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El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
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El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
El tema viene de aqui. Por una cuestion de organizacion y que es otra batalla, lo hemos separado. De estar mal, lo uniremos al otro tema pero creemos que no ha de crear conflictos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Un rugido feroz guio la carga de las tropas Blacktyde por detras de los soldados de Redwyne. Einar entro en el combate como un toro enfurecido, blandiendo su enorme hacha en una mano y su espada bastarda en la otra, inundando de sangre la cubierta de la nave del Rejo. Con sus golpes partia gente en dos mientras las manchas de sangre pronto se desvanecian por la lluvia, los truenos cortaban el cielo, iluminaban los rostros moribundos. La tripulacion, desprevenida, poco pudo hacer frente a la marea de hierro, de hachas y espadas. Pocos duro la resistencia, la brutal avanzada de Einar mato a quienes se resistieron con brutal ferocidad y enorme placer, y con poca piedad le rompio las rodillas y arrojo al mar a quienes se humillaron rogando por una vida mas larga. Pocas perdidas habian sufrido sus hombres de hierro, acostumbrados al combate marino, a diferencia de las tropas de Harlaw.
>> Caballeros... << Penso Einar al ver al grupo reducido de Harlaw, rodeandose en circulo, resistiendo. Un hombre de hierro, aun herido, se hubiera llevado a una veintena de enemigos hasta tener el cuerpo repleto de lanzas. No se hubieran rodeado en un circulo, no en el mar, no en un asalto. Solo luchar, morir sonriendo. Aun con una docena de soldados, en el mar, hubieran hecho retroceder a un centenar de marineros y se hubieran llevado al fondo del mar a otro centenar. No, ningun hombre de hierro se cerraba en circulo y se defendia alli, no en el mar, no en un barco enemigo. Pero ellos eran caballeros, ellos adoraban a los siete, adoraban a un par de dioses esperando. >> Siete dioses... Siete posibilidades de que alguno te escuche.<< Pensaba. Con un Dios siempre le habia alcanzado, un Dios Ahogado, y un Dios de la Tormenta. A ambos habia sabido reconocer, aunque no era muy religioso, si era un hijo de la tradicion.
Le lanzo una mirada a Harlaw y sus hombres. Solto un soplido y se levanto el yelmo con el hacha, dejando ver su rostro sangrante por la herida de la frente, herida que la humedad de la tormenta no dejaba cerrar. La lluvia le mojaba el rostro transpirado, se le metia por los bordes de la armadura y lo empapaba.
- Yo que tu la proxima vez me traigo hombres a la batalla, no vaya a ser que me dejes sin enemigo para Altojardin. - Sonrio y se volvio hacia sus hombres, dandole la espalda a Harlaw. Aun siendo un caballero, habia luchado bien. Aun cuando lo detestaba, Einar habia esperado que el hombre sobreviviera. Luego de aquella batalla, tenia cierto respeto por el viejo.
- Otro viejo de mierda. - Murmuro, sonriente, mientras se metia entre sus hombres que festejaban la victoria al ver las naves restantes de Redwyne huir despavoridos. Tenian que recontar naves, curar heridos, rescatar a los hombres en los barcos que se hundian. Las tropas tenian reorganizarse. Seria un trabajo para el resto del dia. No era algo de lo que los bardos cantaran demasiado, pero tenia que hacerse. Se lo debia a sus hombres.
Pero donde estaban el rugido del festejo y los truenos de la tormenta ocultaron los gritos de la Viento Gelido. Por primera vez, a Einar lo atraparon de sorpresa.
- Evander... - Dijo a su compañero, apoyandole la mano en el hombro. - Deja que festejen un poco, luego reorganiza la flota. Tenemos que buscar sobrevivientes y, de ser posible, darle casa a la flota de Redwy... -
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
- Eso no es un trueno. - Fue lo unico que Einar pudo decir, no fue lo mas inteligente, no fue la frase mas graciosas ni el comentario mas picante. Pero era verdad. Se giro bruscamente con las cejas curvadas. Observaba por encima de todos y a paso rapido avanzo hasta la proa de la nave. Todos lo siguieron, dejando los festejos, dejando de lado la separacion de las naves. Algunos caminaron, otros corrieron, pero todos llegaron a la proa como una manada de animales curiosos. El capitan del hierro tenia un horrible presentimiento sobre aquello. Algo que caminaba por su espalda con frios dedos, como el frio acariciar de una amante muerta que buscaba arrastrarlo al fondo del mar.
- ¡Que tontos! ¡Vienen a por nosotros con tres naves! - Grito un hombre de la gente de Blacktyde. Su señor ni siquiera se habia fijado quien lo habia dicho, el comentario no habia sido demasiado importante, pero no. Él sabia que no era asi, nadie hubiera avanzado asi. Entonces el grito, desde lo alto del Dragon de Mar lo hizo todo mas claro. Un trueno oculto su voz, pero habia logrado oir lo unico que importaba en aquel grito: "Drumm".
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
El cielo seguia negro, los truenos seguian iluminando el dia, las olas seguian golpeando y la lluvia seguia cayendo contra ellos. Nadie retuvo la respiracion, ningun corazon dejo de latir. Alrededor del mundo los niños seguian naciendo, los ancianos seguian muriendo y nadie, en ningun lado, se sorprendio de que, en algun lugar entre una isla y un continente, dos tentaculos gigantes nacieran del mar. Solo eran ellos, eran ellos que sentian sus cuerpos paralizados, sentian que aquella danza del Kraken hubiera durado un año entero. El tiempo se movia distinto, y nadie se movio, nadie aparto la mirada, ni lloro, ni se orino, ni se cago del miedo, nadie dejo en aquel barco de vivir. Solamente se quedaron, como idiotas, parados frente a la proa, mientras aquellos tentaculos destruian aquellos barcoluengos.
Entonces todos huyeron hacia el barco, lentamente. Algunos habian decidido resaltar lo obvio al grito de "¡Kraken!". Solo Einar se habia quedado, de pie, observando la danza de tentaculos.
>> ¿Alguna vez oiste de un Dragon volando bajo en el mar? No, los dragones son mas inteligentes que los hombres, que a pesar de todo siguen metiendose al mar sobre cascaras de nueces. Por que las lagartijas saben que hay calamares gigantes que con sus tentaculos los llevaran hasta las sombras del abismo, donde el fuego no arde, donde ni siquiera el sol se atreve a nadar. No, hijo mio. Ni siquiera los dragones se atreven donde el Kraken acecha. Si hubieramos tenido uno, nuestras rodillas nunca se hubieran manchado de barro al arrodillarnos frente a los Targaryen.<< Su padre se lo habia dicho una vez, mirando al mar. Su madre se lo habia dicho de otra forma, quizas el unico consejo que en aquel momento podia recordar de ella.
>> Como veas un Kraken, solamente no te cagues, que al Dios Ahogado no le gustara el olor con el que vas a verlo. ¿O esperas vivir para siempre? << Su padre habia sido un hombre duro, nacido del hierro y forjado en batallas. Pero aquella mujer habia sido mas dura que Harold, lo suficiente como para jamas haberse dejado someter por ningun hombre de hierro. Si aquella mujer habia estado al lado de aquel hombre, era por que ella habia elegido eso. Tenia una gran ternura, era una gran madre y una gran mujer, pero no mentia, no ocultaba la verdad ni dejaba de decir las cosas como eran para caerle bien a alguien. Aquello lo habia heredado de ella.
Sobre la cubierta, con la mano apoyada sobre la quilla de proa. Einar Blacktyde sonreia.
- ¡A los remos! ¡Huyamos mientras podamos! - Grito una voz, un navegante. Einar camino hacia él y le apoyo la mano en el hombro. Sonrio, aquella sonrisa que no era ni bella ni horrenda, aquella sonrisa de lobo, aquella sonrisa que aparecia en momentos en que nadie podia sonreir. Eso era lo que mas asustaba al mundo, alguien que sonreia frente a la muerte, no con locura, no con un deseo suicida, sino como alguien que esta por lanzar los dados frente al destino y a sonreir, salga lo que salga.
- Todos a sus puestos. - Le dijo al navegante, y pronto sus gritos comenzaron a resonar sobre la nave entre miradas confusas, entre miedo y desesperacion. Paso al lado de Evander Pyke y, sin detenerse, le lanzo una orden. - Llama a la flota, que se ordenen en formacion abierta. - No habia forma de ganarle al Kraken, Einar lo sabia. Sentia una mano apretarle el corazon mientras solo miraba el camino que caminaba, solo queria avanzar. Encontro a Harlaw junto a sus hombres, en su barco, separandose del cadaver flotante que alguna vez habia sido la nave insignia de los Redwyne. Sin abordar su nave, sin acercarse demasiado, le hubiera gustado estrecharle la mano en señal de respeto por ultima vez. Sabia que se iba a ir al fondo, pero queria saludarlo, queria darle una ultima orden como Lider de la flota.
- ¡Harlaw! - Grito a garganta viva, como si fuera lo unico que importaba. - ¡Toma las naves dañadas y las que llevan a las tropas! - Lanzo una mirada y observo que algunas ya habian comenzado a huir. El cielo resplandecio con unas flechas de fuego que cruzaban el cielo. Evander ya estaba organizando las naves que todavia no habian huido, aquellas que todavia podian luchar. - ¡Reunelas fuera de la tormenta! ¡Toma el Rejo o te hare beber mi sudor genital! ¡Que para algo les daremos tiempo de huir! ¡Si no salgo vivo, dile a Greyjoy que siempre quise tirarme a su esposa! - Solto una sonrisa, que luego se volvio una carcajada que resono entre los truenos... Luego solo sombras. La lluvia y la tormenta no amainaban, seguian enfurecidas con la bravura de su flota.
- ¿Querias morir en el mar? Nadie, jamas, tendra esta oportunidad de nuevo. - Dijo, mientras sentia la lluvia, los truenos y las olas maltratandolo. Ademas, un Kraken. Ningun otro hombre de hierro podria demostrar, jamas, algo tan valiente y estupido como lo que intentaba demostrar: Los hombres de hierro no se dejan intimidar por nada. Einar hubiera hubiera huido, hubiera hecho que su flota se retirara, que sus naves buscaran el cobijo en las Escudo, se hubiera reunido con Greyjoy y juntos hubieran acabado con el Kraken. Pero cinco barcos habia derribado Drumm, cinco barcos de su flota, sin provacion, sin razon alguna, solo para demostrar que podia sacarse un pulpo gigante del culo. Nunca perdonaba, nunca olvidaba. Era un hombre de hierro, un miembro de la liga de sal, y Drumm acababa de traicionar ambas cosas.
Sus hombres se ahogaban entre terror, entre sorpresa, sin la mas minima oportunidad de salvar la vida. Mas que nunca en su vida, Blacktyde estaba furioso y herido. Drumm habia traicionado todo en lo que siempre habia creido y no se lo iba a perdonar, aunque la vida se le fuera en ello.
Volvio al Dragon de Mar con su rostro tallado en la roca, soltaron las ultimas cuerdas de abordaje mientras el barco Redwyne era tragado por el mar.
- Evander, da la orden de que usen flechas de fuego. Ordena, ademas, que a quien alcance un tentaculo, si puede, que arroje todo el alquitran que tengan sobre el tentaculo. Vengaremos su muerte si podemos. - No le gustaba la orden, significaba condenar tanto el barco como la tripulacion. Pero era mejor que desperdiciar su sacrificio. Einar sabia que todas las naves tenian sus barriles de brea todavia llenos, no habian utilizado flecha incendiaria alguna durante el combate, asi que tendrian bastante como para hacer arder un poco a la criatura, quizas, si tenian suerte, podria hacerla retroceder por las quemaduras. Quizas tendrian una chance. - Que se quiten todos las armaduras, no nos serviran de nada frente a un pulpo gigante. - Dijo, resignado. Navegar sin armadura era una deshonra, mucho mas si se iban al fondo y debian encontrarse con el Ahogado. Pero preferia darle una chance a todos los hombres que pudieran salvarse. Si un solo hombre sobrevivia a cada nave por no llevar armadura, si uno salvaba la vida, entonces valdria la pena.
Le lanzo una mirada a Pyke, era un buen muchacho, uno que tenia su respeto. Deseaba darle alguna tierra y nombrarlo Lord cuando la guerra terminara, que tuviera su propia flota, su propio ejercito. Lo habia hecho mas que un bandido, lo habia hecho su aprendiz, esperando que lograra mas de lo que habia logrado él en vida. Pero aquello daba fin a todo lo que habia planeado para el muchacho. Eso le recordo al novato al que le habia calzado el casco. Lo busco con la mirada y lo encontro, temblando como una hoja en una tormenta, cerca del mastil principal. Camino hasta él y entendio el miedo que habia en muchas tropas, incluso en las mas veteranas. Solo que la mayoria lo ocultaba mejor.
- Vaya bautismo has tenido ¿eh?. - Dijo, mientras le quitaba las correas de la armadura con el cuidado de un padre. - La primera batalla que tuve en el mar tenia trece años. Estaba como grumete para uno de los capitanes de mi padre. Abordamos un barco de guerra que se habia disfrazado de mercante para atraer piratas, eran unos bravoosis muy valientes, pero ninguno vestia hierro en el mar. Nosotros si. Cuando nos acercamos, salieron al encuentro de nuestros hombres, me golpearon con un espada en la cabeza, solo sobrevivi por que tenia un buen yelmo, e igual me hicieron un enorme daño. Creo que quede idiota y por eso vamos a por el Kraken. Lo importante es que mi bautismo fue una lucha donde solo mate a un hombre y luego me dejaron tumbado. Como ves, a todos nos pasa de arruinarla la primera vez. Solo trata de sobrevivir. - Dijo, sonriendole mientras le quitaba la armadura. Habia mentido, su bautismo habia sido a los trece años, contra un barco Bravoosi de guerra, habia matado seis hombres aquella vez y desde entonces lo llamaban Marearroja, por la cantidad de sangre que caia de su cuerpo al terminar la batalla. Se habia vuelto loco, habia golpeado con un hacha de mano la mayoria de sus victimas hasta que se habian vuelto masas gelatinosas de carne. Asi habia sido hasta que su temperamento se habia calmado, pero lo que menos necesitaba aquel muchacho era que lo hicieran sentir peor.
Einar se volvio hacia Evander, de nuevo, quien ya habia lanzado las ordenes y organizado la flota. La mayoria de las naves ya estaban en posicion y seguian pasandose las ordenes a puro grito. Comenzo a quitarse la armadura, sin ayuda, mientras le dedicaba unas palabras a su compañero de aventuras.
- Si quieres puedes irte, Evander. Nadie te recriminaria nada, todos estariamos muertos, a decir verdad. - Se quito los guanteletes y los arrojo a un lado. La mayoria de sus hombres hacian lo mismo, quedando solo con el cuero endurecido y las ropas tachonadas, nada que impidiera que nadaran si se hundian. Einar se quito las botas y la coraza de cuero. Acto seguido comenzo a aflojar las tiras de cuero que ajustaban su armadura de hierro anillado. - Sino, ya sabes... Has de hacer lo que siempre hiciste cuando el enemigo era mas fuerte que nosotros. No vamos a salir vivos de esta, pero al menos nos recordaran siempre por nuestra valentia, nuestro arrojo y nuestra estupides. - Con el torso desnudo, lleno de horribles cicatricez que curtian su piel como cualquier armadura. Einar fue hacia la proa, de nuevo, y observo a todos sus hombres. Eran muchos, la mayoria veteranos, la mayoria atemorizados, como él. Tenia mucho miedo, sabia que moriria, pero la muerte para los hombres de hierro era algo distinto que para los continentales. Era algo que se respetaba, algo menos importante. La aceptaban, la abrazaban, incluso todos morian alguna vez ahogados para renacer, para ser benditos. Sus hombres lo miraban, en la cubierta, de pie. Con la mirada espectral sin demostrar el miedo que sentia frente a la bestia que les acosaba, como una sombra que los truenos dibujaban en la tormenta, Einar se mostraba tan temible como el Kraken.
- ¡Lo que esta muerto no puede morir! - Grito Einar con puño cerrado en lo alto.
- ¡Sino que se alza de nuevo, mas duro, mas fuerte! - Resono al unisono la tripulacion mientras golpeaban sus espadas contra sus escudos. El pecho de Einar se inflo de orgullo al ver a sus hombres. Espero que sus hombres se calmaran para proseguir.
- ¡Nos han golpeado! ¡Nos han humillado! ¡Nos han escupido, pisoteado y deshonrado! ¡Nuestras islas han sido violadas y nuestra historia ignorada! ¡Nunca mas un hombre de hierro ha de apoyar la rodilla en el suelo por que un hombre con una criatura mas grande y fuerte se ha mostrado frente a nuestras velas esperando que lloremos y roguemos por nuestras vidas! ¡Nunca mas un dragon nos hara doblegar! ¡Nunca mas un Kraken nos atemorizara! ¡Somos hombres libres, no nos arrodillamos ante nadie! ¡El Dios de la Tormenta nos ha lanzado lo mejor que tenia esperando que cayeramos! ¡Y no lo hemos hecho! - Grito golpeandose el pecho con ira. Las venas en su cuello parecian estar por estallar, su mirada relampagueaba como los truenos de la tormenta. Alli, frente a todos, Einar no temia ya. - ¡Ahora, aquel Dios Tormentoso, asustado de nosotros, se tira un pedo y se saca un Kraken del culo! ¡¿Hemos de huir?! ¡Hemos de decirle "Has ganado, te tememos"?! ¡O hemos de gritarle, en la cara "¡Da lo mejor que tengas, baja de los cielos y enfrentanos si asi lo deseas! ¡Por que somos hombres de hierro y tambien daremos lo mejor de nosotros! ¡A ver quien se va con la cola entre las patas!"! - Sus hombres lo vitorearon, sus hombres exclamaron y sus hombres remaron como si no hubiera un mañana. Probablemente no lo hubiera para ninguno. Einar solo estaba dandole tiempo a Harlaw, solo estaba dandole un escape a su enemigo para que se hiciera con la gloria. Pero sus hombres no tenian por que saberlo. Sin embargo, muy en su interior, al ver a aquellos hombres con sus miradas en llamas, con su fe inquebrantable, no podia sino sentir una pequeña flama de esperanza ardiendo. Quizas, si tenian suerte, podian salir vivos de ello.
- ¡Remen! ¡Luchen y mueran como hombres libres! - Las palabras resonaron en su cabeza y se fugaron entre sus labios. - ¡¿O acaso esperaban vivir por siempre?! -
Si tenian suerte quizas un hacha se le clavaria en un tentaculo y un trueno lo partiera en dos. Si tenian suerte quizas Drumm viera las banderas Blacktyde y dudara si asesinarlo o no, como miembro de la liga de la sal quizas tuviera suerte. Quizas, solo quizas, podrian llegar hasta Albus y darle muerte, quizas, solo quizas, Einar Blacktyde volviera a las islas no sobre una flota, sino sobre su propio Kraken.
Einar metio la mano en su bolsillo, tomo la moneda lysena y le dio un beso, volviendo a guardarla en su bolsillo.
>> Portate bien, Robin... <<
Un rugido feroz guio la carga de las tropas Blacktyde por detras de los soldados de Redwyne. Einar entro en el combate como un toro enfurecido, blandiendo su enorme hacha en una mano y su espada bastarda en la otra, inundando de sangre la cubierta de la nave del Rejo. Con sus golpes partia gente en dos mientras las manchas de sangre pronto se desvanecian por la lluvia, los truenos cortaban el cielo, iluminaban los rostros moribundos. La tripulacion, desprevenida, poco pudo hacer frente a la marea de hierro, de hachas y espadas. Pocos duro la resistencia, la brutal avanzada de Einar mato a quienes se resistieron con brutal ferocidad y enorme placer, y con poca piedad le rompio las rodillas y arrojo al mar a quienes se humillaron rogando por una vida mas larga. Pocas perdidas habian sufrido sus hombres de hierro, acostumbrados al combate marino, a diferencia de las tropas de Harlaw.
>> Caballeros... << Penso Einar al ver al grupo reducido de Harlaw, rodeandose en circulo, resistiendo. Un hombre de hierro, aun herido, se hubiera llevado a una veintena de enemigos hasta tener el cuerpo repleto de lanzas. No se hubieran rodeado en un circulo, no en el mar, no en un asalto. Solo luchar, morir sonriendo. Aun con una docena de soldados, en el mar, hubieran hecho retroceder a un centenar de marineros y se hubieran llevado al fondo del mar a otro centenar. No, ningun hombre de hierro se cerraba en circulo y se defendia alli, no en el mar, no en un barco enemigo. Pero ellos eran caballeros, ellos adoraban a los siete, adoraban a un par de dioses esperando. >> Siete dioses... Siete posibilidades de que alguno te escuche.<< Pensaba. Con un Dios siempre le habia alcanzado, un Dios Ahogado, y un Dios de la Tormenta. A ambos habia sabido reconocer, aunque no era muy religioso, si era un hijo de la tradicion.
Le lanzo una mirada a Harlaw y sus hombres. Solto un soplido y se levanto el yelmo con el hacha, dejando ver su rostro sangrante por la herida de la frente, herida que la humedad de la tormenta no dejaba cerrar. La lluvia le mojaba el rostro transpirado, se le metia por los bordes de la armadura y lo empapaba.
- Yo que tu la proxima vez me traigo hombres a la batalla, no vaya a ser que me dejes sin enemigo para Altojardin. - Sonrio y se volvio hacia sus hombres, dandole la espalda a Harlaw. Aun siendo un caballero, habia luchado bien. Aun cuando lo detestaba, Einar habia esperado que el hombre sobreviviera. Luego de aquella batalla, tenia cierto respeto por el viejo.
- Otro viejo de mierda. - Murmuro, sonriente, mientras se metia entre sus hombres que festejaban la victoria al ver las naves restantes de Redwyne huir despavoridos. Tenian que recontar naves, curar heridos, rescatar a los hombres en los barcos que se hundian. Las tropas tenian reorganizarse. Seria un trabajo para el resto del dia. No era algo de lo que los bardos cantaran demasiado, pero tenia que hacerse. Se lo debia a sus hombres.
Pero donde estaban el rugido del festejo y los truenos de la tormenta ocultaron los gritos de la Viento Gelido. Por primera vez, a Einar lo atraparon de sorpresa.
- Evander... - Dijo a su compañero, apoyandole la mano en el hombro. - Deja que festejen un poco, luego reorganiza la flota. Tenemos que buscar sobrevivientes y, de ser posible, darle casa a la flota de Redwy... -
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
- Eso no es un trueno. - Fue lo unico que Einar pudo decir, no fue lo mas inteligente, no fue la frase mas graciosas ni el comentario mas picante. Pero era verdad. Se giro bruscamente con las cejas curvadas. Observaba por encima de todos y a paso rapido avanzo hasta la proa de la nave. Todos lo siguieron, dejando los festejos, dejando de lado la separacion de las naves. Algunos caminaron, otros corrieron, pero todos llegaron a la proa como una manada de animales curiosos. El capitan del hierro tenia un horrible presentimiento sobre aquello. Algo que caminaba por su espalda con frios dedos, como el frio acariciar de una amante muerta que buscaba arrastrarlo al fondo del mar.
- ¡Que tontos! ¡Vienen a por nosotros con tres naves! - Grito un hombre de la gente de Blacktyde. Su señor ni siquiera se habia fijado quien lo habia dicho, el comentario no habia sido demasiado importante, pero no. Él sabia que no era asi, nadie hubiera avanzado asi. Entonces el grito, desde lo alto del Dragon de Mar lo hizo todo mas claro. Un trueno oculto su voz, pero habia logrado oir lo unico que importaba en aquel grito: "Drumm".
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
El cielo seguia negro, los truenos seguian iluminando el dia, las olas seguian golpeando y la lluvia seguia cayendo contra ellos. Nadie retuvo la respiracion, ningun corazon dejo de latir. Alrededor del mundo los niños seguian naciendo, los ancianos seguian muriendo y nadie, en ningun lado, se sorprendio de que, en algun lugar entre una isla y un continente, dos tentaculos gigantes nacieran del mar. Solo eran ellos, eran ellos que sentian sus cuerpos paralizados, sentian que aquella danza del Kraken hubiera durado un año entero. El tiempo se movia distinto, y nadie se movio, nadie aparto la mirada, ni lloro, ni se orino, ni se cago del miedo, nadie dejo en aquel barco de vivir. Solamente se quedaron, como idiotas, parados frente a la proa, mientras aquellos tentaculos destruian aquellos barcoluengos.
Entonces todos huyeron hacia el barco, lentamente. Algunos habian decidido resaltar lo obvio al grito de "¡Kraken!". Solo Einar se habia quedado, de pie, observando la danza de tentaculos.
>> ¿Alguna vez oiste de un Dragon volando bajo en el mar? No, los dragones son mas inteligentes que los hombres, que a pesar de todo siguen metiendose al mar sobre cascaras de nueces. Por que las lagartijas saben que hay calamares gigantes que con sus tentaculos los llevaran hasta las sombras del abismo, donde el fuego no arde, donde ni siquiera el sol se atreve a nadar. No, hijo mio. Ni siquiera los dragones se atreven donde el Kraken acecha. Si hubieramos tenido uno, nuestras rodillas nunca se hubieran manchado de barro al arrodillarnos frente a los Targaryen.<< Su padre se lo habia dicho una vez, mirando al mar. Su madre se lo habia dicho de otra forma, quizas el unico consejo que en aquel momento podia recordar de ella.
>> Como veas un Kraken, solamente no te cagues, que al Dios Ahogado no le gustara el olor con el que vas a verlo. ¿O esperas vivir para siempre? << Su padre habia sido un hombre duro, nacido del hierro y forjado en batallas. Pero aquella mujer habia sido mas dura que Harold, lo suficiente como para jamas haberse dejado someter por ningun hombre de hierro. Si aquella mujer habia estado al lado de aquel hombre, era por que ella habia elegido eso. Tenia una gran ternura, era una gran madre y una gran mujer, pero no mentia, no ocultaba la verdad ni dejaba de decir las cosas como eran para caerle bien a alguien. Aquello lo habia heredado de ella.
Sobre la cubierta, con la mano apoyada sobre la quilla de proa. Einar Blacktyde sonreia.
- ¡A los remos! ¡Huyamos mientras podamos! - Grito una voz, un navegante. Einar camino hacia él y le apoyo la mano en el hombro. Sonrio, aquella sonrisa que no era ni bella ni horrenda, aquella sonrisa de lobo, aquella sonrisa que aparecia en momentos en que nadie podia sonreir. Eso era lo que mas asustaba al mundo, alguien que sonreia frente a la muerte, no con locura, no con un deseo suicida, sino como alguien que esta por lanzar los dados frente al destino y a sonreir, salga lo que salga.
- Todos a sus puestos. - Le dijo al navegante, y pronto sus gritos comenzaron a resonar sobre la nave entre miradas confusas, entre miedo y desesperacion. Paso al lado de Evander Pyke y, sin detenerse, le lanzo una orden. - Llama a la flota, que se ordenen en formacion abierta. - No habia forma de ganarle al Kraken, Einar lo sabia. Sentia una mano apretarle el corazon mientras solo miraba el camino que caminaba, solo queria avanzar. Encontro a Harlaw junto a sus hombres, en su barco, separandose del cadaver flotante que alguna vez habia sido la nave insignia de los Redwyne. Sin abordar su nave, sin acercarse demasiado, le hubiera gustado estrecharle la mano en señal de respeto por ultima vez. Sabia que se iba a ir al fondo, pero queria saludarlo, queria darle una ultima orden como Lider de la flota.
- ¡Harlaw! - Grito a garganta viva, como si fuera lo unico que importaba. - ¡Toma las naves dañadas y las que llevan a las tropas! - Lanzo una mirada y observo que algunas ya habian comenzado a huir. El cielo resplandecio con unas flechas de fuego que cruzaban el cielo. Evander ya estaba organizando las naves que todavia no habian huido, aquellas que todavia podian luchar. - ¡Reunelas fuera de la tormenta! ¡Toma el Rejo o te hare beber mi sudor genital! ¡Que para algo les daremos tiempo de huir! ¡Si no salgo vivo, dile a Greyjoy que siempre quise tirarme a su esposa! - Solto una sonrisa, que luego se volvio una carcajada que resono entre los truenos... Luego solo sombras. La lluvia y la tormenta no amainaban, seguian enfurecidas con la bravura de su flota.
- ¿Querias morir en el mar? Nadie, jamas, tendra esta oportunidad de nuevo. - Dijo, mientras sentia la lluvia, los truenos y las olas maltratandolo. Ademas, un Kraken. Ningun otro hombre de hierro podria demostrar, jamas, algo tan valiente y estupido como lo que intentaba demostrar: Los hombres de hierro no se dejan intimidar por nada. Einar hubiera hubiera huido, hubiera hecho que su flota se retirara, que sus naves buscaran el cobijo en las Escudo, se hubiera reunido con Greyjoy y juntos hubieran acabado con el Kraken. Pero cinco barcos habia derribado Drumm, cinco barcos de su flota, sin provacion, sin razon alguna, solo para demostrar que podia sacarse un pulpo gigante del culo. Nunca perdonaba, nunca olvidaba. Era un hombre de hierro, un miembro de la liga de sal, y Drumm acababa de traicionar ambas cosas.
Sus hombres se ahogaban entre terror, entre sorpresa, sin la mas minima oportunidad de salvar la vida. Mas que nunca en su vida, Blacktyde estaba furioso y herido. Drumm habia traicionado todo en lo que siempre habia creido y no se lo iba a perdonar, aunque la vida se le fuera en ello.
Volvio al Dragon de Mar con su rostro tallado en la roca, soltaron las ultimas cuerdas de abordaje mientras el barco Redwyne era tragado por el mar.
- Evander, da la orden de que usen flechas de fuego. Ordena, ademas, que a quien alcance un tentaculo, si puede, que arroje todo el alquitran que tengan sobre el tentaculo. Vengaremos su muerte si podemos. - No le gustaba la orden, significaba condenar tanto el barco como la tripulacion. Pero era mejor que desperdiciar su sacrificio. Einar sabia que todas las naves tenian sus barriles de brea todavia llenos, no habian utilizado flecha incendiaria alguna durante el combate, asi que tendrian bastante como para hacer arder un poco a la criatura, quizas, si tenian suerte, podria hacerla retroceder por las quemaduras. Quizas tendrian una chance. - Que se quiten todos las armaduras, no nos serviran de nada frente a un pulpo gigante. - Dijo, resignado. Navegar sin armadura era una deshonra, mucho mas si se iban al fondo y debian encontrarse con el Ahogado. Pero preferia darle una chance a todos los hombres que pudieran salvarse. Si un solo hombre sobrevivia a cada nave por no llevar armadura, si uno salvaba la vida, entonces valdria la pena.
Le lanzo una mirada a Pyke, era un buen muchacho, uno que tenia su respeto. Deseaba darle alguna tierra y nombrarlo Lord cuando la guerra terminara, que tuviera su propia flota, su propio ejercito. Lo habia hecho mas que un bandido, lo habia hecho su aprendiz, esperando que lograra mas de lo que habia logrado él en vida. Pero aquello daba fin a todo lo que habia planeado para el muchacho. Eso le recordo al novato al que le habia calzado el casco. Lo busco con la mirada y lo encontro, temblando como una hoja en una tormenta, cerca del mastil principal. Camino hasta él y entendio el miedo que habia en muchas tropas, incluso en las mas veteranas. Solo que la mayoria lo ocultaba mejor.
- Vaya bautismo has tenido ¿eh?. - Dijo, mientras le quitaba las correas de la armadura con el cuidado de un padre. - La primera batalla que tuve en el mar tenia trece años. Estaba como grumete para uno de los capitanes de mi padre. Abordamos un barco de guerra que se habia disfrazado de mercante para atraer piratas, eran unos bravoosis muy valientes, pero ninguno vestia hierro en el mar. Nosotros si. Cuando nos acercamos, salieron al encuentro de nuestros hombres, me golpearon con un espada en la cabeza, solo sobrevivi por que tenia un buen yelmo, e igual me hicieron un enorme daño. Creo que quede idiota y por eso vamos a por el Kraken. Lo importante es que mi bautismo fue una lucha donde solo mate a un hombre y luego me dejaron tumbado. Como ves, a todos nos pasa de arruinarla la primera vez. Solo trata de sobrevivir. - Dijo, sonriendole mientras le quitaba la armadura. Habia mentido, su bautismo habia sido a los trece años, contra un barco Bravoosi de guerra, habia matado seis hombres aquella vez y desde entonces lo llamaban Marearroja, por la cantidad de sangre que caia de su cuerpo al terminar la batalla. Se habia vuelto loco, habia golpeado con un hacha de mano la mayoria de sus victimas hasta que se habian vuelto masas gelatinosas de carne. Asi habia sido hasta que su temperamento se habia calmado, pero lo que menos necesitaba aquel muchacho era que lo hicieran sentir peor.
Einar se volvio hacia Evander, de nuevo, quien ya habia lanzado las ordenes y organizado la flota. La mayoria de las naves ya estaban en posicion y seguian pasandose las ordenes a puro grito. Comenzo a quitarse la armadura, sin ayuda, mientras le dedicaba unas palabras a su compañero de aventuras.
- Si quieres puedes irte, Evander. Nadie te recriminaria nada, todos estariamos muertos, a decir verdad. - Se quito los guanteletes y los arrojo a un lado. La mayoria de sus hombres hacian lo mismo, quedando solo con el cuero endurecido y las ropas tachonadas, nada que impidiera que nadaran si se hundian. Einar se quito las botas y la coraza de cuero. Acto seguido comenzo a aflojar las tiras de cuero que ajustaban su armadura de hierro anillado. - Sino, ya sabes... Has de hacer lo que siempre hiciste cuando el enemigo era mas fuerte que nosotros. No vamos a salir vivos de esta, pero al menos nos recordaran siempre por nuestra valentia, nuestro arrojo y nuestra estupides. - Con el torso desnudo, lleno de horribles cicatricez que curtian su piel como cualquier armadura. Einar fue hacia la proa, de nuevo, y observo a todos sus hombres. Eran muchos, la mayoria veteranos, la mayoria atemorizados, como él. Tenia mucho miedo, sabia que moriria, pero la muerte para los hombres de hierro era algo distinto que para los continentales. Era algo que se respetaba, algo menos importante. La aceptaban, la abrazaban, incluso todos morian alguna vez ahogados para renacer, para ser benditos. Sus hombres lo miraban, en la cubierta, de pie. Con la mirada espectral sin demostrar el miedo que sentia frente a la bestia que les acosaba, como una sombra que los truenos dibujaban en la tormenta, Einar se mostraba tan temible como el Kraken.
- ¡Lo que esta muerto no puede morir! - Grito Einar con puño cerrado en lo alto.
- ¡Sino que se alza de nuevo, mas duro, mas fuerte! - Resono al unisono la tripulacion mientras golpeaban sus espadas contra sus escudos. El pecho de Einar se inflo de orgullo al ver a sus hombres. Espero que sus hombres se calmaran para proseguir.
- ¡Nos han golpeado! ¡Nos han humillado! ¡Nos han escupido, pisoteado y deshonrado! ¡Nuestras islas han sido violadas y nuestra historia ignorada! ¡Nunca mas un hombre de hierro ha de apoyar la rodilla en el suelo por que un hombre con una criatura mas grande y fuerte se ha mostrado frente a nuestras velas esperando que lloremos y roguemos por nuestras vidas! ¡Nunca mas un dragon nos hara doblegar! ¡Nunca mas un Kraken nos atemorizara! ¡Somos hombres libres, no nos arrodillamos ante nadie! ¡El Dios de la Tormenta nos ha lanzado lo mejor que tenia esperando que cayeramos! ¡Y no lo hemos hecho! - Grito golpeandose el pecho con ira. Las venas en su cuello parecian estar por estallar, su mirada relampagueaba como los truenos de la tormenta. Alli, frente a todos, Einar no temia ya. - ¡Ahora, aquel Dios Tormentoso, asustado de nosotros, se tira un pedo y se saca un Kraken del culo! ¡¿Hemos de huir?! ¡Hemos de decirle "Has ganado, te tememos"?! ¡O hemos de gritarle, en la cara "¡Da lo mejor que tengas, baja de los cielos y enfrentanos si asi lo deseas! ¡Por que somos hombres de hierro y tambien daremos lo mejor de nosotros! ¡A ver quien se va con la cola entre las patas!"! - Sus hombres lo vitorearon, sus hombres exclamaron y sus hombres remaron como si no hubiera un mañana. Probablemente no lo hubiera para ninguno. Einar solo estaba dandole tiempo a Harlaw, solo estaba dandole un escape a su enemigo para que se hiciera con la gloria. Pero sus hombres no tenian por que saberlo. Sin embargo, muy en su interior, al ver a aquellos hombres con sus miradas en llamas, con su fe inquebrantable, no podia sino sentir una pequeña flama de esperanza ardiendo. Quizas, si tenian suerte, podian salir vivos de ello.
- ¡Remen! ¡Luchen y mueran como hombres libres! - Las palabras resonaron en su cabeza y se fugaron entre sus labios. - ¡¿O acaso esperaban vivir por siempre?! -
Si tenian suerte quizas un hacha se le clavaria en un tentaculo y un trueno lo partiera en dos. Si tenian suerte quizas Drumm viera las banderas Blacktyde y dudara si asesinarlo o no, como miembro de la liga de la sal quizas tuviera suerte. Quizas, solo quizas, podrian llegar hasta Albus y darle muerte, quizas, solo quizas, Einar Blacktyde volviera a las islas no sobre una flota, sino sobre su propio Kraken.
Einar metio la mano en su bolsillo, tomo la moneda lysena y le dio un beso, volviendo a guardarla en su bolsillo.
>> Portate bien, Robin... <<
Einar Blacktyde- Casa vasalla
Re: El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
Risas o el zumbido de mis flechas eso era todo lo que oirían aquellos que se pararan frente a mi.
Amo esto, más que a cualquier otra mujer que en mi corta vida he tenido, más que cualquier placer que pueda traer la paz, amo la batalla, ese ardor en la sangre mientras la sangre bombea y la cabeza se apaga dando lugar a los instintos verdaderos, el deseo de sobrevivir sin importar que, ese punto glorioso donde solo importa si matas o mueres y realmente no importa si mueres, no importa el honor, ni el "código" del guerrero>¿Que es un golpe bajo?< solo importa disfrutar la batalla, reír cuando atraviesas a aquel que deseaba tu sangre y verlo morir, clavar tu mirada en la suya y ver aquella luz que en sus ojos se apaga.
Explosiones de carmesí, ríos y charcos que la lluvia no lograba lavar del todo, la sangre corría entre gritos de victoria y de dolor, toda muerte es gloriosa, todas menos las de los cobardes, ellos no merecen ver la belleza de la guerra, por eso no verán nunca más. Lamentaran todo su vida vivir en las tinieblas mientras caminan ciegos.
Más grandes, más pequeños, gordos, delgados, fuertes, débiles, no importa como sean, ni quien sean, bastardos o lords todos tenemos un punto débil, todos tenemos nuestro propio error que explotar, detalles de nuestras personas que nos llevan a la muerte o a la gloria si logramos resolver nuestros errores para llegar a la perfección.
Sonreí mientras miraba a Einar eliminar el ultimo hombre y lo hice por que sabia que en este momento yo podría acercarme y atravesar su espalda de lado a lado con mi espada o licuarle los pensamientos con una flecha, pero no lo haría, no lo haría por que de esa forma no demostraría ser mejor que el, lo mataría bajo la luz del sol... Pero no en lo pronto, aun me cae bien. Por lo menos sabe dar una orden y eso es más de lo que puedo decir de todos los lords gordos que vimos en el continente.
Marcas en el hueso, pequeñas marcas en mi arma favorita, cada marca era un pobre diablo que ahora se presentaba frente al ahogado marcado con una flecha roja y negra que le atravesaba el cuerpo, en el fondo del negro mar saben muy bien cuantos infelices les he mandado. Marcaba el hueso con una sonrisa mientras todos se preocupaban por sentirse felices por esta victoria vacía y sin importancia.
Levante la mirada al oso que que nos comandaba, de cerca no parecía tan fácil matarlo, reí un poco para luego volver a mi arco, la ultima marca, el ultimo pequeño punto para un hermoso total de doscientos tres.
>Espero que todos ustedes se acuerden de quien los mando al fondo, perdedores<
"Dejanos embriagarnos primero" Eso es lo que hubiera dicho antes de que el bramido llegara a mi, decir que sabia de que mierda se trataba seria mentir y por defecto todo el mundo lo hubiera creído, pero eso no significaba que debajo de esa mascara fría y mi mirada serena hubiera una sola certeza. Barcos de velas rojas, barcos con una mano huesuda en la vela, como amenazas de lo que eran capaces, amenazas para niños si me preguntan a mi. Estaban casi al doble del tiro de flecha, ni siquiera era una distancia considerable, como es que no los habíamos visto antes?
Maldigo a los dioses que protegen a estos perdedores, tormentas y ahora barcos fantasma!.
Otro bramido, me hizo apartar la vista para mirar a mis compañeros, todos parecían borregos asustados ante lo que pasaba, griterío que llegaba de los barcos más cercanos al trió.
Einar tenia el semblante serio siempre lo tenia cuando algo le preocupaba, yo sonreía en contraste, era muy gracioso ver a aquellos piratas quedarse callados ante algunos barcos, de ser por mi podían ser mil! aun así, yo sonreiría, esperándolos calmado con mi arco en la mano, después de todo tengo la mejor vista del océano y nunca fallo al disparar, esta seria toda una victoria más para la casa, nada de lo que estar orgulloso o emocionado.
"Drumm" llegue a escuchar y en mi cabeza solo se pudo dibujar esa mano huesuda, supongo que la gente sin fuerzas necesita usar un escudo que asuste.
Mentiría de decir que no estuve cerca de replantearme mi "una victoria más para la casa" cuando vi esos enorme brazos reventar barco tras barco. Pero algo más nació en mi interior. Deseo.
Sin siquiera notarlo o saber que pasaba mis dedos golpeteaban la baranda impacientes, un ligero hormigueo me recorrió el cuerpo, mi mirada obsesionada con aquella imagen y una sonrisa marcada que mostraba mis deseos de tener la oportunidad de enfrentarme a aquello, nunca había visto algo igual tanto poder en un solo ser.
>La oportunidad de ver quien la tiene más larga<
Todos comenzaron a ordenarse, Einar siempre fue bueno en eso, en poner orden cuando todos corrían como idiotas, íbamos a hacerlo, íbamos a lanzarnos por el púlpito y de una manera u otra vengar a nuestros compañeros. Las ordenes no tardaron en llegarme, fuego, eso era todo lo importante quemar esa cosa.
Corrí por la brea en la que bañar mis flechas, seria divertido, una noche de fogatas en el mar!
Acaricie a mi arco, me había dicho darle un nombre luego de matar doscientos cincuenta hombres con el, pero parecía que podría terminar siendo un arco anónimo más.
>Tiburón, ese seria un buen nombre para el asesino de un Kraken<
Subí tan alto como pude, hasta el lugar del vigía, subí hasta ahí solo con mi arco y tres flechas bañadas en negro combustible,
Actué con cierta mecánica instintiva en mi y tres flechas cual bengalas buscaron llegar a las nubes, tres flechas de fuego disparadas que disparadas al cielo traían la atención de la flota.
-- Perros! Vamos a por el Kraken con el pecho desnudo! – Grite tan fuerte como todo mi pulmón me dejo, guiado por el orgullo de estar en esta campaña y el deseo de mostrarle el miembro a cual sea el dios que nos puso este bicharraco en el camino, reí con fuerza antes de seguir, juraría que esa risa pudo oírse en todo el océano – Saquen la brea, bañenlo en flechas y negro almíbar, lo quiero ardiendo y atravesado por cada hierro que tengan! – Mis pulmones se inflaban y desinflaban violentamente soltando gritos que se pensarían sacados del infierno, gritos que estaban al borde de destruir mis propias cuerdas vocales de esforzarlas un poco más, pero la tormenta rugía, yo tenia que rugir más fuerte, tenia que hacer callar a los dioses – lo quiero cocinado, no termino medio, lo quiero bastante quemado, me entienden – agregue y levante la antorcha del vigía sacudiéndola de un lado al otro, “Fuego, fuego, fuego”.
Mire a mi lado al vigía que me tendía la mano y la tome con la propia estrechándola con fuerza, todos moriríamos hoy, eso lo sabíamos, pero no nos iríamos así como así, no nos iríamos sin llevarnos a esa cosa con nosotros.
– Y no se preocupen por no usar armadura, niñas! Yo pago los tragos cuando estemos en el fondo! – volví a vociferar con fuerza para soltar una risa potente y luego bajar por las cuerdas hasta llegar con Einar.
Caminaba hacia el removiendome la poca armadura que tenia, si iba a luchar en el mar contra un pulpo que podía aplastarme como a una hormiga al menos quería poder flotar mientras lo hacia.
– Viejo, la orden ya esta dada – reí un poco emocionado para luego quedarme viéndolo levantando una ceja y pensando que me tomaba el pelo, en serio pensaba que yo huiría de la muerte más noble y única que podría tener?.
– Creo que me confundes con alguna de las señoritas que llevas a la cama – mencione sonriendo de medio lado – aun cuando ellas se asustan al ver tu anguila yo creo que sera muy divertido verla comerse al Kraken, no me decepciones! – comencé a reír al igual que todos quienes oyeron mi pequeño chiste.
Lo mire divertido mientras ponía el arco en mi hombro listo para marchar a nado si era necesario contra ese púlpito. Einar aveces sabe que es lo que tiene que decir...
– Ya lo se, ataca al maestro no al títere – reí con fuerza – aun así voy a probar suerte con ese monstruo, quiero matarlo y poner su cabeza frente a Rejo para que todos supieran que ni una bestia marina podría detenerme.
Un trueno rugió y yo le di la espalda al capitan caminado hacia el monstruo, una flecha para medir mis chances, era todo lo que quería.
Me apoye en la baranda mirando a la bestia, mirando más allá de la bestia a la mano huesuda en la vela, >una amenaza vacía<.
Tome una flecha con calma y tranquilidad, alienando todo lo que pasaba a mi alrededor, tenia que disparar una flecha y eso era todo un ritual, a la punta la bañe calmado en brea y le ate algo de tela de mi propia camisa para que ardiera más y más brillante.
Estire mi brazo izquierdo sosteniendo el arco, mi brazo recto como una viga, tenso, no podía dejar que se torciera por nada del mundo.
Acomode la flecha con cuidado, como quien acomoda a un hijo en una cuna,la encedi tranquilo y apunte tranquilo, la llama era un mundo, un mundo que yo liberaría sobre las velas rojas.
Calcule la distancia, la tormenta no me dejaba ver bien, no estaban muy lejos, el emblema era demasiado visible para considerar que estuvieran a una gran distancia.
Apunte al cielo para ajustar la distancia, para pelear a las gotas que golpearían la flecha.
Mi brazo izquierdo tenso, mi mano derecha en mi oreja, mi cuerpo algo inclinado hacia atrás, una pierna atrás algo doblada, otra adelante y recta.
Mi respiración se fue pausando, mi mente se fue enfocando y eliminando todo lo que era ajeno al tiro, considere el viento, la distancia, las olas que nos mecían, hice cada ajuste con serenidad, todo estaba listo, sonreí, solté la flecha. Ciento cincuenta metros, eso era todo lo que recorrería.
Amo esto, más que a cualquier otra mujer que en mi corta vida he tenido, más que cualquier placer que pueda traer la paz, amo la batalla, ese ardor en la sangre mientras la sangre bombea y la cabeza se apaga dando lugar a los instintos verdaderos, el deseo de sobrevivir sin importar que, ese punto glorioso donde solo importa si matas o mueres y realmente no importa si mueres, no importa el honor, ni el "código" del guerrero>¿Que es un golpe bajo?< solo importa disfrutar la batalla, reír cuando atraviesas a aquel que deseaba tu sangre y verlo morir, clavar tu mirada en la suya y ver aquella luz que en sus ojos se apaga.
Explosiones de carmesí, ríos y charcos que la lluvia no lograba lavar del todo, la sangre corría entre gritos de victoria y de dolor, toda muerte es gloriosa, todas menos las de los cobardes, ellos no merecen ver la belleza de la guerra, por eso no verán nunca más. Lamentaran todo su vida vivir en las tinieblas mientras caminan ciegos.
Más grandes, más pequeños, gordos, delgados, fuertes, débiles, no importa como sean, ni quien sean, bastardos o lords todos tenemos un punto débil, todos tenemos nuestro propio error que explotar, detalles de nuestras personas que nos llevan a la muerte o a la gloria si logramos resolver nuestros errores para llegar a la perfección.
Sonreí mientras miraba a Einar eliminar el ultimo hombre y lo hice por que sabia que en este momento yo podría acercarme y atravesar su espalda de lado a lado con mi espada o licuarle los pensamientos con una flecha, pero no lo haría, no lo haría por que de esa forma no demostraría ser mejor que el, lo mataría bajo la luz del sol... Pero no en lo pronto, aun me cae bien. Por lo menos sabe dar una orden y eso es más de lo que puedo decir de todos los lords gordos que vimos en el continente.
Marcas en el hueso, pequeñas marcas en mi arma favorita, cada marca era un pobre diablo que ahora se presentaba frente al ahogado marcado con una flecha roja y negra que le atravesaba el cuerpo, en el fondo del negro mar saben muy bien cuantos infelices les he mandado. Marcaba el hueso con una sonrisa mientras todos se preocupaban por sentirse felices por esta victoria vacía y sin importancia.
Levante la mirada al oso que que nos comandaba, de cerca no parecía tan fácil matarlo, reí un poco para luego volver a mi arco, la ultima marca, el ultimo pequeño punto para un hermoso total de doscientos tres.
>Espero que todos ustedes se acuerden de quien los mando al fondo, perdedores<
"Dejanos embriagarnos primero" Eso es lo que hubiera dicho antes de que el bramido llegara a mi, decir que sabia de que mierda se trataba seria mentir y por defecto todo el mundo lo hubiera creído, pero eso no significaba que debajo de esa mascara fría y mi mirada serena hubiera una sola certeza. Barcos de velas rojas, barcos con una mano huesuda en la vela, como amenazas de lo que eran capaces, amenazas para niños si me preguntan a mi. Estaban casi al doble del tiro de flecha, ni siquiera era una distancia considerable, como es que no los habíamos visto antes?
Maldigo a los dioses que protegen a estos perdedores, tormentas y ahora barcos fantasma!.
Otro bramido, me hizo apartar la vista para mirar a mis compañeros, todos parecían borregos asustados ante lo que pasaba, griterío que llegaba de los barcos más cercanos al trió.
Einar tenia el semblante serio siempre lo tenia cuando algo le preocupaba, yo sonreía en contraste, era muy gracioso ver a aquellos piratas quedarse callados ante algunos barcos, de ser por mi podían ser mil! aun así, yo sonreiría, esperándolos calmado con mi arco en la mano, después de todo tengo la mejor vista del océano y nunca fallo al disparar, esta seria toda una victoria más para la casa, nada de lo que estar orgulloso o emocionado.
"Drumm" llegue a escuchar y en mi cabeza solo se pudo dibujar esa mano huesuda, supongo que la gente sin fuerzas necesita usar un escudo que asuste.
Mentiría de decir que no estuve cerca de replantearme mi "una victoria más para la casa" cuando vi esos enorme brazos reventar barco tras barco. Pero algo más nació en mi interior. Deseo.
Sin siquiera notarlo o saber que pasaba mis dedos golpeteaban la baranda impacientes, un ligero hormigueo me recorrió el cuerpo, mi mirada obsesionada con aquella imagen y una sonrisa marcada que mostraba mis deseos de tener la oportunidad de enfrentarme a aquello, nunca había visto algo igual tanto poder en un solo ser.
>La oportunidad de ver quien la tiene más larga<
Todos comenzaron a ordenarse, Einar siempre fue bueno en eso, en poner orden cuando todos corrían como idiotas, íbamos a hacerlo, íbamos a lanzarnos por el púlpito y de una manera u otra vengar a nuestros compañeros. Las ordenes no tardaron en llegarme, fuego, eso era todo lo importante quemar esa cosa.
Corrí por la brea en la que bañar mis flechas, seria divertido, una noche de fogatas en el mar!
Acaricie a mi arco, me había dicho darle un nombre luego de matar doscientos cincuenta hombres con el, pero parecía que podría terminar siendo un arco anónimo más.
>Tiburón, ese seria un buen nombre para el asesino de un Kraken<
Subí tan alto como pude, hasta el lugar del vigía, subí hasta ahí solo con mi arco y tres flechas bañadas en negro combustible,
Actué con cierta mecánica instintiva en mi y tres flechas cual bengalas buscaron llegar a las nubes, tres flechas de fuego disparadas que disparadas al cielo traían la atención de la flota.
-- Perros! Vamos a por el Kraken con el pecho desnudo! – Grite tan fuerte como todo mi pulmón me dejo, guiado por el orgullo de estar en esta campaña y el deseo de mostrarle el miembro a cual sea el dios que nos puso este bicharraco en el camino, reí con fuerza antes de seguir, juraría que esa risa pudo oírse en todo el océano – Saquen la brea, bañenlo en flechas y negro almíbar, lo quiero ardiendo y atravesado por cada hierro que tengan! – Mis pulmones se inflaban y desinflaban violentamente soltando gritos que se pensarían sacados del infierno, gritos que estaban al borde de destruir mis propias cuerdas vocales de esforzarlas un poco más, pero la tormenta rugía, yo tenia que rugir más fuerte, tenia que hacer callar a los dioses – lo quiero cocinado, no termino medio, lo quiero bastante quemado, me entienden – agregue y levante la antorcha del vigía sacudiéndola de un lado al otro, “Fuego, fuego, fuego”.
Mire a mi lado al vigía que me tendía la mano y la tome con la propia estrechándola con fuerza, todos moriríamos hoy, eso lo sabíamos, pero no nos iríamos así como así, no nos iríamos sin llevarnos a esa cosa con nosotros.
– Y no se preocupen por no usar armadura, niñas! Yo pago los tragos cuando estemos en el fondo! – volví a vociferar con fuerza para soltar una risa potente y luego bajar por las cuerdas hasta llegar con Einar.
Caminaba hacia el removiendome la poca armadura que tenia, si iba a luchar en el mar contra un pulpo que podía aplastarme como a una hormiga al menos quería poder flotar mientras lo hacia.
– Viejo, la orden ya esta dada – reí un poco emocionado para luego quedarme viéndolo levantando una ceja y pensando que me tomaba el pelo, en serio pensaba que yo huiría de la muerte más noble y única que podría tener?.
– Creo que me confundes con alguna de las señoritas que llevas a la cama – mencione sonriendo de medio lado – aun cuando ellas se asustan al ver tu anguila yo creo que sera muy divertido verla comerse al Kraken, no me decepciones! – comencé a reír al igual que todos quienes oyeron mi pequeño chiste.
Lo mire divertido mientras ponía el arco en mi hombro listo para marchar a nado si era necesario contra ese púlpito. Einar aveces sabe que es lo que tiene que decir...
– Ya lo se, ataca al maestro no al títere – reí con fuerza – aun así voy a probar suerte con ese monstruo, quiero matarlo y poner su cabeza frente a Rejo para que todos supieran que ni una bestia marina podría detenerme.
Un trueno rugió y yo le di la espalda al capitan caminado hacia el monstruo, una flecha para medir mis chances, era todo lo que quería.
Me apoye en la baranda mirando a la bestia, mirando más allá de la bestia a la mano huesuda en la vela, >una amenaza vacía<.
Tome una flecha con calma y tranquilidad, alienando todo lo que pasaba a mi alrededor, tenia que disparar una flecha y eso era todo un ritual, a la punta la bañe calmado en brea y le ate algo de tela de mi propia camisa para que ardiera más y más brillante.
Estire mi brazo izquierdo sosteniendo el arco, mi brazo recto como una viga, tenso, no podía dejar que se torciera por nada del mundo.
Acomode la flecha con cuidado, como quien acomoda a un hijo en una cuna,la encedi tranquilo y apunte tranquilo, la llama era un mundo, un mundo que yo liberaría sobre las velas rojas.
Calcule la distancia, la tormenta no me dejaba ver bien, no estaban muy lejos, el emblema era demasiado visible para considerar que estuvieran a una gran distancia.
Apunte al cielo para ajustar la distancia, para pelear a las gotas que golpearían la flecha.
Mi brazo izquierdo tenso, mi mano derecha en mi oreja, mi cuerpo algo inclinado hacia atrás, una pierna atrás algo doblada, otra adelante y recta.
Mi respiración se fue pausando, mi mente se fue enfocando y eliminando todo lo que era ajeno al tiro, considere el viento, la distancia, las olas que nos mecían, hice cada ajuste con serenidad, todo estaba listo, sonreí, solté la flecha. Ciento cincuenta metros, eso era todo lo que recorrería.
Evander Pyke- Otros
Re: El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
Tras soportar desde el inicio hasta el final de la batalla luchando en el corazón del enemigo Victarion se encontraba cansado. Para colmo Einar Blacktyde llegaba tarde, la tormenta les había impedido ejecutar bien la estrategia y encima Marearroja le provocaba. Sus hombres decía... habían sido escupidos por el mar en total desorden, perdían barcos antes de llegar... lo que había hecho era lo único que había podido hacer y eso le cabreaba aún más. -Maldito prepotente.- Fue todo lo que pudo decir. Buenos hombres, mala suerte. El azar de los dados de los dioses había probado su capacidad de sacrificio, pero nada más. El potencial del ejército de Harlaw se veía reducido sin poder siquiera mostrarlo, eso no le cabreaba, sino que directamente su rostro, más propio de un animal que de una persona con sangre e iracundos ojos asustaba al propio cabreo.
La batalla había terminado y el enemigo huía, Harlaw tenía dos cosas en la boca, restos de sangre y un sabor jodidamente amargo. Euron Pyke acercó el Caballero de Mar a la nave insignia enemiga y los recogieron, veinte y tres caballeros, heridos la mayoría, dejaron un enorme cascaron que se hundía con doscientas almas muertas a bordo. En cuanto puso un pie en su nave se dirigió a Huge Tomabanderas. -Alzad el pabellón de reunión, quiero ver a todos nuestros barcos aquí. Después de la batalla comenzaba la tarea que más se destilaba en la guerra y la que menos aparecía en los libros. Retirar cuerpos, sanar a los heridos, rescatar del agua a los isleños que aún no se habían comido los tiburones... Victarion andaba de un lado para otro del barco dando instrucciones y recibiendo malas noticias. -Hemos perdido más de mil hombres, mi señor.- "Mierda" Continuó hasta la baranda de babor y sujetó a Jim Orejas mientras le amputaban una pierna -Hemos perdido más de treinta barcos, capitán.- "Mierda" Bufó y tras dar un par de órdenes bajó a la bodega, cogió dos botellas de ron y les fue dando un trago y un pescozón a los heridos. -Victarion, Veinte navíos necesitan reparaciones, dos más están inservibles.- "Mierda" Todo se complicaba, pero sin amenaza hostil delante ahora tenían todo el día para reponerse.
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
-Mierda.- Cansado y con un humor de perros supo lo que iba a pasar, o actuaba rápido o perdería aquello sin lo cual no se iría, El Rejo. salió corriendo como alma que lleva el desconocido hacia el oficial de banderas. -¡AL OESTE! ¡¡QUE HUYAN HACIA EL OESTE!!-. De nuevo otra carrera y se plantó en el timón, aquello no era un ejército, si siquiera un ejército divino, era algo peor. El miedo le invadió, no por él, sino por el centenar de barcos que aún les restaban. Viró la nave en redondo justo para ver como la de Blacktyde pasaba junto a ellos en dirección opuesta. "Puto loco, va a pelear" El comandante de la flota del hierro daba una última orden, aquel hombre cargado de chulería e ironía era un ejemplo para las Islas del Hierro. Si el kraken prestaba su atención a Blacktyde, aunque fuera cinco minutos contaría con el tiempo suficiente para sacar a las naves de allí y dirigirlas hacia el oeste. La tormenta que tanto les había costado se alejaba hacia el continente dejando hacia el mar poniente una estela de niebla y densa bruma en suspensión. Aquella era la única dirección posible.
Cuando cruzó su mirada con Einar le asintió, si él iba a sacrificarse de aquella manera, Victarion no podía dar ni un solo paso atrás, tenía que conquistar aquel maldito y etílico terruño. -¡No desperdicies tu vida Blacktyde, cuando el monstruo os hunda tratad de llegar al Rejo, iré a por vosotros y tomaremos esa isla!¡Mantente vivo, aún tengo que matarte! Cuatro de cada diez barcos que restaban, aquellos que no contenían tropas embarcadas, formaban lenta pero diligentemente a las bandas del Dromón de su capitán. Harlaw dejó atrás a Blacktyde y desplegó todas las velas para ponerse a la cabeza de los seis de cada diez que restaban. Cuando el "Caballero del Mar" estuvo en punta de la extensa formación de naves que huían hizo algo que no hacía desde muchos años atrás. Se desenganchó las hombreras de la armadura, los muslares y otras piezas que le impedían máxima movilidad de escalada y se encaramó a la toldilla del palo mayor. Ascendió hasta que estuvo en lo alto, con una bandera enganchada al cinto y su mandoble a la espalda. En el punto más alto del palo mayor se hacía ver frente a la gran mayoría de barcos huidos que a pesar de sus órdenes no mantenían rumbo oeste, sino que se alejaban del Rejo hacia el norte.
Con una mano asiendo una cuerda fija comenzó a desplegar una bandera con un significado muy claro.
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La hoz plata sobre fondo negro era el símbolo de la casa Harlaw. Cuando Lord Harlaw desplegaba una bandera con la hoz sujetada por el desconocido... aquello significaba que todo barco que no siguiera sus órdenes sería considerado enemigo y hostil. Con las intenciones ondeando al viento Victarion Harlaw veía la formación de Einar Blacktyde que iba directa a por el Kraken, un par de millas más allá. Desenvainó el mandoble y con el rostro fruncido, enojado y agresivo se reventó los pulmones para recordarles a los hombres del hierro de que metal estaban hechos.
-¡HACIA EL OESTE!¡HACIA EL OESTE!¡¡VUESTROS HERMANOS VAN A LUCHAR PARA DARNOS UNA OPORTUNIDAD!¡¡¡CAMBIAD EL RUMBO BASTARDOS!!!¡¡¡UN KRAKEN PUEDE ENCONTRAROS EN EL MAR, YO OS DESPELLEJARÉ ALLÍ DONDE VAYÁIS POR TRAICIÓN, OS SACARÉ LAS ENTRAÑAS Y NO QUEDARÁ NADA PARA EL MALDITO CALAMAR Y EL ASQUEROSO DE SU DUEÑO!!!........
El caballero del Mar y otros barcos de Harlaw volvieron a preparar los escorpiones y los carcajs se volvieron a llenar de flechas. No iba a abandonar la campaña, no estando tan cerca y menos con Blacktyde entreteniendo al Kraken. La inmensa mayoría de aquellos hombres y barcos habían jurado servirle, había entrenado con ellos y había sangrado y matado desde hacía años. La determinación del de Harlaw era inquebrantable, o ponían rumbo al oeste para reagruparse y asaltar el Rejo o no tendrían que escapar de un Kraken, tendrían que escapar de él. No obstante, llevar caballeros en la mayoría de barcos facilitaba el trabajo. Los guardias negros de Victarion habían jurado obedecer a su señor y habían implementado lealtad colectiva en las tropas. No les ordenaba que se enfrentaran a un calamar gigante, les ordenaba que huyeran de él. Si se aventuraban hacia el norte el Kraken les daría caza antes de llegar a las escudo, por azar del destino la isla de sus enemigos era el sitio más seguro que había para escapar del kraken.
-¡HACIA EL OESTE, MATARÉ A TODO TRAIDOR ! ¡VUESTROS HERMANOS VAN A MORIR POR VOSOTROS, NO LOS DEJARÉ CAER POR NADA!¡¡PARA IR AL NORTE TENDRÉIS QUE PASAR POR ENCIMA DE MI CADÁVER Y TARDO MUCHO EN MORIR HIJOS DE PUTA!................. ¡¡¡¡¡NI UN PASO ATRÁS!!!!!!!-
El liderazgo y el control de los hombres dependía de su formación, experiencia, armas y armaduras... pero cuando todo aquello fallaba sólo una cosa podía atar a los hombres bajo el guante de acero de un Lord, el miedo. Allí, de pie en lo alto, contemplaba cada bandera y a cada capitán y ellos sabían que lo hacía. Por supuesto en la paz y en la guerra cada uno escoge a quién servir, pero aquellos hombres habían jurado servir hasta el final, así que si escapaban sería él quién les diera su final. Les sacaría las entrañas a los capitanes uno a uno, les colgaría de sus propios intestinos en las jarcias. Los barcos adelantados de Diez Torres se situaron en paralelo, forzando al resto a tomar rumbo oeste o chocar con ellos. Victarion Harlaw había trabajado la disciplina y la dureza desde que era pequeño... Su símbolo era el terror, aquel que sufrirían quienes le traicionaran y sus familias. Las esposas e hijos de los hombres de su ejército y de sus barcos estaban en la isla que él gobernaba así que no le hacía falta más que un cuervo para que ellos fenecieran mientras él masacraba sus propios hombres. Permaneció allí unos instantes medio afónico, si no le obedecían para cuando el Kraken llegase no iba a haber allí más que unas pocas ínfulas de cobardía, un poco de valiente acero Valyrio y más de diez mil hermanos matándose entre sí. Eso u obedecían, Victarion Harlaw era un lord tan compasivo que dejaba que huyeran si querían, claro que pasando por encima de sus dedos fríos y muertos sujetando su arma.
La batalla había terminado y el enemigo huía, Harlaw tenía dos cosas en la boca, restos de sangre y un sabor jodidamente amargo. Euron Pyke acercó el Caballero de Mar a la nave insignia enemiga y los recogieron, veinte y tres caballeros, heridos la mayoría, dejaron un enorme cascaron que se hundía con doscientas almas muertas a bordo. En cuanto puso un pie en su nave se dirigió a Huge Tomabanderas. -Alzad el pabellón de reunión, quiero ver a todos nuestros barcos aquí. Después de la batalla comenzaba la tarea que más se destilaba en la guerra y la que menos aparecía en los libros. Retirar cuerpos, sanar a los heridos, rescatar del agua a los isleños que aún no se habían comido los tiburones... Victarion andaba de un lado para otro del barco dando instrucciones y recibiendo malas noticias. -Hemos perdido más de mil hombres, mi señor.- "Mierda" Continuó hasta la baranda de babor y sujetó a Jim Orejas mientras le amputaban una pierna -Hemos perdido más de treinta barcos, capitán.- "Mierda" Bufó y tras dar un par de órdenes bajó a la bodega, cogió dos botellas de ron y les fue dando un trago y un pescozón a los heridos. -Victarion, Veinte navíos necesitan reparaciones, dos más están inservibles.- "Mierda" Todo se complicaba, pero sin amenaza hostil delante ahora tenían todo el día para reponerse.
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
-Mierda.- Cansado y con un humor de perros supo lo que iba a pasar, o actuaba rápido o perdería aquello sin lo cual no se iría, El Rejo. salió corriendo como alma que lleva el desconocido hacia el oficial de banderas. -¡AL OESTE! ¡¡QUE HUYAN HACIA EL OESTE!!-. De nuevo otra carrera y se plantó en el timón, aquello no era un ejército, si siquiera un ejército divino, era algo peor. El miedo le invadió, no por él, sino por el centenar de barcos que aún les restaban. Viró la nave en redondo justo para ver como la de Blacktyde pasaba junto a ellos en dirección opuesta. "Puto loco, va a pelear" El comandante de la flota del hierro daba una última orden, aquel hombre cargado de chulería e ironía era un ejemplo para las Islas del Hierro. Si el kraken prestaba su atención a Blacktyde, aunque fuera cinco minutos contaría con el tiempo suficiente para sacar a las naves de allí y dirigirlas hacia el oeste. La tormenta que tanto les había costado se alejaba hacia el continente dejando hacia el mar poniente una estela de niebla y densa bruma en suspensión. Aquella era la única dirección posible.
Cuando cruzó su mirada con Einar le asintió, si él iba a sacrificarse de aquella manera, Victarion no podía dar ni un solo paso atrás, tenía que conquistar aquel maldito y etílico terruño. -¡No desperdicies tu vida Blacktyde, cuando el monstruo os hunda tratad de llegar al Rejo, iré a por vosotros y tomaremos esa isla!¡Mantente vivo, aún tengo que matarte! Cuatro de cada diez barcos que restaban, aquellos que no contenían tropas embarcadas, formaban lenta pero diligentemente a las bandas del Dromón de su capitán. Harlaw dejó atrás a Blacktyde y desplegó todas las velas para ponerse a la cabeza de los seis de cada diez que restaban. Cuando el "Caballero del Mar" estuvo en punta de la extensa formación de naves que huían hizo algo que no hacía desde muchos años atrás. Se desenganchó las hombreras de la armadura, los muslares y otras piezas que le impedían máxima movilidad de escalada y se encaramó a la toldilla del palo mayor. Ascendió hasta que estuvo en lo alto, con una bandera enganchada al cinto y su mandoble a la espalda. En el punto más alto del palo mayor se hacía ver frente a la gran mayoría de barcos huidos que a pesar de sus órdenes no mantenían rumbo oeste, sino que se alejaban del Rejo hacia el norte.
Con una mano asiendo una cuerda fija comenzó a desplegar una bandera con un significado muy claro.
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La hoz plata sobre fondo negro era el símbolo de la casa Harlaw. Cuando Lord Harlaw desplegaba una bandera con la hoz sujetada por el desconocido... aquello significaba que todo barco que no siguiera sus órdenes sería considerado enemigo y hostil. Con las intenciones ondeando al viento Victarion Harlaw veía la formación de Einar Blacktyde que iba directa a por el Kraken, un par de millas más allá. Desenvainó el mandoble y con el rostro fruncido, enojado y agresivo se reventó los pulmones para recordarles a los hombres del hierro de que metal estaban hechos.
-¡HACIA EL OESTE!¡HACIA EL OESTE!¡¡VUESTROS HERMANOS VAN A LUCHAR PARA DARNOS UNA OPORTUNIDAD!¡¡¡CAMBIAD EL RUMBO BASTARDOS!!!¡¡¡UN KRAKEN PUEDE ENCONTRAROS EN EL MAR, YO OS DESPELLEJARÉ ALLÍ DONDE VAYÁIS POR TRAICIÓN, OS SACARÉ LAS ENTRAÑAS Y NO QUEDARÁ NADA PARA EL MALDITO CALAMAR Y EL ASQUEROSO DE SU DUEÑO!!!........
El caballero del Mar y otros barcos de Harlaw volvieron a preparar los escorpiones y los carcajs se volvieron a llenar de flechas. No iba a abandonar la campaña, no estando tan cerca y menos con Blacktyde entreteniendo al Kraken. La inmensa mayoría de aquellos hombres y barcos habían jurado servirle, había entrenado con ellos y había sangrado y matado desde hacía años. La determinación del de Harlaw era inquebrantable, o ponían rumbo al oeste para reagruparse y asaltar el Rejo o no tendrían que escapar de un Kraken, tendrían que escapar de él. No obstante, llevar caballeros en la mayoría de barcos facilitaba el trabajo. Los guardias negros de Victarion habían jurado obedecer a su señor y habían implementado lealtad colectiva en las tropas. No les ordenaba que se enfrentaran a un calamar gigante, les ordenaba que huyeran de él. Si se aventuraban hacia el norte el Kraken les daría caza antes de llegar a las escudo, por azar del destino la isla de sus enemigos era el sitio más seguro que había para escapar del kraken.
-¡HACIA EL OESTE, MATARÉ A TODO TRAIDOR ! ¡VUESTROS HERMANOS VAN A MORIR POR VOSOTROS, NO LOS DEJARÉ CAER POR NADA!¡¡PARA IR AL NORTE TENDRÉIS QUE PASAR POR ENCIMA DE MI CADÁVER Y TARDO MUCHO EN MORIR HIJOS DE PUTA!................. ¡¡¡¡¡NI UN PASO ATRÁS!!!!!!!-
El liderazgo y el control de los hombres dependía de su formación, experiencia, armas y armaduras... pero cuando todo aquello fallaba sólo una cosa podía atar a los hombres bajo el guante de acero de un Lord, el miedo. Allí, de pie en lo alto, contemplaba cada bandera y a cada capitán y ellos sabían que lo hacía. Por supuesto en la paz y en la guerra cada uno escoge a quién servir, pero aquellos hombres habían jurado servir hasta el final, así que si escapaban sería él quién les diera su final. Les sacaría las entrañas a los capitanes uno a uno, les colgaría de sus propios intestinos en las jarcias. Los barcos adelantados de Diez Torres se situaron en paralelo, forzando al resto a tomar rumbo oeste o chocar con ellos. Victarion Harlaw había trabajado la disciplina y la dureza desde que era pequeño... Su símbolo era el terror, aquel que sufrirían quienes le traicionaran y sus familias. Las esposas e hijos de los hombres de su ejército y de sus barcos estaban en la isla que él gobernaba así que no le hacía falta más que un cuervo para que ellos fenecieran mientras él masacraba sus propios hombres. Permaneció allí unos instantes medio afónico, si no le obedecían para cuando el Kraken llegase no iba a haber allí más que unas pocas ínfulas de cobardía, un poco de valiente acero Valyrio y más de diez mil hermanos matándose entre sí. Eso u obedecían, Victarion Harlaw era un lord tan compasivo que dejaba que huyeran si querían, claro que pasando por encima de sus dedos fríos y muertos sujetando su arma.
Última edición por Victarion Harlaw el Miér Abr 03, 2013 5:27 pm, editado 1 vez
Victarion Harlaw- Casa vasalla
Re: El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
Desgraciadamente para los comandantes de la segunda flota del hierro, la tormenta había hecho mella en sus naves y en sus tropas. En el caso de la flota comandada por Lord Myre, las gigantescas olas habían conseguido hundir varias de sus naves y conseguido romper la formación en semicírculo que impedirían a las naves de Redwyne escapar de las garras de Harlaw y Blacktyde. A pesar de que los barcoluengos de las islas del hierro habían logrado interceptar algunas naves enemigas, ya sea embistiéndolas o atrapándolas entre varios, gracias a la ruptura de alineación de la flota debido al fuerte oleaje, algunas embarcaciones del Rejo habían conseguido escapar a la isla perteneciente al vasallo de los Tyrrel. Mirándolo por el lado bueno, a pesar de haber perdido un tercio de sus tropas, habían conseguido proclamarse victoriosos ante la batalla acontecida, batalla que se convertiría en un gran paso para lograr la victoria en la guerra. Además, según sus arqueros, no había sobrevivido ningún cuervo que saliera del Rejo en dirección a otros lugares del Dominio. - Haced un recuento de las bajas sufridas, tanto de hombres como de naves y enviad un cuervo a Harlaw con la información que tengáis. De pronto, mientras el Lord organizaba las cosas para el siguiente paso y sus hombres celebraran el reciente triunfo, un sonido desgarrador se alzaba detrás de sus naves.
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
- Pero… ¿Qué demonios…? – Sus ojos se abrieron como platos. No lo podía creer. Veía como varios tentáculos de… ¿cuántas varas? salían del mar y abrazaban a varios de sus barcoluengos hasta estrujarlos y exterminarlos como si se tratara de un hombre que aplasta sin esfuerzo a una mosca o como si un niño derrumbara el castillo de arena que antes había construido con esmero. Su incredulidad hizo que por un momento su cerebro dejara de pensar, solo observaba con temor la escena que ante sus ojos tenía lugar: Un Kraken a las órdenes de Albus Drumm parecía que iba acabar con todos ellos en menos de lo que un catador de comida de Desembarco del Rey muere a causa del veneno aportado generosamente por un traidor.
Su ensimismamiento fue despejado por las palabras de uno de sus hombres que le suplicaba que huyeran y se dirigieran al norte en busca de refuerzos. Tal vez sería la mejor opción, pero si el Kraken los seguían, acabarían también con los barcos de Harrald, Triston, Axel… Desgraciadamente, aunque Fleance había leído mucha literatura acerca de criaturas fantásticas: dragones, caminantes blancos e incluso Krakens, no era capaz de recordar ningún libro que describiese cómo acabar con el molusco que arrasaba su flota, ni siquiera el escrito que relataba las hazañas del rey gris. De pronto, comenzó a escuchar la voz de Harlaw gritando desesperadamente - ¡AL OESTE! ¡¡QUE HUYAN HACIA EL OESTE!! - Fleance dirigió su mirada hacia el norte donde se encontraban las flotas aliadas. ¿De verdad cree que yendo al oeste podrían salir de esta? Daba igual a donde huyeran, el Kraken los alcanzaría fácilmente y los destruirían aún más cómodamente.
Parecía que el nerviosismo y el miedo se apoderaba de los allí presentes, pues alrededor del 60% de la flota comenzaba a poner rumbo al norte, parecía que las palabras de Victarion habían caído en saco roto. No se les podía culpar a aquellos que huían con el rabo entre las piernas en busca de su rey, pues no era habitual lo que el destino les había preparado. Sin embargo, a pesar de todas las embarcaciones que desertaban, había una que hacían lo contrario, se dirigía al sur, donde el Kraken parecía que los estuviera esperando con los brazos, o mejor dicho, con los téntaculos abiertos. Si la vista no le engañaba, era una pequeña flota, demasiado lúgubre para ser de Harlaw, por lo que estaría capitaneada por Marea Roja - ¿Está loco? No pueden hacer nada contra esa monstruosidad creada por los Dioses. ¿Quiere suicidarse? ¿Darnos tiempo para organizarnos tal vez? ¿O hacerse el héroe al hacerle frente a la bestia marina? ¿Cómo Harlaw le había permitido llevarse esa gloria? Demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Negó con la cabeza cuando el Kraken ya había aniquilado a otro barco más. De pronto una idea surgió en su cabeza – ¡El cuerno! ¡Eso es! – Corrió hacia la proa cojeando y gritando dijo – ¡Dirigíos hacia la flota de Blacktyde!Cuando ambas embarcaciones se cruzaron de costado y los barcos iban dirigiéndose a rumbos opuestos, Lord Fleance gritó a Einar - ¡No hace falta que acabes con el Kraken! ¡El cuerno es la clave! ¡Como miembro de la liga de sal, podrás acercarte a Albus sin problema! ¡Arrebátale el cuerno y así podrás detener al monstruo!
Cuando las fuerzas aliadas de Blacktyde se alejaron, Fleance ordenó a sus hombres con firmeza - ¡Ahora dirigíos hacia las naves de Harlaw, tomad rumbo al oeste! ¡Veamos que tiene planeado el juez oscuro… ¡Haced recuento del equipamiento médico! Lo vamos a necesitar…. Voy un momento a mi camarote, tenemos que informar de lo ocurrido a las islas – Dijo dirigiendo a su aposento. Una vez dentro, se acercó cansado a su escritorio, tomó asiento, cogió su pluma y comenzó a escribir en un pergamino en blanco lo que estaba ocurriendo en esos instantes. Harrald tenía que ser informado de la llegada de Albus y la aparición del Kraken lo antes posible, sobre todo por si ninguno de los navíos no conseguía llegar a su destino. Cuando la terminó, comenzó a escribir otra para Qusayra, pero fue interrumpido por uno de sus hombres para informarle de la aproximación hacia las naves de Harlaw. Colocó la pluma en el tintero y tomó el pergamino que había escrito para Harrald, dejando la otra carta a medio hacer en aquel estudio. Cuando salió del camarote se encontró de bruces con los navíos de Harlaw y a su capitán desplegando una bandera con un mensaje...
Brummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.
- Pero… ¿Qué demonios…? – Sus ojos se abrieron como platos. No lo podía creer. Veía como varios tentáculos de… ¿cuántas varas? salían del mar y abrazaban a varios de sus barcoluengos hasta estrujarlos y exterminarlos como si se tratara de un hombre que aplasta sin esfuerzo a una mosca o como si un niño derrumbara el castillo de arena que antes había construido con esmero. Su incredulidad hizo que por un momento su cerebro dejara de pensar, solo observaba con temor la escena que ante sus ojos tenía lugar: Un Kraken a las órdenes de Albus Drumm parecía que iba acabar con todos ellos en menos de lo que un catador de comida de Desembarco del Rey muere a causa del veneno aportado generosamente por un traidor.
Su ensimismamiento fue despejado por las palabras de uno de sus hombres que le suplicaba que huyeran y se dirigieran al norte en busca de refuerzos. Tal vez sería la mejor opción, pero si el Kraken los seguían, acabarían también con los barcos de Harrald, Triston, Axel… Desgraciadamente, aunque Fleance había leído mucha literatura acerca de criaturas fantásticas: dragones, caminantes blancos e incluso Krakens, no era capaz de recordar ningún libro que describiese cómo acabar con el molusco que arrasaba su flota, ni siquiera el escrito que relataba las hazañas del rey gris. De pronto, comenzó a escuchar la voz de Harlaw gritando desesperadamente - ¡AL OESTE! ¡¡QUE HUYAN HACIA EL OESTE!! - Fleance dirigió su mirada hacia el norte donde se encontraban las flotas aliadas. ¿De verdad cree que yendo al oeste podrían salir de esta? Daba igual a donde huyeran, el Kraken los alcanzaría fácilmente y los destruirían aún más cómodamente.
Parecía que el nerviosismo y el miedo se apoderaba de los allí presentes, pues alrededor del 60% de la flota comenzaba a poner rumbo al norte, parecía que las palabras de Victarion habían caído en saco roto. No se les podía culpar a aquellos que huían con el rabo entre las piernas en busca de su rey, pues no era habitual lo que el destino les había preparado. Sin embargo, a pesar de todas las embarcaciones que desertaban, había una que hacían lo contrario, se dirigía al sur, donde el Kraken parecía que los estuviera esperando con los brazos, o mejor dicho, con los téntaculos abiertos. Si la vista no le engañaba, era una pequeña flota, demasiado lúgubre para ser de Harlaw, por lo que estaría capitaneada por Marea Roja - ¿Está loco? No pueden hacer nada contra esa monstruosidad creada por los Dioses. ¿Quiere suicidarse? ¿Darnos tiempo para organizarnos tal vez? ¿O hacerse el héroe al hacerle frente a la bestia marina? ¿Cómo Harlaw le había permitido llevarse esa gloria? Demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Negó con la cabeza cuando el Kraken ya había aniquilado a otro barco más. De pronto una idea surgió en su cabeza – ¡El cuerno! ¡Eso es! – Corrió hacia la proa cojeando y gritando dijo – ¡Dirigíos hacia la flota de Blacktyde!Cuando ambas embarcaciones se cruzaron de costado y los barcos iban dirigiéndose a rumbos opuestos, Lord Fleance gritó a Einar - ¡No hace falta que acabes con el Kraken! ¡El cuerno es la clave! ¡Como miembro de la liga de sal, podrás acercarte a Albus sin problema! ¡Arrebátale el cuerno y así podrás detener al monstruo!
Cuando las fuerzas aliadas de Blacktyde se alejaron, Fleance ordenó a sus hombres con firmeza - ¡Ahora dirigíos hacia las naves de Harlaw, tomad rumbo al oeste! ¡Veamos que tiene planeado el juez oscuro… ¡Haced recuento del equipamiento médico! Lo vamos a necesitar…. Voy un momento a mi camarote, tenemos que informar de lo ocurrido a las islas – Dijo dirigiendo a su aposento. Una vez dentro, se acercó cansado a su escritorio, tomó asiento, cogió su pluma y comenzó a escribir en un pergamino en blanco lo que estaba ocurriendo en esos instantes. Harrald tenía que ser informado de la llegada de Albus y la aparición del Kraken lo antes posible, sobre todo por si ninguno de los navíos no conseguía llegar a su destino. Cuando la terminó, comenzó a escribir otra para Qusayra, pero fue interrumpido por uno de sus hombres para informarle de la aproximación hacia las naves de Harlaw. Colocó la pluma en el tintero y tomó el pergamino que había escrito para Harrald, dejando la otra carta a medio hacer en aquel estudio. Cuando salió del camarote se encontró de bruces con los navíos de Harlaw y a su capitán desplegando una bandera con un mensaje...
Fleance Myre
Re: El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
SUPER OFF ROL!:
Perdonen, antes que nada, pero creo que la idea de hacer este tema separado de la batalla principal era para agilizar las cosas en el combate contra el Kraken y no confundir post ni nada por el estilo.
Creo que Einar lo dijo claro, esta es una batalla separada, creo que esos posts deberian ir en la batalla principar, como ya les dije para mantener la agilidad del rol y que Valar, o el narrador que sea, pueda llevar ambas batallas sin confusiones y demas ya que seran hechos "separados".
Como dije antes, perdonen si consideran que mi "interpretacion" de la finalidad de este tema esta errada...
Edit. Myre si continuo en el otro tema, perdón por eso.
Perdonen, antes que nada, pero creo que la idea de hacer este tema separado de la batalla principal era para agilizar las cosas en el combate contra el Kraken y no confundir post ni nada por el estilo.
Creo que Einar lo dijo claro, esta es una batalla separada, creo que esos posts deberian ir en la batalla principar, como ya les dije para mantener la agilidad del rol y que Valar, o el narrador que sea, pueda llevar ambas batallas sin confusiones y demas ya que seran hechos "separados".
Como dije antes, perdonen si consideran que mi "interpretacion" de la finalidad de este tema esta errada...
Edit. Myre si continuo en el otro tema, perdón por eso.
Evander Pyke- Otros
Re: El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
Rugía el mar y rugía el cielo. Las olas se alzaban y el viento soplaba con fuerza, con una fuerza tal que varías velas de la flota de los Greyjoy se resquebrajaron y volaron, como un funesto anticipo de lo que venía a continuación. La lluvia caía sobre los rostros ya empapados de los hombres del hierro y repiqueteaba sobre el hierro de los yelmos y las corazas. Algunos de los que se encontraban dentro de aquellos cuerpos de metal tiritaban, por frío...y por miedo. Aquel mosntruo al que solo habían podido observar por sus tentáculos se elavaban en el cielo por delante de las tres naves que quedaban como un paisaje funesto, como si fuesen carros que eran tirados por una bestia capaz de llevar a muchos más.
La flota se encaminó hacia los hombres a atacar, pero algunos quedaron rezagados y otros debían luchar contra las mareas y los vientos, por lo que el ataque no fue correlativo, sino que las naves fueron llegando poco a poco a aquel mar del Kraken, el mar que él mismo parecía dominar con sus tentáculos. Fue por culpa de estos, al caer al agua, que dos de las galeras fueron resquebrajadas como si de unas simples ramitas fuesen. Pero no todo quedaba así. Las olas producidas por el impacto crecieron de la nada y se llevaron por ello a unos tres barcoluengos que estaban cercanos, haciendo que gran aprte de su tripulación cayese al agua entre gritos y maldiciones, sin apenas dar tiempo a nada.
Tal era la fuerza del kraken que pocos eran los barcos capaces de traspasar aquella maraña de tentáculos, pero lo cierto es que algunos si parecían conseguirlo, y entre ellos el de Blacktyde, el cual parecía tener una misión guiada por el mismo Dios Ahogado...¿Pero quién sino el Dios Ahogado podía haber hecho a aquel monstruo que les atacaba ahora mismo a ellos, los Hombres del Hierro? Sea como fuese lo cierto era que aquellos barcos que quedaban tras la maraña de los tentáculos quedaban ahora cercanos a la vista, virando para dirigir las balistas a las cubiertas. Y fue en ese instante que Evander saltó al agua, dispuesto a vencer aquella lucha contra el mar para acercarse hasta el barco de Drumm. Peor no tuvo demasiado en cuenta las corrientes tan fuertes en ese lugar y éstas le hicieron quedar un tanto alejado del objetivo, algo que acumulado con el cansancio le hicieron rebajar su esfuerzo. Además, al nadar, notaba como el agua quedaba más pegajosa, pringosa...la brea, la brea que los barcos habían estado echando al mar a cada segundo desde que se encotnrasen cerca del kraken. Evander viró su cabeza y observó como unas flechas de fuego volaban por el aire hacia la nada...hacia el agua...y como ésta comenzó a arder. Uno de los tentáculos fue atacado por el fuego y se zambulló en el agua con rapidez inusitada, dejándole ver un mar ahora en leve calma, lleno de tablas y cuerpos de hombres muertos, de llamas y destrucción...hasta que fue presionado entonces, hacia dentro del mar, con una rapidez que le impresionó, notando como en su espalda la presión era enorme. Uno d elos tentáculos lo llevaba hasta el fondo del mar. La última visión de Evander Pyke fue la del cuerpo de aquel monstruo, la de sus fauces, abiertas. La furia del Dios Ahogado.
Blacktyde no tuvo posibilidad de ver que el kraken parecía haber dudado ante aquel fuego, aunque muchas de sus naves habían sido destruidas, muchos hombres muertos...casi nadie a su alrededor. Pero allí estaba la nave de Albus Drumm, y él había puesto pie en ella, desenvainando su acero, dispuesto a la lucha, contra él, aquel que portaba un cuerno en su cinto y que mataba como si de una danza de la que fuese genio se tratase. Era un hombre mayor en edad, pero en verdad parecía que tuviese la fuerza de un joven por sus movimientos dirigidos y gráciles. No tardó en ser perforado por una mirada fría que parecía buscar algo, la insignia de su casa. Los Blacktyde habían sido sus aliados en el pasado y ahora los encontraba allí, dispuestos a la lucha contra él...El primer golpe fue dirigido a la cabeza de Einar, pero fue bloqueado, aunque apenas tardó en propinar una patada en la rodilla del isleño que le hizo dar unos pasos atrás. El Blacktyde pudo observar un brillo en su contrincante, un brillo en el que se dejaba ver la furia, la ira, la venganza...y ante aquello poco podían hacer los hombres, muy poco. Aunque él hizo más de lo que pudiesen esperar los hombres de "La Calavera", pues aguantó a su contrincante por un par de minutos, incluso consiguió desestabilizarle alguna que otra vez pero...pero Albus Drumm manejaba su espada como si de una prolongación de su brazo fuese, y consiguió desarmar al Señor de Marea Negra, hacerlo caer en cubierta y dejarlo desorientado.
- ¡El Señor del Kraken no acepta a traidores!- Las voces de alrededor comenzaban a llenar la cabeza de Blacktyde, pero por poco tiempo antes de notar el filo de la espada en su cuello, cortante, cortado...por donde la vida se le iba.
Un cuerno sonó desde La Calavera, un cuerno por encima de las olas y el viento, por encima del rugido del trueno, por encima de todos. El Señor del Kraken reclamaba lo que era suyo, a sangre y hierro.
La flota se encaminó hacia los hombres a atacar, pero algunos quedaron rezagados y otros debían luchar contra las mareas y los vientos, por lo que el ataque no fue correlativo, sino que las naves fueron llegando poco a poco a aquel mar del Kraken, el mar que él mismo parecía dominar con sus tentáculos. Fue por culpa de estos, al caer al agua, que dos de las galeras fueron resquebrajadas como si de unas simples ramitas fuesen. Pero no todo quedaba así. Las olas producidas por el impacto crecieron de la nada y se llevaron por ello a unos tres barcoluengos que estaban cercanos, haciendo que gran aprte de su tripulación cayese al agua entre gritos y maldiciones, sin apenas dar tiempo a nada.
Tal era la fuerza del kraken que pocos eran los barcos capaces de traspasar aquella maraña de tentáculos, pero lo cierto es que algunos si parecían conseguirlo, y entre ellos el de Blacktyde, el cual parecía tener una misión guiada por el mismo Dios Ahogado...¿Pero quién sino el Dios Ahogado podía haber hecho a aquel monstruo que les atacaba ahora mismo a ellos, los Hombres del Hierro? Sea como fuese lo cierto era que aquellos barcos que quedaban tras la maraña de los tentáculos quedaban ahora cercanos a la vista, virando para dirigir las balistas a las cubiertas. Y fue en ese instante que Evander saltó al agua, dispuesto a vencer aquella lucha contra el mar para acercarse hasta el barco de Drumm. Peor no tuvo demasiado en cuenta las corrientes tan fuertes en ese lugar y éstas le hicieron quedar un tanto alejado del objetivo, algo que acumulado con el cansancio le hicieron rebajar su esfuerzo. Además, al nadar, notaba como el agua quedaba más pegajosa, pringosa...la brea, la brea que los barcos habían estado echando al mar a cada segundo desde que se encotnrasen cerca del kraken. Evander viró su cabeza y observó como unas flechas de fuego volaban por el aire hacia la nada...hacia el agua...y como ésta comenzó a arder. Uno de los tentáculos fue atacado por el fuego y se zambulló en el agua con rapidez inusitada, dejándole ver un mar ahora en leve calma, lleno de tablas y cuerpos de hombres muertos, de llamas y destrucción...hasta que fue presionado entonces, hacia dentro del mar, con una rapidez que le impresionó, notando como en su espalda la presión era enorme. Uno d elos tentáculos lo llevaba hasta el fondo del mar. La última visión de Evander Pyke fue la del cuerpo de aquel monstruo, la de sus fauces, abiertas. La furia del Dios Ahogado.
Blacktyde no tuvo posibilidad de ver que el kraken parecía haber dudado ante aquel fuego, aunque muchas de sus naves habían sido destruidas, muchos hombres muertos...casi nadie a su alrededor. Pero allí estaba la nave de Albus Drumm, y él había puesto pie en ella, desenvainando su acero, dispuesto a la lucha, contra él, aquel que portaba un cuerno en su cinto y que mataba como si de una danza de la que fuese genio se tratase. Era un hombre mayor en edad, pero en verdad parecía que tuviese la fuerza de un joven por sus movimientos dirigidos y gráciles. No tardó en ser perforado por una mirada fría que parecía buscar algo, la insignia de su casa. Los Blacktyde habían sido sus aliados en el pasado y ahora los encontraba allí, dispuestos a la lucha contra él...El primer golpe fue dirigido a la cabeza de Einar, pero fue bloqueado, aunque apenas tardó en propinar una patada en la rodilla del isleño que le hizo dar unos pasos atrás. El Blacktyde pudo observar un brillo en su contrincante, un brillo en el que se dejaba ver la furia, la ira, la venganza...y ante aquello poco podían hacer los hombres, muy poco. Aunque él hizo más de lo que pudiesen esperar los hombres de "La Calavera", pues aguantó a su contrincante por un par de minutos, incluso consiguió desestabilizarle alguna que otra vez pero...pero Albus Drumm manejaba su espada como si de una prolongación de su brazo fuese, y consiguió desarmar al Señor de Marea Negra, hacerlo caer en cubierta y dejarlo desorientado.
- ¡El Señor del Kraken no acepta a traidores!- Las voces de alrededor comenzaban a llenar la cabeza de Blacktyde, pero por poco tiempo antes de notar el filo de la espada en su cuello, cortante, cortado...por donde la vida se le iba.
Un cuerno sonó desde La Calavera, un cuerno por encima de las olas y el viento, por encima del rugido del trueno, por encima de todos. El Señor del Kraken reclamaba lo que era suyo, a sangre y hierro.
Valar Morghulis- Admin
Re: El Rejo: El Kraken y la Marea. [Blacktyde, Evander Pyke, Valar Morghulis]
El mar. Jamas Einar habia amado algo tanto como habia amado al mar, excepto, quizas, a aquella mujer de Lys. Pero el mar era algo suyo, algo que nadie le podia arrebatar, su padre lo habia criado en el mar, su madre lo habia parido en el mar, lo habia amamantado alli. No conocia otra vida que no tuviera agua salada cerca. El mar era todo lo que deseaba en aquella vida, de haber sido una mujer, jamas la habria dejado partir y, sin embargo, jamas habria logrado someterla. No adoraba nada tanto como habia adorado el arrullo nocturno de la marea contra la madera de su nave. En tierra le costaba dolores conciliar el sueño, no habia lectura lo suficientemente aburrida que le hiciera dormir en tierra. El mar era su vida, no deseaba otra cosa que vivir eternamente en el mar. Y alli estaba, con el agua mezclandose con la herida abierta y sangrante que manchaba su rostro con el rojo. Estaba en la proa, con una mano en una cuerda y la otra sobre la barandilla de madera magullada por la guerra, acariciaba su nave como si fuera la mas bella de las amantes, como si fuera lo unico en el mundo que valiera la pena acariciar. Su cuerpo estaba alli, pero su mente estaba en aquel barco, frente a Drumm, frente a los enemigos. Su mente estaba, como siempre, muy lejos de alli.
El Kraken no los habia alcanzado, pero quien se ponia cerca podia observar como su mirada entristecia y se enfurecia al ver aquellos tentaculos rompiendo sus naves, matando a su hermanos, llevando la muerte a donde fuera. Odiaba mas que nunca a Drumm, odiaba mas que nunca al mundo. Pero no al mar, al mar lo amaba.
Evander se lanzo al mar mientras Einar lo despedia en silencio, sin hablar. Nunca habia sido alguien que despidiera a sus hombres, siempre creia que volveria a verlos, por lo que decirles "adios" no habia sido algo que hiciera seguido. De haber sabido el final que alcanzaria a su amigo, no lo habria dejado partir. Pero asi era el destino y Einar lo sabia, sabia los riesgos, sabia como era el mundo y pensaba que Pyke estaria mas a salvo en medio del mar que sobre la proa, bajo la lluvia, bajo las flechas, combatiendo su camino hasta el enemigo. Y, en cierta forma, acerto.
La lluvia de flechas barrio con la gente de la proa, heridos, vencidos, sangrantes. Los aullidos de los soldados competian con los truenos en la sinfonia marina mientras la sangre se filtraba entre las uniones de la madera de la proa. Einar tenia una saeta en el antebrazo, la partio con los dientes y se la arranco frente a todos. Escupio los restos, escupio la ira, y siguio en la proa, con la mirada firme en el barco de Drumm.
Cuando las naves chocaron la mitad de la tripulacion del Dragon de Mar estaba muerta o demasiado herida para luchar, incluso Einar podria haberse considerado demasiado herido para luchar, pero siguio, con un brazo debil y un ojo tapado por la sangre. Cargo, abriendo craneos con su hacha, decorando el suelo con tripas con su espada. Los hombres con armadura poco pudieron hacer contra un hombre de hierro verdadero. Sus hombres lo seguian, pero la distancia se habia hecho abismal, pocos momentos despues, Einar estaba solo, rodeado de enemigos, con Drumm delante. Las miradas se cruzaron y Einar lo observo, Einar sintio en su corazon que todo habia valido la pena.
>> El cuerno... << Sonrio, sabiendo lo que seguiria. Estaba cansado, estaba herido por el combate en aquel barco, estaba calado de frio hasta los huesos. Habia subido a aquel barco a morir y, de ser posible, llevarse a Drumm. Su piel era un paño de sufrimiento, cortes, sangre y dolor por todos lados. Cada vida que habia borrado en aquel barco le habia dejado un corte. Incluso uno le habia volado un dedo de la mano izquierda, pero seguia alli. Roto, vencido y despedazado, pero en pie.
>> - Los hombres de hierro mueren de pie. - <<
El combate fue feroz, Einar luchaba como un animal herido pero Drumm tenia la experiencia, era viejo y habil, mientras que Einar no tenia mas fuerzas. Al principio lo forzo a retroceder con fuertes golpes, con su rugido, con su voraz hambre de guerra, pero poco a poco sus ultimas energias lo abandonaron, la herida de su brazo era demasiado para sostener la espada y otros tantos cortes le hacian sufrir cada minimo movimiento que realizaba. No, quizas en otra vida podria lograrlo.
Drumm lo derribo, Drumm lo vencio, Drumm le puso la espada en la garganta y corto sin piedad.
- ¡El Señor del Kraken no acepta a traidores!- Solto Drumm mientras Blacktyde intentaba saber donde como habia caido. >> - No sabes cuanta razon tienes. - << Penso Einar, sonriente, mientras recordaba a Greyjoy. Su rey le daria venganza. >> Te esperare en el salon, Greyjoy, te esperare. << Y entonces la sangre broto, leve, dolorosa. Podia sentir el gusto de la sangre en su cuello, podia recordar cuando lo ahogaron, cuando renacio.
>> Lo que esta muerto no puede morir, hijo. << Murmuro su padre en su cabeza mientras llevaba la mano a la garganta, frenando la hemorragia. Con la otra encontraba el suelo, la lluvia le repiqueteaba en los ojos, en la frente, en todos lados. >> Lo que esta muerto no puede morir, hijo. << Dijo su madre, en su mente, mientras giraba sobre su cuerpo y con su rodilla se doblaba hacia delante. Su vista estaba en el piso. >> ¿Siempre se sacude asi el piso o es por que estoy por morir? << Penso Einar, sonriente, mientras las personas perdian el valor. Todos los rostros parecian iguales, incluso Drumm era solo una persona mas.
>> Lo que esta muerto no puede morir, Hombre de hierro. << Dijo, sonriente, la lysena mas hermosa del mundo. Podia ver el suelo, podia ver la sangre golpeandolo y tiñendolo del rojo del cabello lyseno, el mundo era poco, el mar era mucho. Por eso lo gobernaban los hombres de hierro. Apoyo la otra rodilla, estaba postrado frente al mar. >> Lo que esta muerto... No puede morir, anciano. << La voz de Pyke resonaba en sus oidos mientras se arrastraba en busca de su espada, la encontro, la tomo en sus manos, cerca del mastil, y se apoyo en ella para ponerse de pie. >> Lo que esta muerto, no puede morir, Blacktyde. << Le dijo Greyjoy, con su voz fuerte y resonante. Firme, como un rey, mientras apoyaba la espalda contra el mastil, como un oso con comezon que intenta rascarse. El mundo oscurecia, el mundo se apagaba, el mundo estaba terminando. Estaba sangrando por el cuello y en pocos momentos no seria mas que un trozo de carne tan cerca y tan lejos del mar. >> ¿Lo que esta muerto no puede morir, papa?. << Una lagrima, por primera vez, corrio por sus ojos y se mezclo con la lluvia, no podia ver ya, no podia oir a los hombres a su alrededor. Sus piernas temblaban, sus manos estaban frias. Un instante mas y sus dedos dejarian caer la espada si no la dejaba en algun lugar clavada. Caia sangre de su cuello, por entre los dedos, brotaba de sus heridas, se fundia en su boca y caia como el morro manchado de una fiera que devoraba una presa. Lloraba por aquella pequeña que jamas habia vuelto a ver, lloraba por no ver a su rey en el trono de hierro. Pero lloraba de alegria, al fin, iria al gran festin.
>> La marea rompe hasta las rocas, no hay quien la pueda detener. Pero un Blacktyde, siempre se mantiene de pie. << Levanto la espada y la tomo con ambas manos para que no se le escapara, entonces la sangre broto con toda su furia de la garganta. El arrullo lo ayudaba a dormir, pronto se dormiria, ya no veia, ya no oia, ni siquiera podia sentir el gusto de la sangre, sentia frio, sentia su cuerpo pesando una tonelada. Sonriente, sonriendo con su sonrisa de lobo, con sus ojos de invierno clavados en la nada. >> ¡Larga vida al Kraken! << Penso, no podia hablar, no podia ver ¿Y a quien le importaria alli?.
La espada mordio la carne con sus ultimas fuerzas, mordio la piel, rozo el hueso, rozo mas carne, mas piel y se incruso en la madera. Sus brazos la sostuvieron unos momentos mas y luego cayeron como ramas rotas y moribundas. Su mirada se fue vaciando, su sonrisa se volvio una mueca de dolor, pero luego sonrio, sonrio como nunca, mientras la vida se le escapaba, alli, clavado en un mastil, muerto, pero de pie.
Einar Blacktyde- Casa vasalla
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