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La promesa rota (Nathair)
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La promesa rota (Nathair)
Hacia muy pocos días que había regresado a Altojardin, que había recibido la feliz noticia de que una vez mas seria padre y no podía haber sido mas feliz. Durante varios días había pedido que nada ni nadie me molestara, que tan solo tendria tiempo para disfrutar de mi esposa y festejar el nacimiento de mi futuro hijo junto con mis caballeros y amigos. Aun así todo tocaba a su fin y sabia que era el momento de volver a mis quehaceres, había una guerra que ganar y un hombre con el que debía hablar. Le había hecho promesas, promesas que no había podido cumplir, al menos no lo que el había querido. Era una mejora, o si, por supuesto, pero no era todo lo que el hubiese deseado, eso no necesitaba oirlo de su boca para saberlo.
Por eso ordene que se le hiciera llamar aquella hermosa mañana en uno de los salones pequeños de Altojardin. Era el mismo salon en el que me reunia con mis hombres, donde tomabamos unas copas, cenabamos y charlabamos animadamente. La mesa de roble había sido decorada con una tira de tela que cubria la franja central de la mesa a lo largo. Una tela hermosa, de vivos colores y motivos florales. Sobre esta, varios platos frios para el almuerzo y una selección de algunas buenas bebidas con las que se contaba en Altojardin. Tras de mi, una vidriera de colores con un dragón y una rosa en sus fauces dejaba pasar la luz de diferentes tonos, creando un entorno casí único.
Yo ya me encontraba sentado en mi asiento, presidiendo la mesa y a la espera del bastardo del fallecido Lord Arryn. Cogi una manzana del cuenco mas cercano y le di un mordisco, saboreando la fruta carmesi mientras me recostaba en mi asiento a la espera del otro bastardo. Sabia que iba a ser una reunion tensa pero aun así iba a ser en privado, mis hombres esperarian fuera y el podria dar fe de ello cuando entrase, nadie mas que yo se encontraba en esa sala aquella mañana.
Oi pasos acercarse al otro lado, como mis hombres hablaban al otro lado de la puerta y como esta se abria instantes después. Quentyn aparecio tras la puerta y me miro – ya esta aquí, ¿que pase? - me pregunto volviendo la puerta para que en el exterior no se escuchase su voz – si, dile que pase Quentyn y no nos molesteis, bajo ningún concepto, ¿entendido? - le dije mirandole fijamente, el ya tenia que saber lo que queria decir. Daba igual lo que escuchase, no debian atravesar esa puerta. Era su cometido hablar con el Piedra y no queria que nada los interrumpiera.
Por eso ordene que se le hiciera llamar aquella hermosa mañana en uno de los salones pequeños de Altojardin. Era el mismo salon en el que me reunia con mis hombres, donde tomabamos unas copas, cenabamos y charlabamos animadamente. La mesa de roble había sido decorada con una tira de tela que cubria la franja central de la mesa a lo largo. Una tela hermosa, de vivos colores y motivos florales. Sobre esta, varios platos frios para el almuerzo y una selección de algunas buenas bebidas con las que se contaba en Altojardin. Tras de mi, una vidriera de colores con un dragón y una rosa en sus fauces dejaba pasar la luz de diferentes tonos, creando un entorno casí único.
Yo ya me encontraba sentado en mi asiento, presidiendo la mesa y a la espera del bastardo del fallecido Lord Arryn. Cogi una manzana del cuenco mas cercano y le di un mordisco, saboreando la fruta carmesi mientras me recostaba en mi asiento a la espera del otro bastardo. Sabia que iba a ser una reunion tensa pero aun así iba a ser en privado, mis hombres esperarian fuera y el podria dar fe de ello cuando entrase, nadie mas que yo se encontraba en esa sala aquella mañana.
Oi pasos acercarse al otro lado, como mis hombres hablaban al otro lado de la puerta y como esta se abria instantes después. Quentyn aparecio tras la puerta y me miro – ya esta aquí, ¿que pase? - me pregunto volviendo la puerta para que en el exterior no se escuchase su voz – si, dile que pase Quentyn y no nos molesteis, bajo ningún concepto, ¿entendido? - le dije mirandole fijamente, el ya tenia que saber lo que queria decir. Daba igual lo que escuchase, no debian atravesar esa puerta. Era su cometido hablar con el Piedra y no queria que nada los interrumpiera.
Daemon Fuegoscuro- Nobleza
Re: La promesa rota (Nathair)
Días de silencio, acallados, en los que el Fuegoscuro prefería no pronunciar una palabra. Aquello no le había sentado bien, nada bien, y menos aún tras saber la reciente muerte de su padre. No debía estar allí, sino en el Valle, velándolo, y no en la ciudad de los Tyrell sin dejársele ir, como un prisionero, aunque Daemon se lo hubiese negado antes.
Entró en la estancia en silencio, con paso rápido, portando el halcón rojo y la luna de color crema, tal como hubiese hecho frente a su padre otras tantas veces, observando apenas una curva en sus labios, quizás de orgullo, o quizás simplemente porque le hubiese divertido ver como su bastardo trataba de joder a todos sus vasallos cada vez que lo hiciese. Su vista del color de las hojas de los bosques se clavó en la figura del hombre sentado. Portaba su espada, en su cinto. Sin ser caballero sabía como usarla, aunque no tenía pensado más que llevarla como un símbolo. La locura del bastardo no llegaba a tal como para poder demostrar sus habilidades frente al Fuegoscuro, ni mucho menos. Pero si aquel hombre que tenía frente a si estaba feliz por la llegada de la vida, el bastardo del Valle vivía la otra cara de la moenda con el fallecimiento de Athys.
Se cuadró, al otro lado de la mesa, pero no de manera marcial, ni mucho menos.- Fuegoscuro...- Sin más. Que soltase aquello que debiera decir. La pulcritud de Altojardin se había teñido de un rojo oscuro, rojo sangre. Ya le avisó u conciencia cuando le dijo que no le gustaba ese lugar.
Entró en la estancia en silencio, con paso rápido, portando el halcón rojo y la luna de color crema, tal como hubiese hecho frente a su padre otras tantas veces, observando apenas una curva en sus labios, quizás de orgullo, o quizás simplemente porque le hubiese divertido ver como su bastardo trataba de joder a todos sus vasallos cada vez que lo hiciese. Su vista del color de las hojas de los bosques se clavó en la figura del hombre sentado. Portaba su espada, en su cinto. Sin ser caballero sabía como usarla, aunque no tenía pensado más que llevarla como un símbolo. La locura del bastardo no llegaba a tal como para poder demostrar sus habilidades frente al Fuegoscuro, ni mucho menos. Pero si aquel hombre que tenía frente a si estaba feliz por la llegada de la vida, el bastardo del Valle vivía la otra cara de la moenda con el fallecimiento de Athys.
Se cuadró, al otro lado de la mesa, pero no de manera marcial, ni mucho menos.- Fuegoscuro...- Sin más. Que soltase aquello que debiera decir. La pulcritud de Altojardin se había teñido de un rojo oscuro, rojo sangre. Ya le avisó u conciencia cuando le dijo que no le gustaba ese lugar.
Nathair Arryn- Otros
Re: La promesa rota (Nathair)
Frunci levemente el ceño ante la forma de saludar del futuro Arryn, había puesto mucho en peligro para otorgarle algo que a mi entender merecía como para tener que aguantar semejante forma de saludar. Un mínimo de modales por su parte hubiera sido lo correcto, aunque podía entender tambien su enfado y por eso mismo obviaria el gesto. De todos modos el debía entender que no era el centro de mi vida y que mi esposa y mi familia estaban muy por encima de sus deseos. Cogí la copa que tenia en la mesa frente a mi y di un sorbo, saboreando el vino de su interior.
No me andare por las ramas, no hace falta ser adivino para ver vuestra impaciencia – le dije haciendo un gesto con la mano para que tomara asiento un instante antes de hacerlo yo mismo. Estaba tranquilo, algo molesto por las formas del bastardo pero tranquilo – habeís conseguido en pocos días más de lo que cabía esperar, tened eso en cuenta – le dije sin desviar la mirada. Sabía que la gran mayoria de los hombres conque me reunia se centraban en observar mi cicatriz, era como una diana en mi rostro, una especie de marca imborrable que disipaba las dudas en cualquier lugar de Poniente sobre quien era yo.
- Me reuní con vuestro mediohermano, ser Marcus Arryn en Bastion de Tormentas y allí llegamos a un acuerdo – uno que me costaría a mi hijo Aemon pues este seria desposado con Lyanna Arryn, convirtiendola en princesa de Poniente y en futura reina tras mi muerte – sereis llamado Arryn cuando yo sea rey y aunque vos no dispondreis de un lugar en la linea sucesoria, si lo tendran vuestros hijos. Además se os dará un castillo y unas tierras de entre todas aquellas que no se alzarán conmigo – le dije volviendo a beber vino, dejando la copa en la mesa y apoyando el codo en el reposabrazos del asiento. - Será en las Tierras de la Corona, no en el Valle pues así se acordó y formareis vuestra propia rama de la familia Arryn. A cambio, poco os pediré. - le dije llevando la mano que había sostenido la copa a mi rostro, pasando la yema de los dedos por la cicatriz. Era una mania que había cogido en los ultimos meses sin darme cuenta.
- Solo que me seais leal a mi, que no me causeis problemas y que me ayudeis a conseguir el Trono de Hierro – le dije separando mi mano de mi rostro, mirandolo a el fijamente – ¿podre confiar en vos Nathair? Recordad que Lord Athys no os quiso otorgar estos dones que yo os doy y aunque teneis mi pesame por su fallecimiento, no os exime de responsabilidad sobre vuestros actos. ¿Que decis? ¿Deseais ganaros lo que os ofrezco o no? - terminé de hablar, mirandolo en todo momento. Ahora era su turno, y queria ver que hacia, como se comportaba y mostraba. Era el momento de que el jodido bastardo de Athys mostrara sus lealtades.
No me andare por las ramas, no hace falta ser adivino para ver vuestra impaciencia – le dije haciendo un gesto con la mano para que tomara asiento un instante antes de hacerlo yo mismo. Estaba tranquilo, algo molesto por las formas del bastardo pero tranquilo – habeís conseguido en pocos días más de lo que cabía esperar, tened eso en cuenta – le dije sin desviar la mirada. Sabía que la gran mayoria de los hombres conque me reunia se centraban en observar mi cicatriz, era como una diana en mi rostro, una especie de marca imborrable que disipaba las dudas en cualquier lugar de Poniente sobre quien era yo.
- Me reuní con vuestro mediohermano, ser Marcus Arryn en Bastion de Tormentas y allí llegamos a un acuerdo – uno que me costaría a mi hijo Aemon pues este seria desposado con Lyanna Arryn, convirtiendola en princesa de Poniente y en futura reina tras mi muerte – sereis llamado Arryn cuando yo sea rey y aunque vos no dispondreis de un lugar en la linea sucesoria, si lo tendran vuestros hijos. Además se os dará un castillo y unas tierras de entre todas aquellas que no se alzarán conmigo – le dije volviendo a beber vino, dejando la copa en la mesa y apoyando el codo en el reposabrazos del asiento. - Será en las Tierras de la Corona, no en el Valle pues así se acordó y formareis vuestra propia rama de la familia Arryn. A cambio, poco os pediré. - le dije llevando la mano que había sostenido la copa a mi rostro, pasando la yema de los dedos por la cicatriz. Era una mania que había cogido en los ultimos meses sin darme cuenta.
- Solo que me seais leal a mi, que no me causeis problemas y que me ayudeis a conseguir el Trono de Hierro – le dije separando mi mano de mi rostro, mirandolo a el fijamente – ¿podre confiar en vos Nathair? Recordad que Lord Athys no os quiso otorgar estos dones que yo os doy y aunque teneis mi pesame por su fallecimiento, no os exime de responsabilidad sobre vuestros actos. ¿Que decis? ¿Deseais ganaros lo que os ofrezco o no? - terminé de hablar, mirandolo en todo momento. Ahora era su turno, y queria ver que hacia, como se comportaba y mostraba. Era el momento de que el jodido bastardo de Athys mostrara sus lealtades.
Daemon Fuegoscuro- Nobleza
Re: La promesa rota (Nathair)
Escuchó en silencio las palabras del Bastardo. ¿Reunirse con su hermanastro, con Marcus? Aquello le extrañó y el fruncimiento de sus cejas hizo tal confusión patente. Los Arryn siempre habían mantenido su fidelidad hacia la corona como para ahora decidirse por el Fuegoscuro. Tal era su pensamiento sobre lo dicho, y no es que se centrase en cicatriz alguna del hombre frente a si. Él ya tenía unas pocas producto de la guerra así que tampoco ocurría nada porque otros hombres sintiesen el acero en su carne. Eso hacía a cualquiera mucho más cuidadoso.
- No deseo tierras que no estén en el Valle.- Su voz sonó algo risca, y se dio cuenta de ello.- Y no os las pediré, Fuegoscuro. Pero mi tierra es en la que quiero vivir y no en otra en la que sea un extranjero.- Sus manos seguían apoyadas en el respaldo de la silla, sin sentarse.- Solo quiero lo que es mio, Daemon.- Dijo por primera vez su nombre, sin ningún apellido, y el propio bastardo cedió la tensión de sus hombros.- Solo un Rey puede dar el apellido a un hijo bastardo. Y ninguno lo ha hecho, aunque cedan espadas.- Dirigió su vista a la vaina donde quedaba la espada valyria que tenía el bastardo.- No te ofendo. O no deberías de sentirte ofendido. Solo quieres lo que te mereces, lo que yo también deseo.- Sus dedos dejaron su presa, la silla, y se encaminó hacia donde quedaba el hombre.
- Te seré fiel, solo a ti. No tendré a nadie por encima mía, porque solo estaba él, Athys, y ya no está. Porque puedes pedir la fidelidad para ti, pero no para el resto.- Aquello dejaba claro que no tendría que seguir ninguna indicación de cualquier otro señor, de cualquiera que fuese y creyese tener el poder...que él tendría.- Levántate...- Una orden. Seguro que no estaría acostumbrado a ellas.- ...Por favor.
- No deseo tierras que no estén en el Valle.- Su voz sonó algo risca, y se dio cuenta de ello.- Y no os las pediré, Fuegoscuro. Pero mi tierra es en la que quiero vivir y no en otra en la que sea un extranjero.- Sus manos seguían apoyadas en el respaldo de la silla, sin sentarse.- Solo quiero lo que es mio, Daemon.- Dijo por primera vez su nombre, sin ningún apellido, y el propio bastardo cedió la tensión de sus hombros.- Solo un Rey puede dar el apellido a un hijo bastardo. Y ninguno lo ha hecho, aunque cedan espadas.- Dirigió su vista a la vaina donde quedaba la espada valyria que tenía el bastardo.- No te ofendo. O no deberías de sentirte ofendido. Solo quieres lo que te mereces, lo que yo también deseo.- Sus dedos dejaron su presa, la silla, y se encaminó hacia donde quedaba el hombre.
- Te seré fiel, solo a ti. No tendré a nadie por encima mía, porque solo estaba él, Athys, y ya no está. Porque puedes pedir la fidelidad para ti, pero no para el resto.- Aquello dejaba claro que no tendría que seguir ninguna indicación de cualquier otro señor, de cualquiera que fuese y creyese tener el poder...que él tendría.- Levántate...- Una orden. Seguro que no estaría acostumbrado a ellas.- ...Por favor.
Nathair Arryn- Otros
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