La Rebelión De Los Fuegoscuro
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Mensaje por Valar Morghulis Sáb Jun 30, 2012 5:04 am

El Gran Faro de Antigua iluminaba el camino de todos hasta la ciudad.

Desde la llegada de los Dragones, casi doscientos años antes, Antigua había perdido parte de su esplendor, era la verdad, eclipsada por Desembarco del Rey. Sin embargo algunas tradiciones habían seguido fijas, como la llegada de la Primavera, la cual se celebraba en las calles del la ciudad del Sur y no en aquella maraña central donde el olor repugnaba. Antigua, por el contrario, era una ciudad culta, estilizada y donde las calles podían verse mayoritariamente limpias.

El día se había levantado nublado, y muchos ya temían que quizás pudiese caer agua, pero finalmente las nubes se alejaron para dar lugar a un sol que daba cierta calidez a la atmósfera, la justa para sentir como gustoso los rayos del sol. Las gentes de la ciudad se habían levantado temprano, más de lo normal. Desde una semana atrás la ciudad se engalanaba para los visitantes que llenarían sus calles. Los comercios ganarían dinero, las posadas y tabernas estarían llenas, las aduanas en los puertos rebosarían de ganancias y otros gremios, como el de las prostitutas, tendrían trabajo acumulado. En general aquello sería los mejores días de la ciudad hasta la llegada de una nueva Primavera, algo que podía tardar muchos años.

Los Hightower habían aumentado la Guardia en la ciudad y habían conseguido limpiar ésta de muchos desperdicios humanos que quedaban en las calles, echándolos de la ciudad y no permitiéndoles la entrada de nuevo. Su Fortaleza, Faro, bullía de movimiento ante el primer día en el que se tendría que aceptar a los invitados y Lord Hightower ya había dispuesto que, en el Patio principal de la fortaleza, se dejase ver un pequeño tentempié en el que se podía encontrar vino y leche fría, aunque también había pastelitos de salmón y de crema de patatas y calabacines además de algunos pequeños bocados de pescado frito, empanadilla de carne y de pescado y muchos otros pequeños bocaditos que quitarían el hambre a cualquiera.

Todo estaba listo para dar la bienvenida a la Primavera, el tiempo en el que todo renacía...incluso la Guerra.
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Mensaje por Rose Tyrell Dom Jul 01, 2012 11:52 am

Los viajes frecuentes no eran el pan de cada día de la rosa del Dominio, muchas veces había pedido por tales delegaciones de responsabilidad con el pueblo pero nunca lo había conseguido con creces como ahora. Unos días atrás, algunos cuervos habían llegado anunciando lo esperado por todo Poniente, al fin se acababa el largo invierno y comenzaba una estación de prosperidad, en sus tierras volverían a crecer las flores, los campos volverían a ser arados para producir lo que todo el reino necesitaba y sobretodo, el sol volvería a brillar en lo alto, trayendo el calor que se había extrañado durante algunos años, si algo había extrañado Rose en realidad, era la vista del camino, ese camino desde Altojardín que tantas veces había recorrido pero siempre le parecía encontrar algo nuevo.

Esta vez volvía por segunda ocasión a Antigua, la ciudad que era como su segundo hogar, formando un espectáculo digno de verse, organizando un despliegue de fuerza y colorido que era típico de la pequeña del Dominio, con su llegada se había reforzado la seguridad a petición de su padre, algunos ciudadanos se habían acercado a recibirla y ella no les quitó el gusto, saludó, sonrió e incluso platico con varios comerciantes, madres, viajeros y demás, eso era en lo que era buena, teniendo a la gente contenta, disfrutando de la solidaridad que la gente de Antigua podía ofrecer, pero quién no se quedaba atrás era su propio líder, Lord Hightower que había organizado como cada cambio de estación un evento digno de atender.

Su llegada a Torrealta había sido anunciada con antelación, así que al aparecer en el lugar no fue una sorpresa para aquel Lord que saludó con afecto, era su segunda casa, y con ella venía Thomas, su heredero, por lo tanto eso era un tanto más importante que cualquier otra formalidad, Rose había llevado consigo el alma misma de Lord Hightower, su hijo, y ahora las festividades parecían pintarse de un nuevo color para aquel gran señor que le había contado historias tantas veces. -Es un honor volver a estar en su morada, Lord Hightower, la casa Tyrell le agradece enormemente la invitación, así como sus atenciones... espero que los Siete estén siempre atentos a sus suplicas.- fue lo que expresó con esa formalidad agraciada que siempre había tenido.

Después de aquel saludo, se dirigió hacia un lado, dejando que su acompañante se quedara en su lugar legítimo con su padre, pidiendo a una de sus doncellas una copa de sidra, ya que el viaje había sido extenuante, eso y que el hecho de poder pedir algo le dejaba la oportunidad abierta de observar a los presentes, buscó entre los recién llegados caras conocidas, había algunas, más sin embargo no se acercó, esperó con paciencia su copa, sin mostrar nada más que una sonrisa complacida ante aquel evento, para Rose Tyrell, estar ahí significaba más que una simple vista al mundo...
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Mensaje por Anna Stark. Dom Jul 01, 2012 12:40 pm

La llegada del equinocio la había tomado completamente por sorpresa, ni siquiera se encontraba en Invernalia cuando los cuervos blancos llegaron a las manos de los Tyrell y los Fuegoscuro bajo cuya protección se hallaba Anna todavía. Su estancia en Altojardín se había alargado bastante, tanto que incluso llevaba fuera de su tierra casi mes y medio pero no se iba a negar a la hospitalidad de las rosas ni de los dragones negros, así como tampoco se privó de la oportunidad de conocer El Dominio y maravillarse con su hermosura. Fue por ello que pudo notar cómo las ciudades empezaban a recuperar el verdor y los colores, cómo las flores empezaban a brotar. No obstante, jamás pensó que la primavera había llegado, no hasta que Lady Anaís se lo dijo y la invitó a acompañarla a Antigua para celebrar la famosa fiesta en honor al Equinocio que los Hightower celebraban.

Fue así como, en compañía de los Tyrell y los Fuegoscuro, la norteña viajó rumbo más al sur de lo que jamás había ido en su vida. Conocer la hermosa ciuda de Antigua era un lujo con el que ahora podía hacer algo más que soñar y a medida que sus pasos la llevaban por El Dominio sintió cómo la impaciencia crecía en ella, al igual que un entusiasmo juvenil que llegó a hacerla ver radiante bajo el sol sureño. Al fin, tras varios días de travesía la comitiva llegó a su destino y Lady Stark se excusó con sus acompañantes para adelantarse y observar un poco la ciudad antes de adentrarse en el hogar de los Hightower para saludar como era debido. Se tardó poco, apenas media hora o tal vez menos y tras comprobar que su yegua estaba bien resguardada y atendida en los establos observó a Fang. No le gustaba dejarla sola pero tampoco podía entrar al salón con ella así que pidió a una de sus doncellas -una joven de apenas diez años- que la cuidara y jugara con la huargo hasta que ella llegara.

Terminado con eso y ataviada con un vestido comprado días atrás en una de las ciudades de paso y que decidió estrenar precisamente en aquella celebración. Los tonos azules hacían resaltar su negra melena, su pálida piel -ahora con un suave tono moreno casi imperceptible- y el color aturquesado de sus orbes. Como era costumbre su entrada fue anunciada y se dirigió directa a presentar sus respetos al lord, presentándose ante él como representante de su familia al no saber si su marido y/o hijos aparecerían por allí. Una vez hechos los saludos de rigor se dedicó a probar unos pocos de los platillos que estaban servidos y, como la joven Rose a la que había ya localizado, pasó a observar al resto de invitados en busca principalmente de una cara conocida.

Spoiler:
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Mensaje por Olyvar Martell Lun Jul 02, 2012 10:58 am

El barco avanzaba raudo por la bocana del puerto, si seguía así dentro de poco estaría pisando Antigua, la antigua capital espiritual de Poniente, antes de la conquista, antes de la claudicación.

Nada más recibir el cuervo había decidido acudir. Su familia no podía estar fuera de ese tipo de acontecimiento, además sería un momento ideal para escuchar rumores, difundirlos o tratar de averiguar cuales eran los planes de las otras casas. Sin olvidar, por supuesto, para disfrutar de la vida, de los bailes, de la música y de las bellas mujeres. Eso le hizo recordar lo acontecido en las Marcas hacía un año, Rose Tyrell y la su amiga, la que se sabía todas sus canciones. Le había mandado un cuervo anunciando su intención de asistir al evento y solicitándole que trasmitiera la información a su amiga. Esperaba conocerla y que fuera guapa, eso facilitaría su tarea. Podía ser un buen momento para trabar su amistad y puede que algo más.

La barca que le transportaba por fin llegó a tierra, en ella iba parte de su ropa. Había traído varios tipos de ropa, desde la más elegante para los bailes a ropa cómoda para cabalgar si organizaban una batida o incluso ropa acolchada por si se organizaban torneos o similares.

Al que organice aunque sea una pelea, deseará haber muerto, porque se las tendrá que ver conmigo

Lo mejor era dejar las cosas claras desde el inicio, demasiada tensión podía haber como para que sus hombres buscaran una pelea…

Olyvar se ajustó la camisa de seda burdeos y los pantalones negros que lucía. Por una vez había abandonado su camisa de escamas de bronce, unas escamas que si alguien se fijara se daría cuenta que eran soles de Dorne, una moneda que hacía tiempo que no se usaban, en este caso le interesaba parecer más cortesano y menos marcial. Había abandonado también el escudo y la lanza corta que solía portar, en sus llegadas, a la espalda, viva representación de su apellido. Sin embargo si que portaba las dos espadas a su costado, no pensaba llegar como un cordero. Tenía intención de causar buena impresión desde el inicio, no solamente un perfecto caballero, como un buen cortesano. Caza más presas el león cuando acecha que cuando ruge.

Una pequeña legación le estaba esperando. Soy el Príncipe Olyvar Martell, vengo en representación de mi casa y de Dorne

Confiaba en ver pronto a los otros invitados,,,y en ver a Rose y su amiga
Olyvar Martell
Olyvar Martell
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Mensaje por Invitado Lun Jul 02, 2012 11:19 am

La llegada de los cuervos había sido una bendición para mi matrimonio. ¿Por qué? Porque pude retrasar un poco mi viaje y compartir más tiempo con Daemon antes de partir por meses. El festival del equinoccio de primavera en Antigua era realmente, realmente, un festín sin límites, lleno de hermosura, diversión y placer a montones. En cada esquina de la ciudad podía escucharse una risa, cotilleos y cuchicheos de todo tipo. Yo…Yo amaba estos juegos. Así fue como días más tarde de anunciar a Lady Stark la invitación partimos junto a Rose hacia Antigua, Rose junto a la compañía Tyrell se adelantó un poco a nosotros y comprendí su partida pues evidentemente era la representante de la Casa principal de El Dominio, un papel que yo ya no jugaba. Un papel hermoso y lleno de flores…Siempre y cuando no te obligaran a sacar tus espinas.

Mientras tanto los Fuegoscuro, todos, llevábamos nuestra caravana por el camino principal adorando el cambio de clima que se palpaba en cada centímetro de El Dominio. Incluso había extrañado oír el alegre canto de los pájaros y algunos animales corriendo por los prados. La primavera traía vientos nuevos, un sol radiante y casi todo el mundo estaba de buen humor lo que conllevaba a poder hablar en mejores términos si tu asunto era la política, si no era, como pasaba con muchas de las damas de las cortes del sur, entonces hablarías de tus nuevos vestido, del encaje y tela de moda y los colores predominantes en esta primavera. Hablando de ello, mi vestido al llegar antigua brillaba en colores oscuros reflejando mi compromiso y amor con los Fuegoscuro. Un vestido ligero pero ceñito al cuerpo de color rojo estaba decorado con pequeños detalles y arabescos en color dorado cerca del final de la falda, en el corte de princesa y en el inicio de mis pechos. Encima de éste una túnica con tela casi transparente de color negro que podía dejar ver el rojo interior y regalaba un efecto tornasolado interesante. Mis rizos danzando con el viento caían por mi espalda en cascadas, apenas tenía un broche de oro en forma de rosa que juntaba un par de bucles en la parte de atrás de mi cabeza para dejar el esplendor de mi rostro a los ojos curiosos de los demás. Un toque final de joyas de oro para realzar el vestido. Elegante pero sencillo. Mi estilo, el de siempre.

Cuando llegamos a Antigua una sonrisa inmensa se perfiló en mi rostro. Mi yegua negra relinchó un poco temerosa de la marea de gente del lugar pero pronto nuestros guardias fueron abriendo paso para dejar pasar a Daemon, Aemon, Aegon y Anaís Fuegoscuro. Poco a poco, junto con el espacio que nos dejaban, se acallaron un par de cuchicheos y paseé mi mirada por los locales saludando con una sonrisa y moviendo la cabeza ante cada reverencia. Luego mi atención fue llamada por Anna quien, tal como había hecho en Altojardín, exploraría la ciudad antes de asentarse. Seguimos nuestro camino hacia el Faro de Antigua sin ninguna otra interrupción. Al bajar de nuestros caballos, yo personalmente con la ayuda de mi marido, los escuderos se encargaron inmediatamente de los sementales. Pronto iniciamos nuestra partida hacia la fortaleza de los Hightower, cogida del brazo de Daemon sonreí a cada persona que conectó con mi mirada, al encontrarnos delante del Lord fue Daemon quien tomó la palabra como saludo y yo, a su lado, no hice más que una reverencia con una sonrisa encantadora. Tras los saludos de ambos hombres me veo en la necesidad de halagar a quien nos hospeda –Antigua nunca ha estado más hermosa que ahora, mi lord. Es un honor presenciar tan galante festín- Le dije con cordialidad antes de retirarnos de que los Fuegoscuro nos retiráramos de ahí.

Nuestros pasos nos llevaron de una esquina a otra sin quedarnos en ninguna demasiado tiempo, sólo el necesario para saludar a pequeños señores que conocíamos, hablando nimiedades antes de acercarnos a la mesa donde una de mis doncellas pronto nos sirvió una copa de vino de Rejo a ambos. Paseé la mirada por la habitación mientras bebía del vino disfrutando la delicia. Alcé brevemente la mano para llamar su atención y hacerle saber que estábamos acá, aunque obviamente las miradas de lugar se habían posado sobre nosotros cuando entrábamos. Me giré hacia Daemon con ojos coquetos -¿Te mencioné alguna vez que me encantan estos festines?- Pregunté riéndome. Él lo sabía pero no me importaba decírselo de nuevo.
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Mensaje por Invitado Lun Jul 02, 2012 11:48 am

Menuda mañana. Menudo día se festejaba. Menudo sol nos alumbraba. Y menuda cantidad de buenas vibraciones se me notaban en el rostro. No sabía muy bien si era el cálido sol o el recibir los cuervos anunciándonos la llegada de la primavera, quizás pudiera ser el ver a mi amada tan exhuberante y tan alegre, o quizás podría ser que un festín de tan alta clase no esperaba, y al que habíamos sido invitados como cualquier otra personalidad importante. Sí, era eso. Era eso lo que me hacía tener conciencia de que no se olvidaban de mí, de que sabían que existía y de que sabían que no podían hacerme enfadar, quizás podrían acallarme durante varios días, pero no durarían más que dos puestas de sol. Era eso, no cabía la menor duda. Era por ello que, al amanecer nos habíamos levantado y, en compañía de mi corte que, aunque pequeña, siempre fiel a sus señores, y de mis hijos, a la par que de mi amada esposa, nos dispusimos a salir para llegar con tiempo a dar nuestros respetos a Lord Hightower, para así poder disfrutar del día en compañía de mis seres queridos, sin olvidarlo. Seguramente Antigua estaría espléndida, una ceremonia de tal alto calibre no podía pasar desapercibida a los ojos de nadie, así que era completamente normal que los detalles no fueran mínimos, al contrario, fueran de lo bueno, lo mejor, y de lo necesario, lo imprescindible.

La caravana avanzaba lentamente, pero segura. No obstante, Antigua no estaba tan lejos de Altojardín como lo estaban las demás ciudades, así que podría ser que fuéramos de los primeros en llegar a sus puertas. Disfrutaba de las vistas, tanto las que me proporcionaban el paisaje como las que me proporcionaba Anais, que trotaba a mi lado con su yegua, mientras yo aprovechaba algunas ocasiones para atraer el dorso de su mano a mis labios y depositar un leve beso. Estaba eufórico, la noche había sido divertida, como siempre. Más porque las noticias del cuervo no hacían más que retrasar la partida de Anais por donde quiera que iría para conseguir captar la atención de otros lores. Por otro lado, mis hijos nos cortejaban por delante, en ese afán protector que casi siempre solían llevarnos cuando salíamos en una comitiva larga, para no perdernos de vista de cualquiera que osara enfrentarse a nuestra familia. Respiraba orgulloso de haber engendrado dos hijos dignos de recordar, cada cual entrenado y educado para heredar la parte que les tocaba, a uno por ser el primogénito, a otro por ser el segundo pero no por ello menos importante. En cuanto a mis ropas, digamos que me había ataviado con unos pantalones negros y una camisa acorde a los colores de mi casa, roja. Varios símbolos decoraban la parte del pecho, al igual que a la altura de los gemelos en los pantalones se delineaban diferentes líneas entrelazadas entre sí, como adornos. Por último, una especie de capa colgaba de mi cuello, cubriéndome y cansándome, pues el calor se palpaba y no hacía frío para portarla. Terminaría quitándomela, seguro.

No tardamos en llegar, o quizás si, pero la travesía se me hizo corta. Al entrar, mis guardias empezaron a hacer hueco entre la multitud que no paraba de cuchichear y hablar sobre, seguramente, nosotros. Observaba como Anais respondía a cada saludo con una sonrisa y yo, para no parecer tan seco y descortés, la imité pero simplemente mostrando una leve sonrisa, mientras desviaba mi mirada por todos lados para encontrar aquellas que se encontraban con la mía, para intentar no pasar desapercibido. Mi ego aumentaba cuando algunas de esas miradas se desviaban hacia abajo al chocar con la mía, provocando así que mi sonrisa fuera creciendo por momentos, hasta que llegamos a las puertas del castillo de Lord Hightower. Ayudé a bajar a Anais de su montura y no me separé de ella en todo momento. Era un pilar muy fuerte dentro de mi condición, y nunca la perdía de vista. Al llegar frente al Lord, incliné mi cabeza para darle mis respetos y le dije - Sin duda es algo de lo que le estaré enormemente agradecido, milord. Antigua nunca se había visto tan hermosa, y es gracia a sus dotes y a su buen hacer por lo que hoy se muestra espléndida. Mis más sinceras felicitaciones y mis más sinceros agradecimientos por la invitación - vuelvo a inclinar la cabeza y espero a que Anais muestre sus respetos también, para luego salir y perdernos entre la multitud que ya abarrotaba las calles de Antigua, y que mezclaban todo de un bullicio que, aunque no lejos de ser molesto, era soportable dada la alegría que se podía respirar.

Pude parar, después de varios minutos que se me tornaron horas, a descansar en una mesa donde una de las doncellas de Anais esperaba para servirnos con tranquilidad un trago de vino. Acepté el vino con agradecimiento y le di varios sorbos, mientras vislumbraba a Rose entre la multitud, yendo de un lado para otro con esa cara de felicidad que siempre le caracterizaba, mostrando que la rosa de Altojardín estaba más viva que nunca. Me giro a tiempo para ver a una Anais hermosa que me mira con ojos exhorbitantes. Asiento ante sus palabras y me acerco a ella, para decirle - No creáis, mi reina, que sois la única a la que le gusta esto - hago una pausa para darle un sorbo al vino y vuelvo a acercarme - He de decir en mi defensa que, por si no lo sabíais mi reina, hoy estáis más hermosa de lo que siempre acostumbráis a estar - termino, pasando mis labios por los suyos y volviendo a recostarme contra la silla, que aun cuando es de madera es lo suficientemente cómoda y agradable - ¿Qué os parece? Parece ser que hoy es un día más que estupendo para dialogar con cualquiera, pero... - chasqueo la lengua para saborear el vino - Creo que eso, de momento, puede esperar - le digo con una sonrisa dedicándole una mirada rápida a sus ojos, para luego volver mi mirada al bullicio, que no deja de pasar y de divertirse.
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Mensaje por Orson Baratheon. Mar Jul 03, 2012 8:21 am

Era la Casa del Venado la que se dejaba ver en las puertas de Antigua, dirigidas por el Heredero de Bastión de Tormentas. Lord Baratheon, Nathan, se encontraba bastante ocupado en reuniones con los vasallos de las Marcas, registrando sus tropas, las cuales estaban acotadas después del levantamiento inoportuno de unos años atrás. Aún coleaban las clausulas de la rendición de los Connington. Así que le tocaba a él dirigirse hasta Antigua, por el camino de las Marcas y los campos sembrados de los Tyrell.

Junto a él se encaminaba Stefan, el cual había estado continuamente recordándole que tenía edad para ser escudero, el escudero de cualquier caballero. Pero no era él precisamente el que tomaría esa decisión teniendo a Jenna tras ellos. Había decidido llevar a sus hermanas con él para que así se olvidasen de las Tormentas del Este y observasen la bella ciudad de Antigua.

El viaje fue de varios días, la verdad, pero la guardia llevada por el Cazador había sido suficiente, y además había sido bien recibido en casa de los Tarly, de los Vyrwell y otros vasallos del Dominio. Así que no llegaron con extenuación a Antigua, ni mucho menos. Las calles rebosaban de comerciantes, actores, mimos y marineros, y aquello le hacía sonreír, sentirse más cerca de Dorne. Se preguntaba si allí estaría...

...Nadie. Descabalgó y se encaminó hasta donde Lord Hightower quedaba, seguido de Stefan y sus hermanas, para mostrar sus respetos.- Buen día en el que dar la bienvenida a la Primavera, aquí, en Antigua.- Inclinó su rostro antes de volver a levantarse.- Estoy seguro de que esta será una gran ceremonia mi Lord. Mi familia y yo os damos las gracias por la invitación.- Y dio un paso atrás, esperando a que los otros Baratheon soltasen las palabras de cortesía. Cuando terminó Stefan lo atrajo hacia así, apoyándolo en su frontal, posando sus manos en los hombros.

- Este es uno de los hombres con mayor poder en todo Poniente Stefan...aunque sea un vasallo de los Tyrell siempre convendría tener a los Hightower de tu parte.- Dio un par de palmaditas en sus hombros antes de esperar a que sus hermanas terminasen de presentar sus respetos.
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Mensaje por Invitado Mar Jul 03, 2012 1:41 pm

La Ciudad de Antigua...¿Cuantas veces había escuchado hablar de ella? innumerables, casi hasta perder la cuenta. Pero ahora mientras llegaba a sus calles limpias y observaba ese aire casi majestuoso que era tan propio de las grandes ciudades sólo pensaba en si su apariencia era la más adecuada para presentarse ante Lord Hightower. Lo que sabía, lo que su padre le repetía y sus tutores insistían era que esos vasallos de los Tyrell eran importantes y, no debía tratarles más que con respeto. Ésta vez no podía darse el lujo de perder una cena ni ser descortés.

Tybolt representaba al resto de los Lannister, nuevamente se lo enviaba en su calidad de heredero a conocer a los habitantes del ancho mundo. La primavera se adivinaba por doquier, las gentes cambiaban sus vestimentas oscuras por otras mas delgadas y de colores mas vivos. El aroma de las especias, las flores y todo eso llenaba los espacios; era una época propicia para alianzas y festejos como el que lo traía a la ciudad de Antigua.

Acompañado de dos escuderos el Lannister, tras recomponerse del extenso viaje se presentó ante los anfitriones haciendo uso de sus mejores modales y sonrisa como si fuese un león dormido. Como anécdota se percató de que en el lugar estaba un viejo conocido suyo, o era casualidad o el destino se estaba ensañando con él. Se preguntó qué debía hacer y, optó por ignorar su presencia pues un altercado ahí no era conveniente para el papel que estaba representando.

-Mi Lord, vuestra invitación es un gran honor para nuestra casa y vuestra Ciudad nunca ha estado tan majestuosa, estas festividades serán inolvidables y en nombre de mi familia os doy las gracias - Se inclinó con respeto ante su interlocutor y sólo una vez que terminó de dirigirse a éste miró de reojo al Baratheon, tal vez sabría y lo más seguro era que así fuera...Finalmente había dado con la horma de su zapato y, nada más ni nada menos que una mujer, que había caído en sus brazos de manera totalmente premeditada.

¿Lo sabría o no?, mientras se apartaba para hacer espacio a otros invitados se situó junto al par de escuderos, arrogantes y algo deslumbrados por la belleza del lugar. Él,por su parte sólo observaba con aire inofensivo dispuesto a celebrar esa primavera con ganas.
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Mensaje por Invitado Miér Jul 04, 2012 12:35 am

El viaje había sido largo, demasiado largo para los pocos ánimos de Jenna Baratheon, pero aún así no había dejado de ser agradable y apacible a pesar de tener que ir constantemente rodeados de guardias. Habían atravesado casi todo Poniente de este a oeste, cruzando hermosos prados en incipiente floración, algunos de los cuales hasta comenzaban a dorarse conforme los granos de cereal alcanzaban su madurez. Los cielos que les habían acompañado habían sido azules, claros, aunque todavía demasiado frescos como para hablar de una primavera propiamente dicha, y los bosques que la comitiva había cruzado se mostraban llenos de vida salvaje. Nathan había tenido que permanecer en Tierras de la Tormenta, aún gestionando aquellos asuntos que coleaban tras el levantamiento de los Connington, y Jenna no podía decir que aquello no le hubiese supuesto un alivio aunque Stefan sí que parecía echar de menos a su tío, el Lord.

Cuando al fin llegaron a la ciudad de Antigua, Jenna fue presa como todos los que estaban allí de la vitalidad y el dinamismo que parecía haber invadido aquel lugar. Saltimbanquis, comerciantes y otros pícaros habían tomado sus calles, que bullían con tanta actividad y tan variada. Al fin, los tres hermanos Baratheon y el pequeño Stefan llegaron frente a Lord Hightower, anfitrión de todo aquello. Orson se adelantó a sus dos hermanas para mostrar sus respetos sin ser pedante pero tampoco altivo y cuando dio un paso atrás, Jenna carraspeó levemente y se acercó al Lord, mostrando una sonrisa tenue en sus labios pero sinceramente agradecida. – Os agradezco que hayáis invitado a mi familia a vuestras tierras, mi señor, que la Primavera os traiga prosperidad y fertilidad en todo lo que emprendáis – sin añadir mucho más, dio paso a Valerie mientras Orson hablaba con Stefan, dándole unas pequeñas pinceladas de política en apenas dos frases que el niño pareció entender a pesar de su corta edad. Una vez más, Jenna sintió que el corazón se le encogía dentro del pecho: podía imaginar perfectamente a Alcide haciendo eso mismo, y aquel recuerdo hizo que el gesto de su cara mostrase cierto amargor. Por fortuna, tan sólo fueron unos segundos y enseguida recuperó su habitual expresión serena y en cierto modo, hermética, al tiempo que observaba con curiosidad a un joven de largos cabellos que miraba de reojo a Orson.
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Mensaje por Invitado Jue Jul 05, 2012 3:37 am

No le gustaba la idea de abandonar Aguasdulces, pero no había tenido mas remedio que hacerlo. Desde la muerte de su padre, su tío había tomado el puesto que ostentaba el anterior Lord Tully. Por ello, Lysa debía respeto y obediencia al nuevo Lord, y este la había ordenado cumplir con la función de diplomática mientras el resto de la familia se ocupaba de estabilizar la situación en el Tridente.

Al principio no le había gustado la idea, no quería dejar a su familia en unos momentos tan difíciles, y menos cuando ella sabia que su padre no había muerto de la forma en la que todos parecían creer, cuando ella sabia que alguien había asesinado a su padre, y que ese alguien podría actuar contra su hermana, su madre, su tío... Pero ella siempre cedía, era incapaz de decir no a casi todo, y menos si era su Tío, Lord Tully, el que pedía que fuera ella la que acudiera al evento en Antigua.Familia. Deber. Honor. Ella tenia arraigado el lema de su familia, aunque la mayoría de personas no supieran apreciarlo, ella siempre cumplía con honor el deber para con su familia.


Así, el viaje empezó hacia Antigua, viaje que duro mas de lo que ella estaba acostumbrada. Viajaba con un destacamento de guardias, así como un par de damas de compañía. La mayor parte del viaje la paso leyendo, pues antes de salir, había pedido al Maestre de Aguasdulces que le prestara algún libro sobre Antigua, cosa que había conseguido aun con los reparos del Maestre sobre sacar un libro de la biblioteca.
Lo que había empezado como un viaje impuesto, conforme leía sobre Antigua, el interés de Lysa iba aumentando, Antigua era una ciudad magnifica, cuna de la cultura. Deseaba visitar las bibliotecas de los maestres, leer todos los libros que pudiera. Y con esos pensamientos el viaje se le hizo mas corto.

La joven llego a Antigua y la ciudad la sorprendió gratamente, tan diferente a Aguasdulces, con una brisa diferente a la de su tierra, un olor agradable a mar.
Pero todo ello quedo en segundo plano cuando llego el momento de presentarse. Nunca le había gustado estar rodeada de tanta gente, y cuando la gente era desconocida, la sensación aumentaba, mas aun al estar sola. El camino hasta donde se encontraba Lord Hightower se le hizo eterno, y la opresión en el pecho apenas la dejaba respirar. Estaba algo pálida, pero cuando llego frente al Lord, puso su mejor sonrisa.

-Es un placer...mi señor-la voz sonó algo débil, pero al menos clara. Lo que había estado ensayando para la presentación se fue de su mente, quedándose unos segundos en blanco. La presión en el pecho aumento y su rostro se torno de la palidez al leve sonrojo ante la vergüenza. Inclino el rostro- Gracias en nombre de mi familia...

Cuando acabo, retrocedió. Había sido horrible, ella no estaba acostumbrada a estas situaciones. Tenia ganas de meterse en la cama y llorar, pero saco fuerzas que no sabia que poseía y se fue a un rincón, donde se calmo un poco y simplemente espero pasar desapercibida.
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Mensaje por Valar Morghulis Vie Jul 06, 2012 3:40 pm

Las delicias se acumulaban unas tras otras para los presentes mientras Lord Hightower recibía a todos los allí presentes, uno tras otro, con tranquilidad, siempre con las mismas palabras de agradecimiento por haber viajado desde tan lejos y hasta allí mismo, el Sur de Poniente.

- Bienvenidos a Antigua y a Faro, la Fortaleza de la familia Hightower. Os damos la bienvenida a todos y esperamos que el transcurso de esta celebración sea una fiesta y una dicha para todos nosotros. Grandes hombres se encuentran aquí, y estoy seguro de que todos disfrutaremos de todo lo que estos días de alegría nos pueden ofrecer.- Alzó ambos brazos para abarcar el gran patio donde eran recibidos todos y cada uno de los visitantes.- Ahora les dirigirán a sus estancias, donde podrán descansar del viaje. Recuerden todos que esta noche será el gran banquete en el que se dará la llegada a la primavera.- Y con esto terminó, era momento de que todos se dispusiesen a descansar, o a visitar la ciudad. Hasta la noche Antigua era para ellos.

... ... ... ... ...

Era una salón grande, enorme, con cinco grandes mesas una junto a las otras, además de una mayor, presidiendo todas, donde los anfitriones, junto a los representantes de las Grandes Casas, se sentarían. Aún no había llegado nadie, pero las gentes de servidumbre se afanaba en colocar aquí y allá jarras de vino y de agua. El banquete de aquella noche consistiría en peras al vino; rollitos crujientes de pescado a la sal; capones rellenos de pescado y setas; grandes hogazas de pan moreno; montañas de nabos, maíz y guisantes; jamones; gansos asados; venado guisado con cerveza y centeno; cisnes de crema; unicornios de azúcar; pastelillos de limón en forma de rosas; galletas de miel especiadas; tartas de mora; tarteletas de manzana y ruedas de queso cremoso. Sin duda todos quedarían saciados.

Para la ocasión se había dejaría entrar a tres bardos distintos, siendo el primero Johander de Lannisport, el cual se dispuso a cantar Calderero del Camino, esperando a que hiciesen aparición los primeros invitados, hombres menores, de poderosa fortuna pero sin nobleza alguna. Luego de estos, cuando poco a poco la estancia fuese llenándose, llegaría la nobleza que se había juntado en Antigua.


PD: Podéis interpretar el banquete, desde la llegada hasta el banquete podéis escribir cualquier post, pero debéis especificar en el transcurso de éste que es anterior al banquete. De la misma forma, y para no masificar este post, podéis crear diversos posts basados en el mismo tiempo que el banquete publicando en la descripción del mensaje [Banquete], para saber a que periodo pertenece.
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Mensaje por Invitado Sáb Jul 07, 2012 5:32 am

Tras recibir la invitación de Lord Hightower, una pequeña comitiva se preparó para el viaje quedando así su hijo Robben como castellano de Invernalia. Le acompañaban Lord Mormont y Lord Flint como unicos representantes del norte aparte de su señor. Además de Lord Stark y los dos vasallos, le acompañaban tambien una decena de hombres como escolta.
Viajaron sin problemas por el camino real hasta llegar a Antigua, al pasar por Altojardín, recibió noticias de la partida de su esposa unos dias antes con lo cual apresuró el paso para darle alcance si era posible.

El atardecer caia sobre poniente tiñendo las blancas murallas de Antigua de un color rojo anaranjado cuando mi pequeña comitiva y yo llegamos a la ciudad, habia sido un largo camino aun con la breve pausa en Altojardin y estabamos deseosos de llegar.

Contemplad queridos amigos, la ciudad de Antigua, hogar de nobles y variopintas gentes...
Entramos por la puerta Este y nos dirigimos a traves de las calles hacia la fortaleza de Lord Hightower. Habiamos guardado las grandes pieles cuando llegamos a Altojardin y por tanto vestiamos de una forma algo menos abrigada, yo marchaba con unas simples telas de colores pardos y una coraza de cuero hervido con algunos emblemas de la casa Stark repujados en plata, una capa fina de algodon prendia de mis hombreras engalandas con piel de ciervo. La gran Hielo reposaba colgando del lomo de Rauthr y era Huargo la espada que colgaba de mi cinto.
Mis acompañantes vestian con los colores de su casa, Lord Mormont con un jubon verde y una coraza de cuero, Garra a su cinto y sus dos hachas a los lomos de su gigantesco corcel, Lord Flint, algo más discreto vestia ropas ligeras de algodon gris con un broche que sujetaba su parda capa. Los hombres de escolta que nos acompañaban vestian completamente de gris y negro todos con el lobo huargo en la pechera.
Atravesamos todo el gentío de las calles de Antigua hasta llegar a la fortaleza del Lord donde nos preparariamos para el banquete.


···

Para el banquete me decidí por un jubón blanco con un broche plateado sobre el corazón, una cabeza de lobo huargo, la capa gris sujeta sobre mis hombros y unos pantalones negros con unas botas de piel marrón. Era algo sobrio, pero si algo caracterizaba al norte era la sobriedad.
Bajamos los tres lores al banquete con algo de tiempo, paseando por la fortaleza hasta llegar a la sala, allí nos recibió Lord Hightower en persona puesto que habiamos llegado fuera del horario previsto y este aun no nos habia saludado.

Nos complace sobremanera encontrarnos hoy aqui disfrutando de tan agradable velada, el viaje ha sido largo pero sin duda valdrá la pena dije tranquilamente con una sonrisa en el rostro, en verdad habia sido largo el camino, y al parecer por lo que se observaba ya en las mesas, buena seria la recompensa por ello... No presté demasiada atención a la respuesta de Lord Hightower, pues mis ojos buscaban ya a mi querida esposa a la que aun no habia podido ver... Haciendo tiempo hasta su llegada decidí tomar un tentempie de aquellos deliciosos manjares, tomé media hogaza de pan, vacié su interior y lo llené de jamón y guisantes, tomé una copa de vino que me ofrecia un sirviente y tomé asiento donde me correspondia, deleitando mi paladar con la comida y mis oidos con la musica de Johander de Lannisport, un conocido bardo que en ese momento cantaba Calderero del Camino...
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Mensaje por Invitado Dom Jul 08, 2012 9:40 am

Una apuesta, ¿por qué el Dios Ahogado no la había cortado la maldita lengua?, se dijo mientras miraba los lazos del vestido, ¿cómo diablos se ponía una estas cosas? ¿Diablos...? Hablaba como una damisela del Continente ¿Cómo coño se ponían estas cosas? Se dejó caer en en amplio sillón del camarote de la capitana del Devorador de Sueños, su nave. ¿Cómo se había dejado liar por su segundo de abordo?, se levantó indignada del sillón, la suave tela se enredó entre sus piernas, se retorció, se pisó el dobladillo... ¡aghhhh!... ¡por todos los ahogados! No sobreviviré a esta tela de araña.

Indignada, vestida con la suave bajoveste de seda color lavanda, que había sacado de un baúl, recientemente adquirido en “de una embarcación Lysena". Vestida de tal guisa, con una cara que presagiaba la mayor de las tormentas, más bien una galerna en toda su violencia, la joven Grejoy se dirigió a su segundo. John Hawkins... vale ponerme esto... y gano la apuesta, frunció el gesto, mientras se daba una vuelta sobre la cubierta del barco, ante la atónita mirada de sus hombres que no la quitaban el ojo de encima. Iracunda se fue hacia Pittar, Cara de Morsa, ¿qué sucede nunca me has visto?, tengo alguna clase de cangrejo rojo en la cara? ¿Nunca habéis mirado a una mujer? No llevo la cuenta de las que habéis violado, repartidas entre vosotros en los diferentes asaltos que llevamos juntos. Se acercó a la joven taciturno, si... Cola de Lamprea, tengo formas, y también tetas, por si no te has dado cuenta, el Devorador, tiene una CAPITANA, desde hace dos años.

Se acercó con aire decidido a John Hawkins, ¿y, bien?, me darás esas perlas, sonrió seductora, - No, el trato es que irías vestida como una damita, a Antigua... si quieres las perlas de Lys, ya sabes, viste como una mujer... un trato es un trato, perlas igual a vestidos de mujer. ¡maldito tuercebotas!... ganaré esas perlas, pero vas a fregar la cubierta hasta que se puedan comer sopas en su madera, cercopiteco, cantamañanas... esta me la vas a pagar

Entró de nuevo en su camarote... ¿y tú …? se enfrentó con el vestido, ¡no me mires así! Volvió a salir de nuevo a cubierta, señaló a uno de los grumetes...¡tú!, ven acá, ganapán, anda mándame a una de las putas de Lys que escondéis en la bodega, si habéis dejado alguna con vida después de esta noche.

Una joven sucia apareció empujada al interior del camarote, con el vestido desgarrado que no ocultaba ninguna de las formas que debía proteger, en el fondo a la pirata le repugnaba esas acciones, pero no podía cambiar siglos de costumbres arraigadas en los genes. Entra, no me mires así, no me gustan las mujeres, si no dices nada, te dejaré libre en Antigua con una bolsa de cobres, júralo por los dioses que sirves, o te destripo aquí mismo. La muchacha, aterrorizada, dolorida, con visibles magulladuras, vio la vía de escape de una pesadilla que había comenzado con el asalto al barco de Lys, lo juro. Puedes lavarte y ponerte un vestido que oculte tu cuerpo. Debes ayudarme a... bueno a ponerme esta especie de red de lazos, y trampas.

La muchacha sin pronunciar palabra fue poco a poco ajustando los lazos ciñiendo la esplendida figura de la pirata, cuando terminó, no se la podría distinguir de cualquier otra dama del Continente, la Greyjoy, entregó a la joven la bolsa de monedas de cobre a la que añadió un dragón de oro, escóndelo bien, ya nadie te tocará de nuevo, al no ser que lo pague.

Seda de color lavanda cubría el cuerpo de Lady Grejoy que dejó pasar a la muchacha... Nadie la tocará, un trato es un trato..., sus sorprendidos hombres no pronunciaron palabra al observar, atónitos, a su capitana, que se ajustó una capa de fina lana, sujeta por un Kraken dorado.

Lady Grejoy, vengo en representación de las Islas de Hierro y de mi padre, su señor, dijo simplemente, al llegar a la entrada de la residencia de los señores de Antigua.
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Mensaje por Garlan Tyrell Lun Jul 09, 2012 5:40 pm

La caravana se movía a paso lento y antes de llegar a Antigua debía ejercer como Señor del Dominio en otras lides así que no tuvo más que reunir a sus compañeros Fuegoscuro y Stark para disculparse por su futura ausencia en el resto del viaje y acompañado por una escolta de 20 hombres a caballo marchó en dirección este.

Antes de eso ya había tenido unas palabras con su amada señora, el tiempo lejos de ella era duro pero era su deber y ella siempre lo había comprendido bien, quizá si las circunstancias fuesen distintas lo habría acompañado pero teniendo tan ilustres acompañantes no era de recibo que ambos anfitriones dejaran la caravana para cumplir con funciones que a la dama no incumbían.

Sólo se prometen cosas que con certeza de manera física o sobrenatural sabes que puedes cumplir y por ello esta vez no prometió que llegaría a tiempo y sí que tardaría lo menos posible. Cuando su comitiva había vuelto del este la caravana ya había llegado a Antigua y los soldados ya habían expandido sus tiendas en el exterior de las murallas de ésta. No todos entraban en la ciudad, los Hightower tal y cómo habían informado a Garlan habían aumentado la guardia e iban a recibir visitas e invitados de todos los rincones de los Siete Reinos, así que era complicado que todos entrasen en la ciudad que aunque tenía su tamaño no podía albergar a tanta gente.

Muchos se cuadraban ante la presencia de su señor y otros muchos lo miraban con ojos de orgullo, vítores se escuchaban entre la gente hacía aquel que era su protector y quizá hubiese detractores pero desde luego preferían resguardar su lengua a riesgo de perderla. Garlan lucía su imperiosa coraza blanca con su escudo de familia bordado en el pecho, una flor que hacía que el lema de su Casa estuviese implícito en el dibujo “Crece Fuerte” quería decir a gritos esa flor en el pecho del apuesto Lord de Altojardín que cabalgada a paso lento entre las gentes con su espada al cinto y el escudo enganchado a las alforjas de su impresionante caballo blanco.

No hubo de esperar para cruzar las puertas de la fortaleza, era reconocido por todos los guardias del Dominio y éstos le dejaron pasar sin problema, tras la llegaba al patio un mozo se acerco raudo para tomar las riendas de su caballo y conducir a éste a los establos donde recibiría el trato que merecía. Garlan dejó escapar una sonrisa para el chico y disimuladamente dejó caer una moneda de plata en sus manos. Lágrimas de emoción se dibujaron en el rostro del muchacho que desesperado le agradecía el gesto que tan grande le parecía a él y tan pequeño era en realidad para la fortuna del Tyrell, con eso viviría bastante bien durante un tiempo.

Sus hombres se bajaron tras él y observó como miradas furtivas se escapaban hacia él de parte de gentes llegadas de muchos lares, no tardo en reconocer a gentes de Oriente y del Norte, pero no pudo encontrar a su familia ni a sus amigos Fuegoscuro y Stark . Al que si pudo encontrar fue a Lord Hightower que se acercaba a él por su flanco izquierdo con un brazo extendido con el que se saludaron ambos hombres. Se conocían desde hacía mucho y eran grandes amigos.

Tras unas amistosas palabras le sugirió que fuese a sus aposentos para prepararse para la cena y no se lo pensó pero antes se dirigió a la mesa donde se encontraba la comida y bebida, en la que se pudo endulzar su gaznate con una agradable copa de vino mientras con la mirada observaba si podía encontrar a alguien de su familia o amigos que le contasen que se había perdido y que le dieran una grata compañía hasta sus aposentos.
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Mensaje por Invitado Mar Jul 10, 2012 11:10 am

El desfile de nobles que se presentaba en el salón principal del Faro de los Hightower era interminable. Reconocí de a poco a los Baratheon por el escudo de sus casas, visualicé al más joven reconociéndole como “El Cazador” y después a la dama que saludo tras él, Lady Jenna. Ignoré al pequeño que acompañana al macho pues desconocía su procedencia. Tras esto las capas rojas de los Lannister hicieron acto de presencia y el heredero, Ser Tybolt si no me equivocaba. Oh, había pasado tanto tiempo leyendo sobre la nobleza actual de Poniente para saber exactamente cómo jugar mis cartas. Poco después una dama joven y de cabellera roja llamó mi atención. Me incorporé un poco para esquivar a la mayoría de las personas que estaba en mi vista, era la hija menor de Lady Joanna. Miré un segundo a Daemon para sonreírle ante su comentario –Adoro que me halagues- Dejé que mi nariz rozara la suya un segundo antes de apartarme un par de centímetros escuchando sus palabras –Nunca es demasiado temprano y no lo dejes pasar. Todas las casas están acá. Tantea a los Baratheon... Tengo entendido que Lady Jenna no ha sido deposada- Y nosotros teníamos dos herederos hermosos y caballerosos. Ladeé la cabeza y con la mano en la que tenía la copa señalé disimuladamente a Lysa –Es la hija menor de Lady Joanna. Iré a hablar con ella…- Musité hacia mi esposo antes de darle un beso en la mejilla. Él conocía mi cariño hacia Lady Joanna y por ende a sus hijas. Además la muerte de Lord Tully seguramente les había afectado y Lady Lysa estando tan lejos de casa y tan joven…Bueno, seguramente tenía un regusto amargo en los labios.

Me muevo con elegancia entre los nobles saludando con una sonrisa carismática y encantadora a los pequeños grupos de Lores, tanto altos como bajos, hasta llegar a la esquina donde Lady Lysa estaba. Escondida, tratando de pasar desapercibida. Recordaba que yo también había estado así alguna vez y me identificaba, por eso, me decidí a ayudarla. Al llegar hasta ella sonrío amablemente antes de inclinarme –Lady Lysa- Le llevaba más de 20 años pero aún así los modales no se perdían. Me incorporé mirándola –Espero que el viaje no haya tenido contratiempos- Alguna vez había visitado Aguasdulces para prestar atención a Lady Joanna, a quien apreciaba muchísimo por tomarme como hija tras la muerte de mi madre, y había conocido a Lady Silvia y Lady Lysa pero apenas habíamos compartido poco tiempo pues pasaba más tiempo con su madre que con ellas. Sin embargo, cualquier conversación que podríamos haber tenido se vio cortada por la invitación que realizó Lord Hightower. Tensé brevemente los labios antes de mirar de nuevo a la joven pelirroja –Oh, bueno, espero podamos encontrarnos después, milady. Me gustaría saber cómo se encuentran las damas de El Tridente- Esperando que entendiese a qué me refería me retiré con la vuelta de la tela roja de mi vestido y caminé de vuelta a mi esposo quien se encontraba con las doncellas que nos mostrarían el camino.

__

Banquete
Tras un leve descanso en la habitación que tan amablemente habían arreglado para los Fuegoscuro, tuvimos que asearnos y acomodarnos para bajar al banquete. Como siempre, Daemon y yo íbamos engalanados con los colores de los Fuegoscuro. Por mi parte, iba con un ceñido vestido de seda negro con un profundo escote adornado con un bordado dorado y de amplias y largas mangas. En la cintura un pequeño lazo dorado que se ajustaba para marcar más mi figura. Además, tenía unas pequeñas tiras de seda roja amarradas en ambos brazos y una capa ligera que anudé en mi pecho con un broche que mostraba una rosa siendo rodeada por el fuego. No por nada me llamaban la Rosa Ardiente. El cabello había sido dejado largo y bien peinado pero mis doncellas habían hecho una pequeña tiara con varios de mis rizos en los que habían incrustado un par de flores rojas.

Al bajar íbamos acompañados por nuestros dos hijos delante de nosotros en ese siempre afán de protección y mis doncellas y sus caballeros detrás. Al ingresar pude paseé la mirada por el lugar para buscar a Lady Lysa pero me percaté de que no había descendido al banquete. Es más, pocos de la nobleza lo habían hecho. Fruncí brevemente el ceño concentrada en la música para reconocer pronto al Calderero del Camino. Sonreí brevemente y apreté el brazo de Daemon –Recuerda sacarme a bailar- Musité con una risita antes de volver a pasear la mirada mientras avanzábamos reconociendo al noble Lord Stark a la distancia –Daemon…Lord Stark está acá- Le dije llamando su atención –Junto a Lord Hightower, vamos a saludar- Dije en voz más alta para que mis hijos me prestaran atención y pronto desviamos nuestro camino hacia allá. Por lo visto, esta reunión achicaría mi viaje fuera de El Dominio.
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Mensaje por Rose Tyrell Mar Jul 10, 2012 1:06 pm

Rose había estado esperando la llegada de su padre, sabía que se había retrasado por algunos asuntos que no eran precisamente de su incumbencia pero eso no le privaba de esperarle con la alegría propia de una niña que ve lo magnífico que luce su padre, un orgullo innato en la joven volvió a florecer al ver la armadura de quién era el líder de su casa. Tomó un poco más de sidra, sonriendo complacida al ver que podía reconocer a la mayoría de los presentes, esperó con paciencia que su padre diera los debidos saludos y dejó la copa de plata en manos de una de sus doncellas para acercarse luego.

Caminaba con pasos confiados, que rezumaban delicadeza a cada momento, sabía de las convenciones de modales que debía mostrar así que se acercó con la mirada en alto, como su propio padre le había enseñado. -¿Habéis tenido un buen viaje, Padre?.- preguntó la rosa con sencillez, sonriendo ante la vista de aquel Tyrell. -La ciudad parece tener más vida desde que las rosas le dieron el colorido.- musitó pues eso era lo que ella había visto, a Rose Tyrell le encantaba el colorido y que la ciudad cada vez pareciera tener más cosas que ver, sería su más grande delirio aquel festín de cosas que ver. A la llegada de todos, les habían informado que sus habitaciones estaban listas para utilizarse, a ella le correspondería la de siempre, la última habitación de una torre con la mejor vista, era la consentida de Lord Hightower y aquél lugar no era para menos.

La rosa estaba dispuesta a acompañar a su padre a el lugar de honor que le correspondía en aquellas habitaciones, era simplemente una manera de poder robar algunos minutos de su compañía que siempre le pertenecían a su hermano mayor y heredero a Altojardín, la idea le parecía buena pero temía decirla, su voz nunca podía ser escuchada sin antes haber tenido una invitación, Rose solamente esperaba, como siempre.

- Banquete. -

Había tendo suerte, unos minutos eran los que se había ganado con su padre, una sonrisa parecía animarle los labios, una que solamente podía ser de cierta satisfacción ante aquél mínimo intercambio. Entró al salón con orgullo, portando los colores de su casa impecablemente, bordados de oro, toques de esmeralda y algunas cosas más decoraban el cuerpo de aquel vestido que tanto había anhelado usar, lo único que extrañaba era la aprobación de su madre que no había estado presente, volteó a la puerta donde un cielo se abría hacia el horizonte y lanzo una sonrisa como si su madre pudiera verle desde lejos.

Sus pasos le llevaron lejos de Tybolt Lannister que seguramente disfrutaría de sacarle de quicio, cosa que no se podía permitir en esos momentos y le acercaron un poco más hacia aquella pirata, Keira Greyjoy creía recordar. -Es un honor conocerle al fin, milady.- expresó Rose con simpatía, no intentaba ser de aquellas que solo decían cosas por hipocresía, ella no conocía aquella definición en su persona. Mientras efectuaba aquel saludo, logro divisar un poco más lejos a los demás, el Martell y Lysa Tully entre ellos, quizá más tarde lograra cruzar algunas palabras con ellos, ahora, sus planes eran otros.
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Mensaje por Anna Stark. Miér Jul 11, 2012 1:46 pm

La sala cada vez estaba más y más llena, muchos nobles pasaban las puertas y se dirigían a entablar conversación con Lord Hightower como ya minutos antes ella había hecho. Observó su alrededor mientras deleitaba su paladar con algunos de los entremeses dispuestos en las mesas y con una copa de agua. Muchas caras conocidas llegaban a sus ojos, como las del joven Lannister o la pareja Fuegoscuro con la que había viajado. Pero fue un rostro en particular el que llamó su atención, el de su amado esposo. No creyó verle en la fiesta y quiso ir hacia él, sin embargo el aviso de que la comida estaba ya servida la distrajo lo suficiente como para que sus habitualmente observadores ojos turquesa perdieran de vista a Lord Stark. Suspiró por lo bajo y cambió su rostro entristecido por una sonrisa leve pero visible. No había que hacer un drama por eso, en la sala del banquete de seguro se cruzaría con él por lo que no esperó más tiempo antes de dejar la copa sobre la mesa y seguir a los demás nobles en dirección a la sala en la que la comida sería servida, guiándose también por el agradable sonido de la música que se colaba entre las paredes.

~~ Banquete ~~
Al llegar a la sala pudo apreciar a Anaís y Daemon ya en el lugar, así como a la joven Rose junto a una dama a la que no reconocía pues estaba de espaldas y su cabello rubio no le era familiar. No había mucha gente, apenas sí veía a los mencionados junto a algunos sirvientes, el bardo y aquel a quien tanto deseaba acercarse. Se quedó quieta por apenas unos cuantos segundos, disfrutando de la canción mientras observaba a su alrededor antes de aumentar su sonrisa y dibujándola con un tinte algo juguetón muy similar al de un infante que planea su próxima travesura.

Cual pequeña rebelde se deslizó por el lugar en silencio hasta colarse a la espalda del señor de Invernalia y, si él no la descubría o fingía no hacerlo pues no eran raras las ocasiones en las que Anna intentaba encontrarle desprevenido para sorprenderle y acababa siendo ella la sorprendida, finalizar su acercamiento al posar suavemente sus manos sobre los ojos del varón y poniéndose de puntillas para llegar a su oído donde susurraría finalmente un amoroso y divertido "¿Quién soy?" con su característico tono de voz suave y melodioso. La verdad es que estaba deseosa de abrazarle y besarle aún cuando fuera delante de toda Antigua, pero ya habría tiempo para los besos y abrazos, al fin y al cabo no tenía porqué saludar formalmente a su propio esposo, el tiempo en el que lo hacía ya había quedado muy atrás.
Anna Stark.
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Mensaje por Garlan Tyrell Miér Jul 11, 2012 5:43 pm

Su hija fue la que se acerco al hombr entrado en edad que terminaba de beber. La saludo con mucha cortesía y cariño, como lo había hecho durante tantos años y de dentro de su coraza sacó una flor roja, una amapola de gran tamaño - Os he echado de menos. - dijo entregándola la flor - Pero siempre hay una flor que me puede recordar a mi niña. - añadió una sonrisa perfecta a ese momento, era algo empelagoso para alguien apartado pero en aquella familia el amor flotaba y las florituras eran el pan nuestro de cada día.

La hizo un gesto para que comenzaran a encaminarse hacia sus aposentos, para los cuales quedaba un largo camino pues estaban situadas en la mejor zona de Antigua y casualmente esa zona quedaba en una de las zonas más altas de la misma - Conozco Antigua desde hace muchos años, pero puedo asegurar que sólo reluce cuando vos y vuestra señora madre entrais por sus portones. - La miró con ojos llenos de amor de padre y siguió caminando a un lado de su pequeña.

- Dime. - dijo dándose una pausa y hablándola de tu aprovechando que no había nadie cerca... pues la cortesía en las salas cerradas puede pasar desapercibida- ¿Algún joven a intentado algo con mi preciosa florecilla? - no la miró pero una sonrisilla se había dibujado en los labios, aquello estaría lleno de jóvenes herederos, importantes personalidades de todo Poniente y él sabía que se acercaba el día en el que tendría que prometerla aunque detestaba pensar en aquello... había crecido demasiado deprisa.

Siguieron caminando, paso a paso, pasillo tras pasillo, puerta tras puerta...

<<-- BANQUETE -->>

Entró de la mano de su mujer, como dos enamorados recien casados rezumaban amor, la imagen perfecta de un matrimonio... al igual que la perfección de hombre y de mujer que representaban ellos. La gente los miraba, quizá no de manera muy distinta que otros tan importantes como él que llegaban.

Se dirigieron a la mesa principal lanzando miradas de cortesía y gestos con al cabeza a modo de saludo a diestro y siniestro, con una gran sonrisa mostrando la perfección del Dominio.

Una vez llegaron saludaron a Lord Hightower de nuevo y volvieron a agradecerle la cena y se sentaron esperando a que lso demás invitados también lo hicieran. Su hija se entretenía con otra dama y los Stark y los Fuegoscuro danzaban por el salón, no le había preguntado al Lord pero seguramente también tendrían algún lugar privilegiado, eran los alliados de su Señor al fin y al cabo.
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Mensaje por Invitado Miér Jul 11, 2012 6:24 pm

Habia visto a su esposa antes del banquete, pero Lord Hightower reclamó de nuevo su atención y la perdió de vista... La echaba mucho de menos y tenia gana de estar con ella a solas, debia recordar pedirle a algun mayordomo que cambiara las cosas de su esposa a su habitación, ahora que sabia que se encontraba allí podian perfectamente dormir en la misma habitación... Si esque dormian...

~Banquete~

Entré en la sala donde se encontraban las mesas, busqué mi sitio y para mi sorpresa me encontré allí a Daemon e Anais, me acerqué a ellos ya que habia visto que Anais hacia un gesto hacia mi.
Anais, Daemon! saludé sonriente a ambos, tomando la mano de Anais y besando el dorso de esta para luego volverme con una amplia sonrisa en mi rostro y dar un masculino abrazo a Daemon. Que tal el viaje pareja? Largo y pesado como el mio desde el norte? Me fui desplazando hacia la mesa, tenia sed, y justo cuando iba a tomar una copa de la mesa para pedir algo de vino, unas suaves manos taparon mis ojos, ya sabia quien podia ser, y todas mis sospechas se confirmaron al oir su suave voz en mi oido "¿Quien soy?" dijo suavemente...
Eres... La flor más preciosa del Norte, mi rosa invernal, mi preciosa esposa Anna? dije volviendome y besando sus labios sin darle tiempo a reaccionar. Tras separarme del beso tomo sus manos entre las mias y las beso tambien. Que tal fue tu viaje cielo? Y tu estancia en Altojardín? Hacia mucho que no veia a su mujer, y la echaba de menos... Esa noche pensaba pasar con ella tanto rato como le fuera posible...
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Mensaje por Shiera Greyjoy Jue Jul 12, 2012 11:54 am

Al amanecer de un día brumoso, que amenazaba con descargar algo más que esa llovizna continua, molesta, que poco a poco calaría las capas de viaje. Escondió sus manos en la rala melena de su precioso animal, que se limitó a estirarse en la alfombra, tumbándose, perezoso junto al fuego, como el felino que era, quedando dormido.

Con pantalones de montar, enfundados en unas finas botas de cabritilla hasta las rodillas. Se ciñó un jubón de color crema, de piel de zorro, curtido y teñido por los mejores peleteros de la corona, suave, cálido, para la más frioleras de las damas, se enfundó en un a capa del mismo color de fina lana. Esperaba que su equipaje, junto a sus doncellas estuviera llegando a Antigua, acompañado de sus doncellas. Ella sólo llevaría unas mudas para el largo camino a la ciudad del Faro.

En los establos esperaba su hermano sonriente, sujetando las riendas de su hermosa yegua cobriza, increíblemente tranquila, según se acercaba, pensó, si eran ciertas esas habladurías que hacían de Bryn un mago negro, poderoso, si se apreciaba la tranquilidad con la que su montura miraba al Consejero, quizá estaban en lo cierto, incluso se mostraba curiosa, observando al hombre. Azaiel giró la cabeza cuando el leve olor de su perfume le avisó de la llegada de su amazona, a la cual saludó alzando sus orejas, con un sonoro relinchar acompañado de una patada al suelo.

La escolta de su hermano estaba perfectamente organizada, tan sólo el Ríos estaba en píe, Buenas Bryn, ¿llego tarde?... No era mi intención hacerte esperar. Se acercó para montar al animal, era algo más que una aceptable jinete, pero su hermano, para variar, la sorprendió, tomándola por la cintura para ayudarla a subir al lomo del caballo, ante la mirada de soslayo de los escoltas. Murmuró una palabra de agradecimiento y comenzó el largo camino hacia la ciudad del faro y las bibliotecas. Colocó el arco de tejo, la preciosa arma familiar que su abuelo le había regalado grabado con runas ancestrales de protección, se ajustó con delicadeza la capucha para protegerse de la fina, pero insistente llovizna que los despedía de Desembarco. Shiera, desde luego, no era tan buena arquera como su hermano, ni por asomo, pero era mejor que muchos avezados arqueros.

La compañía de su hermano fue muy agradable no recordaba haber pasado tanto tiempo junto a el, rieron, bromearon, tomaron el pelo a sus cuervos, durante horas se permitieron lances dialécticos, que relajaron la conversación, y la animadversión de la bastarda, que perdió mucho del temor que sentía hacia su hermano. En su fuero interno tenía que reconocer que era una más que agradable compañía, atento como el mejor de los caballeros, cuidadoso de su seguridad, preocupado por su cansancio y su comodidad, en resumidas cuentas, el Ogro de Negro, era en el fondo un encanto, aunque para otros fuera terrible, sus temores hacia él, eran infundados, ¿serían sólo maliciosos?, tal vez, pero la fama ganada, no sólo debía tener su origen en los rumores, era incluso entrañable, pero ese halo de maldad potenciaba su atractivo. ¿pensarían lo mismo de ella?, posiblemente si, era una bruja terrible, que tenía una fila de amantes esperando turno.

Habían cenado juntos todos los días, compartieron hatillos de comida bajó algún árbol, el agua de los manantiales, exquisito, cediendo las sombras, cuando entraron en Occidente, para evitar que la delicada piel de la bastarda se quemara por los rayos del sol.

El amanecer de la última jornada vio aparecer a la Shiera noble, sus pantalones habían sido sustituidos por un un suave vestido de lino azulado, fresco para las temperaturas de esas tierras, sonrió a su hermano, quedaban apenas dos horas para llegar a la ciudad. Como todos los días el Ríos la alzó a su montura, esta vez como una dama de alta alcurnia, reteniéndola unos instantes más de lo habitual, Señor Consejero, os cederé a vos el honor de las presentaciones, para luego ir a cambiarnos para el banquete que nos ofrecen los señores de Antigua.
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Mensaje por Invitado Vie Jul 13, 2012 2:47 am

Poco a poco Antigua iba recibiendo a cada uno de los visitantes provenientes de todos los lugares. Si bien parecía que no había espacio para todos, no hubo nadie que se quedara sin su correspondiente sitio en la bella ciudad, la cual seguía demostrándo su esplendor y donde todos parecían pasárselo más que bien dada a la generosidad y a la gran hospitalidad de Lord Hightower. Anais seguía a mi lado, en la mesa correspondiente mientras yo no hacía más que degustar el vino que estaba exquisito. De vez en cuando una sonrisa de soslayo aparecía entre mis labios, al verla relucir como la Rosa que era, la Rosa que podía sacar sus espinas si se le hacía daño tanto a ella como a los suyos. Obviando todos mis pensamientos, me puse a tantear en todas direcciones a la par que escuchaba como mi esposa me comentaba el estado de Lady Jenna, hija de los Baratheon y que aún no había sido deposada. ¿Podría ser que consiguiéramos algo ofreciéndoles la mano de alguno de nuestros hijos? Seguro ellos no tendrían ningún problema pues siempre habían estado dispuestos a hacer lo que estuviera de sus manos para complacernos y protegernos, por lo que el mero hecho de tener en mente un casamiento no sólo alargaba mis planes, sino que además podría ser algo del que saliéramos todos beneficiados. Ya iba siendo hora de encontrar una bella dama de una alta casa para poder seguir expandiendo nuestro nombre, nuestro apellido. El apellido que yo mismo me había impuesto - No es mala idea mi señora, más creo que nunca he tenido trato con un Baratheon - comento, dándole un sorbo a la copa de vino, que se va vaciando y rellenando conforme pasa el tiempo - No obstante, nunca es tarde para empezar, si me disculpa - digo, cogiendo su mano para depositar otro beso y abandonando la mesa a la par de que ella va en busca de la hija menor de Lady Joanna. Sabía la historia, y aunque no sentía pena pues todos sufrimos pérdidas, no podía dejar de entender a la pequeña Lady Tully, que se había visto con un gran peso a sus espaldas, difícil de sobrellevar sin la experiencia necesaria.

¿Cómo entablar conversación con los Baratheon? Todos andaban rodeados entre ellos, no parecían querer desperdigarse mucho por la ciudad por si algo pasaba, aunque no entendía muy bien que podía pasar en un día tan bello en el que el equinoccio nos sorprendía a todos con su euforia. Aún así, me acerqué lentamente a los Baratheon. Orson Baratheon encabezaba la comitiva, mientras que yo iba seguido de mi hijo mayor, Aemon, y Aegon seguía a su madre. Al llegar, incliné mi cabeza y tendí mi mano para estrecharla con el Baratheon, mientras decía - Mis más sinceros respetos hacia su casa y sus tierras, Lord Baratheon. Es un gusto conocerle - digo mientras tanteo entre su comitiva a la joven Lady Jenna, que reluce esplendor y parece salida de un sueño gracias a su belleza - Me han hablado mucho de usted, mi señor, no son pocas las cosas que se cuentan de su buen hacer - continúo halagando, aunque no sin salirme de la educación que pedía todo aquello. Siempre se me había dado mal ordenar mis palabras y decirlas en el orden adecuado ante alguien de tan sumo calibre, pues todos los Lores tenían su importancia y su fama. Veo que Aemon hace lo mismo y presenta sus respetos a Ser Baratheon, a la par de que mira a Lady Jenna y hace lo mismo, obviando casi de manera inconsciente a todos los demás. En ese preciso momento escucho las palabras de Lord Hightower, que parece citarnos más tarde, a la hora del banquete - Espero poder hablar con usted esta noche, sería de agrado y buena compañía - concluyo, mientras inclino de nuevo la cabeza - aunque nunca me gustara esa señal de sumisión que me hacía más débil ante otras personas - y vuelvo tras mis pasos, en busca de mi esposa y de nuestra habitación, a la cual nos acompañara nuestras doncellas, que de seguro ya se saben el camino.

___

Banquete

Varias horas habían pasado desde que habíamos estado en el recibimiento de Lord Hightower. Me había echado una siesta en la que parecían haber pasado horas sin que nadie me interrumpiera, hasta que noté el deslizar de Anais en mi cama, que me despertaba para que fuera preparándome para la cena. Observé como ella ya había hecho lo mismo y relucía como el Fuego en la estancia. Alcé su mano para darle una vuelta y poder admirar sus delineadas curvas y su ropa tan ceñida, mientras me deleitaba con su mirada, penetrante como siempre - De nuevo te superas, mi reina - le comento al oído y paso mis labios por los suyos, para depositar un beso, pues ya no sabré hasta cuando podré saborear de nuevo su gusto. Nos queda una larga noche por delante, así que no tardo en prepararme con ayuda de Anais. A la par de que llevaba unos pantalones que, si bien negros eran diferentes a los otros, la camisa ahora era del color rojo también, pero adornada con diferentes filigranas doradas que recubrían todo el torso y parte de la espalda. Quizás no era mi intención destacar entre los demás, pues para ello estaba mi Rosa Ardiente, para atraer las miradas y para que se fijaran en quien acompañaba a aquella dama de tan buenas vistas. Sonreí antes de coger la mano de Anais y estrecharla con fuerza entre mis dedos, mientras nos dirigíamos al salón donde ya parecían estar preparando las cosas para el banquete.

Aemon y Aegon encabezaban la fila, siempre tan atentos y en busca de cualquier indicio de peligro - Relajaos, hijos míos, hoy es día para celebra - les comento, alcanzando con la mano que tengo libre el hombro del menor y mirando con una media sonrisa al mayor. Noto como descansan los hombros, que hasta hacía varios segundos estaban tensos, y los veo sonreír. No parecía haber mucho ambiente, pero todo parecía estar preparado. El bullicio comenzaría más tarde, a la vez que las risas y los comentarios. Oteo con la mirada en todas direcciones, en busca de Lord Stark, encontrándolo cuando Anais se percata de su presencia y nos vamos acercando conforme él se acerca a nosotros. Una sonrisa aparece inmediatamente en mi rostro, dejo que se presente ante Anais como es debido y luego acompaño su abrazo con unas palmadas en la espalda, mientras estrecho su mano en un saludo - Mi viejo amigo, me alegra verte por Antigua, tan cerca de Altojardín al cuál podéis acudir siempre que queráis - comento señalando a mis hijos para que se presenten - Un viajo rápido y seguro, pues Altojardín no queda tan lejos de Antigua como queda el Norte, ¿todo bien por esos lares? - pregunto, y me quedo con la respuesta, pues poco a poco nos vamos acercando a la mesa y veo como Lady Stark se acerca para saludar a su esposo - He de decir, Brandon, que Lady Stark ha sido una grata compañía para todo Altojardín. No ha pasado inadvertida, y si bien es porque la Loba del Norte ha sabido ganarse la confianza allí - termino de decir, sentándome al lado de Anais mientras sigo alzando la vista por todos lados, en busca de los Baratheon.
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Mensaje por Lucas Coldwater Vie Jul 13, 2012 2:54 pm

Era la primera vez que Lucas asistiría a un evento de tales dimensiones. Acostumbrado a la quietud del Valle, a sus estaciones regulares de frío y calor y a la gente de siempre, que su padre le mandara cabalgar durante medio mes hasta un lejano lugar le resultaba inaudito. Antigua, la gran ciudad de la que su hermano hablaba siempre con admiración y con palabras soñadoras...allí iría él. Los Hightower, una familia que Lucas conocía de oídas, celebraban con alegría la llegada de la Primavera mientras que en el Valle, las nieves aún persistían. Lord Albar le había preparado a conciencia para aquel viaje, recordándole hasta el más mínimo recoveco del elaborado protocolo cortesano.

"Es hora de que la casa Coldwater haga amigos más allá del Valle, hijo, sobre todo para imponernos a esos Lynderly, me han dicho que su Lord también mandará a su hija...mucho cuidado con eso, hijo." Las palabras de su padre casi provocaron una sonrisa en Lucas, pero lo que sí le provocaron fue un escalofrío de inquietud y de alegría, haciendo que su mente volase durante un segundo...claro que iría ella, claro que vería a Leana, viajarían juntos lejos de casa, Lucas casi se sentía tentado a dejar el Valle por siempre jamás y descubrir otros lugares con ella.

Padre, no tienes por qué temer, te he demostrado fidelidad y responsabilidad para con mi casa, soy un caballero, no un campesino decía Lucas orgulloso. Las casas de Poniente conocerán a los Coldwater, teniéndolos en estima a partir de ahora. Mientras su padre le hablaba, un sastre le ajustaba un atavío adecuado para aquel evento. El viaje sería entretenido y divertido, cuanto más rodeado de sus guardias y de Leana. Acamparían al raso y todo sería como debía ser. Por desgracia "doña comodidades" no opinaba lo mismo, y en todo el camino hubieron de dormir en las mejores tabernas y en las mejores posadas, pagando siempre él por supuesto. Pero la entendía, ella era una dama noble al fin y al cabo.

Ahora estaban allí, en una ciudad de piedra de los pies a la cabeza. Nada que ver con Aguasfrías, que aunque tenía un poderoso castillo y una ciudadela, aún tenía muchos elementos de madera y tapial, más baratos. Era un lugar magnífico y más aún lo fue cuando Lucas divisó a Lord Hightower en la entrada del gran salón donde debían conocer al resto de la gente.

Mi señor Hightower, mi padre está muy agradecido por acogernos en esta gran festividad que a todos llena de alegría y esperanza por un largo verano. Estrechó las manos del lord, enjoyadas e inclinó la cabeza en señal de respeto. Mi familia se siente honrada de poder estar aquí. Tras aquel recibimiento cálido, Lucas y Leana, juntos pero cada uno mirando para un lugar diferente, vieron por primera vez a cantidad de nobles de todas las casas de Poniente, y seguro que aún quedaban por llegar. El joven e sintió algo empequeñecido, allí había Baratheon, Targaryen, Stark, Tyrell y más casas preponderantes en Poniente, y él era un vasallo de unos señores que no parecía distinguir entre la gente. Se dirigió a las habitaciones designadas por un criado que salió a su encuentro sin apenas tiempo para nada más.

Banquete

Lucas se deshizo de las ropas sucias y de viaje, se lavó y aseó como su padre le recomendó y se peinó el cabello largo, dejando unas ondulaciones en su pelo bastante suaves. A él no le gustaba parecer un principito, pero no tenía experiencia en estos eventos y prefería hacer caso a su padre, que sí había lidiado en estos particulares campos de batalla.
Vestía una túnica corta, de un color azul marino aterciopelado con los ribetes de las piernas y de las mangas rojos, como el escudo de su casa. Unos pantalones sencillos de un color marrón claro cubrían sus piernas, enfundados en unos botines de cuero. En su cintura ceñía un cinturón de buen cuero, con una hebilla labrada en plata con esmeraldas. Prefirió bajar desarmado por respeto a los Hightower, sintiéndose un poco raro sin sus armas, como desnudo. En sus muñecas portaba dos brazaletes de bronce bruñido, como el color del oro, típico de las costumbres de su familia, antiguas como el propio Valle.

Abajo el banquete comenzaba y los comensales charlaban, algo cohibidos al principio hasta que fluyera el vino, ya que estaban en Antigua Lucas esperaba probar el afamado vino del Rejo, el cual jamás había tenido ocasión de probar, tan sólo el dorniense pues llegaba más fácilmente por mar a sus costas. Bajó las escaleras de los aposentos superiores y esperó a que Leana apareciese pues no la había visto entre la multitud.

"Seguro que estará preciosa" pensó Lucas sin poder evitar esbozar una sonrisa.
Lucas Coldwater
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Mensaje por Brynden Ríos Vie Jul 13, 2012 3:10 pm

La mañana era gris, pero no más oscura que el atuendo de Cuervo Sangriento.
Por suerte, en poco tiempo abandonaría aquellas latitudes hacia tierras más soleadas, donde sus oscuras ropas le harían pasar el peor de los siete infiernos.
Mientras anudaba el último fardo a su montura, pues su hermana había insistido que, ya que iban a compartir alojamiento, su ropa viajara con la de ella, apareció la menor de los bastardos ataviada con ropajes color crema, sin duda un buen escudo contra el sol de El Dominio.
La yegua de su medio hermana estaba lista, calmada y mansa. Cierto era que Brynden tenía casi más tacto con los animales que con las personas, para él algo que no era de extrañar.
Sus Dientes de Cuervo estaban en posición de descanso, pero se irguieron como picas cuando su líder los miró apremiante. Formaban en posición de cuña, como el pico de un cuervo, aunque durante el viaje irían rodeando a los dos bastardos, algunos a pie, los más jóvenes que aún tenían que curtirse, y otros a caballo, los más veteranos.
Brinden intentó disimular la sonrisa al verla acercarse, pero finalmente salió de sus labios una extraña mueca:
-No has llegado tarde, es que yo he llegado demasiado pronto –ató el carcaj en la delantera del corcel y a Hermana Oscura casi en grupa –me gusta preparar las cosas con tiempo.

Por todos era sabido que Cuervo Sangriento no escatimaba en recursos ni preparación cuando de la seguridad se trataba; llevó a la mitad de sus hombres, unos ciento cincuenta, y dejó a la otra mitad bajo las órdenes de su lugarteniente y hombre de confianza para proteger al rey.
Brynden dio un par de órdenes y veinticinco de sus Dientes de Cuervo emprendieron la marcha para inspeccionar el terreno venidero antes de que la comitiva principal lo pisara.
-¿Has cogido tus cantimploras de sangre y demás vicios, hermana? –dijo irónicamente pero con el rostro serio –pues en marcha –y un atisbo de sonrisa pasó fugazmente por sus labios.

No sabía si fruto del tiempo cambiante o de la compañía que ambos se daban, pero el ambiente y trato entre ello se había suavizado, y es que, aunque el bastardo fuera implacable con sus hombres y con los temas del reino, no tenía motivos para ser igual con su medio hermana. En el fondo, muy en el fondo, el bastardo de los ríos era un hombre atento y caballeroso, algo que Shiera había sacado de él en los últimos meses y que se materializaba en estos momentos del viaje. Velaba por su seguridad y porque no le faltara de nada, sentía a una hermana, pero también sentía a una mujer muy apetecible.
Es tu hermana, decía una voz en su cabeza, pero otra respondía que era su medio hermana. Los Targaryen se fornican entre hermanos desde hace generaciones, decía otra voz. Sí, y así salen algunos, Maegor el Cruel y hasta el gordo de tu padre… el Indigno.
Pero cuando su hermana le pasó el pichel con agua y su mirada se posó en sus labios, esas voces se esfumaron.
-Lástima, no es sangre… ni siquiera es vino –sonrió.

Viajaron, cenaron, hablaron y decenas de cosas más. Mientras, durante la noche, Cuervo Sangriento montaba algunas guardias, con los ojos como platos perdidos en el cielo, contemplando algunas de las constelaciones más notables e intentando recordar las historias que se escondían detrás de cada una. En el fondo esperaba que su hermana apareciera para acompañarlo en su vigilia y poder describirle algunas, pero eso no sucedió.

Con Shiera ya toda una dama de corte, Brynden cambió su atuendo oscuro por otro de igual color pero menos andrajoso y más marcial. Colgó a Hermana Oscura de su cincho y el arco de arciano a su espalda, y con esas señas de identidad y cincuenta de sus hombres más descansados, pues el resto marcharon hacia la residencia de su hermana para comprobar que todo estaba en orden, entraron a Antigua sin el más mínimo problema.
Deambularon por la ciudad, siempre con Dientes de Cuervo infiltrados entre la multitud en derredor.
-¿Mercado? –ofreció Brynden a su hermana -¿No? mejor, no es un lugar apropiado, menos con tales ropajes –sentenció. Tras un rato callados: -La verdad, nunca han sido mi fuerte las presentaciones ni el protocolo, aunque tengo por seguro que con tanto finolis por aquí, voy a tener que echar mano del teatro.

Al primero que divisó una vez en las estancias de los Hightower fue a su medio hermano Daemon, que se hacía llamar Fuegoscuro.
-Anda, mira quién está por ahí –dijo a Shiera –vamos a alborotarle un poco el pelo para que se la caigan las flores que lleva prendidas –dijo con sorna.

Se acercó a Daemon con Shiera agarrada del brazo. Había dejado su arco y carcaj con uno de sus hombres, en la corte solo portaba a Hermana Oscura y su daga.
-Vaya, hermano, parece que te cuidan bien por estas tierras –con una sonrisa fingida –No es lo que se esperaba, pero aquí está la representación del rey.

¿Serían bien recibidos? Todo estaba en el primer saludo.
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Mensaje por Leana Coldwater Vie Jul 13, 2012 4:34 pm

Siempre había querido viajar. Y más a Antigua. Lo deseaba con todas sus fuerzas y, cuando la noticia de la fiesta se dio a conocer en el Valle hizo lo imposible por conseguir que su padre la dejase viajar a ella en lugar de ir él mismo en representación de su casa. Sabía que dejar a Mina a solas con sus padres le costaría, pero era el momento de empezar a dejar volar sola a su pequeña palomita. Si es que llegaba a enfadarse, su hermana se lo perdonaría más pronto que tarde.

Sin embargo, Terrance le puso objeciones de todo tipo, pero la que más captó su atención fue la de que no debía ir porque un representante de los Coldwater estaría allí y, probablemente ése fuese el heredero de la casa, Ser Lucas. Y su padre se dio cuenta de lo que había dicho demasiado tarde. Ya no había vuelta atrás, Leana iría sí o sí.

Poco después de salir de Bosque de Serpientes se cruzó en el camino con la comitiva de Lucas y sin dudarlo hizo que la suya se uniese a la de él. Algunos de sus hombres protestaron por lo bajo, a sabiendas de que a su Lord le gustaría muy poco que su hija se codease con Lucas y menos aún, que viajasen juntos.

Cuando el Coldwater sugirió dormir al aire libre, Leana compuso su expresión más lastimera y se abrazó por la cintura para decir:

- ¿De verdad vas a dejar que una dama como yo duerma a la intemperie? ¿De verdad vas a exponerme a un posible ataque?

Se personaron ante Lord Hightower días después de aquello y se alegraba de haberlo hecho, como hizo notar a Lucas en varias ocasiones, puesto que habían llegado a tiempo y sin sufrir incidentes por el camino. Una vez delante del anfitrión, hizo una reverencia digna de una dama, perfecta, impecable.

- Mi Lord, la casa Lynderly se siente profundamente agradecida de haber recibido vuestra invitación. Y yo misma me siento absolutamente maravillada con el esplendor de la ciudad. No he visitado lugar más bello.

BANQUETE

Solo la había acompañado una de sus dos doncellas y no llegó a sus aposentos hasta muy tarde. Al parecer, los Hightower habían pensado en todo, salvo en que una dama de una casa vasalla llevase una doncella. No los culpaba, era un pequeño detalle que se les había pasado por alto. Pero, debido a ello, Sybell tuvo que buscar un lugar en el que dormir antes de poder ocuparse de Leana.

Una vez llegó a los aposentos de su señora, Sybell la ayudó a bañarse y perfumarse. Luego la peinó, sujetando su pelo con un pasador color verde colocado sobre su oreja derecha y dejando caer el resto de la larga melena de Leana en una cascada ondulada de color castaño sobre su espalda.

La Lynderly eligió, de entre todo su equipaje, el vestido que mejor combinaba con el peinado que llevaba: un largo vestido de satén gris marengo, de escote amplio pero sin llegar a ser obsceno. Éste, además, se ajustaba a su cintura con recato y caía de forma muy suave adhiriéndose a sus curvas.

Pisó con cuidado los escalones hasta llegar al salón central, donde se desarrollaba el banquete. Miró alrededor de sí misma para localizar a los conocidos. Muchos representantes de las grandes casas se encontraban allí, pero no veía a ningún Arryn. Aquello la extrañó mucho aunque le restó importancia al asunto. Sí había representantes de los Arryn, aunque fuesen sus vasallos.

Ese pensamiento la hizo dirigir la mirada por la sala una vez más, buscando al otro representante del Valle. Una vez localizado fue hasta él y le dedicó la más amplia de sus sonrisas seguida de una pequeña reverencia.

- Buenas noches, Lucas.


Última edición por Leana Coldwater el Sáb Oct 20, 2012 9:30 am, editado 1 vez
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Mensaje por Olyvar Martell Lun Jul 16, 2012 1:03 pm


Banquete

Se había colocado sus mejores galas, o una de las mejores para esa noche. Habría tiempo para la política, pero también para divertirse. Lucía en parte los colores de su casa, en una delicada seda, aunque con pocos adornos. Sorprendentemente no lucía ni oro ni plata, sino que los escasos ornamentos eran de bronce, el metal de Dorne.

Vió a Rose junto a su padre y gente de aspecto norteño. Por un momento estuvo tentado de acercarse, pero desistió. Tras lo de esa tarde podía resultar sospechoso, es por eso que cambió de destino. Le pareció ver al Baratheon que había sido huésped de su casa. Primero saludaría a sus vecinos, y puede que rivales y después ya se encargaría de saludar al resto. Había reconocido a varios Altos Bastardos y hasta a una representante del Tridente.

Buenas noches Ser Orson, es un placer volver a verle
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