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Objetos perdidos [Gerald]
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Re: Objetos perdidos [Gerald]
Puede ser... todo podía ser. A ésa altura ya estaba cansado de preguntarme que era lo que podía y que no. Hice una mueca a su reflexión sobre las partes que ella apreciaba de mi persona... de haber estado en un momento medianamente más claro y mucho menos tormentoso, habría respondido con sarcasmo... pero estaba llegando a la conclusión que, en realidad, mis actos estaban siendo inútiles. Quizás, si, quizás no. La incertidumbre es un estado que no podía soportar. Me paré, luego de desencajar la mandíbula en un gesto de exasperación muy leve y fui hasta la caja y guardé la aguja. "Tienes razón, no tiene sentido... se vé que no entendiste a qué me refería..." no podía ser que no hubiera captado el sentido. Ya sabía que ella contaba con el fuego, como no verlo? Lo mío sería una mera representación.
Deposité la aguja dentro de la caja y la cerré. Me dí vuelta con una media sonrisa y miré sus ojos. "Parece que debo buscar más respuestas, o tu debes encontrar menos preguntas para hacer y simplemente vivir el momento..." añadí, caminando hacia el estante y dejando la caja en su lugar. Que sentido tenía? Era todo una locura! Una estupidez siquiera proponerlo. No debería estar allí, contestando mil preguntas a una simple petición que terminaba siendo inocente al lado de lo que los hombres de hierro terminaban haciendo. Zía podía hacer todas las preguntas que quisiera, al fin y al cabo era su naturaleza, pero no iba a seguir analizándo mi cabeza por una simple propuesta. No... hacía unos minutos que había decidido dejar de pensar en si lo que hacía iba en contra de mi forma de ser o no.
"Creo que ya hice una lista de las cosas que me importan y de las que no... creo que lo que haya en mi cuerpo y o lo que represente para mis hermanos y hermanas no estaba entre ellas... Si no me crees, bueno, no te voy a obligar a hacerlo..." reflexioné, volviendo a mirarla a la cara, serio e impertérrito. Estaban claros los puntos... yo no estaba en mis cabales. "Pensé que algo se aclararía, y lo hizo. Claramente estoy demente por intentar comprender una parte de mi que es invasora... y todo por la conversación alrededor de un tatuaje..." exclamé rascándome la cabeza, pensando que la sola idea era divertida. La observé con la cabeza inclinada. "Lo siento, volanteena. Es mala idea. Supongo que querrás volver al templo de tu dios ahora... debo pensar. Solo, pero debo pensar..." y no había mejor cosa para hacerme pensar que lo que mejor sabía hacer: cortar cabezas.
Deposité la aguja dentro de la caja y la cerré. Me dí vuelta con una media sonrisa y miré sus ojos. "Parece que debo buscar más respuestas, o tu debes encontrar menos preguntas para hacer y simplemente vivir el momento..." añadí, caminando hacia el estante y dejando la caja en su lugar. Que sentido tenía? Era todo una locura! Una estupidez siquiera proponerlo. No debería estar allí, contestando mil preguntas a una simple petición que terminaba siendo inocente al lado de lo que los hombres de hierro terminaban haciendo. Zía podía hacer todas las preguntas que quisiera, al fin y al cabo era su naturaleza, pero no iba a seguir analizándo mi cabeza por una simple propuesta. No... hacía unos minutos que había decidido dejar de pensar en si lo que hacía iba en contra de mi forma de ser o no.
"Creo que ya hice una lista de las cosas que me importan y de las que no... creo que lo que haya en mi cuerpo y o lo que represente para mis hermanos y hermanas no estaba entre ellas... Si no me crees, bueno, no te voy a obligar a hacerlo..." reflexioné, volviendo a mirarla a la cara, serio e impertérrito. Estaban claros los puntos... yo no estaba en mis cabales. "Pensé que algo se aclararía, y lo hizo. Claramente estoy demente por intentar comprender una parte de mi que es invasora... y todo por la conversación alrededor de un tatuaje..." exclamé rascándome la cabeza, pensando que la sola idea era divertida. La observé con la cabeza inclinada. "Lo siento, volanteena. Es mala idea. Supongo que querrás volver al templo de tu dios ahora... debo pensar. Solo, pero debo pensar..." y no había mejor cosa para hacerme pensar que lo que mejor sabía hacer: cortar cabezas.
Gerald Wynch
Re: Objetos perdidos [Gerald]
Sonrió, no por que estuviese alegre sino por que si no lo hacía habría terminado resoplando y quemando alguna cosa como solía hacer cuando en su camino se atravesaban cosas que no podía controlar. El cansancio estaba causando estragos en su interlocutor que se mostraba tan vacío que la volanteena no podía creer que realmente le estuviese diciendo aquello, ¿Qué rayos había pasado? Aquella era solo la esencia, pero lo notaba ausente. –Se ve que estas demasiado cansado como para darte cuenta de que te revelé una parte importante de mi vida… -sencilla, seca y sin intención alguna de molestarle, lo que parecía ya imposible. – Alguien como yo, Gerald, vive el momento toda su vida y son solo en decisiones así en las que me detengo a pensar… así que disculpa si me pienso las cosas, no soy una damisela estúpida que no sabe lo que es que una aguja perfore tu piel o que en diez años ya nada tenga sentido, como te ha sucedido a ti... yo he tenido millones de esos momentos y he querido arrancarme la piel para no recordar Volantis, para no recordar nada más que la mañana de ese día. -murmuró con una sonrisa a medias, una que parecía decepcionada.
Mientras los pasos de aquel hombre resonaban en la habitación, Zia se mordió los labios. -¿Sabes? No esperaba esa reacción… Quería que me dijeras que para ti también significaría algo, por que para mi seguro que tiene un significado.- soltó con una risa irónica que se enredo en el cuero con el que jugaba, ennegrecido luego del paso del fuego. –No pensé que solamente dejarias el tema como si cada cosa que dijera estuviese dispuesta para ser analizada o como si fuese mi trabajo molestarte, creeme que tengo mejores cosas que hacer que intentarlo.- sin problema alguno se levantó del baúl en donde había estado, paseando por el lugar como si estuviese en una jaula, había algo que no se sentía bien y que utilizara con ella esa faceta le estaba cansando de verdad. Sin siquiera parpadear por el tema, la volanteena lo dejó pasar, no quería seguir hablando de lo que le pasaba por que para ella era claro que se había puesto a la defensiva por algo que ni siquiera le incumbía a ella. “Seguro que a los hombres también les dan días como los de la sangre de la luna” pensó con una sonrisilla mientras se recargaba en una de las paredes.
Se cruzó de brazos cuando le dijo lo último y sin planearlo rodó los ojos. ¿Qué creía que era aquello?. –Si, lo único que quiero es irme…- comenzó a decir.- … pero con la imagen que tienes ahora, dudo que tu tripulación sobreviva a la noche, así que vas a tener que soportarme hasta que tu pataleta de incomprendido se acabe y pueda irme tranquila sabiendo que estarás bien.- finalizó mientras se acercaba, quitándole la botella que había tenido en las manos hacía unos momentos. -¿Qué se supone que es lo que tiene la botella? No me suena a que sea dorado del Rejo...- le preguntó, desviando el tema por un instante, dejándola sobre el escritorio poco antes de regresar, plantándose frente a él mientras lo encaraba. –Puedo preguntar por qué me propusiste a mi esto y no a alguien más…- murmuró con una delicadeza que casi parecía ajena. –Esa aguja es nueva, he visto antes el trabajo con ellas y esa está nueva… - ¿Era importante para él? ¿Hasta ese punto? Quizá era solo que la volanteena no quería creerlo pero aún no sabía qué significaría para el hombre del Hierro. –Tienes tus momentos, ¿Sabes? A veces puedo leerte como a muchas otras personas pero no ahora… - así era como él respondía a lo que no le gustaba y ella comenzaba a aprenderlo, con un sabor agridulce.
Mientras los pasos de aquel hombre resonaban en la habitación, Zia se mordió los labios. -¿Sabes? No esperaba esa reacción… Quería que me dijeras que para ti también significaría algo, por que para mi seguro que tiene un significado.- soltó con una risa irónica que se enredo en el cuero con el que jugaba, ennegrecido luego del paso del fuego. –No pensé que solamente dejarias el tema como si cada cosa que dijera estuviese dispuesta para ser analizada o como si fuese mi trabajo molestarte, creeme que tengo mejores cosas que hacer que intentarlo.- sin problema alguno se levantó del baúl en donde había estado, paseando por el lugar como si estuviese en una jaula, había algo que no se sentía bien y que utilizara con ella esa faceta le estaba cansando de verdad. Sin siquiera parpadear por el tema, la volanteena lo dejó pasar, no quería seguir hablando de lo que le pasaba por que para ella era claro que se había puesto a la defensiva por algo que ni siquiera le incumbía a ella. “Seguro que a los hombres también les dan días como los de la sangre de la luna” pensó con una sonrisilla mientras se recargaba en una de las paredes.
Se cruzó de brazos cuando le dijo lo último y sin planearlo rodó los ojos. ¿Qué creía que era aquello?. –Si, lo único que quiero es irme…- comenzó a decir.- … pero con la imagen que tienes ahora, dudo que tu tripulación sobreviva a la noche, así que vas a tener que soportarme hasta que tu pataleta de incomprendido se acabe y pueda irme tranquila sabiendo que estarás bien.- finalizó mientras se acercaba, quitándole la botella que había tenido en las manos hacía unos momentos. -¿Qué se supone que es lo que tiene la botella? No me suena a que sea dorado del Rejo...- le preguntó, desviando el tema por un instante, dejándola sobre el escritorio poco antes de regresar, plantándose frente a él mientras lo encaraba. –Puedo preguntar por qué me propusiste a mi esto y no a alguien más…- murmuró con una delicadeza que casi parecía ajena. –Esa aguja es nueva, he visto antes el trabajo con ellas y esa está nueva… - ¿Era importante para él? ¿Hasta ese punto? Quizá era solo que la volanteena no quería creerlo pero aún no sabía qué significaría para el hombre del Hierro. –Tienes tus momentos, ¿Sabes? A veces puedo leerte como a muchas otras personas pero no ahora… - así era como él respondía a lo que no le gustaba y ella comenzaba a aprenderlo, con un sabor agridulce.
Zia de Volantis- Ciudadano
Re: Objetos perdidos [Gerald]
"Por algo te dije que no era buena idea... o no lo hice? Si fuera una buena sugerencia, directamente no habría necesidad de pensarlo. No como yo lo pensé y no como sería..." respondí a su frase, no queriendo seguir pensando en el tema. Ya estaba cansado, pero no precisamente de ella. No, era cansado de todo, de tener un cerebro al cual responderle preguntas y que te generara más... por éso la exasperación golpeaba con la volanteena, porque ella seguía cuestionando. Era mejor olvidar todo ésto, tomar de mi botella y acostarme para mañana seguir siendo quien era... "Todo tiene un significado, pero no todo tiene una respuesta concreta. Yo no tengo una respuesta a mi propuesta. Como dije, estoy fuera de mis cabales. Quizás, quería tener un anclaje y por éso propuse lo que propuse... pero veo que ni yo estoy seguro de lo que hago, por lo que buscaré estarlo... el tiempo todo lo arregla." Añadí, intentando ser un poco más positivo y no sonar tan agresivo. A fin de cuentas, ella no tenía la culpa de nada, pero éso no terminaba de deshacer mi furia conmigo mismo.
"No... no dejé el tema para que te analice o me analices. No tiene sentido... Ya, volanteena. No tienes la culpa de que no sepa que hacer. Ya bastante tienes con escucharme..." me excusé con una sonrisa conciliadora pero cansada. Estaba sentado en la cabecera de uno de los sillones, zarandeando levemente la botella de licor entre mis dedos. "La imagen que doy ahora no tiene porque alterar a mis hombres, y si lo hace se joden. Yo soy su capitán y, por lo tanto, su rey. He dado peores imágenes a lo largo de mi vida como para que ésta me preocupe..." dije entre risas, recordando dichos sucesos con cierto agrado, pues no había ningun pensamiento que me turbara en esos dias.
Le dí un ultimo trago a la botella, antes de ser interrumpido por la mujer roja, quien me la arrebató y se la llevó lejos entre palabras. Tragué dispuesto a responderle, pero no me dio tiempo, ya que hizo otra pregunta un poco más importante. La miré a los ojos, intentando descubrir yo mismo el por que de mi accionar. "Puedes preguntar, pero dudo que haya una respuesta clara. Mi suposición, es que tienes la capacidad de escucharme y comprenderme. No eres de éstas tierras y sin embargo no terminaste de juzgarme por mi procedencia, por muchas frases ácidas y palabras de sarcasmo que me lances y reciba encantado..." comencé, ya más tranquilo. "Supongo que es porque lograste que te tenga cierta estima... mas de la que muchos otros extranjeros de las Islas pudieran jactarse. No lo sé... hace años que no siento estima por otros que no fueran mis compatriotas, y solo algunos de ellos..." Continué, extrañando la botella. "Quizás es bueno que no me termines de leer, volanteena. Sino, terminaría siendo aburrido... y odio ser aburrido." finalicé, ya entrando en el terreno del sarcasmo, todavía preguntándome que es lo que seguiría. No había respondido del todo a mi propuesta de irse... y aún permanecía en pie en frente mío... éso resultaba un enigma. Que la mantenía en su lugar?
"No... no dejé el tema para que te analice o me analices. No tiene sentido... Ya, volanteena. No tienes la culpa de que no sepa que hacer. Ya bastante tienes con escucharme..." me excusé con una sonrisa conciliadora pero cansada. Estaba sentado en la cabecera de uno de los sillones, zarandeando levemente la botella de licor entre mis dedos. "La imagen que doy ahora no tiene porque alterar a mis hombres, y si lo hace se joden. Yo soy su capitán y, por lo tanto, su rey. He dado peores imágenes a lo largo de mi vida como para que ésta me preocupe..." dije entre risas, recordando dichos sucesos con cierto agrado, pues no había ningun pensamiento que me turbara en esos dias.
Le dí un ultimo trago a la botella, antes de ser interrumpido por la mujer roja, quien me la arrebató y se la llevó lejos entre palabras. Tragué dispuesto a responderle, pero no me dio tiempo, ya que hizo otra pregunta un poco más importante. La miré a los ojos, intentando descubrir yo mismo el por que de mi accionar. "Puedes preguntar, pero dudo que haya una respuesta clara. Mi suposición, es que tienes la capacidad de escucharme y comprenderme. No eres de éstas tierras y sin embargo no terminaste de juzgarme por mi procedencia, por muchas frases ácidas y palabras de sarcasmo que me lances y reciba encantado..." comencé, ya más tranquilo. "Supongo que es porque lograste que te tenga cierta estima... mas de la que muchos otros extranjeros de las Islas pudieran jactarse. No lo sé... hace años que no siento estima por otros que no fueran mis compatriotas, y solo algunos de ellos..." Continué, extrañando la botella. "Quizás es bueno que no me termines de leer, volanteena. Sino, terminaría siendo aburrido... y odio ser aburrido." finalicé, ya entrando en el terreno del sarcasmo, todavía preguntándome que es lo que seguiría. No había respondido del todo a mi propuesta de irse... y aún permanecía en pie en frente mío... éso resultaba un enigma. Que la mantenía en su lugar?
Gerald Wynch
Re: Objetos perdidos [Gerald]
“¿Quizá?“ pensó algo harta de la palabra, estaba cansada de que nada fuera seguro y por un momento quiso pensar que cada vez que escuchase esa palabra significaría que era lo contrario. Por lo que lo que le había dicho del anclaje le hizo sonreír con un enigma presente en aquella imagen. –Para mi significaría que hay algo más allá de las Ciudades Libres que también es interesante, importante incluso.- murmuró la mujer de cabellos besados por el fuego. Había veces que la volanteena dejaba de lado temas que no le parecían importantes, y en esa ocasión no fue la excepción, por lo que solamente se permitió asentir con una ironía palpable a lo que le decía, dejándole claro que no tenía interés alguno por hablar sobre culpabilidad o responsabilidades. –Hay algunas que me gustan más que la actual, creo que de todas, quizá la de “Las Hogueras” es mi favorita, la de tu tripulación no tengo idea de cual sea.- le dijo con una sonrisa a medias, dejando escapar algunas risas del mismo modo en que él lo había hecho para aligerar el ambiente que parecía tan cambiante como el fuego que la joven de Volantis llevaba en el corazón.
Tras dejar la botella lejos del pirata que parecía tan interesado en ella, Zia se acercó de nuevo a él, sin miedo alguno aunque había escuchado que otras mujeres lo tenían cuando se trataba de los isleños. Le escuchó sin juzgar, poniendo atención a cada una de sus palabras y sonriendo por ellas como se merecía. –Es entonces por que logro ver más allá de tus miles de dudas.- murmuró con una sonrisa socarrona, rodando los ojos con diversión mientras se acercaba, sentándose en el sillón que él solo usaba a medias al estar sentado en el respaldo, encarándolo aún con cierta diversión presente en su mirada cristalina. -¿Estima?.- preguntó al alzar una ceja. –Yo también te tengo en cierta estima, creí que los hombres del Hierro pensaban un poco menos, quizá aún tenga razón solo que eres un espécimen raro.- le dijo, encogiéndose de hombros mientras jugaba con sus dedos sin dejar de lado aquellas risas que sus palabras solían suscitar.
Por un momento, Zia alzó la mirada a la del pirata, encontrando en ella algo más de lo que esperaba. –Pues… creo que hay momentos en los que me diviertes más, pero esto no esta nada mal.- murmuró con cierta malicia y sarcasmo presente en su tono que se desvaneció en el ambiente mientras el suave balanceo del galeón los arrullaba ya entrada la noche. –¿Esperabas que me fuera a la primera?.- inquirió con sinceridad, mordiéndose los labios poco antes de acomodar su cabello hacia un lado, acomodándose en el sillón que compartían a pesar de que en el camarote aquel había espacio suficiente. –Parece que no me conoces lo suficiente…- le retó con una sonrisa mientras su mente vagaba por los acontecimientos de aquella noche, concentrándose en aquello que le parecía importante y dejando pasar las cosas que solamente le habían molestado. Balanceó los pros y los contras de aquello que le había pedido y tras largos minutos en silencio que no le parecieron incómodos, la volanteena se decidió a hablar cuando las miradas no eran suficientes. –Lo haré.- sentenció finalmente, bajando la mirada hacia sus manos en donde una suave llama bailaba antes de que cerrara sus palmas.
Tras dejar la botella lejos del pirata que parecía tan interesado en ella, Zia se acercó de nuevo a él, sin miedo alguno aunque había escuchado que otras mujeres lo tenían cuando se trataba de los isleños. Le escuchó sin juzgar, poniendo atención a cada una de sus palabras y sonriendo por ellas como se merecía. –Es entonces por que logro ver más allá de tus miles de dudas.- murmuró con una sonrisa socarrona, rodando los ojos con diversión mientras se acercaba, sentándose en el sillón que él solo usaba a medias al estar sentado en el respaldo, encarándolo aún con cierta diversión presente en su mirada cristalina. -¿Estima?.- preguntó al alzar una ceja. –Yo también te tengo en cierta estima, creí que los hombres del Hierro pensaban un poco menos, quizá aún tenga razón solo que eres un espécimen raro.- le dijo, encogiéndose de hombros mientras jugaba con sus dedos sin dejar de lado aquellas risas que sus palabras solían suscitar.
Por un momento, Zia alzó la mirada a la del pirata, encontrando en ella algo más de lo que esperaba. –Pues… creo que hay momentos en los que me diviertes más, pero esto no esta nada mal.- murmuró con cierta malicia y sarcasmo presente en su tono que se desvaneció en el ambiente mientras el suave balanceo del galeón los arrullaba ya entrada la noche. –¿Esperabas que me fuera a la primera?.- inquirió con sinceridad, mordiéndose los labios poco antes de acomodar su cabello hacia un lado, acomodándose en el sillón que compartían a pesar de que en el camarote aquel había espacio suficiente. –Parece que no me conoces lo suficiente…- le retó con una sonrisa mientras su mente vagaba por los acontecimientos de aquella noche, concentrándose en aquello que le parecía importante y dejando pasar las cosas que solamente le habían molestado. Balanceó los pros y los contras de aquello que le había pedido y tras largos minutos en silencio que no le parecieron incómodos, la volanteena se decidió a hablar cuando las miradas no eran suficientes. –Lo haré.- sentenció finalmente, bajando la mirada hacia sus manos en donde una suave llama bailaba antes de que cerrara sus palmas.
Zia de Volantis- Ciudadano
Re: Objetos perdidos [Gerald]
Ella se sentó a mi lado en el respaldo del sillón que había elegido para soportar mi peso mientras hablaba y afirmaba que también me tenía en cierta estima. No me sorprendí... si hubiera sido de otra forma, no estaría allí conmigo ahora. No hice otra cosa que sonreír cuando respondió a mi sarcasmo sobre los momentos en que la divertía más... y sobre no conocerla lo suficiente. Muy probablemente así era, después de todo, seguía siendo un misterio para mí y ella misma había admitido que yo lo era para ella... por lo que suponía que estábamos andados. "Demuestra que eres una tonta, Zia de Volantis... ya deberías haberte ido en realidad...." dije con una risa que era una mezcla de sarcasmo y sinceridad. Yo ya estaría cansado y me habría ido en su situación.
Aún más sorprendente... dijo que accedería a hacerse el tatuaje. La miré, pensando que había escuchado mal. Luego de tener la ceja levantada unos minutos, me dí cuenta que no bromeaba. Entrecerré mis ojos y chasquee la lengua. "Y que te hizo convencerte tan rápido...?" Pregunté, acercándome a su rostro a escasos centímetros, rozar sus labios y retirarme hasta el escritorio donde había colocado la caja que contenía la aguja. Me dí vuelta para mirarla con gesto socarrón, el típico que utilizaba cuando mi estado de ánimo era normal, y me senté al lado del contenedor, esperando una respuesta. Dos podían jugar el juego de las preguntas y respuestas.
La miré de arriba a abajo, pensando donde podría ubicar la figura. Se me ocurrían mil y un lugares donde hacerlo, pero ella tenía la palabra final sobre éso... era algo que llevaría de por vida después de todo. Aún así, todavía no me quedaba en claro porqué había dicho que sí... que prueba había pasado? Que le había hecho cambiar de opinión?. "Donde será, volanteena?" Inquirí, dando por sentado que ella entendía a que me refería. Ella ya tenía dos dibujos en el cuerpo... y no muy chicos que digamos, ya estaba acostumbrada al tema de la pinchazón y de la experiencia que éso suponía.
Aún más sorprendente... dijo que accedería a hacerse el tatuaje. La miré, pensando que había escuchado mal. Luego de tener la ceja levantada unos minutos, me dí cuenta que no bromeaba. Entrecerré mis ojos y chasquee la lengua. "Y que te hizo convencerte tan rápido...?" Pregunté, acercándome a su rostro a escasos centímetros, rozar sus labios y retirarme hasta el escritorio donde había colocado la caja que contenía la aguja. Me dí vuelta para mirarla con gesto socarrón, el típico que utilizaba cuando mi estado de ánimo era normal, y me senté al lado del contenedor, esperando una respuesta. Dos podían jugar el juego de las preguntas y respuestas.
La miré de arriba a abajo, pensando donde podría ubicar la figura. Se me ocurrían mil y un lugares donde hacerlo, pero ella tenía la palabra final sobre éso... era algo que llevaría de por vida después de todo. Aún así, todavía no me quedaba en claro porqué había dicho que sí... que prueba había pasado? Que le había hecho cambiar de opinión?. "Donde será, volanteena?" Inquirí, dando por sentado que ella entendía a que me refería. Ella ya tenía dos dibujos en el cuerpo... y no muy chicos que digamos, ya estaba acostumbrada al tema de la pinchazón y de la experiencia que éso suponía.
Gerald Wynch
Re: Objetos perdidos [Gerald]
Si aquello demostraba que era una tonta, entonces la volanteena no lograba comprender qué demostraba de él, seguramente que era un indeciso o cualquier cosa de esas que tan poco le gustaban aunque ella no las deslizó en la conversación de nuevo pues mucho le había costado ya deshacerse de ellas. -¿Debería? ¿Qué, vamos a jugar a los secuestrados? No seas idiota, pirata.- soltó con una sonrisa ácida que dejaba muy en claro que no hacía lo que no le parecía. Fue entonces cuando la mirada de la pelirroja vagó por el lugar, como si pretendiese encontrar ahí algo interesante y perdiendo el interés segundos después. -Mis camarotes suelen ser mejores…- dejó caer, enarcando una ceja, quizá para él eso era lo necesario, pero en su caso, la mujer roja solía tener unos pocos más de lujos y menos oscuridad dado el miedo que le tenía a pasar las noches sin velas que estuviesen a la mano para bloquear sus miedos y sus recuerdos.
Luego de que los minutos pasaron y la mujer de Volantis terminó por decirle su veredicto, el hombre del hierro se acercó de nuevo a robarle un beso. -Diría que tu… pero sería darte demasiada importancia, tendrás que conformarte con saber que lo haré.- murmuró con la sencillez que no la caracterizaba, permitiéndole alejarse de nuevo mientras ella se levantaba, dirigiendose hacia la cama, donde se abrazó a una de las almohadas, viéndolo aún. -Podría quedarme dormida aquí… al menos sabes escoger camas, Wynch.- le dijo mientras se acomodaba sin prestar atención a quejas o cualquier otra cosa que tuviese que decir al respecto pues la verdad era que no le importaba, ya se había apropiado de ese lugar como él lo había hecho con el escritorio en donde estaba sentado. -¿Dónde rayos conseguiste saquear una cama?.- preguntó, alzando una ceja al no saber cómo era posible que al saquear una ciudad desapareciera una cama de tal tamaño, era una locura.
Quizá todo eso era una locura, pero de igual forma la pelirroja escuchó la pregunta del pirata que la seguía observando con cuidado, como si en cualquier momento fuese a cambiar de opinión. -Detrás de la oreja.- respondió sin dudarlo, acomodandose el cabello de manera en que su lado izquierdo quedaba al descubierto mientras estaba recostada. -Será un secreto.- le confió con una sonrisa, recordando el pasado que había dejado atrás pero no había olvidado. -¿Y tu?.- preguntó luego de salir de sus recuerdos, sería algo que llevarían ambos, no estaba de más preguntar al menos no para ella que estaba acostumbrada a tener miles de preguntas que hacerle al mundo. -¿Tienes una idea verdadera de como hacerlo?.- inquirió con una sonrisa divertida que ocultaba los nervios que podía llegar a tener por pasar de nuevo por aquel lío con las agujas.
Luego de que los minutos pasaron y la mujer de Volantis terminó por decirle su veredicto, el hombre del hierro se acercó de nuevo a robarle un beso. -Diría que tu… pero sería darte demasiada importancia, tendrás que conformarte con saber que lo haré.- murmuró con la sencillez que no la caracterizaba, permitiéndole alejarse de nuevo mientras ella se levantaba, dirigiendose hacia la cama, donde se abrazó a una de las almohadas, viéndolo aún. -Podría quedarme dormida aquí… al menos sabes escoger camas, Wynch.- le dijo mientras se acomodaba sin prestar atención a quejas o cualquier otra cosa que tuviese que decir al respecto pues la verdad era que no le importaba, ya se había apropiado de ese lugar como él lo había hecho con el escritorio en donde estaba sentado. -¿Dónde rayos conseguiste saquear una cama?.- preguntó, alzando una ceja al no saber cómo era posible que al saquear una ciudad desapareciera una cama de tal tamaño, era una locura.
Quizá todo eso era una locura, pero de igual forma la pelirroja escuchó la pregunta del pirata que la seguía observando con cuidado, como si en cualquier momento fuese a cambiar de opinión. -Detrás de la oreja.- respondió sin dudarlo, acomodandose el cabello de manera en que su lado izquierdo quedaba al descubierto mientras estaba recostada. -Será un secreto.- le confió con una sonrisa, recordando el pasado que había dejado atrás pero no había olvidado. -¿Y tu?.- preguntó luego de salir de sus recuerdos, sería algo que llevarían ambos, no estaba de más preguntar al menos no para ella que estaba acostumbrada a tener miles de preguntas que hacerle al mundo. -¿Tienes una idea verdadera de como hacerlo?.- inquirió con una sonrisa divertida que ocultaba los nervios que podía llegar a tener por pasar de nuevo por aquel lío con las agujas.
Zia de Volantis- Ciudadano
Re: Objetos perdidos [Gerald]
Me resultó cómica la pregunta. Si te ponías a penar, la imagen de unos cuantos piratas cargando una cama de dos plazas entera debería ser cómica por lo menos. Me reí levemente "La entramos por piezas... deberías haberte dado cuenta que es desmontable, volanteena. Que poco observadora..." aproveché la abertura para bromear, siguiendo el curso del juego, ahora mucho mas... normal que antes. Llegué a la conclusión que así era mejor, mas relajado y más nosotros mismos. Si dejaba de lado las preguntas y dejaba que se contestaran solas, podría llegar a descubrir que me sentiría mejor al final del día. Era mejor ser quien era y vivir el momento... y que los demás isleños pensaran lo que quisieran del "Wynch, el extraño". "Y la conseguí de un comerciante Pentosi... o mas bien de su barco en ruinas... quería un recuerdo y recordé que necesitaba una cama, así que opté por ésa. Aunque rara vez la uso..." relaté, haciendo un gesto que le restaba importancia al asunto, recordando que dormía en un camastro o en la misma cubierta.
Detrás de la oreja... raro. Un lugar no visible para nadie, salvo para aquellos que sabían donde buscar... pero si era un secreto, pues que se quedara así. Moviendo la mandíbula de lado a lado, me dí vuelta y agarré el estuche que tenía la aguja en su interior y lo deposité en el escritorio y vacié su interior, manejando el mecanismo un poco entre mis manos para acostumbrarme a su peso. No sería la primera vez que dibujaba sobre la piel. Ya lo había hecho con algunos esclavos capturados en saqueos, para marcar a quien les había pertenecido... Me dí vuelta y la miré con sorna. "Volantis es conocida como "La ciudad de los rostros tatuados" además de sus múltiples nombres... se cuenta que cada hombre, mujer y niño tiene un tatuaje que lo identifica de alguna manera... no deberías estar tan nerviosa volanteena..." me burlé inocentemente, sentándome a su lado en la cama. "No lo pensé todavía... al final del tuyo, decidiré el mío... y no es trampa. Puedes quemarme si estoy mintiendo..." añadí, mi tono recuperado, mi yo mas seguro volviendo a la normalidad.
El proceso no fue largo, ni doloroso. Dejé que la mujer se colocara como quisiera para que yo tuviera mejor acceso a la zona a trabajar y apenas moví su oreja, comencé con pinchazos suaves y para nada indoloros. De vez en cuando soplaba para aliviar el proceso y tarareaba canciones de taberna o de mis tierras para pasar el tiempo. Era un espectáculo más que inusitado... pero toda la situación resultaba un desafío de las leyes no escritas... ambos eramos desafíos vivientes. El dibujo no era ni complicado ni grande, por lo que lo terminé en poco tiempo. Guardé la aguja en su lugar, luego de limpiarla, y me serví una copa de vino, observando a la volanteena. "No fue tan terrible, no?" pregunté automáticamente.
Detrás de la oreja... raro. Un lugar no visible para nadie, salvo para aquellos que sabían donde buscar... pero si era un secreto, pues que se quedara así. Moviendo la mandíbula de lado a lado, me dí vuelta y agarré el estuche que tenía la aguja en su interior y lo deposité en el escritorio y vacié su interior, manejando el mecanismo un poco entre mis manos para acostumbrarme a su peso. No sería la primera vez que dibujaba sobre la piel. Ya lo había hecho con algunos esclavos capturados en saqueos, para marcar a quien les había pertenecido... Me dí vuelta y la miré con sorna. "Volantis es conocida como "La ciudad de los rostros tatuados" además de sus múltiples nombres... se cuenta que cada hombre, mujer y niño tiene un tatuaje que lo identifica de alguna manera... no deberías estar tan nerviosa volanteena..." me burlé inocentemente, sentándome a su lado en la cama. "No lo pensé todavía... al final del tuyo, decidiré el mío... y no es trampa. Puedes quemarme si estoy mintiendo..." añadí, mi tono recuperado, mi yo mas seguro volviendo a la normalidad.
El proceso no fue largo, ni doloroso. Dejé que la mujer se colocara como quisiera para que yo tuviera mejor acceso a la zona a trabajar y apenas moví su oreja, comencé con pinchazos suaves y para nada indoloros. De vez en cuando soplaba para aliviar el proceso y tarareaba canciones de taberna o de mis tierras para pasar el tiempo. Era un espectáculo más que inusitado... pero toda la situación resultaba un desafío de las leyes no escritas... ambos eramos desafíos vivientes. El dibujo no era ni complicado ni grande, por lo que lo terminé en poco tiempo. Guardé la aguja en su lugar, luego de limpiarla, y me serví una copa de vino, observando a la volanteena. "No fue tan terrible, no?" pregunté automáticamente.
Gerald Wynch
Re: Objetos perdidos [Gerald]
-Es que yo generalmente uso las camas, no me pongo a pensar como la hicieron… - dejó caer la pelirroja mientras se acomodaba en el lugar, rodando los ojos ante las palabras del pirata. –Teniendo eso en cuenta, creo que el que tiene algo mal, eres tu.- murmuró como si fuera un secreto, tirando un par de almohadas que le molestaban mientras escuchaba de dónde había salido en primer lugar. – Aburrido, debiste inventarte una historia mejor y no terminar con esa frase, te hace sonar como un mal pirata.- le confió, acomodándose el cabello como si nada más importara, sintiendo como las sedas de su vestido se enredaban como siempre aunque no importó luego de unos minutos cuando le permitió sentarse a su lado con el mecanismo en mano. La volanteena se acomodó de nuevo, abrazandose a una de las almohadas donde de no ser por lo que iba a suceder, se habría dormido sin pensarlo. –No estoy nerviosa por mí, sino por ti… si te equivocas, ¡yo llevaré tu error toda mi vida!.- se quejó, rodando los ojos con una fingida exasperación.
Tras las palabras del señor de Castroferro, Zia sonrió con malicia. –Te dejaré otro recuerdo, por si el anterior ya se te borró.- murmuró poco antes de que sus risas murieran gracias a lo que sucedía sobre su piel. Su respiración se aceleró en ese momento, producto del dolor que aquel proceso causaba, se mordió los labios un par de veces y canalizó aquello que sentía hacia una llama que crecía conforme su dolor lo hacía y disminuía cuando lo controlaba. Se concentró en lo que tarareaba, intentando reconocer las tonadas y fallando en el intento pues no solía andar por los mismos lugares por los que él pasaba, aunque si reconoció alguna de las Ciudades Libres, donde sí había estado en los barrios más bajos y se había codeado con asesinos, mercenarios y una mezcla de ambos. Fue mientras pensaba en aquello que el dibujo fue terminado y ella no se movió de su lugar más que para encararlo aún apropiándose de aquel mueble que ni siquiera le había pertenecido en primer lugar al hombre del hierro. – Otras cosas me han dolido más, sobreviví a tu trabajo.- soltó, resoplando como si hubiese hecho un gran trabajo.
Solamente consiguió levantarse luego de que comprobó que aquel dibujo no le había hecho marearse como el primero que se había hecho. Caminó por el lugar, acercándose al pirata solamente para robar su copa de vino. –Te toca… ¿Decidiste ya?.- le preguntó, terminándose el contenido de la copa, sirviendo un poco más sin preguntarle antes de dejarla en el escritorio. -¿Tu si tienes miedo?.- preguntó con una ceja alzada, burlándose de aquello que creía que eran nervios de parte del pirata que jugaba con sus dedos mientras ella buscaba un espejo sin encontrarlo. –Deberías ser un poco más narcisista, ¿Qué te costaba robar un espejo?.- soltó entre risas, cruzándose de brazos, en espera de que el hombre del hierro se decidiera por “qué hacer”.
Tras las palabras del señor de Castroferro, Zia sonrió con malicia. –Te dejaré otro recuerdo, por si el anterior ya se te borró.- murmuró poco antes de que sus risas murieran gracias a lo que sucedía sobre su piel. Su respiración se aceleró en ese momento, producto del dolor que aquel proceso causaba, se mordió los labios un par de veces y canalizó aquello que sentía hacia una llama que crecía conforme su dolor lo hacía y disminuía cuando lo controlaba. Se concentró en lo que tarareaba, intentando reconocer las tonadas y fallando en el intento pues no solía andar por los mismos lugares por los que él pasaba, aunque si reconoció alguna de las Ciudades Libres, donde sí había estado en los barrios más bajos y se había codeado con asesinos, mercenarios y una mezcla de ambos. Fue mientras pensaba en aquello que el dibujo fue terminado y ella no se movió de su lugar más que para encararlo aún apropiándose de aquel mueble que ni siquiera le había pertenecido en primer lugar al hombre del hierro. – Otras cosas me han dolido más, sobreviví a tu trabajo.- soltó, resoplando como si hubiese hecho un gran trabajo.
Solamente consiguió levantarse luego de que comprobó que aquel dibujo no le había hecho marearse como el primero que se había hecho. Caminó por el lugar, acercándose al pirata solamente para robar su copa de vino. –Te toca… ¿Decidiste ya?.- le preguntó, terminándose el contenido de la copa, sirviendo un poco más sin preguntarle antes de dejarla en el escritorio. -¿Tu si tienes miedo?.- preguntó con una ceja alzada, burlándose de aquello que creía que eran nervios de parte del pirata que jugaba con sus dedos mientras ella buscaba un espejo sin encontrarlo. –Deberías ser un poco más narcisista, ¿Qué te costaba robar un espejo?.- soltó entre risas, cruzándose de brazos, en espera de que el hombre del hierro se decidiera por “qué hacer”.
Zia de Volantis- Ciudadano
Re: Objetos perdidos [Gerald]
Dejé escapar una exclamación divertida con su amenaza de dejarme otro recuerdo. "El anterior desapareció ya... si obtengo otro por el mismo precio, pues habrá valido la pena..." dije socarrón, siguiéndole la broma, al tiempo que limpiaba concienzudamente la aguja, que debía ser preparada para el siguiente acto. El dibujo en la volanteena no había quedado mal. Representaba un pequeño fuego, largo y crepitante conformado por varios trazos trabajados sin interrupciones. Esperaba poder replicarlo, por lo menos aproximadamente. Me pareció jocoso el hecho de que dijera que había cosas que le habían dolido más, sobre todo porque había sido en especial cuidadoso para que no le doliera.
Estaba a punto de tomar de mi copa, cuando la mujer decidió que sería divertido robarla. Le hice una mueca de resignación y volví a la botella. Con el recipiente todavía en mis labios, asentí a su pregunta. Si había decidido. Pero la siguiente pregunta casi me hace atragantar. Me reí y negué levemente mientras sonreía y tosía. "No, volanteena. No podría tener miedo a un pinchazón tan pequeño cuando en mi espalda tengo señales de haber recibido uno mucho peor... además, peores cosas rasgaron mi piel a lo largo de los años..." narré, sabiendo que la pelirroja ya tenía conocimiento de ello. Antes de ponerme manos a la obra, saqué un espejo maltratado que usaba para las pocas ocasiones en que me afeitaba y se lo pasé con un bufido. "Las continentales no paran de pedir cosas..." bromee, mientras me alejaba de ella y me sentaba en el sillón.
Tendí el brazo hacia arriba en el apollador del sillón y comencé el trabajo. Un solo gruñido se me escapó cuando tracé las primeras líneas del tatuado y luego fui solamente concentración. Una sola vez me detuve a tomar vino y reanudé el trabajo casi de inmediato. Unos cuantos minutos después, la pequeña flama, casi una réplica de la que la volanteena lucía detrás de la oreja. Soplé la tinta, satisfecho, mostrándole el brazo izquierdo a la mujer. "Listo, ahora supongo que estamos en paz... nuevamente." hice referencia a nuestros anteriores encuentros, los cuales solían terminar con ésa frase. Ambos en paz.
Estaba a punto de tomar de mi copa, cuando la mujer decidió que sería divertido robarla. Le hice una mueca de resignación y volví a la botella. Con el recipiente todavía en mis labios, asentí a su pregunta. Si había decidido. Pero la siguiente pregunta casi me hace atragantar. Me reí y negué levemente mientras sonreía y tosía. "No, volanteena. No podría tener miedo a un pinchazón tan pequeño cuando en mi espalda tengo señales de haber recibido uno mucho peor... además, peores cosas rasgaron mi piel a lo largo de los años..." narré, sabiendo que la pelirroja ya tenía conocimiento de ello. Antes de ponerme manos a la obra, saqué un espejo maltratado que usaba para las pocas ocasiones en que me afeitaba y se lo pasé con un bufido. "Las continentales no paran de pedir cosas..." bromee, mientras me alejaba de ella y me sentaba en el sillón.
Tendí el brazo hacia arriba en el apollador del sillón y comencé el trabajo. Un solo gruñido se me escapó cuando tracé las primeras líneas del tatuado y luego fui solamente concentración. Una sola vez me detuve a tomar vino y reanudé el trabajo casi de inmediato. Unos cuantos minutos después, la pequeña flama, casi una réplica de la que la volanteena lucía detrás de la oreja. Soplé la tinta, satisfecho, mostrándole el brazo izquierdo a la mujer. "Listo, ahora supongo que estamos en paz... nuevamente." hice referencia a nuestros anteriores encuentros, los cuales solían terminar con ésa frase. Ambos en paz.
Gerald Wynch
Re: Objetos perdidos [Gerald]
Zia solamente alcanzó a rodar los ojos ante las palabras del hombre de hierro, suspirando como si estuviese resignada a que no olvidaría aquel detalle y quizá era eso lo que también le hacía sonreír, el saberse dueña de uno de sus recuerdos aunque no fuese nada más que eso. –No creo que tengas tanta suerte esta vez.- le contestó la mujer roja luego de que el dibujo sobre su piel estuvo terminado, encogiéndose de hombros con una sencillez que no poseía mientras robaba la copa del pirata que prefirió beber de la botella. –Vas a llenar de babas el vino.- se quejó, picándole el hombro como si estuviese molesta aunque en realidad no le podía importar menos lo que hacía o dejaba de hacer con sus botellas. Fueron sus siguientes palabras las que le hicieron enarcar una ceja con verdadera diversión. –Si, presume que eres un sobreviviente y yo presumiré que soy lo suficientemente buena como para no tener más recuerdos en mi piel que los que quiero.- comentó sin decir más que la verdad.
Ahorrandose un par de palabras, la volanteena tomó el espejo que le daba, mordiéndose los labios en una ocasión antes de ver el área afectada por aquella aguja. “Es bonito” pensó al ver lo que la tinta había creado, cosa que no podía decir del espejo. –Apuesto a que podrías robar un espejo más bonito…- dejo caer poco antes de verlo dirigirse al sillón en donde la mujer de Volantis contempló el dibujo que trazaba sobre la piel del brazo izquierdo. Notó el ligero esfuerzo que hacía para controlar el dolor que ella tenía claro que pasaba por sus nervios y sonrió a medias cuando estuvo terminado luego de unos minutos. –Podrías decirlo así.- aceptó la pelirroja, dejando el espejo en el escritorio sin importarle lo que había debajo y tomando en su lugar la copa que le había robado minutos antes para tomarle de nuevo. –Cada vez escoges mejor vino, me pregunto qué más tendrás guardado.- soltó al acercarse a contemplar el tatuaje que lucía el hombre del hierro.
Sin preguntarle ni mucho menos, Zia se sentó en el regazo del pirata, cruzando las piernas antes de apoyarlas sobre el descansabrazos del sillón, suspirando cuando estuvo acomodada. –Si fueras un poco más delgado, no estarías tan cómodo… Habrá que engordarte para que seas tan cómodo como tus almohadas.- le confió entre risas, acomodándose el cabello hacia un lado de manera en que no rozara aún la piel enrojecida por el trato anterior. -¿Qué hora crees que sea?.- le preguntó al no tener ni la menor idea de cuanto tiempo había pasado con él, era seguro que encontraría una excusa para pasar la noche fuera, pero no sabía si debía hacerlo, había algo que no le quedaba claro con aquel hombre y la volanteena odiaba no tener las cartas en la mano para poder jugar con ellas como solía hacer en los mejores casos.
Ahorrandose un par de palabras, la volanteena tomó el espejo que le daba, mordiéndose los labios en una ocasión antes de ver el área afectada por aquella aguja. “Es bonito” pensó al ver lo que la tinta había creado, cosa que no podía decir del espejo. –Apuesto a que podrías robar un espejo más bonito…- dejo caer poco antes de verlo dirigirse al sillón en donde la mujer de Volantis contempló el dibujo que trazaba sobre la piel del brazo izquierdo. Notó el ligero esfuerzo que hacía para controlar el dolor que ella tenía claro que pasaba por sus nervios y sonrió a medias cuando estuvo terminado luego de unos minutos. –Podrías decirlo así.- aceptó la pelirroja, dejando el espejo en el escritorio sin importarle lo que había debajo y tomando en su lugar la copa que le había robado minutos antes para tomarle de nuevo. –Cada vez escoges mejor vino, me pregunto qué más tendrás guardado.- soltó al acercarse a contemplar el tatuaje que lucía el hombre del hierro.
Sin preguntarle ni mucho menos, Zia se sentó en el regazo del pirata, cruzando las piernas antes de apoyarlas sobre el descansabrazos del sillón, suspirando cuando estuvo acomodada. –Si fueras un poco más delgado, no estarías tan cómodo… Habrá que engordarte para que seas tan cómodo como tus almohadas.- le confió entre risas, acomodándose el cabello hacia un lado de manera en que no rozara aún la piel enrojecida por el trato anterior. -¿Qué hora crees que sea?.- le preguntó al no tener ni la menor idea de cuanto tiempo había pasado con él, era seguro que encontraría una excusa para pasar la noche fuera, pero no sabía si debía hacerlo, había algo que no le quedaba claro con aquel hombre y la volanteena odiaba no tener las cartas en la mano para poder jugar con ellas como solía hacer en los mejores casos.
Zia de Volantis- Ciudadano
Re: Objetos perdidos [Gerald]
"Si te dijera todo lo que tengo guardado, descubriría secretos que sería mejor que los reveles tu misma... además, la mayoría no son placenteros." exclamé con sarcasmo mientras tomaba otro sorbo de vino. Siempre había preferido los alcoholes mas fuertes y menos dulces que el vino, pero variar de vez en cuando no le hacía daño a nadie. Mis ojos miraban la nada y mis pulmones tomaban aire de forma tranquila y entrecortada. Era como si la paz hubiera descendido sobre mi cuerpo y mente con los trazos y dibujos realizados en la piel de ambos. Paladee ese pensamiento en mi mente y me dí cuenta que la conclusión final era lo que ya sabía. No importaba lo que mis hermanos y hermanas Isleños pensaran de mí, siempre y cuando fuera coherente con la realidad. Los méritos estaban en aceptarse uno como era... y yo había aceptado ser quien era hacía mucho tiempo.
Sentí a la mujer sentándose en mi regazo, por lo que automáticamente abrí las piernas para dejarle lugar y que se acomodara como quisiera. Sonreí y una de mis manos fue a parar a sus piernas, sin hacer movimientos que implicaran pasarme de la raya, pues no estaba allí para eso. Mi otra mano sostenía la copa de manera vaga y despreocupada. El espectáculo era sin duda disparejo... "Agradece que no soy tan delgado como tu Rey Rojo. Dicen que ese espárrago es tan flaco como un palo de proa, y eso es decir mucho... Y bien que me has elegido a mí por sobre mis almohadones" bromee, mirándo atentamente el tatuaje en su oreja, admirando como le quedaba. Chasquee la lengua. "Supongo que es hora de que vuelvas a tu Ciudad. Otro día será que encontremos nuestros caminos y que navegues en el Ghostmoon de forma definitiva." añadí, sin ningún matiz de sarcasmo. Era tarde... había pasado mucho tiempo desde que salimos de Lannisport.
Sentí a la mujer sentándose en mi regazo, por lo que automáticamente abrí las piernas para dejarle lugar y que se acomodara como quisiera. Sonreí y una de mis manos fue a parar a sus piernas, sin hacer movimientos que implicaran pasarme de la raya, pues no estaba allí para eso. Mi otra mano sostenía la copa de manera vaga y despreocupada. El espectáculo era sin duda disparejo... "Agradece que no soy tan delgado como tu Rey Rojo. Dicen que ese espárrago es tan flaco como un palo de proa, y eso es decir mucho... Y bien que me has elegido a mí por sobre mis almohadones" bromee, mirándo atentamente el tatuaje en su oreja, admirando como le quedaba. Chasquee la lengua. "Supongo que es hora de que vuelvas a tu Ciudad. Otro día será que encontremos nuestros caminos y que navegues en el Ghostmoon de forma definitiva." añadí, sin ningún matiz de sarcasmo. Era tarde... había pasado mucho tiempo desde que salimos de Lannisport.
Gerald Wynch
Re: Objetos perdidos [Gerald]
Del vino habían pasado a hablar sobre las cosas que escondían, de algún modo Zia se encontraba algo escéptica pues ya se había topado con un mercenario anteriormente, uno que podía recuperar cualquier cosa de las que las leyendas hablaran así que ante las palabras del hombre del hierro, ella enarcó una ceja con incredulidad. –Soy buena con los secretos, quizá encuentre alguno un día de estos…- le confió, encogiéndose de hombros sin importarle mucho las posteriores reflexiones por que dentro de sí sabía que guardaba más de una cosa importante, había cosas por venir que ella no podía develar y por lo tanto se ocupó de detalles mínimos que le parecieron más importantes en el momento en el que tomó su lugar en el regazo del pirata. Lo vio acomodarse mientras ella lo hacía, tomando la copa en una mano mientras que la otra se apoyaba en las piernas cubiertas de seda. – ¿Dicen?.- preguntó con una burla presente en su tono. –No sabía que prestaras atención a esos detalles, no le incumben a tu fe… es más, estoy segura que eso ha salido de los labios de un pirata borracho en algún puerto, para lucirse más que nada.- le dijo con ligereza, apoyándose contra él como si buscara hacerse un hueco.
Con una sonrisa, la volanteena le respondió al oído al hombre que la sostenía, retomando el tema que había deslizado junto aquel de su Dios. – Por que esos no pueden abrazarme, y si lo hicieran… no respiran, pasa que tengo cierto gusto por las cosas que respiran… a excepción de los peces.- dejó notar con diversión, suspirando quedamente mientras percibía su mirada sobre el reciente dibujo sobre su piel, aunque lo que vino después no termino de gustarle pues parecía ser que ambos habían perdido la noción del tiempo. – No soy fan de los barcos en largas travesías, ha sido todo un reto el viajar desde Volantis… tendrías que tener más de una diversión para que acepte viajar contigo...- le dijo, depositando un beso en la comisura de sus labios, sonriendo con la habitual suficiencia de la pelirroja que luego de unos minutos decidió levantarse de su lugar, arreglando en un movimiento seguido su vestido y su cabello mientras comprobaba que no dejaba nada atrás pues no era el momento de entregarle algo.
-Te diría que me cargaras por que estoy cansada, pero creo que mancharías mi vestido con tinta… o me llevarías como un saco de papas y creo, solo creo, que eso no sería divertido.- le dijo al dejar la copa de vino en su lugar, rodando los ojos mientras se acercaba a la puerta que distanciaba aquel camarote del mundo exterior, apoyándose en la puerta de este antes de salir. -¿Me acompañarás o iré sola?.- le preguntó en ese momento, entrelazando su mirada con la del contrario. –Quizá más importante… ¿Planeas volver?.- agregó con una sonrisa que dejaba mucho en las sombras, no se sabía si ella quería que regresara o si prefería que las cosas se olvidaran, era tan buena en aquel juego de las apariencias que nadie podía decir de cierto por qué preguntaba aquello, quizá solamente fuese para concentrarse en otras cosas o quizá le intrigase saber qué tenía por contarle a su regreso, era todo un misterio.
Con una sonrisa, la volanteena le respondió al oído al hombre que la sostenía, retomando el tema que había deslizado junto aquel de su Dios. – Por que esos no pueden abrazarme, y si lo hicieran… no respiran, pasa que tengo cierto gusto por las cosas que respiran… a excepción de los peces.- dejó notar con diversión, suspirando quedamente mientras percibía su mirada sobre el reciente dibujo sobre su piel, aunque lo que vino después no termino de gustarle pues parecía ser que ambos habían perdido la noción del tiempo. – No soy fan de los barcos en largas travesías, ha sido todo un reto el viajar desde Volantis… tendrías que tener más de una diversión para que acepte viajar contigo...- le dijo, depositando un beso en la comisura de sus labios, sonriendo con la habitual suficiencia de la pelirroja que luego de unos minutos decidió levantarse de su lugar, arreglando en un movimiento seguido su vestido y su cabello mientras comprobaba que no dejaba nada atrás pues no era el momento de entregarle algo.
-Te diría que me cargaras por que estoy cansada, pero creo que mancharías mi vestido con tinta… o me llevarías como un saco de papas y creo, solo creo, que eso no sería divertido.- le dijo al dejar la copa de vino en su lugar, rodando los ojos mientras se acercaba a la puerta que distanciaba aquel camarote del mundo exterior, apoyándose en la puerta de este antes de salir. -¿Me acompañarás o iré sola?.- le preguntó en ese momento, entrelazando su mirada con la del contrario. –Quizá más importante… ¿Planeas volver?.- agregó con una sonrisa que dejaba mucho en las sombras, no se sabía si ella quería que regresara o si prefería que las cosas se olvidaran, era tan buena en aquel juego de las apariencias que nadie podía decir de cierto por qué preguntaba aquello, quizá solamente fuese para concentrarse en otras cosas o quizá le intrigase saber qué tenía por contarle a su regreso, era todo un misterio.
Zia de Volantis- Ciudadano
Re: Objetos perdidos [Gerald]
El encuentro llegaba a su fin, era notable y así era como debía ser. Sin querer, la paz había vuelto a mi cabeza, y eso era lo que la volanteena lograba con su presencia y palabras. Mentiría si dijera que haber realizado un vínculo como el del tatuaje no había apaciguado las aguas del tormentoso mar en el que se había transformado mi mente. Pensé que no había sido un error volver a encontrarme con la pelirroja. Reí... en efecto, los rumores sobre el nuevo niño Lannister sentado en el trono de Occidente eran muy encontrados, pero dominaban los que decían que era un antipático arrogante y creído de sí mismo algunos hasta decían que tenía fascinación por los hombres... poco me importaba, por mí Occidente se podría pudrir en la mugre del Ahogado, que a mí no me cambiaba la vida.
A su frase sobre los viajes en barco y las diversiones enarqué una ceja luego de que me besara casi en los labios. "Ya idearemos algo que te incentive a viajar en barco... es extraño como aún te mantienes aquí presente si tienes tanta negación para con lo que incumba el mar..." analicé, besando suavemente la medialuna en su cuello. Se levantó, y yo hice lo mismo para acomodar la aguja en su lugar y lo que restaba del alcohol en mi estómago. "Para tí no sería divertido... para mí sería un gran recuerdo..." solté inocentemente, con una sonrisa pícara en el rostro. Colocándome el jubón, le dí a entender que la acompañaría. "A éstas horas es conveniente que te acompañe... por mucho fuego que puedas manejar, el exceso de bandoleros por los caminos podría contrariarte... lo digo por pertenecer a dichos bandoleros..." exclamé entre la diversión y la verdad. Mis pasos me guiaron a su lado, apoyada en la puerta como estaba.
Intrigante... ésa era la palabra para describir su pregunta. Mis ojos escudriñaron los suyos, descubriendo poco de un análisis minucioso. ¿Porque preguntaría éso? Estaba claro que no lo preguntaría si no quisiera que volviera, porque si así fuera, directamente se marcharía sin dejarme lugar a la palabra... y no habría accedido a tatuarse conmigo. Una exclamación de sarcasmo se escapó de mis labios. "Qué crees volanteena?" dejando el tema en suspenso, la acompañé hacia su futuro destino, con el los Occidentales y su olor a oro e hipocresía.
A su frase sobre los viajes en barco y las diversiones enarqué una ceja luego de que me besara casi en los labios. "Ya idearemos algo que te incentive a viajar en barco... es extraño como aún te mantienes aquí presente si tienes tanta negación para con lo que incumba el mar..." analicé, besando suavemente la medialuna en su cuello. Se levantó, y yo hice lo mismo para acomodar la aguja en su lugar y lo que restaba del alcohol en mi estómago. "Para tí no sería divertido... para mí sería un gran recuerdo..." solté inocentemente, con una sonrisa pícara en el rostro. Colocándome el jubón, le dí a entender que la acompañaría. "A éstas horas es conveniente que te acompañe... por mucho fuego que puedas manejar, el exceso de bandoleros por los caminos podría contrariarte... lo digo por pertenecer a dichos bandoleros..." exclamé entre la diversión y la verdad. Mis pasos me guiaron a su lado, apoyada en la puerta como estaba.
Intrigante... ésa era la palabra para describir su pregunta. Mis ojos escudriñaron los suyos, descubriendo poco de un análisis minucioso. ¿Porque preguntaría éso? Estaba claro que no lo preguntaría si no quisiera que volviera, porque si así fuera, directamente se marcharía sin dejarme lugar a la palabra... y no habría accedido a tatuarse conmigo. Una exclamación de sarcasmo se escapó de mis labios. "Qué crees volanteena?" dejando el tema en suspenso, la acompañé hacia su futuro destino, con el los Occidentales y su olor a oro e hipocresía.
Gerald Wynch
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