Arnell Wyl

por **Arnell Wyl** Dom Dic 23, 2012 6:12 am

Arnell Wyl

Y llegó la noche… lo que nadie recuerda es por qué la temen… Pero yo se lo recordaré.

Datos Básicos

Nombre completo:Arnell Wyl .
Apodos: Gárgola.
Edad: 27
Lugar de Nacimiento:Wyl.
Clase Social:Ciudadano.
Ocupación:Comerciante
Orientación Sexual:Desconocida
Armas:2 dagas, arco corto, y una espada braavosi

Descripción Psicológica

Descripción Psicológica: Zalamero, ponzoñoso, y divertido. Es un bromista empedernido que gusta de hacer ver a la gente aquello que sus miradas intentan esquivar. La realidad del mundo está muy clara para Arnell. Aquellos que se niegan a verla, merecen sufrir contemplando su visión. Con una mente atormentada desde niño por la tortura y la esclavitud, Arnell puede parecerle un demente a mucha gente, pero lo que dice va más allá de la verdad y la mentira. Todos abandonarán el mundo con rapidez, qué estúpido intentar aferrarse a la vida cuando tarde o temprano será arrebatada. Ya no busca ni venganza ni cosas tan mundanas. Sino que simplemente disfruta de lo poco que le ha dado la vida. Atormentado y solo, sabe qué aspecto tiene, es un monstruo en apariencia, y ha decidido serlo también en su interior. Será rechazado de todas formas, poco importa lo que haga, así que la mejor opción es aprovecharse de ello.
Habilidades de Combate:[i Maneja dos dagas con precisión, rco para la distancia y un sable braavosi con cierta soltura][/i]
Virtudes: Inteligente, resistente, ágil.
Defectos: Engreído, no muy fuerte, muy feo.
Gustos: El oro y la “ciencia”
Disgustos: La ignorancia y la estupidez
Manías,Fobias u Enfermedades: Tuvo Psoriagris, lo que le ha marcado todo el cuerpo, pero sobrevivió misteriosamente antes de que su interior se volviese duro y muerto como la piedra. Nadie sabe como.

Datos Biográficos

Familiares: Es el segundo hijo del Lord de Wyl, Hay ocho personas antes que él en la línea de sucesión del castillo. Ha quedado prácticamente olvidado y despreciado por su familia
Historia: Arnell siempre había soñado con ser un gran héroe, como todos los niños de ocho años. Había sido siempre un niño muy inteligente, tanto. Que los maestres con los que hablaba le enseñaban varios años por encima de lo que correspondía a su edad. A los diez, comprendió que su cuerpo flacucho y esmirriado no le permitiría ser el guerrero que soñó y de los que hablaban las leyendas, pero los dioses tuvieron a bien concederle el don de la inteligencia. Tenía un don para hacer dinero. Don que su familia aprovechó bien, hasta que ocurrió la desgracia.
Conscientes de la buena fortuna que estaban amasando los Wyl, Piratas braavosis asaltaron la ciudad. Saquearon, violaron y mataron hasta reventar. No contentos con ello, hicieron esclavos. Cerca de treinta personas fueron llevadas a las bodegas de esos navíos con destino a Volantis para poder venderlos. El pequeño Arnell fue uno de ellos.

Al ser tan pequeño, nadie lo compró. Ni sus amos lo quisieron al final, cuando en las celdas de los esclavos contrajo la terrible peste gris. El Psoriagris hizo presa de él, y fue abandonado a su suerte. Durante un tiempo vivió en las alcantarillas. Enfermo e infectado, solo podía salir por la noche. Robaba comida y todo aquello que le pudiera ser útil. Un día que se encontraba especialmente débil, se coló en la casa de lo que a simple vista era un amable anciano. Fue descubierto el pequeño mientras miraba maravillado un laboratorio de alquimia. Al ser visto, lejos de pedir perdón o huir, pidió saber qué era y para qué servia cuanto había en el lugar. Conmovido por la curiosidad del niño y por su mortal enfermedad, el hombre lo acogió como pupilo y se puso como meta salvarle la vida al muchacho.

El Psoriagrís siguió avanzando por su cuerpo durante dos años más. Llegó el punto en que toda su piel estaba dura y muerta como la roca. Pero antes de que su interior se petrificase y muriera, ambos, maestro y alumno, encontraron lo que parecía ser la cura. No tuvieron tiempo para experimentar. Tuvo que tomar la cura, aún a riesgo de que no funcionara. Cuando se ve la muerte tan de cerca, la gente hace lo que sea por sobrevivir. Arnell se agarró a un clavo ardiendo, y por designio de los dioses, tuvo suerte.

Sobrevivió, pero no se curó, de hecho, era solo una forma de retrasar y paralizar lo inevitable, pues cada mes debía tomar el preparado para retener la enfermedad y no morir. Siguió aprendiendo un tiempo más con su anciano maestro, hasta que, derrotado por los años, el maestro murió. Ante tal tragedia, sobrevino una sorpresa. Cuando volvió de enterrar al anciano, varios hombres estaban saqueando la casa. Era de noche, y Arnell no tuvo piedad. Se dejó llevar por la ira y la determinación. Siete personas murieron aquella noche entre las sombras y la oscuridad de la casa. Los apuñaló uno a uno, aprovechando lo bien que conocía el que había sido su hogar durante los últimos años y su extraordinario sigilo. De lejos, otro maestro lo vio primero antes de que decidiese volver a Poniente. Un anciano Siervo de El que Tiene Muchos Rostros vio un gran potencial en el joven de trece años aquella noche.

Llevado a Braavos y criado en La Casa de Blanco y Negro a partir de entonces, Arnell se hizo uno más de los hombres que allí habitaban. Sin embargo, nunca pudo ser completamente como los demás. Sus habilidades era más que aceptables, pero no dominaba los poderes de los Hombres Sin Rostro con soltura. Su rostro casi petrificado dificultaba tal tarea, de modo, que solo podía ser igual a sus hermanos durante la noche, cuando la luz escaseaba.

Pasados varios años en Braavos, Arnell volvió a Poniente. No con ánimo de reclamar nada que fuera suyo, sino con la intención de seguir viviendo en su tierra, y aprender cuanto pudiese de los sabios de Poniente. Ya sabía cuanto necesitaba de los sabios de Braavos, ahora deseaba seguir aprendiendo.

El plan era sencillo, pero los ojos de la gente común no están dispuestos a aceptar aquello que sea mínimamente diferente. Monstruo, sucio, animal, infectado, demonio… tantos nombres y todos para dirigirse a Arnell, seguido de intentos de lapidaciones, hogueras y linchamientos.

El tiempo fue agriando más y más el carácter del joven Wyl. Adoptó a la noche como su manto protector, pues era el único momento en el que podía pasar desapercibido. Y así, como las gárgolas de los cuentos, comenzó la vida de Arnell, apodado irónicamente por unos niños en Wyl, la “Gárgola”.