Cásting para Brandon Stark.

Nombre del Cannon Elegido: Brandon Stark
¿Porque lo has elegido?: Siempre me ha gustado la Casa Stark. Su fuerza, su honor latente... El personaje de Brandon me recuerda a Ned Stark en parte, es un hombre que anhela la paz y la properidad, y rolearlo en la naciente guerra es un estímulo interesante.
Casting:

El invierno llega inexorable, incansable, eterno... Lo siento en los huesos, lo siento en el alma. Pero siento que antes de que el invierno llegue los fuegos de la guerra germinaran en Poniente. Los lazos de sangre se debilitan, los esposos y esposas desconfían de quienes comparten su lecho, los hombres no hablan de guerra pero afilan sus armas en el silencio de la hora del lobo. Cuando la guerra despierte, cuando el acero choque y la sangre riegue los campos de todo Poniente. ¿Que haremos entonces? ¿Abandonaremos a los viejos aliados en sus deshonores? ¿Levantaremos los estandartes del Norte hacia la naciente guerra? ¿Que harían los héroes del pasado, mis ancestros? Si la guerra llega al Norte, si amenaza derretir su nieve con los fuegos de la guerra, el huargo deberá responder. Y lo hará con dureza.

El aire frío del exterior inunda la sala incluso pese a que las ventanas están cerradas, atraviesa las paredes como una fantasma de eras pasadas. Las primeras luces del día asoman por la ventana dotandola del frescor de un nuevo día. Los sirvientes comienzan con su ir y venir habitual. Un castillo es un organismo complejo, difícil de entender, mas aún de administrar. Y Brandon Stark, Lord de Invernalia, respira tranquilo mientras con lentitud pasa las hojas sobre un viejo libro de viejas leyendas del Norte. Él disfrutaba de esas historias del pasado, parte mito parte verdad, pensando que tal vez, solo tal vez, su nombre y su legado aparecería rodeado de la exquisita aura digna de los heroes. A fin de cuentas, Bran el Constructor poseía su mismo nombre.

-Brydar. Acércate.- Digo al capitán de mi guardia. Brydar Regir, un hombre de humilde ascendencia pero de bravo corazón.

-Si, mi señor. ¿Cuales son sus órdenes?- Dice el joven guardia. Pese a su bisoñez, destaca su vigor, su respeto y su cordura.

-Envía a cinco de tus mejores hombres y dales caballos frescos y comida para el viaje. Necesito que busquen a Jan Mormont. Junto a él y los hombres que él considere adecuados partirán a Skagos. Necesitamos que sus habitantes nos apoyen.- Digo rápido de un tirón tras sopesar pausadamente las oportunidades.

-Pero señor...-

-Se lo que vas a decirme. Si, son salvajes, nunca me reconocerán como a su Señor, no vestirán una heráldica en el pecho y sus mujeres no cantarán junto a la mía en las fiestas. Pero necesitamos tanto apoyo como podamos reunir, Brydar. Los asuntos del Sur rara vez atraviesan El Cuello hasta nosotros. Pero tanto si vamos a la guerra como si no, demasiado tiempo se han mantenido hostiles hacia nosotros. Es momento de que eso cambie.- Digo respondiendo a mi capitán de la Guardia cortándole a medio hablar.- He preparado un pequeño obsequio. Los hombres de Skagos no valoran el dinero como tal, y no creo que una ostentosa arma de nuestra forja lo interpretasen como un regalo igualitario. He optado por algo mas... primordial. Da igual si estamos en guerra o en paz, el alimento es algo que siempre es necesario. Tienes sal, trigo y cebada en un carro cerca de la puerta. Que tus hombres lo transporten por caminos seguros hasta reunirse con Mormont. Esperaré el cuervo ansioso con el resultado de nuestro buen gesto.-

Son hombres diferentes a nosotros. Como hablan, como se mueven, como piensan y como se expresan. Son todo furia natural, un temperamento corroído por una sociedad que ha avanzando dejándolos en una extraña posición, ni delante ni detrás, sino caminando en los lados de los libros de historia. Inmutables, como una mirada a una forma de vida mas ruinosa, pero mas sencilla. A veces me pregunto, en nuestra creencia de avance social, ¿Ha sido lo mejor? el deshonor, los engaños, la traición... Es una fruta que madura rápido en el Sur. En cualquier caso, hay que aprender algo de estos salvajes; en su fiereza, en su furia, reside libertad e igualdad, de una manera brutal pero innegable. Quizás, debiéramos de abrazar esa libertad e igualdad, y dar justicia.

Su paso es lento. Los años le pesan en su vieja espalda mas que la cadena que porta al cuello. El viejo Maestre de Invernalia, Morald, entra en la estancia acompañado del Maestro de armas Ser Dranger Umber, un hombre rudo y fornido de gran tamaño y de noble corazón.

-Mestre. ¿Cual es la situación en Poniente? ¿En que puedes aconsejarme?- Digo al Maestre cuando aún no ha llegado frente a mi, y su voz, ahora ahogada por los años no puede hacerse sonar a esa distancia.

-Exactamente la misma que ayer por la noche, mi señor. Deberíais relajaros.- Dice el viejo Maestre no sin razón.

-No mientras el destino de Invernalia pese sobre mis hombros. Sabes mejor que nadie que lo que menos deseo es estar pendiente de los que se mueve en el Sur, y pasar tiempo con mi familia... Mi hija ha crecido mucho, y no puedo pasar con ella tanto como me gustaría.- Digo en un desahogo. No era común verme desprovisto de una fina capa de autocontrol y nobleza regia, pero me pesaba en el corazón la tarea que mis antepasados me habían encomendado.

-Quizá los oídos de los Maestres no puedan oírlo todo, mi señor... Las forjas rugen. Los Lannister forjan armaduras y armas entre sus vasallos, legiones de mercenarios campan a sus anchas por el Sur. Sumado a los habituales susurros que hablan de rebelión.- Dice Ser Drunger Umber, mi fiel maestro de Armas, siempre atento a lo que se susurra en voz baja entre las tabernas de Poniente. A veces, la voz del mas necio promulga las mas grandes verdades.

-Si. Mis sospechas resultan cada vez mas reales. Cada Casa da un paso mas hacia el conflicto. Debes esperar... hay que sopesar lo que sin duda se avecina. Por el momento no debemos dar muestras de apoyo a ningún bando que se forme, aunque sea de forma figurada.- Digo a los dos hombres que ante mi escuchan atentos. Ambos me dan buenos consejos desde perspectivas completamente opuestas.

-Enviaré algunos cuervos a mi Orden en Antigua. La neutralidad de mi Orden puede darnos un poco de claridad sobre el asunto.- Dice el viejo maestre con su torcida voz quebrada por el tiempo.

-Deberíamos hablar con sus vasallos, mi señor. No de nada de lo que aquí estamos barajando. Si no para reafirmar el contacto con cada uno de ellos, si necesitamos llamar a los banderizos, no queremos que piensen que solo los llamamos para la guerra y nada mas. Ser un señor descuidado casi siempre...-

-Se lo que conlleva ser un señor descuidado Dranger. Por eso os he convocado, para que no me dejéis ser descuidado.- Respondo a Dranger Umber antes de que este termine la frase. Se como ser Lord, he sido criado para eso.- De acuerdo, hablaré con los Manderlly en Puerto Blanco. Les propondré un nuevo acuerdo comercial, es lo que mas le sube el ánimo a Lord Manderlly. Maestre, enviad cuervos a todas las Casas del Norte. Celebraremos un banquete en Invernalia, algo sencillo, nada tendencioso; a los norteños no les gustaría hacer bailes de salón, ¿verdad? Exceptuando a los Umber, a ellos no les envies ningún cuervo.- Digo pausadamente para ver la expresión de Dranger, siempre me he preguntado que es mas, un Umber o un Maestro de Armas de Invernalia.- No, a los Umber acudirás tu mismo en persona a invitarles Dranger. Tu posición aquí como maestro de Armas te mantiene muy alejado de Último Hogar. Mereces ver tu tierra con mas frecuencia. Acude y convócales a Invernalia. Pero antes... probaré de nuevo el filo de tu espada en un combate, Ser. La última vez tubo suerte, esta vez yo te tiraré al suelo primero.- Digo finalmente con una sonrisa. Ser Dranger, aparte de ser uno de los mejores guerreros del Norte era un hombre de confianza y un amigo, era importante que tras es espectáculo de formalidades que significaban los títulos, siguiera recordando quien soy. Más que un título.

La preocupación y la sospecha pueden hacer que un hombre no duerma bien, que no disfrute de una comida o de la canción de un hija. Pero no podemos permitir que la política absorba al hombre que somos. Soy Brandon, y soy Lord Stark. Soy el Protector de Invernalia y soy amante y esposo. Soy un hombre.

Debemos prepararnos para lo que se avecina. No podría soportar ver mi ciudad arder; mujeres profanadas, hijos perdidos, esposos que jamás regresaran. La guerra te roba la vida en menos tiempo del que la has forjado y respirar solo su humo ya te corrompe, te hace, diferente. Ya conozco el sabor de la guerra, una fruta de amargo sabor pero que atrae como el néctar.

Estaremos observantes, analizantes. Esperaremos las noticias que asciendan desde el Sur... Pero, ¿Que haremos entonces? ¿Abandonaremos a los viejos aliados en sus deshonores? ¿Levantaremos los estandartes del Norte hacia la naciente guerra? ¿Que harían los héroes del pasado, mis ancestros? Reaccionar.

¡Casting aceptado! pasa a hacer la ficha.

Nota: he echado de menos algunas (varias) tildes y algunas faltas bastante llamativas. Mi consejo es que escribas los post antes en word.