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Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
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Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
¿Se estaría convirtiendo en una verdadera mujer de Hierro?, se negó a si misma con la cabeza mientras a lo lejos contemplaba La Roca, ¡como cambiaba la vida! No llegaban a dos años desde que celebró la boda de su querido sobrino. Y la mayor parte de los invitados de su familia estaban muertos, o desaparcados, y otros borrados de su memoria, cada día más desdibujado, cosa que creyó que nunca sucedería.
Podría parecer altiva, elegante, con esa belleza recuperada tras el parto, la reina de los piratas, paseaba en la cubierta, como nunca creería que sucedería, caminaba con paso firme, ella la mujer que con sólo pisar un barco, antaño, entraba en un trance, volátil, en el cual todo giraba a su alrededor, y no sólo giraba, se evacuaba en miles de arcadas, que terminaban con ella confinada en el camarote, pálida. Era curioso, pero estaba perdiendo el miedo al mar, bueno eso lo comprobaría en la travesía más larga, cuando estuviera más días embarcada, todo cambiaba y nada permanecía.
No tardarían en llegar, apenas habían transcurrido tres días y la echaba de menos, sus gorgoritos, su pequeña media sonrisa, sus eructos imposibles, salidos de un ser tan pequeño, y que podían rivalizar con los de Axel, a estas horas del amanecer, ya habría despertado a Frida, con sus demandas, era hija de quién era, su impaciencia ya comenzaba a ser conocida en los muros de la fortaleza de hierro. Esperaba que su padre tuviera un ratito diario para verla, se lo había pedido, la niña necesitaba a su familia… y sobre todo a su madre, pero las explicaciones de su esposo la habían convencido, no sin arrugar el gesto, protestar, y terminar reconociendo que tenía razón, pero el corazón de una madre se negaba a mostrarse conforme.
La encantaba ver el amanecer, como si de un dios se tratara, recibir sus rayos, la llenaban de vitalidad, aunque no podía abusar, pues su delicada piel protestaría airada. Creía haber escuchado a Kei dando órdenes a sus hombres, organizando los turnos de guardia, haciendo señales a los barcos de escolta, desde luego Harrald había propiciado una buena escolta a su esposa, tres galeras, que era más que suficiente. No tenía la menor idea donde estaría Milah. Era una mujer un tanto escurridiza.
Tras recibir al sol como si de un viejo amigo se tratase, la reina volvió a su camarote. Escogería su ropa despacio, Gwen, había discutido con ella el color, -¿color?, ¿negro?, niña, desde luego no iría de negro, en absoluto, -Gwen uso el negro y dorado para las ceremonias de los Hombres de Hierro, con toda seguridad las damas de la corte de los leones, creen que recibirán a una pobre mujer, que vive con un salvaje violador de innumerables mujeres.
Le parecía divertido recordad algunos comentarios de nobles durante la boda de Tybolt, compadeciéndola, con su vientre hinchado, aunque mantenía su belleza, esas arpías, en el fondo bebían los vientos por los piratas, se les deslizaba la ropa interior, sudorosa y mojada, pensando las posibilidades que ella conocía tan bien, las múltiples formas de placer… nada convencionales para rancios oídos, recodó como respondió a Lady… no recordaba, muy sería diciendo que su marido, el kraken, la ataba a la cama para hacerla suya, y horrorizada, su ojos, los de la siesa noble, reflejaban… deseo, y ella arrugó la nariz, ¡vieja bruja seca…!
Rojo, como correspondía a la mujer, que absurdamente, decían que era la más deseada de su tiempo, el rojo , nada brillante, más cercano a la púrpura que al carmín, con esa tonalidad tornasolada, que sólo vestían los dioses, según las leyendas. Con un hombro descubierto, el otro sujeto por el kraken bicolor regalo de Keira, un pequeño colgante de amatistas en forma de dragón, sus cabellos platinos…, semirecogidos, cubierta por la capa negra de los Greyjoy, buscó a Keria, para descender al puerto, donde un grupo de hombres, entre los que creía ver destacar al nuevo rey de La Roca, esperaban a la comitiva.
La mujer bajó con elegancia por la pasarela, seguida por el imponente león blanco, que observaba a los presentes, inquisitivo, olisqueando el
aire respirando curioso. ¿Cuándo se había producido el cambio de cachorro a león casi adulto?, no tenía la menor idea. La precedían Keira, la joven princesa, que por supuesto, no cedía demasiado a sus consejos sobre indumentaria, Milah, que tampoco se había vestido para la ocasión, ¡cómo no iban a decir que era la mujer más hermosa de su época!, si las que la solían acompañar no se preocupaban de hacerla sombra, tendría una conversación con las dos damas, a las que se unió su protector y amigo, el paciente Drass, y sus hombres, la escolta impuesta por su esposo.
El joven león había cambiado, la guerra nos cambia a todos, le parecía más maduro, o tal vez eso deseaba pensar ella, necesitaba un buen interlocutor para lo que venía a negociar. Sonrió con dulzura con esa caía de párpados, que de repente descubrieron su mirada bicolor, el seductor sonido de su palabra, -Majestad, mis primeras palabras, son de felicitación, deseándoos un próspero y largo reinado, un leve movimiento de cabeza, un giro, un ademán. -Os presento a su alteza, la princesa Keira Greyjoy, a Lady Milah, a el capitán Drass, y por supuesto, a mi maleducada mascota, mi hrakkarl, Kalael, cuya educación deja mucho que desear, y no mejora con el paso del tiempo. Con un ademan el león se alineó con su ama, sentándose sobre sus patas traseras, obedeciendo un leve gesto.
Podría parecer altiva, elegante, con esa belleza recuperada tras el parto, la reina de los piratas, paseaba en la cubierta, como nunca creería que sucedería, caminaba con paso firme, ella la mujer que con sólo pisar un barco, antaño, entraba en un trance, volátil, en el cual todo giraba a su alrededor, y no sólo giraba, se evacuaba en miles de arcadas, que terminaban con ella confinada en el camarote, pálida. Era curioso, pero estaba perdiendo el miedo al mar, bueno eso lo comprobaría en la travesía más larga, cuando estuviera más días embarcada, todo cambiaba y nada permanecía.
No tardarían en llegar, apenas habían transcurrido tres días y la echaba de menos, sus gorgoritos, su pequeña media sonrisa, sus eructos imposibles, salidos de un ser tan pequeño, y que podían rivalizar con los de Axel, a estas horas del amanecer, ya habría despertado a Frida, con sus demandas, era hija de quién era, su impaciencia ya comenzaba a ser conocida en los muros de la fortaleza de hierro. Esperaba que su padre tuviera un ratito diario para verla, se lo había pedido, la niña necesitaba a su familia… y sobre todo a su madre, pero las explicaciones de su esposo la habían convencido, no sin arrugar el gesto, protestar, y terminar reconociendo que tenía razón, pero el corazón de una madre se negaba a mostrarse conforme.
La encantaba ver el amanecer, como si de un dios se tratara, recibir sus rayos, la llenaban de vitalidad, aunque no podía abusar, pues su delicada piel protestaría airada. Creía haber escuchado a Kei dando órdenes a sus hombres, organizando los turnos de guardia, haciendo señales a los barcos de escolta, desde luego Harrald había propiciado una buena escolta a su esposa, tres galeras, que era más que suficiente. No tenía la menor idea donde estaría Milah. Era una mujer un tanto escurridiza.
Tras recibir al sol como si de un viejo amigo se tratase, la reina volvió a su camarote. Escogería su ropa despacio, Gwen, había discutido con ella el color, -¿color?, ¿negro?, niña, desde luego no iría de negro, en absoluto, -Gwen uso el negro y dorado para las ceremonias de los Hombres de Hierro, con toda seguridad las damas de la corte de los leones, creen que recibirán a una pobre mujer, que vive con un salvaje violador de innumerables mujeres.
Le parecía divertido recordad algunos comentarios de nobles durante la boda de Tybolt, compadeciéndola, con su vientre hinchado, aunque mantenía su belleza, esas arpías, en el fondo bebían los vientos por los piratas, se les deslizaba la ropa interior, sudorosa y mojada, pensando las posibilidades que ella conocía tan bien, las múltiples formas de placer… nada convencionales para rancios oídos, recodó como respondió a Lady… no recordaba, muy sería diciendo que su marido, el kraken, la ataba a la cama para hacerla suya, y horrorizada, su ojos, los de la siesa noble, reflejaban… deseo, y ella arrugó la nariz, ¡vieja bruja seca…!
Rojo, como correspondía a la mujer, que absurdamente, decían que era la más deseada de su tiempo, el rojo , nada brillante, más cercano a la púrpura que al carmín, con esa tonalidad tornasolada, que sólo vestían los dioses, según las leyendas. Con un hombro descubierto, el otro sujeto por el kraken bicolor regalo de Keira, un pequeño colgante de amatistas en forma de dragón, sus cabellos platinos…, semirecogidos, cubierta por la capa negra de los Greyjoy, buscó a Keria, para descender al puerto, donde un grupo de hombres, entre los que creía ver destacar al nuevo rey de La Roca, esperaban a la comitiva.
La mujer bajó con elegancia por la pasarela, seguida por el imponente león blanco, que observaba a los presentes, inquisitivo, olisqueando el
aire respirando curioso. ¿Cuándo se había producido el cambio de cachorro a león casi adulto?, no tenía la menor idea. La precedían Keira, la joven princesa, que por supuesto, no cedía demasiado a sus consejos sobre indumentaria, Milah, que tampoco se había vestido para la ocasión, ¡cómo no iban a decir que era la mujer más hermosa de su época!, si las que la solían acompañar no se preocupaban de hacerla sombra, tendría una conversación con las dos damas, a las que se unió su protector y amigo, el paciente Drass, y sus hombres, la escolta impuesta por su esposo.
El joven león había cambiado, la guerra nos cambia a todos, le parecía más maduro, o tal vez eso deseaba pensar ella, necesitaba un buen interlocutor para lo que venía a negociar. Sonrió con dulzura con esa caía de párpados, que de repente descubrieron su mirada bicolor, el seductor sonido de su palabra, -Majestad, mis primeras palabras, son de felicitación, deseándoos un próspero y largo reinado, un leve movimiento de cabeza, un giro, un ademán. -Os presento a su alteza, la princesa Keira Greyjoy, a Lady Milah, a el capitán Drass, y por supuesto, a mi maleducada mascota, mi hrakkarl, Kalael, cuya educación deja mucho que desear, y no mejora con el paso del tiempo. Con un ademan el león se alineó con su ama, sentándose sobre sus patas traseras, obedeciendo un leve gesto.
Shiera Greyjoy- Nobleza
Re: Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
Durante aquellos 3 días de viaje ella se había sentido en una nube, subida parcialmente en el mástil o ayudando a los hombres que navegaban el barco, esos 3 días para ella habían sido de ensueño, en su mente solo había un "EN CASA", en lo que le quedaba de corazón, navegando hacia el destino que le habían sido encomendado por su reina, para saber el paradero de lo que quedaba de su familia, pero también para intentar negociar alguna clase de pacto con en nuevo rey de la roca, ella solo estaba para buscar la información y para proteger a Shiera de cualquier peligro para devolverla sana y salva a su rey y a su pequeña, esa era su misión.
Aunque realmente entre los diferentes movimientos en aquel barco, apenas había tenido comunicación alguna que la reina y la otra mujer que también iba de acompañante, Keira, parecía una mujer de carácter, pero seguía siendo de la nobleza y había quienes que una consideraban a las de la nobleza débiles y con un ego demasiado grande para semejante delicadeza... Aunque luego de haber pasado con la reina y sus acompañantes, Milah no estaba segura de eso y más considerando el carácter y decisión de la misma reina.
En esos tres días la reina había estaba pasando de estar descompuesta a la falta de costumbre al alta mar y luego a lentamente acostumbrarse, eso era bueno y luego a la otra joven yendo y viniendo dando ordenes a los marineros y demás personas en ese barco, a ella le daba lo mismo...
Cuando habían llegado al puerto, espero en la cubierta por la reina para descender, ella realmente no se cambiaría, no era una lady, por mas que jugara a ese papel, era una mujer indigna, de la buena vida y pirata, y su meta era proteger a Shiera, no era necesario semejante cambio.. era un hecho.
Descendieron para saludar cordialmente a la bienvenida del rey de aquel sitio, detrás de la reina que estaba completamente despampanante, sin duda era una hermosa mujer, y cada uno de los hombres presentes tanto de la propia comitiva de la reina y como la del rey de ese lugar, se había quedado sin habla.
Quedando detrás de Keira, mientras que la reina recibía la bienvenida, asentía al ser presentada simplemente, y se puso alerta a cualquier cambio, más allá que Shiera tuviera sus escoltas y guardias, eran demasiado lento para algo precipitado, y ella no dudaría de actuar, sonrió para sus adentros y siguió observando aquel lugar con un ojo alerta.
Aunque realmente entre los diferentes movimientos en aquel barco, apenas había tenido comunicación alguna que la reina y la otra mujer que también iba de acompañante, Keira, parecía una mujer de carácter, pero seguía siendo de la nobleza y había quienes que una consideraban a las de la nobleza débiles y con un ego demasiado grande para semejante delicadeza... Aunque luego de haber pasado con la reina y sus acompañantes, Milah no estaba segura de eso y más considerando el carácter y decisión de la misma reina.
En esos tres días la reina había estaba pasando de estar descompuesta a la falta de costumbre al alta mar y luego a lentamente acostumbrarse, eso era bueno y luego a la otra joven yendo y viniendo dando ordenes a los marineros y demás personas en ese barco, a ella le daba lo mismo...
Cuando habían llegado al puerto, espero en la cubierta por la reina para descender, ella realmente no se cambiaría, no era una lady, por mas que jugara a ese papel, era una mujer indigna, de la buena vida y pirata, y su meta era proteger a Shiera, no era necesario semejante cambio.. era un hecho.
Descendieron para saludar cordialmente a la bienvenida del rey de aquel sitio, detrás de la reina que estaba completamente despampanante, sin duda era una hermosa mujer, y cada uno de los hombres presentes tanto de la propia comitiva de la reina y como la del rey de ese lugar, se había quedado sin habla.
Quedando detrás de Keira, mientras que la reina recibía la bienvenida, asentía al ser presentada simplemente, y se puso alerta a cualquier cambio, más allá que Shiera tuviera sus escoltas y guardias, eran demasiado lento para algo precipitado, y ella no dudaría de actuar, sonrió para sus adentros y siguió observando aquel lugar con un ojo alerta.
Milah Valenciano- Ciudadano
Re: Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
El viaje había sido un paseo más que una verdadera travesía. Solamente tres día con el mar en calma y vientos favorables. A Keira no le hubiera importado pasar más tiempo el mar e incluso habría disfrutado de unas aguas más bravías. Pero pensando en su nauseosa reina, agradeció la placidez del viaje. Por supuesto gobernaba La Princesa del mar. no iba a dejar a su amado barco en Pyke por mucho que quisiera permanecer al lado de Shiera. Sin su nave se sentía como si fuera desnuda. No había tenido ocasión de compartir mucho tiempo con Milah, apenas unas palabras intercambiadas. Pero parecía ser servicial y protectora con Shiera, y eso ya era un punto a su favor en opinión de la Kraken.
Se había levantado del camastro en cuanto los primeros rayos de sol se colaron por la escotilla de su camarote. No solía ser amiga de vaguear entre las sábanas cuando estaba en tierra firme, mucho menos cuando estaba en el mar. Se vistió con su ropa habitual de cuero negro. Pantalones y botas altas. No concebía otro atuendo. Se colocó sus espadas al cinto "Sentencia" y "Canto de Sirena". No pensaba hacer uso de ellas, pero era una sana y precavida costumbre a la que no estaba dispuesta a renunciar. Cuando estuvo presentable se dirigió a cubierta dispuesta a disfrutar de la brisa marina mientras se aproximaban a la roca. Las costas del león se divisaban en el horizonte, pronto estaría de nuevo en tierra. Rascó la cabeza de bufón mientras las veía aproximarse.
Al arribar a puesto dio las órdenes oportunas a sus hombres para que se hicieran cargo de los barcos en su ausencia y dejó a Pitt al mando. Con la escolta de Shiera sería suficiente. Descendió por la pasarela con paso decidido y se reunió con la reina. - Buenos días Shiera. Por fin el suelo dejó de moverse, ¿eh? - bromeó mientras le guiñaba un ojo. - Milah, Drass... - dijo a modo de saludo. El león albino de Shiera le dio un cabezazo en la pierna buscando su atención y sus caricias. Keira le agarró de las orejas y le palmeó con fuerza el lomo. Era un animal magnífico al que había tomado mucho cariño.
El Lannister acudió a recibirlas. Keira calló y observó. Shiera se encargaría de hacer los honores y cumplir con el protocolo. Asintió cuando su amiga la presentó. - Me alegro de conoceros. Gracias por vuestra hospitalidad. - dijo escuetamente pero buscando ser educada.
Se había levantado del camastro en cuanto los primeros rayos de sol se colaron por la escotilla de su camarote. No solía ser amiga de vaguear entre las sábanas cuando estaba en tierra firme, mucho menos cuando estaba en el mar. Se vistió con su ropa habitual de cuero negro. Pantalones y botas altas. No concebía otro atuendo. Se colocó sus espadas al cinto "Sentencia" y "Canto de Sirena". No pensaba hacer uso de ellas, pero era una sana y precavida costumbre a la que no estaba dispuesta a renunciar. Cuando estuvo presentable se dirigió a cubierta dispuesta a disfrutar de la brisa marina mientras se aproximaban a la roca. Las costas del león se divisaban en el horizonte, pronto estaría de nuevo en tierra. Rascó la cabeza de bufón mientras las veía aproximarse.
Al arribar a puesto dio las órdenes oportunas a sus hombres para que se hicieran cargo de los barcos en su ausencia y dejó a Pitt al mando. Con la escolta de Shiera sería suficiente. Descendió por la pasarela con paso decidido y se reunió con la reina. - Buenos días Shiera. Por fin el suelo dejó de moverse, ¿eh? - bromeó mientras le guiñaba un ojo. - Milah, Drass... - dijo a modo de saludo. El león albino de Shiera le dio un cabezazo en la pierna buscando su atención y sus caricias. Keira le agarró de las orejas y le palmeó con fuerza el lomo. Era un animal magnífico al que había tomado mucho cariño.
El Lannister acudió a recibirlas. Keira calló y observó. Shiera se encargaría de hacer los honores y cumplir con el protocolo. Asintió cuando su amiga la presentó. - Me alegro de conoceros. Gracias por vuestra hospitalidad. - dijo escuetamente pero buscando ser educada.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
-Reina Shiera -saludó inclinando casi imperceptiblemente la cabeza-, Princesa Keira, Lady Milah; bienvenidas al Reino de la Roca -las recibió con una expresión amable cercana a la sonrisa.
El rey, que vestía una túnica roja estrecha bordada en hilo de oro y ceñida a la cintura por un cinturón ancho con diamantes negros engarzados, había bajado al pequeño embarcadero de Roca Casterly, excavado en la base del acantilado para que los señores de la Roca pudieran recibir directamente a sus invitados nobles sin tener que desplazarse hasta el puerto de Lannisport.
-Espero que la travesía haya transcurrido sin incidentes. Me alegro de teneros aquí; como ya os dije, Shiera, y por muy en desacuerdo que estuviera mi difunto padre, vos y vuestra familia podéis contar siempre con mi hospitalidad. Seguidme, por favor -les indicó con un gesto adentrándose en el castillo por un túnel horadado en la roca pero, también, tan ricamente decorado con tapices y pinturas que parecía más bien el dormitorio de un rey que un agujero-. Espero que no os asusten las escaleras largas; me temo que mi sala de audiencias está en lo alto de la colina -comentó esbozando una sonrisa.
"A mí sí me asustan". Él era capaz de subirlas, al menos una vez al día, aunque las agujetas se lo recriminarían más tarde. Había pensado en instalar un montacargas, pero subir y bajar del embarcadero hasta la sala de audiencias izado como un saco de boniatos le habría dado a Daven, por desgracia, un aire escasamente regio.
-Ah, y Rykard se ocupará de vuestro magnífico animal -añadió al reparar en un hombre grande y calvo con marcas de arañazos que se acercaba a la bestia confiado-; estará bien cuidado, este es el único castillo de Poniente que puede presumir de tener construida en piedra una leonera. Y digna de un rey.
Cuando era pequeño el león de su tío Damon le aterrorizaba, y aunque los grandes felinos seguían sin ser su animal favorito, lo cierto es que ya ni reparaba en ellos; uno se acababa acostumbrando a ver leones por todas partes. "A fin de cuentas no son más que gatos grandes con melena". Lann, el gato de Daven, se había dedicado desde que se mudó a Roca Casterly a tirar de la cola al león de Tybolt, darle manotazos en la cara y morderle en las patas cada vez que estaba distraído, para luego trepar a algún saliente desde el que burlarse de forma segura de su pariente lejano, más grande y más fuerte pero más tonto y más torpe que él. Ahora el león daba un respingo y miraba alrededor con miedo cada vez que oía un maullido, y esa era una de las pocas cosas en el mundo que hacían a Daven reírse a carcajadas.
-¿Cómo van las cosas en las islas? -preguntó cortés-. El desafortunado conflicto con Albus Drumm ya acabó, ¿no es cierto? Espero que las bajas no hayan sido cuantiosas y que vuestra casa vuelva a estar en forma pronto. Y también, en cierto modo, os envidio; perdonad mi frivolidad, pero vos visteis en persona al kraken, ¿no es así? -giró la cabeza hacia Keira-. ¿Era tan grande como se llegó a decir por aquí? Debía de ser todo un portento de la naturaleza -comentó con genuino interés.
La historia del monstruo marino amaestrado le había resultado fascinante, tanto que, al principio, se había negado a creerla; pero tuvo que acabar admitiendo que todos los marineros que atracaban en Lannisport no podían estar equivocados. "No debe de estar nada mal tener un kraken como mascota. Aunque sea preferible un dragón, claro". Había iniciado unas semanas atrás en sus breves ratos libres una búsqueda bibliotecaria, por ahora infructuosa, sobre el cuerno de Drumm y su origen.
Empezaron a ascender una escalera de caracol, ancha y de cuesta poco pronunciada pero con más escalones que días tenía el año. Daven hizo sus últimas elucubraciones sobre qué querría la Reina de las Islas, antes de que esta se lo contara y despejara el misterio. Contaba con los Greyjoy, si no como aliados, sí al menos como partidarios; ambos tenían un enemigo común, los Tyrell de Altojardín a los que cada uno había quitado un pedazo de terreno, y no ganarían nada enfrentándose entre sí. La presencia de Keira le hizo pensar que quizá querrían sellar la amistad proponiéndosela como esposa, pero no le parecía una idea muy halagüeña y esperaba que el encuentro no tratara sobre eso. "Una cosa es estar en el mismo bando que ellos y otra meterme en la cama con una capitana pirata que va a visitar a un rey extranjero vistiendo pantalones. Si nos vieran solo de cintura para abajo, pensarían que yo soy la princesa y ella es el rey".
-Y decidme, ¿venís en visita de cortesía? -preguntó al fin, dando por hecho la negativa.
El rey, que vestía una túnica roja estrecha bordada en hilo de oro y ceñida a la cintura por un cinturón ancho con diamantes negros engarzados, había bajado al pequeño embarcadero de Roca Casterly, excavado en la base del acantilado para que los señores de la Roca pudieran recibir directamente a sus invitados nobles sin tener que desplazarse hasta el puerto de Lannisport.
-Espero que la travesía haya transcurrido sin incidentes. Me alegro de teneros aquí; como ya os dije, Shiera, y por muy en desacuerdo que estuviera mi difunto padre, vos y vuestra familia podéis contar siempre con mi hospitalidad. Seguidme, por favor -les indicó con un gesto adentrándose en el castillo por un túnel horadado en la roca pero, también, tan ricamente decorado con tapices y pinturas que parecía más bien el dormitorio de un rey que un agujero-. Espero que no os asusten las escaleras largas; me temo que mi sala de audiencias está en lo alto de la colina -comentó esbozando una sonrisa.
"A mí sí me asustan". Él era capaz de subirlas, al menos una vez al día, aunque las agujetas se lo recriminarían más tarde. Había pensado en instalar un montacargas, pero subir y bajar del embarcadero hasta la sala de audiencias izado como un saco de boniatos le habría dado a Daven, por desgracia, un aire escasamente regio.
-Ah, y Rykard se ocupará de vuestro magnífico animal -añadió al reparar en un hombre grande y calvo con marcas de arañazos que se acercaba a la bestia confiado-; estará bien cuidado, este es el único castillo de Poniente que puede presumir de tener construida en piedra una leonera. Y digna de un rey.
Cuando era pequeño el león de su tío Damon le aterrorizaba, y aunque los grandes felinos seguían sin ser su animal favorito, lo cierto es que ya ni reparaba en ellos; uno se acababa acostumbrando a ver leones por todas partes. "A fin de cuentas no son más que gatos grandes con melena". Lann, el gato de Daven, se había dedicado desde que se mudó a Roca Casterly a tirar de la cola al león de Tybolt, darle manotazos en la cara y morderle en las patas cada vez que estaba distraído, para luego trepar a algún saliente desde el que burlarse de forma segura de su pariente lejano, más grande y más fuerte pero más tonto y más torpe que él. Ahora el león daba un respingo y miraba alrededor con miedo cada vez que oía un maullido, y esa era una de las pocas cosas en el mundo que hacían a Daven reírse a carcajadas.
-¿Cómo van las cosas en las islas? -preguntó cortés-. El desafortunado conflicto con Albus Drumm ya acabó, ¿no es cierto? Espero que las bajas no hayan sido cuantiosas y que vuestra casa vuelva a estar en forma pronto. Y también, en cierto modo, os envidio; perdonad mi frivolidad, pero vos visteis en persona al kraken, ¿no es así? -giró la cabeza hacia Keira-. ¿Era tan grande como se llegó a decir por aquí? Debía de ser todo un portento de la naturaleza -comentó con genuino interés.
La historia del monstruo marino amaestrado le había resultado fascinante, tanto que, al principio, se había negado a creerla; pero tuvo que acabar admitiendo que todos los marineros que atracaban en Lannisport no podían estar equivocados. "No debe de estar nada mal tener un kraken como mascota. Aunque sea preferible un dragón, claro". Había iniciado unas semanas atrás en sus breves ratos libres una búsqueda bibliotecaria, por ahora infructuosa, sobre el cuerno de Drumm y su origen.
Empezaron a ascender una escalera de caracol, ancha y de cuesta poco pronunciada pero con más escalones que días tenía el año. Daven hizo sus últimas elucubraciones sobre qué querría la Reina de las Islas, antes de que esta se lo contara y despejara el misterio. Contaba con los Greyjoy, si no como aliados, sí al menos como partidarios; ambos tenían un enemigo común, los Tyrell de Altojardín a los que cada uno había quitado un pedazo de terreno, y no ganarían nada enfrentándose entre sí. La presencia de Keira le hizo pensar que quizá querrían sellar la amistad proponiéndosela como esposa, pero no le parecía una idea muy halagüeña y esperaba que el encuentro no tratara sobre eso. "Una cosa es estar en el mismo bando que ellos y otra meterme en la cama con una capitana pirata que va a visitar a un rey extranjero vistiendo pantalones. Si nos vieran solo de cintura para abajo, pensarían que yo soy la princesa y ella es el rey".
-Y decidme, ¿venís en visita de cortesía? -preguntó al fin, dando por hecho la negativa.
Daven Lannister
Re: Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
Ella había bajado las escaleras de la Roca una noche aciaga que determinó una cadena de acontecimientos, la reina era una mujer ágil, subió las escaleras sin apenas despeinarse, sin que el mínimo rubor tiñera sus mejillas, sus largas piernas. Kalael trotaba alegre delante de todos, como un gato, aunque ya no tenía ese aspecto dulce de cachorro, se estaba divirtiendo, saltaba varios escalones y les esperaba, volvía a repetir la operación, mientras se asomaba curioso por los acantilados. Desde luego estaba feliz.
- No hace falta que Kalael sea confinado, lo único que corre peligro son los pastelitos de limón, le encantan, y es un animal que tiende a echar de menos a su ama, está a mi lado desde que tenía dos meses, aunque ahora ha desarrollado un cuidoso interés por el Rey de las Isas de Hierro, es un animal muy tranquilo. Pero si aterroriza a vuestro personal lo mandaré de vuelta al barco. Creedme si os digo que un animal muy social, se privo de decir que si alguien miraba mal a alguno de la comitiva se lanzaría como el depredador de ojos bicolor que era.
La reina se despojó de la capa que la cubría, al llegar a la parte alta de la Roca, que le traía tantos recuerdos, que se comenzaban a diluir en un brumoso olvido, un movimiento delicado y felino la hizo despojarse de la capa para descubrir al leoncito porque era una estúpida leyenda, y demostrarle que parte del mito era cierto, no era el tonel que conoció en la boda del desgraciado Tybolt. Dejó posar la capa en el antebrazo izquierdo, y posó su pequeña mano en el del joven león.
- He sido una de esas personas que han contemplado a ese magnífico animal. Según avanzaban le fue susurrando una descripción del cefalópodo, ella le había visto en la distancia, se quedó maravillada ante la fuerza del animal, como se deslizaba en el agua, como alzaba sus tentáculos y partía los barcos con la facilidad que un cuchillo lo hace con mantequilla. La reina le describió con todo lujo de detalles el aspecto de la bestia, lo difícil que fue terminar con ella, cuantos murieron en el empeño, y la gloria que supuso enfrentarse a el.
- Estoy escribiendo un relato de los sucesos acaecidos, con mucho gusto cuando lo termine y lo mande iluminar, será para mi un placer enviaros uno, majestad.
Conociendo a su esposo y su cabezonería pronto habría otro Kraken en los mares, bajo pabellón Greyjoy. Estaba segura que su pirata tendría esa mascotita. Sonrió, el joven león estaba nervioso. El hecho que Keira la acompañara era para salir ambas del tedio de las islas. Pero la cara del Lannister y su pregunta…, le dieron ganas de tomarle el pelo, arrugó la naricilla, se dijo a sí misma, eres una reina, no la traviesa Seastar de Desembarco, mirando de reojo a Keira, ¡no!, no podía hacerle eso a Keira, era una broma demasiado pesada.
Daven, ¿me permitís llamaros así?, a cambio de llamarme Shiera, por supuesto, no pienso insultar vuestra inteligencia, no vengo de vacaciones, sino a afianzar los lazos que tradicionalmente han unido nuestras casas, mantenerlos, hacerlos más fuertes, por supuesto, y también una invitación si lo deseáis, para que conozcáis Pike.
La mujer le hizo un gesto al león que se tumbo en medio de la escalera, aburrido, seguro que pensaba en lo lentos que son los humanos. –Daven, jamás se me ha acusado de no ser clara, tendréis un aliado que protegerá vuestros intereses… que son comunes a los nuestros, le miró divertida no podía evitar bromear, -No pongais mala cara no voy a obligaros a bautizaros por el rito del Ahogado, le guiñó el ojo divertida, - no os preocupéis, los Greyjoy no sellamos pactos de alianza con un bautismo. Si vamos a un lugar más apartado y discreto os comentaré lo que deseáis saber, respirad tranquilo, no os ahogaremos, mi señor, Shiera iluminó su rostro en forma de corazón con una sonrisa, y un dulce mohín, lástima que estuviera tan enamorada del gruñón pirata, no podía coquetear abiertamente.
- No hace falta que Kalael sea confinado, lo único que corre peligro son los pastelitos de limón, le encantan, y es un animal que tiende a echar de menos a su ama, está a mi lado desde que tenía dos meses, aunque ahora ha desarrollado un cuidoso interés por el Rey de las Isas de Hierro, es un animal muy tranquilo. Pero si aterroriza a vuestro personal lo mandaré de vuelta al barco. Creedme si os digo que un animal muy social, se privo de decir que si alguien miraba mal a alguno de la comitiva se lanzaría como el depredador de ojos bicolor que era.
La reina se despojó de la capa que la cubría, al llegar a la parte alta de la Roca, que le traía tantos recuerdos, que se comenzaban a diluir en un brumoso olvido, un movimiento delicado y felino la hizo despojarse de la capa para descubrir al leoncito porque era una estúpida leyenda, y demostrarle que parte del mito era cierto, no era el tonel que conoció en la boda del desgraciado Tybolt. Dejó posar la capa en el antebrazo izquierdo, y posó su pequeña mano en el del joven león.
- He sido una de esas personas que han contemplado a ese magnífico animal. Según avanzaban le fue susurrando una descripción del cefalópodo, ella le había visto en la distancia, se quedó maravillada ante la fuerza del animal, como se deslizaba en el agua, como alzaba sus tentáculos y partía los barcos con la facilidad que un cuchillo lo hace con mantequilla. La reina le describió con todo lujo de detalles el aspecto de la bestia, lo difícil que fue terminar con ella, cuantos murieron en el empeño, y la gloria que supuso enfrentarse a el.
- Estoy escribiendo un relato de los sucesos acaecidos, con mucho gusto cuando lo termine y lo mande iluminar, será para mi un placer enviaros uno, majestad.
Conociendo a su esposo y su cabezonería pronto habría otro Kraken en los mares, bajo pabellón Greyjoy. Estaba segura que su pirata tendría esa mascotita. Sonrió, el joven león estaba nervioso. El hecho que Keira la acompañara era para salir ambas del tedio de las islas. Pero la cara del Lannister y su pregunta…, le dieron ganas de tomarle el pelo, arrugó la naricilla, se dijo a sí misma, eres una reina, no la traviesa Seastar de Desembarco, mirando de reojo a Keira, ¡no!, no podía hacerle eso a Keira, era una broma demasiado pesada.
Daven, ¿me permitís llamaros así?, a cambio de llamarme Shiera, por supuesto, no pienso insultar vuestra inteligencia, no vengo de vacaciones, sino a afianzar los lazos que tradicionalmente han unido nuestras casas, mantenerlos, hacerlos más fuertes, por supuesto, y también una invitación si lo deseáis, para que conozcáis Pike.
La mujer le hizo un gesto al león que se tumbo en medio de la escalera, aburrido, seguro que pensaba en lo lentos que son los humanos. –Daven, jamás se me ha acusado de no ser clara, tendréis un aliado que protegerá vuestros intereses… que son comunes a los nuestros, le miró divertida no podía evitar bromear, -No pongais mala cara no voy a obligaros a bautizaros por el rito del Ahogado, le guiñó el ojo divertida, - no os preocupéis, los Greyjoy no sellamos pactos de alianza con un bautismo. Si vamos a un lugar más apartado y discreto os comentaré lo que deseáis saber, respirad tranquilo, no os ahogaremos, mi señor, Shiera iluminó su rostro en forma de corazón con una sonrisa, y un dulce mohín, lástima que estuviera tan enamorada del gruñón pirata, no podía coquetear abiertamente.
Shiera Greyjoy- Nobleza
Re: Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
Indicó a Rykard con un gesto que se apartara de la bestia. "Si la reina insiste en que su bicho me llene el castillo de pelos y orines, pues su bicho me lo llenará", cedió con filosofía. "Es lo malo de estar en buenos términos con un pueblo de salvajes; que tienes que tolerar sus locuras". Y no es que Shiera Estrella de Mar fuera, precisamente, un ejemplo de pirata asalvajada, pero parecía ser tan amiga de las excentricidades como cualquiera de ellos.
-No os preocupéis, a nadie en Roca Casterly le asustan ya los leones. Mi primo y mi tío tenían una visión muy... poco imaginativa sobre qué mascota ha de tener un Lannister -esbozó media sonrisa. "Y ahora tengo el castillo lleno de leones". Si de él dependiera le habría echado matarratas a las bestias el mismo día de su coronación, pero había entre sus vasallos quienes veían en los leones un símbolo del legado de Damon y Tybolt, y no iba a dañar su posición solo para satisfacer su escaso gusto por los animales.
Escuchó con atención hablar del kraken a Shiera, que se había quitado la capa para revelar un vestido con el que nadie iría a un funeral. "Sí, Shiera debe de resultar imposible de resistir para la gente que está interesada en ese tipo de cosas", observó. Anotó mentalmente los nuevos datos que le dio sobre la bestia marina, y aceptó complacido su sugerencia de enviarle una copia del manuscrito.
-Eso suponía -comentó esbozando una pequeña sonrisa-. No lo dudéis, nada ha cambiado en la relación entre nuestras casas; tenemos poderosos intereses comunes, sobre todo en lo que respecta a mantener a raya a los señores del Dominio, y ningún motivo para enfrentarnos entre nosotros. Consideraré la invitación, aunque gobernar la Roca y Lannisport me mantiene atado aquí y, como quizá hayáis oído, mi salud es algo delicada -reconoció, como si pidiera perdón por ello-; no estoy seguro de que el clima de las Islas fueran a tratarme bien.
Llegaron, al fin, a la sala de audiencias de Daven, desde cuyos amplios ventanales podía verse el océano azotar la colina a un lado y, al otro, todo Lannisport, que desde allí parecía tener un tamaño diminuto. No era el lugar más accesible del castillo, pero el monarca consideraba que quien no se molestara en subir hasta allí para hablar con él no debía de tener, en realidad, nada importante que decirle.
-Por favor, tomen asiento -pidió su ayuda de cámara con una amplia sonrisa y una reverencia a los acompañantes de la reina, acompañándoles hasta unas butacas frente a los ventanales, junto a las que ya había dispuesto un aperitivo opíparo y unas jarras del mejor vino del Sur del Dominio.
Daven acompañó a Shiera mientras tanto a su rincón favorito de la amplia sala, la invitó a sentarse y, solo después de que tomara asiento, lo hizo él al otro lado de la mesa, disimulando que las piernas le estaban matando.
-No sería ideal fortalecer nuestra alianza con un bautismo, no -confirmó Daven, sonriendo. "¿Yo? ¿Ahogarme a propósito? Ni loco"-. Pero quizá un matrimonio sí que sería beneficioso. Puede que nuestras idiosincrasias no hagan un matrimonio directo entre nuestras casas... particularmente desable, por ambas partes -comentó diplomático-, pero tengo más de un vasallo soltero al que, con la ruptura del reino, le es más difícil de lo esperable encontrar una esposa; si en las Islas la situación de las casas menores es similar, podríamos usarlo para confirmar nuestra amistad -sugirió-. O quizá vos tengáis otros planes. Adelante, por favor -la invitó a hablar, tomando un trago de su copa, tan enjoyada como la que Shiera tenía frente a sí pero con agua y limón en lugar de vino.
-No os preocupéis, a nadie en Roca Casterly le asustan ya los leones. Mi primo y mi tío tenían una visión muy... poco imaginativa sobre qué mascota ha de tener un Lannister -esbozó media sonrisa. "Y ahora tengo el castillo lleno de leones". Si de él dependiera le habría echado matarratas a las bestias el mismo día de su coronación, pero había entre sus vasallos quienes veían en los leones un símbolo del legado de Damon y Tybolt, y no iba a dañar su posición solo para satisfacer su escaso gusto por los animales.
Escuchó con atención hablar del kraken a Shiera, que se había quitado la capa para revelar un vestido con el que nadie iría a un funeral. "Sí, Shiera debe de resultar imposible de resistir para la gente que está interesada en ese tipo de cosas", observó. Anotó mentalmente los nuevos datos que le dio sobre la bestia marina, y aceptó complacido su sugerencia de enviarle una copia del manuscrito.
-Eso suponía -comentó esbozando una pequeña sonrisa-. No lo dudéis, nada ha cambiado en la relación entre nuestras casas; tenemos poderosos intereses comunes, sobre todo en lo que respecta a mantener a raya a los señores del Dominio, y ningún motivo para enfrentarnos entre nosotros. Consideraré la invitación, aunque gobernar la Roca y Lannisport me mantiene atado aquí y, como quizá hayáis oído, mi salud es algo delicada -reconoció, como si pidiera perdón por ello-; no estoy seguro de que el clima de las Islas fueran a tratarme bien.
Llegaron, al fin, a la sala de audiencias de Daven, desde cuyos amplios ventanales podía verse el océano azotar la colina a un lado y, al otro, todo Lannisport, que desde allí parecía tener un tamaño diminuto. No era el lugar más accesible del castillo, pero el monarca consideraba que quien no se molestara en subir hasta allí para hablar con él no debía de tener, en realidad, nada importante que decirle.
-Por favor, tomen asiento -pidió su ayuda de cámara con una amplia sonrisa y una reverencia a los acompañantes de la reina, acompañándoles hasta unas butacas frente a los ventanales, junto a las que ya había dispuesto un aperitivo opíparo y unas jarras del mejor vino del Sur del Dominio.
Daven acompañó a Shiera mientras tanto a su rincón favorito de la amplia sala, la invitó a sentarse y, solo después de que tomara asiento, lo hizo él al otro lado de la mesa, disimulando que las piernas le estaban matando.
-No sería ideal fortalecer nuestra alianza con un bautismo, no -confirmó Daven, sonriendo. "¿Yo? ¿Ahogarme a propósito? Ni loco"-. Pero quizá un matrimonio sí que sería beneficioso. Puede que nuestras idiosincrasias no hagan un matrimonio directo entre nuestras casas... particularmente desable, por ambas partes -comentó diplomático-, pero tengo más de un vasallo soltero al que, con la ruptura del reino, le es más difícil de lo esperable encontrar una esposa; si en las Islas la situación de las casas menores es similar, podríamos usarlo para confirmar nuestra amistad -sugirió-. O quizá vos tengáis otros planes. Adelante, por favor -la invitó a hablar, tomando un trago de su copa, tan enjoyada como la que Shiera tenía frente a sí pero con agua y limón en lugar de vino.
Daven Lannister
Re: Los felinos poseen una absoluta honradez emocional, los hombres, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, los felinos nunca lo hacen. [Keira, Milah; Daven]
Subieron las escaleras que llevaban hasta la fortaleza. En verdad, que aquella ascensión no parecía acabarse nunca, pero un poco de ejercicio era lo que Keira necesitaba para estirar las piernas después de la travesía. Shiera en cambio acababa de parir, no creía que fuera lo más adecuado para ella. De todas formas sabía que jamás lo admitiría. Se situó cerca suyo por si necesitase ayuda. El Lannister tampoco parecía muy desahogado en la caminata. -"Curioso hombrecillo" - pensó la pirata. -"Y que éste se llame rey y a mi se me discuta mi valía como heredera de mi casa. El Ahogado tiene sus bromas" - meneó la cabeza en silencio. Keira maldijo la memoria de Drum. Aquel malnacido no merecía ni el honor de ser llamado hijo del hierro. - Drum ha muerto y su traición erradicada. El Rey del Hierro también paga sus deudas, como se dice de vuestra casa. En cuanto al animal he de reconocer que era una bestia formidable. Un rival terrible. No envidiarías tanto encontraros con uno en el mar si hubierais visto su envergadura. pero ni siquiera un kraken pudo vencer a la flota del hierro.
A mitad de la escalera detuvieron la comitiva. No sabía si era porque ambos necesitaban recuperar el aliento. Keira hubiera preferido continuar y llegar lo antes posible a la sala de audiencias donde sin duda le aguardaría una buena jarra de cerveza. Pero es lo que tiene andar con mujeres recién paridas y con ratones de biblioteca. Se recostó sobre la pared paciente. Al parecer Shiera no pensaba perder el tiempo pues allí mismo comenzó a hablarle de los motivos de su viaje. No era el lugar más apropiado ¡y menos sin vino!. Pero qué demonios, cuanto antes, mejor. - Me alegra escuchar que compartimos la misma idea frente al dominio. Poniente está hibernando después de la sacudida de los dragones. Pero sólo es la calma que precede a la tempestad. Todos están moviendo fichas y buscando amigos. Seríamos unos necios si no hiciéramos los propio. Por nuestra cercanía e historia, convendréis conmigo en que somos aliados naturales.
Llegaron a lo alto de la escalera y se adentraron en la sala de audiencias. Keira no había visto tanto lujo y ostentación en su vida. Aquella habitación era el sueño de cualquier pirata. Lástima que estuvieran allí para otros negocios. Keira se hizo con una copa de vino que paladeo satisfecha. Tras servirse otra se reunió con Daven y Shiera acercando una silla a la mesa y tomando asiento entre ambos. Tuvo que contener un bufido cuando Shiera habló del rito del ahogado. ¿Estaba loca? Ese Lannister no tenía pinta de poder resistirlo. Además era una tradición honorable para su pueblo, no un chascarrillo. - Ofrecer la vida al ahogado y ponerse en sus manos es un acto de fe que se realiza libre y voluntariamente. Nadie es obligado y menos aún si no comparte nuestra creencias. nada os sucedería si visitarais las Islas. Os trataríamos con todas las atenciones. - La propuesta del matrimonio la dejó algo descolocada. No veía la necesidad. Ninguna alianza iba a ser más fuerte porque "Lord Fulano" se casara con "Lady Mengana". Y menos aún si eran vasallos menores. además todo hombre del hierro que se precie toma una esposa del Hierro. salvo su padre, claro. Aunque Shiera Seastar bien merecía ser la excepción que confirmase la regla.
- No es necesario buscar matrimonios para sellar esta alianza. Vos nos daréis vuestra palabra y nosotros os daremos la nuestra. Ambos la mantendremos pese a viento y marea y eso hará este pacto más firme que el hierro. Como sabéis tenemos enemigos comunes que se están rearmando. Enemigos que buscan amigos para hacerse más fuertes. Solos tenemos menos posibilidades de hacerles frente que si nos enfrentamos a ellos unidos. Esto nos beneficia a ambos. no pedimos nada que no estemos dispuestos a dar en absoluta reciprocidad. Por eso, estoy segura, llegaremos a entendernos.
A mitad de la escalera detuvieron la comitiva. No sabía si era porque ambos necesitaban recuperar el aliento. Keira hubiera preferido continuar y llegar lo antes posible a la sala de audiencias donde sin duda le aguardaría una buena jarra de cerveza. Pero es lo que tiene andar con mujeres recién paridas y con ratones de biblioteca. Se recostó sobre la pared paciente. Al parecer Shiera no pensaba perder el tiempo pues allí mismo comenzó a hablarle de los motivos de su viaje. No era el lugar más apropiado ¡y menos sin vino!. Pero qué demonios, cuanto antes, mejor. - Me alegra escuchar que compartimos la misma idea frente al dominio. Poniente está hibernando después de la sacudida de los dragones. Pero sólo es la calma que precede a la tempestad. Todos están moviendo fichas y buscando amigos. Seríamos unos necios si no hiciéramos los propio. Por nuestra cercanía e historia, convendréis conmigo en que somos aliados naturales.
Llegaron a lo alto de la escalera y se adentraron en la sala de audiencias. Keira no había visto tanto lujo y ostentación en su vida. Aquella habitación era el sueño de cualquier pirata. Lástima que estuvieran allí para otros negocios. Keira se hizo con una copa de vino que paladeo satisfecha. Tras servirse otra se reunió con Daven y Shiera acercando una silla a la mesa y tomando asiento entre ambos. Tuvo que contener un bufido cuando Shiera habló del rito del ahogado. ¿Estaba loca? Ese Lannister no tenía pinta de poder resistirlo. Además era una tradición honorable para su pueblo, no un chascarrillo. - Ofrecer la vida al ahogado y ponerse en sus manos es un acto de fe que se realiza libre y voluntariamente. Nadie es obligado y menos aún si no comparte nuestra creencias. nada os sucedería si visitarais las Islas. Os trataríamos con todas las atenciones. - La propuesta del matrimonio la dejó algo descolocada. No veía la necesidad. Ninguna alianza iba a ser más fuerte porque "Lord Fulano" se casara con "Lady Mengana". Y menos aún si eran vasallos menores. además todo hombre del hierro que se precie toma una esposa del Hierro. salvo su padre, claro. Aunque Shiera Seastar bien merecía ser la excepción que confirmase la regla.
- No es necesario buscar matrimonios para sellar esta alianza. Vos nos daréis vuestra palabra y nosotros os daremos la nuestra. Ambos la mantendremos pese a viento y marea y eso hará este pacto más firme que el hierro. Como sabéis tenemos enemigos comunes que se están rearmando. Enemigos que buscan amigos para hacerse más fuertes. Solos tenemos menos posibilidades de hacerles frente que si nos enfrentamos a ellos unidos. Esto nos beneficia a ambos. no pedimos nada que no estemos dispuestos a dar en absoluta reciprocidad. Por eso, estoy segura, llegaremos a entendernos.
Keira Greyjoy- Nobleza
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