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Debes explicarme esto (Daenerys)
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Debes explicarme esto (Daenerys)
Sí, lo iba a hacer...iba a decirle a su hermana lo que había estado madurando durante días, aquel collar que le hacía entornar los ojos cada vez que lo veía. Se lo diría y aclararían las cosas...para bien o para mal. Dedujo que al ser el día después de la boda, Daenerys andaría por el ala del palacio destinada a Maron y a su familia, así que caminó hacia allí, atento a cualquier melena de color platino que pudiera encontrarse...
Preguntó a guardias y a sirvientes por la que ahora era la princesa Daenerys Martell, nadie sabía responderle, tan sólo un veterano capitán le dijo que se hallaba aún en las estancias del príncipe. Era normal. Después de haber yacido habrían tonteado y cómo no habrían permanecido como tortolitos en el lecho, sin ganas de ver a nadie ni de hablar con nadie que fueran palabras de amor, y quién mejor que el amante para hablar de aquellos temas.
Así que el rey de Poniente se sentó en un banco próximo a la puerta de las estancias de Maron, junto a un jardín fresco, tarde o temprano ella saldría...y Maron también, quizá no estuviera de más que se enterase de aquellos asuntos...pero recapacitó enseguida, no era correcto amargar a su amigo con aquellos menesteres, aún.
Preguntó a guardias y a sirvientes por la que ahora era la princesa Daenerys Martell, nadie sabía responderle, tan sólo un veterano capitán le dijo que se hallaba aún en las estancias del príncipe. Era normal. Después de haber yacido habrían tonteado y cómo no habrían permanecido como tortolitos en el lecho, sin ganas de ver a nadie ni de hablar con nadie que fueran palabras de amor, y quién mejor que el amante para hablar de aquellos temas.
Así que el rey de Poniente se sentó en un banco próximo a la puerta de las estancias de Maron, junto a un jardín fresco, tarde o temprano ella saldría...y Maron también, quizá no estuviera de más que se enterase de aquellos asuntos...pero recapacitó enseguida, no era correcto amargar a su amigo con aquellos menesteres, aún.
Daeron Targaryen- Realeza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
En el fondo, le hacía gracia. Todos morenos, con la piel bronceada y la mirada oscura en la mayoría de los casos; todos menos ella. Le resultaba curioso y hasta divertido, y por ello solía dejar escapar alguna que otra risita de vez en cuando, sobre todo cuando se encontraba rodeada de ellos. Por supuesto, no había nada de maldad en ella, sino ternura.
Se mordió los labios y pellizcó las mejillas. Al fin y al cabo, tampoco lo había pasado tan mal. Si bien había estado más nerviosa que nunca y también hubo llorado en la intimidad, lo cierto es que las cosas habían resultado ser muy diferentes a como las imaginaba. Maron era una gran persona, se estaba ganando su corazón a pasos agigantados y Daenerys disfrutaba de su condición como esposa, amiga y amante. No iba a negarlo, comenzaba a sentir la necesidad de besarle y abrazarlo cada vez que lo veía. Era extraño, pero sentía una seguridad, confianza y bienestar casi inigualables a su lado. Con él no debía temer a nada.
Se acarició el vientre y separó un poco las piernas. Aún a veces seguía molestándole la pequeña herida, prueba de su antigua inocencia. Por suerte, la noche anterior Maron se había comportado como lo que es, un hombre enamorado que lo que menos buscaba era dañar a la mujer de su vida. Pero tampoco podía dejar de pensar en él; en Daemon, su Daemon. Del mismo modo que se ciñó a la realidad y gozó del cuerpo y la persona de su ahora esposo, también había llegado a imaginarle a él durante el acto poseyéndola con el cariño y el amor que siempre le había brindado. El debía haber sido el primero, suya la semilla en su interior. Y aunque le doliese, no podía quejarse. Al contrario que la gran mayoría de señoras en Poniente, ella tenía un esposo maravilloso.
Miró hacia atrás y le vio dormir tan profundamente como un bebé después de la última leche del día. Se mordió el labio muerta de dulzura y se acercó para besarle la frente. No quería despertarle, pues también habían sido duros momentos para él y merecía descansar. Además, estaba hermoso. A pesar de dejarse llevar por el sueño, su carita parecía tan fresca como una rosa. Cavilaba en sus pensamientos y acariciaba el colgante cuando salió de la habitación.
No se lo esperó. Estaba tan sumida en sus asuntos que, para cuando dobló la esquina ya en el jardín y alzó la mirada, se había acercado lo suficiente a Daeron como para darse un buen susto. Ni siquiera se fijó en quién se trataba, pero el semblante serio, la mirada llena de furia y la cabeza rubia entre tantos morenos le resultó tan extraño que, tras un pequeño gritito y su por consiguiente bote, salió corriendo de allí. Y eso que no había pasado ni un solo día tras su casamiento. Sin embargo, Daenerys y su ensoñación tan solo habían conseguido vislumbrar ante sí a un hombre con ganas de asustarla. Y pese a que durante su carrera cayó en la cuenta de que podía ser su hermano, como no se explicaba su enfado siguió corriendo. Por si las moscas.
Se mordió los labios y pellizcó las mejillas. Al fin y al cabo, tampoco lo había pasado tan mal. Si bien había estado más nerviosa que nunca y también hubo llorado en la intimidad, lo cierto es que las cosas habían resultado ser muy diferentes a como las imaginaba. Maron era una gran persona, se estaba ganando su corazón a pasos agigantados y Daenerys disfrutaba de su condición como esposa, amiga y amante. No iba a negarlo, comenzaba a sentir la necesidad de besarle y abrazarlo cada vez que lo veía. Era extraño, pero sentía una seguridad, confianza y bienestar casi inigualables a su lado. Con él no debía temer a nada.
Se acarició el vientre y separó un poco las piernas. Aún a veces seguía molestándole la pequeña herida, prueba de su antigua inocencia. Por suerte, la noche anterior Maron se había comportado como lo que es, un hombre enamorado que lo que menos buscaba era dañar a la mujer de su vida. Pero tampoco podía dejar de pensar en él; en Daemon, su Daemon. Del mismo modo que se ciñó a la realidad y gozó del cuerpo y la persona de su ahora esposo, también había llegado a imaginarle a él durante el acto poseyéndola con el cariño y el amor que siempre le había brindado. El debía haber sido el primero, suya la semilla en su interior. Y aunque le doliese, no podía quejarse. Al contrario que la gran mayoría de señoras en Poniente, ella tenía un esposo maravilloso.
Miró hacia atrás y le vio dormir tan profundamente como un bebé después de la última leche del día. Se mordió el labio muerta de dulzura y se acercó para besarle la frente. No quería despertarle, pues también habían sido duros momentos para él y merecía descansar. Además, estaba hermoso. A pesar de dejarse llevar por el sueño, su carita parecía tan fresca como una rosa. Cavilaba en sus pensamientos y acariciaba el colgante cuando salió de la habitación.
No se lo esperó. Estaba tan sumida en sus asuntos que, para cuando dobló la esquina ya en el jardín y alzó la mirada, se había acercado lo suficiente a Daeron como para darse un buen susto. Ni siquiera se fijó en quién se trataba, pero el semblante serio, la mirada llena de furia y la cabeza rubia entre tantos morenos le resultó tan extraño que, tras un pequeño gritito y su por consiguiente bote, salió corriendo de allí. Y eso que no había pasado ni un solo día tras su casamiento. Sin embargo, Daenerys y su ensoñación tan solo habían conseguido vislumbrar ante sí a un hombre con ganas de asustarla. Y pese a que durante su carrera cayó en la cuenta de que podía ser su hermano, como no se explicaba su enfado siguió corriendo. Por si las moscas.
Daenerys Martell- Nobleza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
No podía creerlo, al verla incluso relajó levemente el rostro, el gesto, las ideas, allí estaba, su hermana pequeña dándose al bienestar del reino casándose con un hombre al que apenas conocía, pobre niña obligada...
Pero entonces le vio y girándose rápidamente echó a correr. Rápidamente la tormenta que Daeron tenía formada en la cabeza volvió a él, se levantó como un resorte y fue tras ella, primero a grandes zancadas, pero su hermana era rápida, joven, liviana y ágil, por lo que rápidamente le daba esquinazo. Ni ella ni él conocían bien el palacio de Dorne, y si no la atrapaba pronto podría perderla, perderse él y perderse ella misma. Echó a correr pues, Daenerys ante él también corría, agitada, nerviosa, con su melena de color platino al viento. Los que los veían no daban crédito. El rey y la esposa de Maron Martell corriendo por los pasillos, más de un guardia parpadeó varias veces, pero obviamente ninguno se atrevía a echarles el alto, ni siquiera sabían reaccionar.
Entonces le llegó la oportunidad. Entraron en un pasillo largo donde sólo estaban ellos dos solos. Daeron, aprovechando su entrenamiento aunque ahora algo descuidado, forzó los músculos y la logró alcanzar, agarrando su brazo y tirando hacia él, dejándola pues agarrada y pegada con su espalda contra el pecho de él. Ambos jadeaban, inmóviles en el sitio, pero el rey no soltaba la presa del brazo de su hermana. El gen Targaryen del incesto pasó por la mente de Daeron, viéndose en aquella tesitura con su hermana, que era joven, hermosa y divertida, entre sus brazos, notando como respiraba contra él. Rápidamente desechó ese pensamiento, cabeceando hacia un lado, el maldito Daemon le hacía pensar cosas extrañas.
Lo sé le dijo con voz suave mientras recuperaba el aliento, aún inmóviles, jadeando ambos. Lo dudaba...de verdad que sí, pensaba que eran imaginaciones mías, Daemon y tú... por los Siete, cómo me iba a traicionar mi hermana... Y justo cuando vengo a hablar contigo del asunto, echas a correr al verme... dejándose llevar levemente por la ira apretó el brazo de su hermana con cierta furia, pero pronto aflojó, sin querer hacerle daño. La puso de frente contra la pared, como si fuera una muñeca, un juguete, un trapo en manos de un gato, se pegó a ella y la miró a los ojos. Mírame a los ojos... ¡que me mires! le dijo casi siseando apretando la voz y la zarandeó levemente. Cuando ella le miró habló pausadamente.
Ese collar... esa maldita joya que llevas ahí... alejándose del pudor, pues estaba demasiado furioso para ello, metió los dedos en su escote y sacó la joya, reluciente, más reluciente que los otros días, insultándole a la cara. Se la quitó de un tirón, quedándosela en la mano. Sí...es la joya de Daena, la que regaló a su hijo Daemon...a ese bastardo malnacido que me escupe desde el Dominio, que escupe a nuestra familia, que quiere vernos muertos a todos menos a ti... claro, menos a ti ¡porque tu llevas el puto collar! la volvió a zarandear furioso.
Como todo esto sea verdad, Daenerys Targaryen... como todo esto sea verdad...
Pero entonces le vio y girándose rápidamente echó a correr. Rápidamente la tormenta que Daeron tenía formada en la cabeza volvió a él, se levantó como un resorte y fue tras ella, primero a grandes zancadas, pero su hermana era rápida, joven, liviana y ágil, por lo que rápidamente le daba esquinazo. Ni ella ni él conocían bien el palacio de Dorne, y si no la atrapaba pronto podría perderla, perderse él y perderse ella misma. Echó a correr pues, Daenerys ante él también corría, agitada, nerviosa, con su melena de color platino al viento. Los que los veían no daban crédito. El rey y la esposa de Maron Martell corriendo por los pasillos, más de un guardia parpadeó varias veces, pero obviamente ninguno se atrevía a echarles el alto, ni siquiera sabían reaccionar.
Entonces le llegó la oportunidad. Entraron en un pasillo largo donde sólo estaban ellos dos solos. Daeron, aprovechando su entrenamiento aunque ahora algo descuidado, forzó los músculos y la logró alcanzar, agarrando su brazo y tirando hacia él, dejándola pues agarrada y pegada con su espalda contra el pecho de él. Ambos jadeaban, inmóviles en el sitio, pero el rey no soltaba la presa del brazo de su hermana. El gen Targaryen del incesto pasó por la mente de Daeron, viéndose en aquella tesitura con su hermana, que era joven, hermosa y divertida, entre sus brazos, notando como respiraba contra él. Rápidamente desechó ese pensamiento, cabeceando hacia un lado, el maldito Daemon le hacía pensar cosas extrañas.
Lo sé le dijo con voz suave mientras recuperaba el aliento, aún inmóviles, jadeando ambos. Lo dudaba...de verdad que sí, pensaba que eran imaginaciones mías, Daemon y tú... por los Siete, cómo me iba a traicionar mi hermana... Y justo cuando vengo a hablar contigo del asunto, echas a correr al verme... dejándose llevar levemente por la ira apretó el brazo de su hermana con cierta furia, pero pronto aflojó, sin querer hacerle daño. La puso de frente contra la pared, como si fuera una muñeca, un juguete, un trapo en manos de un gato, se pegó a ella y la miró a los ojos. Mírame a los ojos... ¡que me mires! le dijo casi siseando apretando la voz y la zarandeó levemente. Cuando ella le miró habló pausadamente.
Ese collar... esa maldita joya que llevas ahí... alejándose del pudor, pues estaba demasiado furioso para ello, metió los dedos en su escote y sacó la joya, reluciente, más reluciente que los otros días, insultándole a la cara. Se la quitó de un tirón, quedándosela en la mano. Sí...es la joya de Daena, la que regaló a su hijo Daemon...a ese bastardo malnacido que me escupe desde el Dominio, que escupe a nuestra familia, que quiere vernos muertos a todos menos a ti... claro, menos a ti ¡porque tu llevas el puto collar! la volvió a zarandear furioso.
Como todo esto sea verdad, Daenerys Targaryen... como todo esto sea verdad...
Daeron Targaryen- Realeza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
Mierda. ¿Por qué habría salido corriendo? Fuese lo que fuese lo que le sucediera al Rey, ahora la había cagado más aún. Cuando en un breve instante decidió mirar hacia atrás, vio en su rostro una ira que jamás antes había vislumbrado en su hermano. Asustada y sin saber muy bien por qué, aceleró el paso dirigiéndose a quién sabe dónde. La suerte de vivir en Dorne era que tenían todo un desierto para atravesar si hacía falta. Los guardias, perplejos, vieron aquella situación tan extraña que ni siquiera se atrevieron a preguntar. O eso, o tenían ganas de deshacerse de ella y no les importaba en lo más mínimo el hecho de que pudiera estar en peligro. Refunfuñó durante su carrera, tendrían que darle un premio por esto. No todas las mujeres sabían correr tan rápido sin remangarse la falda. Extraño le resultó no tropezar y haberse dado de bruces contra el suelo.
Cuando sintió el tirón en su brazo, cogió una gran bocanada de aire y lo mantuvo en su pecho para no gritar. Después, lo soltó y jadeó agotada en compañía de su hermano. La había pillado de la misma manera que tantas veces cuando era niña. Pero ahora era distinto, Daenerys era una mujer y sentir el cuerpo de Daeron pegado al suyo desde la espalda lograba ponerla nerviosa. Pensó en que, de haber seguido la tradición y ambos tener una edad más cercana, probablemente sus padres los hubieran casado. Entonces el pequeño Maekar sí habría sido su hijo, y no su sobrino.
—¿Qué?— ¿Daemon? ¿Traición? ¿De qué diantres estaba hablando? Parpadeó un par de veces y luego entreabrió los labios sutilmente en un "ah..." mudo. Ahora sí que estaba segura, no debía haber salido corriendo. Bravo, Daenerys.
Dejó escapar un pequeño gemido de dolor cuando Daeron apretó su brazo con fuerza. Aunque no duró demasiado, lo cierto es que la dragona era una joven lo suficientemente frágil como para sentir molestia por ello. Su espalda chocó bruscamente contra la pared, y a punto estuvo de hacerlo también su cabeza. Aterrorizada por el trato que jamás antes le había dado su hermano, bajó la mirada e incluso llegó a cerrar los ojos. Pero él le obligó a volver a abrirlos y contemplarle directamente, zarandeándola. "Esa joya..." fueron las palabras claves para descubrir qué era lo que tan furioso y violento había conseguido ponerle.
—¡No!— exclamó cuando él adentró la mano en su busto firme, suave y joven, y se hizo con el colgante para después arrebatárselo —¡Devuélvemela!— le exigió con un angustioso nudo en la garganta.
Después de una hilera de palabras que atacaron directamente el corazón y los sentimientos más profundos de la bella Targaryen, Daeron volvió a zarandearla, esta vez con mucha más fuerza. Daenerys empezó a llorar, sintiéndose impotente, asustada y dolida.
—¡Que me la devuelvas! Hace muchos años que la tengo, ¡muchos! ¡La uso ahora porque es el único recuerdo que me queda de cuando de verdad éramos todos una familia!— intentó liberarse de su agarre, pero el llanto le hizo perder fuerzas, enervarse y sentirse completamente indefensa.
En aquel momento, solo deseaba el consuelo de su esposo.
—¡¡Maron!!— lo llamó en un grito de auxilio —Suéltame, me haces daño...— le rogó a su hermano.
Cuando sintió el tirón en su brazo, cogió una gran bocanada de aire y lo mantuvo en su pecho para no gritar. Después, lo soltó y jadeó agotada en compañía de su hermano. La había pillado de la misma manera que tantas veces cuando era niña. Pero ahora era distinto, Daenerys era una mujer y sentir el cuerpo de Daeron pegado al suyo desde la espalda lograba ponerla nerviosa. Pensó en que, de haber seguido la tradición y ambos tener una edad más cercana, probablemente sus padres los hubieran casado. Entonces el pequeño Maekar sí habría sido su hijo, y no su sobrino.
—¿Qué?— ¿Daemon? ¿Traición? ¿De qué diantres estaba hablando? Parpadeó un par de veces y luego entreabrió los labios sutilmente en un "ah..." mudo. Ahora sí que estaba segura, no debía haber salido corriendo. Bravo, Daenerys.
Dejó escapar un pequeño gemido de dolor cuando Daeron apretó su brazo con fuerza. Aunque no duró demasiado, lo cierto es que la dragona era una joven lo suficientemente frágil como para sentir molestia por ello. Su espalda chocó bruscamente contra la pared, y a punto estuvo de hacerlo también su cabeza. Aterrorizada por el trato que jamás antes le había dado su hermano, bajó la mirada e incluso llegó a cerrar los ojos. Pero él le obligó a volver a abrirlos y contemplarle directamente, zarandeándola. "Esa joya..." fueron las palabras claves para descubrir qué era lo que tan furioso y violento había conseguido ponerle.
—¡No!— exclamó cuando él adentró la mano en su busto firme, suave y joven, y se hizo con el colgante para después arrebatárselo —¡Devuélvemela!— le exigió con un angustioso nudo en la garganta.
Después de una hilera de palabras que atacaron directamente el corazón y los sentimientos más profundos de la bella Targaryen, Daeron volvió a zarandearla, esta vez con mucha más fuerza. Daenerys empezó a llorar, sintiéndose impotente, asustada y dolida.
—¡Que me la devuelvas! Hace muchos años que la tengo, ¡muchos! ¡La uso ahora porque es el único recuerdo que me queda de cuando de verdad éramos todos una familia!— intentó liberarse de su agarre, pero el llanto le hizo perder fuerzas, enervarse y sentirse completamente indefensa.
En aquel momento, solo deseaba el consuelo de su esposo.
—¡¡Maron!!— lo llamó en un grito de auxilio —Suéltame, me haces daño...— le rogó a su hermano.
Daenerys Martell- Nobleza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
La soltó ante su petición angustiada y se separó para dejarla respirar más distendidamente manteniendo el collar en la mano. Lo examinó y a la vez recordó las palabras que había dicho su hermana, "cuando éramos todos una familia" claro que sí, pero eso no lo explicaba. La volvió a mirar, si no con tanta severidad, con una profunda decepción.
Que quieras que la familia esté unida no explica cómo has conseguido este collar que tanta vergüenza acarrea para ti y para nuestro reino. ¿Llevas el collar por tía Daena? ¿O lo llevas porque es de Daemon? su voz vibró furiosa al pronunciar su nombre. Dejó un leve instante de silencio entre ambos, Daenerys parecía abatida, confundida, bloqueada y Daeron interpretó aquello como una razón a sus palabras, que callaba justificando su culpa.
Ese cabrón quiere vernos a todos ahorcados de una encina le dijo acercándose a ella, buscando sus ojos, buscándola a ella pero claro, tú llevas su colgante para mantener a la familia unida, ¿Qué familia Dany? ¿Qué familia? cabeceó, volviendo a caminar en un ir y venir nervioso ante ella. La familia por la que debes velar es por tus sobrinos, por Maekar, Baelor y Aelinor, ¿sabes? ellos sí te necesitan, no ese descarado, por mi es por quien tienes que velar, como yo he intentado hacer por ti todo este tiempo, creyendo que te protegía de todo mal como debe hacer un hermano mayor, pero ya veo que inútilmente... por mi esposa, cuya voluntad así como la mía quedó subyugada por el bienestar del reino, para que la gente pudiera vivir en paz entre nuestras tierras y Dorne, pero tú no entiendes eso ¿verdad? tú prefieres llevar esto dijo alzando el collar en alto ante ella.
Mira, Daenerys, llama a Maron si quieres, él te protegerá, te cuidará, te mimará y si hiciera falta y ahora que es tu esposo, me clavaría una espada en las tripas si ve que te hago daño, se que lo haría aunque es mi amigo porque yo haría igual con él si atacara a Miryah. Adelante, llámalo y refúgiate, y luego clávale una daga y refúgiate en Daemon, como has hecho conmigo... la miraba notando un nudo en la garganta, un nudo de congoja que preludiaba unas lágrimas que no derramaría ante ella, no lo haría, en ese momento sentía que no se las merecía. Entonces suspiró, apoyándose en la balaustrada de piedra tallada que daba pie a un patio interior hermosamente ajardinado y solitario en aquel momento.
Nada, nada en todo Poniente podría haber hecho más daño a Daeron II Targaryen, rey de los ándalos y de los primeros hombres, nada excepto que su hermana preferida desde siempre le traicionase de aquella manera. No sabía si su hermana se acercaría a él, si en cambio se iría a los brazos de Maron, dejándole solo hasta que su amigo acudiese con medio ejército a detenerle, le daba igual, en aquel momento le daba igual.
No me pediste permiso para llevar eso dijo entonces con un "hermano, esta joya perteneció a nuestra tía, es un bello recuerdo familiar" o algo así... habría bastado, pero no, callaste, preferiste no confiar en mi, no contarme las cosas... la miró, ladeando la cabeza hacia ella, el rostro del rey era extrañamente sereno, firme ante las circunstancias preferiste ocultármelo.
Que quieras que la familia esté unida no explica cómo has conseguido este collar que tanta vergüenza acarrea para ti y para nuestro reino. ¿Llevas el collar por tía Daena? ¿O lo llevas porque es de Daemon? su voz vibró furiosa al pronunciar su nombre. Dejó un leve instante de silencio entre ambos, Daenerys parecía abatida, confundida, bloqueada y Daeron interpretó aquello como una razón a sus palabras, que callaba justificando su culpa.
Ese cabrón quiere vernos a todos ahorcados de una encina le dijo acercándose a ella, buscando sus ojos, buscándola a ella pero claro, tú llevas su colgante para mantener a la familia unida, ¿Qué familia Dany? ¿Qué familia? cabeceó, volviendo a caminar en un ir y venir nervioso ante ella. La familia por la que debes velar es por tus sobrinos, por Maekar, Baelor y Aelinor, ¿sabes? ellos sí te necesitan, no ese descarado, por mi es por quien tienes que velar, como yo he intentado hacer por ti todo este tiempo, creyendo que te protegía de todo mal como debe hacer un hermano mayor, pero ya veo que inútilmente... por mi esposa, cuya voluntad así como la mía quedó subyugada por el bienestar del reino, para que la gente pudiera vivir en paz entre nuestras tierras y Dorne, pero tú no entiendes eso ¿verdad? tú prefieres llevar esto dijo alzando el collar en alto ante ella.
Mira, Daenerys, llama a Maron si quieres, él te protegerá, te cuidará, te mimará y si hiciera falta y ahora que es tu esposo, me clavaría una espada en las tripas si ve que te hago daño, se que lo haría aunque es mi amigo porque yo haría igual con él si atacara a Miryah. Adelante, llámalo y refúgiate, y luego clávale una daga y refúgiate en Daemon, como has hecho conmigo... la miraba notando un nudo en la garganta, un nudo de congoja que preludiaba unas lágrimas que no derramaría ante ella, no lo haría, en ese momento sentía que no se las merecía. Entonces suspiró, apoyándose en la balaustrada de piedra tallada que daba pie a un patio interior hermosamente ajardinado y solitario en aquel momento.
Nada, nada en todo Poniente podría haber hecho más daño a Daeron II Targaryen, rey de los ándalos y de los primeros hombres, nada excepto que su hermana preferida desde siempre le traicionase de aquella manera. No sabía si su hermana se acercaría a él, si en cambio se iría a los brazos de Maron, dejándole solo hasta que su amigo acudiese con medio ejército a detenerle, le daba igual, en aquel momento le daba igual.
No me pediste permiso para llevar eso dijo entonces con un "hermano, esta joya perteneció a nuestra tía, es un bello recuerdo familiar" o algo así... habría bastado, pero no, callaste, preferiste no confiar en mi, no contarme las cosas... la miró, ladeando la cabeza hacia ella, el rostro del rey era extrañamente sereno, firme ante las circunstancias preferiste ocultármelo.
Daeron Targaryen- Realeza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
Tan rápido escupía cada una de sus palabras que a penas tuvo tiempo de hacer el amago de abrir su boca un par de veces para contestar. Apuñalaba su pecho con un centenar de dagas llenas de ponzoña que ennegrecían cada vez más su joven corazón. Hablaba de su propio hermano con el mayor odio jamás visto en un hombre. No le hacía falta nombrarlo para saber quién era el veradero causante de aquella furia contenida. A Daenerys eso la consumía por dentro. El hecho de que su hermano, el que había sido como un padre para ella y al que tanto amaba, sintiese tal desprecio hacia el hombre de su vida la estaba matando. Porque no se repudiaban de una manera normal, como dos hombres que no pueden soportar cruzar miradas, sino que sabía que ambos deseaban la muerte del contrario.
¿Qué sabía él de familia? La verdadera familia se amaba y soportaba a pesar de las diferencias, buscaban soluciones pacíficas a sus conflictos y no esperaban una guerra por parte de "la otra facción". Daenerys amaba a todos los miembros de esa familia por igual, sin tronos o estúpidos cargos de por medio. Ella jamás había odiado, jamás repudiado.
—Daemon es mi hermano.— dijo, apretando con fuerza la mandíbula y conteniendo la rabia —¿Acaso no velo por mi familia? ¿Acaso no he pasado veintidós años de mi vida dándolo todo por ella? ¿Insinuas que no he luchado por vosotros? Os he querido más que a nada en este mundo, Daeron; ¿¡por qué si no estoy aquí ahora mismo!?— gritó con voz ahogada —Daemon no haría daño a mis sobrinos. ¡No podría perdonárselo! Nadie en este mundo es capaz de ser tan monstruo como imaginas.
Cuando alzó el collar ante ella tuvo ganas de lanzarse a por él, de arrebatárselo de las manos y huir, huir y refugiarse en los brazos de su hombre tal y como siempre había hecho. Pero no, se llenó de la valentía suficiente como para plantarle cara y luchar por sus derechos; ya no como princesa, sino como ser humano. Ese colgante era suyo, y él no tenía derecho alguno a quedárselo. En el momento en el que el Rey mencionó a Maron, Daenerys, sin saber muy bien por qué, frunció el ceño irritada. No, no lo había insinuado, le había dicho directamente que llegaría el momento en el que le traicionaría. No, ¡jamás!
—¡Jamás!— exclamó —No sería capaz de traicionar a mi esposo ni en mil vidas. Maron es un hombre maravilloso, ¡igual que tú, hermano! Por eso a ninguno de los dos os haría tremenda ofensa. No permitiré que sigas lanzando injurias de esta manera, no en el que ahora es mi hogar.
Ahora era ella quien no podía controlar sus impulsos. Las lágrimas corrían por sus sonrosadas mejillas como la lluvia en las tardes de invierno. Sus ojos brillaban, pero no de la manera alegre y hermosa con la que siempre solían hacerlo, sino llenos de dolor y angustia. Las dos hermosas amatistas de su rostro se abrieron incrédulas ante la última acusación del hombre.
—¿Es que tengo que pedirte permiso para llevar una joya personal, Daeron? ¿Vas a controlarme la vida más de lo que ya lo haces? Daemon me lo regaló antes de marchar hace cinco años. Le adoraba como a un verdadero hermano y aún así jamás me atreví a usarlo; por ti, Daeron, por tu ceño fruncido cada vez que hablábamos de lo felices que éramos cuando todos estábamos juntos. ¿Piensas que voy a tragarme el cuento de que con pedir permiso hubiera bastado? Oh, no, mi Rey, no. Sé que me lo hubieras arrebatado de la misma forma que ahora, ¡por eso nunca te dije nada!
Entonces le miró a los ojos, guardó silencio unos segundos y tragó el nudo que le apretaba la garganta. Avanzó un paso hacia Daeron y se detuvo. Tan cerca paró frente a él que podía rozar la punta de su nariz. Entonces, le besó los labios. Pero lo hizo con la misma pureza y castidad de cuando era niña y corría hacia él para abrazarle y llenarle de besos. Como cuando todo era mejor. Sin embargo, ahora ella era una mujer; una hermosa mujer. Una de sus manos se posó suave pero firmemente sobre aquella con la que el Rey sujetaba el colgante.
—Devuélvemela, por favor.— volvió a pedirle, esta vez con serenidad —Te amo, hermano; sabes que siempre lo hice y nunca dejaré de hacerlo. Por eso te pido que me la entregues y marches. No lo hagas más complicado.
Esta vez no tendría reparos en llamar a su esposo que, con suerte, ya la habría escuchado gritar previamente.
¿Qué sabía él de familia? La verdadera familia se amaba y soportaba a pesar de las diferencias, buscaban soluciones pacíficas a sus conflictos y no esperaban una guerra por parte de "la otra facción". Daenerys amaba a todos los miembros de esa familia por igual, sin tronos o estúpidos cargos de por medio. Ella jamás había odiado, jamás repudiado.
—Daemon es mi hermano.— dijo, apretando con fuerza la mandíbula y conteniendo la rabia —¿Acaso no velo por mi familia? ¿Acaso no he pasado veintidós años de mi vida dándolo todo por ella? ¿Insinuas que no he luchado por vosotros? Os he querido más que a nada en este mundo, Daeron; ¿¡por qué si no estoy aquí ahora mismo!?— gritó con voz ahogada —Daemon no haría daño a mis sobrinos. ¡No podría perdonárselo! Nadie en este mundo es capaz de ser tan monstruo como imaginas.
Cuando alzó el collar ante ella tuvo ganas de lanzarse a por él, de arrebatárselo de las manos y huir, huir y refugiarse en los brazos de su hombre tal y como siempre había hecho. Pero no, se llenó de la valentía suficiente como para plantarle cara y luchar por sus derechos; ya no como princesa, sino como ser humano. Ese colgante era suyo, y él no tenía derecho alguno a quedárselo. En el momento en el que el Rey mencionó a Maron, Daenerys, sin saber muy bien por qué, frunció el ceño irritada. No, no lo había insinuado, le había dicho directamente que llegaría el momento en el que le traicionaría. No, ¡jamás!
—¡Jamás!— exclamó —No sería capaz de traicionar a mi esposo ni en mil vidas. Maron es un hombre maravilloso, ¡igual que tú, hermano! Por eso a ninguno de los dos os haría tremenda ofensa. No permitiré que sigas lanzando injurias de esta manera, no en el que ahora es mi hogar.
Ahora era ella quien no podía controlar sus impulsos. Las lágrimas corrían por sus sonrosadas mejillas como la lluvia en las tardes de invierno. Sus ojos brillaban, pero no de la manera alegre y hermosa con la que siempre solían hacerlo, sino llenos de dolor y angustia. Las dos hermosas amatistas de su rostro se abrieron incrédulas ante la última acusación del hombre.
—¿Es que tengo que pedirte permiso para llevar una joya personal, Daeron? ¿Vas a controlarme la vida más de lo que ya lo haces? Daemon me lo regaló antes de marchar hace cinco años. Le adoraba como a un verdadero hermano y aún así jamás me atreví a usarlo; por ti, Daeron, por tu ceño fruncido cada vez que hablábamos de lo felices que éramos cuando todos estábamos juntos. ¿Piensas que voy a tragarme el cuento de que con pedir permiso hubiera bastado? Oh, no, mi Rey, no. Sé que me lo hubieras arrebatado de la misma forma que ahora, ¡por eso nunca te dije nada!
Entonces le miró a los ojos, guardó silencio unos segundos y tragó el nudo que le apretaba la garganta. Avanzó un paso hacia Daeron y se detuvo. Tan cerca paró frente a él que podía rozar la punta de su nariz. Entonces, le besó los labios. Pero lo hizo con la misma pureza y castidad de cuando era niña y corría hacia él para abrazarle y llenarle de besos. Como cuando todo era mejor. Sin embargo, ahora ella era una mujer; una hermosa mujer. Una de sus manos se posó suave pero firmemente sobre aquella con la que el Rey sujetaba el colgante.
—Devuélvemela, por favor.— volvió a pedirle, esta vez con serenidad —Te amo, hermano; sabes que siempre lo hice y nunca dejaré de hacerlo. Por eso te pido que me la entregues y marches. No lo hagas más complicado.
Esta vez no tendría reparos en llamar a su esposo que, con suerte, ya la habría escuchado gritar previamente.
Daenerys Martell- Nobleza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
Las razone que aducía su hermana para solucionar aquella situación le parecían infantiles, inmaduras, idealizadas, nada era ya como antes, todo había cambiado y Daenerys no sabía adaptarse a los nuevos tiempos, eso le costaría caro, y quizá a toda la familia. Todos aquellos pensamientos se embotaron y enturbiaron cuando su hermana contra todo pronóstico se acercó a él y le besó cerrando los ojos, inundando por un momento el silencio la situación. Aquello era muy raro, hubiera esperado una bofetada o un golpe, un empujón... y fue por ello que sus esquemas se rompieron, aquello era tan inesperado como improbable en una situación normal, fue por ello que cuando su hermana cogió el collar él lo soltó mecánicamente, algo aturdido por el momento. Estudió sus ojos, viendo como ella ponía a buen recaudo la joya y no supo como reaccionar, maldita sea, lo había dejado sin argumentos tras aquello. Claro que tenía argumentos por supuesto, los suficientes para discutir todo el día, pero tras aquel inesperado beso yacían ocultos en los entresijos de la atormentada mente del rey.
No voy a hacer nada más, hermana dijo con serenidad, pausadamente. Te he dicho lo que tenía que decirte, sabes lo que quería que supieras y creo que sabes lo que pienso al respecto... Daeron no quería desearla, no, a ella no, era su hermana y él no iba a seguir con la maldita tradición de los Targaryen, no, se aguantaría y sería un hermano ejemplar y un rey modelo, al fin y al cabo era lo que siempre se decía a sí mismo, incluso en aquellas situaciones. Lo malo era que tras aquel beso, temía intentar algo con su hermana sin tener que hacerlo. Cerró los ojos por ello, pidiendo al Padre mesura en sus acciones y a la Vieja sabiduría, rogando porque los dioses revocaran la maldición de los Targaryen.
Has llamado a Maron...¿Qué le vas a decir? ¿Vas a hacer que me detengan...? dejó la última pregunta en el aire, mirándola impasible, tranquilo, como mira un rey y un hombre que han aceptado su destino. Sabía que había forcejeado con la que ahora era la princesa de Dorne, que la había amarrado con fuerza, que le había hecho daño en el brazo, que le había gritado y le había dicho cosas tremendas en su propia casa, pero él la miraba fijamente a ella, como una bella escultura de un gobernante del pasado, pues Daeron también tendía a la blancura de la piel, a los ojos hermosos de color malva, excepto en el cabello, que se difería de su hermana en una tonalidad más oscura.
No voy a hacer nada más, hermana dijo con serenidad, pausadamente. Te he dicho lo que tenía que decirte, sabes lo que quería que supieras y creo que sabes lo que pienso al respecto... Daeron no quería desearla, no, a ella no, era su hermana y él no iba a seguir con la maldita tradición de los Targaryen, no, se aguantaría y sería un hermano ejemplar y un rey modelo, al fin y al cabo era lo que siempre se decía a sí mismo, incluso en aquellas situaciones. Lo malo era que tras aquel beso, temía intentar algo con su hermana sin tener que hacerlo. Cerró los ojos por ello, pidiendo al Padre mesura en sus acciones y a la Vieja sabiduría, rogando porque los dioses revocaran la maldición de los Targaryen.
Has llamado a Maron...¿Qué le vas a decir? ¿Vas a hacer que me detengan...? dejó la última pregunta en el aire, mirándola impasible, tranquilo, como mira un rey y un hombre que han aceptado su destino. Sabía que había forcejeado con la que ahora era la princesa de Dorne, que la había amarrado con fuerza, que le había hecho daño en el brazo, que le había gritado y le había dicho cosas tremendas en su propia casa, pero él la miraba fijamente a ella, como una bella escultura de un gobernante del pasado, pues Daeron también tendía a la blancura de la piel, a los ojos hermosos de color malva, excepto en el cabello, que se difería de su hermana en una tonalidad más oscura.
Daeron Targaryen- Realeza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
Había escuchado sus gritos, como le llamaba, al principio pensó que sólo se trataba de una pesadilla, pero tras abrir los ojos la volvió a escuchar. La buscó a su lado para encontrar el lecho vacío, a donde había ido. Pero oía gritos. No alcanzaba a distinguir las voces pero una era masculina. ¡Que coño estaba pasando allí!
Saltó de la cama con una rapidez que ni el mismo se esperaba, cogió una de las armas que tenía en sus habitaciones una espada de una mano que era mas de decoración que para luchar, pero tenía filo. Sin vestirse salió de la estancia y captó la atención de 2 guardias próximos.
La princesa ha gritado, ¿Qué cojones estáis haciendo?, encontradla y no os cortaré el pescuezo. ¡Corred!
Y el mismo corrió, acercandose a los ruidos a pasos agigantados, giró una esquina y allí los vio, de pie el uno frente al otro. ¿Daeron? No soltó el arma, pero se sitió tremendamente confuso. Sin detenerse se acercó a Daenerys abrazándola.
¿Que sucede aquí?
Preguntó sosteniendo una mirada inquisitiva sobre su amigo y aliado... No entendía que había podido pasar, pero antes de malpensar sobre aquella situación, prefirió que sus protagonistas lo explicasen. No parecía estar en peligro ninguno de los dos, ¿A qué venían aquellas voces?
Saltó de la cama con una rapidez que ni el mismo se esperaba, cogió una de las armas que tenía en sus habitaciones una espada de una mano que era mas de decoración que para luchar, pero tenía filo. Sin vestirse salió de la estancia y captó la atención de 2 guardias próximos.
La princesa ha gritado, ¿Qué cojones estáis haciendo?, encontradla y no os cortaré el pescuezo. ¡Corred!
Y el mismo corrió, acercandose a los ruidos a pasos agigantados, giró una esquina y allí los vio, de pie el uno frente al otro. ¿Daeron? No soltó el arma, pero se sitió tremendamente confuso. Sin detenerse se acercó a Daenerys abrazándola.
¿Que sucede aquí?
Preguntó sosteniendo una mirada inquisitiva sobre su amigo y aliado... No entendía que había podido pasar, pero antes de malpensar sobre aquella situación, prefirió que sus protagonistas lo explicasen. No parecía estar en peligro ninguno de los dos, ¿A qué venían aquellas voces?
Maron Martell- Nobleza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
Ante las palabras de su hermano, Daenerys alzó levemente el mentón y le miró a los ojos contagiándose de su serenidad. Aún tenía los ojos sutilmente enrojecidos por las lágrimas; sin embargo, ya no lloraba. Ahora, en cambio, se moría por dentro. Quería gritar, chillar hasta quedarse sin voz. Deseaba maldecir a voces el destino que le había tocado vivir, los Dioses que habían decidido jugar con ella. Aún así, se contuvo.
Si había algo en lo que los hermanos coincidían, era en la capacidad de amarse que tenían. Y aunque se tratase de un amor puramente fraternal, casto y lleno de inocencia, Daenerys había probado por primera vez en su vida las mieles del placer aquella misma noche. Había descubierto las maravillas que escondían dos cuerpos desnudos juntos en un mismo lecho, la hermosura del cuerpo de un hombre fundirse con el suyo entre suspiros del mayor gozo conocido por el ser humano. Ahora, había besado a su propio hermano; y aunque quiso creer que lo había hecho de la misma manera que siendo niña, ambos sabían que en el fondo nunca sería así. Había en la sangre Targaryen un gen hereditario que, por tradición, los hacía atraerse entre ellos, amarse, poseerse y engendrar hijos juntos. Una suave punzada, no precisamente de dolor, le acusó el vientre. Daenerys ya amaba a uno de sus hermanos; temía llegar a sentirse atraída por el mismo que había sido como un padre para ella. Desechó rápidamente la idea en su cabeza aunque Daeron se presentase ante ella como un hombre hermoso, majestuoso y rebosante de virilidad. Se negaba a cometer más pecado que el de estar casada y amar en secreto a su propio hermanastro.
Por suerte, las últimas palabras del Rey lograron hacerla reaccionar a tiempo. Lástima que, cuando fuese a pronunciarse su voz, la presencia de su esposo le impidiera hacerlo. Sin saber por qué, Daenerys se sintió aliviada y segura. Se fijó en la ausencia de prendas sobre el cuerpo de su marido, pero no le molestó. Maron acababa de darle otra muestra del amor incondicional que le profesaba, habiendo corrido a auxiliarla en cuanto escuchó sus gritos sin importarle lo que pudieran pensar de él al salir de aquella manera. Cuando la abrazó, ella se aferró con fuerza a su cuerpo y miró una última vez y de reojo a su hermano mayor con unos ojos llenos de tristeza. No quería hacer lo que, valga la redundancia, estaba a punto de hacer. Y, sin embargo, lo hizo. Lo siento.
—Mi Príncipe, ¡ha sucedido!— exclamó angustiada, ocultando el rostro contra el pecho del dorniense y ahogando un llanto que, en cierto modo, estaba perfectamente fingido. Por suerte, las lágrimas que momentos antes habían llenado sus ojos volvieron a hacer acto de presencia —Os lo dije, ¡os dije que ocurriría! Me asustó, vino corriendo hacia mí, me acorraló y... empezó a gritarme, a decirme cosas terribles sobre traición. ¡Me arrancó el colgante de un tirón! Vos sabéis la historia de esta joya y lo que significa para mí, Maron. ¡Jamás podría traicionar a mi propio hermano! Pero él llegó incluso a zarandearme cegado por la ira y el temor a que pudiese cometer tal calamidad.— volvió a mirar al Rey, se llevó el dorso de la mano para ocultar la expresión de sollozo y luego regresó a su esposo —He pasado mucho miedo... Pero no quiero que le hagan daño, Maron; pese a todo es mi hermano y le quiero...
Estaba dolida; pero en el fondo desconocía si se sentía así solo por la reacción de Daeron o también porque sabía que estaba mintiendo a dos de los hombres de su vida, a su propia familia.
Si había algo en lo que los hermanos coincidían, era en la capacidad de amarse que tenían. Y aunque se tratase de un amor puramente fraternal, casto y lleno de inocencia, Daenerys había probado por primera vez en su vida las mieles del placer aquella misma noche. Había descubierto las maravillas que escondían dos cuerpos desnudos juntos en un mismo lecho, la hermosura del cuerpo de un hombre fundirse con el suyo entre suspiros del mayor gozo conocido por el ser humano. Ahora, había besado a su propio hermano; y aunque quiso creer que lo había hecho de la misma manera que siendo niña, ambos sabían que en el fondo nunca sería así. Había en la sangre Targaryen un gen hereditario que, por tradición, los hacía atraerse entre ellos, amarse, poseerse y engendrar hijos juntos. Una suave punzada, no precisamente de dolor, le acusó el vientre. Daenerys ya amaba a uno de sus hermanos; temía llegar a sentirse atraída por el mismo que había sido como un padre para ella. Desechó rápidamente la idea en su cabeza aunque Daeron se presentase ante ella como un hombre hermoso, majestuoso y rebosante de virilidad. Se negaba a cometer más pecado que el de estar casada y amar en secreto a su propio hermanastro.
Por suerte, las últimas palabras del Rey lograron hacerla reaccionar a tiempo. Lástima que, cuando fuese a pronunciarse su voz, la presencia de su esposo le impidiera hacerlo. Sin saber por qué, Daenerys se sintió aliviada y segura. Se fijó en la ausencia de prendas sobre el cuerpo de su marido, pero no le molestó. Maron acababa de darle otra muestra del amor incondicional que le profesaba, habiendo corrido a auxiliarla en cuanto escuchó sus gritos sin importarle lo que pudieran pensar de él al salir de aquella manera. Cuando la abrazó, ella se aferró con fuerza a su cuerpo y miró una última vez y de reojo a su hermano mayor con unos ojos llenos de tristeza. No quería hacer lo que, valga la redundancia, estaba a punto de hacer. Y, sin embargo, lo hizo. Lo siento.
—Mi Príncipe, ¡ha sucedido!— exclamó angustiada, ocultando el rostro contra el pecho del dorniense y ahogando un llanto que, en cierto modo, estaba perfectamente fingido. Por suerte, las lágrimas que momentos antes habían llenado sus ojos volvieron a hacer acto de presencia —Os lo dije, ¡os dije que ocurriría! Me asustó, vino corriendo hacia mí, me acorraló y... empezó a gritarme, a decirme cosas terribles sobre traición. ¡Me arrancó el colgante de un tirón! Vos sabéis la historia de esta joya y lo que significa para mí, Maron. ¡Jamás podría traicionar a mi propio hermano! Pero él llegó incluso a zarandearme cegado por la ira y el temor a que pudiese cometer tal calamidad.— volvió a mirar al Rey, se llevó el dorso de la mano para ocultar la expresión de sollozo y luego regresó a su esposo —He pasado mucho miedo... Pero no quiero que le hagan daño, Maron; pese a todo es mi hermano y le quiero...
Estaba dolida; pero en el fondo desconocía si se sentía así solo por la reacción de Daeron o también porque sabía que estaba mintiendo a dos de los hombres de su vida, a su propia familia.
Daenerys Martell- Nobleza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
La despreció. La despreció muchísimo y con verdadero ahínco cuando escuchó sus palabras. Le había delatado, le había expuesto a un delito de agresión a la princesa de Dorne, algo terrible en cualquier lugar del reino y más aún en Lanza del Sol. Él sí que alzó la cabeza orgulloso, era el rey de Poniente y no se iba a amilanar por las palabras de una niña dolida, aunque sabía que Daenerys no era ninguna niña, y menos tras la primera noche del encamamiento. Por eso sintió que debía odiarla, debía hacerlo por haberse visto abandonado por ella, no sólo en el asunto de Daemon sino en aquel preciso instante. No la miró y no quiso hacerlo desde que la escuchó hablar, en cambio miró a Maron, con el semblante de un rey de Poniente, con los ojos de un amigo hacia otro amigo.
Lo he hecho, ella lo ha detallado muy bien dijo rehusando incluso en denominarla "hermana", palabra lógica en aquella afirmación en vez de "ella". Te habrá contado lo que haya querido, pero ese collar... señaló entonces la joya que ahora ella volvía a poseer significa algo muy profundo para mi, para nuestra familia, y no precisamente bueno. Era algo bueno cuando aquel cabrón era mi hermano, pero no ahora que ha huido de nuestro lado, declarándose en rebeldía abiertamente para con su familia y contra el reino, y ahí está...en su cuello... alzó las palmas de las manos, sin tener nada más que añadir al respecto de eso.
Te pido disculpas por haber zarandeado a tu esposa, amigo, pero lo hice no como tu esposa, sino como mi hermana entonces la miró, clavó sus ojos y su ira en los ojos de ella. Es una joya hermosa, pero una joya envenenada con la ponzoña de la traición. Ahora, si me disculpáis, preferiría irme a estar solo un rato, si a ti te parece bien dijo dirigiéndose a Maron.
Lo he hecho, ella lo ha detallado muy bien dijo rehusando incluso en denominarla "hermana", palabra lógica en aquella afirmación en vez de "ella". Te habrá contado lo que haya querido, pero ese collar... señaló entonces la joya que ahora ella volvía a poseer significa algo muy profundo para mi, para nuestra familia, y no precisamente bueno. Era algo bueno cuando aquel cabrón era mi hermano, pero no ahora que ha huido de nuestro lado, declarándose en rebeldía abiertamente para con su familia y contra el reino, y ahí está...en su cuello... alzó las palmas de las manos, sin tener nada más que añadir al respecto de eso.
Te pido disculpas por haber zarandeado a tu esposa, amigo, pero lo hice no como tu esposa, sino como mi hermana entonces la miró, clavó sus ojos y su ira en los ojos de ella. Es una joya hermosa, pero una joya envenenada con la ponzoña de la traición. Ahora, si me disculpáis, preferiría irme a estar solo un rato, si a ti te parece bien dijo dirigiéndose a Maron.
Daeron Targaryen- Realeza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
No podía creer lo que estaba oyendo, sus músculos se tensaron y tuvo que reunir fuerzas para no degollarlo allí mismo. Jamás se habría imaginado algo así de él. Pero por primera vez en su vida, Maron actuó con sensatez y calma. Respiró hondo ordenando los hechos y las dos declaraciones en su cabeza, y tomó una decisión intentando ser lo mas neutral posible. Si es que podía.
Tu y yo vamos a tener una conversación sobre esto. Dijo con brusquedad a Daenerys. Pero ya puedes ir despidiéndote de ese collar al menos en mi presencia y en público.
Hizo caso omiso al gesto que le devolvio la dragona, y sólo con la mirada que Maron le dedicó bastó para indicarle que no debía hablar en ese momento.
En cuanto a vos… Dijo mirando con semblante impasible al rey. Lo harías como tu hermana pero ahora es mi esposa, y no teneis derecho a rozarla en mi hogar si ella no os lo permite. Y no oséis insultarla en mi presencia, si es que me valoráis como amigo y valoráis nuestra alianza y vuestra vida. Sé bien quién sois y vuestra posición o la mía. Pero no te permitiré volver a hablarle así.
Hizo un gesto a los guardias.
Acompañad al rey Daeron que parece estar cansado, que no salga de sus habitaciones, iré a verle más tarde.
Cogió a la dragona por el brazo y la condujo sin decirle palabra de regreso a sus habitaciones. Tenían que hablar, aquello no podía repetirse. Le dejaba en mala posición a él y ponía en riesgo todo lo que habían logrado con gran esfuerzo, todo por un estúpido collar del maldito traidor cambiacapas.
Tu y yo vamos a tener una conversación sobre esto. Dijo con brusquedad a Daenerys. Pero ya puedes ir despidiéndote de ese collar al menos en mi presencia y en público.
Hizo caso omiso al gesto que le devolvio la dragona, y sólo con la mirada que Maron le dedicó bastó para indicarle que no debía hablar en ese momento.
En cuanto a vos… Dijo mirando con semblante impasible al rey. Lo harías como tu hermana pero ahora es mi esposa, y no teneis derecho a rozarla en mi hogar si ella no os lo permite. Y no oséis insultarla en mi presencia, si es que me valoráis como amigo y valoráis nuestra alianza y vuestra vida. Sé bien quién sois y vuestra posición o la mía. Pero no te permitiré volver a hablarle así.
Hizo un gesto a los guardias.
Acompañad al rey Daeron que parece estar cansado, que no salga de sus habitaciones, iré a verle más tarde.
Cogió a la dragona por el brazo y la condujo sin decirle palabra de regreso a sus habitaciones. Tenían que hablar, aquello no podía repetirse. Le dejaba en mala posición a él y ponía en riesgo todo lo que habían logrado con gran esfuerzo, todo por un estúpido collar del maldito traidor cambiacapas.
Maron Martell- Nobleza
Re: Debes explicarme esto (Daenerys)
—¿¡Qué!?— fue lo único que llegó a pronunciar antes de que Maron decidiese hacer caso omiso a sus gestos o intentos por evitar lo que pretendía hacer.
Estuvo a punto de bufar, gruñir e incluso lanzarse sobre su propio hermano cual fiera desatada. Por su culpa, ¡por su gran culpa! Ahora tendría que luchar por conseguir el permiso de su esposo para llevar su más preciado tesoro. ¡¡No!! Jamás permitiría que le arrebatasen el único recuerdo que le quedaba del hombre al que amaba. Sacaría las uñas e incluso clavaría su daga si hacía falta. Arma que, por cierto, también fue un regalo del Fuegoscuro. Sí, Daenerys era la Traición reencarnada, pero no había pruebas de ello.
En aquel momento, la dragona odió a su hermano más que a nada en el mundo. Quiso verle sufrir. No; aquello no quedaría en una simple discusión. La mirada llena de ira que clavó en los ojos del Rey delató el sentimiento que profesaba hacia él. Tras una retahíla de palabras por parte de su marido, de las que solo logró sacar que iría a verle más tarde, notó el tirón en su brazo. Maron estaba ofendido, pero ella mucho más. Por todos era sabido que la furia de dos dragones enfrentados podía causar graves desastres; sobre todo cuando la sombra de un tercero comenzaba a hacerse mucho más grande e influenciaba de manera directa a uno de ellos. Si el amor era la más fuerte de todas las armas, Daenerys era más poderosa que ninguna otra persona de aquel reino. Pronto, el golpe que dio la puerta de sus aposentos retumbó por los pasillos.
Algún día, la sangre correría.
Estuvo a punto de bufar, gruñir e incluso lanzarse sobre su propio hermano cual fiera desatada. Por su culpa, ¡por su gran culpa! Ahora tendría que luchar por conseguir el permiso de su esposo para llevar su más preciado tesoro. ¡¡No!! Jamás permitiría que le arrebatasen el único recuerdo que le quedaba del hombre al que amaba. Sacaría las uñas e incluso clavaría su daga si hacía falta. Arma que, por cierto, también fue un regalo del Fuegoscuro. Sí, Daenerys era la Traición reencarnada, pero no había pruebas de ello.
En aquel momento, la dragona odió a su hermano más que a nada en el mundo. Quiso verle sufrir. No; aquello no quedaría en una simple discusión. La mirada llena de ira que clavó en los ojos del Rey delató el sentimiento que profesaba hacia él. Tras una retahíla de palabras por parte de su marido, de las que solo logró sacar que iría a verle más tarde, notó el tirón en su brazo. Maron estaba ofendido, pero ella mucho más. Por todos era sabido que la furia de dos dragones enfrentados podía causar graves desastres; sobre todo cuando la sombra de un tercero comenzaba a hacerse mucho más grande e influenciaba de manera directa a uno de ellos. Si el amor era la más fuerte de todas las armas, Daenerys era más poderosa que ninguna otra persona de aquel reino. Pronto, el golpe que dio la puerta de sus aposentos retumbó por los pasillos.
Algún día, la sangre correría.
Daenerys Martell- Nobleza
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