Componiendo la defensa de Dorne

El desierto es solitario, frio y bello en la noche, caluroso y protector durante el día, si es que sabes moverte en él. Dorne era la única nación de Poniente que los poseía, si olvidábamos las frías planicies más allá del cuello. Para los que lo conocían eran una defensa formidable, más temible que cualquier muro, para los que no lo conocían podía resultar la muerte.

En el desierto había una cosa que podías encontrar en abundancia, arena, piedras, serpientes y escorpiones y algo de lo que carecía casi completamente, agua y cualquier ejercito que quisiera mantenerse por un tiempo la necesitaría a raudales. Aunque fuera un gran sacrificio tendría que hacerlo, iba a ordenar a las ciudades, fuertes, campamentos que la acumularan, que llenaran las cisternas hasta los topes y que dispusieran hombres para que contaminaran los pozos cercanos en caso de ataque, les negaría el agua a lo invasores y en pocos días tendrían que irse o morir de sed. Por otro lado ordenaría la construcción de pequeños refugios, distribuidos en los amplios arenales, en los que se guardara algo de material bélico, algunas espadas, escudos, flecha y arcos, alimentos dispuestos para durar, y lo que era más importante un pequeño depósito de agua, un par de metros de largo, ancho y profundo, repleta de agua para que los soldados pudieran abastecerse, las partidas que pensaba desplegar en caso de conflicto y que se encargaría de hostigar las caravanas cortando los suministros.

En caso de conflicto serían los desiertos de Dorne una vez más la tumba de sus enemigos

Habían pasado unos días y continuaría con su plan de defensa, iba a mandar a cincuenta arqueros al paso del príncipe para defenderlo, sí como una centena y media de soldados de Tor. Tenían instrucciones específicas, deberían de fortalecer las alturas del paso y preparar trampas, la idea era acumular rocas en la parte superior, retenidas por un artefacto de madera que se pudiera retirar con facilidad en caso necesario. Colocarían varios de esos artilugios a lo largo del camino, con idea de que cuando dejasen libres las rocas estar provocaran una avalancha, cortando en un primer momento el paso la columna y después fraccionándola en pequeñas porciones que fueran presa fácil par los arqueros, que podrían disparar a gusto desde muretes construidos para la defensa. Los enemigos tendrían que hacer frente a una lluvia de flechas además de a la pendiente si querían atacarles. Cuando los vasallos acudieran a la llamada de Maron tenía planeado incrementar el número de hombres dedicados a esto. Entre esto y las dificultades del desierto vencerían y diezmarían a cualquier ejército que se atreviese a atacarles, aunque confiaba en que no sucediera, que pudiera convencer a su hermano de que atrasara el ataque y que fueran otros los que llevaran la voz cantante.