De brujas rojas y almirantes preocupados

La Ostra Azul no tenía nada de particular a simple vista, aunque por unas cosas u otras, el vino que se servía allí no estaba aguado ni con regusto avinagrado y las putas que lo poblaban tenían menos arrugas que en los locales de alrededor.
El príncipe dorniese sabía donde se metía.
Las espaldas de Borren, el camarero, también eran un asunto a tener en cuenta en aquel local; eran con diferencia de la más anchas de casi todo el puerto. Hacía años que La Ostra Azul no tenía ninguna refriega, y es que Borren se bastaba de dos bloques en forma de puños al final de sus brazos como técnica disuasoria para los parroquianos. Tenía una prominente barriga que usaría con toda seguridad para portar barriles, el cráneo lampiño y una intimidante perilla que hacían su rostro más temido. El tono de su piel denotaba que aquel hombre no era siquiera dorniese, era de latitudes más continentales, pero regentaba aquel local desde antes de que Mors tuviera uso de razón.
-Espero por tu bien que el dorniese que las vaya a preñar no seas tú, mamonazo –dijo de buen humor a la vez que el atisbo de la seriedad se reflejaba en sus ojos verdeazulados –Voy a ver dónde se encuentra ese maricón braavosi –dijo saliendo de la barra y tomando las escaleras con una agilidad poco esperada de un cuerpo tan grande.

En el piso de arriba, un par de notas mal afinadas guiaron a Borren hasta el bardo. Cuando el tabernero abrió la puerta, el olor a mierda le dio en la cara como la coz de una mula.
-¿Afinas el laúd mientras cagas? –dijo Borren sin saber de qué se sorprendía –Abajo tienes a cierto Martell esperándote –dijo saliendo de allí –Y como no me pagues las dos noches que me debes, te tengo un año limpiando cagaderos –dio un portazo mientras dejaba al bardo aún en cuclillas sobre el hoyo en la madera.

-...Si cagaras más seguro que cambiarías ese carácter amargado que tienes –masculló el contrabandista cuando se hubo ido Borren, ya que no tenía valor para decírselo a la cara y evitar que usara su boca de orinal.

El bardo bajó las escaleras aún rascándose el trasero y esbozó una sonrisa al ver al Martell:
-Tenía unos asuntos importantes que acabar –dijo Gyleno, el bardo contrabandista, dándoselas de importante.

-Estabas cagando como un condenado; no engañes al muchacho –añadió Borren mientras hacía circular dos jarras de vino por la barra.

Gyleno miró a Borren:
-No me ayudas, Borren. Si me hundes el negocio no te pagar… -pero antes de que el bardo acabara la frase, Borren había echado mano de un hacha de carnicero que tenía bajo la barra. Suficiente para saber que si terminaba la frase, aquel día habría de plato especial huevos de bardo con jugo al braavosi.

Gyleno llevó a Mors a la mesa más apartada del local. Estaba encajada en un entrante de la pared, y había casi dos metros de separación con el resto de mesas.
-Si queréis os pongo un biombo para que os deis besitos a gusto –dijo Borren mientras pasaba con desgana un trapo por la barra y atendía a un nuevo cliente que traía una olor a pescado fuera de lo normal.

Gyleno no se anduvo con ambages y dio un largo trago a la jarra de vino que el Martell le había tendido:
-¿Qué se os ofrece, príncipe…? –dijo algo lisonjero, sin poder disimular una voz ronca, que sin duda no haría las delicias de los presentes ni aunque tuviera cien dedos con los que tocar el laúd –Asuntos turbios provenientes del otro lado del mar me temo –dijo sapiente dándole otro trago al vino.

El bardo lo miró irónico, con una ceja alzada a la vez que volvía a empinar el codo:
-Discúlpeme su excelentísima por tener el estómago descompuesto... además, si no se me paga por mis rumores y gracias a vuestras patrullas el contrabando está de capa caída -eso último era falso, pues Mors Martell siempre le había concedido un especial trato de favor a él y a sus trapicheos -mis ingresos no me llegan más allá de comer y pagar deudas -más que deudas eran rescates o sobornos para conservar la cabeza sobre los hombros y la polla entre las piernas. Por no contar con que el dinero que destinaba a prostitutas había decrecido.

Gyleno lo miró contrariado, y sin poder controlar aquella lengua afilada:
-Entonces no me vengas ahora con refinamientos; huelo a ámbar y lo sabes -simulando ofensa -Espero que estar tan cerca de los floripondios nos os haya pegado sus "no me tiro un pedo que me mareo, no cago porque sino me desmayo" -con cierto desprecio -Los peos espantan los bichos y la mierda sirve de abono para sus flores. Son todo ventajas -ya se estaba yendo por las ramas, el alcohol le estaba haciendo efecto, notándose que llevaba un tiempo sin beber.

Se rascó la coronilla, allí donde clareaba un poco y el cabello se hacía más ralo. Acto seguido se frotó la barba, una barba de varias semanas, algo frondosa y amarillenta y canosa. Otrora es posible que hubiera llevado teñida y trenzada, pero ahora no, ahora era bastante más corta. No llegaba a la cuarentena, pero había envejecido muy rápido debido a la vida que llevaba. Muestra de ello era su inquietud y su lengua ágil y afilada:
-Umm veamos... -agitó la cabeza y aclaró ideas -Eso es lo que he oído. Aunque más que una bruja, es un sacerdotisa roja... sí, vivió en el templo de Volantis y al parecer fue enviada a Poniente. Los motivos los desconozco, pero lo que sí puede hacer, o al menos eso se dice, puede ver y leer las llamas...

El contrabandista se encogió de hombros y apuró la jarra de un sonoro trago pues no tenía más que ofrecerle al Martell.

El braavosi tragó saliva pues no tenía ni pajolera idea. Aquello le pillaba de imprevisto y gracias que sabía a lo que el Martell se refería. No obstante podría tirar de un par de hilos para sacar algo de información de aquí y de allá. No quería perder el favor del príncipe, pues el negocio ya le iba lo suficiente mal velando él por sus trapicheos, por lo que no quería ni imaginar si le cortara el grifo.

-Eh! Guapa, ponme otra –dijo a Janine, una de las hijas de Borren, con voz áspera el cliente con olor a pescado –Vamos, mueve esas caderas para mí, moza –un tanto ebrio y con tono socarrón.

Borren estaba más que hecho a que los nuevos soltaran aquella clase de comentarios, a sabiendas de que sus hijas sabía de sobra deshacerse de aquel tipo de chusma. La joven, de rostro redondeado de un atractivo peculiar, melena castaña algo enredada, delgada y pechos menudos, comenzaba a resoplar molesta. Cuando de nuevo le sirvió una jarra de cerveza, el pescador le echó mano al trasero lo que provocó que Janine le propinara una sonora bofetada. Cuando el hombre salió de su asombro se levantó violentamente y se dirigió hacia ella. Mientras la joven corría a esconderse tras la barra, Borren saltó por encima de ésta, y sin más armas que sus puños, cortó el paso al cliente propinándole tres ganchos que lo hicieron caer aparatosamente sobre una mesa. El tabernero registró los bolsillos del cuerpo inconsciente del hombre y se cobró las cervezas que había tomado, ni una más ni una menos. Lo cogió como si de un barril se tratara y lo sacó al callejón de atrás para no dar mala imagen a su local.
Cuando volvió, miró al Martell:
-¿Aún quieres preñar a mis hijas? –en sus ojos se veía que en parte bromeaba. En cambio Janine se sonrojó como un tomate y se metió a la despensa fingiendo que buscaba algo. Señaló al braavosi –Y tú, como no me pagues no vas a acabar mucho mejor –esta vez más en serio.

Por segunda vez Gyleno volvió a tragar saliva y se volvió hacia el Martell:
-M-Mors, la fidelidad de una persona hacia alguien muchas veces determina sus acciones y motivos para hacer determinadas cosas, así que me resultará bastante difícil averiguar eso. Es algo muy improbable y volátil –dijo en un tono bastante más serio. Al parecer el vino se le había bajado de golpe –No obstante, una sacerdotisa roja no va a donde no la quieren, a donde la religión que profesa puede no ser bienvenida, a donde pueda ser vista como una bruja y sufrir represalias por ello –se acercó más a él –O busca algo, o la han requerido, o vete a saber qué. Pero por el momento no puedo decirte más, porque te estaría mintiendo –concluyó nada satisfecho, reflejando tal circunstancia en su rostro.