Los astilleros (post logístico)

Había revisado los almacenes,  la madera de los Bolton había fluido sin problemas  y sus  almacenes tenían suficiente, Recontó las armaduras, desde que  firmara el pacto con los Reyne  y los Lannister también  tenían  oro  y  elementos defensivos suficientes.  El nuevo pacto  firmado con Antigua les  traería comida,  en los últimos recuentos, podía destinar varias pieza de tela a  hacer el  velamen,   aunque había separado unas cuantas de seda, para  Keira, su pequeña hijita y ella. Sabía que Keira  gruñiría,  hablaría  diciendo que parecería una  escoba  vestida, no se daba cuenta,  de lo preciosa que era, y como muchos volvían la vista a verla pasar.

-¿Tortuga?, te has levantado chistoso mi señor,  dijo  poniéndose de puntilla para darle un beso en la cicatriz que le recordaba su valor. Ella no se  cortaba en absoluto,  demostraba lo mucho que le  quería, y si a los hombres de hierro les sorprendía, pues que aprendieran.

-¿Lenta?, bueno eso será si el barco camina por tierra, tengo entendido que una vez que se meten en el agua, las  tortugas no son lentas, arrugó la naricilla, llevaba más de un año en esas tierras, discreta y concienzuda como era,  había aprendido, anotado, preguntado todo sobre los barcos, pegándose a Harrald, a Keira, y a Bjorn, para preguntar todo lo necesario. Partía  de la base de su curiosidad innata por todo, su inteligencia hizo lo siguiente.

- Mi señor, ver trabajar a los hombres haciendo barcos, a las mujeres cosiendo las telas  que harán las veces de velas, y sobre todo, mi amado pirata, la cara de alegría tu recuperadas fuerzas y ánimo, verte feliz por la nueva empresa, se ruborizó al recordar como la había poseído, su vigor, era fuerte, no había perdido nada de su energía.

Ella estaba también feliz, en un primer momento no comprendió el por qué de la ruptura del cuerno, pero  si era sincera consigo misma, era un respiro, pues sabía que esa misión no se la podía encargar a otra persona que no fuera  Kiera, la única suficientemente fiel, y si temía por su esposo, también lo hacía por su amiga, a la que quería como una hermana. En su interior pensaba que era una oportunidad perdida, sin embargo, estos hombres duros, podían conquistar todo, el desastre de El Rejo, fue en parte por la existencia de ese bicho, que desaparecido el  y su  cuerno, nada había que temer, y en parte por la desunión entre la flota de Harlaw y la de Marea, cosa que se debía subsanar antes de emprender una nueva misión.

-Si tus cálculos son exactos tendremos pronto esos diez barcos, y comenzaremos otros diez. Pero necesitamos muchos más…Tendremos que hacer un recuento de los que tenemos,´añadiendo los que tu hermano ha ido a comprobar que quedan en las Escudo. Hizo un pequeño mohín.

-Mi querido señor marido, querrá explicarme más cosas, pues la intendencia me sabe apoco…, quería pedirte, no se atrevió a seguir, sabía que la diría que no, quería estar a su lado en la guerra, - bueno no tiene importancia, sigamos amor mío.