Entre personas conocidas {Garlan Tyrell}

El viaje a Altojardín me había de parecido muy estimulante. Los diferentes paisajes vistos que conformaban aquellas tierras se plegaban en un conjunto equilibrado de colores, texturas y formas a cada kilómetro dado.
Mis ojos absorbían cada centímetro de los mismos, grabándolos en mi mente con la esperanza de que luego aquella conjunción fuera plasmada en papel por mis ansiosas manos.

La compañía de Lady Anaís, durante el viaje desde Sotodeoro hasta Altojardín, había sido no solo estimulante, si no también instructiva. Aquella mujer poseía tal porte característico que solo una reina llevaba.
Una mujer en la que podía de aprender, que aunque diferencias nos separaban, se veía la posibilidad de una amistad entre ambas. Algo que añoraba como necesitaba.

Al asentarnos en Altojardín, luego de dar nuestros respetos a sus señores y señoras a nuestra llegada allí, se nos proporciono las habitaciones. Nos acomodamos y descansamos el tiempo adecuado.
Al poco tiempo había podido dar caminatas por cuenta propia, dejando a las señoras realizar sus rutinas para poder hacer las mías.

Aquel día, con mis materiales de dibujo bajo el brazo, iba sin un rumbo exacto. Cuidando de no alejarme del ojo vigilante de los guardias, en busca de algo que esbozar.

Había salido a pasear, acompañado por dos de sus Espadas y su pueblo le vitoreaba a su paso... había entusiasmo en algunas personas que veía como los Siete amparaban a su Señor, otros más reticentes simplemente corrían al paso de Lord Garlan pues sabían de la generosidad de éste que siempre salía con una buena saca de monedas y las repartía entre los suyos.

En aquel día decidió después de repartir felicidad entre los suyos salir al campo, a tomar un poco de ese aire que no estuviese viciado por la angustia de lo que se avecinaba y donde poder descansar tranquilamente aunque por desgracia sólo pudiese ser por un rato, pues a la vuelta debía aún poner muchos temas al corriente.

Pero cuando pasó por una de las calles que dejaba atrás el mercado pudo ver a un grupo de guardías que escoltaban a un par de damas, las posibilidades no eran demasiadas y pronto pudo ver que se trataba de Lady Rowan, hermana de Willem señor de Sotodeoro. - Buenos días mi señora. - dijo al acercaser - Hace un día explendido ¿no le parece? - la sonrió y se acercó para saludarla como sólo un buen caballero haría.

Una voz interfirió con mis acciones en aquel momento en que me disponía a moverme otra vez por aquel camino que, había decidido seguir sin importar si mis compañeras o escoltas seguían detrás. Algo desconsiderado, lo sabia.

Gire mi cabeza para ver quién era el que emitía el saludo y me encontré con la sorpresa de que era del señor del Dominio - Buenos días, mi señor - salude acompañando con una pequeña venia hacia su persona aproximandose.
Al tenerle ya a escasos pasos le devolvía la sonrisa que sus labios portaban en mi dirección - Lo hace. Un hermoso día que me gustaría de aprovechar - conteste sin pensar lo último dicho; suspirando suavemente, eche una mirada de reojo a las demás damas aún enfrascadas en sus conversaciones en las cercanías - Pero tal vez aquello no pueda ser... - dije lo último por lo bajo, sonando algo rendida - Seguro deberemos volver pronto a cubierto. Algunas damas no disfrutan del calor del sol sobre sus pieles - le hable al señor en confidencia, aunque esto seguro para él no era nada nuevo escuchar.

Todos sabían que gustaba de estar al aire libre, allí para mi había más posibilidades de encontrar inspiración con la belleza que la naturaleza nos brindaba. Lo hacia todo el tiempo en Sotodeoro, salir por las tierras que rodeaban mi hogar, pasar horas dibujando, imaginando. Pero aquí me veía encerrada y sujeta a protocolos a seguir. Extrañaba mi hogar, aquella libertad.

Ofrecí otra vez mi atención al lord - Por lo que puedo suponer, si disculpa mi atrevimiento a la pregunta. ¿Usted también esta afuera por la misma razón... disfrutar el día? - era algo que no conocía de él, que el señor se tomara algunos minutos al día para disfrutar del sol y saludar a su pueblo. Claro que no había notado, hasta ahora, que algunos de los aldeanos alrededor, nos observaban expectantes y entusiastas con la presencia de su lord.

Me acerque solo un paso hacia lord Tyrell para observar mas de cerca las facciones de su rostro, un rostro buen proporcionado notaba.
Realice también que su mera presencia, no solo su cara, hacia que muchos le rindieran respeto e incluso le temieran, esto se podía de notar a través de aquellas ojos, cuyas miradas se posaban en él.

Seria algo magnífico el poder de esbozar aquel rostro, pensé, siguiendo mi acercamiento.
Pero aquel pensamiento desapareció al instante cuando note movimiento detrás suyo, detuve mi andar hacia él. Sus escoltas echaron una veloz mirada a mi persona para volverse de nuevo a observar el lugar.
Claro que no pensaban que era una amenaza para su señor, casi me puse a reír cuando aquella idea absurda cruzo mi mente. Él, solo con una sola mano y sin esfuerzo, seguro puede de quebrar mi cuello como si fuera un palillo de madera, pensé, casi haciendo que ese concepto echara a mi cuerpo a temblar de temor.
¡Cas, concentrate, deja de divagar con tales disparates!

La joven le saludo de una manera muy cortés, no sabái su edad pero por la apariencia podía decir que tenía la edad de su hija... en el Dominio eran tantos vasallos que no le daba la mente para acordarse de las edades de todos los miembros, pero lo que no podía hacer era dejar de reconocer a la bella hermana de Willem, uno de sus más importantes y fiel vasallo.

Dejo que terminara de hablar aunque hubo un momento en el que pensó que ya había terminado cuando de un arrebato volvió para dirigirle una pregunta. Sonrió por la inocencia de la joven, por lo qeu le gustaría que por su mente envejecida unicamente pasara la idea de ir a tomar el aire por el mero hecho de aprovechar la mañana y no por lo que ocurria en realidad... - De unos minutos más bien diría yo. - añadió una corta carcajada al final para que notase el buen humor que le provocaba la inocencia de la juventud - Mis quehaceres no me permiten disfrutar de un día entero fuera de los muros de Altojardín desde mucho tiempo atrás... pero usted si que puede mi lady y yo le voy a dar un buen salvoconducto para alejarla de la fortaleza. -

Vió la manera en que lo miraba, pensando durante un tiempo si tenía algo raro en el rostro... le analizaba, pero tan pronto lo hacía se hecho atrás, asustada quizá por el movimiento de sus hombres. - ¿Me haría el honor de acompañarme, milady? - dijo ofreciendola el brazo para que se ayudara al caminar.

Comenzaron a caminar y la curiosidad pudo con él... - Y digame, ¿qué era lo que buscaba en este hermoso día? - Muchos se acercaban al Mander para refrescarse, otros al bosque para esconderse tras las sombras, otros simplemente disfrutaban del campo... mientras que la mayoría de los pueblerinos trabajaban para vivir.

Las palabras del lord me alegraron enormemente. La posibilidad de alejarme de aquellas damas, que estaban con sus charlas incesantes, era algo que no podía negar - El honor es mío, mi lord - conteste a la vez que tomaba su brazo ofrecido como dictaba las costumbres y comenzamos a caminar a un ritmo tranquilo.

Desvié mi mirada por unos segundos a sus hombres, los cuales por supuesto seguían nuestros pasos a una distancia moderada para darnos espacio para una charla relajada -Mi señor, seré sincera. Ya me ha dado lo que buscaba. - dije sin explicar a lo que me refería, el de otorgarme la excusa de dejar aquel grupo de mujeres que me sofocaba.
Al no estar acostumbrada a la corte, toda aquella pantomima me ponía incomoda y me desanimaba. Ahora como decirle al señor del sur que su casa o, mejor dicho, ¿las personas de su corte me aburrían a morir?. Tal vez debía ser sutil al soltar aquellas palabras...
¡No, no te atrevas! la voz dentro de mi cabeza grito con desespero. Deje esas palabras perderse entre medio de mi caótica mente. No las diría porque al parecer no eran una buena idea, terminaria sin dudas insultando al lord sin quererlo siquiera.

Mire a lo lejos para que no observara aquella imprudente sonrisa que mis labios sostenían en esos momentos, ya que no sabría como - Quiero que sepa que he disfrutado lo poco que he visto de hasta el momento. He podido darme algo de tiempo para dibujar algunos paisajes como capturas de la vida cotidiana de sus sirvientes - comente con entusiasmo al recordar las texturas e impresiones que trate y deje con esmero en los papeles que portaban mi trabajo. Olvide por unos momentos con quién me encontraba al comportarme como lo hacia con mi querido hermano al contarle de mis trabajos. La reserva la deje a segundo plano por esos breves momentos.