Daven Lannister

Daven Lannister

Que los necios libren sus guerras. Venza quien venza, yo ganaré.

Datos

Básicos

Nombre completo: Daven Lannister.
Apodos:
Edad: 22 días del nombre.
Lugar de Nacimiento: Lannisport.
Clase Social: Noble, cabeza de la rama cadete de la Casa Lannister, vasallo del Lannister de Roca Casterly.
Ocupación: Señor de Lannisport.
Orientación Sexual: Heterosexual con una fuerte tendencia asexual.
Armas: Suele llevar un puñal escondido entre sus ropas y, cuando el protocolo lo exige, una espada más elegante que efectiva al cinto.

Descripción

Psicológica

Descripción Psicológica: Daven es un buen muchacho. Quizá sea un poco débil de carácter, y quizá tenga algo de dificultad para defender lo que es suyo de gente más audaz y ambiciosa que él. Pero después de todo, es un chico joven y ha pasado toda la vida pegado a las faldas de su madre. Seguro que la edad y la experiencia le harán madurar. Y no todo es malo; tiene talento para la diplomacia, precisamente porque su carácter pacífico y bienintencionado consigue apaciguar incluso al norteño más airado, y es culto y de ideas rápidas.

Por supuesto, esa es solo una de las versiones de Daven. Quienes creen que le conocen bien, y de esos hay pocos, ven en él algo más: ambición. A Daven le gusta el poder y le gusta tener buenos aliados; su posición como Señor de Lannisport es mucho más fuerte de lo que parece a primera vista. Nadie podría darle un empujón y sentarse en su trono sin que todos los estamentos de la ciudad, cuyos miembros están en deuda con Daven por un favor, un secreto o un proyecto conjunto, se alzaran contra él. Y está empezando a extender su red más allá de Lannisport. Pero no hay de qué preocuparse: después de todo es un hombre razonable y fácil de tratar, siempre abierto a hacer negocios y a resolver problemas, y todos se benefician de llevarse bien con el señor del segundo mayor puesto comercial del Mar del Ocaso. Y también es listo, puede que incluso muy listo. El joven Daven es una figura en ascenso; ¿quién no querría contarse entre sus aliados?

Y esa es la última caracterización de Daven que es, hasta cierto punto, de dominio público. Tras ella hay un muro de hierro que nadie que siga con vida ha atravesado jamás, y que de hecho ni siquiera saben que existe. Solo su padre llegó a atisbarlo. Y lo que hay detrás de ese muro a veces le da miedo incluso a él mismo. Porque Daven es despiadado, no tiene escrúpulos y no alberga ningún sentimiento de ningún tipo hacia nadie, excepto hacia su madre, a la que considera la única persona buena en este mundo y a la que siempre ha adorado. Antes al menos odiaba, odiaba a mucha gente. Pero eso ya pasó. El odio no es productivo; nubla la mente y lleva a planes insensatos. Un lobo no odia a un cervatillo. Simplemente lo devora, porque esa es su naturaleza. Por eso es tan efectivo.

Pero Daven es humano. No es un monstruo. Puede que le falte poco para serlo, pero no lo es. Cada uno de sus actos tiene una justificación clara y lógica, y Daven siempre se ve a sí mismo como la víctima que se defiende, o, al menos, como un juez riguroso que hace lo que es justo. El día en que haga algo que él mismo no pueda justificar de ninguna forma, quizá Daven se pare, mire a su alrededor y se dé cuenta de que él no es ni un juez ni una víctima, sino más bien un verdugo. Y entonces cambie. O quizá decida dar el último paso y convertirse en un ser puramente amoral, que ni justifica sus acciones ante sí mismo ni siente la necesidad de ello. Quién sabe.

Habilidades de Combate: Podría clavarle el puñal a alguien si su vida dependiera de ello. Y no tiene mala puntería con la ballesta, de
hecho, aunque no es que se haya entrenado a fondo ni que suela ir por ahí con una.

Virtudes: Inteligente, paciente, buen mentiroso y ambicioso.

Defectos: Endeble, carece de auténtica empatía, le resulta incómodo tratar con mujeres, es maniático... y ambicioso.

Gustos: El poder, relajarse en la bañera con agua perfumada muy caliente, leer, y que no le molesten.

Disgustos: La suciedad, el alcohol, el acto de comer, seguir acostado cuando ya ha amanecido, la violencia, los animales (excepto los gatos), el agua salada, las canciones, los religiosos, la forma en que ríe la plebe, la gente que habla muy alto, el sexo y el color verde.

Manías,Fobias u Enfermedades: Siempre ha tenido una salud delicada, lo que le ha llevado a un cierto grado de hipocondría. Tiene múltiples rituales privados sobre la comida, la bebida, el baño, etc, y se pone furioso cuando el servicio no los respeta.

Datos Biográficos

Familiares:
-Lorean Lannister (Swyft): Madre
-Eroer Lannister †: Padre

Historia: Hijo único de Lord Eroer Lannister, Daven fue un niño enfermizo. Mientras los demás muchachos jugaban, corrían y reían, él pasaba largas temporadas en la cama, primero escuchando historias y, cuando aprendió a leer, devorando un libro tras otro. Su madre, de natural bondadoso, se volcó en él, malcriando con todos los caprichos que se le ocurrían al triste y solitario niño, al que cada nueva enfermedad parecía que se lo iba a llevar. Para su padre, por contra, Daven fue una enorme decepción. Nunca se lo dijo, pero él se lo vio en los ojos desde que tuvo uso de consciencia; le habría gustado tener un hijo fuerte e intrépido, como él, un pequeño escudero deseoso de batirse con las armas, no ese chico canijo y débil que pasaba el día temblando bajo las sábanas. Pero, por mucho que lo intentó, no consiguió engendrar más vástagos.

Conforme se fue acercando a la adolescencia su salud se fue fortaleciendo, al menos hasta el punto de poder llevar una vida normal, pero le quedaron marcas. Y las físicas (es delgado y frágil, y no llega a la estatura media) no fueron, ni de lejos, tan importantes como las psíquicas. Al sumar las enfermedades que le mantenían confinado, sin apenas relación con nadie fuera de su familia más cercana, con el extraño estatus de los Lannister de Lannisport (más que una casa menor y menos que una casa mayor), Daven nunca llegó a sentir que perteneciera a ningún grupo de personas ni estamento social. Los demás nobles menores que llegaban a Lannisport le resultaban rústicos, ruidosos e ignorantes; sus parientes de la ciudad, esa horda de Lannys, Lannetts y Lantells con el pelo rubio y los bolsillos vacíos, eran mezquinos y obsequiosos, y parecían formar una estrecha red social a la que nadie le había invitado; los Lannister de Roca Casterly, fortaleza cuya sombra se cernía sobre Lannisport en más de un sentido y que visitó en ocasiones de niño (fue lo más lejos que sus padres se atrevieron a llevarle), eran vanidosos y condescendientes con sus inferiores, entre los que se contaba Daven. En resumen, Daven creció alienado. Le gustaba considerar que no necesitaba a los demás para nada, que no era uno de ellos porque no quería; pero lo cierto es que estaba lleno de rabia y resentimiento contra el mundo, igual que sentía que todos ellos le odiaban a él. Pero en lugar de dejarse llevar por el fuego que le consumía por dentro, lo usó para acabar con todas las partes de sí mismo que le convertían en una persona decente y, a la vez, le mantenían preso. Porque Daven era muy listo y lo sabía, y le iba a demostrar al mundo que él era mejor, mucho mejor, que todos los que le habían mirado con desprecio o, peor aún, con pena, durante todos estos años.

Su madre, cegada de amor, nunca ha llegado a percibir la parte oscura de la personalidad de su hijo. Su padre puede que sí se diera cuenta, porque Daven empezó a notar que a menudo lo miraba fijamente con preocupación, como si estuviera intentando averiguar qué le pasaba por la cabeza, qué tipo de persona era su hijo. Lord Eroer hizo que sus hombres de confianza le siguieran por la ciudad en varias ocasiones para intentar averiguar a qué tipo de gente veía Daven y para qué, y aunque no fue mucho, no le gustó de lo que se enteró; parecía que su hijo tenía debilidad por los rufianes y la canalla de Lannisport. Tras un par de tensas discusiones, en las que Daven se cerró en banda, la relación entre padre e hijo, que nunca había sido buena, se acabó volviendo inexistente. Y, al poco de celebrar Daven su vigésimo día del nombre, unas fiebres del este que estuvieron a punto de acabar con él le dieron a su padre la excusa que necesitaba. Decidió enviarlo al Valle de Arryn durante una temporada, a la fortaleza de un viejo compañero de armas suyo, para que el aire limpio de las montañas y la vida sencilla en el campo le fortalecieran, y para que hiciera buenos amigos para el futuro. Por supuesto que el motivo real era alejarlo de Lannisport, del ambiente corrupto e inmoral que se respiraba en sus calles y de la red de contactos que el joven se había ido haciendo, antes de que el problema se le fuera de las manos y no pudiera hacer nada por cambiarlo. Pero lo cierto es que ya era demasiado tarde.

Pensó que Daven se pondría hecho una furia y que intentaría poner a su madre de su parte, pero cuando le informó del viaje que haría se limitó a responderle con un gélido "sí, padre", tras unos segundos de silencio. Eroer se sintió aliviado; sabía que con esto había perdido definitivamente a su hijo, pero parecía que al menos aún respetaba su autoridad y quizá el ambiente noble y tradicional del Valle lo enderezara. Pero el viaje no llegó a producirse. Pocos días después Eroer cayó enfermo, al parecer con unas fiebres similares a las que había sufrido su hijo, y tras dos semanas de agonía expiró. Daven debía quedarse en Lannisport para gobernar la ciudad; su madre no podría hacerlo sola. Su primer acto como lord fue apresar a un comerciante de especias que se sospechaba que vendía extraños venenos de más allá del mar. Murió al día siguiente en las mazmorras. No pudo hablar con nadie de ello, pero, aunque nunca había visto en persona al joven lord, entendió perfectamente por qué Daven quería acallarlo para siempre.

Daven ha aprendido mucho desde que gobierna la ciudad; para empezar, ahora sabe cómo tratar con otros nobles, y de hecho se le da muy bien, porque aunque no comprenda con el corazón cómo funcionan las relaciones sociales es perfectamente capaz de aprovecharlas y de darle a cada uno lo que quiera (para, en última instancia, salir él beneficiado). Pero Lannisport es solo el principio. La historia de Daven aún ni ha empezado.

Otros: Su fragilidad física le da a Daven un aire etéreo que, sumado a su pelo rubio y sus finas facciones, resulta muy del agrado de más de una jovencita de noble cuna. Pero no parece que él esté interesado en ellas. No entiende a las mujeres ni su mundo, y por ello no se ve capacitado para aprovecharse de ellas tal y como lo hace con los hombres. Por eso prefiere evitar relacionarse con mujeres en la medida de lo posible, al menos hasta el día en que descubra qué demonios las mueve y por qué hacen lo que hacen. Y en cuanto al sexo, su única experiencia en un burdel de lujo de Lannisport, cuando su padre consideró que ya tenía edad para "hacerse un hombre", fue sumamente desagradable, y desde ese día ha decidido que no está interesado en ese aspecto de la vida. Sabe que en algún momento se casará, cuando le sea imprescindible para conseguir algo, y que quizá incluso tenga que engendrar hijos, pero no lo espera con ganas. Cuando sea necesario cumplirá con su obligación; eso es todo.

Quizá el único ser vivo al que Daven aprecie de verdad, aparte de a su madre, sea a Lann el Listo, un gato romano que ha convivido con él desde que era un cachorro. A Daven no le gustan los animales, tan sucios y molestos, y menos aún los que se humillan haciéndole gracietas a sus dueños para conseguir un mendrugo de pan, como los perros. Pero, pese a su reticencia inicial, tardó poco en aprender a respetar a Lann. El animal, obsesivamente limpio, no necesita a Daven para nada y de hecho suele pasar la noche deambulando por Lannisport, aunque por las mañanas siempre vuelve a casa. No le pide nada, no le juzga, no le está agradecido por alimentarle ni darle cobijo, y de hecho si Daven se muriera a Lann probablemente le importaría un comino y se limitaría a buscar otro hogar. Es independiente, silencioso, celoso de su intimidad y solo le usa para conseguir lo que quiere, y a cambio permite a Daven acariciarlo o contarle cosas de las que no hablaría con nadie más, en legítimo quid pro quo. Y eso a Daven le parece admirable. A un animal así sí que lo puede respetar. Lann no es su gato, solo es de sí mismo; pero, en cierta forma, son buenos amigos.