El huevo de Dragón

por **Aerys Targaryen** Lun Jun 03, 2013 8:02 am

Aerys estaba nerviosos. Había consultado en todos los libros de dragones que había encontrado en la biblioteca de Rocadragón, y al parecer era la última opción que le quedaba. Su huevo llevaba más de diez años sin nacer, y el joven se impacientaba. Al maestre no le resultó extraño, pero él no se lo esperaba. Tirar el huevo al Montedragón... -pensó. -No me arriesgaré así. Por mis venas corre la sangre del dragón, -se dijo, -y el sol de Dorne aun la calienta más. Rocadragón ha vuelto a despertar al huevo, pero no es capaz de romper el cascarón, pero no arriesgaré así mi dragón. -Aerys no sabía bien que hacer. Consulto el fuego, se acercó a él, y se dio cuenta de lo que de verdad debía hacer para cumplir su objetivo.
-¡Ya se! -gritó emocionado, como un niño pequeño. -Maestre, voy a pasar una semana en el Montedragón con mi huevo. Id a las cocinas y decidles que me preparen carne en salazón en abundancia, y algo de fruta. Decidles también que me den brea y madera seca para ayudar a preparar la hoguera en condiciones. Que me preparen agua en abundancia, también, allí no encontraré. Ensillad a Susurro, tradme a Fuego y Sangre, ¡rápido! -Aerys salía por la puerta del castillo cuando le trajeron todo.
-Maestre, tengo un par de cuervos escritos para Aelinor y algunos de los vasallos. Enviadlos cuando corresponda. Esperadme en una semana, con dragón o sin él. -entonces se volvió y partió cabalgando sobre Susurro, con su capa de sangre ondeando al viento salino de Rocadragón, junto al murmullo de las incesantes olas contra las rocas.

por **Aerys Targaryen** Lun Jun 10, 2013 7:13 am

Un caballo apareció entre la bruma matutina. El maestre observaba tranquilo y sereno el amanecer que se recortaba junto al Montedragón, cuando vio levantarse polvo y al instante aparecer las rubias crines de Susurro con Aerys sobre su grupa. No pudo distinguir su cara, pero en sus brazos seguía portando el huevo de dragón que tantas preocupaciones le había causado. Definitivamente, no había eclosionado.

Aerys entro con el semblante triste y serio en Rocadragón. Ya dudaba en gran medida las posibilidades de que naciera su huevo. Se sentó en su escritorio sin hablar con nadie, tomo la pluma y escribió.
Debía recuperar Poniente. Y lo tendría que hacer sin dragón.

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