw parecían toboganes. Desde Torre de Luz hasta Diez Torres la isla seguía siendo un campo de entrenamiento. La guerra civil podía haber acabado con la caída de la casa Harlaw, pero no fue así. Al contrario, por mano de un Harlaw se había cercenado al líder rebelde y junto a la gente de Marea Negra había destacado el extraordinario nivel militar de los isleños.
La Liga de la Sal hubiera coartado la fama de los jinetes de Harlaw y seguramente a su señor, pero tras alcanzar la victoria, la orden de los jinetes tiburón, como había sugerido el Rey que se llamaran, estaba en alza. Su organización militar y formación era similar en muchos aspectos a la de los caballeros continentales; Armaduras, espada, escudos, blasón, combate en formación, valor... etc. La radical diferencia era que al romper con la fe de los Siete y la mención del "Ser" en las islas, además de su señor ahora Victarion pasaba a ser también el líder militar religioso. El Septón supremo o las órdenes continentales no tenían nada que ver allí, así que Harlaw había moldeado antes, durante y después de la guerra a más de un millar de jinetes pesados a su propio antojo.
En el mar eran conocidos más de doscientos tipos distintos de escualos. El Rey había insistido a Victarion en que ninguna casa del Hierro gozaba de portar a aquel hermoso animal en sus estandartes, así que tras los primeros meses de guerra se había ido adaptando poco a poco a la indumentaria de los Marcach. Tiburones toro, blancos, tigres, marrajos, luna, de puntas negras o los llamados tiburones limón. Cada antiguo caballero llevaba la armadura personalizada y mostraban un escualo para identificarse como jinetes de la orden. Otros añadían otros motivos marinos como algas o conchas a sus armaduras y honraban sus títulos pero ahora propios, castizos.
Sus cometidos en sí había variado y si antes de la guerra actuaban como una unidad militar propia e íntegra, ahora su importancia era capital. Al ser dependientes de Victarion habían sido configurados como su propia policía, con autoridad emanante del mismo Lord. Ellos habían dado el golpe de mano en los primeros días de la guerra impidiendo a Volmark o a cualesquiera otros en Harlaw rebelarse contra Diez Torres o siquiera decir una palabra más alta que otra. Ahora, con un nuevo código y actualizados a su tiempo patrullaban la isla de punta a punta, instruyendo a cuantos jóvenes hubieran pasado las duras pruebas de ingreso de la orden. Tras el comienzo de la guerra se habían ordenado levas para las tropas de infantería, pero algunos, muchos hijos o sobrinos de antiguos caballeros pidieron al Lord de su zona ingresar en la caballería. A tal efecto, en concilio con los "Ceannard Marcach", habían determinado mantener el rango de escudero, no ya como un símbolo de servidumbre, sino de formación de jinetería pesada. Los nuevos hombres libres que deseaban ser caballeros no requerían título o descendencia noble, no obstante las pruebas eran superadas por aquellos que tenían una formación base superior a la común de las islas del hierro. Es decir, los hijos de las familias con más poder, aún así, y a diferencia del continente, un joven bastardo podía llegar a jinete si contaba con las habilidades para ello, no siendo el origen impedimento alguno.
A los nuevos escuderos, que habían mantenido su nombre, se les exigía saber leer y escribir bien, dado que todo jinete pesado debía poder transmitir órdenes y mensajes fuere cual fuese su destino o posición. Cualquier hijo del hierro tenía formación en las armas y bravura en la batalla, pero también era necesario pasar pruebas de montura. Mucho más complejas que las verdes caminatas del continente, los chicos de Harlaw debían tener cierto manejo del caballo peludo, contando con habilidad para controlar al equino cubierto de hierro y sobre terreno desigual. Por último la lanza y la jabalina, las lanzas de carga eran considerablemente más cortas que en las tierras verdes, pero aún así su manejo era muy complicado con el habitual suelo rocoso del Hierro.
Una vez superaban las pruebas, al escudero se le asignaba un padrino, un caballo con barda y un escudo. A partir de ahí su trabajo era simplemente combatir o entrenarse para el combate y el control de soldados. Si bien las tropas regulares tenían más libertad al mantener los jinetes su estatus de élite, los escuderos acompañaban a sus padrinos, quienes les forzaban a entrenar, a cabalgar, a no descansar. Los jinetes tiburón, concretamente los "Ónair" desempañaban un papel clave en la aplicación de la justicia y liderago y ordenación de tropas. Al Ser Harlaw una isla beligerante, comúnmente unas familias se enfrentaban con otras y era potestad de los "Ónair Marcach" dirimir las disputas en nombre de Lord Harlaw y poner paz y orden. Las grandes disputas entre casas de Harlaw las solucionaba Victarion, acompañado por los Ceannard Marcach, actuando en audiencia pública al mantener esa costumbre de las islas del Hierro. Los jóvenes escuderos aprendían a integrarse en cualquier formación, pasando un tiempo entre infantes pesados como caporales, arqueros, infantería ligera y un periodo de servicio en barcoluengo. Su fin último era que actuasen como heraldos, como símbolos, siendo reconocidos por todas las tropas de la isla.
Aquella mañana, con el cielo gris, era especial. Durante la guerra se habían nombrado muchos "Marcach", antiguos escuderos de caballería, pero aquel día por primera vez iban a recibir su título los primeros jinetes tiburón puros, es decir, los que no habían sido escuderos de caballero, sino directamente de "Marcach". Alineados a las afueras de Diez Torres, en el mismo lugar donde él y los suyos metieron la cabeza en el mar, los jóvenes que no pasaban de dieciocho días del nombre parecían estatuas, salvo por la sonrisa de orgullo que les salía a alguno de ellos. Victarion los admiraba orgullosos, conscientes de un tiempo de turbulencias los jóvenes jinetes eran la conexión entre el pasado y el futuro de Harlaw.
-Avanzad hasta el agua del mar.-
Las armaduras se movieron todas a una y una treintena de jóvenes hundió las grebas en la arena, hasta llegar el agua a las rodillas. Sus padrinos, orgullosos, les esperaban en el mar, con las espadas desenvainadas. Junto a ellos algunos hombres ahogados supervisaban la escena, les ungirían la cabeza con agua de mar y bajo el auspicio del ahogado, pasarían a ser sus paladines, de toda Harlaw.
-Hoy, dejáis atrás vuestro escudo, símbolo de la protección a vuestro padrino y juráis servir al Dios Ahogado, a la Orden, a Harlaw y a su gente.- Unas breves palabras, que a fuerza de repetir pretendían sentar costumbre y evidenciaban el nuevo contexto en el que los "Cearbann Marcach" tenían cabida en las islas.
-Hoy juráis, ante estos hombres sagrados.- Señaló a los sacerdotes.- Profesar con lealtad las reglas del ahogado y servir a la orden y al primer Marcach y a vuestros jefes y capitanes. Pagar el precio del hierro y obtener, lo que por derecho de conquista corresponde a Harlaw y a las islas del hierro. Juráis ser justos con los vuestros y llevar a cabo el orden, la justicia y la paz entre hombres libres en la patria. Juráis extirpar el odio, la maldad y la inquina de las islas y llevarlas a Poniente, a cada pueblo, a cada arrollo, a cada bosque. Juráis ser baluarte de vuestros hermanos en la guerra, los primeros en atacar, los últimos en retirarse.
-Todo eso juráis ante el Dios y que estos hombres santos den sentido a vuestro juramento.- Los ahogados los bautizaban con agua de mar mientras aguardaban de rodillas y pronunciaron sus frases, sobre lo duro y lo fuerte y el coro de sacerdotes hizo aquello solemne. Ahora bajo el auspicio del Dios Ahogado los nuevos jinetes tiburón se alzaban de nuevo.
-Levantaos como Cearbann Marcach, jinetes tiburón, azote de caballeros, orgullo de Harlaw.
Lo que antes era solemne tras la ceremonia se convirtió en una de las mayores celebraciones en Harlaw. Por primera vez jóvenes creyentes del ahogado se convertían en jinetes pesados dando paso a una nueva era en la isla y en el avance militar de las islas del hierro. Todos estaban invitados, por supuesto el Rey y su familia, Axel ya compartía aquello como líder religioso, pero también había llamado Victarion a Bjorn, a Triston, Fleance, Wynch, Orkwood, Botley, representantes de Marea Negra con Askeladd al frente e incluso a Franmar Volmark.
La Liga de la Sal hubiera coartado la fama de los jinetes de Harlaw y seguramente a su señor, pero tras alcanzar la victoria, la orden de los jinetes tiburón, como había sugerido el Rey que se llamaran, estaba en alza. Su organización militar y formación era similar en muchos aspectos a la de los caballeros continentales; Armaduras, espada, escudos, blasón, combate en formación, valor... etc. La radical diferencia era que al romper con la fe de los Siete y la mención del "Ser" en las islas, además de su señor ahora Victarion pasaba a ser también el líder militar religioso. El Septón supremo o las órdenes continentales no tenían nada que ver allí, así que Harlaw había moldeado antes, durante y después de la guerra a más de un millar de jinetes pesados a su propio antojo.
En el mar eran conocidos más de doscientos tipos distintos de escualos. El Rey había insistido a Victarion en que ninguna casa del Hierro gozaba de portar a aquel hermoso animal en sus estandartes, así que tras los primeros meses de guerra se había ido adaptando poco a poco a la indumentaria de los Marcach. Tiburones toro, blancos, tigres, marrajos, luna, de puntas negras o los llamados tiburones limón. Cada antiguo caballero llevaba la armadura personalizada y mostraban un escualo para identificarse como jinetes de la orden. Otros añadían otros motivos marinos como algas o conchas a sus armaduras y honraban sus títulos pero ahora propios, castizos.
Sus cometidos en sí había variado y si antes de la guerra actuaban como una unidad militar propia e íntegra, ahora su importancia era capital. Al ser dependientes de Victarion habían sido configurados como su propia policía, con autoridad emanante del mismo Lord. Ellos habían dado el golpe de mano en los primeros días de la guerra impidiendo a Volmark o a cualesquiera otros en Harlaw rebelarse contra Diez Torres o siquiera decir una palabra más alta que otra. Ahora, con un nuevo código y actualizados a su tiempo patrullaban la isla de punta a punta, instruyendo a cuantos jóvenes hubieran pasado las duras pruebas de ingreso de la orden. Tras el comienzo de la guerra se habían ordenado levas para las tropas de infantería, pero algunos, muchos hijos o sobrinos de antiguos caballeros pidieron al Lord de su zona ingresar en la caballería. A tal efecto, en concilio con los "Ceannard Marcach", habían determinado mantener el rango de escudero, no ya como un símbolo de servidumbre, sino de formación de jinetería pesada. Los nuevos hombres libres que deseaban ser caballeros no requerían título o descendencia noble, no obstante las pruebas eran superadas por aquellos que tenían una formación base superior a la común de las islas del hierro. Es decir, los hijos de las familias con más poder, aún así, y a diferencia del continente, un joven bastardo podía llegar a jinete si contaba con las habilidades para ello, no siendo el origen impedimento alguno.
A los nuevos escuderos, que habían mantenido su nombre, se les exigía saber leer y escribir bien, dado que todo jinete pesado debía poder transmitir órdenes y mensajes fuere cual fuese su destino o posición. Cualquier hijo del hierro tenía formación en las armas y bravura en la batalla, pero también era necesario pasar pruebas de montura. Mucho más complejas que las verdes caminatas del continente, los chicos de Harlaw debían tener cierto manejo del caballo peludo, contando con habilidad para controlar al equino cubierto de hierro y sobre terreno desigual. Por último la lanza y la jabalina, las lanzas de carga eran considerablemente más cortas que en las tierras verdes, pero aún así su manejo era muy complicado con el habitual suelo rocoso del Hierro.
Una vez superaban las pruebas, al escudero se le asignaba un padrino, un caballo con barda y un escudo. A partir de ahí su trabajo era simplemente combatir o entrenarse para el combate y el control de soldados. Si bien las tropas regulares tenían más libertad al mantener los jinetes su estatus de élite, los escuderos acompañaban a sus padrinos, quienes les forzaban a entrenar, a cabalgar, a no descansar. Los jinetes tiburón, concretamente los "Ónair" desempañaban un papel clave en la aplicación de la justicia y liderago y ordenación de tropas. Al Ser Harlaw una isla beligerante, comúnmente unas familias se enfrentaban con otras y era potestad de los "Ónair Marcach" dirimir las disputas en nombre de Lord Harlaw y poner paz y orden. Las grandes disputas entre casas de Harlaw las solucionaba Victarion, acompañado por los Ceannard Marcach, actuando en audiencia pública al mantener esa costumbre de las islas del Hierro. Los jóvenes escuderos aprendían a integrarse en cualquier formación, pasando un tiempo entre infantes pesados como caporales, arqueros, infantería ligera y un periodo de servicio en barcoluengo. Su fin último era que actuasen como heraldos, como símbolos, siendo reconocidos por todas las tropas de la isla.
Aquella mañana, con el cielo gris, era especial. Durante la guerra se habían nombrado muchos "Marcach", antiguos escuderos de caballería, pero aquel día por primera vez iban a recibir su título los primeros jinetes tiburón puros, es decir, los que no habían sido escuderos de caballero, sino directamente de "Marcach". Alineados a las afueras de Diez Torres, en el mismo lugar donde él y los suyos metieron la cabeza en el mar, los jóvenes que no pasaban de dieciocho días del nombre parecían estatuas, salvo por la sonrisa de orgullo que les salía a alguno de ellos. Victarion los admiraba orgullosos, conscientes de un tiempo de turbulencias los jóvenes jinetes eran la conexión entre el pasado y el futuro de Harlaw.
-Avanzad hasta el agua del mar.-
Las armaduras se movieron todas a una y una treintena de jóvenes hundió las grebas en la arena, hasta llegar el agua a las rodillas. Sus padrinos, orgullosos, les esperaban en el mar, con las espadas desenvainadas. Junto a ellos algunos hombres ahogados supervisaban la escena, les ungirían la cabeza con agua de mar y bajo el auspicio del ahogado, pasarían a ser sus paladines, de toda Harlaw.
-Hoy, dejáis atrás vuestro escudo, símbolo de la protección a vuestro padrino y juráis servir al Dios Ahogado, a la Orden, a Harlaw y a su gente.- Unas breves palabras, que a fuerza de repetir pretendían sentar costumbre y evidenciaban el nuevo contexto en el que los "Cearbann Marcach" tenían cabida en las islas.
-Hoy juráis, ante estos hombres sagrados.- Señaló a los sacerdotes.- Profesar con lealtad las reglas del ahogado y servir a la orden y al primer Marcach y a vuestros jefes y capitanes. Pagar el precio del hierro y obtener, lo que por derecho de conquista corresponde a Harlaw y a las islas del hierro. Juráis ser justos con los vuestros y llevar a cabo el orden, la justicia y la paz entre hombres libres en la patria. Juráis extirpar el odio, la maldad y la inquina de las islas y llevarlas a Poniente, a cada pueblo, a cada arrollo, a cada bosque. Juráis ser baluarte de vuestros hermanos en la guerra, los primeros en atacar, los últimos en retirarse.
-Todo eso juráis ante el Dios y que estos hombres santos den sentido a vuestro juramento.- Los ahogados los bautizaban con agua de mar mientras aguardaban de rodillas y pronunciaron sus frases, sobre lo duro y lo fuerte y el coro de sacerdotes hizo aquello solemne. Ahora bajo el auspicio del Dios Ahogado los nuevos jinetes tiburón se alzaban de nuevo.
-Levantaos como Cearbann Marcach, jinetes tiburón, azote de caballeros, orgullo de Harlaw.
Lo que antes era solemne tras la ceremonia se convirtió en una de las mayores celebraciones en Harlaw. Por primera vez jóvenes creyentes del ahogado se convertían en jinetes pesados dando paso a una nueva era en la isla y en el avance militar de las islas del hierro. Todos estaban invitados, por supuesto el Rey y su familia, Axel ya compartía aquello como líder religioso, pero también había llamado Victarion a Bjorn, a Triston, Fleance, Wynch, Orkwood, Botley, representantes de Marea Negra con Askeladd al frente e incluso a Franmar Volmark.
Victarion Harlaw- Casa vasalla
Re: La orden de los jinetes tiburón. (Axel y todo el que quiera)
- ...Pues lo que está muerto no puede morir. Se alza de nuevo, más duro, más fuerte.- Con un borrador del Libro del Mar en una mano y un manojo de algas, con abalorios y otros adornos marinos, asistía al bautizo de nuevos caballeros de Harlaw, con el torso cubierto nada más que por la larga y pesada túnica salina de sacerdote. Golpeaba su frente, sin hacer fuerza más que un par de veces, a hombres que recordaba, se habían reído de mí en el pasado. Miré con una sonrisa una de las almejas del matojo, que se había clavado sobre la ceja de uno de ellos, antes de hacer que continuaran. Las ventajas de la santidad, sin duda; ya me había vengado varias veces de algunos indeseables. ¿Quién era el loco ahora? Los sacerdotes a mis espaldas repitieron conmigo el salmo, echaron agua salada sobre los recién bautizados caballeros del Ahogado, permitiéndome una sonrisa al ver al caballero herido fruncir los labios al agua salada tocar su frente y salí de la orilla para cambiarme. Me puse las botas, me quité la pesada túnica y dejé todo en manos de mis hermanos. Me estiré, pasando la mano por la herida del vientre, ya sanada, y suspiré, volviendo a ponerme una simple camisa. Me revolví el pelo para quitar un poco del agua y el salitre y me encaminé hacia donde estaban los demás nobles.
- Si seguimos así todos los Harlaw de Harlaw van a ser nobles, Marcach.- Comenté al ponerme a la altura de Victarion, limpiándome el oído con el meñique, que descubrí lleno de gravilla. Había hecho mucho oleaje la noche anterior...- No le veo impedimento, pero si les pagas con algo... Tierras o así, vamos a tener que terminar de conquistar el mundo. No me opongo, sin duda alguna. ¿Hay banquete o algo así? Sigo en ayunas...- Bostecé, algo somnoliento.
- Si seguimos así todos los Harlaw de Harlaw van a ser nobles, Marcach.- Comenté al ponerme a la altura de Victarion, limpiándome el oído con el meñique, que descubrí lleno de gravilla. Había hecho mucho oleaje la noche anterior...- No le veo impedimento, pero si les pagas con algo... Tierras o así, vamos a tener que terminar de conquistar el mundo. No me opongo, sin duda alguna. ¿Hay banquete o algo así? Sigo en ayunas...- Bostecé, algo somnoliento.
- Spoiler:
- Jodido hereje, podrías haberme comentado lo de este post xDDDD
Axel Greyjoy- Nobleza
Re: La orden de los jinetes tiburón. (Axel y todo el que quiera)
Se retiró, una vez dichas las palabras, para dejar completar la ceremonia a los hombres ahogados. Aquello no se había visto nunca, hombres libres que se convertían en nobles no por sus riquezas o sus tierras, que en Halaw escaseaban por sí mismas, sino por la forma de combatir, por la unidad, por la disciplina y el sacrificio que jamás podría evidenciar otra banda de piratas. Asintió al comentario de Axel y aunque no solía, allí sonrió.
-Muchos no llegarán a tener tierras, mujer o esclavos. Muchos no llegarán a los treinta días del nombre... Pero todos morirán con gloria. Para ellos la nobleza se encuentra en enemigos contra los que caer combatiendo en desventaja de cinco a uno, será su bandera, su blasón... lo que vean el resto de hermanos que corra para luchar otro día.- Comenzó a palmear en la cabeza a los jóvenes, muchos aún imberbes que salían del agua y cuando Axel le preguntó si es que no había banquete... Las mujeres y el reto de compañeros empezaron a montar las tiendas. Unas cajas, las últimas de las pocas que pudieron conseguir, con el sello de los Redwyne se consumirían aquel día en aquella playa recordando a los caballeros que cayeron en las cubiertas de aquella tenaz batalla del Rejo con todo en contra.
-Hay banquete, siempre lo hay.- Nunca le cayó bien Axel Greyjoy hasta que su propia moral fue nula, hasta que sólo la fe de los camaradas pudo rescatarlo, a él y a la isla de Harlaw y los hizo triunfar en una guerra civil que no debikan perder y que no perdieron. Por todo eso Victarion estaba agradecido a Axel... aunque jamás se lo diría. Era extraño como el más loco de todos los Greyjoys fuera el que le había devuelto la cordura. Poco a poco mientras los esclavos montaban las mesas y se sentaban en las que estaban destinados a ellos fueron tomando asiento. Entre charlas al final los hombres bromeaban con un mapa donde sería la próxima incursión, hasta que Victarion señaló un punto en los Ríos. -Templad los ánimos, no habrá campañas hasta que el Rey convoque la asamblea y aún queda mucho que recostruir. Yo voy aquí y me traeré una buena puta mientras tanto, Greyjoy, ya la verás, si antes de volver no la mato. Besada por el fuego.
-Muchos no llegarán a tener tierras, mujer o esclavos. Muchos no llegarán a los treinta días del nombre... Pero todos morirán con gloria. Para ellos la nobleza se encuentra en enemigos contra los que caer combatiendo en desventaja de cinco a uno, será su bandera, su blasón... lo que vean el resto de hermanos que corra para luchar otro día.- Comenzó a palmear en la cabeza a los jóvenes, muchos aún imberbes que salían del agua y cuando Axel le preguntó si es que no había banquete... Las mujeres y el reto de compañeros empezaron a montar las tiendas. Unas cajas, las últimas de las pocas que pudieron conseguir, con el sello de los Redwyne se consumirían aquel día en aquella playa recordando a los caballeros que cayeron en las cubiertas de aquella tenaz batalla del Rejo con todo en contra.
-Hay banquete, siempre lo hay.- Nunca le cayó bien Axel Greyjoy hasta que su propia moral fue nula, hasta que sólo la fe de los camaradas pudo rescatarlo, a él y a la isla de Harlaw y los hizo triunfar en una guerra civil que no debikan perder y que no perdieron. Por todo eso Victarion estaba agradecido a Axel... aunque jamás se lo diría. Era extraño como el más loco de todos los Greyjoys fuera el que le había devuelto la cordura. Poco a poco mientras los esclavos montaban las mesas y se sentaban en las que estaban destinados a ellos fueron tomando asiento. Entre charlas al final los hombres bromeaban con un mapa donde sería la próxima incursión, hasta que Victarion señaló un punto en los Ríos. -Templad los ánimos, no habrá campañas hasta que el Rey convoque la asamblea y aún queda mucho que recostruir. Yo voy aquí y me traeré una buena puta mientras tanto, Greyjoy, ya la verás, si antes de volver no la mato. Besada por el fuego.
- Spoiler:
- Se me pasó decírtelo por lo que veo XD
Victarion Harlaw- Casa vasalla
Re: La orden de los jinetes tiburón. (Axel y todo el que quiera)
Con el latiguillo de conchas al hombro y el libro bien afianzado bajo el brazo, eché a andar junto a Harlaw. Tenía sentido, en cierto modo, aunque mi modus vivendi repeliera el mérito personal.
- Bueno, supongo que no está mal, no. Mientras no vuelvan a despreciar a sus hermanos, creyéndose mejor por pintarrajear a sus bestias, todo seguirá yendo bien en las islas. Que mueran con gloria... Eso es todo lo que quiero. Para ellos, para mí, para todos.- Miré al mar en lo que montaban todo. Ese día estaba bastante taciturno, pese a todo; o era el agudo sueño que los preparativos de la Religión siempre daba o que hoy tocaba esto.
Tras bostezar sonoramente, me dejé caer sobre mi asiento en cuanto terminaron de poner la mesa. Dejé a Aygon con el libro y el latiguillo para que los dejase en la Sonrisa y me puse manos a la obra, cortando en seguida un trozo de cabrito asado con el cuchillo; tras abrasarme la lengua comencé a soplarlo, maldiciendo en voz baja. No fue hasta terminar de llenar la tripa cuando volví a escuchar. Ahíto, eructé y di un largo trago de vino.- Vaya, vaya... ¿Una nueva señora de Harlaw? Mucha suerte- Reí suavemente.- Anoche tuve una visión...- Continué hablando, como si nada; los viejos creyentes se detuvieron, casi todos ellos provenientes de mi tripulación. El resto lo hicieron por inercia. Los miré desde mi plato de almejas a medio comer y sonreí, arrancando la carne del molusco con el cuchillo, despacio.- Era una broma.- Esbocé una amplia sonrisa, causando reacciones encontradas en los comensales. Me incliné hacia Victarion.- Luego hablaremos de eso, tal vez te interese saber unas cuantas cosas...
- Bueno, supongo que no está mal, no. Mientras no vuelvan a despreciar a sus hermanos, creyéndose mejor por pintarrajear a sus bestias, todo seguirá yendo bien en las islas. Que mueran con gloria... Eso es todo lo que quiero. Para ellos, para mí, para todos.- Miré al mar en lo que montaban todo. Ese día estaba bastante taciturno, pese a todo; o era el agudo sueño que los preparativos de la Religión siempre daba o que hoy tocaba esto.
Tras bostezar sonoramente, me dejé caer sobre mi asiento en cuanto terminaron de poner la mesa. Dejé a Aygon con el libro y el latiguillo para que los dejase en la Sonrisa y me puse manos a la obra, cortando en seguida un trozo de cabrito asado con el cuchillo; tras abrasarme la lengua comencé a soplarlo, maldiciendo en voz baja. No fue hasta terminar de llenar la tripa cuando volví a escuchar. Ahíto, eructé y di un largo trago de vino.- Vaya, vaya... ¿Una nueva señora de Harlaw? Mucha suerte- Reí suavemente.- Anoche tuve una visión...- Continué hablando, como si nada; los viejos creyentes se detuvieron, casi todos ellos provenientes de mi tripulación. El resto lo hicieron por inercia. Los miré desde mi plato de almejas a medio comer y sonreí, arrancando la carne del molusco con el cuchillo, despacio.- Era una broma.- Esbocé una amplia sonrisa, causando reacciones encontradas en los comensales. Me incliné hacia Victarion.- Luego hablaremos de eso, tal vez te interese saber unas cuantas cosas...
Axel Greyjoy- Nobleza
Re: La orden de los jinetes tiburón. (Axel y todo el que quiera)
Cogió hidromiel, una jarra enorme y bebió con avidez. El olor de la carne y la madera quemada era un auténtico placer pero siempre le daba sed y ganas de emborracharse. Rodeado como estaba de toda su gente se tomó una licencia y comenzó a engullir con hambre, escuchando las bromas de sus hombres. Axel seguía siendo como era y aquello en cierto sentido le disgustaba, si bien su fervor por la religión del ahogado aportaba firmeza a las islas su reacción de desconfianza ante los antiguos caballeros hizo que torciera el morro mientras partía un pollo con ambas manos. No obstante la opinión de Axel era un reflejo de mucha gente fuera de Harlaw. El tiempo los pondría en su lugar.
-Los jinetes de harlaw no se creen mejores por un papel, es la fama lo que los inquieta. No negarás Greyjoy que por mucho que todos los hijos del hierro seamos libres hay soldados y hay soldados. Combatir el primero, llevar las banderas y retirárse el último es un dogma no para concebirnos superiores, sino para demostrar la valentía y la disciplina y sobre todo para matar caballeros del continente.
Casi se atraganta con el pollo cuando Axel dijo lo de "futura señora de Harlaw" y se apresuró en corregirlo, demasiado y tanto que se atragantó como un niño pequeño. Después de toser dos veces con agobio y escupir algunas sonrisas se dibujaron entre los comensales pero una nueva mirada del de Diez Torres en derredor, esta vez con matiz asesino, cerró las comisuras como solía. -No, es una expedición por diversión. Si necesito alguna vez una mujer para Harlaw será de una isla, no de un sitio que no se pueda defender. Digamos que esta es sólo un juguete, aunque claro, ella pensará que en mi interior aún existe un caballero, es la gracia que tienen las nobles a las que aún no les han partido el culo.-
-Los jinetes de harlaw no se creen mejores por un papel, es la fama lo que los inquieta. No negarás Greyjoy que por mucho que todos los hijos del hierro seamos libres hay soldados y hay soldados. Combatir el primero, llevar las banderas y retirárse el último es un dogma no para concebirnos superiores, sino para demostrar la valentía y la disciplina y sobre todo para matar caballeros del continente.
Casi se atraganta con el pollo cuando Axel dijo lo de "futura señora de Harlaw" y se apresuró en corregirlo, demasiado y tanto que se atragantó como un niño pequeño. Después de toser dos veces con agobio y escupir algunas sonrisas se dibujaron entre los comensales pero una nueva mirada del de Diez Torres en derredor, esta vez con matiz asesino, cerró las comisuras como solía. -No, es una expedición por diversión. Si necesito alguna vez una mujer para Harlaw será de una isla, no de un sitio que no se pueda defender. Digamos que esta es sólo un juguete, aunque claro, ella pensará que en mi interior aún existe un caballero, es la gracia que tienen las nobles a las que aún no les han partido el culo.-
Victarion Harlaw- Casa vasalla
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