Partiendo a la guerra

por **Olyvar Martell** Sáb Mar 30, 2013 4:35 am

Las antorchas encendidas iluminban el pasillo, aún quedaban bastantes horas para el amanecer, pero eso poco le importaba a la solitaria figura que avanzaba por los corredores, un sonido metálico hacía delatar su presencia, el entrechocar de acero con acero.
Se paró delante de la puerta y respiró un par de veces, esperaba que su hermana no estuviera dormida o con alguien, o ambas cosas a la vez, pero algo le decía que no sería el caso. OOlyvar llamó a la puerta.

Olyvar sonrió ante la visión de su hermana. La contraposición de sus vestiduras era notoria. Ël lucía unos pantalones de montar y una camisa holgada, sobre la camisa un pequeño peto y sobre él una cota hecha con monedas dornienses de cobre, en la cabeza un casco que acababa en una punta con forma de lanza y en un costado un pañuelo blanco cogido por una pequeña presilla y que en caso de necesidad se cruzaba sobre el casco para dejar solo a la vista los ojos y protegerse del polvo del desierto. Llevaba dos espadas a los lados y un cuchillo cruzado a su espalda.

Hermana, he venido a despedirme, partiremos al amanecer si no hay nuevas nuevas antes. Cuida bien de Lanza mientras yo no estoy, llevo bastantes cuervos para comunicarme contigo, pero de todas maneras manda regularmente más para reponerlos, yo haré lo mismo. Intentaré mandarte dos por día. Por si las moscas para evitar problemas podríamos añadir alguna clave, tu puedes echar unas gotas de ese perfume que llevas ahora y que huele también y yo le echaré unas gotas de…limón, de esa manera nos seguraremos de….

En ese momento entró a la carrera la pequeña Maise Señor, mi príncipe, os he bordado esto con vuestro emblema para que os sirva en vuestro viaje Olyvar lo tomó era una tela delicada y estaba bellamente bordado con el emblema Martell, pero precisamente por eso, era inútil en el desierto y la cabalgata, sin embargo se quitó el que llevaba y se puso el que le había dado Maise. Muchas gracias Maise, ahora vuélvete a dormir Olyvar le ofreció una sonrisa de despedida.

Nymeria ya debe de estar lista y no me puedo quedar mucho más tiempo, llevo el frasco que me diste y mis espadas están impregnadas con él. Espero que me sean muy útiles contra los enemigos de Dorne. En ese momento no pudo más y se abalanzó sobre su hermana rodeándola con sus brazos y fundiéndose en un fuerte abrazo Nunca doblegado, nunca roto, volveremos triunfantes, Cuídate hermanita.

por **Sarella Martell** Sáb Mar 30, 2013 9:39 am

Estaba frente a la ventana, mirando sin mirar al infinito, a ninguna parte. Había llegado el momento. Su hermano entraría en su habitación de un momento a otro para despedirse, lo conocía demasiado bien, y se encontraría a Sarella con la mirada perdida e intentando contener las lágrimas. Debía ser fuerte, por su familia, por sus hermanos, por Lanza del Sol. Y lo sería... pero no esa noche. Esa noche la pasaría llorando, para no tener más lágrimas que derramar en los días venideros. "Porque no lloraré. No habrá motivos para llorar, ya que ellos vendrán. Mis tres hermanos volverán aquí, sanos y salvos, y yo estaré aquí para abrazarlos".

No le gustaba vestir de blanco: era el color del luto en Dorne. Pero ese día no tenía motivos para estar contenta. Se colocó una túnica de seda color hueso. No era exactamente blanco, aunque se lo parecía. "No estaré de luto por ellos. Antes, lo estarán ellos por mí".

Su hermano entró en la habitación y ella se dio media vuelta para verlo bien. Llevaba el atuendo de la guerra. Estás más guapo sin casco. Le sonrió y enseguida se le empañaron los ojos de lágrimas. Las palabras se le quedaron atravesadas en la garganta cuando fue a responder, pero, afortunada y muy oportunamente, Maise entró en la alcoba... de nuevo sin llamar.

Sonrió y fue a abrazarla con una risita, limpiándose con rapidez una furtiva lágrima que se había escapado velozmente por su mejilla. Eres un pequeño encanto. Le dio un beso en la frente. Pero recuerda que tienes que llamar antes de entrar. No era en absoluto el momento de reproches, pero si no se lo decía cada vez que lo hiciera mal, no aprendería nunca. Gracias por el detalle, cariño. Mañana nos vemos, ¿vale? Tengo muchos quehaceres y tu ayuda me vendrá bien.

Su hermano la abrazó, y a ella se le puso el corazón en la garganta. "No te vayas", hubiera querido decirle. "No te vayas, por favor. Y dile a nuestros hermanos que vuelvan. Os quiero aquí. Nos quiero juntos. Si os pasara algo... no lo podré soportar". Pero no podía decirle eso. Sabía que no era más que un pensamiento infantil, poco digno de una princesa, de una señora de su casa, de la casa Martell. Ella estaba al mando de Lanza del Sol en ese momento, y no solo debía serlo, también debía parecerlo. Por supuesto que todo saldrá bien hermano. Y sí, cuidaré de Lanza. Cuidaré de todos. Y tú... cuídate también. Obra con sabiduría. Y vuelve... "Por favor, vuelve".

Se mantuvo erguida y mirando hacia la puerta mientras veía como su hermano se acercaba hacia esta. Él abandonó la habitación y, cuando la puerta se cerró, Sarella se derrumbó. Se tiró en la cama, hundió la cabeza en la almohada y lloró.

por Danadher Shadowspear Dom Mar 31, 2013 3:01 pm

Los patios de la Fortaleza de Lanza del Sol estaban atestados de soldados varios.... al fin la espera se había terminado y se había transformado en acción. Los altos mandos, probablemente los Martell que estaban en la capital , habían decidido que la mejor defensa era una buena ofensa. Los ánimos estaban que ardían... cualquier buen soldado se daba cuenta de éso con solo ver las caras de sus allegados y compañeros... yo sabía que su necesidad de lucha y batalla crecía a cada segundo. Los dornienses, nobles o comunes, eramos orgullosos y protectores por naturaleza. No permitíamos que nuestras tierras fueran saqueadas ni tomadas por extranjeros. Era un recurso muy facil recurrir a lo territorial de los hombres y mujeres de dorne para llevarlos contra un enemigo de buena voluntad... no era un recuso que viera con buenos ojos, pero en este caso no lo veía como algo negativo, sino como una necesidad.

Ensillé a mi caballo mientras que Grimm se lamía la pata entre mis alforjas. Vestía mi acostumbrada armadura de cuero, evitando usar la de mallas hasta llegar a la batalla para ahorrarme el hecho de morirme de calor antes de derramar sangre volantina. Me aseguré que mi montura estuviera en excelente forma, como siempre lo hacía, y me colgué mi espada a la cintura y el escudo negro con las tres garras blancas en el centro a mi espalda. por último, tomé mi lanza, el arma al que había dedicado mi vida, y cargué lo poco que quedaba por cargar sobre uno de los carros de provisiones, como mi tienda, vino, utensilios y otros menesteres. Mi caballo era de guerra, no de carga.

Una vez en el centro de la plaza donde se estaban reuniendo las fuerzas auxiliares de los Martells... mercenarios, freeraiders, milicias... y gente como yo, quienes eramos profesionales y luchábamos tanto por la paga como por nuestra tierra.... Así que allí me encontraba, saludando a algunos conocidos, hablando con los hombres que me conocían de mis andanzas, esperando que la orden de marcha se diera. Dejé mis cosas al cuidado de la carreta de provisiones a la que había sido asignado y a Grimm como único pero fiel guardia y me adentré en el Castillo de Lanza, el cual estaba atestado de soldados.

por **Olyvar Martell** Miér Abr 03, 2013 4:15 pm

¿Quieres decir que estoy más guapo porque me cubre el pelo?, ya sé que lo tengo un poco largo, pero si de verdad opinas así, tendré que cortármelo, al fin y al cabo eres una mujer y otras pueden tener tu misma opinión, aunque no creo que me encuentra a muchas en esta misión, de todas maneras si no te gusto con el pelo largo, la próxima vez que me veas, estaré con el pelo corto.Olyvar hizo un pequeño mohín, trataba de animar un poco a su hermana, no le había pasado desapercibida la tensión de su hermana, sus tres hermano estaban en la guerra. Aunque, he de decirte que no es justo hermanita, tú siempre estás guapa con el pelado que lleves… Un poco de peloteo a su hermana mayor no le vendría mal.

Puso sentir el amor que le transmitía su hermana, la preocupación a través de la fuerza de su abrazo y volvió la cabeza para darle un prolongado beso en la mejilla, cuando se retiró pudo ver que la piel había quedado húmeda. Perdona hermanita Cogió un pequeño pañuelo y se lo llevó a la mejilla para limpiarla. Por cierto, antes de que se me olvide, muchos de los volantis siguen al dios del fuego, creo que sería una buena idea que visites a nuestra invitada especial y que intentes conseguir algo de ella, puedes adularla o insinuar que se puede propagar el rumor de que los sacerdotes rojos están tras el ataque a Dorne, a ver cómo reacciona. Sin estar yo aquí creo que lo puedes hacer más tranquila. Volveré, unos cuantos volantís no son suficientes para separarme de mi hermana favorita

Olyvar se colocó el escudo en la espalda, un sol de Dorne lucía en todo su esplendor, mientras que su lanza le cruzaba la espalda, formando el símbolo que habían adoptado los Martell desde los tiempos de la unión con Nymeria, aunque en este caso la lanza era de buen acero y no de plata.

Nyymeria, su yegua, comenzó a piafar cuando lo vio. Olyvar al ver los primeros rayos en el horizonte oriental dio un pequeño gesto para que comenzara la marcha. Poco a poco hombres de armas, arqueros, caballeros y demás comenzaron a avanzar. Siempre le había gustado cabalgar junto a sus hombres, de esa manera lo veían más cercano, y los hombres se esforzaban más en la batalla, o al menos era una buena excusa para un poco de camarería. Vió a un hombre con un extraño escudo que al pronto no reconoció, sobre fondo negro tres marcas blancas, podían ser la marca de una garra o tres wadi o lo que fuera. El viaje no será largo, Limonar no es más que la primera etapa, dentro de poco lucharemos.

por **Ciara Uller** Miér Abr 10, 2013 11:30 am

Bueno, no podía decirse que estuviera precisamente contenta por tener que ir. Todo este asunto de la supuesta amenaza se había llevado mi buen humor, pero trataba de no irritarme demasiado porque sabía que al más mínimo recordatorio de por qué estaba haciendo esto saltaría. No estaba de acuerdo, pero tampoco podía dar la espalda ante esta situación y hacer como que esto no iba conmigo. Por encima de la fidelidad que pudiera tener a los Martell, estaba mi fidelidad a Dorne y a toda su gente. Por más que no estuviera para nada de acuerdo con esa situación, acepté la misión porque tampoco pensaba quedarme de brazos cruzados encerrada en mis tierras mientras los demás hacían todo el trabajo. Si se trataba de una amenaza real o no, sería mejor averiguarlo de una vez, y más vale que fuera cierta porque si no pensaba llevarme muchas cabezas de por medio. Me aseguré de que los hombres que venían conmigo tuvieran la equipación en perfectas condiciones, lo último que quería era que alguno de ellos estuviese en inferioridad debido a no contar con el equipo adecuado. Me encargaba de supervisar personalmente esos detalles, estar segura de que al menos podía garantizar que no irían como unos pordioseros.

Para esa ocasión había escogido las prendas de cuero, cómodas y que me dejaban bastante amplitud de movimiento. Las dos espadas espadas arakh como siempre ocupaban su lugar en la vaina cruzada de la espalda, al igual que las dagas. Levaba tiempo sin hacer uso de ellas, salvo cuando entrenaba, y en caso de que fuera precisar de algún arma con ellas me sentía mucho más segura. No me gustaban los escudos grandes, solo resultaban una molestia y en mi situación prefería al comodidad de armas manejables y que me permitieran una rápida respuesta. Sin embargo, debía reconocer su eficacia a la hora de parar un ataque, que suponía la delgada diferencia entre la vida y la muerte. Al salir al patio, vi a los hombres reunidos, preparados para el viaje que íbamos a emprender; no tan lejos distinguí dos figuras, una conocida y otra no, así que me acerque hasta ellos montada en Muerte y con Nyx pegado a los flancos del animal. Sabía que muchos hombres recelaban del gato-sombra, temiendo que les saltara encima, pero Nyx solo atacaba cuando había peligro. Y no iba a dejarle en casa, iba conmigo a todas partes.

-Señores –saludé tanto a Olyvar Martell como al otro hombre que estaba a su lado. No me era familiar su rostro-. ¿Cuándo partiremos? –pregunté al Martell mientras me acomodaba el pelo con una cinta para despejarlo del rostro.

por Danadher Shadowspear Jue Abr 11, 2013 3:51 pm

Olyvar Martell, el pequeño príncipe de la casa de Lanza del Sol apareció frente a los hombres presentes en el patio, entre ellos yo mismo. Lo miré, una figura segura, pero joven y desesperado por probarse a sí mismo y a los que tenía a su alrededor. No podía culparlo, cualquier hombre de sangre caliente pediría lo mismo a su edad. Yo mismo era así en mi juventud. El noble se acercó a mí y a algunos hombres presentes de mediana importancia en su ejército y nos comentó que dentro de poco vendría la lucha. Mientras sacáramos a los volantis de Dorne y recibiera el respectivo botín no tenía problema alguno con cualquier batalla que se aproximara.... solo esperaba que el alto mando estuviera a la altura de la situación.

No dije nada cuando los soldados se enardecieron ante dicha declaración... pero me sorprendí cuando Grimm tocó mi mano con su hocico y un gruñido. Se había movido del lugar que le había indicado... eso significaba que había algo o alguien que lo inquietaba. Miré a todos lados y me encontré con la figura de una mujer dorniense joven que traía consigo a otro gatosombra. Grimm era un macho enorme y territorial, como la mayoría de los felinos de éste talante. Miraba al otro animal con los pelos parados, las orejas gachas y los colmillos desenfundados, pero en silencio. Mi mano se posó sobre su cabeza, acariciándosela para tranquilizarlo, seguro de que no se movería si yo no le daba el permiso.

La mujer parecía una señora por como se dirigió al Martell. Les seguí la corriente y decidí hablar. "Danadher Shadowspear entrega su arma por la causa de Dorne, esperemos no ser aplastados en el proceso...." dije con rostro serio y mirada penetrante, la mano que sostenía mi lanza firme en tierra. Muchos murmuraron al haber escuchado hablar de mi nombre y de las cosas que hacía como mercenario mas que como caballero, pero poco me importaba. "Espero marchar cuanto antes... si no requieren mi presencia, debo ir a terminar los preparativos..." dije de forma educada, dirigiéndome a ambos nobles, pero sin darles sus títulos honoríficos. Era un hombre libre, por lo tanto no había otro u otra sobre mí, sino a mi lado, en igualdad.

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