Explicaciones a la leona

Aquella mañana la leona se había levantado temprano, y tras su baño de rigor había ido a desayunar junto con su hermano, acompañados, claro está, por el séquito de sirvientes y hombres de confianza de su padre que no dejaban a Sofia ni a sol ni a sombra. Al igual que a ella, otro cuervo debía haber llegado al jefe de la guardia que se había trasladado con ellos a Antigua, uno en el que seguramente le había pedido que no la perdiera de vista. Afortunadamente consiguió un rato libre para poder pasear con tranquilidad por el castillo con la sola compañía de sus dos mejores damas.

Estaba cansada por la fiesta de la noche anterior, por lo que su intención no era otra que dar una vuelta por los pasillos del castillo y después visitar por última vez los inmensos jardines, pues al día siguiente ya no podría hacerlo. Caminaba cerca de la entrada a éstos cuando una voz que provenía de sus espaldas lanzó al aire su nombre, lo cual la hizo girarse para encontrar que el dueño no era otro que Olyvar Martell. La relación entre ambos nunca habia sido especialmente cercana, y después del momento tenso del desayuno del día anterior le gustaba tener la oportunidad de poder llevarse de él un recuerdo más grato que aquel- Buenas tardes, Ser -respondió cortés- Cansada, más aún ante las expectativas del repentino viaje a Occidente, pero me agrada la idea de reencontrarme de nuevo con la familia -dijo, aunque no fuese para nada verdad.- Claro, lo que queráis -dijo finalmente, interesada en qué era aquello que tenia que contar.

Sofia negó con la cabeza ante la pregunta del Martell. Guardar secretos era necesario de vez en cuando, más aún uno semejante- No. Es por lo sucedido durante la carrera. Tybolt ha considerado que debería volver a casa, es más seguro que quedarme aquí. O así lo cree él. -esbozó una sonrisa ladina. Decir algo con referencia a Maekar habría sido un error, más aún decir que su padre había ordenado su vuelta porque no estaba conforme con ello.

Escuchó las palabras de Olyvar, teniendo que hacer un esfuerzo para morderse la lengua, pues no quería interrumpir- Maekar es consciente de todo eso, estoy convencida. Como ya os dije cuando ocurrió, su intención no era menospreciaros, o demostrar que era superior a vos. Fue un tratamiento entre dos hombres que además de familiares, son amigos. ¿No es así? Estábamos en u lugar privado y entre personas de confianza. Rose y yo hemos sido buenas amigas de Maekar desde que éramos niños, estamos acostumbrados a guardarnos secretos, y lo que se hiciese en aquella terraza no saldrá nunca de allí. Él lo sabía, y por eso actuó así -dijo convencida. No era la primera vez que escuchaba cómo hablaban de esa forma sobre el Targaryen, pero ellos no sabían ver en él lo que ella veía- Si no os gustó aquel trato, entiendo que quisiérais poner un límite, pero un duelo me parece algo excesivo. Cualquiera de los dos podría haber terminado mal sin necesidad, cuando podía haberse arreglado solo con el diálogo.

Asintió- Mis damas de compañía fueron elegidas por mí, y me son totalmente leales. Son suficientemente inteligentes para saber dónde se puede y donde no se puede tratar ciertos temas. Si lo comentasen, habría sido en un lugar privado y en el que seguramente yo habría estado. Mi padre y mi hermano podrían suponer un problema si tuviesen alguna sospecha e intentasen sacar algo de ellas, pero ese tema no creo que fuera a llamarles la atención -estaba convencida de que su padre no habría sentido el más mínimo interés. Le era fiel a los Targaryen, pero los asuntos de éstos no le importaban si no se veía afectado por ellos de forma directa.

- Aunque no fuese a muerte, cualquiera podría haber salido herido. -repitió- Las advertencias son útiles, y Maekar puede parecer impulsivo, pero es un hombre sensato. En cuanto viera que para vos no era una broma, hubiera abandonado esa actitud. Os respeta, a vos y a vuestra familia. Su madre es vuestra hermana, y estoy convencida de que lo tiene presente en cada una de sus acciones -suspiró- - Simplemente, tenéis conceptos diferentes de cómo debería ser el trato entre miembros de la familia, por lo que con haber dejado eso claro habría sido más que suficiente, a mi parecer. Las espadas hicieron bien en quedarse en sus vainas, no era necesario que vieran la luz.

Sofia no pudo hacer más que bajar la mirada. Era consciente de que, aunque no le gustase, el hecho de que Maekar hubiese lucido las prendas de dos damas de casas diferentes, ambas de renombre y además pertenecientes a bandos opuestos, podía no ser bien visto por muchos. Muchos que no entendiesen que tipo de amistad les unía a los tres y que solamente vieran el componente político de aquello, pero tenía algo claro- Ellas no hablarían de nada que pudiese comprementerme, ya os lo he dicho. Me son leales, eso juraron y eso me han demostrado con el paso de los años. -repitió, segura de sus palabras- Aunque tomaré en consideración vuestras palabras si la ocasión lo precisa. -añadió.

No le daría la razón al Martell cuando dedicaba esas palabras a su príncipe, pues le era leal y lo sería siempre- Llegará el día en que seáis capaces de ver sus capacidades y virtudes, y será entonces cuando muchos desearán que hubiese sido el joven inconsciente e inmaduro que le consideran. Al igual que hacéis vos, Ser. -su pecho se batió con un pesaroso suspiro- Hablaré con él si me lo pedís, y lo haré tal y como lo haría una buena amiga. No me gusta adular a nadie, al igual que no me gusta que me adulen a mí, así que podéis tener la seguridad de que le aconsejaré con objetividad -asintió. Quizás no reconociese los errores de Maekar ante nadie, pero sí sentía que podía hacerlo frente a él, pues existía la confianza necesaria.- De todos modos le conozco bien, y sé con seguridad que sería capaz de dar su vida por evitar que eso sucediera. Mucho menos lo provocaría él mismo -le aseguró.

- No veo por qué no habríais de hacerlo, Ser. Hacéis bien en confiar en lo que os digo -respondió la dama en tono calmado, atreviéndose incluso a mostrar una sonrisa tranquila. Sabía que no lo haría. La leona rara vez confiaba en las personas, y sabia perfectamente los gestos que podían decir aquello, a pesar de las palabras del dorniense.- Yo sin embargo, no creo que las sepáis, con todo mi respeto. Y en el caso de qué sí vieseis las apacidades del principe, vuestro sobrino, es una lástima que prefiráis resaltar los asuntos en los que podría actuar de forma equivocada, más aún ante sus amigos. No dice mucho de un caballero de Dorne. -agregó manteniendo su impoluta sonrisa, la cual rara vez abandonaba, aunque no siempre fuese sincera.

- Agradezco vuestras palabras, pero no necesitaría vuestra escolta. Mi hermano me ofrecerá una inmejorable, a no ser que haya cambios de ultima hora -agregó para cubrirse las espaldas. No tenía intención de quedar como una mentirosa, así que podría alegar que sus planes habian cambiado en el último momento. Soltó una risita para romper la tensión del momento. No sabia qué era lo que llevaba a Olyvar a la capital, pero solo esperaba que no coincidiesen en el camino. No sabía la calidad de la relación entre él y Maekar, pero no hacia falta una mente brillante para comprender que alguien que dedicaba esas palabras a alguien de su familia no sentia demasiado aprecio por él.- Os deseo buen viaje a la capital entonces, Ser -agachó levemente la cabeza con cortesía- Y dicho esto, os pido que me disculpéis. Unos coloridos y frondosos jardines aguardan una ultima visita de ésta dama -sonrió nuevamente, y tras hacerle una señal a sus damas para que la acompañasen, caminó por el pasillo, alejándose de la compañía del dorniense.