De aquí no os marcháis (Maron y Olyvar Martell)

Cuantos más improperios soltaba Olyvar para que le dejase en paz, más aferraba su muñeca y más rápido corría por el pasillo. CÁLLATE. ¡Tu sobrina berrea menos que tú! Olyvar sabía a donde se dirigían, y era obvio que no le hacía ni pizca de gracia, igual que tampoco se la haría a Maron cuando los vieran entrar, pero le daba igual. Por sus venas ya no corría sangre, sino veneno. Ya no había marcha atrás.

Irrumpió de nuevo con un portazo, abriendo las puertas de par en par, pero esta vez en la habitación de un Maron que estaba exactamente en la misma posición en la que lo había dejado, solo que esta vez sí se percató de la entrada de su hermana. Metió a Olyvar dentro de un empujón. El mayor frunció el ceño. El menor puso los ojos en blanco. Y a ella ya hacía tiempo que se le había agotado la paciencia.

¡Quitad esas caras de niños pucherosos y comportaos como adultos aunque sea por una jodida vez en vuestra vida! No le hicieron caso. ¿Es que no os dais cuenta? ¡Lleváis toda la vida igual! Siempre estáis peleando. Creí que cuando maduraseis os dejaríais de tonterías, pero no, NO. Por los dioses, ¡tenemos una guerra a las puertas! ¿Creéis que lo más útil justo cuando Poniente entero se desquebraja es que partamos nuestra familia en trozos? Ahora más que nunca deberíais estar trabajando codo con codo y rezando al Guerrero para que le dé fuerzas al otro. Pero no, es mucho mejor seguir comportándoos como cuando teníais cinco años. Divertido, ¿eh? Divertido tener a Sarella siempre mediando entre vuestras estúpidas disputas y no intentar mover ni un dedo por solucionarlo. Empezó a hacer aspavientos con las manos y a poner la voz grave con el objetivo de que sus hermanos se percatasen de que los estaba imitando. Porque claro, los señores son muy orgullosos y tienen muchas cosas que hacer para hablar con el inútil de su hermano. A Maron no pareció agradarle la imitación, pero Olyvar esbozó una media sonrisa. Las dos reacciones le sentaron mal. ¿No te gusta lo que oyes, hermano mayor? ¿Y tú, te diviertes? Sí, es super divertido, ES DIVERTIDÍSIMO. No, ni se os ocurra abrir la boca. Ya me tenéis HARTA. Metió la mano por debajo de su falda y sacó de un lazo que llevaba atado al muslo una daga. Siempre la llevaba ahí, pero se ve que sus hermanos acababan de enterarse. Le temblaban las manos, pero orientó el arma de manera que apuntase a ambos. Las expresiones anteriores se borraron de los rostros de sus hermanos para dejar paso a ojos abiertos como platos. Por primera vez, decidieron honrarla mirándose entre sí. "Son como dagas. Sus lágrimas, sus palabras. Son como dagas..."

Ya no nos parece tan divertido, ¿verdad? Maron intentó acercarse a ella suavemente, probablemente para intentar tranquilizarla y sugerirle que bajara el arma. Se echó atrás bruscamente. NI ME TOQUÉIS. Su hermano se quedó como esculpido en piedra.

Dirigió tanto su mirada como la de su daga hacia Olyvar. Ahora sí, empezó a imitarlos de verdad, pero esta vez con voz de cría. Mi hermano Maron no me oye, mi hermano Maron no me entiende, mi hermano Maron me ha pegado... Tu hermano Maron acaba de quedarse viudo, de declarar la independencia de Dorne y de oír como su sobrino pequeño se va a la guerra con su mujer recién parida en palacio, ¿sería mucho pedir que entendieras que no tiene ganas de aguantar tus historias de cama? ¿Sería mucho pedir que te pusieras en su lugar por una puta vez? Se volvió hacia Maron. Y tú no eres perfecto ¿sabes? Olyvar no me hace caso, Olyvar no me cuenta nada, Olyvar hace lo que quiere. No, hermano, lo que quiere no. Hace lo que puede, lo poco que puede hacer para contentar a un hermano que siempre está disgustado con todo, sobre todo con él. Se pasa las lunas pensando que actuación te haría sentirte más orgulloso que él, y tú se lo pagas ignorándolo y enfadándote con él cuando se harta de esperarte y decide hacer las cosas por su cuenta. Volvió a mirarlos a ambos. Así que no quiero oír más vuestras excusas, ya me las sé de memoria. Siempre decís lo mismo, no habéis cambiado vuestros discursos en años y no pensáis dar vuestro brazo a torcer por el otro ni aunque os maten. ¿Y por qué? Porque es mucho más cómodo echarle las mierdas de uno y de otro a Sarella mientras le dicen lo buena hermana que es y lo bien que los escucha, pero no haciéndole ni puto caso cuando os suplica que hagáis las paces.Empezó a reírse. Ya no sabía ni lo que hacía, y por otro lado lo sabía muy bien. ¿Me creéis tan estúpida como para pensar que después de tantos años os voy a traer aquí y lo vais a arreglar todo fácilmente con tres palabras bonitas? No, por supuesto que no. Sé que traeros aquí era fomentar que os matarais a puñetazos. ¿Y sabéis lo mejor? Lloraba y reía sarcásticamente al mismo tiempo. Que todo lo haríais mientras me juráis lo muchísimo que me queréis los dos y lo que os dolería verme sufrir. ¿Pues sabéis que os digo? Que lo juro, juro por los dioses que como corra una sola gota de sangre de alguno de los dos hoy aquí... Colocó súbitamente la daga en su cuello, rozando su suave piel con su afilada punta. también correrá la mía.

NOTA: Entro en el post tras haberlo comentado con Sarella, si no procede, entendería que se borrase.

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- Príncipe Mors, me ha informado una de vuestras sirvientes que sus hermanos pequeños
llevan tiempo discutiendo a gritos, y han entrado en los aposentos del Señor - irrumpió preocupado uno de los hombres de confianza en el despacho del Almirante de Dorne - el servicio comienza a preocuparse por el estado de los príncipes de Dorne

No lo podía creer, suficiente tenía con recabar todas las cartas náuticas de Poniente para tener que volver a mediar en las riñas de sus hermanos. Los cuatro hermanos tenían un carácter caliente, típico del reino de Dorne, pero, por lo general, el carácter de Mors le hacía mucho más dado a hacer de mediador entre sus hermanos aunque, inevitablemente, acababa dando la razón a Maron.

"Un día de estos me voy a Braavos, lo juro. Voy a tener que empezara investigar la consanguinidad en nuestra familia". Dejó su pluma en el tintero y se encaminó hacia los aposentos de Maron sin dirigir una sola palabra, esperaba al menos que su hermano tuviese un poco de vino en la habitación, necesitaba un trago y bien gordo.

"La furia del dragón, dicen, eso es que no conocen a mi hermana pequeña"

- Se puede saber que coj... - no pudo articular ni una palabra más al ver el panorama, con su hermana apuntando con una daga afilada su cuello, mientras sus hermanos miraban cariacontecidos.

De buena gana hubiese cerrado la puerta, dejando que su familia se acuchillara, sacase los ojos o cualquier cosa en ésa habitación, pero Mors era un hombre familiar, al menos con sus hermanos, y sentía que tenía que ayudar a que aquella locura cesase.

- Te vas a cortar con eso, Sarella - dijo mirándola atentamente - quiero saber que está ocurriendo aquí, YA.

Desconocía la causa de aquella situación, en los últimos días había estado inmerso en el panorama de guerra que amenazaba la región, de forma que aquello le pillaba totalmente de improvisto.

Miraba preocupado a su hermana, mientras esperaba que ésta o cualquiera de sus dos hermanas diera una explicación convincente.

La situación se había tornado extraña, hace unos minutos estaba sólo revisando las cuentas de Lanza y una serie de correspondencias que le habían llegado tras su charla con Sarella y ahora se encontraba en una de las situaciones más complicadas a las que se había enfrentado.

Su hermana sólo estaba soltando verdades y sorprendentemente se había visto reflejado en las palabras que había pronunciado. Por lo que no se le podía quitar el reconocimiento. Pero aún así le había dolido y estaba harto de las cosas de Olyvar. Realmente no era enfado, ni indignación sencillamente le daba igual. El orgullo de Maron a veces lo nublaba.

Es que no me hace caso, y no me cuenta nada. Y por cierto, yo no le ignoré le dije que invitase a los Caron o que fuese allí si hacía falta. ÉL no los dos juntos, él... No es tan difícil.

Agitó la cabeza pero sin mover sus pies.

Sarella baja eso, es peligroso. Siempre ha sido así somos hermanos, los hermanos discuten. Y muchos otros se matan. Nosotros no llegamos a ese extremo. Por favor cálmate.

Mors había llegado encontrándose el panorama tal cual. Pero se conocía de sobra nuestras discusiones, él en cambio no se lo tomaba tan a pecho. Se la explicó por encima cuando, desconcertado, pedía explicaciones.

Sarella te prometo que intentaré mejorar las cosas, últimamente tengo muchas preocupaciones y no he tenido tiempo de organziar ciertas cosas. Pero intentaré llevarme mejor con Olyvar.

Dijo ésto mirando a su hermano, buscando que el accediera y todo aquello acabase.

Hermano, lo que voy a hacer es por el bien de Dorne, sabes que estoy dispuesto a todos los sacrificios por esta tierra incluso a irme de ella por su bien en ese momento se volvió hacía Sarella y vio el cuchillo en su mano Hermana, guarda ese cuchillo de una vez para que podamos hablar civilizadamente al fin y al cabo somos familia Hizo una pausa mientras miraba fijamente a su hermana para pasar a continuación la vista en su familia Hermano, siento que no confías en mí, cuando me pasé cuatro meses en la frontera luchando contra el rey pajarraco no me dijiste nada que te ibas a meter en la trampa que había preparado y una cosa, corre el rumor aunque le había llegado por varias fuentes y tenía algo más que una sospecha de que fuera cierto de que tuviste un duelo con el Fuegoscuro, si es cierto me mentiste y si no es cierto, de todos modos puede ser usado por nuestros enemigos, entre eso y la prolongada desaparición de tu difunta esposa, lo más fácil, aunque yo sepa que es mentira, sería dudar de la paternidad de tu hija, sembrar dudas. Es lo que yo haría si estuviera en el bando contrario. No es un secreto quién le regalo una joya que lució en la boda y por la que tuviste un altercado con nuestro cuñado, es por eso que si yo fuera un enemigo de Dorne buscaría un resquicio para sembrar cizaña, tal vez diciendo que tu hija es bastarda y pronunciándome por uno de tus hermanos, es por eso que si me voy renunciaré públicamente a mis derechos y a mi apellido. Para que nuestros enemigos no puedan aprovechar esa posibilidad, del mismo modo que si entramos en guerra, o cuando entremos se podría financiar una revuelta en nombre de los Florent, es sabido que siempre han ambicionado el trono del Dominio, podrían negarlo, pero más de uno pensaría, sobre todo si las tropas dicen que pueden que renieguen oficialmente, pero en la realidad. Olyvar dejó unos segundos a MAron para que reflexionara y se volvió hacía su hermana [/color] Hermana no te preocupes, no me iré hoy ni esta semana, esperare que MAron reflexione y me de su respuesta a lo que voy a plantearle [/color] Se volvió durante un instante a su otro hermano, lo que iba a decirle también le incumbía, pronto lo diría pero antes…. Hermano, no estoy de acuerdo con la política que estás siguiendo, los cambios de rumbo que estás haciendo me desconciertas y estás desconcertando a nuestros vasallos, primero pensabas atacar, al coste que fuera el Dominio, en virtud de pactos secretos, que muchos entendieron que eran una orden tras hincar la rodilla, después te hieren y partes sin estar recuperado a Desembarco donde proclamas la independencia, y muchos lo relacionan con la supuesta violación de tu esposa por su hermano, y después firmas una alianza con nuestros parientes, que nos obligará a ir a la guerra en su bando, pero a sí mismo has firmado un pacto secreto, o no tan secreto, con los Baratheon, dime hermano ¿qué palabra romperás, la de luchar a favor de los Targaryen o ese pacto con nuestros vecinos?, si te soy sincero prefiero luchar contra nuestros vecinos, es la única manera de volver a recuperar las marcas, una labor que por cierto me encargaste y cuando consigo hacerlo, con los Caron, que quieren unirse a nosotros y cuyas fuerzas duplican o más bien triplican a las nuestras además de, en la futura guerra asegurarnos una de las dos únicas maneras de que nos ataquen salvo por mar, para eso ofrecían una boda con Sarella, Sarella para casarse quiere que yo también me case con una de sus hermanas, que también lo ofreció el Caron. Estaba dispuesto a esa boda a pesar de que cualquier hermana será mayor que yo y no me aportará nada, ni siquiera podré ser un señor menor, sino que lo único que seré será el cuñado del señor, mis hijos no recibirán tierras ni nada, pero por Dorne estaría dispuesto a eso, pero parece que esa boda no tendrá lugar que mi presencia no es grata a los Baratheon. Olyvar soltó un suspiro Te dí mis razones pero no me has defendido, ni siquiera mandaste un cuervo para explicar mis razones. Esa prohibición, que a los Caron le daría igual, ha jodido las negociaciones con Lady Tarth para la compra de la flota, que los dioses saben que necesitamos más barcos para nuestra protección, que cuanto más te demos Mors, más seguro estará Dorne. Le hice una oferta cuando acudió a Lanza, te lo conté, pero ahora cualquier posibilidad de obtener esos barcos se ha roto, no hablaste con ella y yo estoy maldito en la mayor parte de las Tormentas. Si estoy causando problemas ahora a Dorne estoy dispuesto a marcharme, al fin y al cabo solo soy uno de tus generales…

Estaba muy tensa y le temblaban las manos. Un movimiento en falso y se haría daño de verdad, pero no le importaba. Si le importase no lo estaría haciendo. Había conseguido reducir a sus hermanos a dos hombres plantados en una habitación y lanzándose miradas de impotencia el uno al otro, pero con eso solo no la iban a contentar. Por esta vez, no la iban a ganar a base de darle pena. Tendrían que esforzarse un poco más. No se daría por satisfecha tan fácilmente.

La puerta se abrió de repente y Sarella se sobresaltó tan bruscamente que casi retira la daga del cuello o se apuñala. Y allí estaba él, el hermano que faltaba. "Mors... maldito sea, o no está nunca, o aparece cuando no debe" Se quedó plantado también, delante de la puerta, la cual en su asombro se había dejado abierta. Sus otros dos hermanos, afortunadamente para todos, no habían aprovechado su momento de descuido para lanzarse a quitarle la daga de las manos. Solo hubieran conseguido que corriera su sangre.

La entrada de una cuarta persona en juego hizo que se pusiera aún más nerviosa de lo que estaba ya. No contaba con ello. "Va a estropearlo todo". Intentó situarse estratégicamente para tener a la vista y no dar la espalda a ninguno de los tres. Un descuido por su parte y todo se iría al traste. ¡Cierra la puerta! Y no te muevas de ahí. ¿Quién te ha mandado aquí? Has cometido un grave error entrando Mors, por el bien de todo más vale que no hagas ninguna tontería. Esto es una conversación entre Maron y Olyvar.

Se echó a reír. Su hermano pequeño por lo visto la tomaba por estúpida. ¿Que baje el cuchillo? Sí, por supuesto, ahora mismo lo hago, seguro que así habláis civilizadamente. Eso es lo que hacéis siempre que tenéis un problema, hablar civilizadamente, ¿no? No recibió respuesta. Era de esperar. Si estaba haciendo eso era precisamente para que hablaran, ¿de verdad pensaban que solo por pedirle que bajase el cuchillo lo iba a hacer? No podían ser tan ingenuos. Se dirigió a Maron aunque no apartó la mirada de Olyvar. Sí Maron, los hermanos se pelean, pero no amenazan con renunciar a su apellido todos los días, ¿o sí, Oly? Ahora sí, miró a Maron súbitamente, entrecerrando los ojos y sin perder el tono sarcástico que la caracterizaba cuando estaba enfadada, cargado de veneno. Oh Maron, ¿de verdad? ¿me lo prometes en serio? Que tierno, debo suponer que cuando abandonemos esta habitación nos iremos a jugar los tres a la princesa en el castillo, ¿verdad? Si realmente quieres que me crea tu promesa de que vas a llevarte mejor con Olyvar, empieza ahora. No me vale que me digáis tres tonterías para contentarme como hacéis siempre, o porque estáis bajo la presión de que tengo una daga en la garganta. Quiero verlo. Quiero ver como dejáis de acusaros el uno al otro, y quiero ver disculpas. Y quiero ver dos hermanos, no dos enemigos. Y por favor, dejad de intentar convencerme de que esto es lo normal. Para mí NO lo es, y por una vez aunque sea, vais a dejar que la decisión la tome yo. Y allí se quedó, de pie, inmóvil, escuchando. Olyvar dio el primer paso y empezó a hablar, mientras ella se limitó a escuchar. Ya había dicho todo lo que tenía que decir, ahora solo podía hacer eso, escuchar, y rezar a los dioses porque, por una vez en su vida, su ímpetu no hubiera estropeado las cosas, sino al contrario.

"Deja de gritar, maldita loca", lo hubiera gritado, el tono de su hermana comenzaba a molestarle, tanto histerismo le abrumaba. Por un segundo intentó evadirse de la figura de Sarella jugando con aquella daga y se centró en la conversación de sus dos hermanos.

- Estoy hasta los cojones del jodido bastardo y el rey de Poniente. Toda la mierda que están trayendo a nuestro reino esos dos hijos de puta está jodiendo a nuestra familia - ahora si estaba enfadado, era difícil enfadar a Mors, pero los datos dados por Olyvar habían detonado la espoleta - los siete quieran que esos dos se saquen sus propios ojos, ¿pero vosotros? ¡joder! ¿qué coño es eso de renunciar a tus apellidos, Olyvar? Maron, ¿has pensado por un momento en el caos que se sumiría Dorne si el Fuegoscuro te hubiese matado? Eres el puto señor de Dorne, Maron.

Miró fijamente a los tres

- Los Martell tenemos que estar unidos, sólo nos tenemos a nosotros y debemos protegernos - cruzó los brazos y clavo su mirada fijamente a su hermano mayor - ni Sarella ni yo os dejaremos salir de ésta habitación hasta que no solucionéis éste asunto. Maron me da igual que seas el señor de Dorne, te hablo como hermano, no como súbdito, eres el cabeza de familia y no puedes permitir que nuestra familia se rompa. ¡No somos los Targaryen! ¡Nosotros nos queremos! - finalmente giró su cabeza hacia su hermana - baja ese cuchillo, tengo dos hermanos cabezotas, no quisiera tener una hermana suicida

Escuchó a Mors y no pudo menos que asentir. Sabía que había cometido un gravísimo error, ya no podía solventarlo.

Por suerte no pasó nada, pero he de admitir que fue una gilipollez. No lo volveré a repetir.

Se avecinan momentos difíciles, lo único que le pido a Olyvar es que sea mas paciente, no tan impulsivo y que consulte las cosas conmigo antes de hacerlas, las cosas de gobierno claro. Lo que hagas el resto del tiempo me da igual. Cambiaré mi actitud, te lo prometo, y no hace falta que renuncies a tu apellido. Siento haber actuado como lo hice.

Sarella seguía con la estupidez, no podía aguantarlo más. Se acercó a ella a pesar de las amenazas y el temblor de su voz, sabía que era muy arriesgado, pero tenía que detenerla. Cuando llegó donde estaba ella, no trató de quitarle el cuchillo. Sólo la abrazó.

No hacía falta que hicieras esto Sarella, con sólo reunirnos valía. No somos niños que siguen riñendo, podemos razonar.

Se separó un poco de ella y le miró fijamente a los ojos.

Los Martell permaneceremos unidos, y demostraremos que Dorne tiene una familia fuerte a su cabeza, un apellido que temer y que respetar.