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No son garras...
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No son garras...
...pero como si lo pareciesen.
La verdad es que observar al Fuegoscuro blandiendo la espada contra sus enemigos era ver al hombre que mejor podía practicar y usar el arma que él había visto. Había luchado contra tres hombres, uno tras otro, y aún parecía permanecer fresco. La verdad es que el físico del Bastardo era innegable, era alto, fuerte, de espaldas anchas y sus músculos se adivinaban en cada movimiento de ataque y defensa. En definitiva, era un guerrero, un gran guerrero.
Y por supuesto muchos se habían reunido viendo al hombre entrenar. Era temprano, el sol apenas había aparecido cuando él llegó, pero ahora estaba alto y dejaba escapar su calor sobre todos. Eso había hecho que muchos se alejasen del lugar, y más viendo las victorias repetidas del Bastardo. Contaba a cuatro hombres aparte de él, y precisamente uno ayudó al último contrincante de Daemon a dirigirse hacia un lugar de descanso.
- Sois bueno Fuegoscuro.- Lo dijo a la vez que alcanzaba a Daemon, el cual se había dirigido a beber agua para saciar la sed, a un cubo cercano a la sombra de un tejadillo de madera.- Es...es ciertamente lo que decían de vos cuando escuché hablar de vuestra maestría.- Tendió su mano hacia él, esperando a que tomase su antebrazo en seña de saludo.- Siento no poder haber buscado un lugar hasta ahora para esa reunión que queríais tener.
La verdad es que observar al Fuegoscuro blandiendo la espada contra sus enemigos era ver al hombre que mejor podía practicar y usar el arma que él había visto. Había luchado contra tres hombres, uno tras otro, y aún parecía permanecer fresco. La verdad es que el físico del Bastardo era innegable, era alto, fuerte, de espaldas anchas y sus músculos se adivinaban en cada movimiento de ataque y defensa. En definitiva, era un guerrero, un gran guerrero.
Y por supuesto muchos se habían reunido viendo al hombre entrenar. Era temprano, el sol apenas había aparecido cuando él llegó, pero ahora estaba alto y dejaba escapar su calor sobre todos. Eso había hecho que muchos se alejasen del lugar, y más viendo las victorias repetidas del Bastardo. Contaba a cuatro hombres aparte de él, y precisamente uno ayudó al último contrincante de Daemon a dirigirse hacia un lugar de descanso.
- Sois bueno Fuegoscuro.- Lo dijo a la vez que alcanzaba a Daemon, el cual se había dirigido a beber agua para saciar la sed, a un cubo cercano a la sombra de un tejadillo de madera.- Es...es ciertamente lo que decían de vos cuando escuché hablar de vuestra maestría.- Tendió su mano hacia él, esperando a que tomase su antebrazo en seña de saludo.- Siento no poder haber buscado un lugar hasta ahora para esa reunión que queríais tener.
Orson Baratheon.- Nobleza
Re: No son garras...
Temprano, así me había levantado en el nuevo día que amanecía. El sol parecía querer salirse por el horizonte, trayéndonos de nuevo un gran día, un día en el que, como siempre solía hacer, saldría a blandirme con la espada. Anais me había comentado que, para demostrar mi valía y mi gran habilidad en el combate, así como lider de un ejército al que, tarde o temprano, tendría que dirigir, sería bueno salir a practicar donde me vieran bastantes personas, con el fin de motivarles a unirse a mis filas, o al menos tener algún tipo de tratos con los Lores y los Señores de aquellas tierras. Los Hightower no eran gente que hubiera que dejar escapar, cualquier ayuda que me prestaran, era poca. No obstante, apenas entendía porque la gente parecía temerme tanto, ¿ya me había labrado una vida llena de miedos con la gente de mi alrededor? El mero hecho de pensarlo me hacía sonreír - Que me teman - le dije a Anais, antes de salir por la puerta de la habitación en la que nos hospedábamos, en medio de tantos lujos y de buena comodidad. Así pues, me dispuse a salir calmado y con gesto serio, a la par que con paso decidido a la zona de entrenamiento de Antigua, con Fuegoscuro ceñida a mi cintura, y con mi palma en su empuñadura. Lo que más tenía que tener ahora era cuidado, pues ya me había encontrado con personas "non-gratas" en Antigua, entre las que se encontraba el bastardo de mi hermano, Cuervo Sangriento. Odiaba profundamente el gesto de su parte, el que había hecho que se me erizaran los pelos por sus palabras. Nadie me desafiaba, pero me había calmado por cortesía, para no armar un estropicio del que, seguramente, el único perjudicado fuera yo. Cuervo Sangriento sabía como apañárselas para hacérmelas pasar mal, pero me había calmado ahora, no habría tiempo para calmarse en otro sitio.
Camino lento disfrutando de la mañana. Aún apenas hay sol, pero lo hay en lo suficiente para poder caminar con buena percepción por las calles. Apenas dirijo la mirada a la gente, muchos se apartan a mi paso y otros me miran intrigados. No voy acompañado de nadie, ni siquiera mis hijos me han acompañado. Prefería hacerlo sólo, otro dato para que tuvieran en cuento: Daemon Fuegoscuro podía caminar sólo por cualquiera lado sin miedo a que alguien le hicieran, ni tan siquiera, frente. Aspiro aire para llenar mis pulmones de aire limpio y vislumbro con certeza el centro de entrenamiento, donde hay varias personas que se me quedan mirando, atentas - Tráeme a tus mejores hombres, aquellos que sean capaces de hacerme frente, ninguno más - digo, desenfundando mi espada y cogiéndola como si fuera una pluma, como si perteneciera a mi brazo. Espero paciente a que varios contrincantes hagan una reverencia delante mía. Señalo con la vista al primero y enarbolo mi espada. Después de varias estocadas y de algunas fintas que no ve venir, desarmo a mi contrincante. Aún sigo fresco, no he hecho más que comenzar. Miro disgustado al hombre al que dije que trajera a los hombres, y me incita a que pruebe con el segundo. Tras varios intentos de desarme, lo consigo, aunque por fin parece que uno quiera hacerme frente como es debido. Le doy una palmada al hombro cuando un chico accede amablemente a llevársela a un lugar apartado para descansar, y me encaro con el siguiente. Al igual que el primero, no dura mucho, pero en un gesto desesperado casi me araña el brazo. Fallo mío al despistar las defensas, terminando por desarmarlo lo suficientemente rápido y con una mirada de rabia. Noto el sudor por mi cuerpo, que no hace más que avivar las ganas para seguir combatiendo.
Se ha formado un corro alrededor mía, aunque a una distancia más que prudente, y todos con pintas de querer probar. No obstante, el cuarto al que desarmo es suficiente para darme cuenta de que no he perdido práctica, y me dirijo, no cansado pero si sediente, a dar varios tragos de un cubo que reposaba en una de las mesas, cercanas a un tenderete de madera. Cual es mi sorpresa de encontrarme a Ser Baratheon, que titubea un poco para dirigirse a mi con buenas palabras. Amplio mi sonrisa durante un rato y vuelvo a mi gesto serio de siempre, mientras me apoyo contra la mesa y dejo descansar a Fuegoscuro, mi espada, en su funda ceñida a mi cintura - Y sin embargo, Ser Baratheon, estoy seguro de que hay alguien capaz de hacerme frente - digo, señalando a todos lados con mi mirada en busca de nuevas caras a las que desafiar. No obstante, me reprimo las ganas y continúo apoyado, mientras escucho al Baratheon y tendía su mano a la suya, para estrecharla con fuerza y devolverle el saludo - No importa, siempre que podamos hablar tranquilos no importa cuando sea - le comento, ofreciéndole un hueco en la mesa para que también se apoye, mientras observamos el panorama de los entrenamientos - Disculpa mi aspecto, pero ya ves que no hay nada mejor que una buena mañana de entrenamientos - digo casi riendo, mientras me revuelvo el pelo y me echo un poco de agua por el rostro, para calmar el calor - Y dígame, Ser Baratheon, ¿son las cosas difíciles por sus tierras? - pregunto intrigado, a modo de empezar un tema de conversación que, como me había enseñado Anais, fuera llegando poco a poco al tema en sí que quería tratar.
Camino lento disfrutando de la mañana. Aún apenas hay sol, pero lo hay en lo suficiente para poder caminar con buena percepción por las calles. Apenas dirijo la mirada a la gente, muchos se apartan a mi paso y otros me miran intrigados. No voy acompañado de nadie, ni siquiera mis hijos me han acompañado. Prefería hacerlo sólo, otro dato para que tuvieran en cuento: Daemon Fuegoscuro podía caminar sólo por cualquiera lado sin miedo a que alguien le hicieran, ni tan siquiera, frente. Aspiro aire para llenar mis pulmones de aire limpio y vislumbro con certeza el centro de entrenamiento, donde hay varias personas que se me quedan mirando, atentas - Tráeme a tus mejores hombres, aquellos que sean capaces de hacerme frente, ninguno más - digo, desenfundando mi espada y cogiéndola como si fuera una pluma, como si perteneciera a mi brazo. Espero paciente a que varios contrincantes hagan una reverencia delante mía. Señalo con la vista al primero y enarbolo mi espada. Después de varias estocadas y de algunas fintas que no ve venir, desarmo a mi contrincante. Aún sigo fresco, no he hecho más que comenzar. Miro disgustado al hombre al que dije que trajera a los hombres, y me incita a que pruebe con el segundo. Tras varios intentos de desarme, lo consigo, aunque por fin parece que uno quiera hacerme frente como es debido. Le doy una palmada al hombro cuando un chico accede amablemente a llevársela a un lugar apartado para descansar, y me encaro con el siguiente. Al igual que el primero, no dura mucho, pero en un gesto desesperado casi me araña el brazo. Fallo mío al despistar las defensas, terminando por desarmarlo lo suficientemente rápido y con una mirada de rabia. Noto el sudor por mi cuerpo, que no hace más que avivar las ganas para seguir combatiendo.
Se ha formado un corro alrededor mía, aunque a una distancia más que prudente, y todos con pintas de querer probar. No obstante, el cuarto al que desarmo es suficiente para darme cuenta de que no he perdido práctica, y me dirijo, no cansado pero si sediente, a dar varios tragos de un cubo que reposaba en una de las mesas, cercanas a un tenderete de madera. Cual es mi sorpresa de encontrarme a Ser Baratheon, que titubea un poco para dirigirse a mi con buenas palabras. Amplio mi sonrisa durante un rato y vuelvo a mi gesto serio de siempre, mientras me apoyo contra la mesa y dejo descansar a Fuegoscuro, mi espada, en su funda ceñida a mi cintura - Y sin embargo, Ser Baratheon, estoy seguro de que hay alguien capaz de hacerme frente - digo, señalando a todos lados con mi mirada en busca de nuevas caras a las que desafiar. No obstante, me reprimo las ganas y continúo apoyado, mientras escucho al Baratheon y tendía su mano a la suya, para estrecharla con fuerza y devolverle el saludo - No importa, siempre que podamos hablar tranquilos no importa cuando sea - le comento, ofreciéndole un hueco en la mesa para que también se apoye, mientras observamos el panorama de los entrenamientos - Disculpa mi aspecto, pero ya ves que no hay nada mejor que una buena mañana de entrenamientos - digo casi riendo, mientras me revuelvo el pelo y me echo un poco de agua por el rostro, para calmar el calor - Y dígame, Ser Baratheon, ¿son las cosas difíciles por sus tierras? - pregunto intrigado, a modo de empezar un tema de conversación que, como me había enseñado Anais, fuera llegando poco a poco al tema en sí que quería tratar.
Invitado- Invitado
Re: No son garras...
Orson se apoyó entonces en la mesa, sin sentarse en ella completamente, mientras dirigía la vista a dos hombres que se disponían a danzar con dos espadas melladas. Mientras que uno vestía el jubón negro y amarillo de los Beesbury, otro lo hacía con el zorro de los Florent. Seguramente se encontrarían allí invitados por los Hightower a la gran celebración.
- Las Tierras de las Tormentas siempre son confusas. Mi hermano quedó en Bastión para asegurarse de que todo siga con normalidad.- Y no dijo más. No podía ya que si con sus comentarios mostraba al menos un poco de la debilidad en las Tormentas sería fatal. Aunque la revuelta se había dado hacía dos años, lo cierto es que los vasallos de las Marcas seguían, a veces, tratando de mostrar su orgullo tras la guerra contra los Baratheon, y los Connington estaban bastante atentos ante cualquier debilidad de la familia de Bastión, la que regía las tierras.
Mientras tanto los hombres frente a ellos comenzaron a entrenar. El Beesbury era mejor, lo había visto nada más en su disposición a la hora de atacar, observando que aprovechaba su mayor altura y siempre se mantenía atento a un ataque bajo, que podría hacerle más daño. El Florent era mucho más impulsivo, algo que a veces era bueno en una batalla, pero no quizás en una lucha contra un igual. Aunque él mismo hubiese sido nombrado como un buen guerrero, la verdad es que a Orson nunca le había llamado la atención la práctica de la lucha por lo que había dejado ésta más que alejada, aunque mantuviese el poder suficiente para blandir el hacha cuando fuese necesario.
- ¿Y creéis que este es ese momento o preferís descansar y tomaros un baño quizás, Fuegoscuro?- Una mueca en su rostro quedó patente cuando observó como el Florent perdía pie, dejando vía libre a un golpe del otro hombre en su hombro que, como mínimo, lastraría el combate.
- Las Tierras de las Tormentas siempre son confusas. Mi hermano quedó en Bastión para asegurarse de que todo siga con normalidad.- Y no dijo más. No podía ya que si con sus comentarios mostraba al menos un poco de la debilidad en las Tormentas sería fatal. Aunque la revuelta se había dado hacía dos años, lo cierto es que los vasallos de las Marcas seguían, a veces, tratando de mostrar su orgullo tras la guerra contra los Baratheon, y los Connington estaban bastante atentos ante cualquier debilidad de la familia de Bastión, la que regía las tierras.
Mientras tanto los hombres frente a ellos comenzaron a entrenar. El Beesbury era mejor, lo había visto nada más en su disposición a la hora de atacar, observando que aprovechaba su mayor altura y siempre se mantenía atento a un ataque bajo, que podría hacerle más daño. El Florent era mucho más impulsivo, algo que a veces era bueno en una batalla, pero no quizás en una lucha contra un igual. Aunque él mismo hubiese sido nombrado como un buen guerrero, la verdad es que a Orson nunca le había llamado la atención la práctica de la lucha por lo que había dejado ésta más que alejada, aunque mantuviese el poder suficiente para blandir el hacha cuando fuese necesario.
- ¿Y creéis que este es ese momento o preferís descansar y tomaros un baño quizás, Fuegoscuro?- Una mueca en su rostro quedó patente cuando observó como el Florent perdía pie, dejando vía libre a un golpe del otro hombre en su hombro que, como mínimo, lastraría el combate.
Orson Baratheon.- Nobleza
Re: No son garras...
Me seco el sudor con un paño que una señorita que, tímidamente, se acerca para, tras inclinar la cabeza, volver por donde ha venido. Deduzco que es alguna doncella de nuestra pequeña corte, pues dudo que muchas se acercaran de esa manera, a menos que fuera una fulana que no buscara más que el placer para poder ganarse dos o tres monedas y vivir tranquila y sin aspavientos durante varios días. Suspiro y paso el pañuelo por todo el rostro, y lo meto bajo la camiseta que llevo puesta, sin levantar ni tan siquiera nada para no importunar a nadie, y poder limpiar parte de ese sudor que, poco a poco se va volviendo frío gracias a la cobertura del tejadillo de madera. Me acomodo de nuevo en la mesa, mientras apoyo mis fornidos brazos en mi pecho, para cruzarlos y cerrar los ojos mientras pienso una respuesta. Tampoco ha sido muy claro y preciso, simplemente me ha dejado claro que, con lo que me ha dicho, tengo más que suficiente para empezar, y que no es necesario nada más de momento. Quizás si Anais estuviera presente sabría como actuar para hacerle entrar en razón y que me cuente más sobre las Tierras de las Tormentas, pero no parece ser muy dado a hablar de sus tierras - Sin duda me encantaría poder viajar algún día a las Tierras de las Tormentas, quizás aprenda más de lo que ya se. He oído que en todos lados hay buenos guerreros, espero que en sus tierras los haya de buena talla - comento, casi con una sonrisa en los labios que no llega ni a media sonrisa, sino que se queda a medio camino de parecer siquiera una sonrisa completa.
Arqueo los hombros y los muevo durante un rato, para liberar la tensión de portar sobre mi espalda el abatimiento de cuatro hombres seguidos, uno detrás de otro, mientras observo como dos combatientes se baten en el campo de entrenamiento. Ambos parecen fieros, ninguno llega a la altura del otro, pero quizás es la agilidad y el buen hacer del más alto el que le alza con la victoria. Reprimo el hecho de avanzar hacia donde se encuentra para retarlo y demostrar que ante un Fuegoscuro no tendría posibilidades, pero no veo oportunidad de dejar escapar a Ser Baratheon de nuevo - Si no os importuna, podemos hablar ahora, a no ser que sea mi olor el que os incomode - digo riendo y apartándome un poco de su lado, a la par de que doy varios tragos más al agua que me vuelven a tender amablemente varios señores que, ancianos, vislumbran con atención todo lo que decimos - Aunque quizás no sea el lugar más apropiado para hablar, ¿me acompaña a aquella zona aparta, Ser? - le pregunto, mientras pongo rumbo a una zona en la que varios árboles se alzan a modo de sombra protectora. Estaremos resguardados del calor y de miradas ajenas que puedan ser más que siervos o espías de otras casas. No estoy para perder el tiempo cortando cabezas a quien ose importunarnos. Al avanzar, pasamos por en medio del corro que se había formado antes, y todos me hacen paso creyendo que vuelvo a combatir. Niego con la cabeza - Primero son ustedes los que han de batirse en duelo, cuando sean capaces tan siquiera de levantar la espada, llámenme - digo altanamente y, al llegar a los árboles, me dejo caer con la espalda apoyada en el tronco - Quizás no sea el mejor lugar, pero lo bastante apartado para hablar tranquilos - le digo, esperando que tome asiento o me mira desde arriba.
Arqueo los hombros y los muevo durante un rato, para liberar la tensión de portar sobre mi espalda el abatimiento de cuatro hombres seguidos, uno detrás de otro, mientras observo como dos combatientes se baten en el campo de entrenamiento. Ambos parecen fieros, ninguno llega a la altura del otro, pero quizás es la agilidad y el buen hacer del más alto el que le alza con la victoria. Reprimo el hecho de avanzar hacia donde se encuentra para retarlo y demostrar que ante un Fuegoscuro no tendría posibilidades, pero no veo oportunidad de dejar escapar a Ser Baratheon de nuevo - Si no os importuna, podemos hablar ahora, a no ser que sea mi olor el que os incomode - digo riendo y apartándome un poco de su lado, a la par de que doy varios tragos más al agua que me vuelven a tender amablemente varios señores que, ancianos, vislumbran con atención todo lo que decimos - Aunque quizás no sea el lugar más apropiado para hablar, ¿me acompaña a aquella zona aparta, Ser? - le pregunto, mientras pongo rumbo a una zona en la que varios árboles se alzan a modo de sombra protectora. Estaremos resguardados del calor y de miradas ajenas que puedan ser más que siervos o espías de otras casas. No estoy para perder el tiempo cortando cabezas a quien ose importunarnos. Al avanzar, pasamos por en medio del corro que se había formado antes, y todos me hacen paso creyendo que vuelvo a combatir. Niego con la cabeza - Primero son ustedes los que han de batirse en duelo, cuando sean capaces tan siquiera de levantar la espada, llámenme - digo altanamente y, al llegar a los árboles, me dejo caer con la espalda apoyada en el tronco - Quizás no sea el mejor lugar, pero lo bastante apartado para hablar tranquilos - le digo, esperando que tome asiento o me mira desde arriba.
Invitado- Invitado
Re: No son garras...
- Hombres duros.- Puntualizó.- En nuestras tierras es corriente que las Tormentas nos azoten. Los banderizos de mi familia viven en las montañas y en la selva sino en islas. Ninguno de estos lugares son como el Dominio y sus praderas sin fin. Así que me atrevería decir que, al menos, más duros si son.- Se encaminó junto al Fuegoscuro, siguiéndole con total tranquilidad.
Ante las palabras de cierto tono jocoso y el reproche a los otros hombres, Orson simplemente sonrió, algo complacido por la complicidad que el Fuegoscuro demostraba, algo que no se solía observar en mucha gente, y menos de entre aquellos que portaban un apellido de altura, claro que debía recordar que Fuegoscuro era un apellido de Bastardo y de nada más.
No tardó en sentarse. Orson era un joven que conocía bastante bien todo el protocolo que debía llevar a cabo frente a una corte estricta, pero era bien cierto que se sentía infinitamente más cómodo en un ambiente más relajado y tranquilo, y Daemon parecía proporcionárselo. Así que apoyó ambas manos en la hierba y dejó que su cuerpo cayese en peso sobre ellos.
- Si lo creéis oportuno entonces...Podéis comentarme.
Ante las palabras de cierto tono jocoso y el reproche a los otros hombres, Orson simplemente sonrió, algo complacido por la complicidad que el Fuegoscuro demostraba, algo que no se solía observar en mucha gente, y menos de entre aquellos que portaban un apellido de altura, claro que debía recordar que Fuegoscuro era un apellido de Bastardo y de nada más.
No tardó en sentarse. Orson era un joven que conocía bastante bien todo el protocolo que debía llevar a cabo frente a una corte estricta, pero era bien cierto que se sentía infinitamente más cómodo en un ambiente más relajado y tranquilo, y Daemon parecía proporcionárselo. Así que apoyó ambas manos en la hierba y dejó que su cuerpo cayese en peso sobre ellos.
- Si lo creéis oportuno entonces...Podéis comentarme.
Orson Baratheon.- Nobleza
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