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Prisionero, pero más cómodo
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Prisionero, pero más cómodo
La habitación era amplia, mucho más amplia que la celda en la que le habían mantenido hasta ayer, había una cama, una mesa y una silla y poco más, pero resultaba un lujo comparado con la habitación de la que había dispuesto durante los últimos seis meses.
La luz entraba por una pequeña saetera en la pared oriental, indicándole que era por la mañana y que seguía vivo, era la primera vez que veía el sol desde la batalla y de que comenzara su calvario.
Casi se le saltaron las lágrimas cuando bajo un alegre rayo de sol vio algunas ropas un pantalón y una camisa, estaban limpias, y sobre la mesa una palangana con agua. Olyvar se despojó de sus ropas, bastante maltrechas después de seis meses llevándolas a diario, comidas por la suciedad, con los olores de las heces y los orines pegados, con manchas que rebelaban los rastros de alguna de las pocas veces que había vomitado, no podía permitirse ese lujo con la escasa comida que le proporcionaban, Olyvar estuvo tentado de arrojarlas, pero prefirió dejarlas apartadas en un rincón, en algún punto aún debería de estar el sol y la lanza y no pensaba tirarlo, era un Martell.
Estaba desnudo y pudo por primera vez contemplarse, Jamás había estado relleno, pero esta vez estaba… las costillas se marcaban bajo su piel oscurecida por la mugre. No se lo pensó dos veces, introdujo la cabeza en el cobo y aguantó tanto como pudo la respiración hasta casi ahogarse, su pelo, su barba y su cara completamente húmedas. El agua tenía un color parecido al chocolate y en ella trataban de nadar multitud de piojos y liendres, estuvo tentado de pescarlos para comérselo, algo que había hecho en los últimos meses para completar su magra dieta, pero se resistió, confiaba en que con el cambio de habitación mejorara la comida.
Se dio un poco de agua por el cuerpo, lo que Sare llamaba el lavado del gato, pero a pesar de todo era lo mejor en demasiado tiempo. Se colocó la camisa limpia una sensación que ya había olvidado, era bastante agradable, lo mismo que los pantalones, aunque no pensaba conservarlos mucho tiempo, quería probar la cama, ver lo cómoda que era, aunque seguro que mejoraba el duro suelo con paja rancia que había sido su lecho en los últimos meses.
En ese momento oyó un ruido en la parte exterior, en la puerta. Olyvar se puso en tensión.
La luz entraba por una pequeña saetera en la pared oriental, indicándole que era por la mañana y que seguía vivo, era la primera vez que veía el sol desde la batalla y de que comenzara su calvario.
Casi se le saltaron las lágrimas cuando bajo un alegre rayo de sol vio algunas ropas un pantalón y una camisa, estaban limpias, y sobre la mesa una palangana con agua. Olyvar se despojó de sus ropas, bastante maltrechas después de seis meses llevándolas a diario, comidas por la suciedad, con los olores de las heces y los orines pegados, con manchas que rebelaban los rastros de alguna de las pocas veces que había vomitado, no podía permitirse ese lujo con la escasa comida que le proporcionaban, Olyvar estuvo tentado de arrojarlas, pero prefirió dejarlas apartadas en un rincón, en algún punto aún debería de estar el sol y la lanza y no pensaba tirarlo, era un Martell.
Estaba desnudo y pudo por primera vez contemplarse, Jamás había estado relleno, pero esta vez estaba… las costillas se marcaban bajo su piel oscurecida por la mugre. No se lo pensó dos veces, introdujo la cabeza en el cobo y aguantó tanto como pudo la respiración hasta casi ahogarse, su pelo, su barba y su cara completamente húmedas. El agua tenía un color parecido al chocolate y en ella trataban de nadar multitud de piojos y liendres, estuvo tentado de pescarlos para comérselo, algo que había hecho en los últimos meses para completar su magra dieta, pero se resistió, confiaba en que con el cambio de habitación mejorara la comida.
Se dio un poco de agua por el cuerpo, lo que Sare llamaba el lavado del gato, pero a pesar de todo era lo mejor en demasiado tiempo. Se colocó la camisa limpia una sensación que ya había olvidado, era bastante agradable, lo mismo que los pantalones, aunque no pensaba conservarlos mucho tiempo, quería probar la cama, ver lo cómoda que era, aunque seguro que mejoraba el duro suelo con paja rancia que había sido su lecho en los últimos meses.
En ese momento oyó un ruido en la parte exterior, en la puerta. Olyvar se puso en tensión.
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
Había llegado el momento de visitar al dorniense. La guerra civil la había mantenido extraordinariamente ocupada. El Drum, el Kraken y La liga de la sal habían sido el centro de sus preocupaciones. La desaparición de su hermano y su posterior regreso así como los consejos realizados por su padre y sus vasallos absorvieron todo su tiempo y sus pensamentos. Olyvar había permanecido cautivo en Pyke durante todo esos meses bajo el cuidado de los carceleros de su padre. El principe dorniense era el seguro que garantizaba que el ejercito de lanza no se uniera a los muchos enemigos con los que ya contaban las Islas. Era prioritario que no escapara o pusiera en peligro su integridad. Desgraciadamente los carceleros de Pyke no suelen ser muy hospitalarios con los prisioneros, por muy nobles que sean y al parecer las condiciones en las que lo habían mantenido habían sido excesivamente severas.
Al volver a la normalidad y a la fortaleza de Pyke, Keira decidió mostrar algo de clemencia con su huésped. Dispuso su traslado a unas dependencias más cómodas y humanitarias pero sin dejar de lado la estrecha vigilancia sobre el cautivo. Afortunadamente su padre estuvo de acuerdo con las nuevas medidas. Un espíritu pacificador y reconciliador parecía gobernar a los Isleños tras la devastadora guerra civil a la que habían sobrevivido.
Keira se dispuso a volver a ver al hombre de las arenas. Quería asegurarse de su bienestar y meditar sobre la mejor salida a este asunto. La sirena de Hierro no olvida ni perdona con facilidad, pero era mucho más razonable que la mayoría de los Isleños y no se dejaba cegar por la furia con la misma facilidad que éstos. Se encaminó con paso firme hacia la torre y subió las múltiples escaleras que se interponían entre la base y las estancias superiores. Al llegar saludó a los hombres que custodiaban la puerta, sus propios hombres. Había hecho abrir una pequeña mirilla en la puerta cerrada con unos barrotes para poder vigilar al prisionero y lo que sucedía en su interior. Al asomarse vio el aspecto del dorniense y frunció la nariz. El olor que desprendería no iba a ser precisamente agradable - Abrid la puerta - ordenó - luego volved a cerrar. Al entrar dos de sus hombres la acompañaron, ella les hizo una seña para que permanecieran junto a la puerta. No necesitaba tenerlos pegados al culo como unas lapas.
- Espero que estéis cómodo, Martell. Veo que os han traído la ropa limpia como dispuse. - se plantó enfrente del dorniense y le observó detenidamente. Olía peor que un muerto y estaba francamente delgado. Con toda esa maraña de pelo sucio y enredado se parecía más a Axel que a los aceitados dornienses. Keira sin duda aprobaba el cambio, no entendía esas costumbres superficiales y afeminadas. Aunque dudaba que el pequeño general estuviera de acuerdo.
Al volver a la normalidad y a la fortaleza de Pyke, Keira decidió mostrar algo de clemencia con su huésped. Dispuso su traslado a unas dependencias más cómodas y humanitarias pero sin dejar de lado la estrecha vigilancia sobre el cautivo. Afortunadamente su padre estuvo de acuerdo con las nuevas medidas. Un espíritu pacificador y reconciliador parecía gobernar a los Isleños tras la devastadora guerra civil a la que habían sobrevivido.
Keira se dispuso a volver a ver al hombre de las arenas. Quería asegurarse de su bienestar y meditar sobre la mejor salida a este asunto. La sirena de Hierro no olvida ni perdona con facilidad, pero era mucho más razonable que la mayoría de los Isleños y no se dejaba cegar por la furia con la misma facilidad que éstos. Se encaminó con paso firme hacia la torre y subió las múltiples escaleras que se interponían entre la base y las estancias superiores. Al llegar saludó a los hombres que custodiaban la puerta, sus propios hombres. Había hecho abrir una pequeña mirilla en la puerta cerrada con unos barrotes para poder vigilar al prisionero y lo que sucedía en su interior. Al asomarse vio el aspecto del dorniense y frunció la nariz. El olor que desprendería no iba a ser precisamente agradable - Abrid la puerta - ordenó - luego volved a cerrar. Al entrar dos de sus hombres la acompañaron, ella les hizo una seña para que permanecieran junto a la puerta. No necesitaba tenerlos pegados al culo como unas lapas.
- Espero que estéis cómodo, Martell. Veo que os han traído la ropa limpia como dispuse. - se plantó enfrente del dorniense y le observó detenidamente. Olía peor que un muerto y estaba francamente delgado. Con toda esa maraña de pelo sucio y enredado se parecía más a Axel que a los aceitados dornienses. Keira sin duda aprobaba el cambio, no entendía esas costumbres superficiales y afeminadas. Aunque dudaba que el pequeño general estuviera de acuerdo.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
Le dio tiempo para ver como a través de los barrotes se levantaba una mirilla, recordándole que en todo momento iba a estar vigilado, que seguía estando en una celda, mucho más cómoda que una mazmorra, pero una celda al fin y al cabo.
La autoritaria voz de la mujer era lo último que hubiera esperado y más cuando el tono que había empleado era autoritario, pocas féminas tenían poder entre los isleños. Además creyó reconocer la voz, si tenía razón tendría que disimular bastante y contenerse, a sí mismo y a su lengua.
Entró junto con dos guardias, aquello le demostró algunas cosas, a pesar de estar prisionero seis meses y de su lamentable estado aún le consideraban peligroso, ¿cómo pretendía que causara problemas?, ¿creían que la podía ahorcar con su pelo?.
Princesa Keira Olyvar hizo una breve reverencia Agradeced en mi nombre a vuestro padre por el traslado y tenéis mi gratitud por la ropa limpia, sobre la comodidad.. acabo de llegar y no sabría deciros pero desde luego buena pinta tiene Olyvar se pasó un mano por el mojado pelo para apartárselo de la cara, ya se buscaría más adelante algo para apartárselo, tal vez una cinta o un trozo de tela, pero por ahora tendría que conformarse con eso.
Olyvar forzó una sonrisa No necesitáis la protección de esos dos, no pretendo suicidarme atacándoos, estáis a salvo conmigo. ¿Cómo os han ido estos seis meses? No le preguntaría por la guerra civil, ni por Dorne. No al menos de inicio. Hay ahí una silla sentaros si lo prefieres. Por cierto, fue una buena maniobra
La autoritaria voz de la mujer era lo último que hubiera esperado y más cuando el tono que había empleado era autoritario, pocas féminas tenían poder entre los isleños. Además creyó reconocer la voz, si tenía razón tendría que disimular bastante y contenerse, a sí mismo y a su lengua.
Entró junto con dos guardias, aquello le demostró algunas cosas, a pesar de estar prisionero seis meses y de su lamentable estado aún le consideraban peligroso, ¿cómo pretendía que causara problemas?, ¿creían que la podía ahorcar con su pelo?.
Princesa Keira Olyvar hizo una breve reverencia Agradeced en mi nombre a vuestro padre por el traslado y tenéis mi gratitud por la ropa limpia, sobre la comodidad.. acabo de llegar y no sabría deciros pero desde luego buena pinta tiene Olyvar se pasó un mano por el mojado pelo para apartárselo de la cara, ya se buscaría más adelante algo para apartárselo, tal vez una cinta o un trozo de tela, pero por ahora tendría que conformarse con eso.
Olyvar forzó una sonrisa No necesitáis la protección de esos dos, no pretendo suicidarme atacándoos, estáis a salvo conmigo. ¿Cómo os han ido estos seis meses? No le preguntaría por la guerra civil, ni por Dorne. No al menos de inicio. Hay ahí una silla sentaros si lo prefieres. Por cierto, fue una buena maniobra
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
Le hizo gracia el saludo, "princesa", no esperaba esos formalismos. Más bien estaba convencida de que el irreflexivo e impetuoso dorniense la agasajaría con toda clase de improperios. Al fin y al cabo si algo había demostrado era que carecía de sensatez. Le miró a los ojos buscando leer en ellos, seria e inexpresiva. - Lo cierto es que me debéis a mi ambas atenciones Olyvar. Siento comunicaros que siendo mi "invitado" yo decido sobre vuestra situación - dijo con una sonrisa lobuna. Quería que él supiera que estaba en sus manos, le resultaba divertido en cierto modo. - Si necesitáis cualquier cosa decidselo a mis hombres y atenderé vuestras peticiones. Siempre que sean razonable. - añadió.
Keira se quedó mirando al dorniense pero no pudo controlar una carcajada al oír semejante estupidez. Si creía que iba a entrar al trapo es que era más necio de lo que pensaba. - Por el Ahogado dorniense. Os he trasladado por que creí que seis meses en las mazmorras os habrían enseñado algo de humildad y madurez. Por vuestro bien, no me hagáis creer que estaba equivocada. - dijo divertida. - Fuiste un rival mediocre cuando estabais entero, ahora... ni eso. Mis hombres están aquí para velar por vuestra seguridad. Si os comportáis como un buen huésped, permitiré que os preparen un baño con regularidad, tendréis tres comidas al día e incluso alguna visita que mitigue vuestro tedio. Pero siendo como sois tan proclive a tocar los cojones, temo que alguno de ellos se vea tentado de haceros una abertura nueva a nivel de la garganta. No todos los isleños tienen mi paciencia. Mis hombres os protegerán. Al fin y al cabo me sirves más vivo que muerto - hizo una pausa y sonrió con malicia. - Al menos por el momento.
- Hablando de visitas. Su alteza la reina quiere que le informéis sobre su familia. Comportaos con ella y decidle todo lo que desee, como muestra de buena voluntad. Apoyó la mano en el pomo de la espada para descansar. - Siéntate tu en la silla, pareces necesitar lo más que yo. - sonrió de medio lado por la pregunta. Ahora parecía un manual de buenas costumbres. - Mejor que a vos sin duda. Las Islas del Hierro han salido fortalecidas con su rey Kraken al frente y sus enemigos fueron aplastados. Eso es todo lo que necesitáis saber. Pero todas las guerras tocan a su fin.
Keira se quedó mirando al dorniense pero no pudo controlar una carcajada al oír semejante estupidez. Si creía que iba a entrar al trapo es que era más necio de lo que pensaba. - Por el Ahogado dorniense. Os he trasladado por que creí que seis meses en las mazmorras os habrían enseñado algo de humildad y madurez. Por vuestro bien, no me hagáis creer que estaba equivocada. - dijo divertida. - Fuiste un rival mediocre cuando estabais entero, ahora... ni eso. Mis hombres están aquí para velar por vuestra seguridad. Si os comportáis como un buen huésped, permitiré que os preparen un baño con regularidad, tendréis tres comidas al día e incluso alguna visita que mitigue vuestro tedio. Pero siendo como sois tan proclive a tocar los cojones, temo que alguno de ellos se vea tentado de haceros una abertura nueva a nivel de la garganta. No todos los isleños tienen mi paciencia. Mis hombres os protegerán. Al fin y al cabo me sirves más vivo que muerto - hizo una pausa y sonrió con malicia. - Al menos por el momento.
- Hablando de visitas. Su alteza la reina quiere que le informéis sobre su familia. Comportaos con ella y decidle todo lo que desee, como muestra de buena voluntad. Apoyó la mano en el pomo de la espada para descansar. - Siéntate tu en la silla, pareces necesitar lo más que yo. - sonrió de medio lado por la pregunta. Ahora parecía un manual de buenas costumbres. - Mejor que a vos sin duda. Las Islas del Hierro han salido fortalecidas con su rey Kraken al frente y sus enemigos fueron aplastados. Eso es todo lo que necesitáis saber. Pero todas las guerras tocan a su fin.
Última edición por Keira Greyjoy el Dom Mayo 12, 2013 8:25 am, editado 3 veces
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
Olyvar esbozó una sonrisa, a pesar de que sus palabras transmitían seguridad no lo parecía, quería demostrar fuerza, estaba claro que era su prisionero, pero había sido su padre el que le había cambiado de ubicación, y si no fuera así bien podía haber ido ella primero y no obligar a su padre a ir a verlo. Pero ahora estaba delante de sus hombres y tenía que aparentar. Tras el cambio que habéis realizado, princesa, poco más os puedo pedir, solo apelar a vuestra generosidad.
En un principio pareció molesta, otra vez más su larga lengua le metía en problema, entonces vió el matiz divertido que le daba a sus palabras, estaba claro que si quería recompensa tendría que portarse bien. Olyvar sonrió Me comportaré como un buen huésped Se tuvo que morder la lengua cuando mencionó lo de mediocre, pelear cinco contra uno y por sorpresa y lo considera mediocre, estaba claro la valentía que tenía ella.
Entendió perfectamente la amenaza implícita en sus palabras, si se iba de la lengua era hombre muerto, mientras lo pudiera mostrar como un trofeo podría tener algún valor, pero si empezaba a conocerse la verdad. Tenía que sobrevivir. Yo también prefiero estar vivo, como comprenderéis
Vaya, vaya así que Shiera iba a ir a verlo, ahora se aclaraban muchas cosas. Incluidas las anteriores amenazas Es también mi familia, princesa Keira
En un principio pareció molesta, otra vez más su larga lengua le metía en problema, entonces vió el matiz divertido que le daba a sus palabras, estaba claro que si quería recompensa tendría que portarse bien. Olyvar sonrió Me comportaré como un buen huésped Se tuvo que morder la lengua cuando mencionó lo de mediocre, pelear cinco contra uno y por sorpresa y lo considera mediocre, estaba claro la valentía que tenía ella.
Entendió perfectamente la amenaza implícita en sus palabras, si se iba de la lengua era hombre muerto, mientras lo pudiera mostrar como un trofeo podría tener algún valor, pero si empezaba a conocerse la verdad. Tenía que sobrevivir. Yo también prefiero estar vivo, como comprenderéis
Vaya, vaya así que Shiera iba a ir a verlo, ahora se aclaraban muchas cosas. Incluidas las anteriores amenazas Es también mi familia, princesa Keira
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
Keira sabía que aquello era una farsa, pero una necesaria. El dorniense luchaba por contener su ira y sujetar su lengua, pero no engañaba a nadie con sus amables palabras. A Keira por otra parte le resultaba cada vez más indiferente. La ira por su ineptitud y su huida se había vuelto tibia con la distancia y los meses pasados, siendo sustituida por simple desprecio. Olyvar sonreía pero la kraken no se molestó en imitarlo. Se limitó en asentir. Había cumplido con su criterio en cuanto a atenciones con su prisionero, pero tampoco es que le importase demasiado cuantas mudas tenía o si la cama tenía pulgas. al fin y al cabo él se lo había buscado. Y hasta el momento nada de lo que el Martell había hecho o dicho se habían granjeado ni un ápice de su respeto.
Se doblegó como un cordero haciendo reverencias. - "Un cordero con alma de serpiente" - pensó - "Que combinación más triste" - escuchó como abogaba por su vida. Keira mantuvo el gesto inexpresivo mientras se preguntaba si eso era lo que había hecho en el Limonar, huir para salvar su pellejo de lana y escamas. Le hizo gracia lo que dijo sobre Shiera. Si pensaba que iba a creer que el hecho de que los hermanos de ambos estuviesen casados, tenía algún valor para él, estaba muy equivocado. Eso era algo anecdótico para su amiga y no dudaba que para el Martell también. - No es vuestra familia dorniense, es la reina del Hierro. No tenéis crédito aquí con tan endeble cuenta.
Estuvo a punto de dar media vuelta y dar la entrevista por concluida, pero luego se lo pensó mejor. Era demasiado entretenido como para resistirse. Sonrió de medio lado y le miró a los ojos. Se acercó al dorniense y le preguntó cara a cara. - Decidme Martell, ahora que todo ha pasado y ya poco importa. Ahora que estamos solos y frente a frente. Podéis hablad sin reservas que nada de lo que digáis cambiará vuestra suerte. ¿Por qué huiste sin previo aviso tratando de escabullirte de improviso? ¿Fue la cobardía o la traición lo que os llevaron a semejante gilipollez?. - realmente ya poco le importaba, nada ya iba a cambiar. Fuera lo que fuera lo que tramase, no pudo llevarlo a cabo. Eso era lo importante. Y como siempre por hacer una estúpida insensatez, con la peor estrategia de la historia que nadie haya cagado, al mando de una flota. Lo único que buscaba la sirena de Hierro, era saber si el dorniense tenía los suficientes cojones como para reconocer la verdad o seguiría llorando como un niño de teta con una pataleta.
Se doblegó como un cordero haciendo reverencias. - "Un cordero con alma de serpiente" - pensó - "Que combinación más triste" - escuchó como abogaba por su vida. Keira mantuvo el gesto inexpresivo mientras se preguntaba si eso era lo que había hecho en el Limonar, huir para salvar su pellejo de lana y escamas. Le hizo gracia lo que dijo sobre Shiera. Si pensaba que iba a creer que el hecho de que los hermanos de ambos estuviesen casados, tenía algún valor para él, estaba muy equivocado. Eso era algo anecdótico para su amiga y no dudaba que para el Martell también. - No es vuestra familia dorniense, es la reina del Hierro. No tenéis crédito aquí con tan endeble cuenta.
Estuvo a punto de dar media vuelta y dar la entrevista por concluida, pero luego se lo pensó mejor. Era demasiado entretenido como para resistirse. Sonrió de medio lado y le miró a los ojos. Se acercó al dorniense y le preguntó cara a cara. - Decidme Martell, ahora que todo ha pasado y ya poco importa. Ahora que estamos solos y frente a frente. Podéis hablad sin reservas que nada de lo que digáis cambiará vuestra suerte. ¿Por qué huiste sin previo aviso tratando de escabullirte de improviso? ¿Fue la cobardía o la traición lo que os llevaron a semejante gilipollez?. - realmente ya poco le importaba, nada ya iba a cambiar. Fuera lo que fuera lo que tramase, no pudo llevarlo a cabo. Eso era lo importante. Y como siempre por hacer una estúpida insensatez, con la peor estrategia de la historia que nadie haya cagado, al mando de una flota. Lo único que buscaba la sirena de Hierro, era saber si el dorniense tenía los suficientes cojones como para reconocer la verdad o seguiría llorando como un niño de teta con una pataleta.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
Olyvar consiguió sonreír ante el ataque de la mujer, le estaba poniendo las cosas difíciles. Sé que es la Reina del Hierro y que seamos concuñados por partida doble no es un lazo demasiado grande para las Islas, pero yo la sigo considerando parte de mi familia y como tal la trataré, no le haría daño especialmente porque pensaba vivir y cualquier intento por dañarla representaría su muerte, más teniendo en cuenta su lamentable estado, no tenía la fuerza necesaria en ese momento para matarla rápidamente, aún en el caso de que hubiera querido.
Olyvar se sentó en la silla. Era la primera que se sentaba en varios meses y era un buen sustituto al frio y húmedo suelo de su mazmorra, alzó los ojos hacía la mujer. Entonces le soltó una pregunta, no pudo más que soltar una pequeña carcajada. ¿huir? ¿traición?, esto sí que es divertido, creo que fueron vuestros barcos los que atacaron a los míos cuando se suponía que éramos aliados. Iba a Lanza a por más hombres a por hombres de refresco y para pedirle a mi hermana que me entregara el mando de la flota Targaryen, ya que no había tenido respuesta al cuervo que le envié. Tengo que reconocer que fuisteis muy hábil, fue una buena estrategia la que montasteis para declarar la guerra a Dorne, fingir que no queríais atacar a las naves de volantis, soportar que empezaran a circular esos rumores entre los capitanes sobre vuestra cobardía, pero ese engaño fue muy útil tengo que reconocerlo
Olyvar hizo una pausa, tenía la garganta seca, por lo que intentó tragar un poco de saliva, aquella traición aún le dolía, más que nada, porque por mucho que lo pensara no le encontraba demasiada explicación Peleé hasta el último aliento, es por eso que deje bastantes cadáveres a mi alrededor y lancé un duelo a vuestro segundo, pero se negó y prefirió seguir sacrificando a vuestros hombres para capturarme Olyvar se encogió de hombros Ahora tenéis lo que querías Princesa Keira Greyjoy, a mí de prisionero y la guerra con Dorne
Olyvar se sentó en la silla. Era la primera que se sentaba en varios meses y era un buen sustituto al frio y húmedo suelo de su mazmorra, alzó los ojos hacía la mujer. Entonces le soltó una pregunta, no pudo más que soltar una pequeña carcajada. ¿huir? ¿traición?, esto sí que es divertido, creo que fueron vuestros barcos los que atacaron a los míos cuando se suponía que éramos aliados. Iba a Lanza a por más hombres a por hombres de refresco y para pedirle a mi hermana que me entregara el mando de la flota Targaryen, ya que no había tenido respuesta al cuervo que le envié. Tengo que reconocer que fuisteis muy hábil, fue una buena estrategia la que montasteis para declarar la guerra a Dorne, fingir que no queríais atacar a las naves de volantis, soportar que empezaran a circular esos rumores entre los capitanes sobre vuestra cobardía, pero ese engaño fue muy útil tengo que reconocerlo
Olyvar hizo una pausa, tenía la garganta seca, por lo que intentó tragar un poco de saliva, aquella traición aún le dolía, más que nada, porque por mucho que lo pensara no le encontraba demasiada explicación Peleé hasta el último aliento, es por eso que deje bastantes cadáveres a mi alrededor y lancé un duelo a vuestro segundo, pero se negó y prefirió seguir sacrificando a vuestros hombres para capturarme Olyvar se encogió de hombros Ahora tenéis lo que querías Princesa Keira Greyjoy, a mí de prisionero y la guerra con Dorne
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
El prisionero seguía sonriendo como si se encontrasen en una reunión social. No entendía el motivo pero tampoco le importaba. Mejor que sonriera a que dijera memeces. Al menos tenía que reconocerle el mérito de conservar cierta entereza pese a su lamentable estado. - En eso tienes razón Olyvar. A los hombres del Hierro les importa una mierda para quien se abría de piernas tu hermana o con quién se tiraba tu hermano. Pero haces bien en mostrar respeto por nuestra reina. - Lo cierto es que agradecía que Shiera se hiciera cargo del cuidado del dorniense. A ella a parte de parecer le una perdida de tiempo le resultaba insoportable. Su amiga tenía mucha más paciencia y sin duda tenía mucho más aprecio por el Martell que ella. Confiaba plenamente en ella así que sin duda era la persona adecuada para esa tarea.
Ahora además reía. Keira empezó a tener que hubiera perdido la cabeza. No sería el primero ni el último que perdía la cabeza por el cautiverio prolongado. claro que en su caso la pérdida del raciocinio quizá no fuera para tanto. El dorniense empezó a soltar por la boca fustigado por el acicate que la isleña le había proporcionado. Había soltado un cebo disfrazado de bravuconería y Olyvar había picado. - "¡Aja!, ahí está." - se dijo. Siempre lo había sabido. Desde el primer momento en cuanto vio que la flota dorniense zarpaba sin previo aviso. Ya en su primer encuentro había hablado como si los barcos Targaryen fueran suyos. Sabía que codiciaba apropiarse de ellos con argucias y a traición. Pero ella se lo había impedido. Esa flota se le había entregado a ella, ella era su comandante y solo a ella le pertenecía su mando. El dorniense había querido arrebatarle algo que por justicia era suyo. Esos barcos hubieran sido muy útiles a su padre en su propia guerra civil una vez aniquilados los volantinos. Pero gracias a la traición del Martell no les habían servido a ninguno de los dos.
- "¡Pequeño Olyvar no hables de estrategias. La única que dominas es la de bajarte los pantalones antes de cagar. - Keira leyó sus intenciones a la perfección. Buscaba atacarla aunque lo envolviera todo en alagos. Pero para Keira fue evidente la verdad del dicho que reza que no ofende el que quiere sino el que puede. Sus intentos eran demasiado burdos y torpes. No se molestó en contestarle. Siguió hablando y como siempre vivía en un mundo imaginario. Keira ya no sabía si reir o llorar. - Agradece al ahogado que ordenara a Lord Wynch no tocarte. O ahora mismo llacerías descuartizado en el fondo del puto mar del verano. Y te equivocas completamente ni quiero seguir teniendo que soportarte ni me interesa lo más mínimo ese puto monton de arena al que llamáis Dorne. Mira por donde puede que los dos estemos de acuerdo en algo por primera vez en nuestra vida. Tu quieres volver a tu hogar y yo quiero que desaparezcas del mío. - Keira era inteligente y prefería sacar tajada de un pacto con la familia del chico. Claro que si resultaba muy complejo llegar a un acuerdo con su hermano o se obstinaban en la guerra, siempre podía encargarse de su desaparición la caricia de Sentencia.
Ahora además reía. Keira empezó a tener que hubiera perdido la cabeza. No sería el primero ni el último que perdía la cabeza por el cautiverio prolongado. claro que en su caso la pérdida del raciocinio quizá no fuera para tanto. El dorniense empezó a soltar por la boca fustigado por el acicate que la isleña le había proporcionado. Había soltado un cebo disfrazado de bravuconería y Olyvar había picado. - "¡Aja!, ahí está." - se dijo. Siempre lo había sabido. Desde el primer momento en cuanto vio que la flota dorniense zarpaba sin previo aviso. Ya en su primer encuentro había hablado como si los barcos Targaryen fueran suyos. Sabía que codiciaba apropiarse de ellos con argucias y a traición. Pero ella se lo había impedido. Esa flota se le había entregado a ella, ella era su comandante y solo a ella le pertenecía su mando. El dorniense había querido arrebatarle algo que por justicia era suyo. Esos barcos hubieran sido muy útiles a su padre en su propia guerra civil una vez aniquilados los volantinos. Pero gracias a la traición del Martell no les habían servido a ninguno de los dos.
- "¡Pequeño Olyvar no hables de estrategias. La única que dominas es la de bajarte los pantalones antes de cagar. - Keira leyó sus intenciones a la perfección. Buscaba atacarla aunque lo envolviera todo en alagos. Pero para Keira fue evidente la verdad del dicho que reza que no ofende el que quiere sino el que puede. Sus intentos eran demasiado burdos y torpes. No se molestó en contestarle. Siguió hablando y como siempre vivía en un mundo imaginario. Keira ya no sabía si reir o llorar. - Agradece al ahogado que ordenara a Lord Wynch no tocarte. O ahora mismo llacerías descuartizado en el fondo del puto mar del verano. Y te equivocas completamente ni quiero seguir teniendo que soportarte ni me interesa lo más mínimo ese puto monton de arena al que llamáis Dorne. Mira por donde puede que los dos estemos de acuerdo en algo por primera vez en nuestra vida. Tu quieres volver a tu hogar y yo quiero que desaparezcas del mío. - Keira era inteligente y prefería sacar tajada de un pacto con la familia del chico. Claro que si resultaba muy complejo llegar a un acuerdo con su hermano o se obstinaban en la guerra, siempre podía encargarse de su desaparición la caricia de Sentencia.
Keira Greyjoy- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
La actitud de la pirata cada vez le desconcertaba más, ya no sabía a que atenerse, pero una cosa parecía claro iba a pasarse allí una buena temporada.
Le hubiera gustado responderle que no le guardaba respeto por ser su reina, sino por ser de su familia, pero lo hubiera podido malinterpretar y eso era lo último que necesitaba Le daré todo el respeto que se merece, he sido invitado suyo algunas veces en Desembarco, cuando iba a visitar a mi familia, del mismo modo que ella lo ha sido en Lanza cuando ha ido alguna vez, es de mi familia y le mostraré todo el respeto que se merece una dama. Olyvar confiaba en recibir un mejor trato por su parte que por la que estaba recibiendo por parte de sus actuales anfitriones.
Olyvar vio como se le cambiaba la cara ante sus palabras, como se excitaba y como le respondía. En cualquier otro lado hubiera respondido, pero no aquí, no en estas circunstancias. Puede que hubiese tenido suerte en los combates, pero había matado a bastantes de sus hombres. En ese momento llegó la información más deseada, le estaba diciendo que no lo quería como prisionero, que tomarlo había sido un error, cada vez parecía más claro que se había equivocado al atacarle, que no había medido las consecuencias de declararle la guerra a Dorne, por mucho que lo quisiera enmascarar de prepotencia.
Lo siguiente que le dijo le dejó paralizado, parecía que estaba hablando de la posibilidad de liberarlo. En ese caso solo tenéis que ponerme en libertad, Keira, o contactar con mi familia De esa forma al menos sabrían que estaba vivo
Le hubiera gustado responderle que no le guardaba respeto por ser su reina, sino por ser de su familia, pero lo hubiera podido malinterpretar y eso era lo último que necesitaba Le daré todo el respeto que se merece, he sido invitado suyo algunas veces en Desembarco, cuando iba a visitar a mi familia, del mismo modo que ella lo ha sido en Lanza cuando ha ido alguna vez, es de mi familia y le mostraré todo el respeto que se merece una dama. Olyvar confiaba en recibir un mejor trato por su parte que por la que estaba recibiendo por parte de sus actuales anfitriones.
Olyvar vio como se le cambiaba la cara ante sus palabras, como se excitaba y como le respondía. En cualquier otro lado hubiera respondido, pero no aquí, no en estas circunstancias. Puede que hubiese tenido suerte en los combates, pero había matado a bastantes de sus hombres. En ese momento llegó la información más deseada, le estaba diciendo que no lo quería como prisionero, que tomarlo había sido un error, cada vez parecía más claro que se había equivocado al atacarle, que no había medido las consecuencias de declararle la guerra a Dorne, por mucho que lo quisiera enmascarar de prepotencia.
Lo siguiente que le dijo le dejó paralizado, parecía que estaba hablando de la posibilidad de liberarlo. En ese caso solo tenéis que ponerme en libertad, Keira, o contactar con mi familia De esa forma al menos sabrían que estaba vivo
Olyvar Martell- Nobleza
Re: Prisionero, pero más cómodo
Keira asintió. Sabía de la bondad de corazón de Shiera y sabía que se iba a encargar del bienestar del dorniense una vez concluída la guerra. No veía motivo alguno para no permitirlo. Al fin y al cabo le interesaba mantenerlo con vida y en ningunas manos iba a estar mejor que en las de la reina. No solo era hábil en la elaboración de ungüentos y remedios, sino que además confiaba plenamente en ella. Sabía que tendría el temple necesario para tratar con el Martell sin entrar a sus ataques ni mentiras. - Eso espero Olyvar. Pronto acudirá a visitarte y a aliviar tus heridas. -dijo zanjando el asunto.
- Si os comportáis como debéis y juráis no hacer tonterías se os permitirá salir a tomar el aire al patio de vez en cuando. Escoltado por mi guardia, como es lógico. Por vuestra seguridad, no provoquéis a los hombres del Hierro. No tienen mi paciencia ni mi magnanimidad. - confiaba plenamente en sus hombres, pero sabía lo irritable que podía llegar a ser el dorniense. - Si alguien se merece el placer de traspasarte con una espada, esa soy yo. No quiero que me priven de mis privilegios. - bromeó con una sonrisa traviesa en los labios.
La respuesta de Olyvar la hizo reír a carcajadas. Intentó contenerse pero no pudo. Sus hombres secundaron su reacción con sus propias risotadas. En verdad que ese hombre estaba en la parra si creía que le iba a liberar sin más ni más después de su traición. Si accedía a intercambiarlo o a negociar con su vida era solamente porque lo consideraba un necio, un niñato inmaduro que no había medido sus acciones. Y también, porque aunque no temiera a los dornienses, era consciente de que las Islas no obtendrían beneficios de enfrentarse a ellos. Al menos no tantos como si se lanzaban a la conquista de bocados más cercanos y apetecibles. Se recompuso intentando parecer digna para contestarle. - Si claro Olyvar, ahora mismo te libero y nos vamos de pesca juntos. Que te haya perdonado la vida, no significa que haya olvidado tu vileza. Las Islas merecen un resarcimiento a tus afrentas. Si lo obtenemos, vivirás. Así de simple. - le miró desafiante harta de su insolencia. - Escribiré a vuestro hermano, Martell. Si lo que me ofrece me satisface, volverás junto a los tuyos. Ahora todo depende del afecto que te tenga Maron. Reza a tus dioses por que sea el suficiente.
Sin decir nada más, se dio media vuelta y se encaminó con paso firme hacia la puerta. Por hoy había tenido suficiente Olyvar. Tenía que escribir una carta.
- Si os comportáis como debéis y juráis no hacer tonterías se os permitirá salir a tomar el aire al patio de vez en cuando. Escoltado por mi guardia, como es lógico. Por vuestra seguridad, no provoquéis a los hombres del Hierro. No tienen mi paciencia ni mi magnanimidad. - confiaba plenamente en sus hombres, pero sabía lo irritable que podía llegar a ser el dorniense. - Si alguien se merece el placer de traspasarte con una espada, esa soy yo. No quiero que me priven de mis privilegios. - bromeó con una sonrisa traviesa en los labios.
La respuesta de Olyvar la hizo reír a carcajadas. Intentó contenerse pero no pudo. Sus hombres secundaron su reacción con sus propias risotadas. En verdad que ese hombre estaba en la parra si creía que le iba a liberar sin más ni más después de su traición. Si accedía a intercambiarlo o a negociar con su vida era solamente porque lo consideraba un necio, un niñato inmaduro que no había medido sus acciones. Y también, porque aunque no temiera a los dornienses, era consciente de que las Islas no obtendrían beneficios de enfrentarse a ellos. Al menos no tantos como si se lanzaban a la conquista de bocados más cercanos y apetecibles. Se recompuso intentando parecer digna para contestarle. - Si claro Olyvar, ahora mismo te libero y nos vamos de pesca juntos. Que te haya perdonado la vida, no significa que haya olvidado tu vileza. Las Islas merecen un resarcimiento a tus afrentas. Si lo obtenemos, vivirás. Así de simple. - le miró desafiante harta de su insolencia. - Escribiré a vuestro hermano, Martell. Si lo que me ofrece me satisface, volverás junto a los tuyos. Ahora todo depende del afecto que te tenga Maron. Reza a tus dioses por que sea el suficiente.
Sin decir nada más, se dio media vuelta y se encaminó con paso firme hacia la puerta. Por hoy había tenido suficiente Olyvar. Tenía que escribir una carta.
Keira Greyjoy- Nobleza
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