Reencuentros. [Leviatan Volmark] (Territorio Volmark)

El tiempo arribaba a tormenta, la tripulación estaba sedienta y hambrientos, hacia ya 15 días la tripulación había salido de Puerto Blanco en busca de algún barco mercante digno de capturar, algo que nos diera mercancía buena y rápida. Toda la situación le estaba poniendo los pelos de punta, lo malo no fue encontrar la falta de objetivos, todo empezó cuando al séptimo dia de zarpar a Maler Nieve, capitán del Madre Oscura, le dio un ataque de locura, provocado por la falta de ingresos de los últimos meses en la compañía mercante que usaba de tapadera, y ordeno acercarse más a las islas de hierro, pero ya hacia tres días que él y la tripulación comían pescado y no le hacía gracia las miradas de sus camaradas le dedicaban últimamente. Cabezadura era una persona echa al mar, y echa a la tripulación, sabe lo fácil que cambian las lealtades en el gran azul cuando no hay comida o el botín es amplio, así que llevaba varios días atrancando la puerta de su camarote y con el cuchillo bajo la almohada. Habia pensado en dar la vuelta, pero aun así seria muy tarde para evitar un motín, lo único que le quedaba era esperar a que apareciera un barco mercante con buena mercancía y lleno de mujeres, o si no en menos de dos días sus restos colgarían del trinquete. Lo peor es que sus dolores de cabeza eran cada vez mas horribles desde hacia horas, tanto que se había tenido que encerrar en su camarote y tapar las ventanas.

-Una Isla a la vista capitán – grito algún marinero fuera de su camarote.- Parece Harlaw.

"¿Harlaw?"Pensó el capitán un segundo, algo se le estaba pasando por alto, quizás por las repetidas migrañas que no le dejaban pensar, de las islas del hierro que no habia pensado antes-¡VOLMARK!

Se levanto a toda prisa de la banqueta donde estaba sentado meditando, le dio una patada al baul que taponaba la puerta para apartarlo a un lado. Al salir todos sus hombres le miraron, el capitán sonreía de verdad, nunca le habían visto tan alegre como hasta este momento.

-¡Putas perras!-grito Cabezadura en un tono que le recordaba a su viejo capitán-Estamos de suerte- Sonrió ante la cara de sorprendidos de sus hombres-¡Hemos llegado a la segunda casa del mejor y mas honrado mercader de Puerto Blanco!-Los hombres seguían sorprendidos, casi no habian visto a su capitan en los ultimos dias, habia duda en sus ojos pero el capitan sabia que no podia dejarles dudar mas de el, asi que dio una colleja al que considero el mas dudoso(hasta casi tirarle al suelo), agarro el timon y siguio gritando ordenes-¿Estáis esperando a que os cercene la polla alguno de vuestros mil veces malditos dioses?¿O quereis que os destroce la virilidada yo?


Un puñado de hombres bajaban del barco cuando ya la noche empezaba a acechar, a la cabeza iba un personaje corpulento de casi 7 pies de altura y una espalda de otros 3, de ella colgaba una maza larga de acero afín a su tamaño, de el solo se veía que usaba buenas botas de cuero llevaba una larga capa de color negro puesta sobre el resto de la ropa, ocultando su cara bajo la capucha de la misma, la verdad es que era un hombre muy teatral, le interesaba llamar la atención. Un viejo hombre del hierro se le acerco hacha en mano, el viejo representaba el arquetipo de persona que alcanzaba mas de la cuarentena en los territorios de las islas, le faltaba un ojo y una mano a la que sustituía un garfio oxidado, la ropa estaba raída por la sal y la cara llena de arrugas, la barba frondosa y gris hacia que en la cara solo hubiera pelo nariz y un ojo.

-Esto es territorio de los Volmark, si no son hombres del hierro y no tienen un motivo para estar aquí pueden volver por donde han venido.-La voz del viejo no temblo en ningún momento.

El enorme capitán de la Madre Oscura se quito la capucha y puso su repetitiva sonrisa, la falsa, la que siempre ponía. El viejo escruto la cara del que creía un desconocido del norte esperando encontrar algo que le indicara que hacer con ese hombre.

-Perdone señor, ¿pero puede avisar a su señor que he llegado y llevarme hasta él?-la cara le cambio a una expresión más seria y dura, cogió la empuñadura de la gran maza con una mano mientras paraba con la otra a sus hombres que estaban desenvainando espadas y cargando sus ballestas-Di que su pequeño Cabezadura ha llegado para ver a su “papi” de nuevo. Puedes decírselo tu, o me presentare yo ante el Leviatan. Lo que está muerto no puede morir.

Fuera de Rol: No he descrito nada de el territorio Volmark, y bueno ya sabes que esto es mera visita de cortesia, para restablecer lazos.

Las condiciones de la rendición fueron peores de lo que esperaba, ya que no llegó a pensar en estas hasta el momento de verse obligado a aceptarlas. Evitaba pensar en ello, pero sus familiares y otros miembros de la casa Volmark se ocupaban de no permitir que Lord Franmark se evadiera de aquella carga en su conciencia recordándole constantemente que era injusto en boca de unos, y que debían considerarse afortunados en boca de otros. Al caer el anochecer subió como lo hacía todos los dias a la torre del homenaje, desde las almenas de piedra labrada y cubierta de humedades observaba el sol ponerse en el mar del ocaso y charlaba con los vigías o se fijaba en los barcos que entraban o salían a puerto. Aquella ocasión no dirigió ninguna palabra al vigía, hombre de complexión delgada y fibrosa que llevaba en su frente un vendaje tapando la herida obtenida en batalla, había estado presente cuando le hirieron y en otro momento le habría preguntado por su estado, pero aquél día le era indiferente el cómo se encontraba nadie de toda la Isla, pero si se fijó en un barco que se acercaba al puerto de Stoneclaw, no era un barcoluengo, algo que llamó su atención, porque desde la guerra con Poniente apenas había comercio, siendo este más escaso que antes de que comenzara la guerra.

Al cabo de un tiempo, en el que ya se disponía a cenar en silencio junto a la familia y notables del castillo, un joven entró corriendo con intención de anunciar algo. La mirada que Franmark le lanzó por interrumpir su comida bastó para detener al joven en medio del salón. Franmark dejó sus cubiertos sobre la mesa de cualquier forma y se apoyó en el respaldo de su trono de madera desde el que presidía la mesa, tragó el bocado que estaba mascando e hizo un gesto al chico para que se acercase, el cual obedeció en alerta.

-¿Que tienes que decirme? ¿No serán más cuervos o mensajes de esos indeseables de Diez Torres?

Preguntó con un humor hostil hacia el joven, pero sin llegar a alterarse, el joven respiró más aliviado y se dispuso a hablar.

-No señor, ha venido un hombre con tripulación pidiendo verle, El pequeño Cabezadura dice ser, pero no tiene nada de pequeño

Aquello hubiera bastado para que sus ánimos mejoraran, mandase traer barriles de la bodega y festejar hasta caer de espaldas, pero tras la derrota pocos ánimos de festejo quedaban en su casa. En parte se alegraba por el retorno a Harlaw de Maler, pero lo hacía a su manera, silenciosamente, nada le impulsaba a golpear la mesa e invitarles a dentro a disfrutar del hidromiel de su destilería, aun así se mostraría cortés y les invitaría a pasar dentro a refugiarse de la noche. Dirigió su mirada hacia los guardias de la puerta, sin alzarse del trono, lanzándoles una orden con frialdad.

-Que entren, quiero ver al Cabezadura, decid en cocinas que suban comida y agua en abundancia, y bancos, serán nuestros invitados

Habían pasado muchos años desde que Cabezadura había estado por última vez en la fortificación de los Volmark, pero aun así físicamente estaba exacto, los pasillos eran igual de modestos, el Leviatan no era una persona muy dada a los cuadros y a la ostentación. Aun así notaba algo raro en el ambiente, la gente estaba en silencio, se notaba el mal humor en el ambiente, lo cual le recordaba a la sensación de su barco hace unas horas.

-Seguro que gracias al capitán ahora recibiremos un festin digno de un noble.- escucho decir a uno de sus subordinados.
- Unas cuantas mujeres seguro que podemos saborear, ya sabes la fama del leviatán.-comento otro.

El chico que estaba guiándoles miro furibundo a los dos “mercaderes”, lo que llamo la atencion de su capitan, al que el ambiente
-Mozo, ¿Qué a pasado en el castillo?-Dijo el capitán tocándole el hombro al muchacho del hierro.

-Lord Franmark contestara esas preguntas -Respondió el muchacho mientras abria las puertas del salón de comidas.- si le apetece.

La mirada de Maler se inco en su viejo capitán, una mezcla entre orgullo, respeto y miedo a la decepción del mismo se juntaron en su estomago en un segundo, acostumbrado a la impasibilidad y a no mostrar sus sentimientos el pasmo le duro unos segundos. los hombres que le seguían, unos 10, se quedaron a su espalda sin poder decir nada, y sin verle la cara a su capitán.

-Buenas noches Lord “Leviatan” – dijo cuando recupero la entereza, y su cara recobro el semblante duro y socarrón que el antiguo hombre de volmark siempre mostraba- pensé que el señor de Volmark nunca permitiría que en su casa faltara alcohol para un viejo aliado.
Según dijo esto chasqueo los dedos y dos de sus hombres llevaron un enorme barril de madera hasta allí.

-Es del Rejo, espero que te guste.

Franmark fingió sorpresa, aunque le agradó el regalo. Se puso en pie apoyándose en la mesa para lograrlo, no había bebido aquella noche pero pensaba hacerlo a continuación. Hizo un gesto a su antiguo compañero de armas para que se acercase, invitándole a tomar un asiento que le ofrecía en la mesa. Un lugar que no era de honor en cuanto a las costumbres de hospitalidad y decoro, pero que le daría igual a Maler conociéndole, un sitio era un sitio.

-Así que has pagado el precio del hierro por ese barril...es bienvenido, ¡Traed el Hidromiel!

Bramó y su orden fue obedecida en el momento, varios criados ayudados por comensales trajeron un par de barriles de gran tamaño que contenían el dorado líquido que pronto comenzó a llenarse en jarras y servido por toda la sala. Franmark se sirvió su propio pichel de esta y dio un amplio trago, saboreando la bebida fresca de la bodega, llenó una jarra a Maler a su vez.

-Te has perdido una gran batalla, aún aparecen cadáveres picoteados por las aves en los acantilados...me encerraron más de medio año en una celda en diez torres, y ese Harlaw se pasea por aquí cuando le da la gana...ganas me dan de que se reuna con sus hombres y ese kraken del maldito Drumm, pero pronto volverá a haber guerra.