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Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
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Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
Había pasado apenas un día después de la batalla de las Escudo, o eso me habían dicho. Aaron estaba muy ocupado, pero Aygon no se había separado de mi lado, y cuando me levanté, comenzó a tranquilizarme, si bien yo apenas veía siluetas borrosas, y oía mucho menos. Unas horas después, podía notar el sol en el rostro y oír la voz de Aygon, conocida... sí, la conocía.
Ya de noche pude hablar, aunque con gran dolor, y cuando me moví, fui impelido por Aygon; me levantó la manta que tenía sobre el pecho, mostrando los aún sangrantes vendajes que me habían puesto. Y recordé, a duras penas.- Les... dí bien... a esos, ¿eh?- Tuve que tomarme un largo tiempo para poder pronunciar eso.- Sí...- Volví a caer en un duermevela gracias a la leche de la amapola, y cuando volví en mí mismo oía voces a mi alrededor. No eran... No, eran voces reales, o por lo menos, que venían de gente que parecía real. ¿Sería real? Enfoqué la vista despacio; por lo menos se parecían a gente que conocía, Aaron, Tuk, Urryk... ¿Y Aygon? ¿Dónde estaba? Miré a mi alrdededor, moviéndome despacio hasta llamar la atención a mis hombres.- Tienes que descansar, Ax. Pero quédate, Aygon ha ido a buscar al Rey...- "El rey..." Eso podía estar bien... Cerré los ojos, era menos doloroso así, y aguardé a que mi tío llegase. ¿O se referirían al Dios, Rey del Mar...? ¿Y todos estábamos muertos, en la antesala al banquete sin final de su castillo submarino? Si fuera así... no me dolería tanto, o eso creo yo...
El tiempo pasaba con demasiada lentitud, pero un par de días después, cuando pude incorporarme en el camastro, pedí unos maderos, papel y tinta. Abrieron las ventanas de mi cuarto, y eché a todo el mundo. Los dos días siguientes apenas probé comida, y rehusé, por supuesto, leche de amapola, aunque sospeché mucho tiempo que la estaban deslizando en mi cerveza... aunque no por ello iba a dejar de beber.
Dos semanas de vomitar sangre desembocaron en una pequeña mejora, pero los pergaminos se amontonaban ya en el mueble de al lado, a mi alrededor en el lecho, en el suelo... Con una caligrafía muy poco cuidada y muchas faltas de ortografía, pero era mejor así; no perdería el hilo de mis pensamientos, las enseñanzas que había recibido y gran parte de mi experiencia como avatar del Dios Ahogado. "Así, Gunt y Kranton koncluyeran q las sepias eran más sacras q los calamares, al Kranton morir en combate singular..." "No tenemos libro sacro, hasta ahora" "El Dios salve a aquel que pase su vida honrando el hierro en su mano..." Descripciones muy detalladas de mis visiones y algunas profecías, como la de las rosas en el mar, que había interpretado como una profecía de lo que iba a suceder...
A finales de un doloroso mes, mandé a alguien a ordenarlo todo, pues ya podía andar sin que los puntos del vientre se me soltaran, si bien mi aspecto distaba mucho de ser saludable. En la última semana estaba comiendo más, pero me veían blancuzco y demacrado. Era mi castigo por desoír la voz del Dios, sin duda alguna, y también por no cuidar mis espaldas al creer haber derrotado al enemigo de mis sueños...
Ya de noche pude hablar, aunque con gran dolor, y cuando me moví, fui impelido por Aygon; me levantó la manta que tenía sobre el pecho, mostrando los aún sangrantes vendajes que me habían puesto. Y recordé, a duras penas.- Les... dí bien... a esos, ¿eh?- Tuve que tomarme un largo tiempo para poder pronunciar eso.- Sí...- Volví a caer en un duermevela gracias a la leche de la amapola, y cuando volví en mí mismo oía voces a mi alrededor. No eran... No, eran voces reales, o por lo menos, que venían de gente que parecía real. ¿Sería real? Enfoqué la vista despacio; por lo menos se parecían a gente que conocía, Aaron, Tuk, Urryk... ¿Y Aygon? ¿Dónde estaba? Miré a mi alrdededor, moviéndome despacio hasta llamar la atención a mis hombres.- Tienes que descansar, Ax. Pero quédate, Aygon ha ido a buscar al Rey...- "El rey..." Eso podía estar bien... Cerré los ojos, era menos doloroso así, y aguardé a que mi tío llegase. ¿O se referirían al Dios, Rey del Mar...? ¿Y todos estábamos muertos, en la antesala al banquete sin final de su castillo submarino? Si fuera así... no me dolería tanto, o eso creo yo...
El tiempo pasaba con demasiada lentitud, pero un par de días después, cuando pude incorporarme en el camastro, pedí unos maderos, papel y tinta. Abrieron las ventanas de mi cuarto, y eché a todo el mundo. Los dos días siguientes apenas probé comida, y rehusé, por supuesto, leche de amapola, aunque sospeché mucho tiempo que la estaban deslizando en mi cerveza... aunque no por ello iba a dejar de beber.
Dos semanas de vomitar sangre desembocaron en una pequeña mejora, pero los pergaminos se amontonaban ya en el mueble de al lado, a mi alrededor en el lecho, en el suelo... Con una caligrafía muy poco cuidada y muchas faltas de ortografía, pero era mejor así; no perdería el hilo de mis pensamientos, las enseñanzas que había recibido y gran parte de mi experiencia como avatar del Dios Ahogado. "Así, Gunt y Kranton koncluyeran q las sepias eran más sacras q los calamares, al Kranton morir en combate singular..." "No tenemos libro sacro, hasta ahora" "El Dios salve a aquel que pase su vida honrando el hierro en su mano..." Descripciones muy detalladas de mis visiones y algunas profecías, como la de las rosas en el mar, que había interpretado como una profecía de lo que iba a suceder...
A finales de un doloroso mes, mandé a alguien a ordenarlo todo, pues ya podía andar sin que los puntos del vientre se me soltaran, si bien mi aspecto distaba mucho de ser saludable. En la última semana estaba comiendo más, pero me veían blancuzco y demacrado. Era mi castigo por desoír la voz del Dios, sin duda alguna, y también por no cuidar mis espaldas al creer haber derrotado al enemigo de mis sueños...
Axel Greyjoy- Nobleza
Re: Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
-Su sobrino ya puede andar, mi señor. Parece que se recupera bien de sus heridas.
La noticia fue recibida con un asentimiento. No es que no le agradase la noticia. Era su sobrino y lo quería, al menos todo lo que se puede querer al trastornado muchacho. Sin embargo Harrald sabía ver más allá de su locura. Era un comandante útil y un buen guerrero que se desvivía por las Islas del Hierro, al igual que Harrald. Tras la batalla naval, sintió un hondo respeto por su sobrino. Ahora que estaba mejor de salud era la hora de recompensarle.
Se dirigió con paso presto a las dependencias de Axel. Su recompensa hubiera sido la misma que para su hijo Harley, quien ahora descansaba en los salones del Ahogado. Su mejor heredero, listo, fuerte, valiente, sacrificado... Uno entre un millón... Y la guerra se lo había llevado. Al menos aún tenía a Bjorn para ocuparse de todo si él moría. Y luego estaba Keira, o puede que incluso la criatura que crecía en el vientre de Shiera. Pero la pérdida de Harley había sido un duro golpe.
Cuando abrió la puerta de las estancias de su lesionado sobrino, Harrald asintió a modo de saludo. Más que como a su sobrino, lo saludaba como a un hombre Ahogado que merece un gran respeto. había luchado bien en la batalla, y eso era lo que más le importaba a Harrald. Los asuntos religiosos estaban en un segundo plano si había valor en batalla de por medio. Así era Harrald.
-El Ahogado no ha querido que te unas a sus salones todavía, Sobrino. Me alegro. Pues vengo para darte un regalo.
Avanzó por la habitación hasta acercarse a él, todo acompañado por la constante mirada de Axel.
-Lo hiciste muy bien en la batalla naval, Axel. Mataste sólo a Lord Serry, que era un duro contrincante. Te has sacrificado por la gloria de las Islas del Hierro, y eso tiene su recompensa tanto aquí como en los salones del Ahogado. Por el momento, tuya es la Isla de Escudo Verde. A partir de ahora la llamaremos Escudo de Hierro. Ahora, si lo deseas, serás Lord Axel Greyjoy, señor de Escudo de Hierro, vasallo de las Islas del Hierro y del trono de Piedramar. Podrás crear un nuevo blasón, si así lo quieres. Extenderemos el dominio de nuestra familia por estas islas del mismo modo que hicieran Harlaw o Goodbrother con las suyas.
Si aceptaba, daría las órdenes pertinentes para que fuera reconocido por sus hombres como señor de aquella isla. Era un buen botín de batalla, sobre todo para un Isleño.
-¿Qué me dices, sobrino?
La noticia fue recibida con un asentimiento. No es que no le agradase la noticia. Era su sobrino y lo quería, al menos todo lo que se puede querer al trastornado muchacho. Sin embargo Harrald sabía ver más allá de su locura. Era un comandante útil y un buen guerrero que se desvivía por las Islas del Hierro, al igual que Harrald. Tras la batalla naval, sintió un hondo respeto por su sobrino. Ahora que estaba mejor de salud era la hora de recompensarle.
Se dirigió con paso presto a las dependencias de Axel. Su recompensa hubiera sido la misma que para su hijo Harley, quien ahora descansaba en los salones del Ahogado. Su mejor heredero, listo, fuerte, valiente, sacrificado... Uno entre un millón... Y la guerra se lo había llevado. Al menos aún tenía a Bjorn para ocuparse de todo si él moría. Y luego estaba Keira, o puede que incluso la criatura que crecía en el vientre de Shiera. Pero la pérdida de Harley había sido un duro golpe.
Cuando abrió la puerta de las estancias de su lesionado sobrino, Harrald asintió a modo de saludo. Más que como a su sobrino, lo saludaba como a un hombre Ahogado que merece un gran respeto. había luchado bien en la batalla, y eso era lo que más le importaba a Harrald. Los asuntos religiosos estaban en un segundo plano si había valor en batalla de por medio. Así era Harrald.
-El Ahogado no ha querido que te unas a sus salones todavía, Sobrino. Me alegro. Pues vengo para darte un regalo.
Avanzó por la habitación hasta acercarse a él, todo acompañado por la constante mirada de Axel.
-Lo hiciste muy bien en la batalla naval, Axel. Mataste sólo a Lord Serry, que era un duro contrincante. Te has sacrificado por la gloria de las Islas del Hierro, y eso tiene su recompensa tanto aquí como en los salones del Ahogado. Por el momento, tuya es la Isla de Escudo Verde. A partir de ahora la llamaremos Escudo de Hierro. Ahora, si lo deseas, serás Lord Axel Greyjoy, señor de Escudo de Hierro, vasallo de las Islas del Hierro y del trono de Piedramar. Podrás crear un nuevo blasón, si así lo quieres. Extenderemos el dominio de nuestra familia por estas islas del mismo modo que hicieran Harlaw o Goodbrother con las suyas.
Si aceptaba, daría las órdenes pertinentes para que fuera reconocido por sus hombres como señor de aquella isla. Era un buen botín de batalla, sobre todo para un Isleño.
-¿Qué me dices, sobrino?
Harrald Greyjoy- Nobleza
Re: Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
Estaba repasando la historia de la Liga de Sal, al menos todos los fragmentos que mis conocidos me habían aportado. Apenas era un crío entonces, claro... De pie junto a la ventana, me mesaba la barba que en dos meses me había crecido, rala y de unos tres dedos de longitud, con el ceño fruncido.
Oí pasos fuertes junto a la puerta y dí media vuelta, encarando a quien fuera que entrase; por simple instinto de conservación, de ser alguien hostil sólo tendría que agenciarme el bastón de Ahogado que tenía de pisapapeles en la mesilla tras de mí. Sin embargo sólo era Harrald, a quien sonreí levemente.- Tío, cuánto tiempo.- Lo dije sin acritud, en cierto modo contento de volver a hablar con alguien nuevo.
- El Dios tiene otros planes para mí. Esto ha sido una dura prueba, un mensaje... E hice lo que tenía que hacer, lo que hubiera hecho cualquier otro hijo del hierro.- Alcé las cejas cuando habló de un regalo, y asentí también, esperando a lo que fuere.
Oír halagos de mi tío era algo jodidamente inusual, sobre todo después de mi revelación, de modo que no pude evitar inclinar la cabeza y sonrojarme. Al fin y al cabo, no era, repito, algo usual. Sin embargo, el regalo no era algo que aceptaría sin chistar; mi propia casa y una isla...
Medité unos instantes, en vez de ilusionarme, que habría sido la primera reacción de algunos.- Tío... Rey. Soy un sirviente del Dios, y no puedo permanecer mucho tiempo en tierra. Ya he acabado con Lord Serry y Lord Ree...- Carraspeé.- ¿Habéis visto todo lo que he escrito? He tenido que ocupar mi tiempo en algo; pronto nosotros también podremos gozar de un libro sagrado con el que acabar con la herejía en las islas, y poder captar más fieles incluso fuera de las Islas. El Ahogado ofrece mucho a cambio de muy poco...
No coló. Suspiré.- No estaría vivo de no ser por mi tripulación. Creo que mi contramaestre Aaron haría un mejor trabajo, no me cabe duda... Y yo podría continuar luchando sin preocuparme más, pues... los siervos del Señor de la Tormenta se reagrupan, tío.- Di media vuelta y le tendí un papelajo, manchado de sal y cagadas de pájaro, pero que aún era legible.- Uno de los Ahogados a mi servicio me envió ésto hace unas semanas... Se los convocó a una reunión en Anular. De... parte de los Drumm.
Oí pasos fuertes junto a la puerta y dí media vuelta, encarando a quien fuera que entrase; por simple instinto de conservación, de ser alguien hostil sólo tendría que agenciarme el bastón de Ahogado que tenía de pisapapeles en la mesilla tras de mí. Sin embargo sólo era Harrald, a quien sonreí levemente.- Tío, cuánto tiempo.- Lo dije sin acritud, en cierto modo contento de volver a hablar con alguien nuevo.
- El Dios tiene otros planes para mí. Esto ha sido una dura prueba, un mensaje... E hice lo que tenía que hacer, lo que hubiera hecho cualquier otro hijo del hierro.- Alcé las cejas cuando habló de un regalo, y asentí también, esperando a lo que fuere.
Oír halagos de mi tío era algo jodidamente inusual, sobre todo después de mi revelación, de modo que no pude evitar inclinar la cabeza y sonrojarme. Al fin y al cabo, no era, repito, algo usual. Sin embargo, el regalo no era algo que aceptaría sin chistar; mi propia casa y una isla...
Medité unos instantes, en vez de ilusionarme, que habría sido la primera reacción de algunos.- Tío... Rey. Soy un sirviente del Dios, y no puedo permanecer mucho tiempo en tierra. Ya he acabado con Lord Serry y Lord Ree...- Carraspeé.- ¿Habéis visto todo lo que he escrito? He tenido que ocupar mi tiempo en algo; pronto nosotros también podremos gozar de un libro sagrado con el que acabar con la herejía en las islas, y poder captar más fieles incluso fuera de las Islas. El Ahogado ofrece mucho a cambio de muy poco...
No coló. Suspiré.- No estaría vivo de no ser por mi tripulación. Creo que mi contramaestre Aaron haría un mejor trabajo, no me cabe duda... Y yo podría continuar luchando sin preocuparme más, pues... los siervos del Señor de la Tormenta se reagrupan, tío.- Di media vuelta y le tendí un papelajo, manchado de sal y cagadas de pájaro, pero que aún era legible.- Uno de los Ahogados a mi servicio me envió ésto hace unas semanas... Se los convocó a una reunión en Anular. De... parte de los Drumm.
Axel Greyjoy- Nobleza
Re: Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
Harrald asintió a lo que decía su sobrino. Era comprensible, después de todo. Había tenido la suerte de cazarlo en un momento de extrema lucidez. Le asustaba un poco cómo trataría Axel al pueblo de una isla, pero había rechazado la oferta. Esperaba que Aaron fuese un buen lord, entonces. Necesitaba gente fiel y valiente para los días que llegaban.
-Si crees que Aaron Pyke es una mejor opción para gobernar esa isla, haré caso a tu juicio.- se dirigió a la puerta de la estancia y tras abrirla miró a uno de los dos guardias que estaban allí apostados- Haced llamar a Aaron pyke, que venga en cuanto pueda, y a Triston Farwynd también. Tenemos asuntos que discutir. Corrre.
Ojee lo que estaba escribiendo, una especie de libro sagrado. Al menos una parte. No era mala idea, desde luego.
-Supongo que necesitarás ayuda con ese libro sagrado. Tal vez deberías hacer llamar a algunos de los más sabios hombres ahogados para que te ayudaran. Es una buena idea. El credo del Ahogado sin duda aumentará de esa forma.
Luego leyó levemente el papel que le tendía su sobrino. Una reunión de los hombres ahogados convocada por el Drumm.
-Drumm... últimamente solo oigo ese apellido... Bueno, es una reunión de los hombres ahogados y Viejo Wyk es nuestra isla sagrada. No me parece raro. Si Albus no está metido en ese asunto, no hemos de preocuparnos demasiado. Si te quedas más tranquilo, puedes volver a las islas en cuanto estés recuperado. ¿Qué respuesta has dado? ¿Has enviado representación de nuestra casa?
-Si crees que Aaron Pyke es una mejor opción para gobernar esa isla, haré caso a tu juicio.- se dirigió a la puerta de la estancia y tras abrirla miró a uno de los dos guardias que estaban allí apostados- Haced llamar a Aaron pyke, que venga en cuanto pueda, y a Triston Farwynd también. Tenemos asuntos que discutir. Corrre.
Ojee lo que estaba escribiendo, una especie de libro sagrado. Al menos una parte. No era mala idea, desde luego.
-Supongo que necesitarás ayuda con ese libro sagrado. Tal vez deberías hacer llamar a algunos de los más sabios hombres ahogados para que te ayudaran. Es una buena idea. El credo del Ahogado sin duda aumentará de esa forma.
Luego leyó levemente el papel que le tendía su sobrino. Una reunión de los hombres ahogados convocada por el Drumm.
-Drumm... últimamente solo oigo ese apellido... Bueno, es una reunión de los hombres ahogados y Viejo Wyk es nuestra isla sagrada. No me parece raro. Si Albus no está metido en ese asunto, no hemos de preocuparnos demasiado. Si te quedas más tranquilo, puedes volver a las islas en cuanto estés recuperado. ¿Qué respuesta has dado? ¿Has enviado representación de nuestra casa?
Harrald Greyjoy- Nobleza
Re: Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
- Me conozco; en algún momento el Dios me mandaría a ahogar a todo el mundo que coma carne los viernes, o algo así. Sería un lord infame...- Reí quedamente, desviando la vista hacia mis papeles.- Aaron pasó un tiempo arengando a mis hombres; decía que la gloria y una Escudo donde poder adorar a ese dios de las tetas y el vino de las Islas del Verano era todo lo que necesitaba. Parece que puede obtener los dos, me alegro por él. También fue ahogado, es un buen hombre.- Volver al tema del libro era bastante mejor que continuar hablando de politiqueos; excusándome, me senté como me habían ordenado hacer, despacio y con la mano en el vientre.- Dicen que hay unas cuantas anillas de la cota de malla aún entre mis tripas y la piel... No las pudieron sacar. Las siento, molestan mucho.- Con un leve estertor me apoyé sobre los cojines de plumas de la cama.
El asunto de la ayuda era en cierto modo útil.- Es aún un proyecto, y muchos hombres ahogados están... un poco locos.- Solté una risita aguda, sarcástico.- He pasado varios años escuchándolos, aprendiendo de ellos. Muchas cosas que dicen no tienen ningún fundamento en la Tradición, así que o las inventan o el Dios es tan mutable como la mar... Mi único deseo es que crezca el número de creyentes, quizás ya con algo serio, más que la tradición oral, en que creer, además de lo que es evidente y sucede. Además, en algo tenía que ocupar mi tiempo.
Hacía mucho, por no decir que no recordaba haberlo hecho en mi vida, que no hablaba tanto con mi tío; su sombra era un ente poderoso que me impedía actuar acorde a mis impulsos. Con el tiempo consideré que era algo bueno, pero era fastidioso.- Iré a las Islas en seguida; tan solo tardaré lo que se tarde en proveer a la Sonrisa para el viaje. El cuervo fue enviado por Arrion, de Gran Wyk; por lo que me cuentan... No se sabe mucho de Pyke. Me preocuparía si en vez de una asamblea de Hombres Ahogados... fuera un intento de reavivar la Liga de Sal. Hay quien cree que debería haber habido algún tipo de elección en Nagga, cuando te coronamos. Una panda de estúpidos sin callos en las manos, algo típico. Observaré lo que suceda, protegeré a Shiera y nuestra retaguardia, junto con... mi padre, y veré qué sucede con Viejo Wyk.- Miré hacia la puerta cuando comenzaron a oírse pisadas tras ella.
El asunto de la ayuda era en cierto modo útil.- Es aún un proyecto, y muchos hombres ahogados están... un poco locos.- Solté una risita aguda, sarcástico.- He pasado varios años escuchándolos, aprendiendo de ellos. Muchas cosas que dicen no tienen ningún fundamento en la Tradición, así que o las inventan o el Dios es tan mutable como la mar... Mi único deseo es que crezca el número de creyentes, quizás ya con algo serio, más que la tradición oral, en que creer, además de lo que es evidente y sucede. Además, en algo tenía que ocupar mi tiempo.
Hacía mucho, por no decir que no recordaba haberlo hecho en mi vida, que no hablaba tanto con mi tío; su sombra era un ente poderoso que me impedía actuar acorde a mis impulsos. Con el tiempo consideré que era algo bueno, pero era fastidioso.- Iré a las Islas en seguida; tan solo tardaré lo que se tarde en proveer a la Sonrisa para el viaje. El cuervo fue enviado por Arrion, de Gran Wyk; por lo que me cuentan... No se sabe mucho de Pyke. Me preocuparía si en vez de una asamblea de Hombres Ahogados... fuera un intento de reavivar la Liga de Sal. Hay quien cree que debería haber habido algún tipo de elección en Nagga, cuando te coronamos. Una panda de estúpidos sin callos en las manos, algo típico. Observaré lo que suceda, protegeré a Shiera y nuestra retaguardia, junto con... mi padre, y veré qué sucede con Viejo Wyk.- Miré hacia la puerta cuando comenzaron a oírse pisadas tras ella.
Axel Greyjoy- Nobleza
Re: Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
A pesar de que tanto su rey como todos los señores y la mayoría de los guardias y marineros se encontraban instalados o deambulando por el recién tomado castillo, Triston prefirió quedarse en el barco para no variar. Había sufrido algunos desperfectos tras la batalla que él mismo prefirió reparar, y esperaba el permiso de Harrald para emprender rumbo a las Islas del Hierro. Estaba harto de aquel lugar, pero lo cierto es que el León Marino no estaba cómodo en ningún sitio. Iría a Pyke si su rey necesitaba que lo hiciese o si no fuese necesario en las Escudo. De lo contrario, permanecería allí a la espera de nuevas órdenes. Al fin y al cabo, en El Hierro tampoco tenía grandes cosas que hacer.
El barco se encontraba encallado en el puerto, y desde el mismo divisó a un guardia que se paseaba por las orillas buscando algo o a alguien con desesperación.
¿Buscas a alguien, chico? Con el torrente de voz que tenía, no le era necesario bajar del barco para hacerse oír. El muchacho puso cara de alivio y respondió.
Os buscaba a vos, Lord Farwynd. El Rey os manda llamar. Se encuentra reunido en las estancias de Ser Axel con él.
No había vuelto a hablar con Axel Greyjoy desde que lo intoxicase en Pyke, salvo el mero contacto necesario para ponerse de acuerdo en los ataques. Siempre habían tenido un trato bastante cordial, pero tras lo ocurrido seguía guardándole cierto rencor. Esperó que Harrald no se diera cuenta.
Mucho me temo que no sé donde están dichas estancias. Apenas había entrado al castillo un par de veces. Agradecería pues que me acompañarais.
Intentó seguir al chaval. Las zancadas de Triston eran mayores que las del guardia, por lo que permanecer tras él le resultaba algo complicado. Al llegar a las puertas, llamó y el guardia abrió.
Ha llegado Lord Farwynd, mi señor.
Ya sí se llegar, gracias. Se dirigió a ambos Greyjoy y, con una leve inclinación de cabeza, saludó. Mi rey. Mi señor. He oído que me habéis mandado llamar.
El barco se encontraba encallado en el puerto, y desde el mismo divisó a un guardia que se paseaba por las orillas buscando algo o a alguien con desesperación.
¿Buscas a alguien, chico? Con el torrente de voz que tenía, no le era necesario bajar del barco para hacerse oír. El muchacho puso cara de alivio y respondió.
Os buscaba a vos, Lord Farwynd. El Rey os manda llamar. Se encuentra reunido en las estancias de Ser Axel con él.
No había vuelto a hablar con Axel Greyjoy desde que lo intoxicase en Pyke, salvo el mero contacto necesario para ponerse de acuerdo en los ataques. Siempre habían tenido un trato bastante cordial, pero tras lo ocurrido seguía guardándole cierto rencor. Esperó que Harrald no se diera cuenta.
Mucho me temo que no sé donde están dichas estancias. Apenas había entrado al castillo un par de veces. Agradecería pues que me acompañarais.
Intentó seguir al chaval. Las zancadas de Triston eran mayores que las del guardia, por lo que permanecer tras él le resultaba algo complicado. Al llegar a las puertas, llamó y el guardia abrió.
Ha llegado Lord Farwynd, mi señor.
Ya sí se llegar, gracias. Se dirigió a ambos Greyjoy y, con una leve inclinación de cabeza, saludó. Mi rey. Mi señor. He oído que me habéis mandado llamar.
Triston Farwynd
Re: Aguas rojas, sangre negra {Harrald Greyjoy}
-No te preocupes por la Liga de la Sal. El ejercito volverá a las islas y si se alzan, esta vez no habrá perdón para ninguno. Pero no obtendrán una excusa por mi parte para rebelarse airados y ganar adeptos. Vigila a los Ahogados con cautela.
No tardó en llegar Farwynd. Lo que le extrañó es que Pyke no apareciera. Ya llegaría cuando debiera.
-Si, Triston, viejo amigo. Toma asiento. Sírvete algo de lo que haya en la mesa.
Le estaba creciendo la barba. Había pensado en afeitarse, pero quería dar la impresión de los reyes de antaño entre sus hombres. De hecho, no se había afeitado desde que partieron de Pyke y su barbero no estaba cerca... No es que temiera que lo asesinaran... por por si acaso esperaría a volver al hogar.
-Estas Islas deben quedar custodiadas por alguien, Triston, al menos mientras encuentro un Lord para cada una de ellas. Luchaste con inmenso valor en todos los asaltos, y fuiste herido en Escudo de Roble, si no recuerdo mal. ¿Te gustaría ser Lord de toda la isla de Escudo de Roble? Si aceptas, mientras yo no esté aquí, serás el regente de las cuatro islas Escudo de Hierro. He pensado en nuevos nombres para nuestras nuevas islas. La tuya, Triston, sería Arbolférreo. Escudo verde sería Escudo de Hierro, y Escudo Sur Hierro negro. Sé que es poco original, pero algunos de nuestros hombres tendrán problemas para recordar el nombre de todas las Islas del Hierro si seguimos conquistando a este ritmo - rió Harrald.
No tardó en llegar Farwynd. Lo que le extrañó es que Pyke no apareciera. Ya llegaría cuando debiera.
-Si, Triston, viejo amigo. Toma asiento. Sírvete algo de lo que haya en la mesa.
Le estaba creciendo la barba. Había pensado en afeitarse, pero quería dar la impresión de los reyes de antaño entre sus hombres. De hecho, no se había afeitado desde que partieron de Pyke y su barbero no estaba cerca... No es que temiera que lo asesinaran... por por si acaso esperaría a volver al hogar.
-Estas Islas deben quedar custodiadas por alguien, Triston, al menos mientras encuentro un Lord para cada una de ellas. Luchaste con inmenso valor en todos los asaltos, y fuiste herido en Escudo de Roble, si no recuerdo mal. ¿Te gustaría ser Lord de toda la isla de Escudo de Roble? Si aceptas, mientras yo no esté aquí, serás el regente de las cuatro islas Escudo de Hierro. He pensado en nuevos nombres para nuestras nuevas islas. La tuya, Triston, sería Arbolférreo. Escudo verde sería Escudo de Hierro, y Escudo Sur Hierro negro. Sé que es poco original, pero algunos de nuestros hombres tendrán problemas para recordar el nombre de todas las Islas del Hierro si seguimos conquistando a este ritmo - rió Harrald.
Harrald Greyjoy- Nobleza
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