Casting Sarella Martell

Nombre del canon elegido: Sarella Martell

¿Por qué lo has elegido? Hay varios motivos por los que he elegido pertenecer a la casa Martell. En primer lugar, los personajes pertenecientes a esta casa que han aparecido en las novelas que he leído hasta ahora me han resultado muy misteriosos e interesantes. Por otro lado, si España fuera Poniente, Dorne sería Andalucía (el sur), donde yo resido, por tanto esto me hace sentirme un poco identificada con la zona. Además, personalmente, me encanta el calor y la luz del sol, el verano y ese clima maravilloso que compartimos Andalucía y Dorne, y Lanza del Sol me parece un nombre precioso para una capital.

Por otro lado, más centrado en el personaje de Sarella, ambas tenemos tendencia a decir lo que pensamos un poco abruptamente y buscarnos problemas por defender nuestra personalidad y pensamiento por encima de todas las cosas, buscándole un razonado “por qué” absolutamente a todo. Además, cuando vi lo de las serpientes terminé de enamorarme, puesto que, por raro que resulte, es mi animal favorito: me parece super misterioso y elegante. Por otro lado, soy una cinéfila empedernida y siempre escuché a los actores decir que es bueno encontrar rasgos en la personalidad de los personajes totalmente opuestos a los del intérprete. En mi caso, es esa “manía” que tiene Sarella a los Targaryen, que aquí a la user le encantan. Además, soy hija única, y eso de tener unos hermanos a los que estoy tan unida me encanta. Esta peculiar mezcla creo que hace que pueda rolear este personaje a la perfección y muy muy a gusto. Solo espero que todos (sobre todo mis queridos hermanos), estén de acuerdo.

Casting:
En el centro del patio, a ras de suelo, había una esbelta fuente de mármol blanco de poco menos de una vara de altura. Se sentó e introdujo los pies descalzos en el agua fresca que reposaba en las lozas nacaradas. Le encantaba ese lugar: el sonido del agua cayendo por el mármol y describiendo arcos en el aire le resultaba hipnotizante, y allí podía pasarse los días enteros absorta en sus pensamientos, sintiendo en la piel la calidez de los rayos de sol y la frescura del agua. Para Sarella, esta mezcla de sensaciones era el regalo con el que los dioses habían bendecido a Lanza del Sol, a Dorne. “Ojalá solo existiera Dorne. Ojalá pudieramos vivir como si el resto de Poniente no existiese”.

No entendía por qué los hombres se empeñaban en unirse a otras casas por el mero hecho de poseer más tierras. Había visitado Desembarco del Rey y Rocadragón cuando era una niña, y había oído multitud de historias sobre el resto de parajes de Poniente. “¿Para qué querría Dorne estar unida a los inhóspitos bosques del Tridente o a las lúgubres y frías tierras del Norte?”. Lanza del Sol era la capital de la belleza, de la luz, de los vestidos de seda de colores, de los perfumes, del vino y de la alegría, “y pronto lo será también de los Targaryen”. Solo de pensar que tanta belleza sería arrasada por el fuego de los dragones hacía que se le hirviera la sangre.

Aquel lugar tan relajante era perfecto para enfrascarse en discusiones mentales en las que siempre ganaba ella. Por desgracia, cuando volvía a la realidad se daba cuenta de que esas victorias estaban muy lejos de producirse: el amor mutuo que se profesaban ella y sus hermanos era infinito, pero estaba convencida de que en cuestiones políticas tenía todas las de perder. Maron pronto contraería matrimonio con la hija del rey dragón, y nada podía hacer para evitarlo. Ya lo había intentado, pero si por algo no se caracterizaba Sarella era por la sutileza de sus palabras.

- Ten cuidado con no morderte la lengua, hermanita. A nuestro maestre no se le da bien curar los envenenamientos. – Con esas palabras había zanjado su hermano mayor más de una de sus discusiones.

El sol empezaba a escocerle en la piel, por lo que pasó las manos por el agua que caía desde la cima de la fuente para refrescarse. Le encantaba sentir el calor, pero en su justa medida, “no como los Targaryen. Ellos se bañan en fuego valirio”. Pensar en que algún día estaría casada con uno de los herederos del rey hacía que prefiriera convertirse en mármol, como la fuente. Era hija de un Martell, y esa era una de sus obligaciones. “En cambio, si solo existiera Dorne, todo sería mucho más fácil. Podría comprometerme con un Dayne, o con un Santagar, o con un Qorgyle… o incluso con otro Martell”. Ya le parecía oír los irritantes murmullos del pueblo ante tan descabellada idea. “¿Acaso no lo hacen vuestros adorados dragones? ¿Por qué nosotros hemos de ser menos, cuando vivimos en la maravilla de Poniente? ¿Por qué doblar la rodilla ante ningún rey?”

- “Nunca doblegado, nunca roto” – Dijo en susurro mirando hacia el sol, el único que parecía querer escucharla.