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Una prueba para Dorne
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Una prueba para Dorne
Había recibido un cuervo por fin de Lanza del Sol. El maestre se lo había llevado a sus dependencias al rayar el sol. Sabía que era algo importante y que Keira le echaría a los perros si descubría que había llegado el mensaje y no la había avisado. Keira acababa de despertar y aún se encontraba desnuda entre las sábanas. Al verle entrar con el pergamino en la mano salió de la cama de un salto sin importarle su desnudez o la turbación del viejo, que se giró de inmediato para impedir que sus ojos se desviaran contra su voluntad, al atlético cuerpo de su señora. Maron Martell había sido raudo en su respuesta, pero igualmente escueto. Parecía que el dorniense cuidaba sus palabras para no descubrir su juego o sus intenciones. O eso o es que no sabía muy bien a qué atenerse. Keira se creía ambas opciones. Desgraciadamente no conocía lo suficiente a Maron como para poder saber qué clase de hombre era.
En cualquier caso parecía proclive a la paz entre los reinos. La kraken no iba a desdeñar esa salida. No es que temiera a Dorne, o quisiera evitar una guerra, es que simplemente no veía beneficio en proseguir con las hostilidades con los hombres de las arenas. Prefería otra guerra, eso era todo. En su carta insinuaba la necesidad de una prueba de que Olyvar seguía vivo. Parecía conformarse con unas palabras escritas de su puño y letra. Aunque a Keira le molestaba que se atreviera a pedir algo sin ofrecer nada a cambio, lo cierto es que era un gesto sencillo y que no le parecía del todo descabellado. Si quería unas palabras escritas por su hermano, eso tendría.
Se vistió con sus pantalones de cuero y sus botas altas. Se deslizó una camisa de lino y una chaquetilla ajustada. Cuando estuvo presentable se dirigió a la habitación donde permanecía confinado Olyvar pergamino y tintero en mano. Tras saludar a sus hombres y que le abrieran la puerta entró en la sala buscando al dorniense con la mirada.
- Buenos días Olyvar. ¿Querrá el señor levantarse de la cama o sus múltiples obligaciones lo tienen exhausto? - bromeó. - Veo que tienes mejor aspecto que la última vez que nos vimos. Shiera debe de haberte cuidado demasiado bien. Levántate, tenemos trabajo.
En cualquier caso parecía proclive a la paz entre los reinos. La kraken no iba a desdeñar esa salida. No es que temiera a Dorne, o quisiera evitar una guerra, es que simplemente no veía beneficio en proseguir con las hostilidades con los hombres de las arenas. Prefería otra guerra, eso era todo. En su carta insinuaba la necesidad de una prueba de que Olyvar seguía vivo. Parecía conformarse con unas palabras escritas de su puño y letra. Aunque a Keira le molestaba que se atreviera a pedir algo sin ofrecer nada a cambio, lo cierto es que era un gesto sencillo y que no le parecía del todo descabellado. Si quería unas palabras escritas por su hermano, eso tendría.
Se vistió con sus pantalones de cuero y sus botas altas. Se deslizó una camisa de lino y una chaquetilla ajustada. Cuando estuvo presentable se dirigió a la habitación donde permanecía confinado Olyvar pergamino y tintero en mano. Tras saludar a sus hombres y que le abrieran la puerta entró en la sala buscando al dorniense con la mirada.
- Buenos días Olyvar. ¿Querrá el señor levantarse de la cama o sus múltiples obligaciones lo tienen exhausto? - bromeó. - Veo que tienes mejor aspecto que la última vez que nos vimos. Shiera debe de haberte cuidado demasiado bien. Levántate, tenemos trabajo.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
El tiempo le había sentado bien, le había ayudado a recuperarse, las mejores comidas, el no estar atado, los paseos con la brisa del mar, un buen descanso, una higiene muy mejorada habían devuelto algo de salud a Olyvar. Había ganado un par de kilos o puede que algo más, sus costillas eran visibles pero ya no estaban tan marcadas y se volvía a sentir los músculos en su cuerpo.
Se había acostado temprano, necesitaba ir recuperando fuerzas, aunque la realidad era que no tenía otra cosa que hacer una vez el sol se había marchado. Había dejado su ropa sobre la silla, había vuelto a la costumbre de dormir desnudo, en parte porque la manta le proporcionaba bastante calor y en parte por conservar la ropa, no quería estropearla, ahora era la única decente que tenía.
Los primeros rayos de sol iluminaban su nueva morada cuando oyó la puerta abrirse, entonces vio entrar a keira, su captora, la dueña de su destino. Vio que entraba con tintero y pergamino y el corazón le dio un vuelco, sólo se le ocurría una razón, quería que escribiera un cuervo, finalmente Siempre dispuesto a complacerte Keira, me levanto en seguida Olyvar se levantó y se puso rápido los pantalones para a continuación colocarse la camisa, se pasó una mano por el largo cabello que caía ondulado a su espalda para apartárselo de la cara, mientras tomaba un pequeño trozo de tela para tratar de hacerse una coleta. Las atenciones de Lady Shiera me han ayudado mucho a recuperarme, le estoy agradecido Le hubiera gustado decírselo persona en persona pero no había vuelto a aparecer.
Las palabras de Keira confirmaron lo que sospechaba, iba a escribir el cuervo, durante un momento pensó que podía ser una broma macabra, aunque no veía la necesidad.
¿Podría pediros un poco de limonada?, me acostumbré al sabor de los limones ella en el desierto o tal vez un poco de cerveza y un limón… hacía ya mucho tiempo que no la tomaba, puede que lo tomara como una debilidad, pero realmente le apetecía, si no tendría que conformarse. ¿qué quieres que escriba?
Se había acostado temprano, necesitaba ir recuperando fuerzas, aunque la realidad era que no tenía otra cosa que hacer una vez el sol se había marchado. Había dejado su ropa sobre la silla, había vuelto a la costumbre de dormir desnudo, en parte porque la manta le proporcionaba bastante calor y en parte por conservar la ropa, no quería estropearla, ahora era la única decente que tenía.
Los primeros rayos de sol iluminaban su nueva morada cuando oyó la puerta abrirse, entonces vio entrar a keira, su captora, la dueña de su destino. Vio que entraba con tintero y pergamino y el corazón le dio un vuelco, sólo se le ocurría una razón, quería que escribiera un cuervo, finalmente Siempre dispuesto a complacerte Keira, me levanto en seguida Olyvar se levantó y se puso rápido los pantalones para a continuación colocarse la camisa, se pasó una mano por el largo cabello que caía ondulado a su espalda para apartárselo de la cara, mientras tomaba un pequeño trozo de tela para tratar de hacerse una coleta. Las atenciones de Lady Shiera me han ayudado mucho a recuperarme, le estoy agradecido Le hubiera gustado decírselo persona en persona pero no había vuelto a aparecer.
Las palabras de Keira confirmaron lo que sospechaba, iba a escribir el cuervo, durante un momento pensó que podía ser una broma macabra, aunque no veía la necesidad.
¿Podría pediros un poco de limonada?, me acostumbré al sabor de los limones ella en el desierto o tal vez un poco de cerveza y un limón… hacía ya mucho tiempo que no la tomaba, puede que lo tomara como una debilidad, pero realmente le apetecía, si no tendría que conformarse. ¿qué quieres que escriba?
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
El dorniense se levantó como un resorte de la cama en cuanto ella se lo pidió. Le gustó su diligencia y su obediencia. parecía que por fin había aprendido a tener respeto y había entendido quien mandaba alli. Claro que cuando le ofreció un primer plano de sus principescas posaderas tan desnudas como en el día del nombre, no estuvo tan contenta con que saliera de debajo de la manta. Al agacharse para coger los pantalones, el espectáculo fue dantesco. De todos modos no apartó la mirada. No era la clase de mujer que se escandaliza por un culo.
Le observó mientras se recogía el pelo. Sin los aceites con el pelo largo y sin afeitar, se parecía más a un hombre del hierro que a un dorniense. - "Es más si no fuera porque es un perfecto imbécil hasta lo encontraría atractivo. Lástima que no sea tan fácil cambiar el interior como el exterior de las personas".- inevitablemente volvió a pensar en Wynch. Desde que volvieron a Pyke su relación se había enfriado y ahora él se había marchado. Keira no sabía a qué atenerse ni siquiera sabía si era libre o si quería estar con otros hombres. Pero lo que tenía cada vez más claro es que su humor empeoraba y su lívido aumentaba en paralelo a su celibato. -"Puto Wynch". - Le trasmitiré tu agradecimiento.
La petición del Martell la hizo mirarle con desprecio. - ¡Por el Ahogado Olyvar! ¿Acaso sois una niña para beber Limonada? - Ahora le volvía a parecer tan dorniense como siempre. - Agradeced que comparto mi cerveza contigo. - dijo zanjando el asunto. - Sentaos a la mesa y escribid lo que os dicte textualmente. No quiero una coma de vuestra cosecha.
- Querido Hermano. Os escribo desde Pyke donde me encuentro en perfecto estado de salud y completamente ileso. Te alegrará saber que me están tratando con toda hospitalidad. Te pido perdón por el error que cometí. Obré mal traicionando a los isleños creyendo que era lo mejor para nuestro pueblo. Ahora comprendo que estaba equivocado. Hermano deseo volver a casa junto a mi familia. Haz lo posible. Olyvar
Le observó mientras se recogía el pelo. Sin los aceites con el pelo largo y sin afeitar, se parecía más a un hombre del hierro que a un dorniense. - "Es más si no fuera porque es un perfecto imbécil hasta lo encontraría atractivo. Lástima que no sea tan fácil cambiar el interior como el exterior de las personas".- inevitablemente volvió a pensar en Wynch. Desde que volvieron a Pyke su relación se había enfriado y ahora él se había marchado. Keira no sabía a qué atenerse ni siquiera sabía si era libre o si quería estar con otros hombres. Pero lo que tenía cada vez más claro es que su humor empeoraba y su lívido aumentaba en paralelo a su celibato. -"Puto Wynch". - Le trasmitiré tu agradecimiento.
La petición del Martell la hizo mirarle con desprecio. - ¡Por el Ahogado Olyvar! ¿Acaso sois una niña para beber Limonada? - Ahora le volvía a parecer tan dorniense como siempre. - Agradeced que comparto mi cerveza contigo. - dijo zanjando el asunto. - Sentaos a la mesa y escribid lo que os dicte textualmente. No quiero una coma de vuestra cosecha.
- Querido Hermano. Os escribo desde Pyke donde me encuentro en perfecto estado de salud y completamente ileso. Te alegrará saber que me están tratando con toda hospitalidad. Te pido perdón por el error que cometí. Obré mal traicionando a los isleños creyendo que era lo mejor para nuestro pueblo. Ahora comprendo que estaba equivocado. Hermano deseo volver a casa junto a mi familia. Haz lo posible. Olyvar
Última edición por Keira Greyjoy el Sáb Jun 01, 2013 8:52 am, editado 1 vez
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
En parte se lo esperaba aunque le sorprendió un poco una reacción tan fuerte por parte de Keira,, estaba claro que no iba a haber limonada esta mañana, de todas maneras se permitió una pequeña sonrisa.Realmente no me apetecía tanto
Siguiendo las instrucciones de la mujer se sentó y tomó un cálamo para introducirlo a continuación en el tintero. Comenzó a escribir Quérido hermano en ese momento se paró y volvió la cabeza hacía su captora Escribiré fielmente vuestras palabras, Mi hermano se alegrará de recibirlo sin duda, se lo enseñará a Mors que se alegrará de que esté vivo y se lo enseñará a Sarella, que lo verá un instante lo arrugará, lo despedazará o lo quemará y dirá que es falso
Olyvar volvió la cabeza y continuó escribiendo os escribo desde Pyke Enla guerra hay que asegurarse de las informaciones que se reciben, he visto cartas escritas por un falsificador que ni el propio dueño sabría distinguirlas. Bien podría llegar un cuervo mandado con el enemigo con mi firma y dando órdenes que fueran falsas, es por eso que entre mi hermana y yo ideamos un código para saber que el cuervo lo mandaba realmente la otra persona. [/color] Había seguido escribiendo, pero ya tenía la tinta agotada. Olyvar se giró nuevamente
No sé si visteis mi camarote en los últimos días había una jarra de limonada y varios limones en la mesa, en parte me gusta y en parte era para el código, yo debería escribir en el mensaje, o al menos una parte de él con limón, ella me responde con su perfume. Cuando me respondía ella cambiaba el sitio del perfume, a veces en el saludo, a veces en el segundo párrafo, o al final… y yo en el siguiente cuervo tenía que responder utilizando el limón en el mismo sitio. Si yo tenía que mandar más de un cuervo antes de que ella respondiera, volvía al código anterior a ese, o al anterior si tenía que mandar otro. Ni siquiera sé cuál será el próximo sitio en el que tendré que escribir con limón, ha habido veces que ha empleado el mismo código varias veces, aunque no se lo recomendé, también se podía usar para una complejidad mayor. Queríamos estar seguros de que los cuervos que recibíamos en la guerra fueran de verdad de quien los enviaba, incluso a veces cambiaba de perfume, con lo que sabía que ese cuervo no había que tenerlo en cuenta Olyvar hizo una pausa para ver el efecto de sus palabras. Sabía que estaba en terreno pantanoso.
Quiero volver a Dorne, y por eso te estoy contando este secreto, pero si no, mi familia no se creerá que los cuervos son ciertos, ahora es tu decisión decidir qué hago, ¿firmo ya o mezclo la tinta con algo de limón? Ahora la decisión estaba en ella. El escribiría lo que le mandaran. Esperaba que funcionara, si no Sarella pensaría que era un intento de engaño, sin el limón sabría que no era un cuervo suyo, otras cosas las había adornado, pero esa parte era verdad.
Siguiendo las instrucciones de la mujer se sentó y tomó un cálamo para introducirlo a continuación en el tintero. Comenzó a escribir Quérido hermano en ese momento se paró y volvió la cabeza hacía su captora Escribiré fielmente vuestras palabras, Mi hermano se alegrará de recibirlo sin duda, se lo enseñará a Mors que se alegrará de que esté vivo y se lo enseñará a Sarella, que lo verá un instante lo arrugará, lo despedazará o lo quemará y dirá que es falso
Olyvar volvió la cabeza y continuó escribiendo os escribo desde Pyke Enla guerra hay que asegurarse de las informaciones que se reciben, he visto cartas escritas por un falsificador que ni el propio dueño sabría distinguirlas. Bien podría llegar un cuervo mandado con el enemigo con mi firma y dando órdenes que fueran falsas, es por eso que entre mi hermana y yo ideamos un código para saber que el cuervo lo mandaba realmente la otra persona. [/color] Había seguido escribiendo, pero ya tenía la tinta agotada. Olyvar se giró nuevamente
No sé si visteis mi camarote en los últimos días había una jarra de limonada y varios limones en la mesa, en parte me gusta y en parte era para el código, yo debería escribir en el mensaje, o al menos una parte de él con limón, ella me responde con su perfume. Cuando me respondía ella cambiaba el sitio del perfume, a veces en el saludo, a veces en el segundo párrafo, o al final… y yo en el siguiente cuervo tenía que responder utilizando el limón en el mismo sitio. Si yo tenía que mandar más de un cuervo antes de que ella respondiera, volvía al código anterior a ese, o al anterior si tenía que mandar otro. Ni siquiera sé cuál será el próximo sitio en el que tendré que escribir con limón, ha habido veces que ha empleado el mismo código varias veces, aunque no se lo recomendé, también se podía usar para una complejidad mayor. Queríamos estar seguros de que los cuervos que recibíamos en la guerra fueran de verdad de quien los enviaba, incluso a veces cambiaba de perfume, con lo que sabía que ese cuervo no había que tenerlo en cuenta Olyvar hizo una pausa para ver el efecto de sus palabras. Sabía que estaba en terreno pantanoso.
Quiero volver a Dorne, y por eso te estoy contando este secreto, pero si no, mi familia no se creerá que los cuervos son ciertos, ahora es tu decisión decidir qué hago, ¿firmo ya o mezclo la tinta con algo de limón? Ahora la decisión estaba en ella. El escribiría lo que le mandaran. Esperaba que funcionara, si no Sarella pensaría que era un intento de engaño, sin el limón sabría que no era un cuervo suyo, otras cosas las había adornado, pero esa parte era verdad.
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
El dorniense siguió sus indicaciones y comenzó a escribir sin hacer preguntas. Ambos sabían que no tenía otra alternativa. Pero al menos agradeció no tener que perder el tiempo. Además a Olyvar le interesaba tanto como a ella misma que su hermano se viera predispuesto al acuerdo y al intercambio. Keira paseaba lentamente observando por encima del hombro de Olyvar las palabras que plasmaba en el pergamino. Escuchó las palabras de éste sobre sus hermanos. Las analizó en silencio intentando adivinar las intenciones del prisionero. Buscaba llamar su atención sin duda pero no sabía qué más era lo que pretendía. Siguio paseando sin mostrar interés. Si él quería decir algo, que hablase claro. Y si no que cerrara esa puta boca y acabara la maldita carta.
Le contó la estupidez del código secreto con su hermana. Sintió ganas de darle un tortazo. Les había visto en Lanza del Sol dandose besitos cada vez que se encontraban como si no vivieran juntos y se vieran a diario. Keira no podía comprender lo, la idea de darse besos en la mejilla con Anthon cada vez que se lo encontrara en un pasillo le parecía tan absurda como cómica. Primero las carantoñas cursis y ahora mensajitos en clave. ¿y por qué no compartían ese código con el resto de sus hermanos? En la guerra era más útil comunicarse con Maron o con Mors que con Sarella. Todo sonaba muy raro. ¿Qué eran amantes como los Targaryen o simplemente afeminados? Keira sentía la necesidad de hacerle madurar a ostias.
- Qué mierda es esa de un código - le cogió por la garganta y le obligó a levantarse para tenerlo a su altura. Masticó las palabras a escasos centímetros de la cara del dorniense. [/color] - No me gustan estos juegos dorniense, cuidado. - Le agarró la entrepierna con la otra mano apretando con fuerza. - Si vuestra hermana necesita una prueba de que en verdad eres tu, quizá deba cortarte la verga y mandarla con el cuervo. Seguro que eso si que lo reconoce. Y además quizá le sirva de "consuelo" durante tu ausencia. - La kakren estaba molesta. No era mujer con la que se pudiera jugar. - Habla claro de una puta vez.
Escuchó su explicación sobre los limones y los perfumes. Le parecía simple y poco útil, pero acorde con lo que esperaba de ellos. De todos formas seguía teniendo muchas dudas. - ¿como sabes donde debes poner el limón después de tantos meses? ¿Y cómo sé que el limón no significa otra cosa o que no lo pondrás mal a posta? - Le soltó y dejó que se sentara. - Piénsalo bien dorniense antes de continuar. Porque si tengo la menor duda sobre que tus hermanos creerán que te encuentras vivo y en Pyke, optaré por la opción de mutilar te que siempre resulta muy efectiva. Una señal de nacimiento, una dedo con una uña rara o una oreja con alguna señal. Algo encontraré que puedan reconocer.
Le contó la estupidez del código secreto con su hermana. Sintió ganas de darle un tortazo. Les había visto en Lanza del Sol dandose besitos cada vez que se encontraban como si no vivieran juntos y se vieran a diario. Keira no podía comprender lo, la idea de darse besos en la mejilla con Anthon cada vez que se lo encontrara en un pasillo le parecía tan absurda como cómica. Primero las carantoñas cursis y ahora mensajitos en clave. ¿y por qué no compartían ese código con el resto de sus hermanos? En la guerra era más útil comunicarse con Maron o con Mors que con Sarella. Todo sonaba muy raro. ¿Qué eran amantes como los Targaryen o simplemente afeminados? Keira sentía la necesidad de hacerle madurar a ostias.
- Qué mierda es esa de un código - le cogió por la garganta y le obligó a levantarse para tenerlo a su altura. Masticó las palabras a escasos centímetros de la cara del dorniense. [/color] - No me gustan estos juegos dorniense, cuidado. - Le agarró la entrepierna con la otra mano apretando con fuerza. - Si vuestra hermana necesita una prueba de que en verdad eres tu, quizá deba cortarte la verga y mandarla con el cuervo. Seguro que eso si que lo reconoce. Y además quizá le sirva de "consuelo" durante tu ausencia. - La kakren estaba molesta. No era mujer con la que se pudiera jugar. - Habla claro de una puta vez.
Escuchó su explicación sobre los limones y los perfumes. Le parecía simple y poco útil, pero acorde con lo que esperaba de ellos. De todos formas seguía teniendo muchas dudas. - ¿como sabes donde debes poner el limón después de tantos meses? ¿Y cómo sé que el limón no significa otra cosa o que no lo pondrás mal a posta? - Le soltó y dejó que se sentara. - Piénsalo bien dorniense antes de continuar. Porque si tengo la menor duda sobre que tus hermanos creerán que te encuentras vivo y en Pyke, optaré por la opción de mutilar te que siempre resulta muy efectiva. Una señal de nacimiento, una dedo con una uña rara o una oreja con alguna señal. Algo encontraré que puedan reconocer.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
A los hombres, y a mujeres, del hierro desprecian la debilidad es por eso que si quería salir con bien de la situación en la que se encontraba. Puede que no le saliera bien, pero se estaba cansando de portarse bien. No apartó la mirada cuando le cogió por el cuello y le obligó a alzarse. Clavó sus ojos en los suyos para contestarle. No es un juego, los putos volantis estaban atacando una punta y otra de Dorne y necesitábamos estar seguros de que los cuervos que nos mandáramos fueran nuestros, que nadie se hiciera pasar por nosotros.
En ese momento le cogió la entrepierna apretaba con fuerza pero no dolía Mi hermana no, pero seguro que alguna de sus doncellas la reconoce Su cuerpo empezó a reaccionar ante el contacto con la mujer, hacía demasiados meses que no estaba con una mujer y esta no era precisamente fea, su virilidad comenzó a reaccionar. Trató de mantenerse sereno, no era una situación para ponerse alegre, si la disgustaba podía decidirse a apretar más fuerte o algo peor, pero necesitaba mostrarse seguro o la pirata no incluiría el limón en la carta y no saldría de allí jamás y ahora mismo su miembro no le estaba ayudando demasiado.
Las dudas parecían crecer en el interior de la princesa, era desconfiada y no se lo reprochaba, en su situación puede que él fuera aún más. Ese fue el último cuervo que recibí y tampoco es tan difícil de recordar, en una esquina, en la firma, en el primer párrafo, en el último párrafo, en todo el papel…mis mensajes irían con limón, los suyos con su perfume. Eso es todo
En ese momento le soltó y le dio con un pequeño empujón. Olyvar se sentó, ni siquiera intentó masajearse el cuello y mucho menos otras partes de su cuerpo Joder Keira, quiero volver a mi tierra y no quedarme en Pyke como invitado, si tengo que morir que sea espada en mano O follándose a una doncella y no en una celda, es por mi propio bien que todo esto salga a buenas, que fructifique la negociación. Te estoy contando lo del código para que sepan que soy yo el que lo escribe, no hay más, no hay nada secreto, no te estoy engañando.
Olyvar se levantó de su asiento, lo había amenazado con mutilarlo, era una posibilidad que durante muchos día de su cautiverio le había rondado la cabeza, había en parte confiado en que no se produjese, pero tenía que admitir que era una circunstancia que no sería excepcional, se mutilaba por castigo o para presionar a la familia y esa era una opción. Creo que no quedaría bien junto a las palabras de que gozo de perfecta salud y que me están tratando con toda hospitalidad…. Soy el más interesado en que esto salga bien, con el limón será suficiente para que sepan que sigo por ahora vivo. Ahora estaba a la disposición de la mujer, si le daba los limones lo añadiría, Sare lo comprendería, si no…. Puede que fuera bueno morir peleando, aunque tenía sus inconvenientes, como no salir vivo.
Olyvar se dio la vuelta y repasó la carta que había escrito, realmente solo valdría para que su familia supiera que estaba vivo, Sare ya sabía parte de lo que había pasado y no se tragaría lo de que había traicionado a los Greyjoy, puede que pusiera en duda el trato que le estaba dando, pero al menos sabría que seguía con vida. El darse la vuelta tenía otra parte positiva, la presencia de la mujer le estaba alterando demasiado y cada vez era más notable el bulto en sus pantalones.
En ese momento le cogió la entrepierna apretaba con fuerza pero no dolía Mi hermana no, pero seguro que alguna de sus doncellas la reconoce Su cuerpo empezó a reaccionar ante el contacto con la mujer, hacía demasiados meses que no estaba con una mujer y esta no era precisamente fea, su virilidad comenzó a reaccionar. Trató de mantenerse sereno, no era una situación para ponerse alegre, si la disgustaba podía decidirse a apretar más fuerte o algo peor, pero necesitaba mostrarse seguro o la pirata no incluiría el limón en la carta y no saldría de allí jamás y ahora mismo su miembro no le estaba ayudando demasiado.
Las dudas parecían crecer en el interior de la princesa, era desconfiada y no se lo reprochaba, en su situación puede que él fuera aún más. Ese fue el último cuervo que recibí y tampoco es tan difícil de recordar, en una esquina, en la firma, en el primer párrafo, en el último párrafo, en todo el papel…mis mensajes irían con limón, los suyos con su perfume. Eso es todo
En ese momento le soltó y le dio con un pequeño empujón. Olyvar se sentó, ni siquiera intentó masajearse el cuello y mucho menos otras partes de su cuerpo Joder Keira, quiero volver a mi tierra y no quedarme en Pyke como invitado, si tengo que morir que sea espada en mano O follándose a una doncella y no en una celda, es por mi propio bien que todo esto salga a buenas, que fructifique la negociación. Te estoy contando lo del código para que sepan que soy yo el que lo escribe, no hay más, no hay nada secreto, no te estoy engañando.
Olyvar se levantó de su asiento, lo había amenazado con mutilarlo, era una posibilidad que durante muchos día de su cautiverio le había rondado la cabeza, había en parte confiado en que no se produjese, pero tenía que admitir que era una circunstancia que no sería excepcional, se mutilaba por castigo o para presionar a la familia y esa era una opción. Creo que no quedaría bien junto a las palabras de que gozo de perfecta salud y que me están tratando con toda hospitalidad…. Soy el más interesado en que esto salga bien, con el limón será suficiente para que sepan que sigo por ahora vivo. Ahora estaba a la disposición de la mujer, si le daba los limones lo añadiría, Sare lo comprendería, si no…. Puede que fuera bueno morir peleando, aunque tenía sus inconvenientes, como no salir vivo.
Olyvar se dio la vuelta y repasó la carta que había escrito, realmente solo valdría para que su familia supiera que estaba vivo, Sare ya sabía parte de lo que había pasado y no se tragaría lo de que había traicionado a los Greyjoy, puede que pusiera en duda el trato que le estaba dando, pero al menos sabría que seguía con vida. El darse la vuelta tenía otra parte positiva, la presencia de la mujer le estaba alterando demasiado y cada vez era más notable el bulto en sus pantalones.
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
Le miró a los ojos buscando leer en ellos la verdad de sus intenciones. Parecía sincero, si era inteligente debería serlo. A el le interesaba tanto como a ella que su familia le creyera vivo y negociase. Porque o conseguían llegar a un acuerdo que beneficiara a Keira y a las Islas, o la otra alternativa para Olyvar era mucho menos halagüeña. Sonrió al oírle fanfarronear sobre las doncellas de Sarella. Todos los hombres eran iguales, consideraban un polvo como un triunfo. Eran idiotas. - Quizá no fuiste tan memorable como para que lo recuerden Olyvar. Yo no confiaría en ello. - le aguijoneó. A la Kraken se le se heló la sonrisa en el rostro al notar como un bulto duro crecía bajo su mano. ¿Era eso posible? Pretendía hacerle daño y en cambio al dorniense parecía gustarle el contacto. Era irrisorio. Intentó pensar con rapidez. Quizá si él la deseaba, sería más proclive a colaborar con ella. Intentó analizar la situación. Pero le resultaba difícil concentrarse en otra cosa que no fuera en la presión que aquello ejercía cada vez más y más bajo su mano.
Por el Ahogado que no recordaba la última vez que había estado con un hombre. Pero ya hacía demasiado tiempo. Demasiado como para que no lo desease con todo su cuerpo, como para que no lo necesitase imperiosamente. Debía volver a ser ella misma. Dejar atrás sueños absurdos más propios de continentales que de la princesa el Hierro. Ella nació para ser libre y era demasiado mujer para pertenecer le a nadie. Más aún si aquel hombre no parecía tener la suficiente inteligencia o coraje, como para darse cuenta del regalo, del privilegio que suponía el amor de la Kraken. - "La puta que te parió Keira Greyjoy, necesitas echar un polvo" -pensó. Se sorprendió al darse cuenta de que aún seguía con la mano en la entrepierna del dorniense. Y lejos de asquear le, no había sentido el impulso de apartarla. - "Definitivamente necesito echar un polvo o acabaré volviéndome loca" - sentenció. No podía permitirse dejarse llevar por ese camino, no con aquel imbécil que había intentado robarle sus barcos. Puede que fuera atractivo y puede que le gustase lo que había descubierto sobre su anatomía, pero ella era orgullosa y vengativa. Camufló su excitación con ira. Ira por despertar en ella esos instintos cuando en realidad le odiaba.
Apretó con más fuerza su mano, casi con furia y lo empujó sobre la silla para obligarlo a sentarse. Se acercó a la puerta mientras oía sus explicaciones. Parecían sinceras y lógicas, pero en realidad ya había decidido creerle. - Marc, traedme dos limones partidos de las cocinas. - vociferó - Rápido, no quiero estar aquí todo el día - Le odiaba, odiaba a Olyvar y odiaba a Wynch. Odiaba a todos los putos hombres de la tierra. Y odiaba ser débil y desearlos. Se dirigió a la mesa donde escribía el dorniense y se sentó en ella a su lado. Dispuesta a esperar a que le trajeran los limones y acabar con todo aquello. Escuchaba su alegato para no acabar mutilado. Pobre, sería tan fácil. No pudo evitar desviar a la vista a su entrepierna que seguía cada vez más abultada. Ahora se definía perfectamente todo bajo la fina tela de sus pantalones. Los ojos de Keira se encontraron con los de Olyvar, ambos sabían que habían estado mirando. Keira estalló en carcajadas.
Se deslizó sobre la mesa para situarse justo enfrente de Olyvar, con sus largas piernas flanqueando la escuálida silla donde se sentaba el dorniense. Sonrió enormemente divertida y buscando su azoramiento. - ¿Qué ocurre Olyvita, un hombre de las arenas orgulloso y noble como tu, se mueres por un coño isleño? Quien iba a decirlo. Si quieres puedo conseguirte una puta de los muelles. Un coño húmedo como el mar y salvaje como la roca. Quizá pueda conseguirte alguna vieja desdentada, esas están dispuestas a cualquier cosa por unas monedas, hasta a follarse a un afeminado y aceitado dorniense como tu.- Le tomó del mentón y lo alzó para obligar le a mirarla. -¿O acaso no te sirve cualquiera? Es posible que mi arrojo, mi valentía y mi astucia os hallan dejado prendado. Es posible que el coño que desees sea el mío. - Se acercó a sus labios permaneciendo a escasos milímitros de él tentadora y provocativa. - Pobre Sarella. Cuando vuelvas a Dorne y te la jodas, ¿Que dirá cuando tengas que ponerla a cuatro patas para no verle la cara e imaginar que soy yo, para que se te yerga? Al menos tened el detalle de no gritar mi nombre cuando te derrames en ella.
Por el Ahogado que no recordaba la última vez que había estado con un hombre. Pero ya hacía demasiado tiempo. Demasiado como para que no lo desease con todo su cuerpo, como para que no lo necesitase imperiosamente. Debía volver a ser ella misma. Dejar atrás sueños absurdos más propios de continentales que de la princesa el Hierro. Ella nació para ser libre y era demasiado mujer para pertenecer le a nadie. Más aún si aquel hombre no parecía tener la suficiente inteligencia o coraje, como para darse cuenta del regalo, del privilegio que suponía el amor de la Kraken. - "La puta que te parió Keira Greyjoy, necesitas echar un polvo" -pensó. Se sorprendió al darse cuenta de que aún seguía con la mano en la entrepierna del dorniense. Y lejos de asquear le, no había sentido el impulso de apartarla. - "Definitivamente necesito echar un polvo o acabaré volviéndome loca" - sentenció. No podía permitirse dejarse llevar por ese camino, no con aquel imbécil que había intentado robarle sus barcos. Puede que fuera atractivo y puede que le gustase lo que había descubierto sobre su anatomía, pero ella era orgullosa y vengativa. Camufló su excitación con ira. Ira por despertar en ella esos instintos cuando en realidad le odiaba.
Apretó con más fuerza su mano, casi con furia y lo empujó sobre la silla para obligarlo a sentarse. Se acercó a la puerta mientras oía sus explicaciones. Parecían sinceras y lógicas, pero en realidad ya había decidido creerle. - Marc, traedme dos limones partidos de las cocinas. - vociferó - Rápido, no quiero estar aquí todo el día - Le odiaba, odiaba a Olyvar y odiaba a Wynch. Odiaba a todos los putos hombres de la tierra. Y odiaba ser débil y desearlos. Se dirigió a la mesa donde escribía el dorniense y se sentó en ella a su lado. Dispuesta a esperar a que le trajeran los limones y acabar con todo aquello. Escuchaba su alegato para no acabar mutilado. Pobre, sería tan fácil. No pudo evitar desviar a la vista a su entrepierna que seguía cada vez más abultada. Ahora se definía perfectamente todo bajo la fina tela de sus pantalones. Los ojos de Keira se encontraron con los de Olyvar, ambos sabían que habían estado mirando. Keira estalló en carcajadas.
Se deslizó sobre la mesa para situarse justo enfrente de Olyvar, con sus largas piernas flanqueando la escuálida silla donde se sentaba el dorniense. Sonrió enormemente divertida y buscando su azoramiento. - ¿Qué ocurre Olyvita, un hombre de las arenas orgulloso y noble como tu, se mueres por un coño isleño? Quien iba a decirlo. Si quieres puedo conseguirte una puta de los muelles. Un coño húmedo como el mar y salvaje como la roca. Quizá pueda conseguirte alguna vieja desdentada, esas están dispuestas a cualquier cosa por unas monedas, hasta a follarse a un afeminado y aceitado dorniense como tu.- Le tomó del mentón y lo alzó para obligar le a mirarla. -¿O acaso no te sirve cualquiera? Es posible que mi arrojo, mi valentía y mi astucia os hallan dejado prendado. Es posible que el coño que desees sea el mío. - Se acercó a sus labios permaneciendo a escasos milímitros de él tentadora y provocativa. - Pobre Sarella. Cuando vuelvas a Dorne y te la jodas, ¿Que dirá cuando tengas que ponerla a cuatro patas para no verle la cara e imaginar que soy yo, para que se te yerga? Al menos tened el detalle de no gritar mi nombre cuando te derrames en ella.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
Olyvar miró a la mujer y se permitió una pequeña sonrisa Puede que sea cierto, por qué no iba a negarlo. Es probable que alguna fingiera Era más que probable que alguna fingiera que había disfrutado en demasía para ganarse su favor o porque pensara que era lo que debía de hacerse. Esperaba que Keira apreciara su sinceridad en este aspecto Puede que no todas la reconozcan, pero alguna sí
Notó como la presión disminuía levemente durante unos instantes antes de que volviera a apretar, tenía que estar notando la erección que le estaba provocando. Era la primera mujer que le tocaba desde…¿Lanza?, si desde Lanza, en Limonar ninguna lo hizo por lo que debía de hacer demasiado tiempo sin una mujer, sin que le tocara y la que se lo estaba haciendo ahora era ciertamente atractiva. No torció el gesto con el apretón y el posterior empujón, continuó mirándole a los ojos.
Oyó como daba la orden de traer los limones y soltó un sonoro suspiro interior, le había creído e iba a mandar el cuervo con el olor de limón que su hermana reconocería, sabría que estaba vivo y empezarían a negociar. Se habían quedado los dos solos en la habitación. En ese momento vio que lo que le estaba viendo, su erección apenas podía ser disimulada y como empezó a reírse divertida, en ese momento no supo la razón por la que lo hacía, él no se avergonzaba, y pensaba que ella no se lo tomaría demasiado a mal, si fuera una estirada norteña…. Pero era una mujer del hierro, lo más parecido a una dorniense.
Se sentó delante suya y comenzó a hablarle, le sorprendió el diminutivo que empleaba, parecía estará hora de buen humor. Le dijo lo de la puta, pero cuando se acercó a su rostro y le dijo que si quería el suyo…Ignoró lo que dijo de Sare, que pensara lo que quisiera, no era momento de pensar en eso, no pensaba contradecirla. Se decidió en un momento, era una mujer atractiva y el resto le daba igual. Quiero el tuyo Keira Olyvar se abalanzó sobre ella para besarla, quería introducir su lengua entre esos labios tentadores, quería saborear su cuerpo, quería saber a qué sabía su esencia, quería darle placer.
Se abalanzó sobre ella para besarla, sus labios se juntaron e intentó introducir su lengua en la boca de la mujer, mientras tanto Olyvar se desató la lazada y permitió que su pantalón se callera revelando toda su hombría. Tomó la mano de la mujer y se la llevó hasta su polla, quería que se la tocara. Aunque pareciera imposible su miembro reaccionó nuevamente poniéndose aún más inhiesta. En ese momento le dio un empujón para obligarla a que apoyara la espalda en la mesa. Vamos a ver a que sabe el coño de una princesa Le iba a rasgar la camisa y bajarle los pantalones, usaría su lengua para comprobar si estaba humeda y tanto si lo estuviera como si no iba a demorarse un rato allí, quería demostrarle lo que sabía hacer un dorniense, que podía llevarla cerca del orgasmo antes incluso de metérsela. Después ya follarían, cara a cara.
Notó como la presión disminuía levemente durante unos instantes antes de que volviera a apretar, tenía que estar notando la erección que le estaba provocando. Era la primera mujer que le tocaba desde…¿Lanza?, si desde Lanza, en Limonar ninguna lo hizo por lo que debía de hacer demasiado tiempo sin una mujer, sin que le tocara y la que se lo estaba haciendo ahora era ciertamente atractiva. No torció el gesto con el apretón y el posterior empujón, continuó mirándole a los ojos.
Oyó como daba la orden de traer los limones y soltó un sonoro suspiro interior, le había creído e iba a mandar el cuervo con el olor de limón que su hermana reconocería, sabría que estaba vivo y empezarían a negociar. Se habían quedado los dos solos en la habitación. En ese momento vio que lo que le estaba viendo, su erección apenas podía ser disimulada y como empezó a reírse divertida, en ese momento no supo la razón por la que lo hacía, él no se avergonzaba, y pensaba que ella no se lo tomaría demasiado a mal, si fuera una estirada norteña…. Pero era una mujer del hierro, lo más parecido a una dorniense.
Se sentó delante suya y comenzó a hablarle, le sorprendió el diminutivo que empleaba, parecía estará hora de buen humor. Le dijo lo de la puta, pero cuando se acercó a su rostro y le dijo que si quería el suyo…Ignoró lo que dijo de Sare, que pensara lo que quisiera, no era momento de pensar en eso, no pensaba contradecirla. Se decidió en un momento, era una mujer atractiva y el resto le daba igual. Quiero el tuyo Keira Olyvar se abalanzó sobre ella para besarla, quería introducir su lengua entre esos labios tentadores, quería saborear su cuerpo, quería saber a qué sabía su esencia, quería darle placer.
Se abalanzó sobre ella para besarla, sus labios se juntaron e intentó introducir su lengua en la boca de la mujer, mientras tanto Olyvar se desató la lazada y permitió que su pantalón se callera revelando toda su hombría. Tomó la mano de la mujer y se la llevó hasta su polla, quería que se la tocara. Aunque pareciera imposible su miembro reaccionó nuevamente poniéndose aún más inhiesta. En ese momento le dio un empujón para obligarla a que apoyara la espalda en la mesa. Vamos a ver a que sabe el coño de una princesa Le iba a rasgar la camisa y bajarle los pantalones, usaría su lengua para comprobar si estaba humeda y tanto si lo estuviera como si no iba a demorarse un rato allí, quería demostrarle lo que sabía hacer un dorniense, que podía llevarla cerca del orgasmo antes incluso de metérsela. Después ya follarían, cara a cara.
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
Keira reía por dentro esperando ver la incomodidad del dorniense en su cara. Olyvar estaba prisionero, torturado y a la merced de una mujer del Hierro a la que consideraba una traidora y probablemente una bestia ignorante. Y sin embargo ahí estaba, traicionado por su propia condición humana. La situación era extraña e irrisoria. Esperaba la respuesta airada de Olyvar al comentario de su hermana. Al fin y al cabo esa había sido su intención, provocarlo, meter el dedo en la llaga. Despertar su furia y humillarlo. Pero no reaccionó, fingió que no le importaba, o tal vez así fuera. No conocía lo suficiente a los príncipes Martell como para saberlo. Lo que salió de su boca sin embargo, eso si que no lo esperaba. ¿La deseaba? ¿Ese hombre estaba loco o era una estratagema? ¿cómo osaba?.
Keira volvió a reírse a carcajadas. Le parecía tan absurdo y patético que se abandonó a la risa confiada. Bajo la guardia un segundo, y ese fue su error. Antes de que pudiera darse cuenta Olyvar se abalanzó sobre ella y la tumbó sobre la mesa. Fue tan brusco como un vendaval y a la kraken no le dio tiempo ni siquiera a verlo venir. Allí estaba tirada de espaldas con todo el peso del dorniense sobre ella privándola de la posibilidad de moverse o escapar. La sorpresa la impidió reaccionar durante unos interminables segundos. Estaba estupefacta. La boca del Martell asfixió la suya, le costaba incluso respirar. La abrió buscando aire con que llenar sus aplastados pulmones sin caer en la cuenta de que la lengua del dorniense estaba presta para aprovechar la menor oportunidad de poseer su interior.
Debía actuar con rapidez. Podía gritar y llamar a sus hombres pero le avergonzaba que la encontraran en aquella situación. No quería que sus hombres le perdieran el respeto. No quería que la vieran como a las débiles mujeres continentales, a quienes las fuerza cualquier hombre sin demasiado trabajo. Cuando eres una mujer del hierro debes demostrar tu valía en todo momento. Una reputación se forja durante años y se destruye en un solo día. Ni siquiera podía hacer ruido o sus hombres se alertarían. Aquel hombre era un necio y un loco, pero era fuerte. Intentó buscar a la desesperada algo con que golpearlo, palpaba la mesa en busca de una copa o el tintero pero no lo hallaba. Pocas oportunidades tuvo porque el dorniense le aprisionó la muñeca y llevó su mano a su palpitante entrepierna. Ese hombre estaba fuera de si y su verga la buscaba con ansiedad. Le liberó los labios solo un instante para susurrarle jadeante una amenaza o un deseo. La kraken no lo tenía claro, pero si supo que se estremeció solo con escucharlo. No conseguiría liberarse por la fuerza bruta, eso lo tenía claro. Y no quería ser rescatada por otro hombre. Ella era una hija del Hierro y como tal saldría sola de aquel atolladero. Su oportunidad era otra, debía ganar unos segundos, debía hacer que se confiara. Comenzó a acariciar la verga del dorniense hasta que comenzó a oír sus jadeos y se aflojó la presión sobre sus muñecas. Deslizó una de ellas lentamente hasta la caña de su bota intentando que su movimiento pasase desapercibido. Para ello incrementó el ritmo de sus caricias.
Ya faltaba poco, unos milímetros y la alcanzaría. Ya rozaba con los dedos la punta de su empuñadura. Alargó la mano desesperada sintiendo como sus músculos protestaban. No les hizo caso, era mucho más lo que se jugaba. Por fin cerró sus dedos sobre el mango de la daga. El corazón le palpitaba en la garganta. De un movimiento brusco la sacó de su escondite y la llevó a la garganta del dorniense. Presionó su filo contra la traquea hasta que brotaron dos lentas gotas negras de la piel sudorosa. Presionando contra su cuello le obligó a incorporarse. Los ojos de la kraken ardían como el fuego del infierno. Consiguió alcanzar de nuevo la verticalidad. Quería matarlo, sería tan fácil. Un solo movimiento de su brazo y le degollaría. Por el ahogado que era lo que deseaba. Sabía que eso significaría la guerra con Dorne, `pero en ese momento le importaba una mierda. Se contuvo con todas sus fuerzas, no podía matarlo. La rabia, el miedo, la furia y la frustración explotaron en su interior y salieron despedidos impulsando su brazo para propinarle un derechazo directo al rostro que lo derribó. Comenzó a darle patadas en el suelo fuera de si. - ¡Maldito hijo de puta!. ¡No vuelvas a tocarme! - gritó encendida.
Hubiera continuado pateándole quien sabe durante cuanto tiempo pero las voces de sus hombres la sobresaltaron. - Capitana, ¡¿qué sucede?! - No sucede nada Marcus - bufó. Recobró la compostura, respiró hondo y se recolocó la ropa. Cuando consiguió calmarse se acercó a la puerta aún con la daga en la mano y sin apartar la vista del dorniense. - ¿Tenéis esos putos limones? - Si, aquí están. - Keira tomó los dos limones que le pasaron entre las rejas y los llevó hasta la mesa. Usó la daga para partirlos por la mitad. Los papeles estaban desperdigados por el suelo. Afortunadamente el tintero había sobrevivido. - Dorniense, recoge todo y siéntate en la puta mesa. Acabemos de una jodida vez. - Quería salir de allí, no aguantaba ni un minuto más. Todo había sido demasiado...intenso. La había excitado, cabreado, asqueado y sacado de sus casillas hasta más allá de sus límites. Necesitaba un trago con urgencia, varios tragos. - Y más vale que seas rápido. - Se situó a su espalda y desenvainó a Canto de sirena rozando con su punta la piel del Martell - Contaré en voz alta mientras lo haces. Cuando llegue a diez te dibujaré mi nombre en la espalda. Parece que quieres llevarte un recuerdo mio. Cuando llegue a veinte lo haré en la frente. Si llego a treinta perderás un dedo. Si llego a cuarenta.... por tu bien haría todo lo posible para que no llegara a cuarenta. - clavó su mirada en el papel por encima del hombro de Olyvar para observar lo que hacía. - Bien, comencemos. Uno... dos... tres....
Keira volvió a reírse a carcajadas. Le parecía tan absurdo y patético que se abandonó a la risa confiada. Bajo la guardia un segundo, y ese fue su error. Antes de que pudiera darse cuenta Olyvar se abalanzó sobre ella y la tumbó sobre la mesa. Fue tan brusco como un vendaval y a la kraken no le dio tiempo ni siquiera a verlo venir. Allí estaba tirada de espaldas con todo el peso del dorniense sobre ella privándola de la posibilidad de moverse o escapar. La sorpresa la impidió reaccionar durante unos interminables segundos. Estaba estupefacta. La boca del Martell asfixió la suya, le costaba incluso respirar. La abrió buscando aire con que llenar sus aplastados pulmones sin caer en la cuenta de que la lengua del dorniense estaba presta para aprovechar la menor oportunidad de poseer su interior.
Debía actuar con rapidez. Podía gritar y llamar a sus hombres pero le avergonzaba que la encontraran en aquella situación. No quería que sus hombres le perdieran el respeto. No quería que la vieran como a las débiles mujeres continentales, a quienes las fuerza cualquier hombre sin demasiado trabajo. Cuando eres una mujer del hierro debes demostrar tu valía en todo momento. Una reputación se forja durante años y se destruye en un solo día. Ni siquiera podía hacer ruido o sus hombres se alertarían. Aquel hombre era un necio y un loco, pero era fuerte. Intentó buscar a la desesperada algo con que golpearlo, palpaba la mesa en busca de una copa o el tintero pero no lo hallaba. Pocas oportunidades tuvo porque el dorniense le aprisionó la muñeca y llevó su mano a su palpitante entrepierna. Ese hombre estaba fuera de si y su verga la buscaba con ansiedad. Le liberó los labios solo un instante para susurrarle jadeante una amenaza o un deseo. La kraken no lo tenía claro, pero si supo que se estremeció solo con escucharlo. No conseguiría liberarse por la fuerza bruta, eso lo tenía claro. Y no quería ser rescatada por otro hombre. Ella era una hija del Hierro y como tal saldría sola de aquel atolladero. Su oportunidad era otra, debía ganar unos segundos, debía hacer que se confiara. Comenzó a acariciar la verga del dorniense hasta que comenzó a oír sus jadeos y se aflojó la presión sobre sus muñecas. Deslizó una de ellas lentamente hasta la caña de su bota intentando que su movimiento pasase desapercibido. Para ello incrementó el ritmo de sus caricias.
Ya faltaba poco, unos milímetros y la alcanzaría. Ya rozaba con los dedos la punta de su empuñadura. Alargó la mano desesperada sintiendo como sus músculos protestaban. No les hizo caso, era mucho más lo que se jugaba. Por fin cerró sus dedos sobre el mango de la daga. El corazón le palpitaba en la garganta. De un movimiento brusco la sacó de su escondite y la llevó a la garganta del dorniense. Presionó su filo contra la traquea hasta que brotaron dos lentas gotas negras de la piel sudorosa. Presionando contra su cuello le obligó a incorporarse. Los ojos de la kraken ardían como el fuego del infierno. Consiguió alcanzar de nuevo la verticalidad. Quería matarlo, sería tan fácil. Un solo movimiento de su brazo y le degollaría. Por el ahogado que era lo que deseaba. Sabía que eso significaría la guerra con Dorne, `pero en ese momento le importaba una mierda. Se contuvo con todas sus fuerzas, no podía matarlo. La rabia, el miedo, la furia y la frustración explotaron en su interior y salieron despedidos impulsando su brazo para propinarle un derechazo directo al rostro que lo derribó. Comenzó a darle patadas en el suelo fuera de si. - ¡Maldito hijo de puta!. ¡No vuelvas a tocarme! - gritó encendida.
Hubiera continuado pateándole quien sabe durante cuanto tiempo pero las voces de sus hombres la sobresaltaron. - Capitana, ¡¿qué sucede?! - No sucede nada Marcus - bufó. Recobró la compostura, respiró hondo y se recolocó la ropa. Cuando consiguió calmarse se acercó a la puerta aún con la daga en la mano y sin apartar la vista del dorniense. - ¿Tenéis esos putos limones? - Si, aquí están. - Keira tomó los dos limones que le pasaron entre las rejas y los llevó hasta la mesa. Usó la daga para partirlos por la mitad. Los papeles estaban desperdigados por el suelo. Afortunadamente el tintero había sobrevivido. - Dorniense, recoge todo y siéntate en la puta mesa. Acabemos de una jodida vez. - Quería salir de allí, no aguantaba ni un minuto más. Todo había sido demasiado...intenso. La había excitado, cabreado, asqueado y sacado de sus casillas hasta más allá de sus límites. Necesitaba un trago con urgencia, varios tragos. - Y más vale que seas rápido. - Se situó a su espalda y desenvainó a Canto de sirena rozando con su punta la piel del Martell - Contaré en voz alta mientras lo haces. Cuando llegue a diez te dibujaré mi nombre en la espalda. Parece que quieres llevarte un recuerdo mio. Cuando llegue a veinte lo haré en la frente. Si llego a treinta perderás un dedo. Si llego a cuarenta.... por tu bien haría todo lo posible para que no llegara a cuarenta. - clavó su mirada en el papel por encima del hombro de Olyvar para observar lo que hacía. - Bien, comencemos. Uno... dos... tres....
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
La vio estremecerse ante sus palabra, eso demostraba que había acertado al tomar la iniciativa, que era lo que tenía que hacer, lo que ella quería en ese momento y por los siete dioses que lo tendría, lo único que esperaba era no vaciarse demasiado pronto, muchos meses y desde luego el cuerpo de la mujer era deseable.
Sus lenguas se encontraron y comenzó pronto a explorar el interior de la boca de la mujer, que comenzó a acariciarle su miembro, parecía que quisiera excitarlo aún más, aunque en estos momentos resultara casi imposible. Le iba a pedir que parara o podría montar un lamentable espectáculo si se corría en su mano. En ese momento se dio cuenta de su error, el frío del acero en su cuello le devolvió a la realidad, se dio por muerto, si no era una invitación entonces, entonces…. Estaba muerto, tendría suerte si lo mataban rápidamente, le había tendido una trampa y había caído como un imbécil. Su pene estaba completamente flácido.
Cuando esperaba que Keira le abriera una nueva sonrisa seis dedos por debajo de la que tenía llegó el golpe, un terrible derechazo en el rostro que le derribó. La sangre ya manchaba el suelo procedente de sus labios rotos cuando le cayó la primera patada, un mar de sangre brotó de su nariz mientras el dolor se le incrustaba en la cabeza. Ya no importaba nada, solo tratar de evitar el dolor, adoptó una postura fetal, protegiéndose la cabeza con la manos, mientras ella le daba patadas en las piernas, en el culo, incluso alguna en el pecho y el estómago, pero fue la última la que tuvo más puntería, cuando ya se oían las voces de otros hombres del hierro, fue esa la que le dio en el escroto y el dolor le nubló la visión durante unos instantes.
El castigo había cesado, y le pareció oír algo sobre limones, en ese momento oyó sus órdenes, por un momento, la debíl esperanza volvió a surgir, puede que no lo matase, puede que… Si, enseguida Se levantó dolorido, muy dolorido y se llevó la mano al rostro tumefacto, se estaba empando a hinchar y tenía el ojo derecho prácticamente cerrado.
Lo haré como quieras No quería que pasara el tiempo, cogió un limón y lo apretó para que derramara un chorreón de su jugo en el tintero. Una gota fue a parar directamente a su cara acentuando su dolor, pero a pesar de todo trató de seguir haciéndolo, había dicho eso delante de sus hombres y no se podría echar atrás, más teniendo en cuenta todo lo que había pasado.
Se concentró en su labor, no podía prestar atención a nada más o se bloquearía la cuenta de la isleña solo era un rumor. La pluma ya estaba mojada y desprendía el agradable olor que le recordaba el hogar, las batallas de limones y naranjas con otros chicos en las inmediaciones de los jardines del agua, la pr… no era el momento ahora. Olyvar firmó, con su firma habitual. No habría trampa, lo habría prometido y esta vez mantendría su palabra. Ya está. En ese momento se dio cuenta del silencio de la princesa, no había oído las últimas palabras que pronunciara en su cuenta. ¿lo había hecho rápido?, ¿mantendría su palabra? Y después de firmado el cuervo ¿qué pasaría?.
Sus lenguas se encontraron y comenzó pronto a explorar el interior de la boca de la mujer, que comenzó a acariciarle su miembro, parecía que quisiera excitarlo aún más, aunque en estos momentos resultara casi imposible. Le iba a pedir que parara o podría montar un lamentable espectáculo si se corría en su mano. En ese momento se dio cuenta de su error, el frío del acero en su cuello le devolvió a la realidad, se dio por muerto, si no era una invitación entonces, entonces…. Estaba muerto, tendría suerte si lo mataban rápidamente, le había tendido una trampa y había caído como un imbécil. Su pene estaba completamente flácido.
Cuando esperaba que Keira le abriera una nueva sonrisa seis dedos por debajo de la que tenía llegó el golpe, un terrible derechazo en el rostro que le derribó. La sangre ya manchaba el suelo procedente de sus labios rotos cuando le cayó la primera patada, un mar de sangre brotó de su nariz mientras el dolor se le incrustaba en la cabeza. Ya no importaba nada, solo tratar de evitar el dolor, adoptó una postura fetal, protegiéndose la cabeza con la manos, mientras ella le daba patadas en las piernas, en el culo, incluso alguna en el pecho y el estómago, pero fue la última la que tuvo más puntería, cuando ya se oían las voces de otros hombres del hierro, fue esa la que le dio en el escroto y el dolor le nubló la visión durante unos instantes.
El castigo había cesado, y le pareció oír algo sobre limones, en ese momento oyó sus órdenes, por un momento, la debíl esperanza volvió a surgir, puede que no lo matase, puede que… Si, enseguida Se levantó dolorido, muy dolorido y se llevó la mano al rostro tumefacto, se estaba empando a hinchar y tenía el ojo derecho prácticamente cerrado.
Lo haré como quieras No quería que pasara el tiempo, cogió un limón y lo apretó para que derramara un chorreón de su jugo en el tintero. Una gota fue a parar directamente a su cara acentuando su dolor, pero a pesar de todo trató de seguir haciéndolo, había dicho eso delante de sus hombres y no se podría echar atrás, más teniendo en cuenta todo lo que había pasado.
Se concentró en su labor, no podía prestar atención a nada más o se bloquearía la cuenta de la isleña solo era un rumor. La pluma ya estaba mojada y desprendía el agradable olor que le recordaba el hogar, las batallas de limones y naranjas con otros chicos en las inmediaciones de los jardines del agua, la pr… no era el momento ahora. Olyvar firmó, con su firma habitual. No habría trampa, lo habría prometido y esta vez mantendría su palabra. Ya está. En ese momento se dio cuenta del silencio de la princesa, no había oído las últimas palabras que pronunciara en su cuenta. ¿lo había hecho rápido?, ¿mantendría su palabra? Y después de firmado el cuervo ¿qué pasaría?.
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
El dorniense se levantó y se dirigió a la mesa. Keira seguía furiosa pero la sangre que brotaba del rostro del Martell la llenaba de satisfacción. Su labio estaba partido y su nariz goteaba el fluido rojizo. El ojo izquierdo además ya comenzaban a hincharse. Había descargado toda su frustración en cada patada. No olvidaría ese día con facilidad, se había encargado de ello. En verdad ninguno de los dos lo olvidaría. A él le enseñaría a no volver a tocarla, a ella a no volver a bajar la guardia. ¿Había sido miedo lo que había experimentado cuando se estremeció al estar debajo de su cuerpo? ¿sorpresa? Keira no estaba segura, pero no quería averiguarlo. No dejaría que aquello volviera a pasar. No había sido la primera vez que un hombre intentaba forzarla, pero nunca ninguno había llegado tan lejos como para bajarse los pantalones. Claro que era mucho más fácil detenerlos si los veías venir y si no tenías motivos políticos que te impidieran matarlo. Esta vez la pilló desprevenida porque nunca imaginó que Olyvar tuviera el valor como para intentarlo. Si era sincera consigo misma, en parte ella había tenido la culpa por jugar tan cerca del fuego confiada en no quemarse.
-"Gracias dorniense por enseñarme esta valiosa lección" - se dijo para sí mientras esperaba a que olivar se sentase. El prisionero exprimió parte del zumo del limón en el tintero, lo mezcló con la pluma y se dispuso a escribir. Keira no perdía detalle mientras proseguía con su cuenta. - Uno... dos... tres... -¿Quería que acabara cuanto antes o quería cumplir sus amenazas? Ambos deseos estaban enfrentados en la mente de la pirata. - Cuatro... cinco... seis... - Olyvar escribía sin demora impregnando con el olor a limón algunas partes de la carta. Keira observaba y memorizaba los lugares. - Siete... ocho... nueve... - Olyvar continuaba moviendo la pluma. - Diez...
- Ya está -declaró el dorniense. - Tarde - murmuró la Kraken. Se acercó hasta la mesa y tomó el pergamino. Lo releyó. Todo parecía en orden. - Bien Olyvar. Sabes que si me has engañado morirás lenta y dolorosamente. ¿Estás seguro de que envíe la carta tal y como está? - Esperaba que hubiera sido inteligente y hubiera hecho lo correcto. Guardó el pergamino en su jubón y envainó a canto de Sirena. Pero solo para volver a portar su afilada daga, mucho más útil para lo que tenía en mente - Pon los brazos a la espalda de la silla Martell, tienes las manos muy largas para mi gusto - Le ató por las muñecas para impedir que se moviera y giró la silla para tenerlo frente a frente.
Le miró con una sonrisa perversa en los labios. Ahora si que estaba segura de que estaba disfrutando. - Has sido cuidadoso con la escritura dorniense, pero me temo que demasiado lento. ¿Lo hiciste a posta? Yo creo que si, quieres llevarte mi recuerdo. - la Kraken jugueteaba con la daga para que Olyvar pudiera verla. - Pero voy a hacerte un favor, no te marcaré la espalda. Lo haré en un lugar donde siempre puedas verlo. Te marcaré como al ganado con mi nombre, pues eres de mi propiedad. Tu vida es mía y puedo disponer de ella. Esto te lo recordará para siempre - Metió la punta de la daga en el tintero para impregnarla y se lanzó hacia el pecho del Martell con los ojos encendidos de furia y de venganza. Rasgó la piel de su pecho con pulso firme mientras la sangre goteaba. Primero una K y luego una G. Cuando acabó limpió la daga en los pantalones del dorniense y se alejó unos pasos para verlo mejor - Quien iba a decir dorniense que acabarías llevándome para siempre en tu corazón.
Cortó las cuerdas que lo sujetaban con un movimiento raudo y salió de la habitación con paso firme una sonrisa en los labios. - Adiós Martell.
-"Gracias dorniense por enseñarme esta valiosa lección" - se dijo para sí mientras esperaba a que olivar se sentase. El prisionero exprimió parte del zumo del limón en el tintero, lo mezcló con la pluma y se dispuso a escribir. Keira no perdía detalle mientras proseguía con su cuenta. - Uno... dos... tres... -¿Quería que acabara cuanto antes o quería cumplir sus amenazas? Ambos deseos estaban enfrentados en la mente de la pirata. - Cuatro... cinco... seis... - Olyvar escribía sin demora impregnando con el olor a limón algunas partes de la carta. Keira observaba y memorizaba los lugares. - Siete... ocho... nueve... - Olyvar continuaba moviendo la pluma. - Diez...
- Ya está -declaró el dorniense. - Tarde - murmuró la Kraken. Se acercó hasta la mesa y tomó el pergamino. Lo releyó. Todo parecía en orden. - Bien Olyvar. Sabes que si me has engañado morirás lenta y dolorosamente. ¿Estás seguro de que envíe la carta tal y como está? - Esperaba que hubiera sido inteligente y hubiera hecho lo correcto. Guardó el pergamino en su jubón y envainó a canto de Sirena. Pero solo para volver a portar su afilada daga, mucho más útil para lo que tenía en mente - Pon los brazos a la espalda de la silla Martell, tienes las manos muy largas para mi gusto - Le ató por las muñecas para impedir que se moviera y giró la silla para tenerlo frente a frente.
Le miró con una sonrisa perversa en los labios. Ahora si que estaba segura de que estaba disfrutando. - Has sido cuidadoso con la escritura dorniense, pero me temo que demasiado lento. ¿Lo hiciste a posta? Yo creo que si, quieres llevarte mi recuerdo. - la Kraken jugueteaba con la daga para que Olyvar pudiera verla. - Pero voy a hacerte un favor, no te marcaré la espalda. Lo haré en un lugar donde siempre puedas verlo. Te marcaré como al ganado con mi nombre, pues eres de mi propiedad. Tu vida es mía y puedo disponer de ella. Esto te lo recordará para siempre - Metió la punta de la daga en el tintero para impregnarla y se lanzó hacia el pecho del Martell con los ojos encendidos de furia y de venganza. Rasgó la piel de su pecho con pulso firme mientras la sangre goteaba. Primero una K y luego una G. Cuando acabó limpió la daga en los pantalones del dorniense y se alejó unos pasos para verlo mejor - Quien iba a decir dorniense que acabarías llevándome para siempre en tu corazón.
Cortó las cuerdas que lo sujetaban con un movimiento raudo y salió de la habitación con paso firme una sonrisa en los labios. - Adiós Martell.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Una prueba para Dorne
La frase le atravesó el alma ¿tarde?, pero tarde para qué ¿para marcarle la espalda? ¿la cara? ¿cortarle un dedo o puede que algo más?, aunque cabía la posibilidad de que le metiera una buena cuarta de acero entre pecho y espalda, al fin y al cabo ya sabía el secreto para las comunicaciones, o eso pensaba ella.
Parecía que aún no estaba totalmente segura o quería tenderle una trampa, ya de todos modos daba igual, ya estaba todo hecho Está correcto, no te he mentido Keira Ahora tendría que ver que es lo que le hacía.
Olyvar obedeció y colocó las manos a su espalda, notó como se las ataba, era un nudo fuerte, estaba claro que no quería más sorpresas. Keira le dio la vuelta a la silla para verle. Estaba poniendo en duda si lo había hecho a posta o no. Olyvar prefirió no contestar, estaba claro que estaba todo decidido.
¿Marcarlo como el ganado?, iba a grabar una marca al fuego en su cuerpo, parecía que estaba diciendo eso. Pues si pensaba verle suplicar o quejarse iba lista, no lo haría. Tuvo que apelar a todo su ánimo para no gritar cuando la daga le hizo la señal, quedaría una marca.
Espero que nos volvamos a ver pronto Keira Kreyjoy, dueña de mi corazón No sabía si le había oído. ¿Mandaría un maestre a curarle?. Olyvar escupió una flema roja, sanguínea.
Olyvar Martell- Nobleza
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