Casting Aegor Ríos

Personaje elegido: Aegor Ríos
Razón de elección: Me encanta el personaje y encima se ajusta a lo que andaba buscando por el foro. Malhumorado siempre y un guerrero nato. Creo que podría hacer un buen papel con él.

Los rayos cálidos que entraban por la ventana le acariciaron el rostro despertándolo. Se incorporó en la cama con gesto hosco y se estiró perezosamente aun con el semblante serio. Miró por la pequeña ventana con sus ojos purpuras. << Otro mierda de día. >> pensó mientras miraba las blancas nubes que corrían por el cielo. Soltó un bufido despectivo antes de levantarse y tras vestirse con cierta parsimonia decidió coger su espada para luego colgársela al cinto, al igual que hizo con la daga. Tenía ganas de practicar un poco con algún soldado. Tanta inactividad le estaba atrofiando los músculos y eso a Aceroamargo no le gustaba ni pizca. Era un hombre de guerra, un hombre de acción. No un campesino holgazán que estaba todo el día tumbado contando estrellas. Se atusó la barba recortada, se lavó la cara con el agua de un barril cercano y se dispuso a bajar al patio de armas, rechazando el desayuno que le habían traído los criados. Mientras bajaba las anchas escaleras, los soldados que se cruzaban con él se cuadraban y le daban los buenos días pero Aegor no les hacia el menor caso, su hambre por tener un duelo decente lo cegaba. Al llegar al patio vio como un grupo de soldados practicaban entre ellos.

- A ver quién me podría servir…- musito secamente evaluándolos con la mirada.

Tras un rato observando sus movimientos lentos y desenfadados, como si estuvieran jugando, decidió escoger al más joven para darles a entender que la guerra no era un juego de niños. Llamó un chico rubio de hombros, anchos aunque más bajo que él. Le ordenó que se pusiera en posición de duelo y desenfundó la espada, rechazó el escudo que un mozo le había traído, y cuando estuvo preparado se abalanzó como un lobo hambriento contra el joven recluta. El muchacho rubio se defendió como pudo parando con dificultad las estocadas furiosas de Aegor, hasta que en un descuido el joven logro alcanzarle debajo de la mejilla en un contraataque. Aegor se toco la herida y miró la sangre que le corría por la mejilla dándole un aspecto aun más fiero del que ya tenía. El muchacho rubio le pidió disculpas pero Aegor solamente le miraba a los ojos, evidentemente enfadado como siempre, pero sin decir nada. << Brynden… >> al escuchar sus disculpas recordó a su medio hermano Brynden Ríos, tan débil y flacucho como aquel muchacho. En un chispazo de ira se lanzó sobre el recluta con más fiereza aun, y cuando el muchacho estaba conteniendo su ataque, Aegor ciego de rabia desenfundo la daga y se la clavo en el ojo al recluta, arrancándoselo de cuajo. Cuando este estuvo tirado en el suelo retorciéndose de dolor se dio cuenta de lo que había hecho.

Todo el patio estaba envuelto en un silencio sepulcral, horrorizados por la escena. El muchacho rubio seguía retorciéndose de dolor con las manos taponándose la cuenca del ojo, el suelo era un lago de sangre. Pero Aegor no sentía nada, ni pena, ni remordimientos, nada. Quitó el ojo arrancado de la daga dejándolo caer al suelo y tras mirar de nuevo al recluta se giró enfundando de nuevo las armas. Echó a andar hacia las cocinas con gesto sombrío sin hacer caso a los gritos del muchacho, ni a los demás soldados que se agolpaban en torno al charco de sangre. << ¿Has visto Aegor? Eso mismo le harás a él. >> se prometió mientras entraba en las cocinas. Cogió una manzana de los barriles y comenzó a comérsela perezosamente. Sabía que ese incidente le iba a traer problemas pero le daba igual, así aprenderán quien es el que manda. Era Aegor Ríos, Aceroamargo ¿Qué esperaban de él?