Auxanne Farman ID

Auxanne Farman

Llamar a las mujeres el sexo débil es una calumnia; es la injusticia del hombre hacia la mujer

Datos Básicos

Nombre completo: Auxanne Farman {Reyne de soltera}.
Apodos: La sirena negra.
Edad: 38 días del nombre
Lugar de Nacimiento:Castamere, Occidente.
Clase Social:Lady, vasalla de Occidente.
Ocupación:Regente de Isla Bella
Orientación Sexual:Bisexual
Armas: Sus armas es su poder de encantar, de liderar y de seducir: sin embargo, al interior de los anillos que adornan sus dedos y muestran su riqueza, siempre mantiene distintos polvos, ya sea que inciten al sueño, aturdan o envenenen con fines más fatalistas

Descripción Psicológica

Descripción Psicológica:

¿Por qué comparar a Auxanne con una sirena? Porque es encantadora y letal. Su cuerpo es la tentación misma, su belleza uno de sus bienes más preciados, pero en su mente, en su astucia, reside lo que ella más ama de sí misma: su ambición. Una mujer que nunca dejará de luchar por lo que anhela, aquel poder que la sitúen en lo alto de Poniente, y no dejará que nadie - hombre, bastardo o quien sea- ose a acercarse su isla.

Adora la riqueza, la buena vida, goza de que sus ojos se puedan deleitar con las cosas bellas. Admira el arte, tanto el que puede realizar el hombre como el que le regala la naturaleza. Adora viajar y conocer distintas culturas, distintas manifestaciones de arte que impregnan en sí los más variados y tormentosos sentimientos del alma humana. Cree que el hombre es un objeto de estudio y que dicho estudio es posible en aquel arte que ella compra, vende, inculca e intercambia. Le encanta estar rodeada de personas bellas e importantes.

Cuida a los que les guarda cariño y saca a relucir sus garras si los ve en peligro. Protectora en demasía y controladora, no dejará que nadie toque a quien considera una de sus debilidades: su hija.

Es arrogante y orgullosa, pero tan manipuladora que muchas veces no se le nota. Su voz tiene ese tono y matiz que hacen pensar que nada especial pasa por su cabeza, cuando la verdad es que todo está absolutamente planeado. No le importa sacrificar algunas cosas por conseguir su fin. No le molestará siquiera ver que algunas vidas se pierdan, pues, ¿no es acaso la muerte el fin más digno del hombre?. Además todo es comprable, todo pertenece al comercio, las únicas cosas que no son ella misma, su belleza y el arte, pero sólo algunas piezas que guarda para su propia colección.

Es agradable en general. Se puede ganar su apreciación con elogios y regalos dignos. Le gustan los tratos, pero siempre pedirá que se cumpla la palabra prometida. Conoce de comercio y de dinero, y de hacer felices a aquellos desafortunados que no nacieron en cuna de oro como ella. Da pan y circo a su pueblo y con ello lo mantiene tranquilo.

Tan vengativa como apasionada. Nunca olvida si la han decepcionado. No perdona. Escucha las disculpas, la responderá con sonrisas, incluso mentirá - y mentirá muy bien, pues actuar es uno de sus dones-, pero nunca perdonará del todo. Y amará con locura, con pasión, sin importarle el estatus o el nombre, mas sí la belleza del cuerpo y el beneficio que dicho cuerpo podría entregarle. Le gusta que la amen o que la idolatren, es esa su mayor debilidad, pues verse adorada por su belleza y su seducción pueden llevar a que se pierda en aquel narcisismo que, en extremo, nunca trae cosas buenas.

Habilidades de Combate: La cautela a la hora de poner venenos en las copas ajenas.
Es capaz de soportar las más terribles tormentas al interior de un barco sin alterarse, está acostumbrada.
Virtudes: Inteligente, astuta y bastante erudita.
Defectos: Arrogante, orgullosa y manipuladora.
Gustos:
El arte (en todas sus manifestaciones)
Las personas bellas
La buena vida
La bellezas naturales
Disgustos:
Las personas feas
Los actos maleducados
La palabra no, cuando va dirigido a ella.
Manías,Fobias u Enfermedades:
Trastornos alimenticios. Su anhelo por mantener su belleza hace que constantemente esté a dietas que la mantengan muy delgada

Datos Biográficos

Familiares:
Roger Farman. Esposo muerto.
Marycella Farman. Hija. 16 días del nombre. Su relación con su madre es de absoluta complicidad. Auxanne ha criado a una copia de sí misma, sin embargo, y por ello mismo, presiona a su hija para que sea la más bella, la más educada, la más talentosa. Quiere dejar en ella el legado de su obra como mecenas, porque ha llegado a aprender que sólo las mujeres saben apreciar en totalidad el arte.
Octavio Colina. Bastardo de su esposo. No lo conoce, pero sabe de su existencia y calcula que tiene veinte o veinte y pocos días del nombre.

Historia:

En las ricas tierras de Castamere nació Auxanne Reyne, la única mujer y menor de tres hermanos. Criada como una dama de corte, desde pequeña fue consciente de que algún día se iría de su hogar, de que la mandarían lejos y de que no podría quedarse viviendo de la riqueza de sus padres por siempre. Su mente analítica, manipuladora y astuta descubrió ya temprano que las mujeres parecían haber nacido para servir, ya sea como sierva a su señor, o como esposa a su esposo. Auxanne desde entonces no estuvo de acuerdo.
Viviendo de los lujos aprendió que amaba la buena vida. Adoraba las sedas finas y las joyas de oro y piedras, brillantes y resplandecientes gracias al sol; su gusto era tan refinado que incluso su madre le solía pedir consejos de vestimenta y de peinados. Se instruyó en lo que era el arte, la moda, la estética desde todas las diferentes aristas. Se encargaba de la decoración del castillo y de la música de las fiestas. Encantadora, sublime, pero letal, Auxanne gustaba de ordenar como si ella fuera la dama del castillo, y no su madre.
Como la luz de los ojos de su padre nació mimada y satisfecha en cada uno de sus gustos. La palabra no se transformó en un tabú dirigido hacia ella. Sus manos parecían bendecidas, convirtiendo todo sus anhelos en algo elegante y de moda. Ícono de la juventud de su época, asistir a bailes con sus nuevos trajes, observar la admiración en ojos ajenos y usar las armas de seducción se transformó en su pasión. Así siempre lograba enterarse de aquello que la intrigaba, y sabía que en este vida sólo habían dos formas de tener verdadero poder: información o dinero, y ella quería tener ambos.
Fue ella quien le indicó a su padre que le parecía que el viudo Lord Farman sería un buen esposo. A pesar de los veinte años de diferencia que los separaban, Auxanne estaba dispuesta a regalarle su juventud siempre que él le regalara todo lo que a ella le apetecía. La boda se celebró cuando Auxanne cumplía 19 días del nombre. La fiesta duró siete días sin parar, y durante esos siete días no permitió que su esposo la tocara.
Al octavo día, luego de que los invitados dejaran Isla Bella, decidió que había llegado el momento. Lo sedujo con su conocida belleza y le dio vino, mucho vino, le habló de cuánto le gustaría que lamiera de su cuerpo aquel vino cálido y espeso. Lo dejó borracho en deseo y en alcohol, tanto así que no se fijó siquiera cuando lo desnudó. Así, ebrio del todo, le permitió que la tomara con aquella brutalidad de un hombre que no era dueño de sus actos. ¿Por qué haría tal cosa? Por un solo motivo... porque no quería que al despertar lo recordara, y que la noche vivida junto a él fuese un fantasma para su mente, aunque su orgullo masculino jamás le permitiera reconocerlo.
Cada noche que Auxanne yació junto a su esposo desde ahí en adelante fue gracias al vino que ella le daba. Y debía reconocer que el poder que podía ejercer en él, aquella manipulación que nacía de sus sonrisas y sus caricias, le hacían ver que todo hombre, incluso el poderoso lord Farman, no eran más que seres manipulables y pequeños. Sólo había que saber cómo manejarlos.
Sin embargo, Auxanne postergó la idea de darle un heredero. Bebía té de luna importado desde lejanas tierras, y la mayoría de las veces no permitía que él regara su semilla dentro de ella. Él, de borracho, jamás fue del todo consciente de ese detalle. Manteniendo así su cuerpo esbelto. Pero un descuido, una imprudencia, llevó que a los tres años de matrimonio se alertara de un embarazo. ¿Sería de Farman o sería de otro? Porque sí, habían otros, no muchos, pero algunos cuantos que la habían seducido. El candidato que parecía más probable no era Lord Farman, y sin embargo jamás confesó a nadie sus dudas. La niña que dio a luz a los meses después no sabría nunca del secreto de su concepción. Marycella nacería al igual que su madre rodeada en una cuna de oro, víctima de la belleza, elogiada y mimada por su supuesto papá y protegida y educada por su progenitora.
Además de esposa y de madre, Auxanne se dedicó a ser mecena de artistas. Todos aquellos que decían ser los mejores bailarines, pintores, cantantes, constructores, modistos o escultores viajaban a Isla Bella a ver si aquella hermosa mujer consideraba sus obras dignas de admiración. El rumor sobre su buen gusto se regó por Occidente hacia los otros reinos. Aceptó invitaciones de viaje, cruzó el continente acompañada de su nena, comenzó sus propios negocios de telas, vestidos y joyas. Pero nunca descuidaba Isla Bella. Prometió a sus habitantes belleza y esplendor y se los concedió. Conocía de los negocios de su esposo, lo mantenía contento con alcohol y sexo. ¿Acaso algo podía salir mal? ¿Era posible que alguien viniera a arruinarle los planes? Claro, siempre algo así era posible.
Dos acontecimientos se dieron con sólo seis meses de diferencia. El primero, a principios del año 189, fue descubrir que su esposo tenía un bastardo, uno que había nacido en su tiempo de viudez y que ahora ya tenía unos veinte años. Al parecer el joven pretendía visitar Isla Bella luego de un largo viaje desde las tierras de Dorne. El segundo fue la muerte de su señor esposo, producto de mucho vino y poco ejercicio físico, según lo dicho por el maestre.
Así es como hoy Auxanne Farman es la regente de Isla Bella. Sin hijos varones legítimos de su esposo muerto, es sobre ella que recae el destino de una de las tierras más ricas de Occidente. Y aunque le gusta esta nueva libertad, aunque ame ser dueña de sus actos- a pesar de que, de cierta forma, siempre lo ha sido-, sabe que aquel bastardo peligra con todo lo que ha conseguido y planea sacarlo del camino... eliminarlo con un legítimo varón que provenga de su vientre.
Otros:

Nunca quiso aprender de armas, pero sí de venenos, pues el veneno es por excelencia el arma de mujer