Casting Quentyn Ball

Personaje escogido: Quentyn Ball

Razón de la elección: ¿Qué mejor que una bola de fuego para recorrer las ardientes praderas de Poniente y las potentes llamas de sus salones?

Casting
El hijo del herrero jugaba con dos perros en el patio. Descansaba antes de continuar con la fragua, con el clangor del acero en la forja, temple, pliegue y nuevo temple. Servía como aprendiz de su padre, con el objetivo de, en un futuro, poder ser el maestro herrero, tener una familia propia y llegar, porqué no, a educar a su propio hijo. Además, a su edad, probablemente ya tuviese rondado a alguna joven, la hija del alfarero, quizás, que al igual que él, aprendía el oficio del barro que sus ancestros habían llevado a cabo durante generaciones.

Su vida funcionaba a la perfección. Pasarían miserias, cierto, llegaría el hambre y la enfermedad a sus vidas y la muerte les acecharía en cada esquina, pero su vida discurría recta, con una meta, un oficio, un amor y una familia.

Pero la mía estaba rota.

En mis años jóvenes aprendí a ser un buen noble en el seno de la casa Ball pero mi pasión siempre pasó por la caballería, el combate y el honor. Las leyendas de la Edad de los Héroes retumbaban en mi cabeza y me veía derrotando con mi lanza y con mi espada a terribles ejércitos sirviendo al rey como hombre de armas. ¿Qué otro destino más grande podría alcanzar un caballero? ¿Qué futuro más excitante podía encontrar un joven para sus pensamientos repletos de ímpetu, gallardía y temeridad?

Alimenté mis propios pensamientos participando en multitud de torneos y venciendo en ellos mientras mi vida como noble discurría monótona: mi difunto padre concertó una boda con la hija de un señor menor. Llegué a amar a mi mujer cuando aprendí a ir más allá de mis obligaciones como esposo.

Mi destreza como caballero me reportó fama. Lo suficiente como para que el rey, el gran Aegon, se fijase en mí y entrase a servir como maestro de armas en Desembarco.

Y entonces llegó la promesa. Como sacada de una canción de juglar, el rey me prometió un puesto en la Guardia Real. Portar la capa blanca con la única misión de servir y proteger al reino de Poniente y a su familia. Sólo los más grandes caballeros a los largo de la historia habían podido acceder a tal honor.

Caballeros de nácar y plata, reverenciados en vida y recordados en muerte.

Obligué a mi esposa, amante, a entrar en las Hermanas Silenciosas para poder eliminar cualquier impedimento. Mis lazos de herencia con la casa Ball y sus escasas posesiones también quedaron rotos y mis cuentas saldadas. Sólo quedaba esperar el día a que el rey me impusiese sobre los hombres la capa blanca de la guardia.

Esperé, alimenté mi corazón de esperanzas e ilusiones y mi vida discurrió con un lento devenir buscando, anhelando el día en que podría llegar a ostentar la capa blanca. Mientras, Daeron II sucedió a Aegon en el trono perpetuando la línea monástica de los reyes dragón. Por fin llegó el día en el que una vacante apareció en la Guardia Real. Se anunció el nombramiento de un nuevo miembro de la Hermandad y como maestro de armas de la Fortaleza Roja preparé mis mejores galas, despojándome además de la capa, para mi gran día, en el que por fin trascendería de mediana posición a la de gran caballero. Y el rey nombró a Ser Willem Wylde.

Traición, odio y resentimiento. Quebrado por la promesa incumplida de un rey débil, advenedizo, que no hacia justicia a su antecesor. Mi honor, traicionado, mi espada, mancillada, mi amante, olvidada…mi vida, rota. Y sólo el aliento de reparar lo roto me lleva a continuar viviendo. Y llegará el día en el que ese rey mezquino y traidor suplique ayuda con un llanto y yo me acercaré a su odio y susurraré…no.

¡Casting rechazado!

Razón: te has limitado a contar lo que ya se sabe del personaje, lo que ya está puesto en su descripción, sin ahondar apenas en su psique ni en su trasfondo, además de no transmitir apenas nada de su esencia.