Caballeros sobre las aguas

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El sol comenzaba a asomarse por las costas de Dorne, Mors se encontraba en el puerto, junto a sus hombres. Vestía de negro, aunque el emblema de la casa Martell se podía ver en su peto. Al pie de la playa, los rayos del amanecer iluminaban sus ojos, que reflejaban la furia y emoción de quien ha sido entrenado desde la más tierna infancia para enfrentarse a quien osara atacar Dorne.

- Hoy no os hablo como vuestro Almirante, os hablo como vuestro hermano, vuestro hermano de armas - dijo sobre una de las rocas, elevado sobre el resto - hoy nos haremos a la mar, no lo haremos por nuestros soberanos ni nuestros dioses, lo haremos por nuestros hermanos, mujeres e hijos y, sobre todo, por nuestra patria

Con un tono serio y enérgico señaló el mar, aquel vasto monstruo azul que tantas vidas había arrancado y, por otro lado, tantas victorias había dado a la flota dorniense.

- Somos soldados, nuestros caballos surcan las aguas y envestirán como un rayo a los invasores, la marea de sangre de aquellos que osan atacarnos teñirá Bosquepinto y, una vez más, Dorne se alzará vencedora sobre quienes atentan contra su soberanía - miró a los Gargalen y a los Dalt, sus más estrechos colaboradores - puede que el Desconocido nos arranque de éste mundo, yo, Mors de la casa Nymeros Martell estaré en primera línea con vosotros, hermanos, si tenemos que acabar nuestros días en el fondo del mar, lo haremos juntos - miró súbitamente a todos los soldados y gritó a pleno pulmón - pero aferrando el corazón de nuestro enemigo, ¡¡Dorne nunca será tomada por extranjeros!! ¡Nunca nos doblegaremos ni romperemos! ¡Somos hijos del desierto y la mar!

Fue entonces cuando levantó las manos, antes el júbilo de sus soldados

- ¡Por Dorne! ¡Dorne nunca sucumbirá mientras quede un dorniense dispuesto a acabar con sus enemigos!

En su interior Mors sabía que sus tropas eran probablemente inferiores en número y armamento que sus enemigos, la moral de sus tropas siempre había estado en lo más alto, no iba a ser una excepción, aunque tuviesen que estrellarse con la mayor armada salida de las entrañas del Mar Angosto, Dorne le plantaría cara.